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Omega por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Hola nuevamente. Aquí tienen el capitulo cuatro. 

 

Por fin van a conocer a Castiel quien también tendrá una importante aparición en el próximo capítulo. 

Aún no llega el momento de conocer a Michael. 

 

 

Unas hora atrás

 

-Vas a decirme cómo es él.- Gabriel se permitió una sonrisa ante la petición de su hermano. Castiel había elegido un atuendo apropiado para la ocasión: unos pantalones ajustados y una camisa turquesa de vestir con manga larga. Mientras que él, prefirió usar uno de sus mejores trajes, el que siempre guardaba en la cajuela de su auto en caso de que lo llegara a necesitar mientras estuviese trabajando. Luego descubrió que la verdadera razón detrás de ello no había sido su exquisito gusto por la elegancia. Castiel mencionó su apariencia con un chiste sarcástico antes subir a la automóvil y es que Gabriel, inconscientemente, había tenido intención de lucirse frente al omega, vistiendo las mejores ropas que tenía al alcance de su mano. Para cuando se dio cuenta, ya estaban dentro de la camioneta.

 

El vehículo yace en reposo y la calefacción está encendida. Una brillante idea por parte de Castiel pero fue John quien ordenó que las ventanas laterales del auto en el que transportarían a su hijo fueran polarizadas. Otra idea bastante brillante, creía Gabriel.

 

-Ya lo verás, hermano, ten paciencia. Dean Winchester es un omega puro, yo diría...casi perfecto. -Dijo, con un toque de anhelo en sus labios.- Como nunca has visto a uno, así es él...cada célula de su cuerpo está diseñada para atraerte.- Los dedos de Castiel tamborilearon sobre el auto, detrás del volante, claramente impaciente. Sus grandes ojos azules, una característica apreciable con la que Gabriel aún se sobrecogía, seguían cada movimiento de Sam Winchester. El chico caminaba de un lado a otro cerca de la puerta del bar sobre el callejón. Desde su posición, Gabriel podía observar el brillo de sus rubias pestañas y el reflejo del sol sobre sus ojos. Por los intercomunicadores, todos estaban en silencio, esperando que John diera luz verde para extraer al objetivo del local. Mientras tanto, Sam parecía ensayar sus palabras; sus hombros se agitaban de vez en cuando y ladeaba la cabeza, claramente ausente.

 

-Tienes solo una oportunidad, lo sabes, ¿cierto?.- Gabriel observó a Castiel de reojo y devolvió la vista al frente. El cielo se oscurecía lentamente. Pronto, daría paso al atardecer.

 

-Si, lo sé.- Castiel asintió. Detuvo el tamborileo, agitó las piernas una vez y se quedó inmóvil sobre el asiento. Su nerviosismo lo ponía de cierta forma nervioso a él. La seguridad de Michael al arribar a la mansión Winchester solo un par de horas después de que Castiel lo hiciera, y el buen recibimiento que tuvo por parte de los Winchester, le dejaron ver que Castiel no era tan bienvenido como Michael y que John haría lo que estuviera entre sus manos para asegurarse de que Michael obtuviera el consentimiento de su hijo durante su próxima temporada de celo. Ciertamente, no había nadie mejor que su hermano mayor para cortejar a Dean Winchester dada su posición, su reciente fortuna y la reputación que le precede.

 

-Solo...llama lo suficiente su atención y él te permitirá pretenderlo.- Hizo una señal baja con la muñeca derecha y asintió.- Y sobre todo, no disgustes de algún modo a su padre. Él aún no te conoce bien.

 

-Sé lo que tengo que hacer.- Replicó, con una mano en la barbilla. Se había afeitado recientemente y su aroma estaba mucho más claro, limpio incluso, fácilmente perceptible, por lo que Gabriel tenía al alcance de su nariz el temperamento de Castiel. Su aroma a cuero, ámbar y almendras apenas cambio del todo y lo hizo de un modo que le informó a Gabriel la pizca de irritabilidad que se advirtió en su voz.

 

-Me aseguro de que lo entiendas.- Objetó él, mesurado.- Los omegas como Dean Winchester, si te ven débil una vez, no importa lo que hagas después, no le interesarás en absoluto y claramente Michael no tendrá ese problema.- Castiel parpadeó y su aroma adquirió fuertemente el olor a cuero.- Los Winchester estarán muy sensibles los próximos días con respecto a él, tratando de que Dean se adapte a su nueva vida. Si alteras a Dean de algún modo que le disguste a su padre, ten por seguro que él va a encargarse de ti.- Continuó. Castiel es conocido por evitar los problemas, no lanzarse hacia ellos y en ese momento, Castiel veía problemas por todos lados.- Aún estoy aprendiendo sobre él, no sé como reaccionará ante ciertas situaciones, sin embargo, parece ser un alfa muy sensato. Y como soy tu hermano, te daré un consejo.- Castiel quiso poner los ojos en blanco, pero no lo hizo.- Michael no solo tiene a nuestro padre de su lado, sino que también tiene a los Winchester...o a casi todos.- Castiel le miró de reojo, repentinamente interesado. Gabriel guardó silencio por más de un minuto y Castiel observó las paredes grisáceas del callejón que les rodeaban. Por último, sus ojos distinguieron con detenimiento al joven Winchester; su cuerpo vigorizante, robusto y perfectamente sano le daban una apariencia mortal pero su rostro se asemejaba al de un niño y es que solía sonreír mucho más que un alfa promedio, algo que le daba desconfianza a Castiel, y su aroma, tal como su temperamento, son muy dóciles.

 

-Hay una razón por la que Sam está haciendo esto.- Susurró Gabriel. Para ganarse la confianza de Dean Winchester, pensó Castiel, quien se mantuvo en silencio un par de minutos más. Lamió sus labios una vez y habló con rigor.

 

-Me harías un favor si no me comparas con Michael, Gabriel. Todos tenemos suficiente de él.- Dijo, sin apartar la mirada de la silueta de Sam Winchester. Gabriel se permitió girar los ojos.- Llegó a comprender un poco el motivo de tus intenciones, hermano, sobre todo porque yo tampoco deseo que Michael se convierta en nuestro próximo alfa, pero eso no cambia los últimos acontecimientos: nuestro padre planea entregarle el puesto a Michael complacido en cuanto vuelva a casa con la mano de Dean Winchester...Y que aún cuando no sea así, solo será cuestión de tiempo.- Su voz fue de cierta manera sosegada y también se percibió en su aroma, aunque muy sutilmente.- Quiero esta oportunidad y no porque de alguna forma yo te ayude con tus planes.

 

-Siempre has sido el más pequeño, retraído incluso.- Murmuró.- Es bueno saber que estás dispuesto a quitarle algo a Michael que es muy importante para él.- Dijo, con una sonrisa serena, y después permaneció pensativo un momento. Castiel recargó el brazo izquierdo sobre la puerta y esperó por las palabras de Gabriel.

 

-Así que cambio los términos del acuerdo.- Afirmó con un matiz de despecho. Su voz no fue más que un murmullo lento, pero Castiel tiene un excelente oído tanto como Gabriel tiene una excelente nariz.- Nuestro padre le prometió retirarse cuando procreara a su primer hijo, no cuando encontrara pareja.- Observó el rostro de Castiel con una mirada ceñuda. Él no se molestó en devolverle la mirada y Gabriel reconoce que la razón detrás de ello es la modestia. Castiel dejó que Gabriel continuara con su monólogo.- Cambio los términos del acuerdo y te prohibió contármelo, además.- Aclaró con el mismo tono de voz. Su aroma delataba lo molesto que se sentía pero Castiel también percibió alivio, algo que lo dejo un poco confundido.

 

-Lo hizo cuando se enteró de que el omega por el que Michael iba a pelear no es nadie menos que un Winchester.- Explicó finalmente Castiel con un suspiro largo. Como esperaba, Castiel lo hizo para clamar sus pensamientos.- Está muy deseoso de unir ambas familias y desea que Michael sea quien lo haga.- Se inclinó sobre el asiento. Le miró un momento ante de volver la vista al callejón. Michael podía ser más fuerte e incluso más dominante que Castiel, pero Gabriel sabía que su hermano tenía una ventaja que Michael no. Él es muy bueno tranquilizando a las personas y es que Castiel transmite una buena aura de paz y tranquilidad que solía envidiar a sus hermanos mayores, incluso a Gabriel, cuando eran más jóvenes. Él jamás tuvo problemas con su padre por arrebatos de ira o por actos de dominio territorial. Él jamas iniciaba las pelas y mucho menos provocaba una, su fortaleza consiste en buscar soluciones no agresivas a los problemas. Él siempre sabe guardar la compostura, lo que muchas veces, de una u otra manera, hace enfurecer al resto.

 

-¿Por qué me lo estás contando?.- Castiel se encogió de hombros ligeramente. Gabriel no podía molestarse si Castiel estaba muy cerca. No tenía sentido molestarlo con su aroma o con sus palabras si el no lo hacia de vuelta.

 

-Porque ahora ambos estamos en un dilema con Papá.- Gabriel reconoció que Castiel tiene razón.

 

-Eso cambia muchas cosas. ¿Qué dijo de ti?.- Gabriel se pasó una mano por el rostro, reclinándose sobre su asiento. Que aquella noticia no se le refiriera en una carta solo indicaba que su propio padre estaba teniendo cautela con él. No había otra persona que no fuera Chuck que quisiera tanto a Michael en su puesto; lo educó para ello, le enseñó para ello, lo entrenó desde que era un cachorro para liderar; ante sus ojos, Michael es perfecto. Gabriel estaba interfiriendo en sus deseos lo que de cierta forma, lo convierte a él en una amenaza, aunque Chuck jamás iba a admitirlo.

 

Gabriel acarició sus mejillas y sus labios con el dedo índice derecho, un poco ensimismado. Castiel jamás respondió la pregunta, mas notó la postura abstraída de su hermano, quien se encuentra en el asiento del copiloto, a su lado.

 

“Los dieciséis objetivos ya están neutralizados”. Escucharon la voz de Rufus en el intercomunicador. En respuesta, ambos hermanos recobraron la postura y dejaron sus pensamiento de lado. Gabriel observó a Sam Winchester detener su andar sobre el callejón.

 

-Vas a entrar ahí.- Susurró Gabriel.- Ten cuidado.- Le pidió con lenidad.

 

-Lo tendré.- Contestó en seguida.

 

 

 

 ........

 

 

 

-Haz la llamada, Bobby.- Ordenó John por el intercomunicador de mano. Ambos habían estado en completo silencio uno con el otro hasta que Rufus se comunicó con el grupo unos segundos antes. Mary observó un segundo a su marido en el asiento del conductor. En el interior de la camioneta la temperatura había descendido rápidamente. Estaba a punto de anochecer.  

 

-Entendido.- Respondió Bobby, quien esperaba en el tercer y último automóvil.

 

-Puede no ser nuestro hijo quien salga por esa puerta.- Dijo Mary, claramente nerviosa. Ella guardaba en el asiento a su lado.

 

-Entonces Sam tendrá que matar a esa persona.- Respondió John, impávido. Pero si Mary no lo conociera tan bien no hubiera notado el disgusto en sus palabras.- Hemos repasado el plan minuciosamente más de una vez y nadie se ha equivocado hasta ahora.- Susurró John, intentando apaciguarla. Su mirada está fija en la puerta del callejón. Mary sospechaba que su marido estaba listo para salir del auto en cuanto Sam tuviera problemas. Suspiró hondo. Se había amarrado el grueso cabello en una coleta y llevaba puestos unos pantalones vaqueros y sobre estos, una delgada correa de cuchillo de combate, oculta debajo de una cazadora negra. Esperaron por unos segundos.

 

-Está listo, John. El muchacho respondió la llamada.- Habló la voz de Bobby nuevamente por el aparato.

 

-¿Estas seguro?.- Preguntó de inmediato John, acercando el intercomunicador hacia sus labios. A Mary también se le hizo extraño, ninguno de ellos había escuchado la voz de Dean voz recientemente.

 

-Completamente, su voz estaba tensa.- Mary suspiró estrepitosamente. Sus fosas nasales se ensancharon. Los dedos de su mano derecha se retorcieron, impacientes. Por dos segundos, Mary temió arruinar el plan, salir del auto e interrumpir en el bar pero respiró hondo y lo hizo con sorna.  

 

-¿Escuchaste eso, Sam?.- Preguntó John. Su voz se mantuvo serena y en calma, esperando que Sam le escuchara. La serenidad de John le calmó un poco. No obstante, su aroma es áspero y agrio. John no mostró señales de aversión, evidentemente, está perfectamente adaptado a ello y además, confiaba en que su esposa mantuviera la calma.

 

-Lo escuché.- El cuerpo de Sam adoptó una postura dócil. Sam tiene su intercomunicador debajo de la camisa, oculto a la vista. Desde sus lugares, tanto John como Mary pudieron apreciar como Sam se relajaba lentamente. De improvisto, la puerta del callejón se abrió. Dean cruzó la puerta del bar hacia el callejón y dio dos pasos hacia afuera. Inmediatamente después, la delgada puerta de madera se cerró detrás de él. Mary se acomodó sobre el asiento, esperando con ello percibir con mayor detenimiento el cuadro. Su malestar y fuerte temperamento desaparecieron como una oleada y fueron sustituidos por la curiosidad y por el anhelo. Sus pupilas se ensancharon, pero ella no lo sabía, distando a Dean Winchester del resto del panorama, incluso de Sam, quienes se halla bajo los duros, brillantes y últimos rayos de sol del día. La piel de Dean Winchester parecía brillar sutilmente con un delicioso brillo dorado que simulaba de cierta forma ser poseedor de una piel bronceada, aunque Mary sabía que no era así. Sus luceros verdes reflejan la luz sobre unas largas y gruesas pestañas negras mientras contempla los vehículos que tiene delante. Su ceño se frunce con ternura y eso hizo sonreír a su madre. Bien podría tener húmedas las pestañas, pero Mary no vio rastros de llanto debajo de sus ojos. Sus labios se exponen de una manera encantadora y sus mejillas le conferían el aspecto maduro que revela su madurez sexual a simple vista. Mary no entendió porque sus mejillas le revelaban aquello, pero así era. El resto de su cuerpo, que es medio metro más bajo que Sam, es ligero y su torso permanece finamente tonificado pero también blando hasta donde ella podía apreciar, totalmente en balance. Sus brazos, que están expuestos, aventuraban levemente los músculos debajo su piel. Mantiene, además, un admirable porte recto, digno de él.

 

-Es precioso.- Susurró ella, pasmada. Sus ojos vagaron una y otra vez por su físico, absorbiendo cada detalle.- Es increíble cuando ha madurado su cuerpo.- Suspiró, impresionada. Aún no podía creer que ese bello muchacho que se encontraba a pocos metros fuese Dean, su Dean. Incluso el haber parpadeado, tal como acababa de hacerlo, fascinaba a cualquier admirador que se hallé lo suficientemente cerca para contemplarlo.- ¿Cómo es posible que tu amigo Bill no lo halla notado?.- Preguntó un tanto consternada. Dean se giró hacía Sam y les dio un poco la espalda, posicionándose de costado al automóvil. Los ajustados pantalones que trae puestos resaltan su parte posterior. Dean es un varón y aún así, su cintura se delinea perfectamente con esas prendas. El fuerte olor a madera emanó de su marido. Mary se volvió para mirarle y descubrió que John sujetaba con firmeza el intercomunicador, claramente disgustado. Sus labios se tensaban y su ceño estaba fruncido. Mary temió por el aparato un segundo. Su ojos estaban puestos en Dean pero no se movían por su cuerpo, solo lo vigilaba, parpadeando cada pocos segundos, y aún así, Mary sabía que su mente estaba en los demás alfas y en sus miradas puestas en el omega, sin embargo, John también estaba escuchando la conversación que mantenían sus hijos ahora mismo con los auriculares. Mary no conocía de que hablaban.

 

-Los cuerpos de los omegas tardan mucho más tiempo en madurar después del primer celo, de cinco a siete años, esa es la razón por la que Bill no lo notó.- Le dijo en un murmullo, aún enfadado.

 

-Ahora sabemos porque Azazel se quedó en el bar. No necesitó olerlo para saberlo. Solo le bastó mirarlo.- Dijo ella en un murmullo también. Finalmente, el callejón fue cubierto por la sombra de la noche y solo unos pocos rayos se dejaban entrever en el cielo.

 

-Ya lo tiene.- Le notificó su marido de improviso. Mary devolvió su mirada hacia el callejón, esperando contemplar nuevamente a su hijo de pie, pero Dean estaba ya oculto entre los brazos de Sam, lo suficientemente fuertes y grandes para envolverlo en ellos. Aún así, Mary se percató de que Dean se acurrucó con asombrosa confianza sobre el torso de Sam y no pudo evitar anhelar ser ella la que estuviera allí.

 

 

 

Ahora

 

 

Dean se quedó dormido. Reposó su cabeza en el hombro derecho de Sam y el calor de su piel junto con el suave movimiento del auto lo adormilaron lentamente. Dean no sabía lo aletargado que se sentía hasta que le pesaron los párpados. Se acurrucó junto a Sam, quien le hizo entrega de su brazo derecho. Su propio cuerpo se apretujo sin darse cuenta contra el de su hermano, de modo que tenía contacto con su abrazador torso desnudo. Los dedos de Dean envolvieron la extremidad de Sam de una forma posesiva pero también confortante. Concilió el sueño tan rápido que no recordaba haberse quedado dormido.

Fueron los murmullos lo que lo despertaron.

-Ella no lo pensó dos veces.- Escuchó una voz, una voz que no le era familiar. Habló en voz baja, tan baja que Dean creyó que aún estaba dormido y soñaba apaciblemente. Esa voz se exteriorizo con un tono grueso pero al mismo tiempo con una nota aterciopelada que lo arrulló un poco. Suspiró livianamente, Sam ni siquiera lo notó.

-El consejo va a intervenir.- Dijo otra voz casi enseguida. Le tomó unos segundos, pero Dean reconoció que se trataba de la voz de Gabriel.

-Mi madre tendía sus razones para hacerlo.- Replicó Sam.- Mi padre sabrá qué hacer. Silencio, no es momento para hablar de ello.- Pidió en un susurró. Ellos se callaron y dejaron pernoctar a Dean unos minutos más. Pero finalmente, Dean movió la cabeza sobre el brazo de Sam y entreabrió sus ojos, acompañado de un ligero suspiro. La luz del auto le lastimó los ojos, así que volvió a cerrarlos inmediatamente. No obstante, alguien se hizo cargo casi enseguida. La luz desapareció del otro lado de sus párpados. Dean suspiró una vez más, está vez profundamente, y despertó.

-Hey.- Sam se percató de que estaba despierto.- ¿Cómo te sientes?. Estamos a punto de llegar.- Le dijo. Su tono de voz fue apacible y grata. Dean levantó la cabeza y le miró a los ojos. La sensación de estar relajado abundó su cuerpo.

-¿Llegar a dónde?.- Aún no sabía a dónde se dirigían. Su voz salió un poco ronca. Se estiró ligeramente y sus músculos se movieron sin esfuerzo alguno. En respuesta, Sam se aclaró la garganta y su rostro se tornó un poco indeciso. Miró hacia los asiento delanteros un segundo. Por el retrovisor, Gabriel le devolvió una mirada serena.

Dean no apartó sus ojos de Sam, sin comprender porqué Sam vacilaba.

-Dean.- Carraspeó.- Vamos a casa.- Dean frunció el ceño, sin comprender. Parpadeó un par de veces veces.- Vamos a casa, hermano.- Repitió.

-¿A casa?.- Preguntó Dean, aún sin entender pero el rostro de Sam, pacífico, le revelaron el significado detrás de esas palabras. Dean se acongojó.- Yo no puedo ir a casa, Sam.- Le dijo. Dean no supo si su voz denotó la afliges de sus palabras, pero así era. Se separó un poco de su cálido cuerpo. Su corazón latió con más fuerza. Sam objetó.

-Yo sé que crees que no puedes hacerlo, Dean, pero confía en mí. Papá ya no está enojado contigo.- Sam lo miró desde arriba y apreció el brillo apenado de los ojos de su hermano.- De hecho, nadie está enojado contigo.-Le aseguró en una voz apacible. Dean guardó silencio un momento. Las palabras de Sam de alguna forma lo pusieron más nervioso y le confirieron una sensación de alivio al mismo tiempo. Sam lo llevaba a casa, al hogar que su padre le había prohibido volver, pero Dean no sabía si estaba listo para ello. Tragó saliva.

Tanto tiempo que pasó intentando acercarse, tantas veces que deseo recorrer el jardín trasero de la mansión o pasear por el bosque lo suficientemente cerca para poder ver a su hermano o las miles de veces que quiso llamar a casa para tener noticias de su madre. Pero cada vez, simplemente no pudo hacerlo. Se quedó de pie delante de la puerta de salida del bar o con una mano sobre el teléfono por tanto tiempo que Bill finalmente le preguntaba cuál era el problema. En su mente siempre se repetían las palabras de su padre y lo aprisionaban, impidiéndole volver o tener cualquier contacto con su familia. Después de tres años, dejó de intentar tomar el teléfono y la vida de cantinero, se volvió su vida. No creyó que eso pudiera cambiar en un futuro.

Tenía tantas ganas de preguntar por su madre, pero no lo hizo. Y se dio cuenta de que realmente, Dean no tenía el derecho de hacerlo. Aunque las palabras lograran salir de su boca, posiblemente Sam no respondería. Dean recobró la postura recta y tomó asiento debidamente sobre el cómodo asiento. Sus dedos aún sujetaban el brazo de Sam, pero no con tanto ahínco como hace unos minuto y es que, de pronto, Dean tenía miedo de perder a su hermano. Mary Winchester es madre de ambos, después de todo. Sam lo miró y Dean reconoció algo de compasión en sus facciones. Su aroma no solo se torno más dócil, sino que desprendió un olor a manzanilla y musgo de roble. No se atrevió a decir nada. Aspiró su fuerte aroma y se sintió mucho más tranquilo entonces.

De pronto, el movimiento del automóvil se volvió áspero y rudo. La camioneta se mangoneó un poco. Dean reconoció que estaban cruzando el camino de tierra hacia la mansión, a pesar de que no podía ver por las ventanas.

-Ya estamos cerca.- Comunicó Gabriel desde al asiento frente a Dean. Los dedos de Dean sujetaron con fuerza y se aferraron a la piel de Sam, quien respondió con un toque débil pero significativo sobre sus nudillos. Fue apenas una caricia. Un par de minutos después, la camioneta se detuvo. Sam respiró hondo con sorna e intercambió una mirada con Gabriel. Después se dirigió hacia Dean.

-Espera aquí Dean, nosotros bajaremos. Nuestros padres están deseosos de reunirse de nuevo contigo.- Sam le sonrió, pero Dean le devolvió una mirada nerviosa. No dijo nada.- Estaré justo afuera.

Las puerta delanteras del automóvil se abrieron mientras el conductor y el copiloto descendían. No hicieron mucho ruido, sus movimiento fueron ágiles. El frío aire del exterior se introdujo en el interior y Dean se estremeció un poco. Sam tomó su propio brazo, pero no se distanció sin antes tomar una de sus manos con su mano derecha y soplar con fuerza. Dean se sorprendió un poco ya que Sam estaba cubriendo su mano entera con su olor, una forma bastante inteligente de apaciguarlo. Dean le agradeció en silencio. Entonces, Sam se distanció. Abrió la puerta del otro lado, con el brazo izquierdo doblado sobre su estómago. Dean no lo había visto, pero mientras dormía, Sam se había echo un torniquete con los restos de su camisa rota y ensangrentada. Sus heridas se miraban mucho mejor y Dean se sintió orgullo de su trabajo.

La puerta no se cerró del todo detrás de Sam ya que hay una pequeña rendija por donde se filtraba un pequeño halo de luz que Dean distinguió sin problemas. Dean supuso que se trataba de las luces delanteras de un auto. Suspiró profundo y volvió su mirada al frente. El interior del automóvil apenas tenía luz suficiente, la cual provenía del exterior, de la noche estrellada que se filtraba por el parabrisas. Frente al auto, yacía otra camioneta cuyas luces traseras alcanzaban un poco la vista de Dean.

Escuchó el ruido de hierba seca romperse bajo el peso de varios pares de pies y el rodar de piedras por la tierra por las cercanías. Agudizó los oídos, esperando escuchar cada detalle del exterior.

-¿Qué estás haciendo?. ¿Dónde está, Sam?.- Dean parpadeó, confundido. Esa voz, no reconoció esa voz, aunque esta consiente de que hablan de él.

-Él está bien.- Dijo Sam con voz firme.- Podemos esperar un momento, creo que está un poco abrumado.- Su voz descendió un poco y fue amortiguada al traspasar las puertas de la camioneta.- No sé si está listo para el recibimiento.- Dijo, tratando de ser persuasivo.

-Cuando más rápido suceda, evitaremos muchos inconvenientes.- Intervino Gabriel.- Sin embargo, no creo que debas estar presente, Mary. No confió en que estés estable, perdiste el control allá afuera.- Su voz fue apenas un susurró, pero Dean lo escuchó. La preocupación se filtró en la voz de Gabriel y eso preocupó a Dean. ¿Dé que están hablando?, se preguntó.

-No voy a hacerle daño a mi propio hijo.- Mary se expresó con calma, bastante neutral. Y eso hizo sentir a Dean que algo estaba mal. Apretó los puños sobre su regazo levemente y no puedo evitar discernir que su madre podría estar molesta con él. Dean no podía confiar en sus palabras. Gabriel intentó razonar.

-Mataste a Azazel, Mary, lo decapitaste.- Dijo.

El cuerpo de Dean fue sacudido por un repentino estallido de temor y pánico. Su respiración se volvió irregular, el vello de sus brazos se erizaron de una manera que solamente una vez había experimentado y sus dedos se apretaron con mucha más fuerza. Intentó tranquilizarse. Su madre jamás mataría a nadie si se encontraba indefenso o desarmado. De pronto, las palabras que lo despertaron hace unos minutos cobraron sentido. “Ella no lo pensó dos veces”, recordó. Comenzó a jadear. Pensó en Sam y en sus heridas y se sintió tan vulnerable que su cuerpo estaba respondiendo con angustia y pesadumbre.

Dean tampoco lo pensó dos veces. Se giró hacia la derecha sobre el asiento, listo para saltar, y entonces se percató de que sus mejillas estaban húmedas. Lágrimas caían irreparablemente sobre sus pómulos, manchando su camisa y regando su cuello. Parpadeó, confuso, mientras abría la puerta resueltamente y salía al frío exterior con tanta rapidez que temió caer sobre la tierra. Sin embargo, sus pies se apoyaron perfectamente sobre la superficie.

"Azazel está muerto", pensó. Las palabras hicieron eco en su cabeza amargamente. Echó a correr. Sus piernas se movieron sobre la hierva tan rápido que apenas escuchó el prominente llamado desesperado de Sam en la distancia. Se introdujo en la oscuridad del bosque sin mirar atrás.

Notas finales:

Nos vemos el próximo capítulo.

 

 


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