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94. Silk Room (08) por dayanstyle

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Jong Bin había pasado la mayor parte de la noche, con náuseas. Eso no había ayudado a su estado de ánimo. Le gritó a cualquiera, que tratara de hablarle y pasó la mayor parte de su noche, deteniéndose en la barra, pidiendo cualquier cosa que pensaba que podría asentar su estómago.

No podía entender, lo que estaba pasando. Nunca antes se había enfermado. Por supuesto, no contaba la vez, que había despachado una botella entera de vino fae y vomitó sus tripas, a la mañana siguiente.

Esto era diferente. Era como si una mano invisible, estuviera pegaba un dedo en su garganta. No le gustaba y quería que se detuviera. Peor aún, su estómago dolía muchísimo. Se sentía, como si estuviera retorciéndolo de dentro hacia fuera.

—Tal vez deberías, irte a casa y descansar —dijo Ki Ho con preocupación, en sus ojos grises. —No te ves bien.

 

Tal vez el hombre tenía razón. Había venido sólo debido a su terquedad. Sabía que J.Jun quería mantenerlo encerrado, y había luchado contra la idea. Eso le enseñaría a ser, tan malditamente obstinado.

Pero si se quedaba más tiempo, habría ahuyentado a todos sus clientes. Era como un león gruñón, con una espina clavada en su pata. —Llámame si me necesitas —dijo, mientras se apartaba de la barra. Tuvo a quedarse ahí por un momento y dejar que se asentara la ola de náuseas.

—Espera —dijo Ki Ho. El shifter lobo miro alrededor de la barra. —No iras caminando hacia tu auto solo.

—Estaré bien—Eructó y se sintió un poco mareado. —Si alguien trata de atacarme, vomitaré sobre ellos.

—No es gracioso. —Ki Ho se movió junto a él. —Con Vincent todavía en libertad, no voy a tomar ningún riesgo.

No tenía fuerzas para discutir. Ellos habían llegado a medio camino de la puerta, cuando hizo una brusca parada. Reconocería a los hombres del Rey Masao, en cualquier lugar. Vestían trajes de negocios, pero tenían un brazalete negro, alrededor de su bíceps derecho con la insignia real. Eran alas de color rojo, con una espada de plata en el centro.

Mierda. No podía permitir que lo vieran.

—¿Pasa algo? —Ki Ho camino de regreso a Jong Bin. —¿Por qué te detienes?

¿Vas a esta vomitar?

 

Estaría más que enfermo, si los guardias pusieran sus manos sobre él. Sólo había una razón por la que aparecerían en su club. Alguien les había dicho sobre su apareamiento. No estaba seguro de quién. Sus padres no lo sabían, y la única otra persona que estaba enterada era Jung Shin.

Confiaba en que el cisne, no hubiese dicho nada.

Había comenzado a ir a la puerta trasera, cuando vio a Vincent arrastrándose en el interior. ¿Por qué, oh por qué, no había escuchado a J.Jun? Nunca debió haber ido al trabajo. No cuando tenía un vampiro desquiciado tras él y sabiendo que había metido la pata, en cuanto a la ley de hadas.

Ki Ho entrecerró los ojos, mientras miraba en la dirección de Vincent. —Voy a matarlo.

Le agarró del brazo. —No tenemos tiempo para eso. Necesito que me saques de aquí.

El hombre no parecía feliz de no poder desgarrar a Vincent. Tal vez debería dejar que el shifter lobo lo hiciera, de modo que su lucha podría causar una distracción. No estaba realmente seguro de lo bien que el plan funcionaría, pero tenía que darle una oportunidad.

—Pensándolo bien—dijo, —saca a ese pedazo de mierda, fuera de aquí.        

Ki Ho entrecerró los ojos hacia él. —No te atrevas a irte, hasta que me ocupe de él.

Cruzó su corazón, a pesar de que había cruzado sus dedos, detrás de su espalda. —Lo juro.

El hombre resopló, como si no le creyera, y luego se abrió paso entre la multitud. Jong Bin se arrastró a lo largo de la pared, manteniendo los guardias en su línea de visión. Cuando uno de ellos miró en su dirección, se agachó detrás de una mujer, con una corta minifalda.

Consiguió un vistazo muy cercano de sus nalgas, más de lo que estaba dispuesto, pero eso era mejor que el ser descubierto.

Sabía que el aparearse con J.Jun, había sido una mala idea, pero a decir verdad, no lo lamentaba. ¿Por qué debería ser castigado por a quien el destino había elegido para él? Eso no era justo, pero estaba bastante seguro, de que al rey no le importaría eso.

El tipo era un anciano y tenía costumbres arraigadas. Que no sabía nada sobre los progresos actuales. Las leyes habían sido las mismas, desde hacía miles de años, y sólo porque estaba contento con quién estaba acoplado, no significaba que el rey iba a cambiar su obstinada mente.

La conmoción en la parte trasera del club, llamó la atención de los guardias, como había esperado que lo haría. Humano o no, nadie podía dejar pasar una buena pelea, y con el tamaño de Ki Ho, el hombre hacía un gran espectáculo.

 

Hablando de... ¿Dónde diablos estaba Mino? Iba a tener unas palabras con su guardia, por no presentarse a trabajar. Sin embargo, por el momento, su ausencia era la última de sus preocupaciones.

Mientras los guardias le daban la espalda, Hizo una rápida salida, sólo para parar en seco, cuando notó otros dos guardias esperando afuera. Se escondió detrás de un arbusto y maldijo.

¿Dónde estaba J.Jun, cuando lo necesitaba?

 

 

Si J.Jun tenía que quedarse sentado, durante otra reunión con Kenji, podría pegarse un tiro. Pero la próxima reunión sería la última. Se aseguraría de ello.

—Es mucho más inteligente, de lo que anticipamos —dijo Mino desde su lado. —Llegamos media hora antes, y él nos estaba esperando.

 

—Tendré que encontrar una manera, de ser más astuto que el zorro —, le dijo. Hasta entonces, tenía que ir a enfrentar a Jong Bin y explicarle al hada, por qué su guardia no se había presentado a trabajar. No era algo que estuviera esperando con interés, dado que Jong Bin parecía tan tenso por sus empleados que faltaban a su turno o salían temprano.

Sólo esperaba, no haber conseguido que despidieran a Mino.

Frunció el ceño, cuando se detuvo en el club. Había autos de la policía afuera, y vio a Jong Bin escondido, en un arbusto cercano. ¿Qué diablos estaba pasando?

Los policías no eran el Jefe Gun Woo o uno de sus hombres. Dado que el club de Jong Bin, se encontraba a las afueras de la ciudad, los policías estatales habían sido llamados.

Uno estaba allí, hablando con el barman, de espaldas a donde se escondía Jong Bin.

—Ves lo que sucede, cuando falto al trabajo —se quejó Mino. —¿Qué demonios hizo Ki Ho ahora?

La pregunta era, ¿en que se había metido Jong Bin? ¿Por qué su pareja se escondía en un arbusto? No sabía lo que estaba pasando, pero  planeaba llegar al fondo de la cuestión.

Se alejó de su auto y se dirigió hacia los policías. Había personas reunidas afuera, curiosos, que hicieron que el estacionamiento se sintiera un poco demasiado lleno.

 

—Estaba en mi derecho, el echarlo —Ki Ho discutió con uno de los policías.

—El dueño lo había prohibido.

—¿Echarlo?—El policía preguntó, con incredulidad. —El tipo parece golpeado como el infierno. Va necesitar puntadas.

Miró hacia donde estaba señalando el policía. Vincent.

Sabía que debía haber matado al bastardo, cuando tuvo la oportunidad. Se acercó a donde estaba escondido Jong Bin. Su pareja se quedó agachado, pero sus ojos se encontraron. Jong Bin negó con la cabeza, como diciéndole que no revelara su posición.

Los policías eran humanos, pero deberían haber sabido acerca de lo sobrenatural en Dalton Falls, ya que trabajaban en la zona. Era evidente no lo hacían, cuando dijeron que Vincent necesitaba puntos de sutura.

—¿Hay algún problema? —Preguntó a los hombres, cuando se acercó a Ki Ho.

—¿Y usted es? —Preguntó el policía, pareciendo irritado.

—El esposo del propietario —contestó.

 

El policía frunció el ceño. —Pensé que habías dicho, que el dueño del club era un hombre.

Ki Ho asintió. —Lo es.

La reacción del policía, lo dijo todo. El hijo de puta prejuicioso, le frunció el ceño, y él, a su vez, quiso poner su puño en la cara del policía. Ya había tratado con hombres como este policía antes, y nunca había sido agradable.

—¿Hay algún problema? —Repitió.

—No—dijo el policía, pero oyó el desdén en la voz del hombre. —Estoy escribiendo una multa por perturbación, y el Sr. Ki Ho vendrá a la estación, conmigo.

—¿Por qué? —Gritó Ki Ho. —¡Sólo hacía mi trabajo!

Vio como los colmillos de Ki Ho, amenazaban con alargarse. Si el shifter lobo no se controlaba, tendrían peores cosas con las que tratar, que un cargo de asalto contra –Dios, era irrisorio– un vampiro.

—Hacer su trabajo no consiste en dejar a un cliente ensangrentado y golpeado —dijo el policía. Señaló hacia su auto. —¿Tengo que esposarlo, o vendrá tranquilamente?

—Señor—comenzó, pero el policía levantó su mano, dándole una mirada fría, fulminante.

—Será citado por demasiadas personas en este pequeño establecimiento y por cualquier otro cargo, que pueda encontrar.

 

Tuvo que morderse el labio, antes de ser también llevado a la cárcel. Su ira nadaba dentro de él, y lo único que le impidió golpear al policía, era el hecho de que Jong Bin lo necesitaba.

Se puso de pie delante del arbusto todo el tiempo, asegurándose de que nadie veía a su pareja. Mientras Ki Ho y el policía discutían, escaneó la multitud. Estaba seguro de que Jong Bin no estaba escondiendo de la policía. Así que tenía que averiguar de quién estaba asustado su pareja.

Había cuatro hombres, que se habían quedado detrás, por la parte trasera. Los atrapó su interés, cuando notó un brazalete negro alrededor de sus bíceps. Había una especie de insignia en el material, pero no pudo distinguirlo, desde donde estaba.

Tenía que ser de aquellos cuatro, porque todos los demás parecían normales, por falta de una palabra mejor.

Golpeó el brazo de Mino, con el dorso de la mano. —Ve a comprobar a aquellos hombres. —Le indicó los hombres a los que se refería con una inclinación de la cabeza. —Trata de no ser obvio, pero ve si puedes averiguar lo que son.

Mino asintió y luego se abrió camino alrededor de la parte exterior, de la multitud. Frunció el ceño, mientras observaba a Vincent desempeñar el papel de víctima. El hombre merecía un oscar por su actuación.             

—¡Estás lleno de mierda! —Ki Ho le gruñó a Vincent. —Tú sabes que no estás herido.

—Los EMT serán los que juzguen eso —dijo el policía. —Ahora, entra en la parte trasera de mi auto, o te esposare.

La amenaza del policía, hizo que se preguntara por qué el hombre aun no había esposado a Ki Ho. Era un procedimiento estándar. Por otra parte, este se elevaba un buen pie sobre el humano. De 1,98 mts y musculoso, el barman parecía rudo e intimidante. Si hubiera sido humano, también habría dudado. Había un aura amenazante, Ki Ho tenía un aura amenazante, que aparentemente, hacía que el policía fuera cauteloso.

Hombre inteligente.

—Tengo las declaraciones de los testigos, que dicen que el tipo de ahí, fue el que empezó —dijo otro policía, en referencia a Vincent.

—Sí, bueno, él es el único que ha sido golpeado, así que no estoy poniendo demasiada importancia a sus declaraciones.

Frunció el ceño. Eso no sonaba bien. ¿Era un policía corrupto, o estaba permitiendo que su prejuicio contra el propietario del club, nublara su juicio? Tenía la sensación, de que si decía algo el policía se volvería contra él. La última cosa que necesitaba, era ir a la cárcel. El sol matutino no sería un espectáculo acogedor.

 

Hizo un gesto, para que Sun Youl se acercara a él.

—¿Sí? —Preguntó el pequeño humano.

—Necesito que hagas una llamada telefónica, por mí —, dijo. Garabateó el número de teléfono de Jaehyo, en el reverso de su tarjeta de presentación y luego se la entregó al hombre. Su tío tenía contactos en todas partes y encontraría a un humano, que sacara a Ki Ho fuera de este lío. —Llama a este número y explícale al hombre lo que pasó y que J.Jun está pidiendo el favor.

Sun Youl miró a la tarjeta. —No sabía que tú y Ki Ho fueran así de cercanos.

—No lo estamos —le dijo, pero al ver el camarero ser maltratado, porque trabajaba para un propietario completamente gay, lo cabreó. Podría haber más en la actitud del policía que eso, pero el sol subirían pronto, y no tenía el tiempo para arreglar las cosas, el mismo.

Sun Youl, deslizó la tarjeta, en el bolsillo trasero de sus pantalones vaqueros.

—Haré mi mejor esfuerzo para sacarlo, pero no sé mucho acerca de la ley.

—Es por eso que quiero que llames a ese número —le dijo. —Jaehyo se encargará de todo.

 

El policía puso a Ki Ho en el asiento trasero de su auto, justo cuando la ambulancia se detuvo. Giró sus ojos. Si él escuchaba un gemido más de Vincent, mataría al hombre y pondría fin a su falso sufrimiento.

 

Jong Bin golpeó una mano sobre su boca, mientras otra ola de náuseas lo golpeó. No estaba seguro de por qué estaba tan enfermo, pero si el estacionamiento no se vaciaba pronto, sus tripas lo harían.

Lo único que estaba esperando, era que los guardias se largaran, pero se habían pegado alrededor, para ver a Vincent actuar exageradamente para los policías. Y la gente se preguntaba por qué odiaba tanto a ese maldito vampiro. Se vengaría del hijo de puta, por hacer que detuvieran a Ki Ho.

Extendió la mano y agarró la parte inferior de pantalón del traje de J.Jun. Tiró, necesitaba desesperadamente un baño. Su pareja bajó la mirada hacia él y luego sacudió la cabeza, ligeramente.

Al diablo con esto. No podía esperar más. Se puso de pie y se colocó detrás de J.Jun, esperando que los guardias no lo vieran, mientras corría hacia la entrada del club. Una vez que los guardias se hubieran ido, iría a la comisaría y se ocuparía del problema Ki Ho.

Minutos después, J.Jun se le unió, en el interior.

 

 

—¿Te importaría decirme, de qué se trataba todo esto?

—Los guardias—dijo, cuando salía de la habitación de los hombres, presionando una palma en su palpitante sien. —Te dije que vendrían por mí, si nos apareábamos.

Jong Bin iba y venía de la barra, hasta la puerta. Su vida había sido bastante mundana, hasta que Taehyung y su grupo de hombres alegres habían aparecido en Dalton Falls. A pesar de que mantenían las cosas interesantes, esto era demasiado drama para él.

—Siempre hay una manera de cambiar la mente de alguien.

Negó con la cabeza, y cuando habló, oyó el miedo tangible en su propia voz.

—No el Rey Masao. Su familia ha ocupado el trono durante miles de años. El hombre tiene las costumbres muy arraigadas, y, por lo que escuché, es inflexible. ¿Crees que alguien así, tendrá de repente un cambio de opinión, sólo porque me acoplé a un vampiro? En todo caso, hará un ejemplo de mí.

Los ojos de J.Jun, se oscurecieron. —Puede intentarlo.

 

—Créeme. Lo hará—Ir contra el rey hada, sería una batalla perdida. El Rey Masao tenía una legión de soldados, y él tenía a un solo hombre respaldándolo. No había ninguna manera que pudieran ganar. No había palabras que J.Jun podía ofrecerle, que lo convencieran de lo contrario.

J.Jun cruzó los brazos, sobre el pecho. —Deja de sonar, como si estuviéramos condenados.

—Lo estamos—argumentó Jong Bin. ¿Por qué su pareja no entendía el peligro que corrían? ¿Por qué estaba actuando, como si tuvieran una oportunidad de ganar, en contra de una ley que había estado vigente desde siempre? Admiraba la determinación de su pareja, pero negarse a ver la verdad, solo lograría que estuvieran muertos mucho más rápido.

Las facciones de su pareja, se endurecieron aún más. —Estoy tan contento de que tengas una pizca de fe en mí.

—¿Fe? —Hizo un sonido de disgusto, en la parte posterior de la garganta.

—Casi no te conozco, pero fui contra las leyes de mi pueblo, para estar contigo. La fe no tiene nada que ver con esto. Soy realista, y la realidad es que estamos jodidos, en todas las formas posibles.

La frustración lo consumía. Había encontrado a su pareja –el sueño de todos los no humanos– sólo para tener un enorme obstáculo tirado en frente de ellos. No, era peor que un obstáculo. Era más como un pelotón de fusilamiento, aunque no tenía idea, de cuál sería su castigo. Hizo una mueca, cuando agarró su estómago. El dolor se volvió insoportable. Sus rodillas se doblaron.

—Whoa— J.Jun se movió rápidamente, hacia adelante y lo atrapó, antes de que cayera al suelo. —Estás ardiendo.

Eso fue lo último que escuchó, antes de desmayarse.

 

continuara....


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