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Inicios de vida y amistad por JennVilla

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos!

Espero que les guste esta nueva adición a la serie de "Una Nueva Vida" y disfruten de lo hermosos que pueden ser Harry y Draco de bebés e infantes.

 

Lucius Malfoy paseaba lentamente por su habitación con su primogénito en brazos, mientras le hacía carantoñas y le decía algunas otras cosas que Narcissa no alcanzaba a oír.

Ella contemplaba a los hombres de su vida en silencio y con una pequeña y relajada sonrisa desde su silla preferida. Aquella silla mecedora que fue alivio en los tiempos más difíciles de su embarazo.

Amaba a Draco con locura, pero de verdad que no quería repetir otra experiencia como esa. Un embarazo, a pesar de ser algo maravilloso y lleno de experiencias irrepetibles, era también una dura prueba para la paciencia y comodidad de cualquiera.

Hacía más de un mes que Draco había llegado al mundo, y aunque Narcissa no quería parecer alguien débil, no podía decir que ahora fuera la misma mujer de antes. Su embarazo había sido complicado y aún quedaban secuelas que hacían estremecer su interior, y que un Medimago o su amigo Severus, velaran constantemente por ella.

Pero no duraría por siempre. Ella estaba segura de que todo regresaría a la normalidad y que podría pasear con su pequeño por las calles del Londres Mágico como cualquier madre orgullosa lo haría.

— ¿Te encuentras bien, Cissa? —preguntó Lucius acercándose a su esposa mientras el pequeño Draco halaba de su cabello.

Ella sonrió y estiró los brazos para recibir a su hijo.

—Estoy bien, Lucius. Y lo estaré mucho más con el tiempo, ten paciencia.

Lucius conjuró con su varita otra silla y la acomodó al lado de la silla de su esposa. Narcissa reposó su cabeza en el hombro de Lucius y contempló al ser humano más hermoso que existía y existiría en toda la tierra.

—Es un niño precioso.

—Claro que sí. Es nuestro hijo. —dijo Lucius sonriendo de esa manera en la que sólo sonreía a Draco. Narcissa tenía que contenerse y no reír; definitivamente a Lucius no le gustaría saberse tan embelesado y lleno de expresiones faciales nuevas en su aristocrático rostro. Recordó que su hermana Andrómeda le había regalado años atrás una cámara muggle; definitivamente una foto que valdría la pena tener, sería la de un Lucius frunciendo los labios o inflando las mejillas para hacer sonreír a Draco.

—Soy muy feliz, Cissa. No me cansaré de agradecerte por... por este maravilloso regalo. —dijo Lucius en voz baja.

Narcissa sonrió y evitó llorar de nuevo. Se suponía que las hormonas tenían que estar bajo control después del embarazo... ¡Después de un mes y medio de haber dado a luz!

—Es gracias a los dos, Lucius. Pero preferiría darte otro tipo de regalo para otra ocasión, si no te importa. A menos que quieras embarazarte tú. —bromeó.

Lucius rio, con esa carcajada varonil y profunda que había encandilado a Narcissa desde Hogwarts.

—Bueno, eso sí que es imposible. Y yo tampoco es que quiera repetir la experiencia. Por poco y me quedo calvo por el estrés.

Narcissa bufó divertida y Draco levantó su manita en un puño.

— ¿Estrés? —bufó ella, sosteniendo la mano de su hijo.

—Sí. No creerás que es fácil ver al amor de tu vida sufriendo por una panza enorme.

Narcissa liberó una de sus manos del cuerpo tibio de su hijo y golpeó con ella a Lucius.

— ¡Lucius, por Merlín! Llevaba un bebé allí… A este hermoso niño que ves aquí. No vuelvas a decir eso.

Lucius rio nuevamente.

—Lo siento... Es que parecías a punto de explotar y yo no sabía qué hacer.

—Agradece que no estoy en condiciones de hechizarte, Lucius Malfoy. —dijo Narcissa con tono indignado.

Lucius sonrió y besó rápidamente los labios de su esposa antes de que ella apartara el rostro. Luego se inclinó y besó la cabeza de su hijo.

—Será el mejor de los Malfoy. El más apuesto y digno.

—Y no te olvides que lleva sangre Black en sus venas. Eso pesa más.

Lucius puso los ojos en blanco.

—Ya hemos tenido esta conversación, Narcissa. Recuerda todos los árboles familiares que hemos visto y a las conclusiones que hemos llegado.

—Sí. Los Black somos mejores que los Malfoy.

Lucius quiso replicar que ella desde hacía mucho era una Malfoy, pero una cegadora luz plateada le interrumpió. Narcissa, por instinto, empujó a Draco contra su pecho y estuvo alerta. Lucius no tuvo tiempo de sacar su varita cuando un enorme ciervo astado, envuelto en una bruma de luz plateada, se formó en el centro de la habitación.

—Malfoy... —la voz de James Potter se dejó oír— El parto de Lily se ha adelantado. Dile a Narcissa que ya casi es hora, estamos en San Mungo. Dice ella que le avises a Quejicus también. Me va a matar si ustedes no llegan.

El ciervo desapareció inmediatamente y Lucius tardó en reaccionar, no así su esposa pues teniendo cuidado con su bebé, se puso de pie enseguida y empezó a parlotear:

—Oh por Merlín, Lucius. Lily ya va a dar a luz y yo no estoy allí, ¿puedes creerlo? Debemos irnos inmediatamente. Manda un patronus a Severus rápido, y vámonos por un Traslador de emergencia. De esos que tenemos para San Mungo. ¡Date prisa, Lucius! No podemos llegar tarde.

Mientras hablaba, Narcissa buscaba entre la cuna de Draco algunas cosas para empacarlas en un pequeño bolso expandible que ella había preparado con anticipación. Draco, entre sus brazos, viendo la agitación de su madre, levantaba sus brazos y balbuceaba audiblemente.

Lucius se puso de pie y moviendo su varita, convocó su bastón y su túnica favorita. Luego ató su cabello en una cola de caballo.

—Ustedes no irán. Yo me encargaré de avisar a Severus e ir en representación de la familia para ver a Lily.

Narcissa dejó de moverse y miró a Lucius fijamente.

—Lucius, no.

—Sí.

—Me prometiste que me dejarías ir.

—Se suponía que ella daría a luz la siguiente semana. Tú aún estás muy débil.

— ¡Ya ha pasado un mes!

—Sí, ¿y? No puedes viajar así. Además, Draco está muy pequeño.

— ¿Estás queriendo decir que no soy capaz de cuidar de mi hijo y que dejaré que le pase algo malo?

La magia descontrolada hizo que la foto del matrimonio de los Malfoy se moviera lentamente por la mesita de noche al lado de la cama. Narcissa se estaba enojando.

—No he dicho eso, Cissa —Lucius suspiró—. Sólo quiero que ustedes dos estén bien. Podrás visitarla luego, cuando tengas más fuerzas.

— ¡Te he dicho que ha pasado un mes!

Una de las cortinas ondeó por sí sola. Lucius cerró los ojos buscando paciencia.

—Cissa...

—Vamos a ir los tres, Lucius.

Y dicho y hecho, rato después, los tres Malfoy llegaron a la Sala de espera de la tercera planta de San Mungo.

Draco vestía una pequeña túnica azul celeste con un gorrito en forma de Dragón, cortesía de Lily Potter días atrás. Narcissa lo llevaba en sus brazos y buscaba frenéticamente con la mirada alguna señal de James. Lucius llevaba el bolso con dibujos de escobas y bludgers, pero aun así, su presencia imponía en el lugar. Miró altivamente a su alrededor, encontrándose a Remus y a Black.

Remus le sonrió con dificultad desde su asiento. Se le veía cansado y ojeroso, en cambio Black le gruñó sin disimulo. Lucius le ignoró y fue a sentarse a un lado de Remus.

—Narcissa, ven y siéntate aquí. No ganas nada allí de pie. Debemos esperar.

Ella accedió y reparó en la presencia de los amigos de James. Sonrió y descubrió la carita regordeta de su Draco para que le contemplaran. Mientras que Lily y su hijo dieran señales de vida, ella podría presumir al suyo, ¿no?

Remus sonrió encantado y miró con atención al adormecido bebé.

—Es hermoso, Cissa.

—Lo sé. —dijo ella sentándose al lado de su esposo.

Sirius también sonrió, muy a su pesar.

—Un Black, al fin y al cabo. Tienes que saberle llevar por el camino del bien, prima.

—Cállate, Black. —gruñó Lucius tomando a Draco en sus brazos y frunciendo el ceño a Narcissa. Se suponía que su esposa debería defenderle de esos ataques, ¿no?

— ¿Dónde están Regulus y los demás? —preguntó ella acomodando el bolso en sus piernas.

—Reg está en Australia. Andy y Bella han dicho que vendrán más tarde.

— ¿Dónde está Severus? —preguntó Remus a su vez, acariciando un brazo de Draco, por encima de la gruesa túnica.

—Vendrá pronto. —dijo Lucius haciendo muecas a la cara adormilada de su niño. Remus le imitó y Narcissa sonrió enternecida, no así Sirius, pues no le gustaba la cercanía de su pareja con Malfoy.

James Potter salió por una de las puertas dobles del pasillo y sonrió ampliamente.

—Ya. —dijo simplemente.

Narcissa sonrió y se incorporó para ir tras el feliz padre primerizo que parecía estar a punto de estallar por la felicidad.


—Es hermoso. —dijo Narcissa mirando embelesada al pequeño Potter en los brazos de Lily.

—Lo sé —Lily estaba llorando y no dejaba de besar las manitas de su hijo—. Es un niñito precioso... Oh, Cissa estoy tan feliz. Ya no veo la hora de que tu Draco y mi Harry jueguen juntos.

Narcissa sonrió y asintió mientras se inclinaba un poco para que los dos bebés estuvieran al mismo nivel. Draco estaba despierto. Sus ojitos miraban curiosamente todo a su alrededor y se entrecerraban cuando se fijaban en algo en específico. Y así fue cuando reparó en el otro bebé que yacía cerca de él, envuelto en mantas azules y con parte de su redonda cara al descubierto.

Lily y Narcissa guardaron silencio, sintiendo cómo la atmósfera se llenaba de expectativa y de un suave susurro de magia. Lily, secretamente, suspiró con alivio al comprobar que su hijo era completamente mágico.

Draco movió un poco su brazo derecho y Narcissa se apartó un poco para que él se pudiera mover con más libertad. Lily sonrió enternecida al ver cómo el pequeño Draco movía el brazo en dirección a Harry y sonreía paulatinamente. Las encías rosadas y sanas de su boca se dejaban ver, a medida que la sonrisa se ampliaba.

Pero su esposo James Potter era experto en dañar momentos memorables e importantes.

Entrando como tromba a la habitación junto con Sirius, James gritó que ya había avisado a sus padres sobre el nacimiento de Harry y que estaban en camino. Todo el ruido, provocó que Draco dejara de sonreír y se quejara para luego empezar a llorar. Y por ende, Harry también lloró.

Narcissa se alejó de la cama y fulminó con la mirada a James y Sirius, quienes no podían tener más culpabilidad en su rostro. Siendo atraído como un imán, Lucius entró a la habitación y corrió hacia su familia, adivinando inmediatamente lo que había pasado.

Mientras Lily arrullaba a Harry y le tarareaba una canción, Remus sacaba casi a empujones a sus amigos quienes se disculpaban en voz baja y atropelladamente. Narcissa se despidió de Lily y salió de allí también, haciendo lo imposible por calmar a Draco y a un furioso Lucius.

Notas finales:

¡Espero y les haya gustado este capítulo!

 


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