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Koi no Yokan por TsubasaHatsukoi

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Usami meditó unos segundos delante de la estufa, viéndola con detenimiento y con ojos retadores. Se alejó de ella, encontraría la manera de encenderla pero primero debía preparar el resto de los ingredientes.

Según la receta que había encontrado y escogido meticulosamente en internet (asegurándose de que fuera lo suficientemente sencilla como para que ni siquiera él pudiera arruinarla), primero debía cortar las verduras en cubos para preparar el caldo de la sopa.

Y bueno, y se preguntaran porqué razón, situación o circunstancia el gran Usami Akihiko -bien conocido por ser completamente inútil en cualquier actividad que no se relacionara a su trabajo- se encontraba preparando una sopa de verduras. La razón tenía nombre y apellido: Misaki Takahashi. Misaki había amanecido esa mañana con un notable resfriado y una fuerte fiebre. Y entró en pánico. Takahiro estaba fuera de la ciudad y Aikawa muy ocupada en la editorial como para ayudarle a hacer algo; era la primera vez que se enfrentaba a un problema de tal magnitud por su cuenta y terminó llamando desesperado a un doctor. Este le dijo que no había nada de qué preocuparse, y que con solo tomar las medicinas que le recetó y con descansar por unos días el menor estaría bien; también le recomendó que le preparara cosas calientes y fáciles de digerir, osease, tés y sopas. 

Pero él no tenía ni puta idea de cómo preparar una sopa.

Misaki llevaba dormido desde que el doctor se fue, y seguramente tendría hambre cuando despertara. Ir por sopas hechas de la tienda no era una opción, y no tenía ni la menor idea de un lugar que vendiera comidas caseras cerca de ahí, tampoco quería salir a buscar algo y dejar a Misaki sólo en el departamento, por lo que, su última opción fue prepararle algo por su cuenta.

Había revisado recetas de sopas en internet y una vez se aseguró de que hubiera los ingredientes en la nevera, decidió que podía intentar algo.

Lavó algunas zanahorias, patatas y unos puerros, y luego de secarlos, tomó un cuchillo del cajón, el que pensó serviría mejor (porque había muchos cuchillos en el cajón), y se dispuso a cortar cuidadosamente una zanahoria. La maldita era más dura de lo que aparentaba, pero no lo iba a vencer ese palo naranja. Luego de unos minutos logró cortarla toda en rodajas, siguió cortando algunas otras, para seguir con las papas y el puerro. Terminó de cortar todo, victorioso, con sus dedos enteros y sin sangre.

El paso que seguía era cocer las verduras, y para eso necesitaba agua hirviendo. Bien, si había salido ileso del cuchillo podía salir ileso del agua hirviendo. Pero primero debía encontrar una olla que sirviera para una sopa ¿Dónde estaban las ollas? Para su suerte no fue difícil encontrarlas, Misaki las guardaba en una de las alacenas de abajo de la cocinera. Escogió una que, si recordaba bien, Misaki usaba para preparar miso y algunas sopas. Agradecía tanto guardar esa información en alguna parte de su cerebro. La llenó hasta la mitad de agua, esperaba que fuera suficiente, y la colocó encima de la estufa.

No podía equivocarse al encender la estufa, si hacía algo mal los resultados podrían ser peligrosos. ¿Tenía que prenderla de algún lado? ¿O directamente giraba la perilla? Al no ver ningún botón que dijera on/off, supuso que simplemente debía girar la perilla, bueno, una de las cuatro perillas. Giró la primera perilla que tocó pero la estufa no hizo nada, no salió ninguna flamita, incluso pasó su mano por encima de las hornillas pero no se sentía caliente. Fue cuando enfocó su vista hacia abajo que vio la luz del horno encendida, y recién notaba que, de hecho, sentía algo de calor en sus piernas. Se apresuró y giró la perilla que recién había girado  para apagar el horno. Y trató con otra perilla, esta vez funcionó, una de las hornillas encendió, no era la que quería pero bastó con mover la olla hacia un lado para ponerla al fuego. Ahora sólo debía esperar a que hirviera para echar las verduras, o eso imaginaba, no lo pensó mucho, sólo sabía que el agua debía estar lo suficientemente caliente como para cocer las verduras. 

Decidió subir a revisar a Misaki mientras el agua hervía. Subió al segundo piso y se dirigió a la habitación del menor. Lo encontró acurrucado con Suzuki-san, se había quitado las sábanas de encima, estaba sudando un poco. Se acercó con cuidado de no despertarlo, era raro que Misaki se enfermara, por eso toda la situación lo aproblemó un poco (mucho). Acarició con cuidado su mejilla, notó de inmediato que su fiebre había bajado un poco, pero seguía ahí. Se puso de pie tomando en el proceso un recipiente con agua que había dejado a un lado de la cama; se dirigió al baño y cambió el agua del recipiente por agua fría. Regresó con su novio, y de inmediato tomó el paño húmedo que había colocado en la frente de Misaki hacia un rato y lo sumergió en el agua fría, para colocarlo de vuelta en su frente, Misaki se había removido un poco y ahora se encontraba boca arriba, su respiración se notaba un poco más rápida de lo normal. Tomó otra toalla que había dejado en la mesa de noche y la sumergió de igual forma en el agua, esta vez para limpiar un poco el sudor del rostro y cuello de Misaki. Misaki se estremeció un poco ante el tacto frío del paño, pero no se despertó. Una vez que terminó de limpiarlo, regresó el paño a la mesa de noche y se puso de pie, depositó un suave beso en la mejilla de Misaki y salió de la habitación.

Bajó a la cocina, y se encontró con la olla hirviendo el agua se quería desbordar por las orillas, así que se acercó con cuidado y bajó un poco la lumbre de la estufa. Una vez que se aseguró que las gotas de agua hirviendo no lo iban a atacar, tomó las verduras cortadas y las dejó caer en la olla, retirándose hacia atrás de inmediato para cerciorarse de que ninguna gota salpicara en él. Ahora sólo debía esperar que las verduras hicieran lo suyo y se hicieran caldo. Tenía que condimentarla mientras estaba en el fuego según la receta, así que buscó la sal y la pimienta ¿Cuánto debía agregar? La receta ponía sal y pimienta al gusto, que rayos significaba "al gusto" osea, sabía lo que significaba ¿Pero cómo sabía cuánto estaba bien? Decidió no darle mucha importancia, bastaría con un puñito de sal, si le faltaba podría ponerle luego de terminar. Ya que estuvo en contacto con las especias decidió echar otros polvos que no tenía muy claro qué eran pero le iba a dar sabor a la sopa. Sacó con una cuchara una de los trozos de verdura para revisar si ya estaban suaves pero estos seguían igual de duras que cuando las colocó, subió un poco el fuego y puso la tapa de la olla. 

Se alejó de la cocina y tomó su celular que estaba en la mesa de centro de la sala. A pesar de que decidió hacer la sopa por su cuenta había cosas que una persona enferma necesitaba para sentirse bien, como gelatinas, pudines e incluso quería conseguir las bandas para la fiebre que se pegaban solas a la frente, pero no quería dejarlo solo, qué tal si despertaba y necesitaba algo y no estaba ahí para él, o si la fiebre subía aún más y Misaki se desmayaba. No se iba a arriesgar a que pasara algo así. Revisó los contactos de su celular, debía haber alguien que pudiera mandar a conseguirle algunas cosas. 

Ni tuvo que revisar mucho tiempo sus contactos, encontró de inmediato a su presa y marcó su número, era fin de semana, no podía estar ocupado. 

— ¿Qué quieres Akihiko? 

— Hiroki ¿Qué no puedo llamar para saludar a mi buen amigo un sábado por la tarde?

— Ajá.

— Bien, necesito que me hagas un favor. 

— Depende del favor.

— Quiero que vayas al super y compres gelatinas, pudines y fresas, muchas fresas. Ah, y también de esos parches fríos que se ponen en la frente para la fiebre.

— ¿Eh? ¿Quién está enfermo?

— Mi novio.

— ¿Y por qué no vas tú a comprarlo?

— No quiero dejarlo solo. Anda no puedes estar tan ocupado.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso?

— Si estuvieras ocupado no hubieras contestado. — Hiroki hizo silencio, dándole la razón al otro. — Por favor.

— Bien, llegaré en un rato. 

— Gracias Hiroki.

— Sí, sí, como digas. 

— ¿Hiro-san? — el castaño se puso de pie una vez colgó la llamada. Ambos se encontraban sentados plácidamente en el sofá de la sala, Nowaki viendo un programa en la televisión y Hiroki leía un libro recargado del otro, era el día libre de ambos por lo que se la habían pasado de esa forma la mayor parte del día. Cuando el celular del mayor sonó, este puso su libro a un lado; y ahora, se encontraba de pie frente a Nowaki. 

— Perdón Nowaki, debo ir a casa de Akihiko. — en ese momento se dirigió al cuarto para ponerse algo para salir, bajo la mirada atenta del médico. 

— ¿A casa de Usami-san? — asomó su cabeza por la puerta de la habitación para escuchar a Nowaki, ya llevaba un suéter puesto.

— Sí, su novio enfermó y quiere que le lleve unas cosas de la tienda. Sé que te dije que pasaría todo el día contigo pero… — Desvió la mirada del otro,  para ese momento Nowaki ya se encontraba frente a él. 

— No te preocupes Hiro-san. —  Nowaki sonrió ampliamente tras decir aquello. — ¿Quieres que vaya contigo?

— No quiero hacerte salir en tu día libre. 

— Está bien. Además, dijiste que pasarías todo el día conmigo — dicho eso, se acercó por completo para darle un corto beso en los labios. — ¿No? — Hiroki se sonrojó levemente al ver la mirada penetrante de su Nowaki tras ese pequeño beso. 

— B-bien. — Nowaki se adentró al dormitorio siguiendo a su pareja, dispuesto a cambiarse la ropa para salir en su pequeña cita. Porque por supuesto que era una cita independientemente de las circunstancias. 

 

        

Usami regresó a la habitación de su pequeño luego de llamar a Hiroki. Las verduras no parecían estar listas pronto así que decidió ir a vigilar a Misaki mientras esperaba. Estaba sentado en la cama con cuidado para no despertar al otro, miraba atentamente la cara  sonrojada (debido a la fiebre) de Misaki, acarició con cuidado su rostro, estaba muy preocupado por él, a pesar de que el doctor le dijo que se recuperaría pronto, no podía evitar no sentirse angustiado. Pasó las yemas de sus dedos por las mejillas del menor, podría pasarse toda la vida viendo a su lindo Misaki, se veía tan débil y vulnerable en esos momentos, y por esa razón es que velaría por él todo lo que fuera necesario hasta que se sintiera mejor.

El timbre de la puerta de entrada sonó, revisó su celular rápidamente y fue hasta ese momento en que se dio cuenta que ya había pasado más de media hora desde que llamó a su amigo. Bajó las escaleras, un poco apurado, esperaba no encontrarse con un incendio. No había humo, buena señal. Agradecía a todos los dioses en ese momento por haber decidido bajar la lumbre cuando subió al cuarto. Cuando llegó a la cocina fue que percibió el olor de algo quemado, la olla de la sopa estaba hirviendo, de nuevo, había jugos tratando de desbordarse por los lados, y la tapa de la olla danzando en su lugar. Apagó el fuego de inmediato, y quitó la tapa, una oleada de humo salió desapareciendo en el techo. Tomó un plato de los estantes y sirvió un poco de su sopa, que había tomado un color anaranjado extraño, picó con un tenedor un trozo de zanahoria para asegurarse que si estuviera cocida y sí, lo estaba, de hecho, se deshizo en el caldo luego de moverla. Tomó un poco en una cuchara, y luego de enfriarla un poco, la probó. Se sorprendió, realmente se sorprendió, al darse cuenta que no sabía mal, bueno, talvez se sentía un poco el sabor de las verduras recocidas pero, fuera de eso, era altamente comestible, o al menos sí lo era para él. 

El timbre de la entrada sonó de nuevo, seguido de unos golpes en la puerta, y recordó que probablemente había dejado a Hiroki abandonado afuera de su departamento. Fue a abrir la puerta y, sí, efectivamente había un gruñón Hiroki, acompañado de su pareja, esperándolo del otro lado.

— ¿Por qué tardas tanto en abrir?

— Qué impaciente eres. Estaba ocupado. — En ese momento Hiroki le extendió la bolsa del super, la aceptó gustoso, revisando superficialmente su contenido. 

— ¿Y por qué huele a quemado? — Hiroki vio rápidamente por encima del hombro del escritor, queriéndose asegurar que no hubiera nada en llamas.

— Hice una sopa. — Hiroki lo miró insistente, esperando que le dijera la causa del olor a quemado. — Se tardaba mucho en cocer, así que la dejé en el fuego y me quedé con Misaki hasta que llegaste.

— ¡Idiota! ¿¡Dejaste la estufa encendida sin nadie que la supervisara!?

— Calma, nadie salió herido.

— La sopa estoy seguro de que sí.

— Pero está bien, sólo se recoció un poco.

— ¿Y le vas a dar eso al chico?

— La probé, sabe bien.

— Pobre de él.

— Es como la sopa que cocinaste para mi cuando estaba enfermo, Hiro-san. ¿Recuerdas que la comí toda? — Nowaki intervino en la conversación por primera vez, no solía meterse en las pláticas de ambos, pero esa situación le recordó por completo a su Hiro-san tratando de cuidarlo.

— Es verdad, tú tampoco sabes cocinar. — Apoyó el escritor, molestando al castaño de inmediato.

— ¡Cállense los dos! ¿¡En qué momento esto se comenzó a tratar de mí!? — Exclamó sonrojado empujando a Nowaki como reclamo.  — Bien, ya va siendo hora de que nos vayamos Nowaki. 

— Nos vemos después Usami-san. — Nowaki hizo una leve reverencia mientras que Hiroki lo jalaba rumbo al elevador al final del pasillo.

— Sí, gracias por todo. — El peliplata cerró la puerta una vez la pareja se retiró. Se dirigió a la cocina. Sacó todo el contenido de la bolsa, de inmediato identificó  los pudines y gelatinas de fresa, al igual que una caja con fresas frescas, que para su suerte y bendición tenían una etiqueta que decía que estaban limpias. 

Colocó en una charola el plato de sopa caliente con su respectiva cuchara, una copita con fresas y también una de los botes de gelatina, de igual forma puso uno de los parches para la fiebre para cambiárselo a Misaki. Equilibró todo en el centro de la bandeja, no quería que nada se resbalara ni saliera volando. Subió las escaleras con cuidado de no tirar nada, y entró al cuarto de Misaki, donde había dejado la puerta abierta para su fortuna por no poder usar sus manos.

— ¿U-usagi-san? — Cuando estaba dejando las cosas sobre la mesita de noche, escuchó la suave voz de Misaki. Lo volteó a ver y se encontró con un adormilado Misaki que muy apenas podía mantener sus ojitos abiertos.

— Misaki… — Se sentó rápidamente en una silla que había colocado junto a la cama del menor, viéndolo con ternura. — ¿Cómo te sientes?

— Bien, sólo me duele un poco la cabeza. — Misaki se enderezó un poco en la cama, sólo lo suficiente como para no volverse a quedar dormido.

— ¿Tienes hambre? — En ese momento Usagi tomó el plato de sopa de la mesa de noche. 

— Un poco. — Misaki dirigió su mirada al plato hondo en manos del escritor, estaba ahitando su contenido y soplando un poco, el castaño podía notar el vapor salir del plato debido a lo caliente del contenido. — ¿De dónde salió esa sopa?

— Yo la preparé. — 

— ¿¡En serio!? — Primero creyó que le diría que era broma, pero al ver la cara concentrada y orgullosa del peliplata, soplandole a la cuchara de sopa, enfriándola para él, de innediato supo que la había hecho especialmente para él. Sonrió levemente al verlo.

— Sí. También traje fresas y gelatinas. — Misaki giró su vista a la mesa, viendo el resto de los alimentos que mencionó su pareja.

— No tenías que hacerme de comer, podía comer cualquier cosa. — Cubrió un poco su rostro con las sábanas, que lo tratara con tanta atención y cuidado lo avergonzaba un poco. Es decir, Usagi siempre era amable y atento con él, a veces demasiado, pero en esta ocasión, se sentía completamente protegido y amado. 

— No, estás enfermo, así que me encargaré de darte los cuidados necesarios. Y no quiero que te levantes de esa cama hasta que estes completamente recuperado. — Usagi siguió en su labor de enfriar la sopa, Misaki tomó una fresa de la bandeja y la comió de un bocado, por la mañana no tuvo apetito pero ahora con la comida frente a él, era imposible no querer comer un poco. Usami lo vio con una sonrisa. Misaki comiendo fresas era lo más adorable del mundo. 

— G-gracias Usagi-san. — Misaki descubrió su cara para decir aquello, su voz aún sonaba algo débil, sabía que si seguía con la sábana encima, era probable que el otro no lo escuchara. El escritor lo vio con una mirada profunda, se puso de pie, dejando la sopa sobre la mesa en el proceso. Se inclinó sobre Misaki y sin pensarlo dos veces depositó un suave beso en los labios del otro. El castaño se sorpendió un poco, pero no se apartó, aunque no lo dijera en voz alta; nunca podría negar un beso de su novio.  — Te vas a contagiar — Luego de unos segundos Usami se separó, para darle un corto beso en una de sus mejillas. 

— No importa. — El peliplata regresó a su lugar, tomando de nueva cuenta el plato de sopa. — Y no tienes que agradecerme, sabes que yo haría lo que fuera por ti. — Se sonrojó al escuchar aquello. Él también haría lo que fuera por él. — Ahora abre la boca. — Usami dirigió una cuchara de sopa hacia Misaki. A quien no le quedó otra opción más que abrir la boca y dejarse alimentar por el otro.

Ya no sabía si el calor que sentía en las mejillas era precisamente debido a la fiebre. 

 

 

 

 

Abrió los ojos con pesadez, acostumbrándose de a poco a la luz del sol que descaradamente se colaba por sus cortinas, se cubrió hasta la cabeza con su sábana al mismo tiempo que se giraba en dirección contraria, no tenía idea de qué horas serían pero sí sabía que era la mañana del sábado, y por lo tanto no tenía clases en la universidad, podía dormir un poco más. 

Hasta que recordó el día que era.

18 de agosto. Su cumpleaños.

Nunca había sido una fecha que lo emocionara particularmente, pero desde que comenzó a salir con Usagi ansiaba su llegada desde días antes, porque amaba ser mimado por su novio, no iba a mentir. Pero ese año en particular estaba más emocionado que de costumbre ¿por qué? Ese año cumplía 18 años, por primera vez luego de casi 3 años saliendo con Akihiko pasaría la noche en su departamento. No era la primera vez que pasaban la noche juntos, pero si era la primera vez que lo harían sin ninguna interrupción, en alguna ocasión Usami llegó a quedarse a dormir en el departamento de los Takahashi, Takahiro al no saber qué hacer con la insistencia de Misaki de quedarse con Usagi fue la única solución que encontró, si quería asegurarse de que el escritor mantuviera su palabra de mantenerse al margen con Misaki, debía estar cerca de ellos.

Se incorporó en la cama, instintivamente miró su mesita de noche, donde se encontraban su celular y los supresores que había recogido en la clínica el día anterior, su celo estaba cerca. Se sonrojó un poco al pensar en el escritor, y en lo que muy probablemente pasaría entre los dos esa noche, por supuesto que lo sabía, no solo por las sutiles indirectas que había recibido por parte de Usami, él también ansiaba aquello, casi desde que se conocieron ¡Por dios! Sus hormonas estaban vueltas locas a esa edad, y tener a ese atractivo alfa como novio no le ayudaba para nada a su autocontrol. Por lo que, con tan sólo pensar en lo que podría pasar en tan solo unas horas, le emocionaba de sobremanera.Giró como tronco emocionado en su cama tratando de calmarse un poco, y tomó su celular para distraerse. Se encontró con varios mensajes de felicitaciones de sus amigos y compañeros de la universidad. Respondió amablemente cada uno de ellos, dejando para el final el mensaje que realmente esperaba. El de su apuesto conejo.

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Mi lindo Misaki, feliz cumpleaños. Espero que te guste el primer regalo que te dejé. Nos vemos más tarde.

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¿Primer regalo? ¿En serio comenzaría desde ese momento con las sorpresas? Sonrió como estúpido al pensar en ellos. No era como que le encantara recibir regalos, lo que realmente amaba de toda esa situación era el hecho de que Usami se tomara el tiempo de hacerlo feliz: le había dicho un millón de veces que él no necesitaba ningún obsequio material, pero el otro era realmente terco como para hacer caso a aquello.

Se levantó y se vistió con algo simple, sólo para ir a desayunar con su hermano, tal vez más tarde regresaría a arreglarse un poco más. Estaba a punto de salir de la habitación pero recordó que debía tomar su medicina, sus días de celo estaban cerca, y lo que menos quería era que se adelantara y se presentara en algún momento de ese día. Bueno, tal vez por la noche no la tomaría.

Salió de su habitación y se encontró a Takahiro en la cocina preparando el desayuno, en la mesa ya se encontraba una humeante taza de té con un gran plato de panqueques al centro.

— ¡Misaki! Feliz cumpleaños. — Takahiro se giró un poco para no descuidar la estufa, Misaki sonrió al escuchar a su hermano.

— Gracias Nii-chan. — Misaki se puso a poner la mesa, aunque la mayoría de las cosas ya se encontraban en esta, pero antes de que pudiera sentarse a esperar, la voz de su hermano detuvo sus movimientos. 

— En el recibidor dejaron un regalo para ti, ve por él anda. — Misaki no dijo nada, solo asintió alegremente dirigiéndose rápidamente a la entrada del departamento, ahí lo esperaba un florero con un gran y tupido ramo de rosas de todos los colores, no pensaba contarlas pero podía asegurar que se trataba de un ramo de 100 rosas. No necesitaba preguntar para saber a quién pertenecía un regalo con una presencia de tal magnitud. Se acercó aún más a él para admirarlo como era debido y fue cuando notó que, colgando del florero, había una pequeña nota, la cual desprendió de inmediato para verla. 

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Te amo, mi niño.

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Misaki se enterneció al leer la corta nota, amaba que lo llamara de esa forma, sintió sus mejillas colorearse y su sonrisa se ensanchó aún más; con tan solo 4 palabras ese hombre podía hacer que su corazón se llenara de un cálido sentimiento que completaba todo su ser. Tomó el gran arreglo de flores entre sus brazos y regresó a la cocina a desayunar con su hermano.

Tuvo un desayuno ligero y tranquilo junto a su Nii-chan, y pasado el mediodía salió junto con él y su Nee-chan Manami a comer en un restaurante familiar, su hermano llevaba saliendo con su novia varios años y la consideraba completamente parte de su pequeña familia. 

Normalmente no salía mucho a festejar en sus cumpleaños, mayormente por estar ocupado con la escuela, usualmente sólo comía junto a su hermano en su comida tranquila en la comodidad de su casa. Usagi le había enviado un mensaje más temprano diciéndole que lo pasaría a recoger alrededor de las 6 para dar una vuelta por ahí antes de ir a su departamento. Se emocionó de nueva cuenta al pensar en él, definitivamente su corazón no iba a estar quieto en todo el día hasta que viera a su novio.

En ese momento en la mesa del restaurante sólo se encontraban Misaki y Takahiro, Manami había ido por un momento al tocador dejando a los dos hermanos solos. Takahiro miró a Misaki sonrojarse de la nada, ya se imaginaba lo que pasaba por su cabeza, llevaba varios minutos en las nubes y eso sólo le pasaba cuando pensaba en Usagi o algo relacionado a su noviazgo con él. 

— Misaki. — Regresó en sí al escuchar la voz de su hermano, tomó de su bebida para disimular, inútilmente, su claro embobamiento.

— ¿Eh? — 

— ¿Usagi va a morderte hoy? — Takahiro sonó serio pero aun así Misaki se atragantó con su soda por la repentina pregunta a tal punto de casi escupirlo todo por la mesa. El menor no podía ocultar el evidente enrojecimiento de sus mejillas, lo pilló por sorpresa su hermano.

— ¿E-eh? No lo sé. No hemos hablado de eso… — Y era la verdad, desde que comenzaron a salir y aclararon que Usami no haría nada más de lo debido con él hasta que cumpliera los 18; no habían vuelto a hablar de eso. Y tampoco es como que hubiera quedado establecido que el mismo día de su cumpleaños tenía que pasar algo (aunque claramente era algo que él quería que pasara). 

— Bueno, lo diré yo ya que probablemente no se van a detener a pensarlo si algo pasa hoy. — Takahiro soltó un suspiro, Misaki ya sabía hacia donde iba toda esa plática. — No tengo que decirte ni explicarte como funcionan las feromonas en alfas y omegas, ya lo has vivido en carne propia después de todo, y bien sabes que cuando estén en celo ambos, sus mentes no piensan con claridad y si tu cuello está descubierto esta noche, lo más probable es que terminen siendo compañeros hoy. — Misaki tragó en seco, por supuesto que lo sabía, lo había pensado en un millón de ocasiones desde que comenzó a salir con el escritor. — Cuando estén enlazados no hay marcha atrás, Misaki. Estarán completamente enlazados, tus feromonas solo le afectarán a él y viceversa, ambos serán casi dependientes el uno del otro, inclusive  tendrán que comenzar a vivir juntos.

— Lo sé muy bien Nii-chan. Desde que comencé a salir con Usagi-san he estudiado mucho acerca de las uniones y los compañeros, sé muy bien lo que me espera y sé muy bien lo que tengo que hacer.

— Misaki, y lo más importante... ¿Estás completamente seguro de que quieres pasar el resto de tu vida a su lado?

—Por supuesto que sí. — No debía preguntarle algo así, lo había decidido desde el momento en que sus miradas se cruzaron por primera vez aquella tarde en su departamento.

— Otra cosa, también muy importante.

— ¿Qué cosa? — El menor creyó que era el final del sermón de ese día.

— ¡Tienen que cuidarse bien! No quiero ningún sobrino hasta que termines la universidad.

— ¡Lo sé! No tienes que decírmelo.
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.
Media hora antes de que fueran las 6 de la tarde, los hermanos Takahashi ya habían regresado a su departamento. Misaki se dirigió a su cuarto de inmediato para cambiarse de ropa y alistar algunas de sus cosas para quedarse con Usami. Y en menos de 15 minutos ya estaba listo, había cambiado su pantalón por algo más fresco y había tratado de arreglar, inútilmente, su desordenado cabello; tenía un cambio de ropa y sus medicinas en una mochila, y ahora solo quedaba sentarse a esperar a que su novio llegara por él. Estaba seguro que se veía como toda una colegiala enamorada esperando por su novio para ir a una cita (que en cierta forma así era), estaba muy feliz, había sido un buen día y estaba seguro que sólo se pondría aún mejor, porque cualquier cosa que hiciera con Usami, por más simple que fuera, se volvía realmente especial simplemente por el hecho de estar juntos. Déjenlo ponerse cursi, de vez en cuando no era malo. 

Se recostó en su cama, viendo el techo, abrazando su mochila. Y se puso a divagar por milésima vez en aquel día, lo que le esperaba para esa noche, durante tres años en cada una de sus solitarias noches de celo deseó intensamente que el escritor pudiera acompañarlo, ayudarlo a calmar ese calor interminable que se presentaba en su cuerpo. Él nunca tuvo problemas para procesar las medicinas, siempre podía calmar bien su calor tan solo tomando su pastilla, pero a pesar de eso, él también sabía que la mejor manera de calmar el celo de un omega es con el calor de un alfa, y espero todos esos meses hasta que llegara el día en el que pudieran hacerlo sin remordimientos ni actos ilegales de por medio. Es decir, no iba a mentir diciendo que nunca habían hecho algo más que simples besos, pero nunca fue más allá de roces y caricias, y nunca en ninguno de sus celos. Pero dejando de lado todas las tecnicidades del celo, esa iba a ser su primera vez, su primera vez haciendo el amor, lo haría con su primer amor, con su pareja destinada, con el hombre que más amaba en el mundo. 

Acarició su nuca por encima de su collar luego de pensar todo eso, también estaba la situación de que tal vez se volverían en compañeros esa noche. ¿Era lo correcto? ¿Volverse compañeros la primera vez juntos? No lo había pensado con detenimiento hasta ese momento, no tenía duda alguna de que lo que quería era pasar el resto de su vida con Akihiko, pero en definitiva, las cosas iban a ser completamente diferentes una vez que ambos estuvieran enlazados.

Escuchó unos toques en su puerta y se incorporó rápidamente, antes de que pudiera dar el pase para entrar, se escuchó la voz de su hermano al otro lado de la puerta.

— ¡Misaki! Usagi ya llegó, está en la sala. — Se puso de pie al escuchar esa frase sonriendo tontamente, era increíble cómo a pesar de que ya llevaban 3 años saliendo, se sintiera como si fuera la primera vez que salían. Era un bonito sentimiento. Tomó sus cosas y salió de su cuarto, caminó por el pasillo y cuando estuvo a punto de llegar a la sala de estar, pudo visualizar a su hermano hablando con su adorado novio, que vestía con uno de sus típicos trajes elegantes, que independientemente de la ocasión que fuera, se veía malditamente apuesto en ellos. 

— Misaki.... — El peliplata lo veía con una sonrisa desde su lugar, al parecer se había detenido en algún momento de su andar solo para apreciarlo más atentamente. Cuando escuchó su nombre salir de sus labios fue cuando retomó sus pasos hasta encontrarse con ambos, sonrió con aún más fuerza al tenerlo frente. Y de esa forma se vio aprisionado por los fuertes brazos del mayor, de inmediato pasó sus brazos por detrás de su espalda, correspondiendo al abrazo con cariño y recargando su cabeza en el pecho del otro. — Feliz cumpleaños Misaki. — Usami se separó solo un poco para poder depositar un corto beso en la coronilla de su cabeza, Misaki levantó su cabeza para verlo.

— Gracias. — Se separaron del abrazo, fue cuando se dieron cuenta que Takahiro se había retirado a la cocina a seguir con el quehacer.

— Te ves hermoso. — Al decir eso le sujetó las manos tiernamente.

— N-no digas esas cosas. — se sonrojó levemente, nunca se acostumbraría a esos halagos no importaba el tiempo que pasara.

— Pero es la verdad. — Misaki ya no contestó nada, sólo le dedicó un gimoteo de resignación. — ¿Nos vamos? 

— Sí. — Dicho aquello soltó sus manos para dirigirse a la cocina, para avisarle a su hermano. — Nii-chan, ya nos vamos.

— De acuerdo, que les vaya bien. — Cuando dijo eso miró a Misaki fijamente, para luego sujetarlo en un fuerte abrazo. El menor se sorprendió por el repentino contacto pero no se apartó, lo abrazó de vuelta. Entendía un poco cómo se sentía, estaba “dejando ir” a su hermanito, siempre fue muy sobreprotector con él, incluso cuando ya había comenzado a salir con Usagi, siempre lo cuidaba y vigilaba de cerca, pero ya era mayor, ya no era su niño pequeño. Se separó de él con una sonrisa. — Cuida mucho de él Usagi.

— Siempre. — Misaki rió un poco ante aquello, ya una vez echo a un lado su sentimentalismo, le causaba un poco de gracia, su hermano lo estaba haciendo ver como una despedida cuando sólo iba a pasar la noche con su novio, bueno no sólo pasar, pero no era como que no lo fuera a volver a ver en su vida; para la hora de la cena del día siguiente estaría de vuelta con él. 

Después de larga despedida con su hermano, Misaki y Usami salieron del departamento y se dirigieron al vehículo del mayor, de camino al estacionamiento Misaki le iba contando acerca de su día junto a su hermano y su novia; siempre le contaba sobre las cosas que hacía en el día.

— ¿A dónde vamos? — Misaki dejó su mochila a sus pies mientras se disponía a abrocharse el cinturón.

— A cenar. — Usami ya había encendido el auto, esperando a que el menor estuviera listo, unos instantes después ya había arrancado.

— Siento que todo lo que he hecho en este día es comer. 

— Es tu cumpleaños, te puedes consentir un poco.

— Me pondré gordo.

— Misaki rellenito sería algo adorable de ver. — Con su mano libre pellizco suavemente el abdomen del castaño.

— ¡Oye! — Misaki reaccionó dándole un golpe en la mano, Usami soltó una carcajada al ver su expresión molesta.

— Es la verdad. — El ojiverde hizo un tierno puchero a vista del escritor y luego giró su vista a la ventana.  — Puedes dormir un rato, tardaremos un poco en llegar. 

— No, está bien. — Misaki le sonrió levemente para luego regresar su vista afuera.

Aunque dijo que no se dormiría terminó viéndose arrullado por el movimiento del carro en cuestión de minutos. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue la gran inmensidad del mar frente a ellos. Akihiko se encontraba estacionando el auto en esos momentos. 

— ¿Ya despertaste? — Misaki asintió alegre, le gustaba ir al mar. — Vamos, hice una reservación en el restaurante que te gusta. — Fue hasta ese momento en el que Misaki realizó en la playa en la que estaban, él y Usagi solían frecuentar mucho esa playa, una de sus primeras citas fue en el restaurante que mencionaba el mayor, le encantó desde la primera vez que comieron ahí, era lindo pero no era para nada comparado con los elegantes lugares a los que Usami solía frecuentar, se sentía más a gusto en lugares así, y bueno, el escritor al ver que le agradaba el lugar lo había llevado ya en varias ocasiones.

Caminaron desde el estacionamiento hasta el restaurante que se encontraba muy cerca de la orilla. Los empleados del lugar ya conocían a Usami y con tan solo verlos entrar los dirigieron hasta la mesa que tenían preparada; una mesa para dos con vista al mar, para esa hora el atardecer estaba en pleno esplendor. Se sentó de inmediato para apreciar el panorama. Usami pidió algo de beber para luego tomar asiento frente a Misaki. Tuvieron una cena tranquila, disfrutando de su mutua compañía y de la suave música que se podía escuchar por todo el restaurante; hablaron un poco sobre los trabajos recientes del escritor: Misaki tomó algunas fotos junto al otro, le gustaba retratar cada una de las salidas con Usami, era un bonito recuerdo cada vez que las veía en la carpeta de su celular (que había hecho exclusivamente para guardar esas fotos). Un poco más tarde, y una vez que terminaron su cena, salieron del lugar para dar una caminata por la playa, la noche ya había cubierto el cielo y gracias a eso podían disfrutar la hermosa vista de las estrellas que brillaban sobre ellos. 

Misaki había retirado sus zapatos desde hacía un rato y se dedicaba a caminar descalzo por la arena, luego de caminar por la orilla de la playa por unos minutos Usami convenció al más pequeño de sentarse un rato sobre la arena. Se sentaron en silencio, tomados de la mano.

— Misaki… — Usami se acercó lentamente hasta su cuello, murmurando cerca de su oído. También había comenzado a desprender las feromonas que tanto lo calmaban. —  Reservé una habitación en el hotel que está al otro lado del muelle. — Misaki se sorprendió un poco, y sintió claramente como sus mejillas comenzaban a sonrojarse, sus pensamientos de la tarde volvían a invadirlo. — ¿Está bien? ¿O quieres que vayamos a mi departamento? — Era una de las cosas que más amaba del mayor, que fuera tan atento con él y que considerara sus sentimientos, más en situaciones como aquellas. 

— Está bien, quiero ir contigo... — Dijo quedito y se recargó en el hombro del peliplata, quien luego recargó su propia cabeza en la de Misaki

— Pero antes quiero darte tu regalo. — No podía decir que estaba sorprendido al escuchar eso, conocía muy bien a Usami, pero pensó que las rosas serían el único regalo material de ese día. 

— Sabes que no necesito regalos. — A Misaki le era suficiente con la cena y el paseo, pero su novio era muy terco.

— Me gusta darte regalos.

— ¡Lo sé! Pero hay ciertas cosas que no necesito y lo sabes.

— No sé de qué estás hablando. No recuerdo haberte dado algo que no te haga falta. — Dicho eso envolvió a Misaki entre sus brazos, dejandolo inmovilizado.

— ¿No? ¿Qué hay de la chequera que pusiste a mi nombre el año pasado?

—  Es completamente necesaria, no quiero que te haga falta nada. — Misaki sólo pudo dedicarle una cara de reproche e incredulidad.  — Bien, entiendo. El punto es que este no es otro de esos regalos. 

—  Más te vale. — Misaki lo miró tratando de creerle. Usami sólo le sonrió para luego sacar algo del bolsillo de su saco. Fue cuando Usami lo extendió hacia él, fue que se dio cuenta de que se trataba de una pequeña caja de terciopelo, cuando la abrió vio un anillo, un anillo realmente delgado, con una piedra en forma de flor en él. Misaki lo miró escéptico, intercalando su mirada confusa entre los ojos violetas del mayor y el lindo anillo que aún reposaba en la caja.

— Tranquilo aún no es un anillo de compromiso. — Misaki no supo si sentirse aliviado o decepcionado al escuchar aquello. Usami tomó el anillo con cuidado, para luego tomar delicadamente la mano de Misaki, colocando el anillo en su dedo anular.  — Es un anillo de promesa, con este anillo reafirmo mi fidelidad y mi entrega hacia ti, prometo estar contigo siempre, apoyarte en todas las decisiones que tomes y, por sobre todo, que te amaré incondicionalmente por el resto de mi vida. — Misaki no pudo decir nada, estaba realmente emocionado y conmovido por las palabras que Akihiko acababa de decirle, sentía sus ojos humedecidos, estaba seguro que en cualquier momento lloraría de la felicidad. Lo único que pudo hacer fue esconderse en el pecho del mayor, abrazándolo por el abdomen fuertemente. — Por supuesto que el anillo de compromiso vendrá después, pero aún quiero esperar un poco más, por lo menos hasta que termines la universidad. — A él no le molestaría en lo más mínimo casarse con ese hombre en ese momento, pero entendía sus razones para querer esperar un poco más, y él esperaría lo que fuera necesario, con tal de estar a su lado siempre.

— Gracias Usagi-san.

— Te amo Misaki. — Misaki no era muy bueno con las palabras, y le era un poco difícil expresarle su amor al mayor, por supuesto que lo hacía y no sólo con palabras, pero en ese momento estaba demasiado abrumado como para hablar más que eso. El olor de Usagi realmente lo hipnotizaba, se acurrucó más contra él, sintiendo un calor recorrerle todo el cuerpo.  — ¿Nos vamos Misaki? — El castaño se limitó a asentir rápidamente, seguido a eso el mayor se levantó extendiéndole la mano, Misaki la tomó sin pensarlo y de inmediato comenzaron su caminata hasta el hotel.

No dijeron nada en todo el transcurso, hasta que llegaron a la habitación, Usami había recogido muy rápido la llave del cuarto en recepción y en unos minutos ya se encontraban ambos dentro del cuarto. Misaki estaba demasiado nervioso, no había podido pronunciar ninguna palabra desde que estaban en la playa, su cuerpo se comenzaba a sentir caliente, y eso lo ponía muy inquieto, y pensar que Usagi ya se hubiera dado cuenta debido a sus feromonas, lo ponía aún más nervioso ¿Debería tomar sus supresores después de todo?

— Misaki…

— ¿Eh?

— ¿Tomaste tus medicinas antes de salir?

— N-no, las tomé por la mañana.

— No tienes que forzarte a hacer nada que no quieras, si crees que no es el momento sólo toma tus supresores. — Usagi se comenzaba a notar agitado, sus mejillas estaban un poco rojas. Misaki lo miró con atención, el escritor lo miraba con ojos penetrantes. Se acercó más a él, ambos se encontraban sentados en la cama. Por supuesto que no sabía si estaba preparado ¿Quién sabía algo así en esas situaciones? Pero realmente lo deseaba, con todo su ser.

— Quiero hacerlo ¿Sí? — Puso sus rodillas a ambos lados del mayor, tomándolo por los hombros y acercando su rostro al del contrario.

— Misaki… — Y el castaño deshizo la mínima distancia que quedaba entre ellos, besándolo suavemente, al principio. Conforme pasaron los segundos el beso se fue intensificando, Misaki sostenía el cabello plata del otro con ambas manos. Usami devoró esos labios como tantas veces había hecho antes, pero todas las feromonas que el menor desprendía por su precelo, lo estaban volviendo loco. Enredó sus brazos en la delgada cintura del menor, metiendo sus manos por debajo de la ropa. Acarició con lentitud la piel desnuda del castaño, sintiendo sus pequeños espasmos de su cuerpo bajo su toque.

Sujetó con firmeza las caderas de Misaki, acercándolo aún más a las suyas. Mordisqueó el labio del otro, recibiendo en respuesta una tímida lamida en su labio. La piel de Misaki se erizó al sentir la lengua del mayor bajar por su cuello, esquivando su collar negro, los labios del mayor probaban cada parte de piel descubierta intercalando sus caricias con suaves besos. Regresó para  volver a probar los labios de su pequeño pero esta vez de forma más apasionada, permitiéndose colar su lengua en la boca contraria. Misaki se dejó llevar intensificando el beso sin pensarlo. 

Misaki posó sus manos en los anchos hombros de su pareja, y sin dejar de besarlo fue empujándolo sobre la cama hasta quedar encima de su cuerpo. Usami lo miraba con ojos penetrantes, a la expectativa de lo que fuera a hacer. Esa mirada sólo lo hizo excitarse más, una electrificante corriente recorrió todo su cuerpo, desde la cabeza hasta sus pies, todo su cuerpo se sentía extremadamente caliente; su celo había llegado. Se acercó de nueva cuenta al cuerpo del escritor, dirigiéndose de inmediato hasta el cuello del mismo, siendo él ahora el que lo besaba y mordía, dejó apasionados besos en las sensuales clavículas del mayor; y sin alejar su boca de la piel contraria, comenzó a desabrochar la camisa, que para esos momentos, sólo se le hacía innecesaria. Una vez se deshizo de la camisa y de la corbata de su novio, las tiró en algún lugar del suelo, prosiguiendo con sus caricias por el marcado pecho frente a él, su saliva escurría por la comisura de los labios, pero no le importaba; solo ansiaba llegar aún más abajo. El olor del alfa era cada vez más fuerte, el lugar estaba lleno de feromonas de ambos. 

Usami logró recargar su cuerpo contra la cabecera de la cama, observando con ojos hambrientos los movimientos de Misaki. Levantó una de sus manos y la dirigió hasta el trasero del menor, apretándolo y dando leves pellizcos, a la vez que sentía los suaves labios y lengua de su pequeño recorrer todo su cuerpo.

Pudo ver por encima de su pantalón como su erección comenzaba a notarse. Acarició la tela con lentitud para proceder a desabrochar la cremallera, bajó un poco el pantalón, teniendo esta vez solo los boxers del mayor como impedimento para presenciar el miembro del mayor. Acercó su rostro hasta aquella parte dejando besos por sobre la tela. Usami sentía la respiración caliente de Misaki rozar contra su pelvis. Sin previo aviso, el castaño bajó su ropa interior, dejando libre la hombría del mayor.

— Es muy grande. — Misaki lo veía desde su posición con una mirada lasciva. Akihiko no podía creer que su adorable niño estuviera entre sus piernas mirándolo de esa forma; por supuesto que lo había imaginado en varias ocasiones, más de las que le gustaría admitir, pero tenerlo ahí, en esos momentos, era algo irreal. 

— Misaki, no tienes que… — 

— P-pero lo quiero… —  y sin darle tiempo a responder al mayor, Misaki acarició con su lengua su miembro desde la base hasta la punta, Usami recargó su cabeza hacia atrás por la sensación de la cálida lengua del castaño en su pene. Ahora Misaki se dedicaba a lamer y succionar levemente su glande, al cabo de unos segundos empezó a hacerlo con más fervor, provocando que el otro  soltara jadeos ahogados de vez en cuando. El mayor sujetó la cabeza de Misaki con una mano, empujándolo levemente contra su pelvis y cerró sus ojos de placer al sentir cómo el castaño devoraba su pene, luego de unos minutos un cosquilleo recorrió su parte baja, estaba por terminar. Por instinto se incorporó un poco y jaló rápido a Misaki hacia atrás, haciendo que soltara su pene, inmediatamente después de aquello terminó, en el rostro del menor. Misaki al sentir el caliente semen del otro por todo su rostro comenzó a lamer gustoso, o al menos lo que su lengua alcanzaba. Al ver aquello, Akihiko limpió el resto rápidamente con un pañuelo que tomó de la mesa de noche; para luego cargarlo y colocarlo de nueva cuenta sobre su regazo, para besarlo con fiereza.

Sin separarse del beso, Misaki comenzó a mover sus caderas contra la pelvis del mayor, dejando en evidencia su duro miembro que suplicaba atención. 

— A-akihiko-san. — Misaki se había separado unos milímetros de sus labios para poder hablar, con su respiración acelerada. — Quiero esto, dentro de mí. P-por favor... — Al decir aquello restregó con aún más ahínco sus virilidad contra el, de nuevo despierto, miembro del otro.

Usami había mantenido la compostura hasta el momento, ver a Misaki en su faceta lasciva estaba ganándole a su razón. Pero no quería tomar el control solo porque sí, no quería perder los cabales y terminar lastimando o asustando a Misaki con alguna de sus acciones. Sin embargo, escuchar a Misaki rogar entre gemidos, ya no había forma de que soportara más. 

Separó a Misaki de su cuerpo, para poder deshacerse de su camiseta y de los shorts que llevaba. Tomó a Misaki por los costados y lo giró sobre su cuerpo, quedando este, recostado en el colchón con su espalda y trasero al aire. Se inclinó hacia él, dejando un profundo beso en la parte baja de su nuca, y luego dejando todo un camino de cortos besos y mordidas por toda su espalda hasta llegar a su firme trasero, donde no dudo en dejar otro beso más. 

—  Levanta las caderas Misaki. — El estudiante acató la orden de inmediato, sosteniéndose con sus antebrazos, dejando sus glúteos levantados. Al hacer aquello, el peliplata no tardó en notar que la entrada de su pequeño ya había comenzado a mojarse y dilatarse. Insertó un dedo con cuidado, sorprendiéndose al notar la facilidad con a que este entraba, Misaki soltó al sentir la intromisión. Sacó su dígito, y en su lugar se inclinó, dejando un beso en la entrada de otro, para luego introducir su lengua, el manor se retorció al sentir la húmeda lengua en su interior, perdió por completo el poco razonamiento que le quedaba al sentir que Usami aumentaba los lengüetazos en su interior, se aferró a las sábanas con fuerza al percibir todas aquellas sensaciones que lo hacían desvanecerse. 

— A-akihiko-san... —  Eran contadas las ocasiones en las que Misaki lo había llamado por su primer nombre, y que hubiera decidido hacerlo ahora, lo estaba desequilibrando en todos sentidos. Retiró su lengua de la rosada cavidad del menor para retomar su dilatación manual, insertando un dedo que rápidamente se convirtieron en dos y tres gracias a la lubricación natural de Misaki. — Rápido, mételo… — 

— Con calma Misaki, no quiero lastimarte. — 

— N-no lo harás, anda... — Misaki lo miraba de lado, suplicante. — Y no pudo aguantarlo más. Sacó sus dedos de su interior y acomodó a Misaki de nuevo, pero ahora girándolo sobre su estómago, para que quedara de frente a él. Antes de seguir se estiró hasta el cajón de la mesita de noche, rogando por que estuvieran los preservativos que solicitó cuando hizo la reservación. Cuando se aseguró de que estuvieran ahí, tomó una y lo colocó en su miembro rápidamente. Sujetó las piernas del menor, elevando las caderas de Misaki un poco, acomodó su pene en la entrada de Misaki y metió con cuidado la punta, el castaño de inmediato comenzó a mover sus caderas en busca de más, y terminó por introducirlo por completo. Misaki se corrió en ese instante, sin haber tocado su miembro previamente. 

Pero recuperándose rápidamente de su primer orgasmo, abrazó al mayor por el cuello, acercando aún más sus cuerpos. Usami seguía embistiéndolo con fuerza y constantemente. El castaño no tenía forma de contener sus gemidos, el placer que estaba sintiendo en esos momentos le era desconocido, pero estaba seguro que se haría adicto a esa sensación. El miembro del escritor golpeando contra su interior, lo cegaba, no había forma de describir la cantidad de satisfacción que sentía en esos momentos, pero necesitaba más. 

Como pudo se incorporó de su posición empujando a Usami hacia atrás, quedando esta vez él sobre su miembro, montándolo. Se sujetó con fuerza de los hombros del mayor, casi arañándolos por la firmeza de su agarre. Comenzó a dar pequeños brincos, impulsandose con sus rodillas. Usami se inclinó hacia adelante para atrapar los labios de Misaki en otro apasionado beso, enredando sus lenguas al instante, provocando que sonidos obscenos provocados por la saliva se mezclaran en el ambiente de la habitación. El escritor, sin dejar de besarlo, sujetó a Misaki de las caderas, impulsandolo con fuerza para ayudarlo con sus movimientos.

Luego de un rato, el menor cambió de posición dejándose caer hacia atrás pero apoyando el peso de su cuerpo sobre sus brazos, y ahora moviéndose con ayuda de sus piernas. Akihiko acariciaba con lujuria las piernas del omega, y luego sus caricias se dirigieron al miembro del menor que no había recibido atención en toda la noche, Misaki soltó un sonoro gemido al sentir las grandes manos del otro darle atención, Usami masajeó con vehemencia la hombría entre sus manos. 

Misaki en ningún momento dejó de mover sus caderas contra la pelvis del mayor, al contrario, al sentir las caricias del otro sobre su miembro, aceleró los movimientos de su cuerpo, quería sentir en lo más profundo de su interior a su novio. Sentía que en cualquier momento se correría por segunda ocasión. 

— A-akihiko-san… y-yo voy a… — 

— Yo igual. Juntos, ven. —  Y de esa forma jaló a Misaki a la posición que tenían antes, con Misaki montando y abrazando por los hombros a Usami. El peliplata daba sus últimas embestidas con fuerza, sin soltar el miembro de Misaki, lo masturbó con más fuerza a la vez que enterraba su cabeza en el cuello del menor, olfateando su aroma y dejando leves besos. Misaki sintió caliente esa zona de su cuello, al igual que su nuca y toda el área que se encontraba cubierta por su collar, quería que se lo quitara, quería que le dejara su marca.

Su miembro rozaba contra el abdomen del mayor, mientras que este lo masturbaba, y de un momento a otro dejó salir su semen, en la mano del mayor y también entre sus estómagos. De igual forma, Usami dio una última estocada y se corrió en el preservativo, a pesar de eso Misaki pudo sentir lo caliente de la semilla contra su interior. Usami depositó un profundo beso en su labios para luego salir de su interior y recostarlo con dulzura en la cama, para poder limpiarlo de cualquier fluido que hubiera quedado en su cuerpo. Una vez limpio, Usami se recostó junto a Misaki, abrazándolo por la espalda, Usami sabía que el celo de Misaki no se calmaría con una sola vez, pero quería que reposara un poco antes de que entrará en calor nuevamente, era su primera vez después de todo, por más que su instinto le dijeran que necesitaba calmar su celo, era la primera vez que su cuerpo se sometía a tal trato, y debía cuidarlo. 

Usagi acariciaba el torso desnudo de Misaki con suavidad y dejando tiernos besos en su nuca, por debajo del collar. El cuerpo de Misaki aún seguía caliente, pero al sentir la boca de su alfa cerca de su cuello, su nuca ardió de nuevo. Y ya no podía soportarlo.

— Q-quítamelo. Puedes quitarlo. Quiero que me hagas tu pareja. — Misaki lo miraba por encima de su hombro con una cara de súplica. Usami le sonrió con ternura, negando con la cabeza levemente.

— No, aún no Misaki. — El corazón de Misaki se detuvo por un momento ¿No quería ser su pareja después de todo? — Mi niño, no hagas esa cara. — Usami lo volteó para quedar frente a él, y enseguida le dio un delicado beso en los labios. Misaki también sintió que comenzaba a desprender feromonas para tranquilizarlo.

— ¿Entonces por qué? — Se calmó un poco y escondió su rostro en el pecho del mayor, quien lo abrazó de inmediato.

— Es nuestra primera vez juntos. — El escritor comenzó a explicar, sin dejar de abrazar al otro. — Acabas de cumplir 18 años, sé que parece que ya ha pasado mucho tiempo, sobretodo porque llevamos 3 años saliendo, en realidad sí es mucho tiempo. Pero siento que es un poco apresurado hacerlo  en este momento. 

— Quiero ser sólo tuyo. — Misaki susurró aquello, escondiéndose aún más en el pecho del otro.

— Y eres sólo mío, así como yo soy todo tuyo. — Depositó un suave beso en su cabeza al decir aquello.

— Pero quiero que me muerdas. — Misaki seguía viéndolo con un puchero pintado en su cara.

— Y lo haré, tal vez en unos años.

— ¿¡Qué!? — Misaki esperaba que le dijera que en su próximo celo, o tal vez en unos meses, no qué le diría en unos años.

— Hey, no quiero que dudes ni por un segundo de mi convicción para convertirme en tu alfa. — Dicho eso tomó la mano de Misaki donde reposaba su anillo y lo besó. — Es sólo que aún hay muchas cosas que debo hacer antes de convertirnos en pareja.

— ¿Cómo cuáles? — Misaki aún no se escuchaba del todo convencido. 

— Bueno, lo primero es que quiero que te mudes conmigo.

— ¿Eh? — Por supuesto que Misaki ya lo había pensado, pero lo tomó por sorpresa porque estuvo pensado en la marca de su alfa todo ese rato.

— Planeaba pedirtelo desde que comenzaste la universidad pero decidí esperar hasta hoy. Una vez que estemos enlazados no podremos estar muy alejados el uno del otro, por eso quería que comenzaramos a vivir juntos antes, para que te comiences a adaptar a este cambio. — Usami lo miraba directamente a los ojos, el corazón de Misaki latió con fuerza al ver esos ojos. Siempre estuvo pensando en él, en su comodidad, pero sobre todo en su felicidad. Era imposible seguir triste por lo otro, cuando tenía a tremendo caballero frente a él, mirándolo con amor y acariciándolo con dulzura. — Ya hablé con Takahiro y me dio su permiso. Ahora sólo falta que tú aceptes. — Misaki lo miró sin poder decir nada. Allí la razón del sentimentalismo de su hermano más temprano. — ¿Qué dices? 

— Tú sabes la respuesta. — Dijo aquello sonriéndole ampliamente al mayor, siendo correspondido de inmediato — Y está bien, esperaré otros años para que me muerdas. Pero si empiezo a sospechar que te estás arrepintiendo tomaré cartas en el asunto. 

— ¿Enserio crees que alguna vez me arrepentiría de ser tu pareja?

— No. Confío en ti. — Se quedaron viéndose a los ojos, con cariño, en silencio, por varios minutos. Felicidad era lo único que irradiaban sus ojos. 

— Te amo. — Usami acercó aún más sus rostros hasta dejar su frente completamente recargada en la del menor, susurrando aquellas palabras.

— Yo igual. — Y depositó un profundo beso en los labios del otro. Separándose luego de unos segundos.

— ¿Y? — El escritor posó su mano sobre la cintura del menor, rozandola y descendiendo de a poco hasta su cadera. — ¿Quieres seguir otro rato? — Usami acarició lascivamente los huesitos de la cadera del menor, quien sintió una grata satisfacción al percibir la cálida mano del otro sobre su piel.

— Tú sabes la respuesta. — Y sin darle tiempo a responder, Misaki se puso encima del otro para de inmediato comenzar a besarlo apasionadamente. Dando comienzo a su larga noche juntos. 


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