Dos puntos de Vista
Dos mariconas sentadas en uno de los bancos del parque.
Eso es lo que veía la gente que pasaba por la calle que atajaba entre el parque y la cafetería ‘Glen's'. Dos chicos jóvenes y atractivos tomados de la mano e ignorando todo alrededor. Algunos cuchicheaban sobre lo asqueroso de lo que hacían, otros les ignoraban, y otros le lanzaban comentarios hirientes, como ‘Mariconas, nenazas, chupa pollas' etc. Pero los jóvenes ni caso... al menos uno de ellos
Mario, el más joven, de diecisiete años, moreno, ojos verdes, y no demasiado alto luchaba contra las ganas de refugiarse en el pecho del mayor, Ángel, de veintiséis años, castaño de ojos negros y una burlona sonrisa en su rostro. El menor quiso matar a su pareja cuando le besó, sacando muecas de ascos de las personas de su alrededor.
-Ángel, compórtate... Por favor-Casi suplicó lo último, con mucha vergüenza en su cuerpo.
-Me comporto, cielo, sólo beso a mi novio, no es un crimen-Le dijo acomodándole un mechón de pelo negro tras la delicada oreja
-Pero la gente... -Dijo. No le importaba lo que dijeran, o eso quería creer. Pero que lo mirasen de esa forma tan fija e inquisitiva le ponía de los nervios.
-Bueno cielo, asúmelo. Si estás conmigo no soportaré niñerías de ese tipo.-Le dijo un poco molesto, le hería esa aptitud.
-¿No te molesta que te llamen maricona?-Le preguntó un poco molesto, era su auto defensa.
-Cielo, desde el momento que me comí una polla soy consciente de que soy una puta maricona-Le dijo irónico
-... ¿Y no te molesta?-Le siguió preguntando
-¿Te molesta tener polla?-Inquirió
-No
-¿Te molesta comerla?-Le cuestionó de nuevo
-No-Dijo rápidamente
-Enhorabuena, Ya eres una jodida maricona -Le dijo irónico y burlón-¿Te molesta?-Preguntó una vez más.
-No... Pero si que me llamen maricona por la calle-Le contestó como si fuese evidente.
-Acéptalo, somos mariconas, y ellos adictos al marisco-Dijo, medio enserio medio en broma.
-No te entiendo-Dijo confundido.
-No es necesario que lo hagas, Sólo ten clara una cosa: Eres una puta maricona, pero no una mierda, mantén la frente en alto, eso les jode.-Y le besó. Y para su sorpresa y agrado Mario profundizó el beso.
La gente que pasaba por al lado hicieron evidentes muecas de asco, que la pareja ignoró, demasiado metidos en su mundo como para percatarse. Se besaron largamente, de manera lenta y pasional, pero sin dejar la dulzura y delicadeza de lado. Cuando se separaron, Mario abrazó fuerte a Ángel y siguió hablando de lo mismo de antes.
-No sé como logras ignorar a los capullos que te llaman maricón, nenaza, y cosas así-Le dijo, sin atreverse a levantar la mirada.
-Luego de tantísimos años soportando mierdas de esas, aprendes a decir con orgullo y la frente muy alta: Sí, soy un maricón y un chupapollas. Y mierda, me encanta serlo-Le dijo con una corta carcajada y acariciando su espalda.
Un imbécil, como la pareja lo denominó al rato, se les acercó chulo, con una mirada de asco y superioridad oculta tras una falsa sonrisa. Se señaló el paquete y dijo en dirección a Ángel:
-Hey guapo, ¿Te hace una mamada?-Nada más decirlo se rieron él y su grupillo de pacotilla formado por cinco o seis niñatos.
-Sí, este de aquí al lado-Le dijo con muchísima ironía, arrancando una risa entre nervioso, graciosa y avergonzada de Mario.
Los chicos le miraron con furia, pero se fueron antes de hacer alguna tontería... como partirle la polla a ese grandísimo maricón. Mario le dio un golpe suave en el hombro a su pareja y le miró con un poco de enfado.
-No airees nuestras intimidades, bobo
-Es un hecho, cielo-Y le dio un suave beso.
-Tonto-Le sonrió dulcemente-A veces me pregunto como logramos estar juntos siendo tan diferentes
-Obvio que gracias a mí-Ante la mirada de "Claro, que yo me lo creo" que le lanzó su novio, le dijo-Porque es un crimen dejarte ir
-Oh, que tierno-Pero cuando su novio se rió no supo si tomarlo en serio o a broma, y le dijo furibundo-¿Nunca te tomas nada en serio?
-Cielo, cuando jodo lo hago muy en serio-Y volvió a reír, ganándose un buen golpe en el costado-Hey fiera, para el carro. Lo decía en serio, pero sabes que la miel no me gusta-Trató de besarlo pero Mario no quería.
-Odio cuando te comportas tan... tan... joder, ni las palabras me salen-Y se separó de su lado. Una chica les lanzó una breve mirada, pero como todos desde hacía unos minutos, les ignoró.
-Sabes que es mi manera de ser. No veo el mundo de color de rosa, no puedo hablar como si lo fuera.-Dijo serio
-Ni crees en el ‘Amor' y estás conmigo-Le reprochó
-Ya hablamos de eso, Mario no te comportes como un crío otra vez.
-Soy un crío al fin y al cabo. Un crío al que dices amar y con el que jodes
-No tergiverses las cosas. No des excusas. Te quiero demonios, pero eso no quita que no crea en ese amor de cuentos que todos planean alcanzar.
-Yo también quiero alcanzarlo-Le expuso
-Todavía eres joven
-Joven, que no tonto-Le echó en cara
-Mario... ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué soy feliz, qué todo es perfecto? Lo es, cuando estoy contigo por un instante soy feliz y todo es lindo y perfecto. Pero no dura siempre. Míranos
-Sé sincero Ángel, nunca te digo que no lo seas. Pero no quiero que seas tan irónico conmigo. Nunca sé qué parte de lo que me dices es real y qué una ironía.
-Te quiero. Es lo más sincero que puedes arrancar de mis labios. Pero la vida no es tan tierna y confiable como para ser siempre sincero en ese tipo de cosas. Tú te defiendes del mundo con tu burbuja, yo con mi ironía.
-Ángel... nunca logro entenderte. Nunca sé como hacerlo.
-Cielo, tenemos dos puntos de vista diferentes, una visión única de la vida. Aceptemos la del otro y seamos felices el tiempo que sea posible. Me duele discutir contigo aunque no lo creas.
-Siento ser tan impulsivo-Le abrazó-Siento tanto ser tan incomprensivo a veces-Susurró.
-Vamos, es parte de la vida, ya te dije. Disfrutemos al máximo, sin miedos ni dudas. No te arrepientas de lo hecho, sino de lo que no hiciste por cobarde
-Y... -Su frase quedó en el olvido, al sentir los labios del chico que amaba en los suyos. Sus inicios no fueron fáciles, de hecho, estar juntos ahora tampoco lo era.
Pero quisieron arriesgar, desafiando a la sociedad, a sus familias, a la diferencia de edad, a sus propias personalidades. Ahora sólo les quedaba seguir luchando.
Fin