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SÍNDROME H por Aifoss

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Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos

Una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios

Y algo que brilla, así de triste, entre tus ojos y mis ojos

- Mario Bendetti-

 

 

***

Es tan poco lo que uno puede llegar a conocer de alguien, incluso, de sí mismo. Sentirse como barco a la deriva en la inmensidad de las olas, o mejor dicho, a la deriva de las incertidumbres y preguntas sin respuesta.

Porque en ese preciso momento Kuroko Tetsuya tenía una gran pregunta a quien se supone que dirige su destino, y en se momento creyó estar pagando el Karma de alguien más.

 

 

<< ¿Por qué a mí? >>

 

 

Habían trascurrido exactamente dos semanas desde que inició la preparatoria, y aún no olvidaba la bochornosa escena que se plantó a la salida del primer día, no aceptaba estar separado de sus amigas, y sobretodo, no poder quitarse de encima cinco espectrantes miradas que a ciencia cierta, no sabía de dónde rayos salían...y al parecer, se les sumaría una más.

 

Allí, parado a la izquierda del docente, el pelirrojo que estuvo eludiendo con toda su habilidad fantasmal y que sus amigas insultaron de la "a" a la "z".

 

Es cierto que las ocurrencias o altercados al pasar años, simplemente se olvidan, carece de sentido seguir enfadado por algo muy de niños...pero más que enfado, Kuroko sentía mucha vergüenza y hasta intimidación. Esa persona; ahora sentado casualmente en el asiento libre a su delante...no lo conocía...ya no era su mejor amigo. Kuroko cambio, sus amigas cambiaron y de seguro aquel pelirrojo lo hizo más, pues su ceño en extremo fruncido le formaba una idea de su evolucionado y nuevo carácter.

 

Resulta que la oficina de admisión no administró con eficiencia el cupo total de vacantes de ese año, provocando un caos sobre horarios y número de salones, en consecuencia reubicaron el alumnado en distintas secciones. Para su suerte, el pelirrojo compartía su clase, y al peliceleste nunca le pareció tan interesante el patio desde la ventana, pues se negaba a volver la mirada cuando su ex amigo lo observaba con insistencia al tomar asiento.

 

 

<< ¡POR QUÉ JUSTO AQUÍ! ¡¿No ves que al otro lado hay sitios libres?! ¡VETE! >> gritaba para sus adentros.

 

 

Entonces ese fue el fin del hombre araña...

 

 

La clase prosiguió, más lenta que el mismo reloj. Kuroko anotaba todo lo que el docente hablaba, sin mirar el pizarrón, en razón que inevitablemente se toparía con una cabellera rojiza. Ya se imaginaba el grito al cielo de sus amigas al enterarse de la "buena nueva", y maquinando su nuevo plan de escape al toque del timbre.

 

- Bueno jóvenes, espero que hayan atendido, como nos quedan 40 minutos, rápidamente formen parejas, haremos una práctica.- sentenció el profesor de literatura.- iré a traer las copias, cuando regrese quiero verlos a todos organizados.- dijo saliendo del salón sin dar espacio a reclamos.

 

El bullicio comenzó de nuevo, el sonido de las sillas arrastrarse seguido de una que otra lisura. Al parecer en dos semanas ya todos se conocían, pues no tardaron mucho en formar parejas de trabajo...sin embargo, un ansioso peliceleste sentía sus manos temblar al ver como su compañero de adelante se giraba a darle rostro, con la obvia iniciativa del trabajo y siendo ellos los únicos que se "conocían" entre sí.

 

 

<< Kamisama, necesito un milagro por favor>>

 

 

Y para cuando el pelirrojo se daba la vuelta, esperando toparse con aquellos ojos cielo, nomás divisó la pequeña silueta dándole la espalda...un muchacho se le adelantó tocando el hombro de Kuroko con la misma propuesta; y este, mas por desesperación que por gusto, aceptó.

 

 

Ese milagro se llamaba...

 

 

- Me llamo Kise Ryota, un gusto trabajar contigo Kurokocchi, estoy a tu cuidado.- el rubio sonrió con los dientes, ofreciendo su mano.

 

- Ehm igualmente...Kise-kun.- tomó la mano dudoso, experimentando una especie de Deja vú.- disculpa, es la primera vez que conversamos y... ¿cómo ya sabes mi nombre?- arqueó una ceja.

 

 

<< ¿Cómo? ¿En serio no te acuerdas de mí? Me dueles Kurokocchi >> sollozaba internamente Kise.

 

 

- Pues...- buscaba una excusa creíble que no delatara su "espíritu acosador" de hace seis años.- es que... ¡lo dice la etiqueta!- señaló el libro del menor de sus manos.- s-si si, la etiqueta, eso.

 

- Oh, que observador es Kise-kun.- acomodó su silla al costado de él.- hagamos una buen trabajo entonces.- ojeó la práctica recién entregada.- al parecer son preguntas sencillas de las corrientes de Grecia y Mesopotamia...ah! épicas y líricas también.

 

- Claro! Qué fácil! De Grecia son los griegos, y de Mesopotamia los hipopótamos.- dijo un efusivo y decidido rubio.

 

Por su lado, Kuroko no sabía si reír o llorar, llegando a la conclusión que él haría literalmente todo.

 

 

Conforme pasaron los minutos, con un peliceleste escribiendo y un rubio que al parecer no conocía el concepto de "espacio personal", ya estaban por terminar. Kuroko  miró de soslayo al salón; cerca a la puerta, estaba  a quien evitaba, es decir: Kagami; de brazos cruzados y conversando con un azabache extrovertido ; así mismo, preguntándose si ese rubio no se le hubiera adelantado, la historia sería otra.

 

Absorto en meditaciones, sin preveer, su mirada celeste se encontró de lleno con el tigre, y un mensaje implícito en tan mínimo acto.

 

- Por favor Kise-kun.- volvió en sí.- busca en... la página 32.- jugaba con el lápiz en sus dedos, concentrado en las anotaciones.- especies de lírica y mayor representante.

 

Al no recibir respuesta alguna, despegó sus ojos de la hoja para reparar en un rubio a diez centímetros de su cara.

 

- Kise-kun, m-muy cerca.- puso su pálida mano en el rostro contrario para apartarlo.

 

- Oh, lo siento, tenías una pestaña.- pasó su índice por la mejilla del menor y sonrió.- ...aversh...veamos qué dice el libro de los secretos.- canturreba al pasar las hojas.- ¿nueve poetas mélicos?

 

- N-no debe decir...- lo cortaron

 

- ¿Periodo helenístico?

 

- No

 

- ¿Tragedia del siglo V a.C ?

 

-No, muy adelante

 

- Uhm no entiendo Kurokocchi,  dijiste página 52, y eso es lo que dice.- infló sus mejillas rendido, y Kuroko suspiró por 5ta vez en 20 minutos.

 

- No dije 52 Kise-kun.- murmuró agotado y rascó su mejilla, en verdad no le prestaba mínima atención a lo que hacían.- era página...

 

- Página 32, capítulo 1, quinto párrafo.- una tercera voz  hizo aparición a sus espaldas, grave y ronca.- lírica coral y lírica monódica; mayor representante "Píndaro"

 

-Ehm... ¿Y tú quién eres? No te preguntamos nada, no es justo, esa era mi línea.- se quejó el rubio. 

 

 

Un estremecimiento ascendió de súbito por la columna de Kuroko,  presintiendo peligro. Allí, a su derecha, unos familiares ojos carmesí ...nervioso, y esa sonrisa que daba espacio a muchas dudas

 

- Lo siento, no pude evitar escucharlos, tenía el libro en mano asi que...- acarició el lomo empastado.-deberías buscar tratar con otros compañeros, Kuroko.- miró desafiante al alfa contrario con un fuerte recuerdo del pasado.-  la ineptitud abunda.- viró su atención al portador de cabellos celestes, quien seguía hecho piedra.- espero haberte ayudado...hablamos después.- apretó el hombro del menor provocando un ambiente sugestivo e incómodo

 

-  Gracias.- dijo Kuroko tajante mientras escribía.

 

 

No se dignó a decir mas, trató de ocupar su mente  en la práctica pero... ¡Maldición!.. escucharlo decir su nombre con tanta confianza y desinhibición; tratarle como si fueren "mejores amigos" ¡¿Es que era muy conchudo o muy imbécil?!  alteraba su humor siempre intachable en uno de perros, pésimo.

 

- Kurokocchi~ ¿Quién era ese idiota? Parecía conocerte.- afiló su ceño, observando con desconfianza a ese inoportuno pelirrojo.- no me agrada

 

Kuroko inhaló sonoramente para luego exhalar lento, con las palabras bien claras en sí.- Es quien tu dices Kise-kun, y no...no lo conozco.- el alfa iba preguntar más, pero el peliceleste no se lo permitió al cortarle.- ya terminamos, por favor entrégaselo al maestro.- le extendió la hoja.

 

Al ser primeros en acabar el maestro les ofreció salirse antes si deseaban, cosa que aceptaron al instante, cada quien por sus razones.

 

 

Kuroko tenía mucho en que pensar, demasiados vivos recuerdos estrellaban de bruces en su paz interior, demasiadas emociones que debían ser sacadas en un largo interrogatorio con sus mejores amigas y un batido de vainilla. Una parte de él, la razonal, le animaba a dejar todo en lo que era..."pasado pisado", perdonarse ambos, recuperar a su amigo, conocerlo nuevamente y reintegrarlo en el antiguo squad. Sin embargo,otra muy radical, vivir con el despecho e indiferencia, teniendo presente siempre las traumáticas palabras que fueron motivo inicial de su drástico cambio de personalidad y noches de inseguridades que solo sus amadas amigas, con mucha perseverancia, lo sacaron de ese agujero negro, porque fue Kagami quien acabó con el antiguo sonriente peliceleste. Ahora, solo los resagos de sonrisas era lo mucho que podía lograr.

 

 

<< Si no lo veo no es real...si no lo veo no es real>> se repetía mentalmente. 

 

 

El eco de sus pasos era su compañía, miró su reloj de pulsera, constatando aun 20 minutos libres. Se detuvo a la mitad, pensando si era una buena idea ir a su "guarida secreta"...el salón almacén del 4to piso, exactamente, dónde yacía un olvidado piano. Su buena costumbre le hizo visitarlo al menos 2 veces semanales, una fuga a la monotonía de las clases y la oportunidad de gozar el silencio que ya era tan escaso en preparatoria.

 

-Neh~ ¡Kurokocchi! ¿En qué piensas?- un repentino rubio, apareciendo de la nada, se colgó  sus hombros, abrazándolo de costado.- Lo siento, me demoré en salir, Akashicchi suele ser muy molesto con eso del club de basket y los entrenamientos, incluso me lastimé hace unos días y le valió madres... pero bueno,  creí que me esperarías para irnos juntos.- hablaba sin parar, aun apretando al menor.- Y bien ¿a dónde vamos? el día está fresco, podríamos ir al patio a ver la vida pasar...

 

Kuroko, que no estaba acostumbrado al contacto físico, ni menos de personas que conocía apenas una hora, no sabía como eludir tal situación, debatiéndose en empujarlo, ser amable, morderle el brazo o salir corriendo. Considerando además que ya no tenían ningún vínculo en común, es decir, terminaron la práctica, solo fueron compañeros por esa causa, fuera de ello, no tenían necesidad de volverse hablar, podían continuar con sus vidas como antes...tal vez...

 

-¿Se le ofrece algo Kise-kun?- movía sus hombros inquietos, buscando una abertura y zafarse.- la clase ya terminó y... la cafetería es para el otro lado.- apuntó con su dedo la dirección.

 

-Oh! Bueno, creo que si lo ves así...- rascaba su nuca, pensando un plan, era su única oportunidad para valerse de su compañía, no debía desperdiciarla.- estamos en el mismo salón y sería agradable conocerse más, quisiera que hablásemos ...digo, somos compañeros je...je 

 

<< No me interesa, así que déjame en mi soledad tan desolada>> pensó.

 

 

- Creo que tienes razón, parcialmente.- el peliceleste no tenía escape, buscando un tema en su mente.- ¿qué obra elegiste para la lectura mensual? 

 

Sin darse cuenta, el menor tenía sus manos hechas puño y los ojos bailando en cualquier dirección, una parte de él se hallaba nervioso, el sudor humedeciendo sus camisa; como si de pronto lo hubiesen forzado en algo, una imposición más allá de su voluntad: adormecido. 

 

 

<< Qué rayos te sucede Kuroko Tetsuya, eso no era lo que ibas  a decir>>

 

 

Kise entrecerró sus ojos, mirándole confundido y expectante. Esa no era la respuesta que esperaba pero daba cabida a una conversación poco convencional en medio pasillo.

 

-En realidad no Kurokocchi.- quedaron frente a frente.- no soy muy hábil con los libros, termino durmiéndome en la primera oración, me aburren.- un paso al frente y 20 cm entre ellos.- sin embargo me encantaría que me recomendarás uno, al parecer a ti te agradan mucho esas cosas.- un paso más y 15 cm.- un libro que te guste a ti, así tal vez conocería una parte tuya, ya sabes, "un libro es la puerta al alma", o eso dicen.- otro paso, 10 cm entre sus rostros.- la biblioteca debe estar abierta, es por allá...

 

Su voz aterciopelada, la sombra de su estatura, el perfume adherido a su camisa...el dorado de sus ojos felinos... todo ello había puesto en trance a Kuroko al extremo de hacerlo temblar. 

 

 

¿Por qué se sentía vulnerable? 

 

¿Por qué de pronto la debilidad flaqueaba sus piernas? 

 

¿Por qué tenía ganas de llorar?

 

¿Por qué tenía...miedo?

 

 

El tibio aliento del Alfa acariciaba la piel del peliceleste, aquella peligrosa cercanía...cada vez más, dejando un delgada línea entre la prudencia y el atrevimiento; entonces ambos supieron lo que querían...

 

Pero tales deseos se contradecían.

 

 

-¡HEY! ¡RUBIA TONTA! ¿¡QUÉ MIERDAS HACES EN EL AIRE!?

 

 

Y para cuando la estruendosa voz de su amigo irrumpió, Kise tomó consciencia parpadeando insistente,  topándose con el vacío ante él; Kuroko no estaba.

 

-Me parece o le estabas besando al aire eh!- el alfa moreno apareció colgándose por los hombros del rubio, golpeándole las costillas.- confórmate con la versión de la ducha de tu "destinado". 

 

-Pe-pero y-yo...Kuro-kurokocchi...est-estaba.- enterró sus dedos en las hebras doradas, jalándolas

 

-Ah?! ¿qué hablas idiota?¿quién diablos es Kurokocchi? solo vamos dos semanas y ya estas delirando

 

-¿Qué sucede Aomine?- un peliverde apareció a su lado.- fuiste el primero en entregar el examen de matemáticas,o es que acaso es demasiado para tu "cerebruto"

 

-¡Oi Tsunderima! terminé todo ¿okey? no es mi culpa que no estés a la altura de mis capacidades

 

-JA! capacidades para no tener capacidad de nada Daiki.- un pelirrojo se unió a la conversación.

 

-Mido-chin egoístaa, te saliste antes y no me pasaste la respuesta del último ejercicio, si repruebo será tu culpa.- el más alto se asomó a las espaldas.

 

-No soy tu madre nanodayo! es tu responsabilidad estudiar días antes, no minutos.-se cruzaba de brazos, apuntándole con el dedo acusador

 

-¿Otra vez Atsushi? si te expliqué la teoría por videollamada, incluso anotabas. 

 

-Estaba llenando un "sudoku" Aka-chin, sorteaban dos paquetes de chocolates.- dijo con la boca llena 

 

-JAJAJAJA no eres tan absoluto fosforito inflamable.- el moreno estalló, aún colgado del rubio.

 

 

Mientras la Generación Milagrosa se reprochaban vanalidades, distraídos entre ellos; los pasillos se llenaron tras el toque del timbre siendo empujados por la gente hasta la cafetería. Un Kise molesto y demasiado frustrado, se mantuvo tan callado que era "contra-natura"; estuvo tan cerca de concretar aquello que hubiese cambiado todo en su vida...un cambio deseado hace tanto, solo eran 10 centímetros...pero allí estaba, escuchando las estupideces de Aomine, el sonido molesto de Murasakibara al masticar, y debates "intelectuales" por Akashi y Midorima. 

 

 

¿Qué salió mal? Sencillo. 

 

 

No utilizó bien "la voz".

 

 

¿Por qué Aomine arruinó ese momento? Más sencillo. 

 

Sintió aquel imperceptible aroma de la otra vez, sin embargo, emanando aflicción y vulnerabilidad; entonces su instinto de alfa saltó inconscientemente. 

 

 

Lo admitía, fue muy grotesco. Kise reconocía su error, rayando casi en el abuso de poder entre especies. Era muy mal visto que un alfa utilizara la voz en un beta, y peor aún, en un omega que no fuese su enlazado; creaba el "adormecimiento" en el contrario, volubles a la voluntad del alfa superior, actuando acorde a deseos ajenos. Obviamente, el Omega siempre sabía a consciencia cuándo la voz interfería en él; a diferencia del Beta, no le cabía sospechas de nada, además el alfa, para someter al beta, estrictamente debía ser un "pura sangre".

Al momento en que el peliceleste y el rubio se toparon en el pasillo, con el menor escabulléndose de su alcance, y el alfa obstinado por retenerlo, su mejor "plan" fue emplear su prematura voz, mas por curiosidad que efectividad; sin embargo los resultados fueron "óptimos" por así decirlo: Kuroko accedió, ello justificaba la duda y la razón disputándose en sus pupilas.

 

También era una verdad que la interrupción de Aomine, su aparición de la nada fue más causal que casual. Las emociones de todo ser vivo, al ser muy intensas, el cuerpo no puede soportarlas, la fuga de ellas es el paliativo que busca, entonces surgen las lágrimas, el ceño fruncido, los gritos o, en este caso: las feromonas aturdidas de miedo; un perfume agrio y potente semejante a la Recina; muy propio de los Omegas en estado de indefensión, el llamado para su alfa.

 

 

Aomine sin saberlo, había acudido a un llamado de Omega. 

 

*

*

*

 

Sin duda alguna ubicarse en el "quinto superior" de la clase traía sus beneficios...por ejemplo faltarse una clase y no perjudicar el promedio. Sin embargo, ser quinto superior e invisible era mucho mejor. 

 

La tecla del "Do" fue apertura: sosegado, débil. Seguido por un "Mi" inquieto, retomando al "Do" nuevamente. El "Fa" impotente y amargado; mientras dedos pálidos se deslizaban con la destreza de un diligente pianista. 

 

Kuroko se dejó hacer por el momento, una fluida corriente de tranquilidad despedían los acordes de aquella melodía improvisada por sus emociones; la desesperada necesidad por seguridad y protección, pues el anterior episodio de inexplicable vulnerabilidad le había dejado algo inestable, y siendo honesto consigo mismo, eso no le sucedía desde los once años.

 

Tocó por horas, exactamente el resto de la clase; escondido en su eterna madriguera, el salón almacén del cuarto piso. 

 

Juzgando el eco vacío de la habitación, daría la idea que ni las arañas se pasan por allí, pero siempre hay "algo más". 

 

Escribió las notas en sus partituras, pues su improvisación le terminó agradando; decidiéndose en completarla, presentarla algún día en una ocasión especial, con público en el auditorio, los telones desplegados a los costados, y el destinatario en primera fila, aun si no sabía quién lo sería. Los conciertos dados en su pasada etapa escolar lo hacían feliz, sus padres adelante y sus amigas  al costado o esperándolo tras bambalinas; los reflectores enfocados únicamente en sus dedos y, la música...tantas palabras no dichas. 

 

 

Asímismo, lo asaltó la nostalgia, el recuerdo del nacimiento de su "talento"...

 

 

 

<< Cuando tenía siete años, en la fecha del aniversario de sus padres, la familia decidió pasar la velada en el Gran Teatro "Sol y Sombra", se presentaría una violinista famosa en Tokio quién, se rumoreaba, sería su retiro de los escenarios tras esta presentación.

 

Con 2 horas de anticipación, la familia Kuroko dispuso sus asientos al medio de segunda fila; poco a poco, el teatro conglomeró a más de 400 personas, todas y cada una reunidas por el mismo propósito. La violinista.

 

Al comenzar la presentación, tras correr los telones, una joven mujer, hermosa,  de vestido dorado y cabellera recogida; de pie frente a un gran  piano de cola blanco, deprendiendo un aura sobrecogedora con la audiencia  bastando su propia imagen. Miró al público con cierta culpa, pues el cambio improviso de instrumento no se lo esperaba nadie. 

 

 

 

Cuando mi voz, mi música ya cansada por el tiempo, le llegue su momento de decir adiós lo hará mediante una canción.... Y perdónenme si esta vez una lágrima se escapa, porque les aseguró que será por la emoción de venir a tocar mi última presentación... Espero que sea de su agrado."- dijo ella. 

 

 

Dio una venia, buscando permiso  para su comienzo. Se posicionó en el banquillo, sus falanges relajados sobre las teclas y la espalda recta cual mástil; entonces sus ojos marrones viraron en el asiento vacío de la primera fila, justo delante de Kuroko; al parecer, su reservación  fue olvidada...a pesar de que el Teatro se hallaba abarrotado de personas, la mujer solo podía contemplar aquel asiento vacío.

 

 

 

Algo brillaba, así de triste, en sus cálidos ojos marrones.

 

 

 

Seguidamente, empezó a tocar, y para Kuroko no hubo mayor estupor en su vida. Una chispa se encendió, convirtiéndose en el fuego que consume y dio vida a su arte: el piano. >>

 

 

Solo entonces el timbre anunciando el inicio de los talleres le hizo pisar tierra; guardó las partituras bajo la tapa del teclado, cubrió el piano con la lona y finalmente tomó su mochila rumbo al patio posterior, el taller de "Dibujo y Pintura". 

 

*

 

 

*

 

 

 

*

 

El arte siempre va de la mano con la naturaleza, y a Kuroko le encantaba dicha combinación. 

 

Muchas cosas se vuelven hermosas si las miras lentamente" era su frase.

 

El patio posterior se ubicaban algunas canchas de deporte y el gimnasio con piscina olímpica; además, paralelamente al pabellón de salones, una amplia superficie de área verde donde reposaba la vieja gruta de un Buda consumido por el musgo y enredaderas de buganvilias. Allí se ubicaba el Club de Dibujo y Pintura. 

 

Los jefes del taller, estudiantes de 2do año se encargaron de tener los atriles puestos en sus sitios, formando un círculo alrededor de la gruta y bajo las gruesas ramas de los árboles que coronaban sus cabezas dándoles sombra. El sempai Hyuga Junpei, considerado el malhumorado"presidente" del taller, les ordenó dibujar en el lienzo el Buda utilizando únicamente acuarelas en escala de grises. Su ayudante recién asignado, Kiyoshi Teppei, cuyo carácter se asemejaba a un hermano "buena onda" amenizó la tensión informando que tenían dos clases para terminarlo.

 

Los miembros del club se dedicaron al mandado referido, conversando entre ellos aconsejándose; algunos apretando los dedos en el pincel; otros escuchando música enfocándose; y pocos, como Kuroko, totalmente relajado, incluso parodiando su propio lienzo mientras soltaba una risilla. El peliceleste escogió dicho taller en razón que la pintura la consideraba un ocio muy agradable, dar rienda suelta a su creatividad pues el arte es abstracto y carece de explicaciones, cada uno otorga a la pintura la interpretación según sus sentimientos personales...Kuroko disfrutaba la libertad del dibujo, y la saboreaba en cada pincelada. 

 

A medida que el tiempo se escurría, el peliceleste dejó las parodias y formalizaba al Buda en su pintura...el paisaje era "bueno"... la gruta; árboles; atardecer; musgo. El clásico estilo romántico que todos se hallaban pintando, pero Kuroko sentía la falta de más elementos a su cuadro, un toque mayor que resaltara. 

 

 

No quería versos; él buscaba prosa.

 

 

 

Sin razón, empezó a divagar en sus lagunas, evocando el aroma a " té" y su abuelita sirviéndolo durante el otoño, observando las últimas hojas del cerezo descender al suelo para morir. 

 

 

 

 

<< Tan cálido, tan apropiado>> pensaba. 

 

 

 

 

A lo lejos, a varios metros de su atril, sus ojos distinguieron la presencia de cierto intruso a la estampa que dibujaba. Un estudiante recostado en el grass, apoyado en el lomo de un árbol, delineaba con su mirar el texto del libro que sostenía en aquellas curiosas manos vendadas. Los mechones de cabello caían sutilmente en sus gafas, siendo haladas por la brisa vespertina. Y su rostro calmo se absorbía en la lectura.

 

 

 

 

Al parecer, Kuroko encontró la prosa.

 

 

 

 

<< Suave y humeante...>>  

 

 

 

 

Se sintió un "stalker" cuando decidió retratar la imagen del chico lector en su pintura; claro está que cambiaría el tono de cabello de este ¿Quién rayos tiene cabello verde natural? 

 

Su lienzo mostraba la gruta a la izquierda, como si estuviera desenfocada; el atardecer al fondo con sus tonos violetas anaranjados; a la derecha, el cerezo con sus botones abiertos, y bajo este reposaba la silueta del intruso, el cual Kuroko se tomó el tiempo en los detalles del perfil. 

 

 

 

 

<< Aromático como...Hojas de té...>>

 

 

 

 

- Creí que el Presidente encargó dibujar al Gordo de la estatua, no el abstracto del paisaje

 

Los hombros del peliceleste se encogieron en un respingo, y la calma que lo ondeaba se desvaneció con un pequeño gritillo de susto. En verdad se había ensimismado pintando, y la abrupta interrupción de voz ajena lo puso de nuevo en mal humor. 

 

- ¿Disculpa?- se giró para encarar al gran "crítico" del arte. 

 

- Solo digo que Hyuga se pondrá histérico cuando no hacemos lo que pide.- se excusó el "crítico"- y al parecer tu eres un rebelde sin causa.- se acercó a la pintura del peliceleste, observándola con detenimiento.- entonces, querido amigo, te fuiste por las ramas pintando al Gordo en segundo plano y salirte de la cuadrícula 

 

 

 

<< ¿En verdad este tipo esta en el taller ? >> 

 

 

- Primero.- enumeró Kuroko con sus dedos.- no es un "gordo", es Buda y ten respeto. Segundo, no soy rebelde, se llama ingenio. Y Tercero, no me salí por las ramas, el arte esta para interpretarlo, no para ser lineal o prestarse a una sola opinión vacía. Ah! tampoco me salí de la cuadrícula, lo hice en horizontal. 

 

-Wow wow! Tranquilo compañero, no era para que te enfadaras, solo la humilde opinión de un aprendiz, además no soy quien para criticar de donde sacaste tu numen ¿ es el que está debajo del árbol? .- apuntó a esa parte del cuadro del peliceleste, y este se ruborizó un poco. 

 

- Solo un agregado casual al dibujo, no fue tanto como para inspirarme...-se quedó pensativo.- si fuera mi numen ni siquiera Buda estaría allí

 

 

Aquel chico entrometido miró incrédulo al peliceleste,  junto a la sorpresa que escapó en una disimulada sonrisa de satisfacción al darse cuenta que Kuroko le entendió. 

 

 

- Vaya, eres la segunda persona en esta vida que entiende de lo que hablo, no todos tienen un vocabulario muy amplio.- le dirigió una mirada suspicaz.- se asustan con palabras monstruosas e intimidantes

 

- ¿Ah?  ¿Te refieres a "numen"? 

 

- Exactamente eso 

 

- Sinónimo de musa .- explicaba el menor.- la inspiración que siente el artista para sus inventivas, puede ser exuberante u ordinaria, amoldándose a la personalidad del creador. Otros lo atribuyen como un poder mágico divino.

 

- Sacaste la definición de Wikipedia, no me engañas eh! Pareces ser alguien muy leído, me caes bien

 

- Bueno, ¿gracias? Y respecto a que soy la segunda persona en esta vida...creo que no preguntaste lo suficiente o te falta vivir.- tomó nuevamente su pincel, enfocándose en su lienzo. Buscó al chico de manos vendadas bajo el cerezo, pero este se había ido. Su numen escapó. Kuroko suspiró frustrado.

-Hey! no estés a la defensiva, no es bueno para la salud mental, te dije que me caías bien.- este sonrió y Kuroko no supo como reaccionar, la sonrisa del crítico le pareció muy agradable, hasta sincera para alguien que se conocen 10 minutos, o eso creía. 

 

 

 

<< Me parece haberlo visto...¿pero dónde? >>

 

 

 

 

-Lo siento .- evitó la mirada del contrario y disimuló pintando.- y...¿se te ofrece algo? 

 

-En realidad nada, estaba de paso, vi tu dibujo y recordé a Monet .- el crítico se sentó en el césped al lado del atril de Kuroko, recargando su peso en los brazos y las piernas estiradas .- en especial a su pintura "Lirios...

 

- "Lirios en el Jardín"- completó el peliceleste rápidamente, los ojos abiertos como platos y el corazón acelerado.- es una de mis pinturas favoritas, tengo una replica en mi habitación 

 

-Creo que ahora entiendo por qué elegiste este taller eh!

 

Kuroko alzó una ceja y buscando las palabras apropiadas en su mente, sin malentendidos.- Yo tendría que decir eso, no te ofendas pero no pareces de los chicos que disfruten el arte o que le tengan paciencia.- lo escudriñó con sus orbes celestes, deteniéndose asiduamente en los ojos contrarios, semejantes al cielo nocturno. 

 

- ¿Creíste que soy el chico malo de la secundaria, que se salta clases para irse a jugar a escondidas con un balón de basket, duerme el resto del día mientras que su promedio es un desastre...?

 

- Preciso.- afirmó el menor.

 

-Entonces tienes razón, solo que además le gusta Monet.- ambos sonrieron

 

 

Los jóvenes conversaron el resto de la hora. Uno dando retoques a su lienzo mientras resaltaba la conexión del cuadro con la identidad del alma; y el otro recostado de espaldas, lanzando comentarios muy "random" por no decir despreciativos de los demás compañeros de su taller. Conversaron, además, de sus gustos y afinidades, nada tan personal claro. Descubriéndose en suaves pinceladas la personalidad del otro, adornados por una sensación tibia, de comodidad e intimidad. Al final, ambos concluyeron que, tal vez, habrían encontrado un buen amigo.  

 

 

 

O solo, tal vez, se formó un lazo destinado.

 

 

 

Y pudieron continuar entre charlas y anécdotas graciosas por el resto del día si no fuese por el Presidente del Club que interrumpió su burbuja, mejor dicho, la reventó. << ¿Acaso se quieren quedar a ayudar en la limpieza? ya todos se han ido y tengo que cerrar el almacén de arte, tontos>> fueron sus palabras. 

 

Lo chicos desarmaron sus atriles y envolvieron sus lienzos ya secos, alzaron sus mochilas poniéndose en marcha a la salida. 

 

- Te quedó muy bien tu lienzo.- habló el crítico.

 

-Gracias.- el peliceleste sonrió por décima vez en la hora, muy raro en él.- ahora que recuerdo...no me mostraste el tuyo

 

-Bu-bueno, es como el de todos, solo un dibujo de un gordo sentado.- este se rascaba las sienes nervioso. 

 

-Para alguien que le gusta Monet no creo que le hayas dejado así de simple, espero verlo la próxima clase. 

 

- No, no puedes.- fue tajante, y Kuroko enmudeció.

 

-Yo...lo siento, no quise ser...

 

-Creo que no me entendiste, ya terminé el mío y el tuyo al parecer también, así que nos es necesario quedarnos la siguiente clase.- sus ojos noche perforaron los celestinos, asomando una sonrisa traviesa...algo planeaba, y no sería del todo bueno.- ¿Has visto el atardecer desde la azotea de la preparatoria?

 

- En realidad no...

 

-¡Perfecto! el miércoles iremos los dos, vamos a vivir más como dices.- estiró su fuerte brazo formando un puño, poniéndolo frente a Kuroko, quién le correspondió chocando el suyo.- Ahora, a todo esto, me he dado cuenta que no sé tu nombre ni tú el mío jeje  

 

 

El peliceleste abrió la boca en una perfecta "o", rindiendo cuentas que durante las dos horas habían hablado unos completos desconocidos que ya conocían mucho de ellos. 

 

- Disculpa, no fui considerado.- retrocedió unos pasos para hacer la posición de venia.- mi nombre es...

 

- ¡TETSU-KUN! ¡IDIOTA!- una pelirosa voluptuosa corría hacia ellos.- ¡¿Por qué diablos demoras tanto?! 

 

-¡Te estábamos esperando como las perfectas estúpidas!- una pelicastaña un poco más molesta se sumó a la maratón. 

 

- Creo que...estoy en problemas...- Kuroko empezó a sudar frío.

 

-Sí, lo estás.- el contrario rió. 

 

 

Una vez que las chicas llegaron donde ellos, Riko se lanzó sobre su amigo haciéndole una llave china a la inversa, mientras Momoi le reprochaba el sinfín de razones por su tardanza, ignorando olímpicamente al acompañante del peliceleste, quien se limitaba a mirar apenado. Pasados unos minutos de alboroto, el trío se calmó, pues las féminas descargaron su molestia sobre Kuroko, volviendo a tomar sus poses "civilizadas". 

 

-Ilustranos.- dijo la castaña peinando sus cabellos.- otra vez tarde del taller, deberías hablar con el Presidente para que los suelte antes.

 

-No es eso, solo que...- le interrumpieron. 

 

-Seguro ya no disfrutas nuestra compañía Tetsu-kun.- sollozaba la pelirosa.- harás nuevas amigas, conseguirás novia y nosotras nos hechas a los perros. 

 

-¡¿Qué?! Jamás haría eso, solo si me dejaran explicar...

 

- ¡No, ya entendimos, como no puedes decirnos de frente te alejas lentamente, siempre lo haces!- expresó la castaña, abrazando a su amiga. 

 

- Chicas...-exhaló profundo el menor.- deben dejar de leer Wattpad... 

 

- ¡Ahora te burlas de nosotras! pues si no sabes...

 

 

Entonces, el chico de los ojos noche explotó 

 

 

-ARGH! ¡YA RELÁJENSE TODOS!- fue ahí que el trío reanudó en la presencia ajena, mirándolo atónitos.- ¡Dios, mis oídos van a reventar de tanto drama!- jaló sus cabellos oscuros para atrás, a fin de calmarse.- Fue mi culpa ¿OK?  De que su amigo se quedara, solo estuvimos hablando mientras él terminaba de pintar. Cómprense un GPS y ubíquense, estamos en un taller, es normal la demora. 

 

Un silencio incómodo prosiguió tras las palabras del desconocido. Todos se miraron entre sí, unos con la interrogante en su cabeza, y otros agradecidos de la paz. 

 

-Y...¿tu quién eres?- Riko rompió el hielo.- ¿Amigo de Tet-kun? 

 

- Eso es lo que trataba de decirles chicas...- el peliceleste las miró agotado.- les presento a...-viró su rostro con duda al "desconocido".- ehm...no me has dicho tu nombre

 

 

 

Deja vú 

 

 

 

-Ah sí! Me llamo...

 

-¡AHOMINE! ¡APÚRATE INEPTO!- una voz irrumpió a lo lejos, acercándose.- ¡¿Qué tanto haces?! Akashi esta por reventar y tu perdiendo el tiempo como siempre. 

 

-¿Tsunderima? ¿Qué mierda? ¡Les dije que no me esperarán! ¿Qué parte de tu cerebro de zanahoria no entiende eso?

 

- Y a quién le avisaste que yo no sé nada ni Akashi.

 

- Al Titán.- dijo simple

 

- El no cuenta, ¿lo sabes?- el recién llegado acomodó sus lentes, y miró se soslayo a quienes acompañaban a su amigo.- Nos vamos, trae tu mochila. 

 

- ¡Pero yo..!- agitaba sus brazos al aire, tratando de explicarse.

 

-N-no te preocupes, de todas formas nosotros también ya nos íbamos.- excusó la pelirosa, pues Kuroko, al parecer había perdido el habla de un momento a otro.  

 

- Ehm okey, te veo el miércoles amigo.- se despidió un moreno con la mano mientras que era jalado por su amigo megane hacia la entrada. 

 

 

 

Si alguien cuestionara los hechos ocurridos en la última hora, podría entenderse la negativa del moreno de ojos noche en mostrar su lienzo en el taller; o el estupor que consumió al peliceleste en los últimos minutos, robándole el habla. Incluso, la fanática sensación aromática a "Hojas de Té"; o la tibia aura que envolvió el encuentro fortuito de los nuevos amigos...

 

Al momento en que Kuroko se ensimismó pintando a su numen bajo el cerezo durante el taller...alguien más, al otro extremo, se molestó en contornear su perfil níveo cristalizado por la luz crepuscular, el reflejo del estanque donde reposaba Buda y tiernas flores de vainilla a su alrededor, plasmándolo en un limpio lienzo con acuarelas azulinas. Ese mismo "alguien" que le demostró la admiración personal por Monet, quien comparó su pintura a "Lirios en el Jardín"; quien, a su vez, desprendía una hipnotizante fragancia picante de Pimienta y Leños ardientes.

 

 

 

Aomine Daiki, abrumado por una noble verguenza, se negó en mostrar a Kuroko su propio retrato, resultado de contemplarlo durante toda la clase...y las anteriores a esas. 

 

 

El irremediable magnetismo de dos almas destinadas, se dará como fortuito, aún si sus poseedores ignoren su enlace

 


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