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Adaptable por lady_chibineko

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Título: Adaptable

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

Disclaimer: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la novela y serie Good Omens son propiedad exclusiva de sus autores Neil Gaiman y Terry Pratchett, así como a Amazon Studios y BBC Studios. Yo solo escribo sin fines de lucro y por diversión.

Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan.

Dedicatoria: Este fic participa en el evento Angelito Secreto del grupo de Facebook "Good Omens FANS LAT". Para Kanda Mariana Sierra ¡Feliz Angelito Secreto! Espero que el pequeño fic te guste.

~.~.~.~.~.~

Capítulo II

Anthony J. Crowley no era nada sino adaptable a casi todas las situaciones, y el momento actual comprobaba aquella realidad.

Porque allí estaba, en medio de la micro sala del microdepartamento que arrendaba; con su amigo bibliotecario sentado frente a él, bastante nervioso y con sus maletas al lado, apenas mirándolo de reojo.

- ¿Entonces?

El rubio suspiró y se encogió de hombros.

- Necesito un lugar para quedarme, y... ¿Tú necesitas un compañero de piso? Y yo tengo el presupuesto... Parecía una buena idea cuando se me ocurrió.- susurró al final el rubio.

- Si, sobre eso Ángel, iba a ir mañana a la biblioteca a sacar el aviso.

- ¡Oh!... ¿Ya tienes compañero?

Anthony negó.

- Usé el dinero extra que tenía para mudarme en una emergencia, y aunque tú eres algo así como la respuesta a mis plegarias, como puedes ver, este no es el lugar adecuado para compartir. Solo hay una habitación y una cama, y la comparto con Adam.

- Oh... Por supuesto.

- Pero puedes quedarte esta noche si quieres. El sofá es todo tuyo y se transforma en una pequeña cama... Así que...

Ezra asintió y aceptó agradecido. Por lo menos eso le daría el tiempo suficiente para pensar en qué hacer.

Sin mucho más que decir o hacer que ofrecerle una taza de té caliente al inesperado invitado, Anthony finalmente se retiró a dormir tras mostrarle a Ezra el baño y asegurarle que estaba bien si se preparaba él mismo alguna otra cosa en la cocina.

Poco después de colocarse la pijama y preparar el sofá cama tal y como Anthony le indicó, Ezra se fue a dormir.

Lo que jamás esperó fue ser despertado por un peso suave sobre su pecho, y brillantes y pequeños ojos azules mirarlo con interés.

- ¿Adam?- preguntó el rubio aún somnoliento.

- ¡Antel!- exclamó el chiquillo desbordando energía y felicidad, justo antes de tirarse sobre él y rodearle el cuello en un cálido abrazo.

- ¿Adam?- vino una voz asueñada e interrogante a las espaldas del niño- No estarás molestando a Ángel ¿O sí?

- ¡Tony! ¡Mida! ¡Antel va vivid aquí!- exclamó el niño sin embargo, feliz como la perdiz que se comió a la lombriz, dejando a los otros dos jóvenes adultos con caras entre de interrogación y espanto.

- Er... no, yo no...

- Diablito.- comenzó el mayor de los hermanos con suavidad mientras se acercaba al sofá cama en unos pocos pasos, para finalmente sentarse al borde y sacar al niño de encima del otro y sentarlo sobre sus piernas- No sé de donde sacaste esa idea, pero Ángel no va a vivir aquí...

- Tiiii, ti va vivid aquí.

Un suspiro del mayor de los hermanos se dio. Conocía esa rutina demasiado bien, y sabía que significaba que a Adam se le había metido la idea entre ceja y ceja. Esto iba a terminar en llanto.

- No. Ángel solo está de paso.

- Tene madetaz.

- Porque va a ir a vivir a otro lado, y vino para avisar.

- Noooo... Va vivid aquí. Antel ti me dusta.

Y allí estaba el asunto. Los seis sujetos y dos chicas que se habían entrevistado con Anthony por el anuncio habían disparado todas sus alarmas.

Entre los chicos, en el mejor de los casos Adam había sido visto con algo de molestia, tal vez ante la idea de pequeños dedos pegajosos tocando sus cosas; y en el peor, el tipo tenía letreros encima que gritaban pedófilo a todo pulmón a primera vista.

En el caso de las chicas, era como si alguien hubiese apretado algún botón sobre el despertar del sentido maternal en estas, junto a la inserción del sueño de una 'relación estable' apenas posaron sus ojos en el pequeño niño. Lo peor era que Anthony ni siquiera bateaba para ese equipo, y no aceptaba que desconocidos le quisieran indicar como criar a su hermanito, muchas gracias.

Así que cuando le indicó a Ezra la noche anterior que él era casi una respuesta a sus plegarias, no había exagerado ni un poco, pero...

- El asunto es, campeón, que vamos a tener que seguir aquí por un tiempo más. Y no hay mucho espacio que digamos, así que Ángel no puede estar con nosotros porque no hay lugar para que duerma o ponga sus cosas.

El niño miró entonces al adulto y el silencio se hizo, mientras éste parecía procesar lo dicho.

Su pequeño ceño se frunció aún más durante unos cuantos largos minutos, hasta que finalmente.

- Mevo mis zudetes y ya.- dijo mientras trataba de bajar de las piernas del mayor.

Quien no lo dejó.

- ¡Wow allí, diablito! ¿Y dónde va a dormir? Porque en nuestra cama no hay espacio.

- Podría usar el sofá.- vino como respuesta el casi murmullo desde un lado.

Las miradas de ambos hermanos se posaron en el joven con pijama en diseño de tartán. Uno incrédulo, el otro feliz.

- ¡¿Tú qué?!

- ¡TIIIIII!

Ezra se cubrió un poco con el cobertor y se mordió el labio inferior.

- Es decir.... ¿Vas a volver a poner el anuncio después? ¿O es definitivo su retiro?

Anthony parpadeó.

- Iba... Iba a intentarlo de nuevo. En 1 ó 2 meses tal vez...

Ezra realmente no deseaba volver a casa. No con Michael, Gabriel y Uriel juzgando cada cosa que hiciese que no fuese lo que ellos deseaban.

- Puedo esperar, y el sofá cama no está tan mal ¡Y pagaré mi estadía!

- Oh...

- ¡Voy a moved mis zudetes!- y el niño saltó del regazo de su hermano mayor.

Y así de pronto las cosas dieron un giro de 180°.

Y Ezra Fell estaba a punto de descubrir el verdadero significado de la palabra 'Adaptable'.

Porque sucedió que en ese pequeño departamento no había cocinera que hiciese el desayuno, almuerzo o cena. Eso era ahora cosa de cada quien.

- (suspiro) ¿No sabes ni siquiera preparar una ensalada? Supongo que te puedo dar una clase o dos de cocina, o puedes buscar recetas fáciles y tutoriales de cocina en internet. No hay de otra Ángel.- le dijo Anthony el primer día.

- ¡Oh! Está bien, supongo... ¿Habrá tutoriales sobre cómo hacer crepes? Creo que buscaré uno de esos.

O quien hiciese la compra.

- ¡Tendo hambe!- gimoteó el niño la tarde del primer domingo tras la mudanza de Ezra, justo luego de que los dos hermanos llegasen del trabajo del mayor.

- Si, si diablito. En un rato... No encuentro... ¡Ángel! ¡Has visto el cartón de leche!

El mencionado levantó la mirada del libro que leía para un trabajo de la universidad.

- ¡Oh! No quedaba mucho y lo utilicé en el cereal del desayuno de Adam. Me pidió que le diera un tazón en la mañana.

Anthony cerró los ojos frustrado.

- ¿Y no pensaste en avisar antes de que me fuese a trabajar? ¿O por lo menos pensaste en comprar otro cartón?

El sonrojo y pena en el rostro de Ezra lo decía todo.

Anthony maldijo por lo bajo.

- Aquí comienzas a pagar tu estadía. Ve a la tienda que está a un par de cuadras y compra un cartón de leche, por favor.

El rubio asintió con rapidez y tras ponerse el abrigo, salió del departamento.

- Espera un poco diablito ¿Si?

El niño asintió y se sentó en el suelo de la sala con un par de juguetes, dispuesto a entretenerse mientras esperaba.

Esa misma tarde, luego de preparar la cena para los tres, Anthony introdujo a Ezra en la importancia de racionar los alimentos y armar listas de compras.

Era lo justo y necesario, si el rubio realmente iba a compartir piso con ellos.

Y a eso le siguieron horarios para usar el baño, las horas de televisión de cada quien, cuanto pagaría cada uno de renta y de servicios, y el hecho de aprender que el dinero no era ilimitado.

Y es que en serio ¿De dónde se había ido Ezra? ¿Del país de las maravillas?

- ¿Otra vez intentando hacer crepes?- preguntó Anthony una mañana de la segunda semana de estadía de su nuevo compañero de piso.

- En algún momento me tendrán que salir.- fue la respuesta tozuda del rubio.

Anthony rodó los ojos antes de colocarse los lentes oscuros.

- Supongo, pero terminarás gastando tus ahorros en ingredientes y el gas extra, y no te he visto ir a trabajar en estas dos semanas aquí como para que hagas eso tan a la ligera.

- ¡Oh! No había pensado en eso...

- ¿Ya tan los pakes?

- No son panques, son crepes Adam querido.

- Y creo que se queman, Ángel.

- ¡Oh, cielos!

Y mientras Ezra apagaba la hornilla, y Adam se desinflaba ante otro montón de panques flaquitos que no iba a poder comer, un nuevo fragmento de realidad se desplegaba ante el joven bibliotecario de universidad. Y es que si bien su trabajo en la biblioteca le daba un incentivo, no era lo suficiente para vivir. No de la manera a la que estaba acostumbrado.

Definitivamente iba a tener que adaptarse mejor a su nueva situación.

Pero no todo eran restricciones y situaciones a las cuales adaptarse, también había momentos que llenaban su corazón de alegría.

Como cuando los lunes, los días libres de Anthony (y coincidentemente también de Ezra), éste ponía música de su banda favorita, Queen, y se daba el tiempo de limpiar todo el lugar, con ayuda de Ezra e incluso de Adam, luego de que éste fuese recogido del jardín de niños.

O cuando ambos hermanos rociaban con el aspersor las macetas que albergaban las plantas que adornaban el pequeño departamento... Y terminaban amenazándolas sin siquiera parpadear.

La primera vez, Ezra se asustó un poco y preguntó qué era lo que pasaba.

Recibió la respuesta molesta de un niño de 4 años cruzado de brazos.

- ¡Ella sade lo que hito!

A lo que le siguió como complemento de parte del mayor de los hermanos:

- ¡Exacto! ¡Y no le dejaremos olvidarlo!

Lo que hizo parpadear al rubio, antes de que negase suavemente y dejase a los dos hermanos y sus plantas con una sonrisa.

Si, bien. Tal vez no eran los más cuerdos, pero eso era lo de menos. Ezra nunca se había sentido tan feliz antes.

Aunque al pasar el primer mes, aún no pudiesen mudarse.

Anthony tuvo que utilizar de nuevo el dinero ahorrado, esta vez en algo de ropa nueva para Adam, quien de pronto había dado un estirón y los pantalones ya no le quedaban, o los polos. Ni que decir de sus pequeñas zapatillas.

- ¿Fue lo que tuviste que comprar la última vez?

- ¿Hmmm? No. Se me rompieron los lentes oscuros.- contestó el otro mientras acomodaba a un bastante dormido Adam en su hombro para poder sacar la llave del bolsillo del pantalón y abrir la puerta de entrada al departamento; lo cual Ezra no podía hacer pues cargaba no solo su morral, sino también el de Anthony, además de las tres bolsas de compra de ese día.

- ¡Oh!- contestó el otro- Ya veo. Si, un gasto necesario y nada barato.

Y es que Anthony tenía un caso de sensibilidad a la luz de día, y necesitaba lentes oscuros con prescripción médica, los cuales tenía que usar día sí y día también, si no quería que su situación visual se agravara.

Entraron al microdepartamento y Anthony llevó a Adam al cuarto para cambiarlo y acostarlo, lo que Ezra aprovechó para entrar al baño, darse una ducha rápida y cambiarse a su pijama.

Al salir notó que Anthony por fin se había quitado los lentes, dejando sus ojos miel al descubierto, y había iniciado la preparación de la cena.

Estuvieron en silencio por un rato, Anthony cocinando y Ezra sacando un libro para estudiar.

El silencio se instauró pero a ninguno de los dos parecía molestarle.

Fue cuando Anthony apagó la hornilla que el silencio se rompió.

- ¿Ángel?

- ¿Mmmm? ¿Pasa algo, querido muchacho?

Anthony ahogó el sonido estrangulado que se formó en su garganta, como lo hacía cada vez que Ezra le dedicaba, en sus momentos de distracción, aquellos motes cariñosos y a la vez tan pasados de moda.

- Me gasté el dinero que tenía ahorrado para mudarnos.- fue lo que dijo el de cabellos rojos.

- Lo sé, estaba allí. Pero fue por un buen motivo, las zapatillas y el pantalón de diario de Adam lo hicieron llorar de lo ajustados que estaban.

Anthony guardó silencio un minuto. Luego decidió hablar de nuevo.

- No vamos a poder mudarnos aún.

- Bueno, eso es obvio.

- Si... obvio.- Anthony suspiró y por fin miró al otro- No te culparía si decides irte.- dijo finalmente, captando por fin el 100% de la atención del rubio.

- ¿Disculpa?

- Sé que no es muy cómoda la situación en la que estamos, así que... eso. No te culparía si decides buscar un lugar mejor. Sobre todo porque los realmente beneficiados con que estés aquí somos Adam y yo.

Ambos se miraron por un largo momento, hasta que de pronto Ezra bufó y enarcó una ceja.

- ¡Oh, vamos! Ya, no seas ridículo. Estoy perfectamente bien aquí. Y si fueras tan amable de servir la cena, te lo agradecería mucho ¡Muero de hambre!

Y mientras Anthony exhalaba un suspiro de alivio bastante visible, Ezra lo hacía de manera un poco más privada. Y es que la sola idea de dejar a ese par lo angustiaba como nada lo había hecho antes.

Y así la vida continuó para los habitantes del microdepartamento; y un mes se convirtió en dos, y dos en tres.

Ezra decidió buscar trabajo y, anecdóticamente, lo encontró en la heladería donde Anthony trabajaba de viernes a domingo, y fue por una completa coincidencia.

Sucedió un sábado en el que Ezra fue a pasar la tarde con los hermanos luego de cumplir sus horas en la biblioteca, asistir a sus clases de los sábados y seleccionar los textos necesarios para cumplir con los trabajos a entregar la siguiente semana.

Nada fuera de lo común la verdad, pues llevaba ya 3 semanas haciendo lo mismo, a pesar de las protestas de la dueña de la heladería, la señorita Beelz Bub, quien además resultó ser una prima lejana de Anthony y Adam por parte de su madre.

Y quizás era ese el motivo por el que la mencionada no terminaba de botar al compañero de piso de sus primos del establecimiento, aun cuando no escatimara palabras para quejarse de todas las muestras gratis que el pelirrojo le daba a su visitante, so excusa de saber si cada nuevo recipiente de helado tenía un buen sabor.

Y el asunto en cuestión fue que dado un momento cuando Beelz salió, se presentó una emergencia que obligaba a Anthony a salir también, por lo que éste le pidió de favor al rubio que lo supliese en la venta y despacho de helados.

- Solo serán unos minutos.- aseguró Anthony- Y no es como si no conocieras ya todos los nombres, sabores y presentaciones ¿Correcto? Por favor Ángel ¡Por favoooor!

Y Ezra no se pudo negar. Sólo serían unos minutos después de todo, y con suerte no serían muchos clientes durante ese tiempo ¿Correcto?

Pues no.

Fue como si alguien hubiese puesto un cartel extra atrayendo clientes a los 2 minutos de haber salido el pelirrojo del lugar.

Y en algún momento entre un cuasi ataque de pánico, y armarse de valor para enfrentar a los clientes, Ezra comenzó a dar sugerencias no solo sobre que sabores comprar, sino también sobre las combinaciones y presentaciones, todo acompañado de pequeñas muestras gratis.

¡Aquello fue un éxito!

Tal vez aún no fuese capaz de elaborar unos crepes decentes (aun cuando según Adam, los panques flaquitos cada vez eran mejores), pero siempre había tenido un paladar bastante refinado, y casi siempre sabía por instinto que recomendar.

Y entre tanto ajetreo, nunca se dio cuenta del regreso de la prima de Anthony, quien si bien en un primer momento miró fastidiada el asunto, pronto se dio cuenta que el gordito rubio era un excelente despachador de helados.

Luego de eso, no hubo mucho que decir.

Ezra fue contratado para trabajar los sábados y domingos, y aunque no era un gran sueldo, junto a lo que le daban por las horas en la biblioteca, casi y alcanzaba hasta para ahorrar.

Y los días y la vida siguieron pasando, y pronto fueron 4, 5, 6 meses ya viviendo juntos; y sin poder mudarse de departamento aún.

Ezra logró hacer crepes decentes y Adam emocionado pidió 4 para llevar al jardín de niños.

Cuando una semana después Anthony le pidió a Ezra que le ayudase recogiendo a Adam, porque ese martes Anthony se veía imposibilitado de moverse del taller si es que quería terminar a tiempo para ir a clases; el rubio terminó conociendo a 'Los Ellos', los tres amiguitos de Adam a los que les habían brillado los ojos al enterarse de que aquél hombre era el cocinero de los 'deliciosos pankes flaquitos' que el líder del grupo había llevado la semana anterior. Y de paso conoció a las madres de dichos niños, y a la singular maestra del grupo, la señorita Anathema Device, con quien de manera rápida formó una amistad basada en el amor de ambos por los libros peculiares, antiguos y de difícil adquisición.

Tras todo aquello, la vida para Ezra no pintaba nada mal, y si bien el sofá cama no era el más cómodo luego de tantos meses, la compañía, la independencia que por fin tenía y la tranquilidad compensaban cualquiera adversidad con creces.

Y si tal vez el corazón se le había comenzado a acelerar un poco cada vez que Anthony se quedaba a su lado... Bueno, Ezra trataba de no profundizar demasiado en aquello. No era como si el de cabellos rojos fuese a fijarse en él después de todo ¿cierto?

Así que la vida continuó, un semestre terminó y otro comenzó.

Por fin algo de dinero fue ahorrado, pero las cosas siguieron como estaban en cuanto a sus arreglos de vivienda, aunque otras iban cambiando de a pocos.

Y de todo, quien más cambiaba era Adam, quien parecía crecer a pasos agigantados, sobrepasando no solo la ropa, sino también otros aspectos.

Y así un día el niño pasó de 'Antel' a 'Ángel', y de los 4 a los 5.

- ¡Ángel!- el pequeño torbellino se abrazó a la cintura del rubio una mañana, mientras el adulto leía un artículo por encima del bol donde batía los huevos que iba a usar para hacer el desayuno.

- ¡Oaf!... ¡Vaya abrazo fuerte! Buenos días Adam.

El niño sonrió mostrando todos sus dientes.

- ¡Buenos días! ¡Adivina!

- Mmmm ¿Una adivinanza? ¡Oh, no soy tan bueno con eso y lo sabes! ¿Por qué tan solo no me dices que pasa?

- ¡Voy a tened fiesta!- anunció el niño de pronto con frenesí, y Ezra optó por mirar interrogante al hermano mayor que salía sin prisas del cuarto que los otros dos ocupaban.

- ¿Fiesta?

Pero no fue Anthony quien respondió.

- ¡¡¡Ziiiii!!!! ¡Y vendrán todos!

Los ojos de Ezra se abrieron confundidos.

- ¿Vendrán?

- ¡Ngk!... Adam cumple 5 hoy, así que le voy a cumplir el capricho el domingo, luego de venir del trabajo. Serán solo 3 ó 4 horas, espero que o te incomode Ángel.

- ¡¿Es tu cumpleaños Adam?! ¡¿Por qué nadie me avisó?! ¡Ni siquiera tengo un regalo decente!- exclamó el rubio con algo de desesperación, a lo cual el pequeño solo sonrió y lo abrazó aún más fuerte.

- ¡Tú edes mi regalo Ángel!- exclamó feliz y luego sonrió ladino- ¡Tú y pankes!

Una risilla escapó de los labios del pelirrojo mientras un aturdido pero feliz Ezra por fin devolvía el abrazo y lo coronaba con un beso en la frente del más pequeño.

- Crepes serán entonces ¿Para ti y para Los Ellos?

- ¡Sí!- celebró el niño, y Ezra volvió a besar su pequeña cabeza antes de sacar los ingredientes, aunque en el proceso cruzó miradas con Anthony, y no pudo evitar sonrojarse al ver como lo miraba.

- Ángel... gracias.

- No hay de qué, querido.- respondió el rubio volviendo a lo suyo, sin notar la reacción que sus últimas palabras habían ocasionado; cosa que hizo respirar con alivio a Anthony.

Ahora, quien si lo había notado fue el niño pequeño que aún estaba anclado a la cintura de su amigo Ángel, y quien llevaba ya un tiempo notando aquella actitud.

¡Adultos! Eran tan leeeentos.

Pero ahora que tenía 5 y ya estaba más grande, era hora de tomar el asunto en sus manos, porque si seguía así, de seguro llegaba a los 10 y los otros dos terminaban tristes, viejos y solos sin decirse nada.

Manos a la obra.

Los siguientes días terminaron con muchas situaciones comprometedoras entre los dos jóvenes adultos, gracias a las maquinaciones infantiles del tercero en la relación. Y aunque pareciera que aquello no dio grandes resultados, el perpetrador conocía lo suficiente a sus víctimas como para saber que estaba obteniendo avances significativos.

Ya no era solo Ángel el que se sonrojaba visiblemente, Tony también lo hacía; y si antes se portaba solo un poco torpe al lado de Ángel, ahora era un desastre.

Solo necesitaban un último empujón.

El domingo fue perfecto. El microdepartamento fue arreglado antes de que Anthony, Ezra y Adam saliesen a la heladería a trabajar, y Beelz incluso fue lo suficientemente generosa para dejarlos salir temprano ese día, junto a un envase de 5 litros de helado del sabor que más había quedado.

Para las 4 de la tarde, tanto Los Ellos como las madres de Pepper y Brian estaban presentes, al igual que Newton y la señorita Anathema, quien se veía muy divertida ante un bastante nervioso Newton.

Por su parte, Anthony había horneado un pastel de regular tamaño mientras que Ezra se había encargado de las bebidas y los bocaditos, y entre los 2 y con ayuda de Adam habían elegido la música, decoraciones y pequeños juegos para distraer a los niños.

Fue un poco caótico, pero absolutamente divertido; y tras retirarse el último de los invitados, tanto el niño como los dos adultos se desparramaron en el sofá felices y cansados.

Ezra arrugó la nariz de tal manera que hizo reír a Adam, que de momento lo estaba observando.

- El lugar es un desastre. Menos mal que mañana toca hacer limpieza.

- Motivo por el cual la fiesta fue hoy y no ayer.- respondió Anthony con un poco de burla.

- Obviamente.- dijo Ezra rodando los ojos.

- Obdiamente.- vino la voz cansada de Adam antes de añadir- Tony, tendo sueño.

Anthony suspiró.

- Bien, si... Supongo que es hora de ponerse la pijama, lavarse los dientes y a la cama ¿Si?

- Sipi.

- Yo limpiaré un poco aquí y también me iré a dormir. Mañana será otro día.- convino Ezra, y Anthony le dio un verdadero vistazo al lugar.

- Oh, Ángel... No pensé... Pongo a Adam en la cama y te ayudo.

Pero Adam decidió actuar y darles ese empujón necesario que faltaba. Después de todo, en la tele los novios y los papás dormían juntos, así que...

- Vamos a dodmir a la cama Ángel, limpamos mañana.- y para reforzar su punto, el adormilado niño bajó del sofá y tomando en cada mano la mano de uno de los adultos, comenzó a jalarlos al cuarto.

- ¡Adam!- se quejó Ezra, aunque no con mucha fuerza que digamos.

Mientras que Anthony confrontaba pros y contras en su cabeza, y la verdad era que la mini sala estaba hecha un desastre.

- Es solo una noche Ángel, y estoy muerto. Mañana dejamos la sala como nueva luego de dejar a este diablito en el jardín de niños.

De nuevo Ezra no se quejó demasiado, por decir nada; y tras cambiarse los tres a sus pijamas, se las arreglaron para acomodarse en la pequeña cama. El sueño vino sin sentirlo debido al cansancio de las actividades del día; y no fue hasta la mañana siguiente que Ezra fue consciente de lo que sucedía alrededor, con él durmiendo en una cama en lugar del sofá cama, y con un cuerpo sólido enredado en el suyo.

Uno que no tenía tamaño pequeño.

Anthony.

El aliento se le congeló en la garganta mientras se daba a sí mismo el valor de abrir los ojos. Tragó con dificultad.

Había una despeinada mata de cabello color fuego asentada en su pecho, y largos brazos y piernas lo apresaban y ajustaban, y no de una manera incómoda... en lo absoluto.

Ezra volvió a tragar.

Sería imposible moverse sin despertar a Anthony, así que no había manera de ahorrarse el momento bochornoso por un lado, aunque por el otro...

Su corazón latía tan fuerte que casi enmudecía sus pensamientos.

Por el otro lado, la verdad no le molestaba en los absoluto despertar así... en lo absoluto.

Al final se quedó observando al otro dormir, hasta que las ganas de ir al baño aparecieron.

Ezra se mordió el labio inferior.

- Anthony... ¡Anthony!- susurró con urgencia, tratando de no despertar al pequeño de 5 años desparramado al otro lado de su hermano mayor.

Unos asueñados ojos color miel se abrieron, aunque unos segundos después parecieron estar por completo despiertos y alertas, sobre todo tras registrar la situación del momento.

Un pequeño siseo inundó el lugar, uno que Ezra había aprendido a asociar a un Anthony nervioso.

- ¡Ángel! Yo... yo...- al parecer Anthony no estaba tan despierto, pues no encontraba las palabras adecuadas para decir lo que deseaba.

Aunque de pronto Ezra tampoco las poseía, solo podía ver a Anthony a los ojos mientras su mente se tornaba un caos.

- ¿Ya son nodios?- preguntó una tercera e infantil voz, aún llena de sueño. Y la pregunta hizo a los otros dos por fin separase y alejar la mirada el uno del otro.

- ¿Qu...? ¿Cóm....? ¡¿De qué hablas?!- preguntó Anthony casi fuera de si.

Adam solo rodó los ojos, bostezó, se sentó y frotó sus ojos con pequeños puños, antes de mirar a su hermano mayor.

- En la tele, cuando se gustan, ya son nodios luego de dodmid juntos. A Tony le gusta Ángel. A Ángel le gusta Tony. A mí me gustan los dos ¿Ya son nodios?

Y es que en serio, los adultos eran condenadamente lentos.

Y hablando de dichos adultos, ambos eran una oda al carmesí, pues a esas alturas no solo sus rostros portaban dicho color.

Y como era de esperarse, ambos comenzaron a disculparse a la vez, asegurándole al otro que nada tenía que cambiar por culpa de sus sentimientos no correspondidos, solo para dejar de hablar de manera abrupta al, por fin, escuchar lo que el otro tenía que decir.

Los sonrojos se acentuaron, las miradas y los dedos se entrelazaron nuevamente, y las sonrisas fueron las que hablaron por un par de minutos.

Aunque para frustración de Adam, todo acabó pues Ezra pronto se tuvo que alejar de la cama ya que aún quería ir al baño, y Tony lo metió allí para lavarlo apenas salió el rubio, quien además había aprovechado para darse una ducha rápida y cambiarse, antes de empezar a preparar el desayuno.

Para más frustración, los adultos decidieron llevarse las cosas con calma. Después de todo, Adam aún compartía cama con su hermano mayor, y los dos mayores no tenían ningún apuro.

Anthony quería cortejar de manera apropiada a su amado, y Ezra estaba completamente de acuerdo. Así que Ezra continuó durmiendo en el sofá cama y Adam con su hermano mayor en la cama del cuarto, y todo siguió siendo desesperantemente lento, aun cuando esos dos se acurrucaban y daban besos de vez en vez.

Es que ¡En serio! En la tele hasta se casaban y tenían hijos antes de que acabasen las pelis.

Lo dicho: Leeeeentoooos.

Y la vida continuó, los semestres terminaron y otros nuevos comenzaron, ambos jóvenes fueron forzados a tomar más responsabilidades y comenzar a pensar en sus temas de tesis, además de cumplir con todas sus responsabilidades, pero ninguno se quejaba. Estaban juntos y eso los hacía sentirse no solo felices sino también fuertes, y eso era lo importante.

Anthony tenía ya elegido su tema desde hacía mucho, la empresa que algún día formaría y que sería su legado para Adam, tal y como le había comentado a Ezra en alguna ocasión en una conversación al inicio de su amistad.

En cuanto al rubio, nunca pensó encontrar la idea perfecta gracias a Anthony, pero así fue y eso solo lo hizo enamorarse más.

Ahora bien, para poner en contexto la situación, hay que esclarecer lo dicho anteriormente.

¿Semestres terminados y otros nuevos comenzados?

Estaban a 2 semanas del cumpleaños 6 de Adam, el tiempo realmente había pasado.

¿Ambos jóvenes fueron forzados a tomar más responsabilidades?

Unos meses después de la fiesta y de iniciar el noviazgo, Adam encontró a este adorable perrito al que llamó, bien, Perro; y por el cual invocó a lo más profundo de los sentimientos tanto de Anthony como de Ezra, por medio de su mejor mirada de cachorrito y de un discurso devastador que iba por las líneas de 'Pero Perro no tiene a nadie más que a nosotros Tony ¿Lo vas a dejad solito?'. Y si Anthony no se puso a llorar en ese mismo instante recordándose a sí mismo, sin nadie a quien acudir y con un niño de pronto dependiendo de él... Bueno, fue de puro milagro.

- Igual ya va siendo hora de mudarnos querido. Tal vez algo con dos habitaciones ¿Adam y su perrito podrían dormir en una? Y en la otra...

Y allí estaba su Ángel, aliándose al pequeño demonio.

Bien, era cierto; hacía mucho que tenían lo suficiente para mudarse, así que... lo hicieron.

Era más dinero, pero lo valía.

A Adam no le chocó ele tener cuarto propio, pues de inmediato comenzó a compartirlo con Perro; y en cuanto a la pareja, pues al parecer se acababa el noviazgo y comenzaba la convivencia, y ninguno podía estar más seguro de dar ese nuevo paso.

A eso le siguió una oportunidad que Ezra no pudo desperdiciar ¡Una plaza de practicante en la Biblioteca Británica!

Anthony y Adam fueron los primeros en animarlo a continuar, aunque ello significase nuevos cambios en las vidas de los 3. Así que juntó la documentación necesaria (que afortunadamente había sacado de la casa de su madre al irse) y aplicó.

Y esperó.

Y siguió esperando, hasta que salió seleccionado a la siguiente ronda.

Estudió para las pruebas escritas, se preparó para cualquier entrevista personal y cuando por fin salió la plaza con su nombre en ella, casi no lo pudo creer.

Renunció a la heladería o trató de hacerlo. Beelz no lo dejó partir del todo hasta que entrenase a alguien para ocupar su lugar (a lo que Anthony rodó los ojos), así que de momento iba los domingos por la tarde, pasando de esa manera los domingos por la tarde con su familia, aunque eso no duraría mucho. Ya habían encontrado a alguien y unas semanas seguro serían suficientes para entrenar a la persona.

Y en cuanto a su puesto en la biblioteca universitaria, había concluido las horas necesarias, así que todo bien por ese lado.

Y es que las prácticas en un lugar como aquél le exigieron incluso más de lo que Ezra pudo siquiera imaginar, pero con Anthony apoyándolo a cada paso del camino, Ezra se sintió capaz de hacerlo todo.

Y su desempeño fue tan bueno que se le ofreció al final de los 6 meses de prácticas un puesto de aprendiz de restaurador de textos antiguos.

Ezra casi no podía creerlo. Empezaría el mes entrante.

Pero lo más increíble no fue aquello, sino el cómo Anthony salió de la nada con su tema de tesis.

Fue en una ocasión donde el de cabellos rojos se devanaba los sesos tratando de terminar un programa de sistema para uno de sus trabajos de la universidad; que siendo aquél su último semestre, los cursos eran un horror.

Por supuesto, el rubio salió en su ayuda, realizando la codificación del programa casi sin pestañear.

Anthony lo llenó de halagos por ello, pero Ezra solo besó su mejilla sin tomarlo muy en serio.

Sin embargo, cuando el profesor que le fue designado a Ezra aquél semestre como asesor de investigación para su trabajo de tesis y le comenzó a pedir un tema, Anthony sacó de nuevo el asunto a colación, aunque en un principio el rubio no entendió el por qué.

Siendo sinceros, Ezra imaginó que Anthony iba por el mismo camino de Michael e iba a pedirle que hiciese la base del sistema de su compañía de telecomunicaciones, pero su amado lo sorprendió sin duda al exclamar.

- ¡Un sistema para la biblioteca!- dijo con una sonrisa emocionada- ¡Imagínalo Ángel! ¡Juntarías tus mejores dones en un solo gran proyecto! Los dejarás pasmados.

Lo dicho ¿Cómo no volverse a enamorar de ese loco?

A su asesor la idea le encantó. Es más, lo hizo redactar el proyecto de tesis casi de inmediato y con la misma premura se lo aprobaron.

Y así, la vida cambió un poco más, pero junto a Anthony y a Adam, Ezra había aprendido a ser completamente adaptable.

Ahora solo faltaba una cosa.

Era hora de contarle sobre su pasado a Anthony, pero antes... era hora también de volver a casa y enfrentar a su familia, poniendo los puntos sobre las ies.

Se decidió por un día luego de terminado el semestre, pero antes de empezar su nuevo puesto en la biblioteca; y la suerte quiso que justo el lunes qu Ezra eligió como 'el día', Anthony tuviese una entrevista importante de la cual Ezra no había nada, y de paso que Adam no tuviese clases.

Bien, pues Ezra iría a casa junto a Adam y a Perro entonces, nadie lo iba a parar.

Y si a alguien no le parecía, pues que pena.

Fin del segundo capítulo

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Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece. Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final. Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá. Gracias


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