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94. Silk Room (08) por dayanstyle

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Jong Bin paseó en su sala de estar, retorciéndose las manos, mientras esperaba a su mejor amigo consiguiera traer su trasero allí. ¿Qué había hecho? Esperaba que el Rey Masao, derribara la puerta, en cualquier momento. Nunca había oído hablar de que otra hada fuera antes, en contra de su ley, así que no sabía qué esperar.

Se frotó la mano sobre su cuello. ¿Tal vez decapitación? ¿O iban a arrojarlo en una celda en alguna parte y tirarían la llave? No sabía qué era peor, una muerte rápida o estar encerrando hasta pudrirse por el resto de su vida, extremadamente larga.

Cuando llamaron a la puerta, dio un respingo por la sorpresa. Su corazón latía horas extras, mientras revisaba para ver quién estaba allí. El mirar a escondidas más allá, de las millones de plantas que estorbaban su ventana, estaba aliviado al ver a Jung Shin.

 

—Date prisa —dijo, mientras abría la puerta y luego tiró a Jung Shin al interior. Cerró la puerta de un portazo, apoyando la espalda contra ella, mientras trataba de recordar cómo respirar. —¿Viste a alguien alrededor de mi casa?

Un ceño se frunció, entre los ojos de Jung Shin. —¿Has estado de nuevo, jugando en tu jardín?

Apretó los dientes. —No lo hice. Esto es serio, Jung Shin.

El shifter cisne se sentó en su mullido sofá. —¿Jodiste con un hombre casado y su pareja los descubrió?

—Sabes que no sumerjo los dedos de mis pies, en las charcos de otras personas —dijo, mientras empezaba a pasear de nuevo.

—No fue sobre los dedos de los pies, en lo que estaba pensando. —Jung Shin rió. —¿Le debes a un corredor de apuestas?

Se detuvo. —¿Por qué en todo lo que piensas, es en un mal escenario?

—Porque—Jung Shin dijo, —la gente por lo general, no entra pánico por algo bueno.

—Esto viene de un tipo, que entró en pánico cuando se encontró con su pareja —, le señaló.

—Aduzco demencia momentánea—dijo Jung Shin. —Fue una situación abrumadora.

El cisne lo miró. —¿Estás entrando en pánico, porque has encontrado a tu pareja, o tu ultima pareja sexual es todo un acosador?

 

—¿Vas a simplemente dejarme enloquecer, sin todo ese interrogatorio? — Preguntó.

—Con tal de que me cuentes, por qué estás enloqueciendo —dijo Jung Shin.

—Una vez que lo hagas, te prometo que no interrumpiré tu fusión nuclear.

Alzo las manos. —Me aparee con J.Jun, que está en contra de las leyes de las hadas. No se nos permite aparearnos fuera de nuestra raza, y ahora me temo que el Rey Masao enviará a sus guardias, para arrastrarme a su palacio, así puede decapitarme.

Jung Shin apretó sus labios, mientras asentía.

—¿Y bien? —Preguntó, con voz aguda. —¿No vas a decir nada?

—Me dijiste que no interrumpiera tu colapso —señaló Jung Shin. —¿Y quién es J.Jun? —Las cejas del cisne se alzaron. —Oh, Dios mío, ¿te refieres al sexy vampiro, Jun?

—Sí, él —dijo, con un cabeceo.

Jung Shin rió entre dientes. —Tienes buen gusto. No tan bueno como el mío, porque Jong Hyun es un tigre estupendo, pero tienes buen gusto.

 

Lo miró boquiabierto. —¿Te digo que puedo sufrir represalias por ello y tu estas comparando parejas?

—Sin referencias a aves —dijo Jung Shin. —Me dan bastante de esas, en casa.

¿Sabes que Jimmin, todavía me mira fijamente, como si me estuviera considerando para la cena? No puedes creer en el tipo de presión, bajo la que vivo en ese lugar.

Se pasó una mano, por la cara. —¿Podemos hacer frente a un problema a la vez?

—Claro, claro—Jung Shin asintió. —Voy a poner mi inevitable muerte en un segundo plano, por tus problemas.

—Gracias —dijo secamente. —Ahora, ¿qué demonios se supone que debo hacer?

—¿Llamar a tus padres?

—No eres de ninguna ayuda. —Sus padres eran las últimas personas, a las que quería llamar.

—Estoy intentando serlo, pero como no tenía ni idea acerca de esta ley de hadas o que tenias un rey, estoy intentándolo. —Jung Shin se levantó y empezó a caminar con él. Sus manos estaban escondidas detrás de su espalda, y tenía una expresión seria en su rostro.

—¿Por qué no cambias tu nombre y te mudas a otro estado? —Preguntó Jung Shin.

 

—Porque eso funcionó fabulosamente para Jay —, le recordó al cisne. Jay era conejo y acoplado a uno de los hombres, que vivían en la casa de los Lee. Se había visto obligado a entrar en protección de testigos, volar a mitad de camino del país, y ocultarse en Dalton Falls.

Los tipos malos, lo encontraron.

Ambos se detuvieron, cuando llamaron a la puerta. Miró a Jung Shin. —Por favor, dime que tu pareja está contigo y está perdiendo la paciencia.

El cisne negó con la cabeza. —Jong Hyun y algunos de los chicos, salieron en sus motocicletas para dar un largo paseo. No volverá hasta dentro de varias horas.

—Entonces, ¿quién coño está en mi puerta? —Dijo, en un aterrado susurro.

—¿Ordenaste una pizza? —Preguntó Jung Shin.

Dio un bajo gruñido. —No, y tampoco ordené nada de Avon.

Jung Shin frunció el ceño. —¿Quién es Avon, y por qué lo pedirías? —Levantó una ceja. —Dime que no ordenaste un acompañante.

—A veces me pregunto sobre ti —, dijo en un bajo siseo.

 

—No soy el que ordena prostitutos —señaló Jung Shin.

Colocó su dedo contra el labio, mientras se arrastraba hacia la ventana, Jung Shin justo detrás de él. Se giró y miró al hombre.

Jung Shin se encogió de hombros. —Quiero ver al prostituto, que pediste.

—No pedí un prostituto —se quejó. Miró más allá de las plantas, para ver un Jaguar brillante estacionado en el frente. Podría ser J.Jun o uno de los hombres del rey.

—Esto es ridículo —dijo Jung Shin. —Nadie está detrás de ti.

El cisne se dirigió a la puerta. Fue tras él, luchando contra su mejor amigo. Forcejearon, mientras la puerta se abría. J.Jun se quedó allí, mirando con una ceja arqueada. —¿Estoy interrumpiendo algo?

Jong Bin estaba a horcajadas sobre Jung Shin, luchando con los brazos del hombre.

—Aleja a tu loca pareja, de mí —gritó Jung Shin. —Eres muy afortunado de que seamos tan buenos amigos, o te hubiera dado una descarga.

Se puso de pie y luego ayudó a su Jung Shin. Empujó rápidamente la puerta, cerrándola detrás de J.Jun.

—Es necesario, que permanezcas lejos de tu jardín —dijo Jung Shin con un puchero. Se dirigió hacia la puerta. —O por lo menos, comparte si vas a ir actuando como un chiflado, conmigo.

 

El cisne cerró la puerta detrás de él. Tendría que hacer las paces con Jung Shin. Tal vez un día de compras en Sugar Creek –si antes no lo arrastraban lejos de allí.

—¿Qué fue todo eso? —Preguntó J.Jun.

Abrió la boca para responder, cuando una oleada de náuseas lo golpeó. Se dio la vuelta y corrió hacia el baño, orando llegar a tiempo.

 

 

J.Jun había venido a ver a Jong Bin, antes de su reunión con Kenji. No estaba seguro de por qué su pareja y el cisne habían estado luchando, pero esa idea fue dejada de lado, mientras observaba al hada correr fuera de la habitación.

—¿Jong Bin? —Lo siguió. Arrugó la nariz, al oír el hombre vomitando hasta las tripas. —Jong Bin, ¿qué está pasando?

 

—Estoy ofreciendo mi cena, al dios de porcelana —le respondió, antes de que escuchara la descarga del inodoro.

Abrió la puerta y vio a Jong Bin enjuagando su boca. —¿Estás enfermo?

—Sabía que no debería haberme comido esas sobras de pollo, pero parecía tan buenas —dijo el hombre. Agarró su cepillo de dientes. —Debería haberlo tirado, ya que había estado en la nevera, durante una buena semana.

Hizo una mueca. —Me alegro mucho, de que no tengo que preocuparme por alimentos en mal estado.

Aunque no era atractivo beber de alguien que estaba enfermo. Toda la sangre no tenía el mismo sabor. Él podía decir, si el donante estaba sano o tenía algún tipo de enfermedad. Estaba contento, de que ya no tenía que preocuparse de beber algo, que sabía cómo si hubiera sido enterrado en un vertedero en primer lugar.

—¿Pensaba que tenías unos asuntos que atender?—Preguntó Jong Bin, mientras se cepillaba los dientes. —¿Por qué estás aquí?

—Para ver cómo estás —dijo, mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

—Estabas tan preocupado, por todo el asunto del apareamiento, lo menos que podía hacer, era ver cómo iban las cosas.

Jong Bin se detuvo, girándose para darle una mirada que decía, que no le creía. —Acabo de salir de tu casa, hace solo un par de horas.

 

Y se había sentido como una eternidad. Jong Bin estaba en su sangre, y odiaba que hubiera alguna distancia entre ellos. —¿Necesitas un aventón al trabajo?

—Puedo manejar —dijo Jong Bin. —Puedes acompañarme hasta mi auto, Ki Ho estará esperándome., en el estacionamiento de Silk Room.

Eso hizo que se sintiera un poco mejor, pero se habría sentido un infierno mejor, si Jong Bin estuviera en su casa, en el que todos podían vigilar a su pareja. Sabía que era una ilusión. Jong Bin era demasiado independiente, para estar atrapado en una habitación toda la noche.

—¿Estás bien ahora? —Preguntó, cuando Jong Bin puso su cepillo de dientes, a un lado.

—Estoy llegando allí —admitió Jong Bin. Palmeó su estómago. —Se necesita más que un pollo malo, para derribarme.

—Estoy seguro, de que pueden estar una noche sin ti, en el club —dijo. Su pareja parecía un poco pálido.

Jong Bin pasó junto a él. —Estoy seguro de que pueden, pero tengo un negocio que atender.

 

Echó un vistazo alrededor de la casa de Jong Bin. El hombre tenía una explosión de plantas, y todo parecía estar hecho de madera. Dejó escapar un bajo gruñido, cuando notó que las alas de Jong Bin estaban mostrándose. Estaba dispuesto a suspender su reunión con Kenji y pasar la noche explorando cada pulgada, del cuerpo de su pareja.

Jong Bin se giró y le guiñó el ojo. —Si estás aquí cuando vuelva a casa, puedes darle a ese gruñido, un buen uso.

Tiró a Jong Bin, a sus brazos. —Puedes contar con eso, ángel.

Una de las cejas de Jong Bin, se arqueó. —Realmente necesitas dejar de llamarme así. Estoy lejos de serlo.

—Entonces te llamare mi ángel travieso. —Podía decir, que Jong Bin estaba tratando de ocultar, el hecho de que no se sentía demasiado bien. Le exigiría al hombre que se quedara en casa, pero de nuevo, estaba empezando a comprender cuán obstinado podría ser el hada.

No tenía ganas de discutir con el hombre, antes de su reunión. Y él discutiría. No le gustaba el hecho de que Jong Bin todavía iba a trabajar, sabiendo que el asunto con Vincent, no había sido tratado. Tendría que haber matado al vampiro, pero la única razón por la que no lo hizo, fue porque no quería que Jong Bin lo viera como un asesino.

Sin embargo, se encargaría del hombre. Tan pronto como terminara con Kenji, cazaría a Vincent y le enseñaría lo que sucedía, cuando alguien jodía con su hada.

 

—Tienes una mirada extraña, en tus ojos —dijo Jong Bin. —Casi da miedo.

Empujó sus pensamientos a un lado, mientras le sonreía a Jong Bin. —Sólo estaba pensando, en que alguien flirtee contigo, en el trabajo.

—Vas a tener que superar eso. Tengo un club de strippers. El flirteo es parte de la norma. —Jong Bin se salió de sus brazos y agarró las llaves de la mesa, de su sala de estar. —¿Cuáles son tus planes, para esta noche?

Matar a un capo de la droga. —Sólo hacer algunas diligencias.

¿Le gustaba mentirle a su pareja? No. No le gustaba en absoluto, pero tampoco le iba a decir la verdad. Todavía no, al menos. Estaban recién acoplados, y acababa de ganar la confianza de Jong Bin. No quería perder eso, diciéndole al hombre, lo que hacía para vivir.

Miró su reloj y vio que tenía una hora hasta su reunión. Tenía que ponerse en marcha. —Vamos. Te acompaño a tu auto.

Jong Bin rió suavemente. —Mi auto está a veinte pies, de la puerta principal.

—Dijiste que podría acompañarte hasta él —, le recordó al hombre.

 

—Solo deseas manosearme —dijo Jong Bin. Sonrió. —Culpable.

—Creo que no es aconsejable, que me pongas todo caliente y luego me envíes a un club de strippers.

La ira le chamuscó las entrañas, mientras entrecerraba los ojos. —¿Tengo que conseguirte una niñera?

Jong Bin frunció el ceño. —Hazlo y te corto las pelotas. No necesito una maldita niñera, y pensé que estábamos tomándonos el pelo, mutuamente. —Su pareja, se pasó una mano sobre su pecho. —No me gusta toda esa cosa posesiva, así que ya basta.

Agarró la mano de Jong Bin y besó la palma. —Lo siento, pero la posesividad corre en mi sangre. Tal vez, no sea un punto favorable para ti, pero es lo que es.

Jong Bin abrió la puerta del auto, pero se giró hacia él. —¿Por qué tengo la sensación, de que tendré que dispararte?

—Ponte en la fila —dijo, mientras se dirigía a su auto.

 

continuara....

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