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Historias perv-didas. por SigmaIII

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Notas del capitulo:

Hola, continuamos con "Escucho tu voz" Capítulo 8. Seguimos con Bill. 

ACOTACIONES:

-Diálogo de un recuerdo- 

"Pensamientos"

8. Escucho tu voz. 

Los gemelos se marcharon. 

Bill miró el retrato del director con gran pesar. Deseaba algo inalcanzable y eso lo hacía desearlo más. Pero también era el móvil que necesitaba. Vestir el cuerpo de Stanley lo mantenía seguro en esta dimensión, pero también limitaba sus poderes. Seguía atrapado, salvo pero prisionero de las limitaciones físicas de esta forma. Pero si salía por el portal, podría mostrarse como realmente es. Sólo quería mostrárselo, que no mentía. Tomarlo por la fuerza. Porque en persuadirlo había fallado….. 

Podía ofrecer lo que fuera a cambio. Pero….

 

-¿Qué quieres Luz Roja? ¿Más fama, recaudaciones cuantiosas para mejorar este lugar? Lo que quieras lo puedes tener.

-¿Lo que sea?

-Lo que sea. 

-¿Aun si es imposible? 

-Lo imposible no existe. 

-Tal vez tu podrías darme algo muy valioso. 

-¿Qué cosa? 

-La satisfacción de ayudarte- Bill se dio vuelta enfadado y se fue dejándolo solo.

 

………

 

No tenía ánimos, quería regresar a su habitación. Bill caminó al interior del edificio, buscaba dejarse caer en la cama. Aterrorizaría el manicomio después. 

Al llegar a la puerta se paró en seco. Luz Roja estaba allí. 

-¡Sabía que querías estar a solas conmigo!

-¿Ese pensamiento es mío o tuyo? 

-Ya lo sabes- Bill lo abrazó, el director de inmediato pero tranquilamente le soltó las manos y lo apartó. 

-Vino tu hermano, debes estar contento.

-No es mi hermano- El demonio alzó de hombros.

-Es idéntico a ti. 

-¿Hablaremos de él o de mí?- Se recargó contra la pared, cerca de la ventana. 

-De ti, ya no me quedan terapeútas, los rechazaste a todos. El último pidió licencia, pero sé que no volverá. 

-¿Qué harás?

- Me niego a suspender tu tratamiento. Ya encontraré un reemplazo. 

-¿Por qué no haces tu mismo el trabajo?, es tu hospital. 

-Del estado.

-¿Tienes miedo a fracasar? 

-Actúo de acuerdo a los lineamientos. 

-Yo creo que me temes.- El director se soltó a reír, algo inusual porque a menudo se mostraba serio. Esa risa auténtica, en otro momento a Bill le habría complacido, pero ahora mismo sentía la ira recorrerle el cuerpo. Odiaba no ser tomado en serio.

-¿Ese pensamiento es tuyo o mío? 

-Es lo que deberías sentir. Yo asesine a muchas personas- No mentía. 

-No Stanley, aquí no, guárdalo para la terapia- El director dio unos pasos hacia la puerta para marcharse. 

-¿No vas a escucharme? ¡Estoy confesando!- Quería retenerlo más tiempo, aquí en su alcoba. -¡Mate a mis padres! ¡Los mate a todos!-  

Hasta donde recordaba, solo hubo lesiones menores. El director tuvo el instinto de revisar el expediente, aunque lo conocía a profundidad. Por supuesto no lo hizo, se detuvo para seguir prestando atención. 

Algo que cabe agregar es que Bill podía leerle la mente, algo muy conveniente que podía usar a su favor, pero había dejado de hacerlo porque nunca le gustaba lo que encontraba. Y sin embargo, a menudo rompía su propia regla y cometió el desatino de hacerlo otra vez. 

 

“Aquí vamos otra vez, a presumir de un crimen que sólo sucedió en su cabeza….aunque para él es real….presumir, presumir, vanagloriarse ¿Cuando irémos a la parte de la culpa?…” 

-¿Culpa? ¿Qué culpa? - El director se estremeció pero se mostró tranquilo. -¡Yo no….!- Pero Bill se cayó. Aunque se negara a aceptarlo, si Luz Roja lo decía tenía que ser verdad. Tras años en esta institución, si algo aprendió, es que este hombre tenía todas las respuestas que el mismo no se podía dar. Era muy triste, a este hombre le pagaban para poder entenderlo. Y aunque lo hacía, no sentía el mínimo interés por él. Aborrecía esta terrible verdad y la propia -¡Yo no siento ninguna culpa!- Se negaba a creerlo.  - ¡Yo no tuve la culpa! ¡Fue un accidente! 

-¿Accidente?- Bill se odio por hablar de más, no podía abrir la boca sin que este usará lo que dijera en su contra. Pero el director ya no dijo nada. En parte porque sabía que el primer paso, para Bill ya había sido dado y se encontraba agotado por ello. Acosarlo no ayudaría en nada. 

Pero Bill no quería que se callará, porque en el fondo, muy en el fondo quería ser recriminado por su crimen. Y como siempre, no haría por complacerlo, el director se marchaba. Bill se enfureció. Aunque lo amaba ¿Cómo este hombre podría entender la desesperación que sintió?

Y se sintió tan sólo. Se dio cuenta de que estaba llorando cuando las lágrimas surcaron sus pómulos. El débil cuerpo que ocupaba no resistía más emociones. ¿Cómo es que había caído tan bajo?

Estaba muy lejos de obtener lo que quería. A salvo pero preso en este maldito cuerpo.  Al menos en las pesadillas podía ser libre, pero condicionado por un maldito reloj que marcaba el tiempo para que su dimensión se fracturara. 

El pánico lo invadió. Un miedo que no había sentido antes. ¡No había escapatoria! Su única salida era Seis dedos. Si construía el portal. ¿Y si no lo hacía? ¡No, no, no. no! ¡Pero claro que lo construiría, lo que fuera por devolverle el cuerpo a su hermano tonto!

 

-¡Sólo quiero salir de aquí! 

-Pide tu alta.

-¡Ayúdame! -Se arrojó a él y lo abrazó- ¡Sálvame! ¡Mi mundo se rompe! 

-Ayuda la tienes Stanley- El director no correspondió al gesto pero tampoco lo rechazo.

Bill rió,  aun siendo un imbécil insensible cómo lo quería, luego se soltó a llorar. Si se hubieran conocido en otra forma, en otro tiempo….. 

En otra forma… en otro tiempo…

-Es este….-Lo miró. -¡Es aquí!- Estaba convencido de que este era el punto. En el que podría enmendar lo que hizo. 

Cómo cuando la salamandra le dictó esa advertencia. 

-....Sólo tienes que aceptarla- Terminó el director. 

 

-Axolotl- Nunca quiso llamarlo. Sintió que pronunciar su nombre era como inculparse de un crimen. Era aceptar la derrota. La verdad. 

 -Así se llama mi hermano- 

-¿Quién te crees que eres? ¡Ese humano es de mi propiedad! 

 

Bill lo agarró por la camisa.  Se dio cuenta de que quien fuera quien poseía al director era un ente muy poderoso. Tan así que brevemente se sintió intimidado. Eso no le impedía hervir de enfado. Y luego se sintió tan tonto. ¡Pero claro que Luz Roja estaba siendo poseído! Ni en su más desquiciado estado entraría adrede a su habitación. El tipo siempre hablaba con las personas en espacios abiertos. Era terriblemente previsor. 

 

-Sólo le hice creer que estamos en el patio. Tu conversación fue auténtica- Bill se frustró tanto. Se dominó lo suficiente y lo soltó. 

-¿Y bien? ¿Qué quiere la salamandra de mí? 

-Ya destruiste un mundo. Romper otro no te ayudará.

-¿Entonces qué hago? 

-Debes cumplir tres ritos primero. Luego esperar instrucciones-

Hubo un silencio. 

-Estoy jodido ¿Cierto? 

-¿Te soy sincero? Sí-

Continuará.... 

Notas finales:

Gracias por leer, saludos. 


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