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Un manga más por Mascayeta

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Se había resignado a que esa sería su vida eternamente, la rutina lo consumía día a día: De la casa al trabajo, del trabajo a algún bar, un hombre con bella cara, un hotel del amor, y al final, más soledad que felicidad.

Por eso aquella noche decidió cambiar su vida y llevar —algo que nunca hacía— trabajo a casa. Dispuso todo en la mesa de la sala, sirvió la cena de microondas, un termo con café, encendió la radio en una emisora de música de los ochenta, y listo. Ahora a revisar los storyboards de sus mangakas. ¡Diversión asegurada!

La tetera pito indicándole que el agua estaba caliente, se le había pasado el tiempo más rápido de lo que creyó y solo era enviar a primera hora las correcciones a cada una de las autoras. No se sentía cansado, así que pensó en salir a comer algo en el conbini de la esquina, no podía hacer más ya que el metro estaba cerrado y por ser fin de mes su economía no le permitía un taxi.

Recogiendo todo para organizarlo dentro de su maleta se dio cuenta de un nuevo paquete, lo sacó viendo que no tenía ningún nombre en particular, solo una marca con un escudo de armas. Tomó el control para escuchar la canción de Phil Collins que desde su juventud amaba. Tarareó el coro de Come with me, para sentarse a leer el documento. Eso le pasaba por distraído, mínimo Takano o Hatori le habían dicho del nuevo one-shot y el aceptó sin quiera percatarse.

Vio la hora y se dio cuenta que no podría salir de su apartamento, así que se resignó a trasnocharse ya que estos nuevos autores siempre se les debía además de hacer la revisión normal, darles unos lineamientos generales de lo que podían o no escribir.

Perdido como estaba en sus pensamientos, tuvo que volver a comenzar a leer el texto, cuando se dio cuenta estaba de nuevo iniciando la lectura, eso era malo, si él siendo el editor no había podido pasar de la tercera hoja, los lectores no lo tendrían en cuenta.

Suspiró estirándose, bebió del frio café y empezó a leer en voz alta, pronto las letras y los dibujos se fueron uniendo, procuró mantener sus ojos abiertos, pero el olor a bosque húmedo, los ladridos de los perros y el dolor en las rodillas lo hizo caer...

 

Al levantarme sacudí mi ¿falda? y seguí la loca carrera que llevaba. No comprendía bien porque sabía que, si me detenía mi suerte podría ser peor que la que me esperaba si no me movía.

Era totalmente consciente que no estaba en mi sala, ese manga era demasiado malo para hacerme dormir tan rápido y de manera tan profunda.

¡El manga! No podía creerlo era parte de la trama de las páginas que había leído. Eso me pasaba por llevar trabajo a casa.

—¡Quítate! —¿Una flecha? ¿acaso este tipo no me vio? Ni que fuera tan bajito—. ¡Agáchate!

El verlo de nuevo apuntando me lleno de coraje, así que simplemente me voltee para encontrarme al frente de un hermoso ciervo macho, sabía que eran agresivos, pero si estaba en un manga shoujo ¿Por qué no intentarlo?

Al mejor estilo de Blancanieves, me incliné frente al animal para pedirle que se marchará pude ver como respondió mi saludo y se alejó.

—¿Por qué lo dejaste escapar?

Hubiese querido responder, pero el ladrido de los perros de quien escapaba, logró que con desespero le quitara la espada al hombre frente a mi y cortara la estorbosa falda que tenía. Al menos en el sueño podría haber estado en pantalones.

Tengo que decir que la carrera se hizo más grata, y buscar un sitio donde los sabuesos no me encontraran era la prioridad. De repente con fuerza alguien tiro de mi brazo mientras que un guante de cuero y metal cubría mi boca, aunque no podía verle el rostro definitivamente su voz era deliciosa.

—Shhh, si me prometes mantenerte aquí, puedo ayudarte.

Asentí para ver cómo se daba vuelta y se quitaba el casco para salir gritando a los recién llegados. No pude escuchar porque la charla fue aparte entre él y un hombre que dijo llamarse el Conde Amamiya. Después de unos minutos interminables, escuché la orden que asumí era para mí.

—Puedes salir doncel. —¿Doncel? ¿Y eso que diablos era?

Las preguntas quedaron en mi garganta cuando vi la brillante faz de quien haciendo una reverencia se presento como Yukina Kou. Esto era mejor que leerlo, lastima que era un sueño y no lo escrito en esas hojas, porque si fuera así, la mangaka tenía con ese personaje el éxito asegurado.

—Mil perdones por mi impertinencia, pero he dicho que estas bajo mi cargo, así que esta noche debes acompañarme, ya veremos como solucionamos lo de tu matrimonio.

—¿Qué? —el grito fue totalmente sincero, no tenia la menor idea que me iba a casar, ni siquiera conocía al novio.

La risa del joven ante mi respuesta fue más que desconcertante, así que por puro sentido común —el menos común de todos, decía mamá—, opte por hacerle caso a "míster brillitos".

Llegue al palacio escoltado por unos soldados que acompañaban al joven que creo me salvo la vida. Nos detuvimos frente a unas caballerizas, dos mujeres me miraron de arriba abajo después de que Yukina les dio una orden y me señalo. Por lo visto debía seguirlas, así que hice la reverencia obligatoria y me fui con ellas.

No podía creer el lujo de la casa, era como estar en esos palacios antiguos que veía en los documentales. Lo que siguió me convenció que debía despertarme pronto, no sé cuáles fueron las disposiciones, pero por lo visto las muy perr... perezosas me bañaron con agua helada y cerraron con un balde de agua hirviendo. Mi piel blanca quedo roja por la quemadura. Luego me vistieron con algo parecido a una túnica perlada y me pusieron una especie de capa verde con rojo que cubría mis brazos dejando gran parte de mi cuello descubierto, y se abrochaba debajo de mi pecho. Nunca me imaginé semejante vergüenza. Arreglaron mi cabello entre burlas y malas palabras para colocarme un tocado del mismo color del sobrevestido.

Fui llevado al comedor donde se encontraban tres hombres y una mujer, el problema era de familia, mis ojos se encandilaron con tal belleza, ¿cómo hacían los que vivían ahí para no quedar ciegos?

—Bienvenido, quiero presentarte a mis padres los reyes de este pequeño país, y a mi hermano el príncipe heredero Aniki.

Ahora si me enloquecí, por favor díganle a mi hermano que me recluya.

Con una sonrisa la reina me pidió acompañarla a la mesa, puedo decir que la velada fue agradable, hacia años no hablaba de tantas cosas. Me gusta la historia, así que no me fue difícil platicar de lo que correspondía al medioevo europeo. Con entusiasmo di mi opinión sobre varios aspectos que siempre puse en duda sobre lo económico y lo político.

Cerca de las nueve, los mayores se despidieron, mientras yo era conducido a un hermoso jardín. El silencio no era incomodo, pero si sabía que las cosas iban a tornarse bastante molestas por la presencia del príncipe heredero.

Los dos hermanos eran un placer para los ojos, ambos vestidos con un pantalón negro y una camisa de seda con mangas largas y símbolos de leones finamente bordados con dorados. La única diferencia radicaba en que la del mayor era café mientras la de Yukina era blanca.

Pidiendo permiso su alteza se retiró dejándonos solos.

—El hombre que te perseguía es uno de los súbditos más leales a nuestro reino. Te pidió en matrimonio desde que supo que eras un doncel; sin embargo, hoy estas aquí por el derecho que el aduce para tomar a aquellos que le sirven antes de casarse: el ius primae noctis.

—Soy un hombre, acaso ¿permiten el matrimonio entre varones?

La risa retumbo fuertemente en el lugar. Tomándome del rostro me miro con dulzura.

—No sé qué te dijeron sobre tu género, pero eres un doncel, uno de los más bellos que he conocido —deseé saber que era eso que tanto repetía; no obstante, por mi ropa deduje mi papel de pasivo en la relación—. Tu piel se veía provocativa con ese leve sonrojo, pensé que te habías maquillado.

Tragué con fuerza al sentir sus dedos bajar por mi cuello, he decir que lentamente mi miembro comenzó a responder por la manera como Yukina acariciaba la parte superior de mi pecho. Por favor que no me despierten si esto va a llegar a más.

—Te tengo aquí porque reclame tu primera vez con un hombre, pero desearía que pudieses tener mis hijos.

La mano libre del príncipe rodeo mi cintura para con la otra atrapar mi cabeza y besarme. Por Kamisama que esto no se acabe, este chico besa increíble. Si lo que quiere es hijos, vacas o perros, como sea se los doy con tal de que me haga sentir esto todos los días.

Al separarse limpio mi boca con delicadeza y sonrió de nuevo.

—Se mío, regálame tu virtud.

Y ahí fue donde "el puerco torció el rabo", ¿cuál virtud? Esa la había perdido a los quince años, y de virgen no tenía ni la mirada. Ahora si estaba en problemas. Lo único que me quedo fue hacer cuentas de los días que llevaba sin relaciones y pedir que él nunca hubiese estado con un hombre porque así podría fingir mi perdida de la inocencia.

—Cuando estés listo, prométeme que serás solo mío.

Promesa que se rompería cuando este larguísimo sueño se acabara. Metido dentro de las cobijas daba vueltas sin saber que hacer. No quería cerrar los ojos, si los abría y ya no estaba ahí.

La luz entro de manera fuerte al igual que el golpe en mi cadera, las dos mujeres de ayer me miraban con ira, por lo visto mi visita no les alegraba ni cinco. Me desvestí y seguí al baño deteniéndolas, esta vez me bañaría solo y con el agua a la temperatura adecuada. Además, estaba seguro que algo de lo que traían en esa canasta me causaría daño.

Quince minutos después salí vestido con un traje similar al del día anterior pero azul. Acomode mi pelo y baje tratando de ignorar lo que decían a mi espalda.

Esa mañana mi acompañante era Aniki, espere que me diera permiso para sentarme, el cual me otorgo para observar cada uno de mis movimientos.

—Para ser un niño, sabes mucho de temas de adultos.

—Tengo tr...veinticinco —y cinco más pero no iba decirlo—, me veo menor por la herencia de mi familia.

—Mi hermano esta encaprichado contigo, quiero que no te enamores de él, ya que tan pronto estés en su cama se olvidara de ti y volverás al feudo del que saliste.

—No se preocupe su alteza soy muy consciente de mi posición.

—Aunque hay otras opciones de que te quedes en el palacio.

No me gusto para nada la forma como lo dijo, con una sola frase logro hacerme sentir como una prostituta. Empero, si revisaba mi vida real, no estaba muy lejos de parecerlo.

Me fue difícil seguir allí sentado, pidiendo permiso me retire esperando poder huir del todo de ese lugar. Quería despertar, él había logrado herirme.

He de decir que pase todo el día al lado de un lago tranquilo que me hizo recapacitar en mi existencia. Desde mi adolescencia supe que me gustaban los hombres, nunca me había enamorado y especulé con que jamás lo haría, no era especial, no tenia nada de diferente a las personas del promedio, y para mal de mis desgracias mi juventud eterna en vez de ser un premio parecía una maldición.

La capa de lana puesta sobre mis hombros me hizo darme cuenta del frio de la noche. Yukina me ubico en medio de sus piernas al sentarse detrás mío. Con un dulce beso en mi hombro fue subiendo hasta mi oído para pedirme mirar al cielo.

Era una lluvia de estrellas en el ocaso, un espectáculo precioso acompañado de alguien que solo estaba en mi imaginación.

—No sé qué paso antes de que llegaras a mí, pero no me importa, si estas a mi lado es porque es nuestro destino.

—Eres terriblemente cursi...

—Tal vez porque soy un príncipe —esta vez fui yo quien busco sus labios. No me importaba si se daba cuenta que no era puro, quería entregarme a él, porque sencillamente me iría después de eso. Una cara bonita más, un amante de una sola noche. Esa era mi vida.

—Eres más de lo que crees Kisa, quisiera hacer que la sonrisa en tus labios llegue a tus ojos y que llene tu corazón... daría mi vida por verte feliz y a salvo.

Esa noche hice el amor por primera vez, llore cuando Yukina entro en mi y gemí de placer con cada estocada que me daba. Sus besos me dieron la calma que necesitaba, esa que incluso al haber concluido nuestra sesión amatoria, dentro de sus brazos podía percibir.

Acaricie su cabello castaño y su rostro, uno que no volvería a ver, esa noche le había dado al príncipe lo que mi esposo después me exigiría. Triste vida para el protagonista de este manga, triste vida para mi...

 

 

Takano lo miraba como si le hubiese salido otra cabeza, pregunto a los chicos por el sobre que hablaba Kisa, pero todos negaron haberlo visto.

Una semana había pasado desde el extraño sueño, al final decidió convencerse que se había quedado dormido incluso antes de lo que pensó. Esa tarde le dieron tiempo para descansar, salió mas temprano y aunque todos estaban enloquecidos por el final de ciclo, él ya tenia los mangas de sus autoras listos para llevar a la imprenta y con el número acordado con ventas.

Caminó por la calle sin un rumbo claro, en su cabeza sonaba la canción que desde esa noche no salía de su mente. Entró a una cafetería al azar cuando sintió las gotas de lluvia caer de manera sorpresiva.

Se sentó y pidió un té, la sala se lleno de las suaves notas de la melodía tan conocida por él. Sin darse cuenta comenzó a cantarla para encontrarse de repente secundado por una voz detrás suyo.

—Te lo dije Kisa-san que haría lo que fuera por ti.

Poco le importo el lugar, sin siquiera pensarlo se lanzó a sus brazos, después de besarle podía asegurar que los finales de cuento si existen y que si podía haber un "felices por siempre".

 


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