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A Camping Night- Hungry - por TidsoptimistMF

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Notas del capitulo:

Hola, hola!

Como prometí, aqui les traigo el segundo capitulo!

Disfrutenlo ;)

 

ADVERTENCIA: La parte final del capitulo puede ser algo...intensa. Leanla con precaución? 

 

 

Tres meses habían pasado desde aquel fatídico día en el campamento.

Y aun así, pese a todo ese tiempo, Luhan era capaz de recordar con nitidez cuando Lay lo despertó durante la madrugada para avisarle que iban junto con Kris por el guardabosque.
Después de que Sehun se fue, se había quedado dormitando al lado de la extinguida fogata con el tronco en mano, listo para atacar a cualquiera que se acercara, fuera humano o animal.

Después de ver a Sehun convertirse, no se fiaba de nada.

Por suerte Lay fue lo bastante astuto de llamarlo por su nombre antes de acercarse, salvándose de un seguro golpe en la cabeza.  Al ver a su amigo tan alterado, lo convenció de regresar a la carpa para que descansara un poco mejor…

El amargo sentimiento que lo invadió cuando Kris y Lay regresaron para llevarlos a ver su funesto hallazgo se mantenía aún constante en la boca de su estómago.
La culpabilidad de lo sucedido lo carcomía poco a poco, lenta y cruelmente, apareciendo hasta en sus sueños para torturarlo. Pesadillas, en donde Baekhyun y Sehun se hacían presentes de forma constante, entre medio de oscuros bosques plagados de lobos y feroces fauces. Al final siempre terminaba despertando entre gritos con el frío sudor recorriendo su espalda.

Y esa mañana no había sido diferente.

Aunque sus pesadillas ya no eran tan recurrentes, estas todavía seguían atormentándolo de vez en cuando.

Pasándose las manos por la cara, trató de borrar el recuerdo de la sangre, los dientes y sobre todo el grito de Baekhyun pidiendo ayuda. Ese último grito había sido tan vivido, tan desgarrador, que aún en sueños lo había estremecido.
Tratando de borrar tan desagradable sensación, paseó la vista por su habitación. Apenas iluminada por el sol que empezaba a filtrarse por las cortinas, dejó que su vacía mirada recorriera las sombras y las formas que se le iban presentando, sin fijarse en nada particular hasta que de repente recayó en un rincón.

Ahí, olvidado y casi polvoriento, se encontraba el bolso que había llevado “ese día”.  Después de que había regresado del campamento, abatido y sin ánimos, había tirado su bolso a una esquina y desde entonces no lo había tocado.
Sin darle mayor importancia, se volvió a recostar sobre su almohada para observar el techo de su habitación, sin intenciones de volver a dormir. Por la luz que se filtraba por las cortinas calculaba que estaba cercano al alba y pronto le tocaría levantarse para ir a la universidad.

Le había prometido a Lay que no volvería a faltar.

Desde aquél evento, su asistencia se había vuelto bastante irregular durante esos tres meses, generalmente porque se sumergía en su burbuja de culpabilidad que lo hundía en un dolor y una depresión tan grande que llegaba a inhabilitarlo. No podía evitar recordar ese día una y otra vez, de recriminarse de no haber regresado al bosque él solo y haber ido en busca de Baekhyun para al menos haber intentado salvarlo y no dejarlo ante tal cruel destino: ser devorado por lobos.
La angustia de no poder cambiar el pasado lo carcomía hasta lo más profundo de su ser destrozando, royendo cada pedazo de su existencia. El sentimiento era tan profundo, oscuro, que el sólo respirar llegaba a doler. Lo único que le permitía era quedarse tirado sobre su cama, sin moverse ni hacer nada más que mirar el techo, dejando que el dolor se fuera diluyendo poco a poco, dejando que sus extremidades se adormecieran hasta llegar a su corazón y dejarlo en un latir lento, silencioso, casi inexistente.

Si bien no llevaba la cuenta de cuantas inasistencias ya tenía acumuladas, estas eran suficientes para que su año estuviera pendiendo de un hilo.

Estaba a un paso de reprobar y por lo mismo Lay se preocupaba de que asistiera a la Universidad. Él era el único que lograba sacarlo de su entumecimiento y mover su trasero hacia las clases, sin contar que era el único que lo iba a ver.

Desde el incidente, ni Kyungsoo ni Jongin se acercaban ya a hablarle producto de la culpa. Estaban demasiado avergonzados por no haber tomado en serio sus palabras, sobre todo Jongin, quien pensó todo el tiempo que era una broma tramada entre él y Baekhyun para molestarlos.
Kris por otro lado se había retraído del resto al sentirse responsable. Luhan era consciente que Kris había sido el único que no había puesto en duda su palabra por ni un segundo, pero al igual que todos, era un inexperto en cuanto a cómo actuar frente a animales salvajes y pensando en el bien general había tomado la decisión de no ir en busca de Baekhyun, para evitar exponer al resto a un inminente peligro.

Pero esa decisión le había costado la vida a Baekhyun y no había día que Kris no se recriminara por ello.

Lay era el único que parecía estar manejando todo perfectamente o por lo menos no se veía tan trastornado como ellos. Había veces que Luhan se preguntaba si era debido a su personalidad algo despistada y tranquila que su amigo podía sobrellevarlo todo mejor.

Soltando un suspiro, su mirada inconscientemente volvió a caer en el bolso. Después de todo ese tiempo supuso que ya era hora de desarmarlo antes de que cobrara vida por sí solo. Estaba seguro que el contenido debía estar más que rancio, pero como tenía tiempo de sobra podía darse el lujo de desmontarlo con calma. Tal vez le podría servir como terapia el desarmar el ultimo atisbo de ese día, y sino, por lo menos ya dejaría de estar pudriéndose en su pieza.

Pateó las sábanas hacia un lado, y sin ánimos, casi como un zombie, se levantó hasta llegar al dichoso bolso. De una lo abrió y lo dio vuelta, vaciando todo su contenido en el piso. Con todas las cosas a la vista fue separando lo que era ropa de otros accesorios; como su linterna y una libreta. Esa libreta la traía siempre consigo en ese tipo de viajes para tener un registro de lo que llevaba y así no perder nada al regreso, y también algunas veces hacia bocetos rápidos de los lugares que habían visitado. Sus trazos eran más bien desordenados y no eran nada increíbles, pero eran los suficientes para captar el lugar y tener un recuerdo, que si bien no llegaba a parecer una foto, era igual de significativa y clara para él ya que captaba lo que él percibía del ambiente.

Suspirando y armándose de valor, comenzó a revisar la libreta, pasando cada hoja cargada de nostalgia al ver cada trazo dibujado y la dicha o tranquilidad que parecía transmitir cada bosquejo hasta llegar a la última imagen.

Su mandíbula tembló, en preámbulo a la emoción que lo embargaba.

Apretando los dientes en busca de autocontrolarse, recordó como había trazado aquel lugar donde las carpas se alzaban mientras vigilaba que la comida no se quemara. Aunque el dibujo no tenía colores, él perfectamente podía visualizar como los cálidos tonos del atardecer caían sobre el lugar y de la relajante quietud de la naturaleza que rodeaba aquél claro…hasta que ese lobo llegó.
Una ira indescriptible lo recorrió ante el solo pensamiento del lobo plateado y sin soportarlo ni un minuto más sacó la página de un tirón, y con el mismo enojo, la arrugó hasta hacerla una pequeña pelota que la tiro hacia atrás.

Miró la libreta, listo para cerrarla y tirarla a algún rincón, cuando en eso notó algo. La nueva página que se mostraba ante sus ojos, no estaba blanca ni vacía, sino usada.

Cortos e irregulares, los trazos de una escritura se desplegaban en el papel dejando entre ver un mensaje.

Parpadeando perplejo, ya que no recordaba haber anotado algo y mucho menos haberle prestado la libreta a alguien, Luhan acercó el objeto a sus ojos para leer mejor la pequeña nota que se trazaba en ella.

"Luhan estoy bien. No puedo explicarte mis razones pero no regresaré con ustedes.
                                                                             Los quiero.
                                                                                                            Baekhyun"

La boca se le abrió de golpe. Sus manos comenzaron a temblar como gelatina y sintió que su corazón comenzó a latir con mayor velocidad. Sin poder creerlo aún, releyó la oración una y otra vez buscando algún indicio que le indicara que era falso. Una broma de alguien.

Pero no.

Reconocía la letra de Baekhyun. Aunque era algo irregular, estaba seguro que era suya. Era imposible que alguien más lo haya escrito cuando su bolso había permanecido todo ese tiempo olvidado en una esquina de su pieza. El único que había estado en su habitación en ese periodo, además de sus padres, era Lay y sabía que su amigo era incapaz de hacer algo así. Empezando por el hecho de que su ortografía en coreano no era nada buena, ya que tendía a mezclarla con el chino, su lengua natal. Sin contar que era demasiado despistado para lograr imitar la letra de Baekhyun a ese nivel de detalle.

Además nadie podía ser tan cruel para jugarle una broma así, menos su mejor amigo.

Entonces…

¿Era real? ¿Baekhyun se encontraría bien tal como ahí decía?

Recuerda que solo viste su sangre. El cuerpo nunca fue encontrado. Le susurró una voz interior y una pequeña luz de esperanza empezó a formarse frente a sus ojos.

Tal vez no estaba todo perdido y su amigo se encontraba con vida

¿Pero en donde estaba?

-¿Seguirá en el bosque?- se preguntó. Sabía que el lugar era gigantesco, así que no era de extrañar que no lo hayan encontrado, más aun cuando él no quería ser hallado; o por lo menos eso daba a entender en la nota.

¿Pero, por qué?

Luhan se pasó la lengua por los labios resecos y miró la nota una vez más. Estaba claro que de esa nota no obtendría la respuesta que buscaba. El único que podía responderle era Baekhyun, pero para eso debía encontrarlo.

Sintiendo su corazón latir con fuerza y con una vitalidad que creía olvidados, supo lo que debía hacer.

- Lo siento Lay- murmuró Luhan tomando el arrugado papel que contenía el bosquejo del lugar donde habían acampado, comenzando a estirarlo - Pero creo que hoy faltaré a clases otra vez

***

Era pasado el mediodía cuando Luhan finalmente logró encontrar el lugar en donde habían acampado.

Al principio, cuando vio el bosque y el camino por donde se habían internado al lugar, una mezcla de nostalgia y miedo profundo se apoderó de Luhan. Muchas emociones se mezclaron en su interior antes de decidirse a dar el primer paso. Cada ruido lo sobresaltaba y había estado bastante alerta por lo menos las primeras dos horas, hasta que poco a poco su cuerpo dejó de concentrarse en los pequeños ruidos.

El pisar una rama, el sonido de las hojas al moverse por el viento, un pequeño conejo metiéndose entre los arbustos, ya no lo amedrentaban y pudo caminar más relajado hasta que se dispuso a buscar el lugar en donde habían acampado. Después de dar varias vueltas, caminar entre medio de los árboles, al final pudo ubicarse y dar con el lugar. Después de todo, no sólo sus emociones y miedos le jugaban en contra, también habían pasado tres meses que no ponía un pie en aquel bosque, y solo tenía su memoria y un boceto como guía para llegar.

Al poner un pie en el claro sintió la brisa golpear su rostro de lleno junto con todos los recuerdos que había reprimido todos esos meses. Su corazón se hizo un puño y la impotencia de no tener el poder de cambiar el pasado lo invadieron con renovada fuerza. La culpa empezó a reabrir el agujero que aún no se cerraba en su pecho, ardiendo como la ardiente que quema todo a su paso. Pero sobre todo, le dolía el saber lo cobarde que había sido al dejar a Baekhyun solo y no haber intentado algo para ayudarlo.

Algo más que solo correr.

Suspirando, en un intento de sobreponerse a la angustia que lo ahogaba, se adentró en el claro. Ajustando mejor su mochila, la cual traía unas pocas provisiones que habías tomado con rapidez de la cocina cuando decidió emprender su pequeño viaje, comenzó a avanzar por el terroso terreno.

Ya en el medio del lugar, se paró de lleno para ver el vacío lugar en donde antes habían estado alzadas las carpas. Los recuerdos volvieron, pero esta vez se permitió ver más allá, dándose cuenta por primera de loco e impulsivo que había sido el regresar ahí.

¡Estaba en medio de la nada, otra vez!

Y lo peor es que ahora estaba completamente solo frente a miles de  hectáreas de bosque nativo, con animales salvajes y hambrientos esperando por convertirlo en sus siguiente presa, y él estaba ahí, guiado por un dudoso mensaje, con la ingenua idea de que su amigo se presentaría de la nada, cuando ni un equipo especializado lo había encontrado y ya habían pasado meses desde que estaba desaparecido.

Sin contar que con su "buena" orientación y su nulo conocimiento para recorrer el lugar, era más que probable que él ahora terminaría perdido. Y lo más triste es que nadie lo iría a buscar porque no había dejado ningún mensaje ni nada avisando que estaría en aquel bosque.

Genial, simplemente genial.

- Definitivamente debería pensar mejor las cosas antes de hacerlas- murmuró en un suspiro, sintiéndose repentinamente desolado.

Sin embargo, pese a su realidad y de que básicamente todo se encontraba en su contra, decidió continuar.

Ya había salido corriendo una vez y nada bueno había resultado de ello. Su conciencia se lo repetía constantemente. Ahora que tenía la oportunidad de enmendarlo, aunque fuera una esperanza absurda y sin sentido, deseaba intentarlo.

Llegados a este punto, para él era peor el rendirse sin intentarlo, que estar dando vueltas como un idiota por el bosque.

Después de todo, ¿Qué es lo más malo que le podía pasar?

- Ser comida de lobo- pronuncio sarcástico. Solo el recuerdo le dio el coraje suficiente para avanzar y no dejarse amedrentar por miedos pasados. Quería liberarse de esa carga y superarse, pero sobre todo no dejaría que otra vez un lobo lo separara de su amigo.

Sin dar marcha atrás y dejando cualquier emoción negativa a un lado, se introdujo en el bosque.

Con su libreta en mano y dejando señas a medida que avanzaba, fue trazando en su libreta un especie de mapa que le indicara el inicio de su loca empresa y como regresar después, para así evitar perderse.

Tal vez su mapa no era lo óptimo, pero era mejor que nada.

Tampoco sabía cuánto tiempo le llevaría su búsqueda, ni tampoco si lograría algún avance hoy, mañana o en varios días más. Pero eso no le importaba.

Nada de eso importaba. Lo único que le importaba realmente era avanzar.

Por primera vez en meses se sentía útil y vivo, y no perdería ese impulso.

Por ningún motivo.

***

No lo podía creer.

Inseguro y deseando que su mente no le estuviera jugando alguna broma, Sehun volvió a olisquear el aire pero esta vez con más ahínco. Dejó que la brisa entrara por sus pulmones por completo y paladeó el aire como si fuera un vino, percibiendo aquellas notas de dulzor.

No había sido una ensoñación.

Luhan había vuelto al bosque. Era un hecho y Sehun no podía caber más en su regocijo.

Después de una eternidad sin su presencia, su efímera esencia bastaba para despertar todo su ser, sacarlo del letargo en el que estaba embutido y que el deseo, que Sehun creía muerto, renaciera con toda su fuerza y gloria calentando hasta lo más  recóndito de su ser.  

Por fin las cosas empezaban a tener un mejor color para el lobo. Después de todo, el último tiempo había sido una agonía…y todo gracias a ese escurridizo ciervo.

Sehun aún tenía el doloroso recuerdo de la pelea que tuvo que enfrentar para defender a Luhan y evitar que su líder se lo zampara aquella noche. Rasguños, mordidas y heridas lo suficientemente profundas para dejarlo con cicatrices de por vida, fue lo que obtuvo por tal afrenta. Pero eso no fue lo más terrible para Sehun, sino lo que vino después.

Obviamente esa afrenta no le salió gratis.

Tan pronto llegaron a la manada, Sehun tuvo que asumir las consecuencias de sus actos, siendo atacado por el resto de la manada por su traición al punto que creyó por un instante que iba a morir siendo despedazado. Después de todo el hambruna abundaba y él era el responsable que esta se extendiera.

Hasta hoy en día Sehun no estaba muy seguro como había logrado huir, escapar en ese estado tan lastimero de las garras de sus pares y sobrevivir al ser expulsado de su manada y tener que vérselas él solo frente a ese gran bosque.

Solo sabía que lo último no había sido tarea fácil.

Al ser un lobo joven, aún era muy inexperto en varias áreas. Si bien tenía conocimientos en cacería y rastrear, era un aprendiz todavía y había muchas técnicas y habilidades que aún no había desarrollado por falta de experiencia, sin contar que la escasez de alimento y el no tener el apoyo grupal para cazarlo también le jugaban en contra, sobre todo el no tener manada. Sin una manada, ya no contaba con la protección en caso de que apareciera un cazador, ni tampoco si tenía complicaciones al cazar su presa.

Eran esos pequeños detalles que por su juventud no se había dado cuenta, hasta que lo había perdido todo. Solo, a la deriva del mundo y sin nadie con quien contar.

Lo peor fue darse cuenta de eso durante las primeras semanas. Con las heridas aún expuestas y sus músculos tensos y agarrotados, se  vio ante el descampado escenario de tener que buscar refugio, sin poder sentirse seguro en ningún momento. Apenas podía descansar gracias al dolor y a que debía estar alerta por si venía un cazador, al punto que su cicatrización comenzó a lentificarse, demorándose mucho más el proceso de su recuperación, complicándole aún más la existencia, al punto de volverse todo en un maldito infierno. Sin fuerzas y aún herido, apenas lograba cazar, mucho menos hacerle frente a otros lobos para competir por el alimento, por lo que los primeros días se vio obligado a comer algunos insectos para vivir.

Humillante.

Al darse cuenta de su precaria condición y su estado de exiliado, Sehun se vio en la triste y denigrante necesidad de adoptar su forma humana e ir al pueblo que se encontraba en los límites del bosque. Un lugar donde los pocos que quedaban de su especie se mimetizaban con los humanos normales para conseguir comida. Algunos cambiaformas solo pasaban por el pueblo para obtener lo que necesitaban y luego se marchaban, mientras que otros se quedaban definitivamente, adoptando el estilo de vida de los humanos y solo yendo cada cierto tiempo al bosque a liberar su parte animal.

Sin embargo, para Sehun, el sólo intentar poner un pie ahí fue un suplicio para él.

Él odiaba profundamente a los humanos. Gracias a su egoísmo es que el territorio de los lobos había decrecido, los alimentos se habían vuelto escasos, y sin estar del todo satisfechos, los cazaban. Sin contar que gracias a un humano es que había acabado metido en ese embrollo, herido, exiliado y teniendo que ir al último lugar que él hubiera deseado.
Por lo mismo él aborrecía su parte humana, no quería tener ningún tipo de relación con esa raza y menos tener ese popurrí de sentimientos que venían con esa especie. Le hostigaban la cabeza, no lo dejaban pensar con claridad y el tomar decisiones sencillas que como lobo no le tomaría más que unos segundos, como humano se volvían complejas y enrolladas por tener que considerar miles de posibilidades que terminaban por agotarlo.

Pero, pese a su desprecio hacia ellos y su renuencia, terminó entrando de todas formas a ese pueblo con el rabo entre las piernas para poder sobrevivir. Para su suerte un chico cambiaformas olió su esencia y acudió en su auxilio antes de que algún humano lo viera desnudo y herido.

Él le ayudó a incorporarse al pueblo, le limpió sus heridas, le convidó ropa y le consiguió un trabajo en una tienda de abastecimiento que le permitía obtener el dinero suficiente para comprar comida. Hasta estuvo dispuesto a conseguirle alojamiento, pero Sehun se opuso. Quería pasar lo menos posible en el pueblo, solo hacer su trabajo y obtener lo que necesitaba para luego regresar al bosque en donde podía ubicar un escondite y acomodar su peludo lomo.

Y era precisamente en el bosque donde se encontraba en esos momentos.

Después de terminar su jornada de trabajo se había inmerso entre los árboles para buscar algo de paz. Acostumbrado un poco más a su forma humana, se introdujo bastante en las profundidades del bosque hasta llegar a un claro cerca del rio donde se sentó a devorar su cena, un emparedado de pollo.

Estaba masticando cuando una brisa le dio de lleno en la cara, captando en ese instante con sus sentidos el delicado aroma.

Dulce y con unos tintes cítricos, Sehun no necesitó más que eso para saber de quien se trataba.

Extasiado, se engulló lo que quedaba de su emparedado y sin perder un segundo más, echó a correr persiguiendo el olor de Luhan antes de perderlo.
Con el corazón galopando en su interior y lamentando que todavía el sol alumbrara, limitándolo a su forma humana, persiguió el rastro con todo lo que sus piernas humanas le daban. Esquivó ramas, arbustos y rocas, internándose cada vez más en la densidad del bosque hasta que el aroma se volvió más distintivo y fuerte.

Disminuyendo el paso y tomando una postura más prudente, comenzó a recorrer el lugar con sigilo, sus innatos movimientos de lobo haciendo presencia para guiarlo en su búsqueda, hasta que divisó a lo lejos algo moviéndose.

Era Luhan.

Aunque estaba a cierta distancia, sus agudos ojos podían notar lo adelgazado que se encontraba. Luhan se veía escuálido y su piel tenía un toque enfermizo, como si no hubiera estado bajo los rayos del sol hace años.

Frunció el ceño ante esta nueva visión que distaba mucho a la que él recordaba.

- ¿Que le sucedió?- fue la pregunta que cruzó la mente del lobo, mientras se iba acercando cada vez más a su antigua presa, al tiempo que una nueva pregunta aparecía en su mente - ¿y por qué esta aquí?

Curioso, se mantuvo detrás de unos arbustos, observando como Luhan se detenía de tanto en tanto para anotar algunas cosas en una libreta y luego rompía una ramita de un árbol cercano. Estaba tan inmerso en su tarea que Sehun estaba seguro que podría haberse colocado a su lado y Luhan no lo habría notado.

Sehun se pasó una mano por la frente para quitarse el sudor aperlado que se había acumulado producto de la reciente carrera. El verano ya empezaba a declinar, y pese que las temperaturas eran medianamente tolerables para un humano, para él todavía eran un suplicio, sin contar que la ropa solo aumentaba aún más su disconformidad. Aun así, y aunque no le gustara admitirlo, era más llevadero el calor en su forma humana que como lobo. El tener un abrigo de piel encima hacía que el calor fuera insoportable.
Por él, viviría de noche, pero ya que se había visto obligado a mezclarse entre los humanos y estos hacían sus vidas de día, no había tenido más opción que adaptarse a ello.

Una exclamación por parte de Luhan hizo que el lobo dejara de lado sus cavilaciones sobre el clima y se enfocara nuevamente en él.

-Ya es tarde- musitó Luhan revisando su reloj, percatándose que no alcanzaba a llegar al lugar por donde había entrado al bosque antes de que cayera la noche.

Un escalofrío lo recorrió de arriba a abajo al recordar cómo había sido la última noche que había pasado ahí a la disposición de los lobos. El solo imaginarse esta vez completamente solo en mitad del bosque en merced de animales salvajes, le heló la sangre.

Pero sobre todo, la incertidumbre de encontrarse con uno en específico fue lo que le causó mayor terror…

La imagen de Sehun apareció instantáneamente en su cabeza.

Su maligna sonrisa mientras su difusa figura se iba transformando en aquel imponente lobo, sus fríos y penetrantes ojos que lo miraban fijamente como si fuera a devorárselo… imágenes que fueron el impulso necesario para que Luhan terminara de decidirse de salir de ahí, y rápido. No le importaba ya la hora, correría si era necesario para llegar a la salida del bosque antes de que anocheciera y así no encontrarse con ningún lobo.

- Tengo que salir de aquí- terminó por decir, decidido. Dándose media vuelta y emprendiendo rápidamente el regreso, Luhan se fue guiando por las señales que había dejado en el camino.

Por hoy su aventura había terminado.

Sehun lo observó girarse y sin siquiera pensarlo, lo siguió.

Su olfato había percibido el cambio de humor en el otro, la angustia y el miedo recorriendo todo el ser de Luhan, llegando como un sabroso aroma para él hasta el punto de revitalizarlo. Por fin, después de mucho tiempo, sentía correr por sus venas el ansiado deseo de cazar.

Desde hace semanas, meses, que no se sentía como ahora. Como un lobo.

Su deseo animal, violento, salvaje y deseoso de sangre fresca estaba floreciendo otra vez. Aquel instinto que había tenido que ocultar forzosamente al mezclarse entre los humanos estaba volviendo a resurgir con fuerza desorbitante, y eso le gustaba. Lo hacía sentirse vivo.

Vio que Luhan aumentaba la velocidad de sus pasos, como si sintiera instintivamente el peligro que lo acechaba, pero eso solo lo alentó aún más para correr con mayor ahínco.
Cegado por la adrenalina y llevado por el impulso bestial que lo dominaba en ese momento, Sehun salió de entre los arboles lanzándose directamente hacia Luhan en un ataque sorpresa, cayendo ambos al piso producto del impacto.

Entre el forcejeo para dominar al otro, rodaron por el suelo como saco de papas. Las piedras se les enterraban en sus espaldas como dolorosos montículos y la tierra se levantaba en forma de polvo nublándoles la visión, hasta que finalmente en un último movimiento, Sehun obtuvo la gloria quedando encima de un pálido, sudoroso y desencajado Luhan.

Con la ropa, cara y pelo entierrados, más algunos raspones, los dos se miraron mientras su agitada respiración se normalizaba. Sehun no pudo evitar que poco a poco una sonrisa de victoria se formara en su rostro mientras que al otro se le iba lo poco de color que quedaba en su rostro, totalmente indefenso y sin capacidad de moverse.

-Se-Sehun…-pronunció con un hilo de voz, sin querer creer lo que sus ojos le mostraban- ¿Q-que haces…?

La boca se le seco antes de poder terminar su pregunta. No podía continuar. El miedo se había apoderado totalmente de sus cuerdas vocales, apretándolas al punto que sentía que no podía respirar. Sus noches de tormentos y pesadillas se hacían presentes, más vividas que nunca, al tener frente a sus ojos a Sehun; y lo peor de todo es que lo habían inmovilizado totalmente sin capacidad de escapar.

Literalmente estaba petrificado por el miedo, los recuerdos, todo, mientras que Sehun se veía más y más orgulloso de tenerlo bajo suyo y de poder atemorizarlo.

Lamiéndose los labios, expectantes por aquél sabor a los que se habían hecho adictos con solo una vez, Sehun acercó su rostro hacia Luhan, sin temor a que este escapara o se defendiera de su persona.

-¿Tu qué crees?- pronunció suave, ronco y con toques de sarcasmo que hicieron que el cuerpo de Luhan temblara por completo. Sin alejarse y dejando que su voz terminara de actuar sobre su presa, agregó - Cazo al ciervo

Saboreando al pronunciar esas últimas palabra, sintió como el cuerpo bajo suyo volvía a temblar como una hoja al viento. El poder que recorrió su cuerpo al saber lo que sus palabras y sus acciones podían causar en Luhan lo llenó de una satisfacción mayor a lo que las palabras podían describir. Sintió su pecho llenarse de orgullo al tiempo que dejaba que la punta de su nariz recorriera la piel pálida de Luhan. Lentamente se alejó de su oreja y comenzó a deslizarse por el suave borde de su  mandíbula, aspirando en todo momento su adictivo aroma que tanto le había hecho falta. Se dejó llevar por la experiencia, avanzando con sinuosa lentitud hasta llegar a su largo y esbelto cuello, donde su pulso se sentía con fuerza y velocidad.

¡Diablos! Como lo había extrañado.

Aun recordaba aquella noche en que lo conoció, la sangre del rubio borboteando tentadora bajo esa pálida piel, llamando a sus dientes para que lo probaran, tal como ahora. Estaba tan cerca de morderlo como en esa ocasión, sin embargo esta vez deseaba disfrutarlo más.

Y no, no se refería a simplemente alargar su muerte y jugar con su presa como un vil cazador.

Sehun quería probar cosas nuevas, indagar hasta qué punto Luhan podía saciarlo. Quería probarlo de todas las formas posibles, vivir nuevas sensaciones antes de devorarlo con sus dientes.

Esas nuevas necesidades que nacían en su interior, se debía a su tiempo entre los humanos. Ellos le habían mostrado nuevas y tentadoras cosas. Los había visto en los pasillos, en las esquinas de las casas o hasta en el bosque, enredados en un juego donde el placer era el principal protagonista, con el aire cargado de pasión y sus pieles buscando conocer lo desconocido.

 El deseo que había visto Sehun entre los amantes le había llegado profundamente, al punto que pensó como sería recorrer la piel ajena, como sería el aroma de su presa ante nuevos estímulos, como sería el aroma de Luhan ante el deseo.

El pequeño humano con ojos de ciervo comenzó a aparecer en su mente constantemente y con mayor fuerza. Cuando veía un par de amantes escondidos, le hacía pensar, imaginar, cuantas sensaciones él podría despertar en Luhan en la misma situación. Cuantas sensaciones él podría experimentar con alguien que el solo sabor de su sangre ya lo llevaba al paraíso.

Quería saciar esa insana curiosidad que sentía por Luhan, recorrer, experimentar todo lo que el hambre y el deseo le podían ofrecer en una sola sinfonía hasta el punto complacerlo por completo y no volver a interesarse nunca más en ello. Tal como deseaba llenar completamente sus sentidos de Luhan y experimentar más allá de lo vivido, también anhelaba saciarse lo suficiente para no tener que volver a sentir una necesidad así y volver a ser un lobo de cabeza fría, sin emociones y dispuesto a matar de una.

Era contradictorio, extremo, tal como aquel que come pastel hasta explotar y no quiere volver a probar el dulce nunca más en su vida, Sehun pensaba de igual forma en cuanto a Luhan: un gran banquete del cual hostigarse y no volver a querer intentarlo nunca más.

-¿Que vas hacer conmigo?-  el hilo de voz que salió de la garganta de Luhan atrajo la oscura atención de Sehun, mientras que Luhan hacía su máximo esfuerzo por superar su pavor y tratar de que su mente volviera a procesar algo.

-¿No es obvio?- consultó con una sonrisilla en los labios- Comerte.

Sehun alzó la cabeza y posó su mirada en los ojos de su presa. Oscuros y expresivos, pudo observar que el miedo aún embargaba Luhan pero a la vez una nueva emoción comenzaba a aflorar en estos… algo similar a la desilusión. Se veía derrotado, miserable y desdichado; y desde algún lugar de su mente, Sehun tuvo la certeza que no era por el mero hecho de saberse muerto.

Una profunda incomodidad se instaló en la boca de su estómago al punto que llegó a molestarlo. Chasqueando la lengua ante la extraña e irritante sensación, se preguntó cómo borrar esa expresión en el rostro ajeno.

-¿Hay algo que te moleste?- preguntó finalmente, diciendo lo primero que se le pasó por la cabeza en un intento de averiguar, sin mordiscos, lo que pasaba por la mente del rubio.

- ¿Disculpa?

Una delgada ceja se arqueó hacia arriba en el rostro de Luhan, y Sehun no pudo evitar sentirse aún más incómodo.

- No tienes buena cara…

Luhan abrió la boca ante lo escuchado, indignado.

- Perdón por no estar sonriente, pero saber que voy a ser comido por un lobo y sin poder hacer nada para evitarlo no me entusiasma demasiado- contesto sarcástico, el pánico que lo había envuelto anteriormente diluyéndose en el acto.

- No me refería a eso- gruñó el lobo desviando la vista hacia otro lado, hastiado por tener que explicarse.

Luhan arqueó una ceja incrédulo, ¿acaso lo había ofendido de alguna manera que se molestaba?

Vaya suerte que tenía. Por hacer las cosas sin pensar y cometer estupideces como ir a internarse en un bosque sin nada con defenderse, es que había terminado de nuevo bajo las garras de aquel peculiar, sensible y extraño lobo.

-¿A qué te referías entonces?- soltó finalmente en un suspiro.

Sehun abrió la boca, pero luego negó con la cabeza.

- Nada…olvídalo- masculló dándose cuenta que sus aptitudes de comunicación seguían siendo un asco. Pero al menos su presa ya no se veía tan asustada y lo mejor de todo es que su pequeña charla había borrado cualquier indicio de desesperanza. Es más, podía ver nuevamente aflorando en  ellos vida, personalidad, actitud… los ojos del pequeño ciervo eran tan expresivos que lo hipnotizaban sin poder evitarlo.

¿Realmente qué es lo que tenía ese chico para ponerlo así? ¿Cómo es que con solo una mirada ponía su mundo de cabeza?

No lo sabía.

Pero si tenía claro que con cada minuto que pasaba, más grande se volvía su deseo, su miembro palpitaba contra su pantalón y las ansias de poder probar otras cosas que solo devorarlo a sangre fría lo entusiasmaban en demasía.

Extasiado e hipnotizado por los cálidos colores del atardecer en el rostro de Luhan, fue bajando su rostro, su mirada posada en esos deliciosos y tentadores labios que ya había tenido la fortuna de probarlos una vez, pero que aún no lograba olvidar.
Pasando la lengua por los labios resecos, se dispuso a cerrar las distancias cuando en eso un  gruñido los interrumpió.

Gutural y alarmante, Sehun no necesitó alzar la vista para saber de quien se trataba.

Aun así lo hizo.

Sintiendo como la sangre comenzaba a hervir en su cuerpo por verse interrumpido, alzó la vista para ver frente a ellos, a unos metros más allá a un gran lobo negro. Sus dientes brillaban mortales y desafiantes, y un bajo gruñido territorial empezó a brotar de la garganta de Sehun al comprobar que su líder, o mejor dicho ex-líder, estaba ahí para quitarle su presa.

En otra época Sehun se habría hecho a un lado para darle lo que quería a su líder, sin embargo las cosas habían cambiado radicalmente. Ya había protegido una vez a Luhan exigiéndolo como parte de su propiedad, ganándose el exilio por ello, y ahora que lo tenía nuevamente para él, no sería diferente. Lo defendería con garras, mordidas, zarpazos y puños con tal de no dejarlo en las manos de su líder.

Luhan por su parte captó el gruñido e intento moverse para mirar hacia atrás y ver de qué se trataba. Estaba tan enfocado en eso que no fue consciente de que poco a poco iba siendo liberado, y solo cuando escuchó el ruido de ropas rasgándose fue que regresó su vista al frente para ver que encima suyo ya no había un humano sino un lobo de pelaje plateado.
Su pelaje estaba totalmente erizado y sus colmillos se mostraban en todo su esplendor: letales y listos para dar el primer ataque. Un gruñido grave, constante y atemorizante salía de su garganta.

Aprovechando su libertad de movimiento, Luhan fue por fin capaz de girarse y ver que tenía tan alterado a Sehun al punto de tener que transformarse en lobo. Tan pronto lo hizo el alma se le cayó a los pies igual que su boca.

¡Lo que le faltaba! ¡Ser disputado entre dos animales para ver quien le daba el primer mordisco!

En ese punto Luhan solo esperaba no terminar tironeado de un lado a otro por los dos lobos para ver quién se lo quedaba.

La sola imagen le hizo tener escalofríos.

Tan pronto Sehun se lanzó al ataque, Luhan comenzó a arrastrase en punta y codo para escapar.

Esta era su oportunidad y no la iba a desaprovechar.

Igual como si estuviera en una trinchera de guerra, se arrastró con velocidad por la tierra, sin importarle el dolor de las piedras raspando su piel o enterrándose en sus codos mientras avanzaba. Tenía el corazón desbocado, latiendo a mil, los oídos piteándole mientras se dirigía a los arbustos del otro extremo para escapar por ahí.

A sus espaldas podía escuchar los gruñidos y los golpes y eso solo lo alentaba a seguir continuando, sin importar qué. O eso quería creer.

En su interior, un pequeño y delgado hilo tironeaba para que se volteara, que se detuviera un momento para ver que sucedía. Luhan deseaba creer que sólo era curiosidad, voltearse para asegurarse que los otros dos seguían ocupados en la pelea y no notaban su huida, sin embargo, muy en el fondo sabía que no era por eso. Aunque no lo quisiera reconocer, una parte muy pequeñita estaba preocupada por Sehun y con cada avance que daba ese pequeño hilo de su subconsciente se iba volviendo más grueso urgiéndolo a girarse a mirar, a saber cómo estaba Sehun.

Cuando solo le faltaba medio metro para llegar a los arbustos se dejó vencer por su mente y se giró.

Con horror vio la feroz batalla. Ambos lobos estaban luchando en serio y con todo lo que tenían, buscando lastimar seriamente al otro. El pelaje de Sehun estaba teñido en algunas partes de rojo carmín, generando que su estómago se retorciera en su interior con solo verlo. Sin embargo, la sangre se le heló cuando vio como con en un rápido movimiento el gran lobo negro mordía al otro por el cuello y lo lanzaba lejos.
Su corazón se detuvo al ver a Sehun tirado en el piso sin reaccionar, un charco de sangre formándose con velocidad bajo suyo, mientras el otro se acercaba.

-Lo va a matar- fue lo primero que cruzó la cabeza de Luhan y fue ese pensamiento el que lo impulsó a pararse e ir al encuentro de ese gigante lobo negro.

Sin tiempo para improvisar o pensar en algún tipo de ataque más eficaz, se sacó la mochila de los hombros y tomándola con fuerza, golpeó al desprevenido animal con toda su fuerza, justo en la cabeza. El golpe sonó duro y seco. Luhan retrocedió unos pasos viendo que el gran lobo movía su cabeza algo atontado y desorientado. Para su alivio, esos par de segundos fueron lo suficiente para que Sehun se recuperara y volviera al ataque de forma sorpresiva.

Luhan continuó retrocediendo, sin poder apartar la mirada de la brutal pelea que se volvía a dar ante sus ojos, hasta que su cuerpo chocó con el tronco de un árbol, en el que se deslizó hasta caer sentado en la tierra.
Estaba atónito, tanto por la pelea como por sus propias acciones. Aun no lograba entender que lo había poseído para atacar a ese lobo, ni mucho menos porque continuaba ahí, sin escapar. Lo único que lo mantenía conectado a su actual realidad era la pelea de ambos lobos. Sobre todo al observar la agilidad y destreza que desprendía el más joven, pese a sus evidentes heridas.
La sangre goteaba por un costado y se veía que estaba agotado, sin contar que Sehun era más débil en cuanto a fuerza. Sin embargo, su astucia y ferocidad hicieron que la pelea se mantuviera igualitaria.

-Debo irme- musitó Luhan absorto, tratando de que al decir esas palabras su cuerpo finalmente reaccionara.

Y así fue.

Inhalando con fuerza y viendo por última vez al lobo plateado, Luhan se obligó a moverse. Agazapado, se internó por lo matorrales de un costado y empezó a alejarse de ese lugar, con las ramitas raspándole la cara.

Y esta vez se obligó a no mirar hacia atrás para ver lo que sucedía. No regresaría por ningún motivo.

Pero entre más se alejaba, su inconsciente más tironeaba para que regresara. Su mente le mostraba con cruel nitidez el rostro de Sehun, sus ojos profundos, perversos, llenos de deseo y hambre, pero que a la vez parecían leerlo como un libro al punto de atravesar su alma.

Nunca, en toda su vida, Luhan había conocido alguien que lo mirara con tal intensidad y ferocidad. Frente a Sehun se sentía expuesto e indefenso, pero a la vez lo rodeaba con un magnetismo que lo hacía no querer apartar la vista y dejarse sumergir en esa abrumante oscuridad.

-¡Luhan, te quería comer!- gritó de repente su conciencia en un intento de hacerlo entrar en razón, de alejar esa imagen y las profundas sensaciones que provocaban en su cuerpo.

Pero no sirvió.

El aura atrayente y misteriosa de Sehun había capturado su atención y se había adentrado hasta lo más recóndito de su ser. El haber compartido más con su lado humano que su lado lobuno, lo confundían, al igual que sus amenazas de querer comérselo. Eran sus amenazas y su forma de lobo lo que lo aterraban hasta la médula, el verse muerto por esos filosos dientes y el saber que tal vez nunca sería capaz de ver a sus amigos y familia, lo asustaban como lo entristecían por partes iguales. Pero por otro lado, estaba esa tensión, donde las palabras de Sehun carecían de valor ya que sus acciones decían todo lo contrario. Lo había olfateado, hasta lamido, pero tanto su forma humana como lobuna nunca llegaron a morderlo. Había tenido más de una oportunidad, y a menos que Sehun fuera un maldito sádico enfermo y depravado, Luhan no encontraba razón para que alargara tanto su cena.

La sensación de su nariz recorriendo su piel aún seguía latente y su voz hablando contra su oreja aún retumbaba por su ser.

Por un instante se detuvo, sintiendo su piel arder en las zonas que Sehun tocó.

Estaba dubitativo, confundido y dividido.

Su lado racional le gritaba que escapara de una vez del inminente peligro que significaban dos lobos hambrientos; mientras por otro lado, una segunda voz le decía que regresara.

La imagen de Sehun, sus ojos, su forma humana y lobuna mezclándose en su mente junto con la sangre recorriendo su plateado pelaje hacían que todo se volviera un embrollo, agregándose además las sensaciones que él despertaba, entre ellas el miedo, la supervivencia y otros más que aún no podía reconocer con exactitud.

Su cabeza era un caos y estaba que se pegaba contra un tronco a ver si con eso lograba enfriarla y pensar con más claridad, cuando en eso escuchó un disparo a lo lejos que lo alertó.

El eco del primer disparo continuaba rebotando en el bosque cuando dos disparos más le siguieron.

Con el corazón en un puño, todavía agazapado, observó en todas direcciones.

Silencio. El bosque parecía detenido en el tiempo, ni un animal o insecto parecía querer moverse alertados por los disparos y hasta el viento parecía haberse estancado.

Con los últimos rayos de sol difuminándose entre las sombras de los árboles, Luhan se quedó estático sin saber qué hacer, su corazón galopando preocupado y su mente pronunciando una y otra vez el nombre de Sehun y si se encontraría bien.

Inconscientemente sus piernas comenzaron a moverse por sobre la tierra otra vez, arrastrándose y volviendo el camino recorrido en busca de respuestas, la sensación de haber dejado alguien atrás expuesto a la muerte lo recorrió trayéndole los fantasmas de su pasado.

Sehun no era su amigo, tampoco podría decir si era su enemigo, pero la sensación de haber hecho con él lo mismo que hizo con Baekhyun, el dejarlo a su suerte y expuesto a que lo mataran comenzó a carcomerle, a angustiarlo.

De nuevo lo había hecho, el miedo, la supervivencia lo habían cegado, pero esta vez regresaría.

No lo abandonaría como hizo con Baekhyun. No otra vez.

Sin importar lo que Sehun quisiera hacer con él, no podía permitirse abandonar alguien más a su suerte, darle la espalda y cargar con la culpa por el resto de su vida. No lo soportaría.

Envuelto en esa nebulosa, Luhan se arrastró hasta que lo vio.

Moviéndose entre los matorrales dirigiéndose hacia donde Luhan estaba, venía Sehun. Su andar era desigual, se veía débil y sin fuerzas.

-Sehun- soltó Luhan, sintiendo un gran alivio recorrer su cuerpo al ver al plateado animal.

Tal como un perro amaestrado que ve a su amo, Sehun se acercó cojeando, hasta que sus fuerzas cedieron y cayó a la tierra con un bufido lastimero.

Agradecido por verlo con vida y sin dudarlo, Luhan se acercó al animal olvidando por un segundo que estaba frente al lobo que tanto lo había atemorizado en el pasado.

-¿Te han herido?- preguntó, haciendo referencia a los disparos que recién había escuchado provenientes, seguramente, de algún cazador. Sus ojos recorrían el herido cuerpo tratando de ver si había alguna nueva mancha de sangre que tiñera el pelaje del lobo, pero lo logró sin éxito, sin contar que Sehun se mantuvo con los ojos cerrados sin dar muestras de querer responderle.

Mordiéndose el labio, Luhan barajó sus opciones rápidamente hasta que finalmente escogió una.

Mirando por última vez a su alrededor, y verificando que no se veía ningún peligro, rodeó al pesado lobo con sus brazos al nivel del pecho y empezó a arrastrarlo.
Su objetivo principal era llevar a Sehun a algún lugar protegido, lejos de los cazadores. El único problema de su plan era lo difícil de llevarlo a cabo. Primero porque estaba arrastrando prácticamente un peso muerto y segundo estaba dejando un rastro de sangre, sin contar el ruido que emitían las piedrecitas al ser movidas por el pesado cuerpo.

-¿Sabes? esto sería más fácil si cooperaras un poco- murmuró entre dientes, mientras intentaba rodear un árbol para seguir su camino, sin embargo Sehun seguía sin moverse- Supongo que la pelea te dejó exhausto…

Nada. Ni un gesto, lo único que daba señales de vida era el constante latir de su corazón que golpeaba de forma perceptible en los brazos de Luhan y su irregular respiración. El rubio lo único que esperaba es que realmente fueran las heridas de la pelea lo que lo tenían así y no las balas.

-¡Maldición!- exclamó al tropezarse con una raíz y caer de espaldas al piso, Sehun cayendo pesadamente sobre él, dejándolo sin aire.

Esto ya no se podía poner peor.

-Sehun muévete, aunque sea un poco- se quejó intentando sacar al lobo de encima suyo y moverlo hacia un lado, pero el tipo estaba como una estatua, al punto que Luhan temió haberlo matado con el golpe.

Estaba revisando si seguía con pulso cuando en eso los escuchó. A través del murmullo del bosque pudo distinguir el sonido de voces, seguido por pasos acercándose en su dirección.

Sin pensarlo dos veces y haciendo uso de todas sus fuerzas, tiró al lobo hacia un costado sin mucha delicadeza para luego tomarlo como mejor pudo y llevarlo hasta los matorrales más cercanos y tupidos, intentando durante todo el trayecto de dejar el menor rastro de sangre posible.

Con el corazón latiéndole a mil y sin importarle las ramas que se le incrustaban en la piel, se escondió con Sehun. Su cuerpo casi rodeaba por completo el del lobo, abrazándolo y tratando de cubrirlo para que no fuera visto. Sentía la respiración de Sehun sobre su cuello mientras esperaba que aquellos desconocidos dieran la cara. Estaba más que seguro que se trataban de los cazadores que habían disparado hace unos minutos atrás y que estaban  en busca de Sehun para exponerlo en sus casas como un trofeo.

Pero no los dejaría.

Aferró con más fuerza el cuerpo del animal contra su pecho cuando por fin los vio pasar cerca de donde ellos estaban. Con sus armas al hombro, caminaban con soltura y casi orgullo de haber matado a un animal. El más fornido silbaba con alegría mientras llevaba a cuestas al gran lobo negro que los había atacado, mientras que otro transportaba un par de conejos.

La escena era grotesca, sobre todo por ver los cuerpos sin vida de esos animales colgando como si fueran simples cosas sin valor que solo saciaban el hambre de matanza de aquellos hombres.

Sin embargo, Luhan no tuvo tiempo de apiadarse de aquellos animales o sentir ira ante esos humanos por su cruel ego, cuando vio que se detenían ante las marcas de sangre que habían quedado en el lugar en que se habían caído.
Conteniendo la respiración y sin moverse, observó a través de las hojas como los cazadores observaban a su alrededor. Sus oídos piteaban y no lograba entender lo que los hombres conversaban, sin saber si debía huir o si todavía tenían alguna esperanza en su rudimentario escondite.

Solo cuando los vio alejarse sintió que volvía a respirar.

Miró de soslayo al moribundo lobo que se encontraba sobre su regazo.

¿Qué haría con Sehun ahora que el peligro se había ido?

***

Adolorido, tal como si lo hubieran matado a golpes y después lo hubieran arrollado con un auto, era  como se sentía Sehun a medida que recobraba la consciencia. Cada centímetro de su cuerpo peludo le dolía hasta el punto de generarle migraña. Además del dolor, sentía frío, lo cual era extraño teniendo en cuenta su grueso abrigo de piel y la agradable temperatura nocturna.

Con pesadez, decidió abrir los ojos de una vez para saber dónde estaba, teniendo como único recibimiento una densa negrura a su alrededor. Por unos segundos pensó que estaba ciego, hasta que sus ojos poco a poco se fueron acostumbrando, entregándole más detalle del lugar en el que estaba. La luna fue su aliada y pronto descubrió que se encontraba en un pequeño claro rodeado de arbustos y algunas rocas, semejante a un refugio, mientras una leve luz plateada se filtraba por las hojas generando sombras en la tierra.

Pero lo más importante de todo, estaba solo.

Abatido, bufó al verse totalmente abandonado. Su situación era patética, no sólo había perdido la consciencia por un tiempo indefinido y su cabeza estaba que explotaba por el dolor, sino también estaba con heridas expuestas, sus energías por los suelos, pero sobre todo sin presa.

Luhan se había ido.

Recordaba su voz, haberlo visto acercarse como una borrosa figura antes de perder totalmente la consciencia.

Sin embargo, ahora ya no estaba.

- Lo perdí por segunda vez- pensó irónico, el sabor amargo de saber que no lo volvería a ver subiendo por su garganta. Demasiado herido, era incapaz de moverse en ese estado para ir en busca del rubio; esperar que sus fuerzas regresaran tampoco tenía sentido, ya que Luhan estaría a kilómetros de distancia para cuando se sintiera recuperado y ya sería totalmente inalcanzable.

Un agujero se formó en su estómago ante la realidad.

Rabia mezclada con impotencia se formaba en su interior al saber que no volvería a captar la presencia de Luhan, el ver sus grandes y temerosos ojos de ciervo, pero sobre todo no poder probarlo una vez más.

Lo único que lograba calmar un poco su desolación era que aún podía disfrutar de su dulce aroma, que se mantenía impregnado en su pelaje. La suave y dulce fragancia revoloteaba por su nariz deleitándolo, entregándole la etérea sensación que aún lo tenía cerca; que no se había ido.

Casi podía vislumbrar su figura a través de su mente y percibirlo con todos sus sentidos…

- Despertaste

Sehun alzó su lobuna cabeza, sorprendido. Fijando su vista en unos matorrales cercanos, vio asomarse una conocida cabeza rubia, que ante la luz de la luna tomaba un color casi plateado. Sin poder creerlo, vio como Luhan se acercaba hacia él, sacudiendo sus manos en el proceso y con un gesto apacible en el rostro.

- Estaba borrando nuestras huellas- le informó con una seguridad y tranquilidad que no dejaron de asombrar al lobo.- Aunque no creo que alguien nos descubra aquí, pero igual preferí prevenir. ¿Cómo te sientes?

Sehun estaba contrariado. Hace un rato atrás había tenido a la misma persona bajo suyo temblando como una hoja al viento y ahora esa mismo humano se encontraba frente suyo hablándole con total tranquilidad.

Luhan le estaba hablando como cuando estaba con su forma humana. Era como si el miedo que le tenía en su forma lobuna hubiera desaparecido por arte de magia.

Arrugó el ceño. Alerta y sin moverse, Sehun observó con cierta desconfianza a Luhan por su nueva actitud, esperando algún movimiento en falso que pudiera exponerlo al peligro, después de todo los humanos eran seres traicioneros y ahora que estaba en desventaja por su estado Sehun no podía confiarse.

Por su parte, Luhan notó el cambio de actitud del lobo y su renitencia.

- Escucha, no pienso hacerte daño.- pronunció, frunciendo ligeramente los labios, ofendido- No soy cazador para llevarte a casa como trofeo ni tampoco te tengo algún tipo de rencor para dejarte aquí tirado y herido. Traté de curarte las heridas pero tu pelaje y la poca luz me hizo imposible verlas con claridad, tal vez si te transformaras en humano…

El lobo achicó los ojos desconfiado, sin embargo, pese a su renitencia algo desconocido en su interior lo llevó a aceptar. Con alivio Luahn vio que el lobo pasaba a su forma humana.

Pero su alivio duro poco.

Tensándose completamente y sintiendo como su cara repentinamente le comenzaba a arder, vio como Sehun se transformaba ante él quedando en su gloriosa desnudez. Sus músculos tensos, las heridas aún abiertas en algunas partes, la sangre seca en otras lo hacía ver como un seductor guerrero caído. Y todo fue peor cuando el lobo notó su incomodidad, y con malicia decidió recostarse en la tierra, su codos apoyándose hacia atrás, su sonrisa confiada desafiándolo con orgullo, mientras dejaba ver su abdomen marcado ligeramente por sus músculos y su, no menor, “equipo de guerra”.

-¿Esto querías?- pregunto inocente, disfrutando ver como el otro se quedaba boquiabierto observándolo. Sabía que los humanos eran algo pudorosos en cuanto a sus cuerpos, pero él no. Para los lobos no tenía sentido ser vergonzosos de su propio cuerpo y la verdad le causaba gracia ver la reacción del otro.

Lo que más le hinchaba el orgullo era notar esas notas acidas y dulzonas que se iban colando por el aroma de Luhan que le hacían saber que el hombre lo estaba deseando. Paladeó el aroma satisfecho, sintiéndose revitalizado, al punto que olvidó su migraña.

- Emm…-musitó finalmente Luhan, obligando a su cerebro a decir algo más- ¿T-tu ropa…?

- Se rasgó cuando me transforme, ¿recuerdas?

- Ah…

Luhan quería golpearse la cabeza contra una roca a ver si así reaccionaba. Se sentía estúpido al hablar con casi puros monosílabos, pero era imposible no hacerlo cuando estaba frente a semejante exhibición. Si antes había sentido la garganta seca, eso no era nada comparado a como la tenía ahora, y el corazón le golpeteaba con fuerza mientras sus ojos no dejaban de recorrer aquella pálida piel hasta caer en esos confiados, altaneros, pero sobre todo lujuriosos ojos.

Luhan tragó duro al ver la brillante mirada que el otro le dirigía.

- ¿Ahora puedes ver bien las heridas?

¿Si podía ver bien? Supuestamente era de noche, pero la maldita luz de luna era tan brillante que Luhan veía con demasiado detalle todo lo que se refería al cuerpo de Sehun. La oscura sangre que manchaba sus costados y los rasguños en su piel no lograban opacar su salvaje belleza y eso era lo que más lo perturbaba.

- Mejor que antes- logró pronunciar, carraspeando ligeramente al tiempo que sacaba de su bolso una botella de agua y un paquete de pañuelos descartables- No es mucho, pero quedarán más limpias

- Lo que tú digas

Sehun se mantuvo extendido en toda su gloria con un esbozo de sonrisa al ver lo nervioso que se veía el otro. Podía notar por su expresión y por su aroma, que esta vez Luhan no temblaba precisamente por miedo como hace unas horas atrás y extrañamente eso le gustó mucho más.
Poco a poco sentía que Luhan iba cambiando su gusto, lo hacía desear ver, conocer más expresiones que solo los de una presa aterrada.

Luhan por su parte tragó con fuerza, sintiéndose inquieto en todo momento a medida que se acercaba y se agachaba al lado de Sehun. La mirada del lobo era tan intensa que sentía que lo atravesaba y generaba que su cuerpo se alterara de más maneras de la que deseaba aceptar. Obligándose a concentrarse, se enfocó lo más posible en las heridas, intentando de no verse tentado a ver algo más, como seguir las curvas de sus músculos que ondeaban por su abdomen.

Totalmente enfocado en su labor, Luhan pudo visualizar una herida muy grande y fea que se ubicaba en un costado, a la altura de su cintura, mientras que por otros lados veía varios rasguños, la mayoría en los brazos y algunas indentaciones en el cuello. Supuso que la espalda no estaría mucho mejor, pero lo aliviaba el no encontrar marcas de balazos.

Definitivamente las balas habían dado solamente en aquel lobo negro.

Respirando una vez más en profundidad y tratando de que su pulso no se viera alterado, se inclinó para limpiar la herida más grande. Los músculos se tensaron bajo su toque, pero el lobo no se apartó ni se quejó, dejándolo trabajar. Con el pañuelo intentó ir quitando la sangre y la tierra que se había acumulado en el sector, siendo lo más cuidadoso posible. Aun así, Luhan estaba seguro que Sehun debía estar sintiendo alguna molestia, sin contar que la pelea lo había dejado lo bastante agotado para no intentar hacer ningún movimiento, como tirarse encima suyo "para devorarlo"…

Antes de que pudiera detener su imaginación, esta voló rápidamente otorgándole una visión que lo sonrojo hasta las orejas.

-¿Luhan que sucede contigo? ¡Cálmate!- le gritó su mente- Él es un lobo, tú un humano. Él te quiere como su cena y tú…debes irte después de terminar esto- Se dijo finalmente decidido, tratando de calmar de paso su agitado corazón.

Pero una cosa era pensarlo y otra hacerlo.

Sin quererlo, sus ojos se desviaban una y otra vez hacia los suaves pero fuertes músculos que se dibujaban en la piel contraria de forma tentadora. Más de una vez se tuvo que obligar a concentrarse en las heridas y que su mano no se desviara a recorrer las ondulantes formas, a probar con el tacto si esos músculos sobresalientes eran tan fuertes como se mostraban. Pero sus ojos no solo se fijaban en los músculos que Sehun poseía y que él, por el contrario, no tenía ni por asomo, sino también en la cicatrices que recorrían su cuerpo. Para ser tan joven tenía muchas para el gusto de Luhan y algunas bastante largas y preocupantes, como una cerca del cuello que se extendía hasta su clavícula.

Era claro que la vida del lobo no era nada sencilla.

Intrigado, posó sus dedos sobre esa larga marca, recorriéndola de arriba abajo, sintiendo su textura a medida que la recorría para luego volver a subir hasta dejar que sus dedos percibieran el pulso contrario vibrar contra sus yemas.

El latido era fuerte, constante, intenso, igual que Sehun.

Instintivamente, alzó la vista para encontrarse con esa bien conocida mirada, profunda e inquietante. Ahora los ojos de Sehun habían adoptado otra tonalidad que le recordaba a la luna llena. Cubiertos por un velo translucido, casi grisáceo, sus iris tenían un toque blanquecino que le daba un toque exótico e hipnotizante, poderoso en todo los sentidos.

Luhan sintió su cuerpo arder, su respiración estaba más lenta y cada inhalación era más profunda que la otra mientras que su rostro se acercaba al de Sehun, al punto que sus caras se encontraban tan próximas que podían percibir el aire que exhalaba el otro.  

Sehun estaba embelesado, totalmente capturado por esos grandes y honestos ojos, pero más aún, casi podía saborear los labios que ya había probado una vez. Semiabiertos, rosados y tentadores, le pedían a gritos que los volviera a probar. Tenía hambre de ellos.

Haciendo caso a sus instintos más bajos, se abalanzó hacia su presa reclamando por fin sus labios, saciando de la sed que lo recorría desde que los había abandonado.

No pudo evitar soltar una exclamación de aprobación cuando sintió el conocido sabor explotar en su boca. Tan esponjosos y suaves, Sehun se dedicó a recorrerlos y a morderlos suavemente, mientras que con su mano libre pasaba a rodear la cabeza de Luhan para atraerlo y profundizar más el beso.

Por su parte, Luhan tenía los ojos abiertos de sorpresa, tanto por el beso como la forma tan pasional de Sehun para reclamarlos, nada suave y plano como la última vez. Esta vez el lobo venía a reclamar lo que era suyo y lo estaba haciendo a lo grande. Su boca se movía tan demandante y feroz que Luhan no tuvo tiempo de pensar, razonar o si quiera apartarse. Sehun lo tenía totalmente capturado y, aunque quisiera negarlo, él lo estaba disfrutando.

Nadie en toda su vida lo había besado de esa forma tan posesiva, ardiente y necesitada. Prácticamente lo estaba devorando y estaba estimulando tantas partes de su cuerpo con solo un beso que era difícil poder resistirse a tal ataque.

Su raciocinio había volado a las profundidades de su mente,  totalmente olvidado y encerrado bajo la lujuria que lo embargaba y que recorría ahora cada centímetro de su piel y de su sangre. No podía pensar en el pasado, ni recordar que estaba con un mitad lobo o lo peligroso e irracional de la situación. Sehun lo tenía encantado y totalmente bajo su poder.

Y eso que recién estaban comenzando.

Totalmente entregado, Luhan se fue moviendo de su posición hasta quedar prácticamente recostado sobre el cuerpo desnudo del otro. Podía sentir los fuertes músculos forjados en peleas, tensarse bajo suyo al soportar su peso, entregando una sensación exquisita al momento. Dejó sus manos apoyarse en esos fuertes hombros, mientras profundizaba más el beso captando el embriagante sabor de Sehun.

Ambos estaban disfrutando el sabor del otro, el roce y la sensación de sus cuerpos juntos. Sin embargo Sehun necesitaba más. Ambos necesitaban aún más.

Separándose del beso, Sehun pasó a explorar el cuello de Luhan. Como buen lobo, no podía dejar de besar, mordisquear y saborear ese largo trayecto, captando con todos sus sentidos el sabor ajeno, la excitación que emanaba del rubio con cada jadeo. Sus dientes rozaban la suave piel tentándolo a morderlo, su lengua capturaba su sabor cada vez más intenso y abrumadoramente adictivo y su aroma ya era de lujuria pura pidiendo a gritos el ser saciada.

Sin titubear, dejó que sus manos pasaran a explorar la piel ajena por debajo de la ropa, sintiendo como ante su tacto se iba erizando la piel contraria. La sensación era perturbadoramente poderosa. Extasiado y sin poder detenerse, rasgó la camisa del contrario, haciéndola prácticamente añicos ante su fuerza y necesidad, los restos siendo lanzados lejos, al olvido.

Luhan se curvó ante tal despliegue de fuerza, pero en vez de sentirse asustado o hasta molesto por ver su ropa volar hecha jirones, eso lo estimuló aún más para volver a besar con mayor pasión a Sehun mientras él recorría su espalda con renovado interés.

Luhan se sentía cumpliendo una increíble fantasía sexual. Sexo, salvaje y desenfrenado en mitad del bosque con un mitad lobo.

Nada mal. O por lo menos, por ahora.

Sehun por su parte estaba encantado al sentir la suavidad de la espalda ajena, como sus músculos reaccionaban bajo su toque y el exquisito movimiento que se provocaba en estos. Nunca imaginó que captar la piel humana de esa forma sería tan placentero y suave. Era como seda entre sus callosas y ásperas manos.…pero lo que más le gustaba era el sentir el contacto de piel contra piel y el roce que se iba generando entre cada movimiento, el calor compartido de su cuerpo contra el suyo, sin contar el melodioso jadeo que escapaba de la boca ajena cada vez que tocaba algún punto sensible.

Luhan despertaba su lado más humano, pero también su lado más salvaje.

Sin dejar de explorar y tocar, queriendo tener todo el poder y el control, terminaron moviéndose quedando Sehun ahora sobre Luhan, todo el hombre a su disposición, para continuar su investigación. Quería probar, morder, saborear y ver hasta cuantos jadeos más podía provocar que le hicieran hervir la sangre y querer todo de Luhan.

Bajando por su pecho, fue saboreando cada centímetro de piel expuesta mientras sus manos se dedicaban a percibir la erizada piel, hasta que una paso a llevar un endurecido pezón, provocando al instante un excitado gemido del rubio. Intrigado por esa reacción, Sehun alzó la vista y volvió a pasar la mano por aquella sensible zona obteniendo la misma respuesta.
Una sonrisa lujuriosa y cargada de poder se formó en su rostro y sin perder un segundo fue a probar el punto débil de su presa.

Luhan enredó sus manos en el cabello ajeno y arqueó la espalda cuando la cálida lengua del otro comenzó a hacer círculos alrededor de su sensible zona. Sehun lo estaba volviendo loco, cada gesto, cada toque lo estimulaba, lo encendía al punto de querer gritar de placer para liberar ese flujo de sensaciones.

Si seguían así, no podría aguantar mucho más.

Podía sentir su miembro aprisionado contra su pantalón pidiendo a gritos salir, necesitaba atención tal como el resto de su cuerpo. Ser tocado por las curiosas manos de Sehun.

Presurosas, sus manos bajaron hasta su pantalón en busca del botón para por fin liberar a su prisionero.

Sin embargo, sus intenciones y prisa fueron, al parecer, bastante notorias. Lo suficiente para captar la atención del joven lobo, que sin dudarlo, bajó hasta donde sus manos trabajaban y con la fuerza y brutalidad que había mostrado con la pobre camisa, hizo lo mismo con sus pantalones.

El sonido de la tela rasgándose más ver los músculos marcarse en los brazos de Sehun mientras lo desvestía fue la imagen más increíble que Luhan había visto en su vida y tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no venirse en ese mismo instante.

Sehun se devoró con la mirada al ver a Luhan totalmente expuesto a su merced. Su mirada vidriosa, sus mejillas y labios sonrojados al igual que las pequeñas marcas que había dejado en su cuerpo lo hacían tener un sentimiento de posesividad al igual que un hambre voraz.

Tenía frente suyo el más deliciosos de los banquetes y probaría hasta la última gota, no dejaría ningún rincón sin explorar, probaría cada pedazo de piel hasta sentirse tan satisfecho que solo su sangre y su carne podrían terminar de llenarlo por completo.

Se lamió los labios ante ese solo pensamiento.

Sintió su lobo surgir mientras apreciaba a su presa. El sonido de su corazón latiendo a gran velocidad llegaba con claridad a sus agudos oídos, casi podía sentir el flujo de sangre corriendo por sus venas y tenerlo frente suyo tan abierto y dispuesto hizo que sus hormonas se dispararan ante niveles inesperados.

Esto ya superaba la curiosidad, superaba sus deseos ocultos o sus intentos de recuperar su fría personalidad al llenarse de Luhan…

No, esto era ardiente y salvaje, arraigado en sus más bajos instintos de predador que bullían hacia la superficie para tomar todo lo que se ofrecía mezclado con la insensata sensación de poseerlo, de marcarlo como suyo.  

Su respiración comenzó a volverse densa, sus ojos se nublaron completamente y vio los ojos de Luhan flaquear brevemente cuando se abalanzó hacia él, esta vez sus uñas aferrándose a su espalda con tal fuerza que llegó a oler ese increíble y adictivo aroma ferroso que llegó hasta lo más profundo de su ser. Una sed incontrolable lo embargó y antes de que fuera consciente de lo que hacía, besó con rudeza los labios ajenos hasta sentir el sabor dulce de la sangre comenzar a recorrer su boca, satisfaciéndolo.

Ese sabor por el que tanto había esperado y que hoy le sabía a gloria.

Sus instintos se revolucionaron, ya no lograba definir con claridad los límites alrededor de Luhan. El deseo y el hambre se mezclaban en su interior como una poderosa tormenta que lo llevaban de un extremo a otro. Su boca se dedicaba a degustar, pero al mismo tiempo su miembro palpitante se abría paso con velocidad a través de los muslos contrarios para reclamar lo que era suyo.

Estaba tan cerca, que podía sentir el clímax de esa maravillosa sinfonía que se estaba orquestando bajo suyo al tener todo de Luhan.

Luhan por su parte tembló ante el cambio de actitud del otro, la rudeza y el dolor físico que le generaba mezclados ante su aura posesiva y depredadora lo estaban asustando al punto de querer escapar. Trató de zafarse, pero sus movimientos eran inútiles, el agarre de Sehun era de hierro.

Abrió la boca en un intento por llamarlo, sin embargo, en vez de pronunciar su nombre un grito desgarrador surco el aire mientras sentía que Sehun se adentraba en su interior sin preparación alguna.

Su carne se abrió dolorosamente ante la intromisión, pulsándole, mientras sentía un tibio liquido recorrer sus muslos, seguramente sangre producto de la brutal penetración. Con las uñas clavadas a la tierra, el cuerpo tieso y tenso, Luhan intentó recordar como volver a respirar otra vez,  como hacer que el aire volviera a entrar a sus pulmones y hacer que el horrible dolor que lo recorría disminuyera aunque fuera un poco.

Por unos segundos, Sehun se quedó ido, embutido en la maravillosa sensación de su miembro rodeado por algo tan cálido y suave, sin embargo su estado duró nada al escuchar el grito de Luhan.

Agudo, doloroso y profundamente desgarrador, el grito de Luhan llegó hasta lo más profundo de su ser, atravesando su pecho de lado a lado.

Frío y letal como una daga, el dolor lo atravesó y lo hizo salir de su trance y fijar su mirada en la dolorosa expresión de su amante. El olor a sangre embotó sus sentidos y por un momento temió haberlo matado antes de tiempo, de haberse apresurado.

Temió el perderlo…

Igual que un perro arrepentido, Sehun bajó la cabeza en busca de su amo, recorriendo con su nariz su pecho, olfateando y oyendo con cuidado, esperando no escuchar su último suspiro. Se cobijó en el cuello contrario donde podía escuchar con claridad su pulso y percibir su delicioso y tranquilizador aroma.

En eso sintió que unas manos lo tomaron con fuerza del rostro y lo obligaron a mirar de frente el enrojecido rostro de Luhan.

- Tú…-pronunció Luhan con dientes apretados, sosteniendo su rostro con fuerza mientras sus ojos despedían llamas- No vuelvas hacer eso- lo retó, al tiempo que agregaba- Y no te atrevas a moverte, ¿entendido?

Por un instante Sehun pensó en refutar, no le gustaba que su presa le estuviera dando órdenes, menos un humano, pero…con Luhan podía hacer una excepción. Sólo por él.

-Entendido- pronunció a regañadientes, arrugando la nariz de paso para evitar que el fuerte olor a sangre no lo tentara a enterrarse en las profundidades de Luhan y despertaras sus más bajas pasiones una vez más.

Su control estaba al límite, pendiendo de un hilo. Si era sincero seguiría con su ataque sino fuera por el temor que lo había embargado momentos antes al pensar que todo había terminado y que no había tenido el tiempo suficiente para disfrutar de Luhan.

Solo ese pensamiento, mezclado con otras sensaciones que no pudo definir muy bien, lo llevaban a mantenerse estoico en esos minutos, que ya parecían horas.

-¿Puedo…?

-¡No!- fue la tajante respuesta de Luhan y Sehun bufó ante eso.

- No esperaras que me quede así para siempre…- soltó entre irónico y molesto el joven lobo, mientras que Luhan sentía su ser arder de rabia ante su egoísta comentario.

Él era el que estaba con dolor, herido y con unas ganas inmensas de salir huyendo de ahí, mientras que Sehun solo debía estar ahí, “inmóvil”.

Pensar que hace unos momentos atrás iban tan bien, al punto que había olvidado que Sehun era un lobo, hasta que él…perdió el control.

Si se movía en su interior, ¿podría Sehun perder el control de nuevo?

Luhan palideció ante esa posibilidad y lo que le esperaría…

-Ya me cansé de esperar- anunció Sehun y antes de que Luhan pudiera decir o hacer algo, sintió Sehun moverse, lento y profundo volviendo a adentrarse con toda su plenitud en su interior.

Sus manos volvieron a clavarse en la tierra, mientras Sehun movía sus caderas de manera suave, casi cauteloso, como si estuviera midiendo su fuerza para no lastimarlo. Era curioso que alguien que se mostraba tan egoísta, que perdía el control tan fácilmente, podía detenerse y mostrar un lado suave, hasta dulce.

Para Luhan, Sehun era un misterio, pero aunque ahora parecía tranquilo, prefirió mantener sus manos bien aferradas al piso, no quería hacer ningún movimiento que pudiera hacer despertar el lado más salvaje de Sehun.

Quería terminar en una pieza, muchas gracias.

Si lograba salir vivo de esta se preocuparía de ir a un psicólogo y ver que le arreglaran la cabeza, a ver si así no volvía hacer tamaña estupidez como dejarse llevarse por sus hormonas y meterse con un lobo sanguinario.

Pero aunque su mente estaba llena de reproches, no podía negar que el dolor comenzaba a desaparecer y el suave vaivén de las embestidas estaba comenzando a generarle placer. Entre más profundo se adentraba Sehun en su ser, más se iba avivando la llama que creía extinta en su interior. Poco a poco sus pensamientos y su enojo se fue disipando, hasta que en su  mente sólo pudo enfocarse nuevamente en Sehun y en ese poderoso poder hipnótico que sus ojos causaban en él haciéndolo olvidar todo lo demás.

Los brazos de Sehun rodearon a Luhan, mientras posaba su rostro en su cuello, como si ese fuera su pequeño refugio. Las embestidas comenzaron a ser más constantes y rítmicas, y Luhan tuvo  hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no comenzar a gemir, sus manos temblando, queriendo agarrarse a la fuerte espalda contraria.

Se estaba contendiendo lo que más podía, pero todo tiene un límite y ese límite se sobrepasó cuando Sehun tocó ese punto.

Un claro, sensual y excitante gemido estalló al lado del oído de Sehun, resonando por todo su cuerpo como una campana que despertó nuevamente todas las células de su cuerpo.

Sintió su confianza volver.

Su fuerza de lobo estalló con brutalidad, bullendo en todas direcciones como una gran marea que arrasa todo a su paso, exigiendo más de ese exquisito sonido.

Sus caderas se movieron por inercia contra el punto dulce de Luhan, sus manos y uñas se aferraron con fuerza de ese cuerpo del cual deseaba todo y su nariz busco ansiosa los rastros de deseo que se mezclaban en el puro aroma del rubio. Todo era un mar de sensaciones que abrumaban sus sentidos de lobo, pero también su lado humano.

Nunca había sentido nada así. Sus dos partes luchaban por lo mismo pero a la vez de formas distintas.

Ambos querían hacer gemir alto al rubio, que gritara de placer y de marcarlo posesivamente como suyo, pero su lado lobuno además estaba hambriento de sangre.

Sehun no lograba entender como en un momento anhelaba todo de aquel cuerpo: poseerlo y destruirlo con sus propias manos y dientes; mientras que por otro lado deseaba mantenerlo intacto, preservarlo y poder repetir una y otra vez el acto que estaban llevando a cabo.
Las dos perspectivas colisionaban con fuerza en su interior confundiéndolo, casi volviéndolo loco mientras que sus terminaciones nerviosas estaban a mil, lleno de la esencia de Luhan, de su sabor salado y del roce de su cuerpo contra el suyo, perdido en el placer.

Más. Sehun quería más de eso.

Sus estocadas comenzaron a ser más fuerte y profundas, adentrándose más en el suave interior, sus garras comenzaron a rasgar nuevamente la piel y su lengua se dedicaba a saborear el éxtasis que venía de la boca contraria. Pronto dejó de controlar su fuerza, dando rienda suelta a todo lo que tenía, sacando a relucir todo el insano deseo que Luhan  producía en él, hasta el punto que comenzó a lastimarlo.

En una mezcla de placer y punzante dolor, Luhan jadeaba abrazándose fuerte a la espalda de Sehun, enterrando sus uñas, tratando de liberar de alguna forma la tensión a la que su cuerpo era sometido. Podía sentir la fuerza de Sehun atravesando, rasgando su carne, golpeando lo más profundo de su ser haciendo que todo su cuerpo resintiera el impacto y fue ahí que lo supo.

No sobreviviría a esto.

No era por el olor a sangre o por cómo quedaría después de tal salvaje encuentro, Luhan ni siquiera pensaba en ello. Era simplemente un lejano presentimiento que brotó en su mente entre medio de la confusión que era su cerebro y que le hizo darse cuenta que pronto llegaría su fin. Su cuerpo temblaba, dolía y cuando sintió los dientes de Sehun comenzar a rozar su piel, supo que su presentimiento no era del todo erróneo.

¿Debería haber escapado cuando tuvo la posibilidad?

Luhan no lo sabía.

Tal vez era parte del destino que el ciervo fuera cazado por el lobo. O simplemente era mejor esto que vivir con la culpa de haber abandonado a Baekhyun.

En ese instante cualquiera de las dos opciones daban lo mismo, más aún cuando sintió que las embestidas se volvían más rápidas y fuertes, si es que eso era posible, haciéndolo jadear ante tal potencia. Antes de que fuera consciente de lo que sucedía, los filosos colmillos de Sehun se clavaron con firmeza en su cuello haciéndolo gritar con una mezcla de dolor y excitación.

Su cuerpo se tensó ante la explosiva mezcla de sensaciones, su vista comenzó a volverse borrosa mientras era recorrido por múltiples espasmos. Lo último que vio fueron los turbulentos ojos marrones de Sehun que lo veían con un profundo terror antes de caer inconsciente.

Sus último pensamientos fueron en Baekhyun y cuanto le hubiera gustado verlo una vez más.

 

Sehun estaba anonadado, petrificado y cuando por fin sus pulmones recuperaron el aire, rugió de furia al ver caer inconsciente en sus brazos al pequeño rubio.

No podía creer lo que sus estúpidos impulsos lo habían llevado a hacer.

¡Esto definitivamente no estaba en sus planes!

Supuestamente Luhan sería su presa, él se lo devoraría después de pasar su calentura. Calculador y frio, como el lobo que siempre había sido, pasaría atacar a su víctima. Ya no habrían más dudas ni intentos de alargar el encuentro y podría saciar su estómago finalmente con fresca carne ajena.

Tal como debió ser desde un principio. Divertirse al cazar, cenar al final.

Sin embargo su plan no había salido como él quería.

Llevado por sus confusas emociones que se mezclaron con el deseo animal, terminó adelantándose y probando a Luhan cuando no debía. Inconscientemente había llevado a cabo el rito y transformado a su presa en uno de los suyos: en un cambiaformas.

En un lobo.

Frustrado, se separó con brusquedad del cuerpo, viendo en el proceso las heridas que él le había causado y la sangre que se escurría entre sus muslos, mezclada ahora con su propia semilla. Por unos segundos se sintió enfermo de sí mismo, pero ese sentimiento fue opacado por el enojo de haber dejado que su oportunidad se escurriera entre de sus manos.

- Bien hecho Sehun- espetó finalmente con dientes apretados, pasándose una mano por la cara- Meses esperando, ansiando degustarlo y haces…esto. ¡Esto te pasa por mezclarte con humanos!

Se pasó las manos por el cabello, en un movimiento frustrado.

¿Que debía hacer ahora?

No tenía presa y no sabía cómo encargarse del desastre que había generado. Apenas podía hacerse cargo de sí mismo, mucho menos podía encargarse de un recién iniciado.

Sin contar que anhelaba por mas…

Su lengua aun saboreaba los trazos del sabor de Luhan que permanecían en sus labios y su cuerpo ya se encontraba listo para ir por un segundo asalto. Si no fuera por lo ocurrido, Sehun ya estaría internándose en la calidez de Luhan para una nueva sesión de sexo. Algo en su interior le decía que la satisfacción que lo había recorrido de pies a cabeza al explotar dentro de Luhan, la plenitud que lo había llenado, había sido mil veces mayor y mejor que el haberlo devorado.  
Ahora entendía porque los humanos les gustaba tanto aparearse entre ellos. También porque en su manada lo machos se volvían locos cuando una hembra estaba en celo.

Pero Luhan no era una hembra, ni tampoco estaba en celo. Pero aun así lo volvía loco.

Y ahora que era un lobo…

-Esto está mal- gruñó negando con la cabeza, su lobo tratando de controlar su instinto humano.

En eso, sus ojos brillaron cuando una idea se vislumbró en su confusa mente.  

Era riesgosa, pero era lo mejor que tenía.

Tomando el cuerpo de Luhan sobre su hombro se convirtió en lobo quedando el inconsciente chico apoyado en su lomo. Lo acomodó lo mejor que pudo y emprendió su camino.

Si bien sus músculos estaban exhaustos y sus heridas abiertas y punzantes producto de todo el esfuerzo hecho, tenía aún una pequeña reserva de energía para poder llegar a su nuevo destino.

Notas finales:

Y? Que les parecio la parte final?

Intensa, no?

Personalmente me gustó mucho como quedó este capitulo, la parte donde ruedan en la tierra es una de mis favoritas y bueno...el final es un poco agridulce

A ustedes, que les gusto mas? No olviden comentarlo!

Nos vemos en el siguiente capitulo, que espero, subir el Jueves

Hasta entonces, Besos!! <3


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