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Lienzo por Takaita Hiwatari

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Notas del capitulo:

Importante: Todos mis trabajos tienen todos los derechos reservados en Safe Creative. Mi fanfic está protegido por las leyes de copyright y tratados internacionales.

Disclaimer: Naruto y cía. pertenecen a Masashi Kishimoto. Yo sólo tomo sus personajes para crear este fanfic, sin ánimo de lucro.

Advertencias: AU, soulmate y shonen ai (relaciones sentimentales entre hombres) Os recuerdo que las personalidades en RtN están invertidas.

Importante: La idea de este fic surgió de un prompt de MotinFanficker, así que seguramente ya existen cientos de fanfics con esta idea.

Hace años que quería escribir algo con la temática soulmate, pero tiene tantas ramas que se me hacía complicada y terminé sintiendo cierto miedo/respeto hacia esta temática. Finalmente me animé en un intento de salir de mi zona de confort.

Lienzo:

Takaita Hiwatari

 

Un cosquilleo incesante despertó a Menma de su reconfortante sueño. Le tomó unos segundos ubicarse y comprender por qué se había despertado de pronto en medio de la madrugada. Entonces volvió a sentir ese cosquilleo en el brazo izquierdo que terminó por eliminar cualquier rastro de sopor en él y le hizo abalanzarse de un salto hacia el interruptor junto a la cama para dar la luz. Con la misma energía se subió la manga del pijama, descubriendo unos números escritos en la cara interna del antebrazo. Un número de teléfono.

 

—Otra vez… —susurró con un bufido de hastío.

 

Miró la hora en el reloj de la mesita de noche. Las dos y media de la madrugada. Junto al despertador, había un rotulador de tinta negra que no tardó en tomar mientras analizaba detenidamente ese número de teléfono que acababa de aparecer en su brazo.

 

—Sería una lástima si este tres de aquí de pronto se convierte en un ocho. —Una sonrisa maliciosa curvaba sus labios mientras deslizaba la punta del rotulador por su piel para realizar el cambio—. Y este uno de aquí, sería una lástima si se convierte en un siete.

 

Apenas terminó de añadirle dos insignificantes palitos al número uno para convertirlo en un siete, cuando volvió a sentir cosquilleo en el mismo brazo. No tardó en aparecer un mensaje:

 

¡¡Deja de sabotearme!!

 

Menma podía saborear la frustración en aquellas tres palabras, y eso le complacía. Era su venganza contra el desconocido por haberle despertado una noche más.

 

Oblígame.

 

Fue su respuesta retadora.

 

Cualquiera se asustaría al descubrir que su cuerpo era algo así como un lienzo que compartía con un desconocido perdido por algún rincón del mundo. Todo lo que ese tipo desconocido escribía en su piel, también aparecía en la suya, y viceversa.

 

Admitía que la primera vez que un cosquilleo incesante en la palma de su mano le despertó mientras dormía meses atrás, se sorprendió muchísimo al ver un número de teléfono aparecer como por arte de magia. Pensó que era una señal del destino, quizá el número de teléfono de su persona destinada había aparecido en su mano. Nunca le había prestado demasiada atención a todo ese tema de las almas gemelas, pero siempre había escuchado que una marca debía aparecer un día en tu piel, y que tu alma gemela debía tener la misma marca.

 

Con sus padres había sido de esa manera, incluso algunos de sus amigos ya tenían una marca.

 

Sin poder contener la curiosidad, tomó su móvil y marcó el número. Respondió una chica a la que apenas pudo escuchar bien por el irritante volumen de la música de fondo. Seguramente estaba en una discoteca. Así que la tercera vez que ella aseguró que no lograba escucharle por el bullicio a su alrededor, colgó sintiéndose desconcertado. Se supone que debería estar feliz por tener una señal de su alma gemela, pero aparte de curiosidad, no sentía nada más.

 

Su madre siempre le decía que era demasiado serio y desapegado. A veces pensaba que ella tenía razón, probablemente por eso le importaba bien poco todo el asunto sobre las almas gemelas.

 

Miró de nuevo su brazo al volver a sentir el conocido cosquilleo:

 

Si me dices dónde vives, iré ahora mismo, gatita ;)

 

El enojo tensó la mandíbula de Menma y no tardó en escribir su respuesta:

 

No sé quién eres, pero si vuelves a llamarme gatita te buscaré, te encontraré y te mataré.

 

Lo ideal habría sido aclararle que era un chico, pero en el fondo le divertía engañar a ese tonto que se creía un seductor nato.

 

Ugh… :’(

 

Menma rió al ver el mensaje ahora en la palma de su mano izquierda. Estaba por escribirle algo, pero otro mensaje del desconocido apareció:

 

Tienes carácter, me gusta.

 

El mensaje disgustó a Menma, y lo hizo aún más la carita lanzándole un beso que apareció dibujada al lado. ¿Es que nada conseguía deprimir a ese loco?

 

No hablaban con mucha frecuencia, pero siempre era igual, todo iniciaba porque el idiota con mañas de conquistador escribía un número de teléfono, normalmente ocurría de noche, pero en otras ocasiones podía ser en otro momento del día. Entonces ahí descubrió que ese primer número de teléfono en su mano no era el de su alma gemela, si no el de la conquista de turno de ese tipo. Con el tiempo se dio cuenta de que si borraba lo escrito en su piel, también desaparecía de la del extraño, o si escribía algo también se veía en la piel del otro. Sabiendo esto, al principio en cuanto un número aparecía en su piel, corría al baño a eliminarlo, incluyendo los reclamos que venían después. Cuando sentía pereza de levantarse de la cama, se limitaba a tomar el rotulador sobre la mesa de noche y garabatearlo. Y la costumbre que había adoptado últimamente era la de modificar los números de teléfono para sabotear los ligues del desconocido mientras una sonrisa maligna curvaba sus labios.

 

En esos meses había descubierto algunas cosas del desconocido, como por ejemplo, que era un chico de su misma edad, que tenía un hermano mayor y que vivía en las afueras de Konoha.

 

Menma casi se atraganta con su propia saliva el día que descubrió esto último, ya que él siempre asimiló que el otro vivía en la otra punta del mundo y no en la misma ciudad. El conocimiento de que tal vez algún día se habría cruzado con él le perturbó.

 

Por otro lado, él no soltó ni la más mínima información sobre sí mismo, actitud que frustraba al desconocido. Pero Menma a veces pensaba en presentarse ante el desconocido haciéndole creer que quería tener una cita con él y ver su cara de shock al descubrir que todos estos meses había intentado coquetear con un hombre. Sería todo un golpe en su orgullo de conquistador.

 

Era una actitud malvada, ¿y qué? También era divertido.

 

¿Hola?

 

Al parecer el tipo tenía ganas de conversar, pero él tenía sueño, así que decidió ignorarle, apagar la luz y recostarse dispuesto a continuar durmiendo.

 

Cuando despertó a la mañana siguiente, los mensajes en su piel habían desaparecido cortesía del desconocido. Siempre era así, el que se despertaba primero, se encargaba de borrar los mensajes. Cuando se retiró el pijama dispuesto a darse una ducha, vio un mensaje en su muslo derecho:

 

Quiero conocerte.

 

Menma no pudo evitar rodar la mirada con fastidio. Sabiendo las mañas de conquistador de ese tipo, era predecible que tarde o temprano le saldría con eso. Pensó en escribir la respuesta en ese instante, pero al ducharse podría borrarse y quería asegurarse de que el tipo viera su respuesta.

 

Tras el baño, escribió un gran “no” en su muslo, cerca de la ingle. Hacía calor y no sabía si el otro quizá estaba usando pantalón corto, así que trató de buscar un lugar donde no pudiera verlo cualquiera.

 

—Buenos días —saludó a sus padres cuando llegó a la cocina, recibiendo al instante una sonrisa y una respuesta de ambos.

 

Como siempre, desayunó la mayor parte del tiempo en silencio, escuchando la conversación de sus padres hasta que su progenitor decidió hablarle.

 

—¿Y cómo te va el trabajo, Menma?

 

El rubio se encogió de hombros.

 

—Bien. Aburrido.

 

Tenía un trabajo de medio tiempo en una cafetería situada en el centro. No estaba allí precisamente porque su familia necesitara apoyo económico. A sus padres les preocupaba que desde siempre fuera tan distante y poco sociable, así que propusieron buscarle un trabajo de medio tiempo para ver si eso le ayudaba a relacionarse con los demás. Al principio se negó en redondo, pero una “amorosa” amenaza maternal y la intervención de su padre donde le aseguraba que si quería podía dejar el trabajo una vez que entrara en la universidad, fueron suficientes para hacerle aceptar.

 

Así que ahora estaba inmerso en un odioso trabajo de medio tiempo al que debía ir de miércoles a sábado, los días de mayor afluencia. La mayoría de su clientela eran adolescentes, y aunque pensó que le darían un puesto en la cocina, donde podría estar escondido y socializando al mínimo, no, le dieron un puesto como camarero. Jiraiya, su jefe y viejo amigo de su padre, aseguraba que con su apariencia apuesta atraería a más chicas, pero la típica expresión neutra en su rostro no ayudaba mucho, así que Jiraiya le aseguró que si se volvía un camarero sonriente, su salario sería mayor.

 

—¿Has hecho amigos en el trabajo? —preguntó Kushina esta vez.

—Hm… —respondió con un ruidillo, sin querer dejar claro si estaba afirmando o negando.

 

Por supuesto que no había hecho amigos. No le interesaba y sus compañeros de trabajo no eran más que eso. Sentía que tenía suficiente con sus amigos que conocía desde la escuela, pero Kushina afirmaba que si iba por la vida con esa cara de poker, terminaría su vida solo y ni su alma gemela le iba a querer. Sabía que ella preferiría un hijo quizá un poco más hiperactivo y expresivo, pero no le interesaba cambiar su forma de ser, ni siquiera para complacer a su progenitora.

 

****

 

Entrada la tarde, se dirigía al trabajo cuando un cosquilleo en la palma de la mano izquierda le alertó. En ella apareció un mensaje:

 

Quiero conocerte :(

 

—Qué pesado —se susurró.

 

Al llegar al trabajo, procedió a ponerse el uniforme y lavarse las manos para eliminar el mensaje. No tenía prisa por responderle, ya lo haría al llegar a casa. Nada más colocarse tras la barra para tomar un pequeño bloc y bolígrafo para anotar, escuchó que era llamado.

 

—¡Menma, aquí!

 

Con auténtico desgano dirigió la mirada hacia allí, descubriendo a cuatro personas conocidas: Haruno Sakura, quien le había llamado, Inuzuka Kiba y Hyuuga Hinata, amigos de la infancia. También estaba en esa mesa Uchiha Sasuke, no eran amigos pero era imposible no conocer a ese tipo asistiendo al mismo instituto y siendo Sasuke tan popular. Su popularidad se debía a su apellido, su inteligencia y su atractivo. Aun teniendo amigos en común, Sasuke y él no eran amigos, a Menma no le interesaba lo más mínimo, y además le caía mal cuando sacaba a relucir su actitud de conquistador.

 

Cuando estuvo allí, se esforzó en curvar ligeramente las comisuras en una sonrisa y que se viera natural. Después de todo, un dinerillo extra no le venía mal a nadie.

 

—Bienvenidos…

—Menma, yo quiero un vaso de leche —interrumpió Kiba sonriendo con ánimo—. Así podré sentirme como los gatos —fantaseó.

 

Sakura sacudió una mano para llamar la atención del rubio. En cuanto los ojos azules la miraron, un pequeño rubor subió a sus mejillas.

 

—Y-yo quiero un capuchino heart y… —Apartó la vista y en un gesto nervioso se acomodó un mechón rosa tras la oreja al sentir la intensa mirada sobre ella—. Supongo que un dorayaki para acompañar estará bien.


Menma anotaba cuando Hinata habló:

 

—Para mí un té verde panda y un dorayaki también. —Mientras el rubio volvía a anotar, envió una mirada asesina a Sakura, sentada frente a ella—. Deja de mirar así a mi hombre.

—¿Qué? —replicó con disgusto, frunciendo el ceño—. ¡No es tuyo! ¿Acaso es tu novio o algo?

—No, pero lo será —aseguró con una sonrisa confiada.

 

La sonrisa no tardó en desaparecer de los labios de Menma. No tuvo ni oportunidad de pensar en decir algo cuando Sasuke intervino. Con un poco de suerte él las haría callar.

 

—Chicas, chicas, es suficiente —les dijo, y cuando obtuvo la atención de las féminas les envió una sonrisa seductora—. Hay Sasuke para todas, no hay razón para pelear.

—¡Nadie se está peleando por ti, Charasuke!

 

Sasuke hizo oídos sordos a las palabras de Sakura y con un movimiento atrevido la tomó del mentón mientras con su otra mano le ofrecía una rosa y acercaba sus rostros de forma peligrosa para susurrarle de forma confidente.

 

—No seas tímida, gatita... —Pero no pudo susurrar nada más porque Sakura le tomó de la nuca y estampó su rostro con rudeza contra la mesa—. ¡Ugh!

—¡No estés tan cerca, idiota!

 

Como si nada hubiera ocurrido, Kiba miró efusivo a su alrededor.

 

—¿Gatita?, ¿alguien vio una gatita por aquí?

—Nadie ha mencionado nada sobre gatos —le respondió Hinata, quien no había alcanzado a escuchar el susurro de Sasuke.

 

Casi sintiendo un tic sacudirle una ceja, Menma se aclaró la garganta y de nuevo se esforzó en curvar las comisuras en una sonrisa.

 

—¿Algo más? —Forzó un tono amable cuando lo único que quería hacer era largarse de allí.

—Yo. —Sasuke alzó una mano y se enderezó en su silla—. Un café bien cargado, anoche no dormí bien y necesito recuperar mi belleza habitual. —En un gesto presumido, se echó hacia atrás el flequillo—. ¡Oh!, y unos dangos. —Al ver olvidada sobre la mesa la rosa que le ofreció a Sakura, la tomó y se la extendió a Hinata, pero la chica se la echó en la cara de un manotazo—. Qué insensible eres —le dijo casi curvando las comisuras con tristeza.

 

Menma ya se retiraba cuando Kiba le pidió unas galletas, y a continuación, volvía a escuchar a las chicas enzarzarse en una pelea. Cuando regresó con las ordenes de los chicos, Kiba se entretenía acicalándose la cara cual gato, Hinata y Sakura cuchicheaban con nulo disimulo sobre él, y Sasuke le extendía una rosa a una chica en la mesa de al lado. No sabía cuál de esos cuatro le daba más vergüenza ajena, si alguien le preguntaba diría que no los conocía de nada.

 

—Aquí están las órdenes —les dijo para llamar su atención, sirviendo a cada uno su pedido correspondiente.

 

Sakura sonrió emocionada al ver un perfecto corazón dibujado en su capuchino y cuando Menma se fue, se lo mostró a Hinata.

 

—Es como si Menma me estuviera declarando su amor.

—Mi Menma no tiene tan mal gusto como para fijarse en ti.

—Bien, veamos, ¿qué tienes tú? —Miró el té de la chica, donde sobre el líquido verde resaltaba dibujada la blanca carita de un panda—. Un panda. Eso no es nada romántico.

—Tú tienes un corazón porque así lo pediste, no porque Menma te ame.

 

Mientras ellas seguían enfrascadas en su debate, Sasuke contempló las palmas de sus manos y después miró sus brazos descubiertos por la camisa de manga corta que usaba. No había nada escrito. ¿Acaso estaba siendo ignorado? No, no podía ser.

 

—¿Estás bien? —preguntó Kiba al ver lo que hacía.

—¿Eh? Sí. Perfectamente.

 

****

 

No fue hasta llegar la noche, que Sasuke vio un gigantesco “no” escrito en la palma de su mano que le deprimió, pero sólo momentáneamente.

 

—¿Todo bien, hermano?

 

Admitiendo la derrota, Sasuke alzó la mano, mostrándole el vistoso “no” a su hermano quien comprendió todo.

 

—La chica no quiere conocerte —asumió.

—Es dura de conquistar. Si me viera sólo una vez, no podría resistirse a mí, Itachi —aseguró confiado.

 

Ninguna chica se resistía a Uchiha Sasuke. Con aquel pensamiento en mente, tomó su conocido rotulador y volvió a escribirle que quería conocerla.

 

—Hermano, sé que eres popular, pero a lo mejor a la chica le puede incomodar eso de ti.

—¿Por qué?

—No creo que se sienta cómoda viendo cómo eres asediado por otras chicas en todo momento.

—¡Pero ella es mi destinada! —respondió en tono obvio, como si ese simple hecho le restara peso al constante acoso de sus admiradoras—. Al menos eso me dijiste ayer.

 

Nunca había contado a nadie lo que le ocurría, pero el día anterior se lo confesó todo a Itachi, quien se mostró contento por él y le contó que la otra persona que recibía en su piel todos aquellos mensajes, era su alma gemela. Sasuke estuvo tan sorprendido que quedó mudo unos segundos, pero después, cuando lo pensó detenidamente, vio que tenía sentido.

 

Sabiendo eso, no podía permanecer sin conocer a esa chica.

 

Sólo esperaba que fuera guapa.

 

Parpadeó al sentir cosquilleo en el antebrazo, viendo aparecer letra por letra un mensaje algo largo:

 

¿¡Qué mosca te ha picado, idiota!? No quiero conocerte.

¡No insistas!

 

Con disimulo, Itachi se acercó y leyó el mensaje, cerrando un ojo en una mueca de fingido dolor al saber que ese mensaje debió ser una patada para su hermano, quien no estaba acostumbrado a recibir negativas tan tajantes.

 

—¿Pero qué le pasa? —preguntó Sasuke ofendido—. Si supiera que está hablando conmigo no respondería así.

 

A pesar de su indignación, sólo atinó a dibujar una carita triste:

 

:’(

 

Y al no recibir respuesta, escribió algo:

 

Le conté a mi hermano lo que me ocurre, y él dice que eres mi alma gemela, por eso quiero conocerte.

 

Al otro lado de Konoha, sentado en su cama, Menma sintió que se atragantaba con su saliva al leer aquello. Se negaba rotundamente a aceptar que un playboy era su alma gemela, prefería morir solo.

 

¡No soy nada tuyo! Acéptalo, no quiero conocerte. No me interesas.

 

Me gusta cómo gruñes, gatita ;)

 

¿¡Quieres que te mate!?

 

Vale, a lo mejor sí debería aceptar conocer a ese tipo nada más para estamparle un puño en la cara por llamarle gatita. ¡El muy maldito se había atrevido a llamarle así de nuevo! Se sentía muy valiente porque ambos no sabían quién era el otro.

 

No puedes matarme si no sabes quién soy :v

 

Menma no era idiota, podía ver que el tipo quería provocarle para que aceptara conocerle.

 

Está bien, vamos a conocernos.

 

Sasuke dejó escapar una exclamación de sorpresa.

 

—¡Hermano, dice que quiere conocerme!

—Eso veo —respondió. Había leído la conversación—. Creo que sólo quiere matarte con sus propias manos por llamarle de esa forma tan…

—Tonterías —replicó sacudiendo una mano—. En cuanto me vea, caerá rendida ante mis encantos y olvidará sus deseos de golpearme —aseguró totalmente confiado en sí mismo—. ¿Cómo crees que será, Itachi?

—¿Cómo la imaginas tú? —respondió con otra pregunta.

—Guapa. Muy guapa.

—¿Y? —Le animó a continuar, pero su hermano sólo se encogió de hombros, dándole a entender que no esperaba nada más de su alma gemela—. ¿Y qué pasa si ella no es guapa?

 

Sasuke enserió su expresión. Era la primera vez que pasaba por su cabeza la posibilidad de que la chica no pudiera ser guapa. Francamente, no sabía qué pasaría si la chica no cumplía sus expectativas

 

—Si te soy sincero, no lo sé. —Miró a su hermano—. ¿Qué debería hacer en ese caso?

 

Itachi avanzó un par de pasos para tomar asiento en la cama.

 

—Pienso que sea como sea físicamente, deberías intentar conocerla. Es tu alma gemela después de todo. Tal vez no es la mujer más bella del mundo, pero la belleza no es eterna, Sasuke. A lo mejor al conocerla descubres que te sientes cómodo con ella y terminas viéndola como la compañera de vida ideal.

 

La nariz de Sasuke se arrugó ligeramente para mostrar su desacuerdo. Estaba acostumbrado a estar rodeado de chicas hermosas, no se imaginaba poniendo su atención en un “patito feo”. Peor todavía, ¿y si la chica quedaba prendaba de él, como todas, y empezaba a acosarle para recibir su atención?

 

Un escalofrío le recorrió.

 

—Creo… que no quiero conocerla —balbuceó inseguro.

—¿Qué? —Se sorprendió—. Pero si hasta hace un minuto habías estado entusiasmado con esa idea, hermano.

 

No tuvo tiempo de responder algo cuando un cosquilleo en el brazo llamó su atención:

 

¿Hola?

 

—Itachi, me está hablando, ¿qué hago?

 

El mayor arqueó una ceja, confundido al ver que su hermano estaba casi alarmado.

 

—Pues… ¿contestarle? —respondió en tono obvio.

 

El pulso de Sasuke casi temblaba al escribir la respuesta:

 

Hola

 

Al otro lado de Konoha, Menma miraba curioso la seca respuesta. Pensó que su idiota alma gemela estaría quizá más animado de que hubiera aceptado que se conocieran, pero de pronto parecía estarle haciendo la ley de hielo. Ya que se había animado a conocer al tonto Romeo que se escondía al otro lado para romper sus ilusiones de un plumazo…

 

Restándole importancia, se encogió de hombros. Dejó el rotulador sobre la mesa de noche y caminó al baño dispuesto a tomar una refrescante ducha.

 

En su habitación, Sasuke suspiró minutos después al ver que los mensajes comenzaban a desaparecer. Sentía la mirada de Itachi sobre él desde hacía rato.

 

—¿…qué? —murmuró.

—¿Tanto pánico te da la simple idea de que ella no sea perfecta físicamente? Es tu alma gemela, os une un lazo invisible, estáis hechos el uno para el otro…

—Lo siento —interrumpió. Itachi tenía razón. —He sido un tonto. Le escribiré mañana —aseguró.

 

****

 

A la mañana siguiente, Menma terminaba de desayunar cuando sintió un cosquilleo en la palma de su mano izquierda. Le dedicó una mirada discreta para que sus padres no notaran nada.

 

Buenos días, preciosa ;)

 

Menma rodó la mirada. Ese tipo no bajaba su nivel de conquistador en ningún momento. No tenía un rotulador a mano o algo para escribir y contestarle, además sus padres estaban al lado y no quería que supieran lo que le ocurría, así que siguió desayunando con tranquilidad, pero esto el otro lo tomó como que estaba siendo ignorado porque volvió a escribirle algo más:

 

¿Estás enojada porque dejé de hablarte ayer?

Lo siento, gatita :’(

 

Chirrió los dientes al leer la odiosa forma en que el otro le llamaba. Le daría un puñetazo por cada “gatita” cuando le conociera en persona.

 

Por otro lado… ¿enojado él porque dejó de hablarle? No podía importare menos. No consideraba al chico al otro lado ni siquiera un amigo, mucho menos su destinado a pesar de la evidencia, sólo alguien que le entretenía de vez en cuando, así que de ninguna forma le había molestado el extraño desplante de la noche anterior.

 

En silencio continuó comiendo, escuchando la trivial conversación de sus progenitores que desayunaban con él. Pero no duró mucho la tranquilidad cuando empezó a sentir un cosquilleo en el brazo, y al vestir manga corta no podría ocultar el mensaje que ahí apareciera. Raudo se puso de pie, llamando la atención de sus padres.

 

—¿Menma? —susurró Kushina con curiosidad.

—Iré un momento al baño, ahora vuelvo —respondió mientras abandonaba la cocina.

 

Miró su brazo mientras subía las escaleras, encaminándose a su habitación. Letra a letra, un mensaje aparecía:

 

Ayer fui un tonto. Me dio miedo la idea de conocerte. Después de todo eres mi destinada.

 

—¡Pff! Qué tontería —se susurró Menma a sí mismo, soltando una risita burlona.

 

Aceleró el paso. En cuanto entró en su habitación tomó el rotulador y empezó a escribirse en el brazo:

 

Yo no creo en esas tonterías de las almas gemelas.

 

Y dos segundos después volvió a escribir:

Si no quieres conocerme no tengo problema con ello.

 

Al otro lado de Konoha, Sasuke no daba crédito a lo que leía. Se percibía un verdadero desinterés en aquellas escuetas frases. ¿Cómo era posible que fueran destinados y ella no tuviera siquiera un poco de deseo, o al menos curiosidad, por conocerse?

 

Aunque en parte saber eso le alivió, ya que si la chica no era de su agrado era altamente probable que ella no fuera una acosadora después.

 

Nuestros cuerpos están conectados de esta extraña forma, como si fuéramos el mismo lienzo… ¿y no crees en las almas gemelas?

 

No esperó respuesta porque asumió que recibiría una negativa, así que continuó:

 

Yo sí quiero conocerte. Al menos me gustaría verte una vez.

 

Menma se encogió de hombros como si el otro pudiera verle y después respondió:

 

Está bien.

 

Sasuke sonrió al leer la respuesta, pero entonces recordó algo importante: no sabía dónde vivía su alma gemela. Tal vez vivía en la otra punta del mundo, así que tendrían que concretar una fecha para verse, y probablemente la fecha no sería tan cercana como le gustaría.

 

Suspiró ante la idea.

 

Por cierto, gatita, ni siquiera sé en qué rincón del planeta vives :( No podemos concretar una cita si no me lo dices.

 

Una venita palpitó en la sien de Menma cuando leyó el enésimo “gatita”. En serio, odiaba a ese tipo y juraba que iba a soltarle un puñetazo por cada vez que le llamó así.

 

Bufó tratando de sacudirse el enojo y escribió la respuesta:

 

Vivo en Konoha, como tú.

 

Sasuke soltó una exclamación de sorpresa tan grande, que su hermano entró en menos de un minuto en la habitación.

 

—Sasuke, ¿te pasa algo? —Se acercó preocupado.

 

Por unos segundos sólo vio a su hermano menor señalándose el brazo, el cual estaba lleno de frases escritas a rotulador negro, mientras en su rostro se mostraba una expresión de sorpresa e incredulidad.

 

—Es e-ella… me acaba de decir que vive aquí, en Konoha. ¿Puedes creerlo? Todo este tiempo he estado tan cerca de ella sin saberlo. —Sonrió ligeramente—. Mi amigo Neji sin duda diría que esto es obra del destino.

—Opino lo mismo. La vida te lo está poniendo fácil, Sasuke. Muchas personas terminan su vida sin tener oportunidad de conocer a su alma gemela. —Se acercó y le palmeó un hombro—. Me alegro por ti.

 

La sonrisa de Sasuke no permaneció mucho tiempo en sus labios, ya que pensó en la posibilidad de que quizá alguna vez ya se había topado con su destinada. Tal vez era una de las tantísimas chicas con las que había coqueteado. Si ese era el caso, no sabía cómo lo tomaría ella. Muchos en Konoha sabían de su faceta de conquistador nato.

 

—Entonces, ¿esto es algo así como una señal de que ella es la indicada? —se susurró a sí mismo.

 

Guardó silencio al ver que paulatinamente todo lo escrito en su brazo empezaba a desaparecer. Esperó a que todo estuviera limpió para retomar la escritura.

 

¿¡Por qué no me lo habías dicho antes!? D:

 

—Porque no quería conocerte, idiota —susurró Menma, como si el otro pudiera escucharle.

 

Entonces ¿cuándo y dónde nos vemos?

 

Cambió de tema como si nada.

 

¿Te parece bien mañana? Podemos vernos en el parque Senju a las ocho.

 

Menma torció una de las comisuras en un gesto de desagrado ante la propuesta. El parque Senju era un lugar céntrico y tenía a su favor que siempre estaba lleno de gente, así que eso era bueno para quedar con un desconocido la primera vez. Lo que no le gustaba, es que el parque Senju era conocido como lugar de referencia para las parejas. Ese lugar destilaba un aire empalagoso que no le gustaba.

 

Finalmente cedió. Al día siguiente era domingo, así que no trabajaba y tenía la tarde libre.

 

Está bien.

 

Se contaron el uno al otro cómo irían vestidos para reconocerse. Cuando Sasuke leyó que su alma gemela iría vestida con un simple chándal, arqueó una ceja en desacuerdo.

 

Qué ropa más sosa. Ponte bonita para mí :(

 

Entonces Menma recordó que el baboso al otro lado no sabía que él era un chico. Sonrió malicioso. Ya quería que llegara mañana para memorizar el momento exacto en que a ese tonto le daba un infarto.

 

No me da la gana.

 

—Ugh, qué carácter —comentó Sasuke, escuchando a su hermano quien también había leído la respuesta, reír—. ¡No te rías, Itachi!

 

¿Y cómo eres físicamente, gatita? ¿Eres bonita?

 

En su habitación, Menma casi estalla en carcajadas al leer las preguntas, pero se contuvo para no llamar la atención de sus padres.

 

Sólo te diré que cuando me veas te dejaré con la boca abierta.

 

Sasuke se emocionó con aquella respuesta, dando por sentado que la chica debía de ser toda una belleza.

 

Definitivamente era afortunado. Iba a ser la envidia de todos.

 

****

 

Al día siguiente, Sasuke miró su reloj de pulsera cuando llegó al parque Senju. Faltaban cinco minutos para las ocho. Al final habían decidido quedar en la gran fuente dentro del parque, así que caminó hasta allí mientras se pasaba ambas manos por los cabellos en un intento de acomodarlos para estar impoluto. Miró a su alrededor y trató de buscar a alguna chica hermosa que vistiera de chándal y estuviera sola. Ahora que lo pensaba, no se habían preguntado la edad, y se inquietó por un segundo preguntándose si quizá ella era muchos años mayor que él.

 

Cerca de la fuente localizó a una chica de cabellos negros recogidos en una coleta, usando un chándal ceñido que marcaba su figura. Debía ser ella. Se acercó, preparando una rosa junto a su mejor sonrisa seductora.

 

—Hola, preciosa, te esperaba. —Y sin más le extendió la rosa.

 

La chica giró con expresión confundida, mirando la rosa que no aceptó, y después el rostro del chico.

 

—¿Te conozco? —preguntó ella.

 

El porte seguro de Sasuke se tambaleó un segundo. ¿No era ella?

 

—Ayer quedamos en este lugar… —Comenzó a decir, inseguro.

 

Ella le miró con desconfianza y sin más se marchó, corriendo con un ligero trote.

 

Más tarde lo intentó con una rubia que se sentó un momento en la fuente, pero tampoco era ella. Había desperdiciado dos rosas en vano. Si su destinada hubiera accedido a darle más información sobre su apariencia, no habría estado haciendo el ridículo. Soltando un suspiro, miró de nuevo la hora. Había pasado casi media hora, y eso le preocupó. ¿Acaso ella no iba a venir?, ¿había decidido dejarle plantado?, ¿así sin ninguna explicación?

 

Con desgano caminó a la fuente dispuesto a sentarse, y entonces vio a alguien conocido.

 

—¿Menma? —Se susurró caminando hacia éste, verificando que sí era él. Aunque cuando estuvo a una corta distancia pudo notar el mal humor que desprendía, casi como un aura oscura a su alrededor—. Hola —saludó desde una distancia segura.

—Oh, lo que me faltaba. —Le escuchó mascullar.

 

Sasuke sonrió ligeramente, algo nervioso.

 

—Yo también me alegro de verte, Menma. ¿Qué haces aquí?

 

Ni muerto pensaba contarle su vida a ese engreído Uchiha.

 

—¿Y tú? —respondió con otra pregunta.

 

Ahora fue Sasuke quien se incomodó. No quería decirle a Menma que esperaba una cita que a todas luces no iba a llegar. Sería humillante admitir que había sido plantado.

 

—Sólo estaba dando un paseo.

—Yo también.

 

Después parecían haberse quedado sin tema de conversación, y es que Menma era bastante parco y además tenían una escasa relación. Podían contar con los dedos de una mano las veces que habían hablado en toda su vida.

 

—Bueno, supongo que esperaré aquí —comentó Sasuke, sentándose a un lado de Menma.

—¿Esperar a qué? —preguntó suspicaz, mirándole de reojo.

 

Sasuke se tensó ligeramente al darse cuenta de que había metido la pata.

 

—E-esperar a que sea la hora de cenar —inventó sobre la marcha en un balbuceo.

—Hum… —murmuró.

 

Transcurrió menos de un minuto de pesado silencio entre ellos cuando un par de voces femeninas llamaron la atención de Sasuke.

 

—¡Oh, Hinata, mira quién está aquí! —Se escuchó decir a Sakura a pesar de la distancia.

 

Al instante una sonrisa coqueta curvó los labios de Sasuke y se incorporó mientras hurgaba en su camisa, mostrando una impoluta rosa que extendió hacia Hinata y Sakura que se acercaban presurosas.

 

—Puedo notar vuestra emoción al encontrarme aquí, gatitas. Pero tranquilas, hay Sasuke para todas…

 

Se quedó con la palabra en la boca cuando ellas le pasaron de largo, caminando presurosas. ¿Le habían ignorado? No, probablemente no le habían visto.

 

—¡Menma, espéranos! —gritó una molesta Hinata—. ¡¿Acaso estás huyendo?!

—¿Menma? —Se murmuró Sasuke mirando a su lado. Efectivamente el chico de ojos azules no estaba—. ¿Pero dónde…?

 

Miró a su alrededor, buscándole con la mirada. Le vio a lo lejos, corriendo como si huyera de un demonio mientras Hinata y Sakura corrían tras él intentando llamar su atención.

 

Al verse solo y sin tener con quién hablar, miró la hora en su reloj. Ya llevaba una hora allí y ni rastro de su alma gemela. Se miró las manos y los brazos, preguntándose si quizá en algún momento ella le había escrito que no iba a poder reunirse con él ese día, pero no había nada.

 

No quería pensar que por primera vez en su vida había sido plantado.

 

****

 

Gatita, ¿qué ha pasado?

 

Menma se disponía a dormir cuando apareció ese mensaje en su mano. Frunció el ceño con molestia. ¿Cómo se atrevía a hablarle ese bastardo después de haberle dejado esperando como un tonto? Le había hecho perder el tiempo, y para colmo estuvo más de media hora correteando por estrechos callejones en un intento de perder de vista a Hinata y Sakura.

 

Cuando se metía en la cama, otro mensaje apareció:

 

¿Por qué no has ido al parque?

 

Esa pregunta llamó la atención de Menma. Daba a entender que el chico al otro día sí había acudido a la cita. Tomó el rotulador de su mesa de noche y escribió:

 

Sí estuve. Fuiste tú quien no apareció.

 

Un intento de emoticono de carita sorprendida se mostró dibujada en su mano.

 

¡Sí fui al parque! Estuve algo más de una hora esperándote.

 

Menma no pudo comprender qué había pasado. Al parecer ambos habían estado en el parque y no se habían visto. Aunque no era tan extraño teniendo en cuenta que el otro chico había estado esperando a una chica.

 

Pensaba que no habías ido.

 

Sasuke se sintió más confortado al entender que no había sido plantado, simplemente se habían proporcionado tan poca información el uno al otro que al parecer habían estado al lado y no se habían notado.

 

No tardó en proponer una segunda cita:

 

Vamos a vernos mañana. Te esperaré a la misma hora junto a la fuente, llevaré una rosa en la mano.

 

Menma frunció el ceño con desagrado. Leer lo de la rosa le había recordado al baboso de Sasuke, pero no dijo nada, sólo aceptó.

 

****

 

Al día siguiente Menma llegó al parque puntual. Se acercó a la fuente para tomar asiento en ella cuando reconoció al tonto de Sasuke. Se movió discreto tratando de no llamar su atención y se sentó al otro lado de la gran fuente.

 

Miró a su alrededor, pero no veía a ningún chico con una rosa en la mano. Pero ese día venía preparado. Sacó un rotulador del bolsillo del pantalón de su chándal y escribió algo en su mano:

 

Ya estoy en el parque.

 

Aunque en un principio no le había interesado para nada conocer a su “alma gemela”, debía admitirse que ahora sí tenía bastante curiosidad.

 

—¡Hey, Menma!

 

El nombrado contuvo un bufido de hastío al reconocer la voz de Sasuke quien se acercaba por su izquierda. Al no decir nada, Sasuke retomó la palabra.

 

—¿De nuevo por aquí? No sabía que frecuentabas tanto este parque.

—Lo mismo digo de ti. —Fue todo lo que contestó.

 

Al instante casi sufre un infarto al localizar una rosa en la mano de Sasuke, pero acto seguido se obligó a relajarse al recordar que el tonto de Sasuke, las pocas veces que le había visto, siempre iba por ahí con una rosa en la mano dispuesto a entregársela a la primera chica bonita que se cruzara en su camino.

 

—Sí, bueno… —balbuceó Sasuke, rascándose la nuca—. Estoy esperando a alguien.

 

A Menma no le sorprendió la respuesta, seguramente estaba esperando a su conquista de turno. Pero entonces, el tiempo se detuvo cuando vio a Sasuke llevarse la mano a nuca, como si fuera a cámara lenta. ¿Era su imaginación o había visto algo escrito en la palma de su mano con rotulador negro? Y no cualquier cosa, había alcanzado a leer la palabra “parque”. ¿Casualidad? Demasiada casualidad, y eso no le gustaba nada.

 

—Menma, ¿estás bien? —Chasqueó los dedos frente su rostro—. De repente has puesto una expresión de horror. ¿Hola? —Pasó la mano frente al rostro del otro tratando de llamar su atención.

 

Y entonces Menma pudo verlo con claridad. Lo que él había escrito en la palma de su mano, estaba escrito en la de Sasuke. Podía reconocer su propia letra.

 

Respingó con tal energía que casi se va hacia atrás y habría caído de lleno en la fuente de no ser porque Sasuke le sostuvo.

 

—¡Cuidado!

—¡Suéltame! —replicó rompiendo el contacto de un manotazo.

—¿Qué te pasa? Ni que hubieras visto un monstruo… —Su voz se escuchó cada vez más baja hasta guardar silencio, mirando atónito una de las manos de Menma—. ¿Pero qué…?

 

Con un movimiento rápido tomó a Menma de la muñeca y contempló atónito la palma de su mano. La comparó con la suya: el mismo mensaje, la misma letra.

 

¿Coincidencia? Ojalá fuera simplemente eso, pero Sasuke sabía que era mucho más.

 

—¿Qué significa esto? —preguntó espantado—. ¿Es una broma?

—¡Eso debería preguntarlo yo! —replicó igual de acelerado.

 

Para Menma las cosas no estaban saliendo como lo planeó. Se supone que se presentaría ante su “alma gemela” y se divertiría viendo cómo sufría un infarto cuando viera que en realidad era un chico. Se reiría de lo lindo y se marcharía a casa. Fin.

 

Pero ahora resulta que quien estaba al borde de sufrir un infarto era él. ¿En serio podía tener tan mala suerte? El destino, o lo que sea, le odiaba mucho.

 

Por otro lado, Sasuke no se sentía mucho mejor. Él había llegado allí totalmente mentalizado de que su alma gemela era una mujer hermosa, incluso si hubiera sido fea lo habría tolerado mientras fuera una mujer, ¡pero ante sus ojos estaba un hombre!, y no cualquier hombre si no Uzumaki Menma.

 

Sólo eran simples conocidos, ni siquiera eran amigos. Lo único que tenían en común eran algunos amigos, pero fuera de ahí nada más. Apenas se conocían pero por lo poco que había descubierto sabía que Menma era todo lo contrario a él, no se compenetraban en nada.

 

En serio todo eso debía ser una muy mala broma del destino.

 

CONTINUARÁ.

Notas finales:

¡Hola! Se supone que no iba a publicar más fics, pero aquí estoy. No podía resistirme a regalarle algo a Sasuke (y Charasuke) por su cumpleaños.

 

¡Feliz cumpleaños, Sasuke y Charasuke! –lanza confeti-

 

Para quienes me conocen a mí y mi manía de hacer fics kilométricos… no problem! Este fic es súper corto :D

 

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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