18.-Vivir
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-De verdad tengo ganas de matarte, Potter -dijo Severus cómodamente sentado en la mesa de la cocina con Harry entre sus piernas, acariciando su cuerpo con pasión, mientras que mordisqueaba su cuello.
-No te conviene matarme, Severus -dijo besando en la boca, empujándolo con su cuerpo casi subiéndose sobre él.
-No vamos a tener sexo en la cocina -decía entre jadeos el mayor.
-Claro que no, estos son juegos previos -dijo Harry embistiéndole sobre la ropa, sintiendo un fuerte tirón en el pelo -Me haces daño -le dijo sonriendo de lado.
-Te haré más daño si no te quitas ahora mismo de encima mío.
-No me digas esas cosas que me dan ganas de molestarte más -le dijo Harry quitándose los lentes.
Oh, mala señal para Severus, por que cada vez que Harry se quitaba los malditos lentes era por que harían un desastre. Sí, se iba a dejar, pero al voltear vio algo que le quitó las ganas, literalmente. Con fuerza empujo al menor y se bajó de la mesa.
-Olvídalo, no hemos desarmado ni una maldita caja aún -dijo con desamino.
-Pero tenemos la mesa…
-Lo único que tenemos es la mesa, Potter.
-Oh -dijo sonriendo de lado, se había vuelto a colocar las gafas y se cruzó de brazos divertidos- ¿Me estas regañando a mi o te regañas a ti mismo, Severus Potter?
Auch, golpe más bajo no le pudo dar.
-Sigue así y vas a inaugurar el sillón nuevo esta noche.
-Sólo si es contigo -dijo acercándose por la espalda y abrazándolo contra su cuerpo-. Dame amor.
-Más tarde -dijo suspirando-. Harry, tenemos cientos de cajas que desempacar entre tus cosas, las mías y los regalos de boda.
-Oh, es verdad -dijo sosteniendo a su esposo de la mano y corriendo con él a la sala- primero los regalos de bodas, son más divertidos.
Severus de verdad no sabía que lo llevó a casarse con este niño, pero veinte minutos después estaba cómodamente sentado entre las piernas de Harry abriendo regalos.
Se habían casado por fin, luego de casi un año de preparativos. Su flamante esposo ya contaba con veinticinco años y puede que el hecho ya no le molestara a Severus. La diferencia de edad existiría siempre. Además, estaban esperando un bebé, de pocas semanas, así que no había dicho nada a Harry. No quería verlo justo ahora actuar como un neurótico.
Habían comprado esta casa entre ambos, Severus se negó rotundamente a vivir con sus suegro y mucho menos que estos les regalaran una casa. Él y Harry trabajaban y eran muy capaces de comprar sus cosas, y pese a lo que cualquiera pueda pensar, Harry estaba completamente de acuerdo. Ellos podían mantenerse perfectamente.
-Oh, mira -dijo Harry divertido por el regalo peculiar entre sus manos.
-Demonios, ese fue tu padrino -dijo completamente. Era una caja muy grande, demasiada, llena de preservativos. Además de su correspondiente bote de 1 litro de lubricante. ¿Qué demonios pensaba Sirius Black que hacían ellos dos? ¿Coger como conejos?
-Te tomaré toda la noche y en cada parte de la maldita casa -dijo Harry a su oído mientras se ponía de pie, con su esposo en brazos y caminaba rumbo a la habitación.
-De verdad que lo mataré -dijo Severus antes de cerrar la puerta con el pie.
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Fin