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Koi no Yokan por TsubasaHatsukoi

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Cerró la puerta de su habitación con fuerza una vez que estuvo adentro, tratando de contener la emoción que lo invadía en ese momento.


¡Usagi estaba enamorado de él!


Hace tan solo unos minutos lo acababa de confirmar y no sabía cómo proceder con aquella situación. Sus hilos estaban unidos, siempre lo supo, pero hasta hace unos meses Usami había estado enamorado de su hermano, y cuando notó el pequeño retoño florecer como un nuevo sentimiento de Usagi, no quiso darle importancia, no quería ilusionarse, ¡pero sí estaba bien ilusionarse!


Esa tarde había regresado de la universidad, y encontró a Usami preparándose una taza de café en la cocina y al verlo llegar este le ofreció amablemente una taza también, cosas inusuales en el escritor, no quiso ponerle mucha atención pero al verlo directo a los ojos fue ahí cuando lo notó; el retoño que había notado florecer hacía una semanas dentro de él, al fin tenía una forma clara que podía distinguir, era amor, un cálido sentimiento romántico se había formado en su corazón, y era dirigido a nada más y nada menos que hacia su persona, lo supo por la forma en la que su hilo rojo brilló, el hilo resplandecía cuando el amor era correspondido por ambas partes de la pareja destinada, y solo lo había presenciado una vez cuando era más joven, y ahora lo estaba viviendo en carne propia.


Se quedó completamente perdido en sus pensamientos por mucho tiempo al realizar en todo aquel suceso, y solo pudo bajar de su ensoñación al escuchar la voz preocupada de Usami llamarlo. No pudo decir nada, solo rechazó el café de inmediato y se fue a encerrar en su habitación sin más nada que decir por el impacto.


Y se tiró en su cama, a rodar como un tronco emocionado.


¿Qué se suponía que hiciera ahora? No es como si pudiera llegar y decirle que sabía que estaba enamorado de él, es decir, el escritor nunca había dado ninguna señal de que así fuera, lo trataba como siempre había hecho desde que era pequeño, lo trataba como un hermano menor nada más, y no sabía qué hacer. 


Estúpidas jugadas del destino.


Abrazó su almohada con fuerza, estaba muy feliz. Luego de casi 10 de estar enamorado de Usagi, al fin era correspondido. Pero ¿en qué momento el otro comenzó a sentirse de la misma forma? Es decir, lo había notado cuando percibió el sentimiento nacer en el interior del otro, pero en esas semanas bajo ninguna situación exteriorizó esos sentimientos. Bueno, se le notaba más feliz, y eso lo alegraba, dejó de pensar en Takahiro hacía un tiempo atrás y el escritor se había mantenido en una estabilidad personal por varios meses, y luego vino el retoño.


Le reconfortaba que hubiera olvidado a Takahiro mucho antes de aquello. Amaba a Usagi, pero no quería ser el reemplazo de su hermano, no quería ser el clavo que saca otro clavo en el corazón del escritor, si se ganaba su corazón quería que fuera de forma auténtica y sin presiones. Y así era. Y no podía sentirse más feliz por aquello.


Tal vez era momento de, al fin, confesarle sus sentimientos. No había tenido el valor para decirlo antes, no porque tuviera miedo de su posible rechazo (que por supuesto sí lo tenía) pero apreciaba realmente la dinámica que llevaban en su relación, amaba vivir junto a él y pasar tiempo con él; sabía que si algo salía mal con esa confesión todo podía volverse incómodo entre los dos, es decir, ellos siempre habían estado juntos y quería permanecer así a toda costa, incluso si aquello significa esconder su amor hacia el mayor.


Pero ahora que sabía que era correspondido no había porqué esconderlo, de hecho, ya no quería esconderlo, quería decirle en ese momento que lo amaba y que llevaba enamorado de él desde que era niño, quería abrazarlo y darle todo el amor que siempre quiso darle. Se puso de pie sin pensar más, si lo pensaba por otro rato comenzaría a armarse teorías y conspiraciones en su cabeza de porqué era una mala idea confesarse, así que salió de la habitación sin nada más en mente. Cuando llegó al estudio del mayor dio unos leves golpes a la puerta antes de entrar, pasaron unos segundos y no escuchó respuesta, abrió la puerta y encontró algo que en el fondo ya esperaba. En el sofá de la habitación se encontraba Usami dormido, usando a Suzuki-san como almohada, era una escena común para él hallarlo de esa forma, sonrió levemente al verlo y lo cubrió con una manta que siempre tenía cerca para esas situaciones. Y salió del cuarto sin hacer ruido, mientras que su editora no lo llamara para presionarlo, podía dejarlo dormir un poco más.


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Suficiente, ahora sí ya era momento de confesarle sus sentimientos a Usami. Había pasado una semana entera desde que descubrió los sentimientos del otro, y toda la semana intentó decirle cómo se sentía pero al final se acobardaba, o surgían interrupciones y al final no podía decir nada. Después de todo, su amor que estuvo guardando por tantos años, no estaba listo para salir así de la nada.


Por otro lado, Usagi se había comenzado a comportar más dulce con él, bueno, siempre fue amable con él, era el hermano menor de su querido Takahiro era de esperarse, y se conocían desde que era un niño, pero a pesar de eso siempre existían sus momentos para molestarlo o bromear con él, cosas muy constantes, de hecho. Y por supuesto que seguía igual, pero en esos días sus acciones tiernas y atentas hacia su persona habían incrementado, y ahora Usami lo seguía con la mirada con frecuencia cada vez que hacía el quehacer, él lo había notado aunque el otro tratara de disimular, por dios, lo conocía muy bien, sumándole al hecho de que él siempre lo estaba observando, así que sus miradas se encontraban con más regularidad.


En esos momentos Usami se encontraba trabajando en su laptop sentado en la sala mientras que él terminaba de preparar la cena para comer juntos. Una vez terminó de hacer la comida, con los platos ya en la mesa, llamó a Usagi y ambos tomaron asiento.


— Aikawa-san me envió un mensaje por la tarde, me pidió que te presionara para que entregaras tu manuscrito sin falta para mañana. — fue lo primero que dijo luego de dar el primer bocado. La verdad fue la primera cosa que recordó para iniciar una conversación, si bien estaba casi decidido que iba a decirle cómo se sentía,no iba a llegarle de la nada con una confesión mientras comían, debía abrir un tema de discusión para llegar a lo otro.


— No te preocupes, lo tengo todo bajo control. — contestó con simpleza, volviendo a sus alimentos de inmediato.


— Mas te vale. — y se quedaron en silencio por otro rato mientras comían. Misaki miró a Usagi que estaba concentrado comiendo, y recordó todas las veces que hacía lo mismo cuando era menor; mirarlo por largos minutos haciendo cualquier cosa, era su pasatiempo favorito, aunque sonara algo acosador, amaba ver su rostro concentrado, cada vez que se perdía del mundo para irse al suyo a meditar; cosa que sucedía mucho, lo relacionaba al hecho de que era un escritor, no podía ni imaginarse todos los  mundos que recorrían esa cabeza. Desvió su mirada de vuelta a su comida al sentir los penetrantes ojos violetas del otro sobre él. Metió un bocado de comida a su boca, para tratar de distraerse de sus pensamientos anteriores, porque podía seguir de esa forma por horas y horas. Siguió comiendo, con su mirada fija en su plato, hasta que escuchó el ruido de la silla contraria y levantó la mirada solo para encontrarse con los ojos del otro, y su cuerpo inclinado en su dirección, con su rostro acercándose peligrosamente al suyo. No sabía que estaba pasando, y lo siguiente que percibió fue el suave contacto de los labios del otro sobre su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios 


— Tenías rastros de salsa en tu mejilla Misaki,  ten más cuidado al comer. — y luego le dedicó una sonrisa traviesa, para luego volver a su comida. Misaki se sonrojó de sobremanera ante aquello, y colocó instintivamente su mano donde el otro recién acababa de tocar. No pasaron ni 10 segundos cuando el otro se puso de pie tomando su plato vacío. — Bien, iré a terminar mi trabajo. — Misaki se había quedado tan hipnotizado que no se dio cuenta en qué momento había terminado de comer, a tal punto que ya se retiraba de la mesa. Y estaba a punto de perder su oportunidad.


— E-espera Usagi-san, debo decirte algo... — Misaki también se puso de pie, interrumpiendo la salida del escritor, quien ya había dejado sus platos sucios en el lavadero, pero se giró de inmediato al escuchar la voz llamándolo. Y lo veía expectante con sus ojos, que se veían más brillantes que nunca.


— ¿Qué cosa? — dio unos pasos para acercarse al más pequeño.


— Pues v-verás... — lo había detenido a tiempo, pero la verdad es que había divagado tanto durante los últimos minutos que olvidó por completo todo lo que tenía planeado decirle.


— ¿Qué sucede? Sabes que puedes contarme cualquier cosa. — esos ojos, esos malditos ojos que lo hipnotizaban lo veían atento, se había acercado aún más, al punto de estar ahora ambos a un costado de la mesa, hablando frente a frente, con menos de un metro de distancia entre los dos.


— Usagi-san y-yo... Siempre he estado enamorado de ti. — lo dijo, no quería dar más rodeos.


— Misaki... — sus ojos violetas se veían sorprendidos. Misaki sonrió con ternura, era la primera vez que veía esa expresión en su rostro.


— ¿Sabes? Siempre quise que dejaras de mirar a mi hermano, siempre te vi sufrir por él, era muy triste verte así cuando yo siempre estuve ahí para ti. — movía sus manos con nerviosismo por encima de la mesa, jamás pensó que llegaría a contarle todo aquello, pero allí estaban. — Pero ¿cómo te ibas a interesar en un mocoso 10 años menor que tú? Cargaba con mi dolor por verte enamorado de alguien más y con la impotencia de no poder hacer nada. — el rostro del escritor se tornó triste ante aquella frase. — Cuando nii-chan propuso que viviera aquí mientras terminaba mis estudios me  fue inevitable no ponerme feliz por ello, era mi oportunidad para hacerte olvidarlo. Y creo que logré algo ¿No? — terminó aquello con una dulce sonrisa y una corta risilla. Gesto que derritió el corazón del mayor pues su mirada se suavizó en cuestión de segundos, dando unos pasos más para acariciar con terneza la mejilla del contrario, tomando su mano con delicadeza. 


— Misaki, mi lindo Misaki... Perdóname por haber tardado tanto en darme cuenta que mi verdadero amor siempre estuvo junto a mi. — dicho eso de inmediato acorraló a Misaki entre sus brazos, sosteniéndolo con una tierna firmeza. — Si no hubiera estado tan cegado por un amor no correspondido, tal vez los años que tardé en darme cuenta que realmente te amaba hubieran sido menos. — el corazón de Misaki casi se sale de su pecho al escuchar todas esas palabras de la boca del mayor, se sentía tan contento, no tenía palabras para describir cómo se sentía. — Te amo Misaki. Y ya ni lo pudo retener, pasó sus brazos por detrás del cuello del peliplata y lo besó, profundamente y dejando caer unas cuantas lágrimas por la emoción que sentía. El mayor lo correspondió sin pensarlo, pasando sus fuertes brazos por la cintura del pequeño. Ese beso lo elevó a una nube lejana de la que sería difícil bajarlo, era la primera vez que besaba esos labios pero le brindaban una tranquilidad inigualable que jamás había sentido desde que era pequeño, antes de descubrir su pequeño don. Estaba segura que se haría adicto a esos cálidos labios del otro. 


Se separaron luego de unos segundos de contacto, el rastro de lágrimas que había quedado en sus mejillas fue retirado de inmediato por cortos besos propiciados por el mayor. Luego de aquello; las comisuras que se formaron en los labios de Usagi, terminaron por derribar todas sus barreras interiores, esa hermosa sonrisa que iba dirigido a él y nada más que a él, jamás en sus 10 años de conocerse lo había visto hacer una expresión tan sincera y maravillosa. Y sintió como un dulce beso le era depositado en sus labios, sus narices se rozaron con cariño y lo siguiente que sintió fueron los brazos del mayor sostenerlo por los muslos para cargarlo hasta el sofá donde lo recostó con una ternura inigualable, para reanudar sus mimos acostados el uno junto al otro.


Usagi lo tocó con tanta firmeza, pero sin dejar de lado la suavidad de su tacto. Esa noche hicieron el amor, la sala se llenó de sus suspiros y gemidos ahogados de la pareja. Cada beso, cada caricia, cada susurro, quería grabarlo en su piel para recordarlo por siempre; se entregó completamente a él y comenzaba a creer que se haría dependiente de ese cuerpo que lo tomaba con amor. Durante todo el rato e incluso durante la noche, recostado sobre el cálido pecho del escritor, estuvo pensando sin cesar que, definitivamente, ambos estaban hechos el uno para el otro, estaban destinados a estar juntos, los hilos siempre estaban en lo correcto.


Por mucho tiempo cuando era adolescente quiso deshacerse de su extraña habilidad, si lo pensaban bien, no tenía ninguna ventaja ni consecuencia positiva, no es como que actuara como cupido por la vida, solo lo hacía en algunas ocasiones cuando realmente podía interferir (veces contadas con la palma de su mano), pero fuera de eso, en algunas ocasiones le resultaba doloroso, eran pocas las personas que realmente podían unirse con el otro extremo de su hilo rojo, eso lo entristecía de manera inconcebible, había un montón de nudos y de hilos enredados por todos lados que le causaban una incontrolable ansiedad cada que los veía. La mayor parte del tiempo se encontraba vulnerable debido a los sentimientos ajenos que se transmitían a su persona, era muy difícil vivir tranquilo debido a todo eso.


Sin embargo, al fin sentía que todo aquello valía la pena, y que después de tantos años podía soltar toda la carga acumulada que llevó consigo con el paso de los años.


Su hilo rojo lo atormentó durante tantos años, le recordaba que el corazón y el destino son enemigos innegables, por más que el destino tenga escrito algo para ti, tu corazón siempre va a anhelar otra cosa; y es algo que no puedes controlar. Pero ya nada importaba, por fin podía abrazar a ese hombre sin temor, finalmente su hilo los había unido para siempre.


Tal vez su hilo rojo hizo un buen trabajo después de todo.


 


 


 


 


 


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