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Legado - Harry Potter por Lilit Yuu Jaganshi

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Notas del capitulo:

Notas de la Autora: Jajaja, que más, me habría encantado que este capítulo coincidiera con la fecha de navidad, pero no se pudo xD En fin, queda por la época, lo cual también me agrada bastante, así que aquí les dejo el capítulo que corresponde! Espero que sea de su agrado, y feliz año nuevo a todos!

Disclaimer: Ya saben que nada de este mundo me pertenece, todo es de la queridísima J.K. Rowling , yo solo lo manipulo para mi entretenimiento :D

Capítulo 11: Familia

 

Harry entro a la biblioteca, y arrebujándose en la bufanda, miró alrededor. Al ver una mesa llena de libros, sonrió, dirigiéndose hacía ahí.

- Buenas tardes, Hermione – saludo, asomándose sobre la pila de libros para ver la cabellera castaña inclinada sobre la mesa.

Hermione levantó la cabeza al momento, y mirándolo, le sonrió.

- ¡Oh!, ¡Hola Harry! – le saludo - ¿Vienes a hacer tarea? –

- Si – confirmó – Quiero irme de vacaciones sin tener tareas pendientes, o Remus no me dejara en paz hasta que termine –

- ¡Deja te hago un lugar! – le ofreció Hermione animada, comenzando a mover los libros.

- Gracias – le respondió Harry, y espero a que la castaña le hiciera un espacio en la mesa mientras se sentaba.

Ella siempre estaba ahí estudiando cuando no tenía clases, Harry lo sabía, porque cuando iba ahí con Draco, siempre la encontraban. Un día sin embargo, cuando Draco no lo pudo acompañar, decidió acercarse a ella. Desde lo del Trol, el trato entre ellos era más cordial, pero no solían intercambiar más allá de algunos pocos saludos, y Harry seguía sintiendo curiosidad al ver la distancia que mantenía la chica con sus compañeros de Casa.

Descubrió que como compañera de estudios era muy buena, y que no era tan irritante como había imaginado, o por lo menos, no más de lo que podía ser Draco cuando era terco con algún tema.

Y cuando Draco los encontró sentados a la misma mesa aquel día, le dirigió una confundida y traicionada mirada a Harry, que éste ignoro completamente mientras le invitaba a sentarse; Draco dudo, incluso le presionó un poco para que se fueran a otra mesa, pero comprendiendo que Harry no se movería, termino sentándose ahí derrotado. Dirigirle la palabra a la castaña de forma más o menos fluida, le costó al rubio hasta inicios de Diciembre, y fulmino con la mirada a cualquier Slytherin que comentó al respecto. Harry simplemente le dijo a quien le pregunto, que era libre de hablar con quien quisiera, fuera de la Casa que fuera, porque a él eso no le interesaba.

- Yo también quiero terminar todos los deberes para poder ir a casa y disfrutar de las vacaciones – comentó Hermione, y Harry no pudo evitar reír.

- No te creo – le respondió – Seguro tienes en tu casa más libros para leer –

Hermione le sonrió un poco avergonzada.

- Bueno, sí. Aún hay cosas que debo aprender del mundo mágico – le explicó – Cosas que tú o Malfoy dan por sentado, porque crecieron en él, pero que no es igual en mi caso –

Draco seguía siendo Malfoy para ella, igual que Draco seguía llamándola Granger; Gratamente, había dejado de referirse a ella como “hija de Muggles”, así que Harry pensaba que habían hecho un ligero avance en aquel tiempo. Harry y Hermione habían comenzado a tutearse pronto.

- Si hay cosas que no entiendes, puedes preguntarme. Si puedo ayudarte, lo haré – le ofreció el moreno, y Hermione le sonrió.

- Gracias, lo tomare en cuenta – le aseguró.

- ¡¿Porque no me asombra que estés aquí?! – se quejó una voz familiar, y cuando ambos alzaron la vista, vieron a Draco parado aún lado de la mesa con los brazos cruzados.

- No te encontré para avisarte, y quería acabar esto para poder irme a casa sin deberes – le respondió Harry mostrándole el pergamino - ¿Ya terminaste todo? –

Draco hizo una mueca ante la pregunta.

- No, pero tendremos los días de vacaciones para hacerlos – se defendió, sentándose en la silla al lado de Harry.

- Si, pero yo no quiero llevar deberes a casa. Remus no me dejara hacer nada que no sea la tarea, hasta que la termine – le explicó.

- Esa suena como una buena motivación para terminar los deberes – opinó Draco haciendo otra mueca. Suspiro, antes de comenzar a sacar sus cosas – A ver Granger, necesito un espacio – añadió.

Hermione se levantó para reacomodar nuevamente sus libros, y hacerle un espacio al rubio.

- ¿Para qué sacas tantos libros?, ¿Los ocupas todos? – le preguntó Draco con cierta exasperación, al ver la cantidad de libros que siempre había en la mesa.

- Son para investigación complementaria – le explicó Hermione con cara de circunstancias.

- Nosotros no ocupamos muchos libros porque conocemos muchas cosas del mundo mágico que Hermione no – le explicó Harry a Draco – Además, si debo ser sincero – añadió sonriéndole a Hermione – Antes de venir a Hogwarts, leí cerca de la mitad de la biblioteca Black, así que venía bastante bien preparado –

- ¿Biblioteca Black? – preguntó curiosa Hermione - ¿Dónde queda esa biblioteca? –

- Dice biblioteca Black, como yo diría biblioteca Malfoy, Granger – le explicó Draco con voz aburrida – Se refiere a la biblioteca de casa de su padrino –

- Oh… - Hermione asintió con la cabeza, y miró a Harry unos segundos antes de animarse a preguntar - ¿Vives con tu padrino? –

Harry asintió con la cabeza.

- Él y Remus me acogieron luego de la muerte de mis padres – le explicó.

- No lo sabía… Lo siento… - se disculpó Hermione, mirándole apenada de haber preguntado.

- No lo sientas, no me importa realmente – le aseguró Harry tranquilo – Ellos se han hecho cargo de mí como una familia, y realmente nunca he extrañado a mis padres porque Sirius y Remus se han encargado de que los conozca pese a que no están conmigo –

- Además, no es como si un cualquiera lo hubiera cuidado. Sirius Black es un mago descendiente de una poderosa y antigua familia mágica, así que tienen conocimientos, propiedades, y dinero de sobra. Rivalizan con facilidad con la familia Malfoy – le contó Draco a Hermione con orgullo.

- Vaya… Entonces tu vida a de haber sido muy interesante durante tu infancia – aventuró Hermione mirando a Harry.

- No puedo decir que no – le respondió éste sonriéndole – Siempre me explicaron todo lo que no entendía sobre la magia, nunca nada me falto, y como te dije, la biblioteca Black es enorme. Desde que aprendí a leer a los 6 años, hasta ahora, llevo leída casi la mitad de la biblioteca, aunque sé que han sacado libros de ahí para que no lea –

- Mi padre tiene hechizos sobre algunos de los libros también, para que no los lea – comentó Draco.

- ¿Qué tipo de libros? – quiso saber Hermione, aunque ya se hacía una idea.

- Libros de Magia Oscura – respondió Draco con tranquilidad, confirmando las suposiciones de Hermione.

- Supongo que ese mismo tipo de libros son los que saco Sirius – medito Harry pensativo – A final de cuentas, la familia Black antes de Sirius, toda perteneció a Slytherin por lo poco que él me ha contado, y algunos fueron incluso Magos Oscuros –

- Si, es normal que en su biblioteca tengan libros de Magia Oscura – convino Draco.

Hermione les miró insegura, mordiéndose suavemente el labio.

- Hablan de libros de Magia Oscura y Magos Oscuros como si fuera lo más normal… - se animó a comentar.

- No creo que deba ser un tema tabú, Hermione – le explicó Harry mirándola tranquilo – La Magia Oscura existe en el mundo, tanto como la Magia Blanca. No creo que debamos vivir ignorando ese hecho, porque creo que es eso lo que causa que luego surjan poderosos Magos Oscuros. Tampoco digo que la usemos, sólo que debemos conocerla, ¿No dicen por ahí, “conoce a tu enemigo”?, no hacerlo nos deja en una clara desventaja de conocimiento –

Hermione le miró con un extraño brillo en los ojos, y se había quedado completamente callada, algo en verdad extraño en ella. Miró de reojo a Draco, y vio que sonreía orgulloso.

- ¿Qué? – preguntó a ambos confundido.

- Siempre pensé que estabas en Slytherin por alguna clase de error, pero eso sonó bastante Slytherin – se animó a comentar la castaña, y Draco se rio complacido.

Harry lo fulmino con la mirada, aunque eso no evito que Draco siguiera riendo, hasta que la señora Pince le chistó con dureza, dirigiéndole una mirada de hielo. Sólo así Draco se calló, ocultándose tras la pila de libros apenado, mientras Harry le dirigía una complacida y divertida sonrisa.

- Bueno, si estoy en Slytherin debe ser por algo, ¿No? – comentó a la castaña con algo de seriedad, encogiéndose de hombros.

Hermione se mordió suavemente el labio.

- Lo siento, quizás no debí decirlo… - murmuró apenada, ante lo que Harry negó con la cabeza.

- No, está bien, créeme que yo mismo me cuestione muchas veces porqué termine en Slytherin, cuando mis padres, y hasta donde sé todas las generaciones Potter, habían estado en Gryffindor – le explicó, antes de suspirar suavemente – Supongo que aunque no me dé cuenta, si tengo cualidades Slytherin –

- Por supuesto que las tienes – le aseguró Draco – Pero no son tan marcadas como las nuestras, porque vienes de un ambiente demasiado Gryffindor – e hizo una mueca de asco.

- No es malo ser Gryffindor – defendió Hermione al momento.

- Yo no sé cómo puedes defender esa Casa, cuando no te llevas con ninguno de tus compañeros – observó Draco con seriedad.

- Es cierto, Hermione, no entiendo como estas en Gryffindor, cuando pareces más una Ravenclaw – comentó Harry mirándola curioso – Tampoco me parece que tú seas de esa Casa –

La castaña se removió incomoda, suspirando pesadamente.

- Le pedí al Sombrero Seleccionador que me pusiera en Gryffindor – les confesó triste – Pensé que sería la mejor Casa, a final de cuentas, ahí había estado Dumbledore… -

Aquello si asombró a Harry.

- ¿Se lo pediste? – le preguntó atónito - ¿Y te hizo caso? –

Hermione asintió con la cabeza, volviendo a suspirar.

- Dijo que estaría mejor en Ravenclaw, pero no quise escucharlo… - se lamentó con amargura.

Harry no dijo más, se limitó a mirar a Hermione pensativo, volviendo a recordar esa noche del primero de Septiembre.

- No creo que vayan a cambiarte de Casa si se lo pides al Sombrero, Harry – comentó Draco, y Harry, que estaba sumido en sus pensamientos, se sobresaltó ligeramente.

- No pensaba eso – le aclaró encogiéndose de hombros – Yo también le pedí al Sombrero Seleccionador que me pusiera en Gryffindor, pero no quiso. Tuvo una larga charla conmigo antes de ponerme en Slytherin… –

Draco y Hermione le miraron asombrados.

- Ahora que lo recuerdo, tu selección fue la más larga de todas – comentó la castaña – Y dicen que ha sido la más larga en muchos años -

-¿Hablaste con el Sombrero Seleccionador? – preguntó Draco incrédulo, viendo al ojiverde asentir con la cabeza - ¿Y qué te dijo? –

- No te voy a decir, Draco, eso fue una conversación privada – le respondió Harry incómodo.

Draco hizo una mueca.

- ¡Oh, vamos! – le pidió.

- Ni hablar, no te diré nada – repitió Harry con firmeza.

- Creo que habría sido genial tenerte como compañero en Gryffindor – no pudo evitar comentar Hermione sonriendo.

- Bueno, no somos compañeros de Casa, pero somos amigos – le quiso aclarar Harry sonriéndole suavemente, y al ver la mirada de asombro de la chica, sonrió divertido -  ¿O crees que sólo me siento contigo porque no hay más mesas libres? –

Los ojos de Hermione se nublaron por las lágrimas al escucharle, y Draco, algo incómodo, se enfocó en sus deberes.

- No pensé que me consideraras de esa forma – admitió apenada, bajando la mirada.

- Lo hago – le confirmó Harry sin dudarlo, y le tendió un pañuelo perlado.

- Gracias – dijo la castaña, tomando el pañuelo para limpiarse las lágrimas.

- De nada – le respondió Harry antes de regresar a sus deberes, en los que se enfrasco en un tranquilo silencio.

 

***

 

Cuando el día de marcharse llego, para Harry fue muy extraño hacer el viaje de regreso a Londres con los Slytherin, considerando que cuando llegó a Hogwarts, lo hizo pensando que estaría en Gryffindor, y acompañado por miembros que si fueron a la Casa de los Leones.

El viaje tampoco fue desagradable, pues se la paso jugando o platicando de tonterías con Draco, Blaise, Theodore, Vincent y Gregory, con quienes compartió el vagón. Cuando llegaron, se despidió de los últimos 4 cuando bajaron, pero Draco se mantuvo a su lado, mirando a todos lados ansioso.

- ¡Mira Harry, es mi madre! – exclamó de pronto emocionado - ¡Vamos para que la conozcas! – y sin esperar respuesta, le jaló consigo.

- ¡Espera, Draco, el carrito es pesado! – le recordó Harry, aunque se dejó llevar por éste, y sólo hasta que llegaron frente a una mujer, Draco le soltó.

- Madre, te presento a Harry Potter, mi amigo – dijo con propiedad el rubio, pero sonriéndole a su madre con orgullo y felicidad.

Harry observó  a la mujer. Era alta, delgada, y de facciones finas que destacaban su belleza, pero su gesto serio la hacía ver demasiado fría y severa, quizás incluso un poco peligrosa, aunque Harry noto que sus azules ojos se suavizaron ligeramente cuando se posaron en su hijo.

- Señor Potter – hablo, y contra todo lo que Harry hubiera pensado, su voz sonó suave y amable mientras le tendía una mano – Un placer conocerle. Mi hijo me ha hablado mucho de usted en sus cartas –

Aquello le sombro, pues no esperaba saber que Draco hablara de él con sus padres, aunque luego se reprochó a sí mismo no haber pensado que sería así.

- El gusto es mío, señora Malfoy – le respondió, tomando la mano y besando el dorso, como recordó que se hacía con las mujeres de un cierto estatus.

Narcisa le sonrió al ver aquello. El muchacho le gustaba.

- Me alegra saber que es un buen amigo de mi hijo, señor Potter – comentó, y Harry vio que los ojos de la mujer adquirieron la misma suavidad que cuando se posaron en su hijo.

- Espero que de la misma forma en que Draco ha sido un buen amigo para mí – le respondió a su vez Harry, y vio de reojo que Draco sonreía orgulloso. Sonrió también.

- Y un niño muy propio – observó Narcisa satisfecha – Se nota que ha tenido una muy buena educación –

- La he tenido sin dudas, señora Malfoy – confirmó Harry con seguridad y orgullo.

- ¡Harry! – escuchó entonces una voz conocida, y cuando se volvió, vio a Sirius que se abría paso hasta él con Remus a su lado, pero no le miraba, miraba a la madre de Draco con seriedad – Narcisa… - dijo simplemente cuando llegaron, su voz fría y acerada.

- Sirius – saludo Narcisa con un ligero asentimiento de cabeza, y Harry vio que la fría seriedad volvía a revestir su voz y sus facciones.

- Es hora de irnos, Harry, anda – le indicó Sirius, poniendo su mano sobre su hombros, aunque sin dejar de mirar a la mujer, como si fuera una amenaza potencial para su ahijado.

- Me pregunto quién le habrá educado, señor Potter – no pudo evitar comentar Narcisa, sin dejar de mirar a Sirius – Porque es obvio que no fue Sirius –

Harry miró a la madre de Draco, antes de mirar a su padrino, suspirando suavemente, antes de volver a ver a la madre de Draco.

- Sirius se ha visto envuelto en todo lo que respecta a mi educación, señora Malfoy, puedo asegurárselo, igual que lo ha estado Remus – hablo, y su voz fue siempre educada, pero firme y segura, haciendo que ambos adultos le miraran – Lo que soy, es gracias a ellos dos y al amor que me tienen, aunque a veces Sirius puede ser algo impulsivo y receloso con mi seguridad. Estoy seguro de que usted podría entender eso –

Narcisa lo estudio por algunos momentos. Estaba asombrada, aunque no lo dejo ver. Cuando su hijo le contó que Harry Potter estaba en Slytherin con él, dudo que fuera realmente un buen Slytherin, considerando quienes eran sus padres, a quien había vencido, y que estaba siendo cuidado por su primo y un Hombre Lobo. Ahora que lo escuchaba sin embargo, se dio cuenta que el Sombrero Seleccionador había tomado una muy asertiva decisión. Con palabras precisas y cuidadosas, se disculpó en nombre de su padrino, y de forma velada pero segura, se atrevió a exigir la aceptación de su disculpa, a cambio de la disculpa que le dio a ella misma, por ofenderlo al atreverse a dudar de la educación que le dieron dos hombres a los que amaba. Sonrió.

- Tiene razón señor Potter, puedo entenderlo – convino, asintiendo con la cabeza.

Harry le sonrió ampliamente, haciendo una ligera inclinación de cabeza, mientras Sirius negaba suavemente.

- Que rayos… - mascullo, acaricio el oscuro cabello de su ahijado, alborotándolo más y dejando sin darse cuenta, la cicatriz visible - Ya hablas como ellos… Pero si conseguiste que Narcisa diera un paso atrás, significa que de grande podrás ser hasta Ministro si te lo propones –

Harry le miró sin saber cómo tomar sus palabras, pero al ver la sonrisa que su padrino le dirigía, supo que no estaba molesto con él.

Sirius había sido educado por una familia Slytherin, claro que entendía la forma tan intrincada en que hablaban. En lo personal a él nunca le había gustado, le parecía muy complicado tener que estarse cuidando de cada palabra, buscando la trampa oculta en la oración más amable. Debía recordar que ahora que su ahijado era Slytherin, y se relacionaba con otros Slytherin, aprendería a hablar de esa forma, si no es que ya sabía, así que más le valía desempolvar sus viejos conocimientos, para cuando tratara con ellos también, algo que no había considerado que pasaría, hasta ese día.

- Vamos, despídete de mi prima y del pequeño Draco. Debemos volver a casa – le recordó. Se negaba a hablar de forma garigoleada y propia cuando se refería a la familia, aunque fuera familia con la que hace años que no se relacionaba.

Harry asintió con la cabeza, y miró a Narcisa.

- Con su permiso, señora Malfoy. A sido un placer conocerla – se despidió, haciendo una inclinación.

- Narcisa – le pidió la rubia sonriéndole veladamente, y Harry la miró asombrado – Puedes llamarme Narcisa, y hablarme de tú –

- No podría, señora – le respondió Harry negando con la cabeza.

- Claro que puedes, yo te lo estoy pidiendo, y me gustaría poder llamarte por tu nombre – le explicó Narcisa tranquila.

- Te lo está pidiendo ella, Harry – intervino Sirius, palmeando su hombros – Hazle caso –

- Si, Harry. Mi madre te está dando el permiso – agregó Draco sonriéndole orgulloso.

Harry miró a Draco unos segundos, antes de mirar a su padrino, asintiendo entonces con la cabeza, para regresar su mirada a la mujer frente a él, hablando con algo de pena.

- Esta bien… Narcisa – concedió, sintiéndose extraño de dirigirse de esa forma, a la madre de su amigo.

- Nos vemos luego, Harry – se despidió Narcisa sonriéndole amable.

- ¡Adiós, Harry! – se despidió Draco dándole un fuerte abrazo, más feliz aún por cómo habían ido las cosas con su madre.

- Adiós, Draco – le despidió también Harry, sonriéndole mientras le devolvía el abrazo.

- Con su permiso, señores – les dijo Narcisa a ambos magos, inclinando sutilmente la cabeza.

- Que les vaya bien – les despidió amable Remus.

- Adiós Narcisa – dijo a su vez Sirius, inclinando la cabeza también ligeramente, y vio a su prima llevarse al pequeño Draco, antes de volver a alborotar el cabello de Harry – Regresemos a casa, Cachorro –

 

***

 

Cuando abrió la puerta de su cuarto, se detuvo al ver que los colores del mismo habían cambiado. Los colores escarlata habían sido remplazados por colores esmeralda.

- Pensé que dado que no quedaste en Gryffindor, podría ser incomodo ver esos colores en tu cuarto – le explicó Sirius, que se paró detrás de él con el baúl levitando tras de ellos – Así que los cambie por el verde, aunque si quieres cambiarlo por algún otro color, no tengo problemas, lo sabes –

Harry sintió un nudo en la garganta ante aquello. Sirius en verdad se estaba esforzando para entenderlo, y sobre todo, para que él se sintiera bien, como lo mostraba el hecho de que se hubiera tomado la molestia de cambiar los colores del cuarto para que se sintiera cómodo, cuando bien pudo haber esperado que Harry mismo lo hiciera.

- Gracias Sirius – le dijo, volviéndose para abrazarlo, y algo sorprendido, Sirius le devolvió el abrazo.

- No tienes que agradecerlo, pequeño – le respondió, acariciando su espalda.

- Si, si tengo que agradecerlo, y quiero hacerlo – le aseguró Harry, mirándole con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas – Porque sé cuán importante hubiera sido para ti que quedara en Gryffindor, y aun así, no has dejado de apoyarme, de demostrándome en cada una de estas cosas que haces, lo mucho que me quieres, y lo importante que es para ti que me sienta bien –

Sirius mismo sintió los ojos picarle por las lágrimas, pero le sonrió a Harry, apretándolo contra si con más firmeza.

- Te quiero mucho, Cachorro, lo sabes. Para mi eres más importante que nada – le aseguró – Más importante incluso que la Casa en la que estés –

- Lo sé – le contesto Harry, secándose las lágrimas mientras se separaba, sonriéndole. Sirius le regreso la sonrisa.

- ¿Por qué no te pones ropa cómoda, y nos encuentras abajo?, podemos tomar chocolate caliente frente a la chimenea – le sugirió, pasando a dejar el baúl a los pies de la cama de su ahijado.

- Suena bien – convino Harry, y mientras su padrino salía, busco ropa para ponerse, pero cuando estuvo listo, no se apresuró a bajar. Se acercó a uno de los retratos de sus padres, mirando como sonreían felices – Lo siento, no quede en Gryffindor… Espero no haberlos decepcionado… Yo… Haré mi mejor esfuerzo en Slytherin, para ser un mago digno, y dejar en alto el apellido… – murmuró, acariciando el marco dorado. Entonces si salió de la habitación, pero detuvo sus pasos al llegar a la puerta entreabierta de la biblioteca.

Recordó a Hermione mientras empujaba la puerta, contemplando la enorme y amplia biblioteca. Había muchos estantes, todos del techo al suelo y repletos de libros, a excepción de los lugares donde estaban los enormes ventanales que permitían entrar la luz natural. Sin duda, sería un lugar que la castaña gustaría de conocer. Se preguntó si la biblioteca Malfoy sería así o más grande, y pensó que le preguntaría a Sirius si podría invitar a Draco y a Hermione a su casa en algún momento.

Sus pasos se detuvieron junto al escritorio, observando los libros abiertos y esparcidos encima, al igual que algunos pergaminos con notas. Ya había leído algunos de esos libros, aunque otros no.

- El antiguo estudio de la alquimia está relacionado con el descubrimiento de la Piedra Filosofal, una sustancia legendaria que tiene poderes asombrosos – leyó de uno de los libros que estaba abierto en esa página – La Piedra puede transformar cualquier metal en oro puro. También produce el Elixir de la Vida, que hace inmortal al que lo bebe -

- ¿Harry? – le llamó Sirius, y se asomó a la biblioteca al ver la puerta abierta. Al ver donde estaba, un ligero nerviosismo traiciono su rostro, aunque se apresuró a ocultarlo – Pensé que nos alcanzarías abajo, Cachorro – le dijo – Anda, vamos, Remus ya preparo el chocolate –

Harry asintió con la cabeza, saliendo con Sirius.

- ¿Por qué están investigando sobre la Piedra Filosofal, Sirius? – quiso saber curioso, siguiéndolo hacía las escaleras. No le había pasado inadvertido el gesto de su padrino, aunque éste se apresuró a ocultarlo.

- ¿Investigar?, nadie está investigando sobre la Piedra Filosofal, Harry – le respondió Sirius, tratando de restarle importancia – Sólo estaba buscando algo de lectura para entretenerme –

Harry le miró de reojo, sonriendo después.

- Ahora sé porque no quedaste en Slytherin. Eres un pésimo mentiroso – observó divertido.

- ¡¿Pésimo?! – saltó Sirius picado en su orgullo - ¡No soy un pésimo mentiroso!, ¡Y tú no debería estar feliz porque esa sea una cualidad de Slytherin, jovencito! – le reprendió.

- Supongo que la mentira, no importa en favor de que sea, es mala – concedió Harry, sonriendo sin tomarse a mal las palabras de su padrino – Pero es algo que los adultos hacen, y mucho, no solo los Slytherin –

Sirius le miró de reojo, y sonriendo, acaricio su cabello, despeinándolo.

- Es verdad, lo hacemos todos, y lo hacemos bastante – convino, y aprovechó para cambiar el tema, preguntando sobre la escuela.

Por esa ocasión, Harry no siguió preguntando.

 

***

 

Harry:

¡Me alegró mucho recibir tu carta!, mis padres quedaron encantados con tu hermosa lechuza, así que quizás el siguiente año me compren una.

Yo estoy muy bien, gracias. Estudiando todo lo que puedo, ya lo sabes. Quizás trate de conseguir libros avanzados de Encantamientos. Me he dado cuenta de que los hijos de magos tienen más nociones de hechizos, y algunos hasta saben hacerlos. Tú y Malfoy no podían ser la excepción.

Les conté a mis padres quien eres, que eres mi amigo, y están muy asombrados. No entienden mucho sobre el Mundo Mágico, pero saben que lo que hiciste fue importante. También lamentan que perdieras a tus padres, pero están felices de que vivas con tu padrino y recibas mucho amor.

No les conté sobre Remus, porque en el Mundo Muggle no es bien visto ese tipo de relaciones, pero después de que conozcan un poco más, lo haré.

Espero que los libros que he traído, me duren hasta que pueda regresar.

Con cariño

Hermione

 

Harry sonrió divertido al terminar de leer la carta, y guardándola en la bolsa del pantalón, camino a la sala. Por el momento había dejado el tema de la Piedra Filosofal de lado, y se limitó a disfrutar de las vacaciones, a final de cuentas ese no era asunto suyo, a diferencia del tema que necesitaba hablar en ese momento con su padrino, dado que ya se estaba acercando el día de navidad.

- Sirius, ¿Podemos hablar? – le preguntó cuándo llegó.

Sirius estaba sentado en el largo sillón bebiendo un poco de vino mientras leía, con Remus recargado en su hombro, leyendo también. Ambos lo observaron.

-Claro, Cachorro – accedió, antes de mirarlo un poco inseguro - ¿Quieres que vayamos a algún lugar privado? –

- Podemos hablar aquí – le respondió Harry encogiéndose de hombros – No es como que pretenda esconderlo de Remus, y no tengo problemas con que él escuche –

Remus le sonrió, y ambos magos se acomodaron en el sillón, mientras Harry se sentaba en otro individual.

- Tú dirás – le animó Sirius a hablar, pero Harry se sintió un poco inseguro antes de comenzar.

- Dijiste que tenía la bóveda de mis padres, y que cuando fuera mayor me darías acceso a ella… - comentó, mirándose las manos, sin animarse a mirarlos a la cara – Me preguntaba si podrías darme acceso a ella ahora –

Sirius le miró asombrado, dirigiendo una mirada de reojo a Remus, quien se la devolvió igual de asombrado.

- ¿Por qué, Harry? – quiso saber, acercándose al borde del sillón para poder estar un poco más cerca de Harry.

- Bueno… Tengo unos amigos… Y quiero mandarles regalos de navidad… Pero… Pienso que si tengo una bóveda con dinero para mí, no sería correcto pedirte dinero para ese tipo de cosas… - le intento explicar Harry apenado.

Sirius parpadeo varias veces antes de sonreír, y parándose, se acercó a su ahijado, poniendo una rodilla al suelo para estar un poco más a su altura.

- No te daré acceso a esa bóveda, Harry – le dijo firme, y Harry le miró triste, pero al ver la amplia sonrisa que su padrino le devolvía, se sintió confundido.

- ¿Por qué? – quiso saber.

- Tú eres como un hijo para mí, Harry, y todo lo que te he dado, te lo he dado pensando en ti de esa forma. No te daré el acceso a la bóveda de tus padres, porque quiero seguir teniendo el privilegio de darte todo lo que necesitas, inclusive dinero para que compres regalos para tus amigos, sin importar cuan caros puedan ser estos – le explicó tranquilo, alzando una mano para acariciar su mejilla.

- Pero tú y Remus podrían querer tener hijos propios en algún momento, y necesitar ese dinero… Sé que se puede aunque sean hombres – comentó, pero se mordió el labio cuando vio una sombra empañar los alegres ojos grises. Miró a Remus, y se asombró de ver aquella misma sombra en sus ojos castaños - ¿Qué pasa? – preguntó confundido.

- Nosotros no podemos, pequeño – le explicó Remus, acercándose ahora para hincarse a su lado – Soy un Licano, ¿Recuerdas?, una vez al mes me transformo… No podría llevar a término un embarazo, sin que sea peligroso para mí o para el bebé –

Harry los miró asombrado.

- Lo siento… - murmuró, bajando la mirada apenado, recordando entonces aquella platica algunos meses atrás, que había tenido con Draco sobre ese tema, y que nunca volvieron a retomar – Nunca pensé en eso… –

- ¡Por supuesto que no, no es algo que tu debieras de andar pensando a tu edad! – le dijo Sirius con voz tranquila, restándole importancia, y cuando Harry alzo la vista, le vio sonriéndole, sin rastro alguno de que hubiera habido aquella sombra en sus grises ojos – Nos dolió enormemente perder a James y Lily, y lamentamos muchísimo que tuvieras que pasar por la pérdida de tus padres a tan corta edad, pero agradecimos a Merlín la posibilidad de poder educarte, de poder ser en cierta forma tus padres. Nosotros no podíamos tener un hijo, pero tú te convertiste en ese hijo para nosotros, Harry. Incluso quiero que sepas que cuando ni Remus ni yo estemos, la Herencia Black pasara a ti –

Aquello asombró a Harry.

- Pero… ¿Estás seguro de eso? – no pudo evitar preguntarle, y Sirius se rio.

- ¡Pero por supuesto que estoy seguro, Cachorro! – le respondió, alborotando aún más su negro cabello.

- Sabemos que no somos tus padres, y que no eres nuestro hijo, pero nosotros tres somos una familia – le quiso hacer saber Remus sonriéndole cariñoso - Quizás una familia un poco extraña, pero familia a final de cuentas, y siempre lo hemos sido ¿De acuerdo? –

- Siempre que necesites algo, no dudes en pedírnoslo, Harry – le recordó Sirius – Siempre que podamos, estaremos ahí para ti, y siempre has sido lo primero para nosotros sin importar qué –

Harry los observó asombrado, sintiendo un nudo en la garganta. Siempre había sentido el amor que Sirius y Remus le tenían, pero escucharlos en ese momento decir las cosas de esa forma, hizo que algo dentro de su pecho se sintiera más cálido y reconfortado que nunca. Parpadeo, sabiendo que los ojos comenzaban a empañársele por las lágrimas.

- Yo también los quiero mucho, y siempre los he considerado mi familia sin importar que no tengamos lazos de sangre – murmuró a causa del sentimiento que le embargaba, bajándose del sillón para abrazarse al cuello de Sirius, que le envolvió fuerte y protectoramente entre sus brazos.

- Te queremos mucho, Harry – le aseguro.

Remus se acercó a abrazarlos también, y Sirius lo rodeo con uno de sus brazos, sintiéndose bien de ese momento que estaban compartiendo.

 

***

 

Cuando Sirius se enteró de que uno de los regalos sería para una niña, no dudo en hacerle bromas, aun cuando Harry se apresuró a explicarle todo apenado, que no era nada romántico. Las burlas pararon sólo hasta que Harry escogió el regalo de Hermione, que Sirius miro confundido, sin terminar de entender por qué a una niña le gustaría un enorme y aburrido libro.

El regalo de Draco fue bastante más difícil de encontrar, y mucho más costoso, haciéndolo dudar en comprarlo, hasta que Sirius le recordó que a final de cuentas, ese dinero pasaría a ser suyo, y que tenían suficiente para poder pagarlo holgadamente. Al final accedió a comprar aquel set de hermosas plumas con punta de plata, y un tintero verde botella con los acabados también en plata.

Envió ambos regalos en noche buena; El set de plumas con Hedwig, y el libro con Seth, otra lechuza que Remus tenía, aunque Hedwig ululo indignada de que no se le dieran ambas tareas a ella, segura de poder cumplir con ambas entregas.

Luego ceno con Sirius y Remus de forma agradable, como todos los años, y pasaron algunas horas frente a la chimenea, escuchando lo que Harry tenía para contarles sobre esos meses que llevaba en la escuela, mientras bebían chocolate caliente.

A la mañana siguiente, Harry se despertó bastante temprano, y bajo tratando de hacer el menor ruido posible, pero al llegar a la sala, hizo un mohín al ver ahí a ambos hombres.

- ¡De nuevo ganamos! – exclamo Sirius al verlo, sonriendo feliz y orgulloso mientras agitaba su varita para que el cuarto se llenara de chispas de colores rojas y doradas.

- ¡No es justo! – se quejó Harry - ¿Y si duermen en su cuarto? –

- Claro que dormimos en nuestro cuarto, Cachorro – respondió Remus sonriéndole divertido.

- Anda, anda, no seas quejoso y abramos los regalos – le animó Sirius, yendo a sentarse al enorme árbol, sonriendo feliz como si todavía fuera un niño pequeño.

Remus y Harry se acercaron también. Sirius le había regalado a Harry una nueva Snitch; Ahora que era Buscador, debía practicar, y la que tenía estaba ya algo vieja. Remus le regalo un libro sobre Encantamientos Avanzados en edición especial que Harry miró feliz, antes de agradecer a Remus. Draco le había enviado una capa verde botella con los bordes ribeteados en plata; Una hermosa y elegante capa conjurada para protegerle del frio. Hermione le mando un libro elegante sobre pociones.

- ¿Pociones?- preguntó Sirius confundido – Esa niña en verdad es rara… - no pudo evitar comentar - ¿Por qué un libro en Pociones?, ¿Se te dan mal? -

Harry se mordió el labio un poco.

- No, de hecho… Digamos que se me da bastante bien… Y le comente a Hermione que no había leído mucho sobre Pociones… Porque en tu biblioteca no hay muchos libros sobre eso… - le explicó algo apenado, sobre todo, porque sabía que Sirius podía no sentirse feliz de que le gustara aprender una clase que impartía Snape, y no se equivocaba del todo, porque Sirius hizo una mueca.

- Así que Quejicus es bueno explicando… - murmuró, poniéndose de forma distraída los guantes que Harry le había regalado, y que estaban hechizados para ser calientitos

- Es un buen Profesor – convino Harry algo inseguro de hablar sobre él, mirando que Sirius aún mantenía el ceño fruncido mientras miraba los guantes.

- Lily era buena en pociones – comentó Remus atrayendo la atención de Harry– Y fue de las pocas en Gryffindor que tomo los E.X.T.A.S.I.S. de Pociones. Si no mal recuerdo, saco una E, que es la máxima calificación –

- ¿En serio? – le preguntó Harry curioso y animado.

- Sí. James tampoco era malo, de hecho, si no mal recuerdo era bastante bueno, pero nunca le presto demasiada atención a esa materia, aun cuando él también saco una E en los E.X.T.A.S.I.S. – le siguió contando Remus – Además, si mi memoria no me falla, tu padre llego a comentar en algún momento, que parte de la Herencia Potter venía de la creación de Pociones, así que creo que es muy probable que en tu linaje halla varios Maestros en Pociones –

- ¿Y entonces no hay libros de eso en la biblioteca? – intervino Sirius mirando a Harry. Aún tenía el ceño fruncido.

- Bueno, no muchos… – le explicó Harry, inseguro de ver que Sirius aún fruncía el ceño, pero el ojigris simplemente asintió con la cabeza de forma distraída, viendo los regalos que quedaban bajo el árbol.

- Los Weasley te mandaron un obsequio – comentó tomando el regalo que rezaba en la tarjeta “De los Weasley con cariño para Harry”.

- ¿En verdad? – preguntó Harry confundido, y tomó el regalo que su padrino le tendía para abrirlo, observando con cierto asombro e incomodidad, que se trata del típico suéter Weasley que cada año la señora Weasley le mandaba para navidad desde que se había hecho amigo de Ron, con la enorme H dorada al frente, y sobre todo de color rojo…

- Alguien no le aviso que quedaste en Slytherin – comentó Sirius mirando con una ligera mueca critica el suéter.

- Quizás Ron no se lo comentó – opinó Remus mirando también el suéter, pensando que era un regalo bastante desafortunado.

- Quizás – convino Harry encogiéndose de hombros, y haciendo bolita el suéter lo hizo a un lado, volviendo a tomar su libro de Pociones.

Sirius observó la actitud de Harry con una mueca, y busco bajo el árbol algún regalo más que hubiera para darle y animarlo, cuando se percató de que en efecto aún quedaba un regalo para él.

- ¡Mira Harry, alguien más te mando un regalo! – comentó, agarrándolo para pasárselo, esperando que este en verdad fuera mejor que el de los Weasley.

- ¿De quién es? – preguntó curioso Remus, esperando exactamente lo mismo que Sirius sin saberlo.

Harry lo tomó, mirando la nota.

- Tu padre dejo esto en mi poder antes de morir. Ya es tiempo de que te sea devuelto. Utilízalo bien. Una muy Feliz Navidad para ti – les leyó – No tiene firma –

- Que extraño… - murmuró Sirius – ¡Ábrelo! – le ánimo, y Harry comenzó a abrirlo, viendo cómo lo que estaba en su interior, se deslizaba al suelo de forma fluida, algo que era de color gris plata.

- ¡Remus! – exclamo Sirius jadeando. Remus mismo tenía los ojos muy abiertos mientras miraba aquel objeto.

- ¿Qué es? – preguntó Harry confuso.

- ¡Levántate Harry! – le indicó Sirius con energía, y poniéndose de pie él mismo con agilidad, levanto aquello que casi parecía plata liquida entre sus manaos.

Se levantó como Sirius le pedía, mirándolo confundido, y vio a su padrino extender aquello, antes de que se lo echara sobre los hombros. Se sentía extraño sobre sus hombros, y cuando lo toco por dentro, pensó que era como si el agua hubiera sido convertida en tejido. Bajo la vista para ver cómo se veía, y pego un grito.

- ¡Mi cuerpo no se ve! – exclamó atónito - ¡¿Porque no se ve?! –

- Porque lo que tienes puesto es una Capa de Invisibilidad, Harry – le explicó Remus sonriéndole, viendo como Harry daba vueltas.

- Única en su tipo – agregó Sirius orgulloso, mirando con nostalgia, la parte donde la capa debía estar – Las Capas de Invisibilidad por lo regular pierden sus propiedades luego de algunos años, pero esta nunca lo hizo. Tu padre la tenía desde primer año, y ya tenía tiempo con ella cuando entro a Hogwarts, pero mira, incluso aún luego de todos estos años, sigue igual que siempre –

- Es genial… - murmuró Harry sonriendo.

- Aunque no creo que sea bueno que la lleves a la escuela… - opinó Remus.

- ¡Oh!, ¡Vamos, Remus! – se quejó Sirius - ¡No puedes decirle eso!, ¡Es la Capa de Invisibilidad!, ¡Es genial que la haya recuperado! –

- ¡Si, Remus, por favor, déjame llevarla! – le pidió Harry, acercándose a él con ojos de cachorrito.

Remus hizo una mueca. Que le viera con esos ojos, no ayudaba a mantener su firmeza.

- No sé… Podrías meterte en problemas… Nosotros mismos nos metimos en muchos problemas gracias a esa Capa – comentó.

- ¡Y esa Capa nos ayudó a salir de muchos otros! – le recordó Sirius – ¡Anda, deja que la lleve!, ¡Le conseguiré un baúl especial para que pueda guardarla con seguridad! –

- ¡Por favor, Remus! – volvió a presionar Harry, y Remus le miró apenas unos segundos, antes de suspirar derrotado.

- Esta bien, pero que Sirius te consiga ese baúl – les advirtió.

- ¡Sí! – exclamaron ambos pelinegros, y pasaron el resto de ese día entretenidos con la Capa de Invisibilidad.

 

***

 

Draco estaba muy feliz aquel día. Tenía varios regalos que sus padres le habían dado, pero los que más le enorgullecían era la Nimbus 2000 que su padre le había comprado, y aquel juego de plumas muy finas que Harry le había mandado.

- ¡¿Verdad que son hermosas, madre?! – le preguntó feliz.

- Lo son Draco, pero por Merlín contrólate – le reprendió suavemente su padre, sin mirarle y sin siquiera elevar demasiado la voz, con los grises ojos fijos en el libro que se encontraba leyendo – Estas a punto de comenzar a saltar, y eso sería muy impropio de un Malfoy –

- Lo siento, Padre – se disculpó de inmediato Draco, con la propiedad que se esperaba de él, con voz tranquila, pero miró a su madre, viendo la cálida sonrisa que ella le dirigió.

- Harry tuvo buen gusto al comprar ese set de plumas, se notan elegantes y costosas – comentó a su hijo.

- Me pregunto si Potter heredara la fortuna Black. No parece que ese Black vaya a tener descendencia propia, y ha criado a ese niño desde que era un bebé – comentó Lucius de forma distraída a nadie en particular, antes de mirar a su hijo – Creo que sería muy importante mantener una estrecha relación con él, Draco. Sin duda, será un mago con mucho poder político en el futuro si se convierte en el Heredero Black –

Draco sonrió con satisfacción.

- Si padre, lo sé – le respondió, orgulloso de haber considerado eso por su propia cuenta.

 

***

 

Narcisa se paró en la puerta de la habitación de su hijo. Estaba inclinado sobre su escritorio escribiendo, su rostro tranquilo y concentrado.

- ¿Haciendo tus deberes, hijo? – le preguntó, y vio a Draco alzar la mirada del pergamino, mirándola.

- Si, madre, no es bueno dejarlo hasta el último minuto – le respondió, y le sonrió, esa sonrisa que su padre reprobaría, pero que sabía que a su madre no molestaba.

Narcisa le devolvió la sonrisa, adentrándose al cuarto para sentarse en una de las sillas al lado del escritorio.

- En verdad son hermosas esas plumas – comentó, notando que su hijo las estaba usando.

Draco miró la pluma entre sus dedos también, sonriendo.

- Si, lo son. Dignas de un Malfoy – opinó orgulloso.

- Más bien dignas de un buen y querido amigo, ¿No crees? – le preguntó su madre amable– Seguramente Harry destino una buena parte de su tiempo a buscar un buen regalo que fuera no sólo hermoso, útil o costoso, sino que pudiera reunir todas esas características. Y eso sólo se hace cuando la persona a la que esta destina el presente, es alguien que se aprecia más allá del estatus –

Draco la observó durante unos segundos, antes de asentir lentamente con la cabeza.

- Es verdad – convino, sonriéndole suavemente, de una forma en que sólo se animaba a hacer frente a su madre – Harry en verdad es un buen amigo –

Narcisa asintió con la cabeza.

- Esos lazos de amistad, Draco, son más importantes y duraderos que cualquier otro lazo que hagas por interés o conveniencia – comentó tranquila – Y las personas responden con mayor compromiso y lealtad, cuando hay amistad de por medio en una alianza –

- Pero no con todos se puede formalizar una amistad profunda – observó Draco.

- Así es, Draco – convino Narcisa sonriéndole orgullosa – Lo que dices es muy cierto, y las grandes alianzas, fuertes y duraderas, dependen de conocer el papel de cada individuo en ellas. No todos pueden ser tus mejores amigos, ni deben serlo, pero en tus mejores amigos, sabes que tendrás poderosos partidarios. A los demás debes ponerlos de tu lado de forma sutil, pero será tu obligación ser consciente de que pueden traicionarte en cualquier momento, así que nunca les des demasiada confianza, porque están contigo por intereses que pueden cambiar con mucha facilidad –

Draco asintió con la cabeza con solemnidad. Le gustaba mucho cuando tenía ese tipo de pláticas con su madre, tan profundas y sabias, que le hacían saber que su madre reconocía su inteligencia.

- Harry será mi mejor aliado – le aseguró feliz.

- Así es, Draco, pero no olvides que la amistad va en dos sentidos – le recordó su madre – No creo que él llegue a traicionarte nunca, así como tampoco creo que tú llegues a traicionarlo a él. Si siguen fortaleciendo su amistad, serán un buen equipo en el futuro –

- Si madre. Recordare tus palabras – le prometió Draco, sonriéndole cálido – Gracias por compartir tu conocimiento conmigo –

Narcisa no dijo nada, sólo estiro la mano para acomodar uno de los mechones de su hijo tras la oreja, en un gesto que sólo se permitía cuando Lucius no veía. Draco estaba creciendo rápido.


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