IV
De alguna forma, acabaron juntos en el baño de la casa de Jiwoo. La puerta cerrada y ellos esforzándose por no hacer tanto ruido.
Jisuk tenía la espalda contra la pared y a Wooin encima, sosteniéndose de sus hombros. De vez en cuando las manos de Wooin subían a su pelo y lo despeinaba, lo jalaba, y luego volvían a su nuca, a enterrarle las uñas en la piel sensible porque todavía no se acostumbraba a la oleada que le sobrevenía cuando se besaban.
A Wooin le gustaba besar. Y había aprendido muy rápido a hacerlo muy bien. Además, Jisuk podía jactarse de ser un excelente besador aunque nunca lo había hecho con nadie más que Wooin. Y no era sólo su ego, lo sabía por la forma en que Wooin soltaba pequeños quejidos cuando encontraba su lengua y la frotaba con la suya, en los jadeos roncos que soltaba cuando le mordía los labios llenos y perfectos, o por cómo últimamente lo sentía estremecerse cuando le acariciaba la nuca mientras le daba un beso suave que incluía sólo los labios y nada de lengua. El sonrojo y la expresión satisfecha en la cara de póker de Wooin cuando se separaban eran invaluables.
Tal vez no lo notó cuando se conocieron, porque Jisuk simplemente pasaba de todo y de todos, pero Wooin era un chico atractivo, con su corto y prolijo pelo negro, sus ojos oscuros y alargados, su nariz pequeña, sus labios llenos, su cuerpo atlético y su voz grave y masculina… Adicionalmente, era uno de los muy pocos que podían darle una verdadera paliza si se lo proponían, porque su control sobre sus habilidades despertadas era excepcional y...
Mierda. Wooin le mordió el labio inferior y él no pudo sofocar el gemido tal vez un poco excesivamente placentero. Incluso se estremeció.
Wooin era un digno rival incluso cuando se trataba de besar. Y Jisuk nunca rehusaba un enfrentamiento. Así que arrastró las manos por su espalda, pegándolo más a él mientras le devolvía la tan placentera atención.
—Tu pierna —Wooin murmuró agitado, separándose apenas para poder hablar y verlo. Tenía los labios hinchados y la mirada brillante; Jisuk quería inclinarse para besar sus mejillas arreboladas, pero, en su lugar, se concentró en lo que le había dicho.
Su pierna.
¿Cuándo…?
JO.DER.
Ninguno había apartado la mirada del otro, y Jisuk supo que justo ahora debía tener la cara a punto de hacer combustión. Tampoco sabía qué carajos decir para justificarse. Simplemente se estaba sintiendo tan bien que fue instintivo. No encontraba otra explicación.
Había metido la pierna derecha entre las piernas de Wooin.
Y se sintió malditamente bien porque Wooin gimió de una forma única como resultado y él había querido escuchar más. En cambio, ahora estaban en completo silencio, separados por una distancia casi inexistente mientras él se derretía de la vergüenza.
Entonces, Wooin ladeó la cabeza un poco, como si tratara de analizar algo, lo sujetó del rostro con ambas manos y volvió a besarlo. Porque a Wooin le gustaba besar. Y a Jisuk le gustaba ser besado por él.
Gracias a Dios que Jiwoo y Subin dormían como troncos en la sala.
.
.