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Koi no Yokan por TsubasaHatsukoi

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Usami despertó ese día debido al constante e insistente sonido de su celular, cuando lo tomó pudo notar múltiples notificaciones de mensajes de personas que no recordaba -y no se iba a esforzar en recordar- felicitándolo por su cumpleaños. La verdad es que nunca en su vida le había tomado mucha importancia a esa fecha, le daba igual lo que pasara a lo largo de ese día, quien o quien no lo felicitara, todo era irrelevante. O al menos así era hasta que conoció a Misaki. Misaki era la única persona de la que le alegraba recibir una felicitación, el solo ver sus mejillas sonrojadas y su forma -usualmente nerviosa- de desearle un feliz cumpleaños, hacía que su corazón se llenara de una cálida sensación a la que quería aferrarse para siempre, y qué decir del apasionado regalo que siempre venía con su felicitación.

Y hablando de regalos, ya venía siendo hora de que fuera a escuchar su felicitación y a reclamar el obsequio de ese año.

Pero la sorpresa que se encontró en la planta baja no fue para nada gratificadora. Misaki había desaparecido. No estaba en la cocina, ni en su cuarto, ni en la lavandería. No estaba en la sala, ni en el cuarto de suzuki's. Regresó a la sala una vez hubo revisado cada cuarto mientras gritaba el nombre de su novio por todo el departamento. Debía calmarse, tenía que haber una explicación lógica para que Misaki esté desaparecido justamente en la mañana de su cumpleaños número 38. Tomó su celular y sin pensarlo demasiado marcó el número de su pareja. Un timbre, dos timbres, tres, cuatro y correo de voz. Intentó de nuevo, y de nuevo y nada. Ahora si estaba asustado, normalmente Misaki respondía sus llamadas, cuando estaba ocupado ignoraba la primera y a la segunda respondía solo para decirle que lo llamaba más tarde, pero le contestaba. Sin embargo, en ese momento no contestó ninguna de las 3 llamadas. Se sentó en el sillón y trató de enfriar su cabeza, debía dejar de pensar en los peores escenarios, tal vez Misaki salió a hacer el mandado y su celular su quedó sin batería; o tuvo que ir a la editorial a pesar de ser su día libre, fue al baño y dejó su celular en su puesto de trabajo; o tal vez olvidó que era su cumpleaños y fue a visitar a Takahiro pero en el trayecto hacia allá perdió su celular; o puede que le haya pasado algo malo...

Era demasiada tortura para su cabeza.

Tomó su celular de nuevo, pero esta vez para llamar a su editora, siempre sabía algo que él no. Contestó al segundo timbre.

— ¡Sensei! ¡Feliz cumpleaños!

— ¿Sabes dónde está Misaki? — Su voz sonaba algo alterado no iba a esconderlo.

— Un gracias también era bien recibido.

— Sí, sí, no es momento. ¿Y? ¿Sabes dónde está?

 Sí, lo sé. Pero me pidió que no le dijera dónde está.

— ¿¡Qué!? ¿Por qué?

— ¡Es un secreto! Pero me pidió que le entregara algo, así que venga a recogerlo a la editorial— La mujer se escuchaba más emocionada de lo habitual, y no sabía cómo reaccionar ante eso.

— ¿Recoger? ¿Qué cosa?

— Es una sorpresa, lo espero aquí. — Y colgó, dejándolo el doble de confundido ¿Misaki no quería que supiera dónde estaba? ¿Qué rayos tramaba? Pero si Misaki lo había pedido debía tener una razón, así que muy a su pesar y sus ganas de descubrir dónde diablos estaba Misaki, tomó su celular y las llaves de su auto para poder dirigirse a la editorial.

En menos de 15 minutos ya estaba subiendo el ascensor de Marukawa rumbo al piso de edición. Pudo tomar un respiro una vez que se vio solo en el elevador, con solo poner un pie dentro de la empresa la gente se había arremolinado a su alrededor para desearle feliz cumpleaños ¿Cómo era que toda esa gente estaba al tanto de su cumpleaños? No entendía como en sus cabezas cabía el recordatorio de una fecha específica del cumpleaños de alguien a quien ni siquiera conocían personalmente.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron se dirigió a paso rápido hasta el departamento de edición, cuando visualizó a Aikawa desde lejos se acercó hasta ella, sintiéndose por primera vez curioso por lo que fuera que Misaki le haya dejado en manos de su editora.

— ¡Sensei lo estaba esperando! — Dicho eso, Aikawa se puso de pie tomando con ambas manos una caja que descansaba en su escritorio.  Usami se preguntó como es que se encontraba haciendo su trabajo con esa cosa ahí. — Tome, lo dejó Misaki-kun para usted. Ábralo ábralo. —  Aikawa sonaba realmente emocionaba por lo que fuese que hubiera dentro de esa caja. Usagi la abrió sin pensarlo mucho, era un regalo de parte de Misaki, se puso feliz de solo pensar en ello y olvidó por un momento su frustración de no poder verlo a primera hora en su cumpleaños.

Abrió la caja y lo que vio fueron dos osos de peluche apretados dentro de ella, los saco y fue cuando se dio cuenta de lo singular en ellos. Uno de ellos era de color gris, con ojos de botón morados y vestía un chaleco junto con una corbata; el segundo tenía el pelaje de color marrón, los botones de los ojos eran de color verde esmeralda y llevaba puesta una camisa simple de color rosa. Sus ojos brillaron con intensidad al verlos, eran osos de peluche personalizados de ellos dos.

— ¿¡Verdad que son lindos!? Misaki-kun me pidió ayuda para conseguirlos, sabía que lo pondría feliz algo así. — Usami no pudo decir nada, estaba realmente muy feliz con el regalo de su pareja, se limitó a sonreír levemente ante las palabras de su editora, sorprendiendo a muchos de los presentes que presenciaban la escena de lejos, ninguno de ellos había visto jamás una sonrisa en el rostro del gran Usami Akihiko. — Sensei, Misaki-kun le dejó esto también. — Cuando levantó su vista (pues estaba aún embobado viendo sus nuevos peluches) vio como su editora le extendía un sobre. Lo tomó de inmediato para ver su contenido.

Era una corta nota de su pequeño.

————————————

¡Usagi-san Feliz Cumpleaños! Perdón por no estar contigo en este momento, pero todo esto es por una buena razón.

Necesito que vayas a casa de Nii-chan, Mahiro tiene algo para ti.

———————————

Finalizó la nota con un pequeño corazón ¿Qué pasó con Misaki que se había puesto en modo cursi ese día? Pero no se quejaba, para nada, estaba que desbordaba de felicidad en ese momento.

Recogió sus peluches, la nota y después de despedirse y agradecerle a Aikawa, salió de la editorial rumbo a la casa de Takahiro para poder seguir con el pequeño juego que el otro había comenzado.

A pesar de que la casa de los Takahashi estaba relativamente alejada de la editorial llegó en menos tiempo del esperado. Una vez llegó al lugar, entró al edificio departamental y se dirigió al piso que correspondía, aún con aura rosa rodeándolo por el reciente presente. Llegó a la puerta y sin pensarlo demasiado tocó el timbre, siendo recibido rápidamente por un alegre Takahiro.

— ¡Feliz cumpleaños Usagi! Entra te estabamos esperando.

— Gracias. — Se adentró en la casa y en tan solo unos segundos un niño ya mayor se encontraba delante de él irradiando felicidad.

— ¡Tío Usagi! ¡Feliz cumpleaños! — El pequeño gritó abrazando rápidamente al mayor. Takahiro ya estaba al tanto de la relación de su hermano y su mejor amigo, desde hacía varios años que Misaki se había sincerado con él, al principio lo tomó por sorpresa pero rápidamente se acostumbró a ello y les deseó lo mejor a los dos. Y bueno, Mahiro al saber que Usagi era la persona especial de su tío Misaki comenzó a llamarlo tío también.

— Gracias Mahiro. ¿Y bien? me dijeron que tenías algo para mi.

— Sii. — Y de esa forma el pequeño salió de su vista solo para volver a los pocos segundos, con un gran frasco entre sus manos, que de inmediato le extendió al peliplata.

Los ojos de Usagi brillaron por segunda vez en el día.

Era un frasco gigante lleno de osos de gomita, adornado con un gran moño y una pequeña nota colgando de él. Desprendió la nota y comenzó a leer su contenido.

—————————
¡Hola de nuevo Usagi-san! n.n

Espero que te gusten tus gomitas, sé lo mucho que te emocionan los dulces baratos.

Ahora, lamento hacerte esto pero ¿Podrías ir a tu casa? Tanaka-san tiene algo que darte.

—————————

Sonrió con más fuerza al ver la firma de Misaki con otro corazón al final de la hoja. ¿Qué estaba planeando el menor con todo eso? No lo sabía, y la verdad no le interesaba, el simple hecho de que Misaki se hubiera tomado el tiempo de hacer todo eso por él, era mas que suficiente para sentirse completo, y amado.

— Misaki estaba muy nervioso cuando nos contó su plan, pero aun así se esforzó demasiado. — Takahiro hizo una pausa, a la vez que relajaba un poco la mirada. — Nunca lo había visto tan dedicado por algo. Realmente te ama. — El escritor se sorprendió ante aquellas palabras, pero se sentía inmensamente agradecido por recibir la aprobación de su cuñado.

— Y yo lo amo a él. — Takahiro agrandó su sonrisa ante esa contestación.

Luego de conversar un rato con Takahiro y Manami, salió a prisa del lugar, ya quería ver que era lo que Misaki le tenía en la siguiente 'parada'.

Pero cuando se subió al auto, su felicidad se vio interrumpida por el pensamiento de su siguiente destino: la mansión Usami. Agradecía internamente a Misaki por dejarle -lo que fuera que sea- a Tanaka y no a su hermano o a su padre.

Llegó a la gran casa, y se adentró en ella siendo recibido por una de las sirvientas, procurando de no encontrarse con sus molestos familiares. Una vez asegurado el perímetro quiso preguntar por el mayordomo cuando un ladrido lo interrumpió, Alexander venía corriendo feliz por uno de los pasillos seguido por Tanaka, que traía un obsequio cuadrado envuelto en papel de regalo entre sus manos.

— Akihiko-sama, muchas felicidades. — A unos pasos de llegar hasta el peliplata el hombre comenzó a hablar, para ese momento el canino ya se encontraba buscando atención entre las piernas de Usagi.

— Muchas gracias Tanaka... — Sonrió levemente ante la felicitación del hombre. El escritor no era de apegarse mucho a la gente, siempre fue un niño solitario y desinteresado, y había pocas personas que se habían ganado el respeto y aprecio de su persona. Y una de esas personas era Tanaka.

— Misaki-sama me pidió que le entregara esto. — Cuando Tanaka le entregó el regalo fue cuando se percató de que era muy plano y algo ligero, pudo imaginarse de que se trataba. Rompió el papel de regalo y sonrió con dulzura ante su contenido. Se trataba de un portarretratos sencillo de madera, tenía una figura de un patito tallada en una de las esquinas junto con unos pequeños corazones. La foto que se encontraba enmarcada fue lo que más le gustó, era una foto de ambos en yukata, de hacía varios años, precisamente fue en uno de sus cumpleaños, habían ido a un festival cercano, en la foto Misaki tenía una manzana acaramelada en la mano. Era una de sus fotos favoritas, y Misaki lo sabía.

Estaba por preguntarle a Tanaka sobre la posible nota de Misaki, pero sintió un papel en la parte de atrás del marco, ahí estaba pegada la nota.

————————————

¡Ya casi terminas Usagi-san! u.u

Ahora necesito que vayas a la universidad, Kamijou-sensei te está esperando.

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Se sorprendió un poco ante la persona mencionada ¿Enserio Misaki había tenido el valor de pedirle algo así a Hiroki? Admiraba su coraje, no se imaginaba a Misaki hablando nervioso con su exprofesor para pedirle que participara en su pequeño juego, pero no se quejaba.

Se despidió de Tanaka y salió junto con su retrato. Y sin pensarlo mucho, condujo hasta la que fue en algún momento la escuela de su pareja, en donde su mejor amigo trabajaba como profesor.

Llegó al campus después de unos minutos, y luego de estacionar su auto, salió para seguir el camino que sabía de memoria para llegar al despacho de Hiroki. Entró sin tocar la puerta, y se encontró con el castaño, revisando unos libros sentado en el sillón que se encontraba en la oficina.

— ¿No te enseñaron a tocar la puerta? — El profesor levantó la mirada de inmediato al escuchar la puerta abrirse, se imaginaba que sería él.

— La verdad no. — Contestó despreocupado, acercándose a su amigo, cerrando la puerta en el proceso.

— No tienes remedio... Pero feliz cumpleaños Akihiko. — Fue hasta ese momento que Hiroki cerró el libro que tenía entre sus manos y le dirigió una mirada al otro

— Gracias Hiroki. — Respondió por impulso, pero la verdad es que estaba esperando su próxima sorpresa. — ¿Y bien? — Al decir eso levantó una mano, extendiéndosela a Hiroki, diciéndole indirectamente que estaba listo para que le diera el regalo de Misaki.

— ¡Eres muy impaciente! — Se levantó de su lugar y se giró hacia su escritorio, para tomar un gran ramo de girasoles, Usami se sorprendió de no haberlo visto antes. — Ten. — Le extendió el ramo. Usami lo tomó con una sonrisa pintada en su rostro. — Ese chico si que se puso cursi con todo esto pero sabe como ponerte feliz.

— Más que nadie en el mundo. — Usagi estaba hipnotizado con las brillantes flores en sus manos, tomando los pétalos con delicadeza, acariciándolos con afición y ternura. Fue hasta ese momento que notó la nota que colgaba de uno de los tallos.

———————————
Regresa a casa 
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Era lo único que ponía, junto a su firma y un corazón. Sonrió aún más al pensar que ya podría ir a abrazar a su pequeño.

— Realmente te tiene atontado. — Hiroki solo lo veía en silencio, observando cada una de las reacciones de su amigo de la infancia.

— Por completo. — Por supuesto que Misaki lo tenía atontado, desde que Misaki lo consoló debido al rechazo indirecto de Takahiro tras enterarse que se iba a casar, luego de ver a ese chiquillo 10 años menor que él llorar por el corazón roto de alguien más, cayó por completo y sin retorno en esos hermosos ojos color esmeralda. Hiroki seguía viendo las expresiones del otro, era algo increíble de creer que el Usami que conoció de pequeño fuera ese hombre enamorado frente a él, y aunque no lo admitiera, se alegraba por ello, llegó a pensar en algún momento de su vida que Usami llegaría a la vejez solo y amargado, que ese chiquillo hubiera llegado a su vida fue lo mejor que pudo pasarle. Sonrió al verlo así de feliz con su ramo de flores.

Al darse cuenta que llevaban un tiempo sin hablar Hiroki rompió el silencio.

— Pero bueno ¡Llevate las flores de una vez! Toda la mañana Miyagi estuvo molestándome diciendo que eran para Nowaki. — Ver al tonto de Akihiko así lo ponía algo desorientado.

— No te haría mal llevarle flores de vez en cuando. — El peliplata levantó su rostro de las flores pra mirar a Hiroki, siempre era agradable molestarlo un poco. —Imaginate su carita emocionada al ver que le llevaste flores solo porque sí.

— ¡Ya vete a buscar a tu novio! ¡Tengo trabajo que hacer! — Y de esa forma un apenado Hiroki lo empujó fuera de su oficina.

Usagi ya no tenía nada que hacer ahí, y de esa forma salió del edificio para subir a su auto y regresar a casa. Dejó las flores en los asientos traseros, y se enterneció al ver todos los otros regalos ahí; no tenía palabras para describir lo feliz que se sentía por todo lo que había pasado en esas horas. Quería ver a Misaki, lo quería abrazar y besar con tantas ganas que no sabía como iba a hacer para esperar todo el camino hacia el departamento.

Se aseguró de colocar bien las flores para que no se maltrataran y subió al auto, manejando con impaciencia hasta su hogar. Llegó en poco más de 5 minutos y aparcó su auto en el estacionamiento, agarró sus regalos estratégicamente para poder cargar con todo y subió al elevador. El tiempo de espera en el elevador nunca se había sentido tan largo.

Llegó al último piso y caminó hasta la unica puerta que había en el pasillo, abrió la puerta hábilmente con una mano y rápidamente se adentró en el departamento.

— ¿Misaki? — Comenzó a llamar al menor, no creía ser lo sufucientemente paciente para esperar a buscarlo por todo el lugar. Pero la verdad no tuvo que esforzarse mucho. Misaki se encontraba de pie, recargado en el borde del balcón, viendo hacia el cielo, pensativo, parecía que no se había dado cuenta de su llegada. Y luego de dejar sus regalos en la mesa de la sala, aprovechó para abrazarlo por la espalda, sintió como el cuerpo de Misaki se sobresaltaba pero de inmediato se volvía a relajar, tomando una de las manos del mayor que descansaba sobre su pecho.

— ¿Ya te había dicho que eres el mejor, Misaki?

— Muchas veces. — Rió un poco ante esa respuesta, tal vez era cierto. Ya no pudo soportarlo giró el cuerpo de Misaki para quedar frente a frente, y lo besó, y fue correspondido de inmediato, Misaki tomó su rostro con una mano, acercándolo más a él, profundizando el dulce beso que compartían. Delineó con su lengua los labios del menor, para luego introducirla dentro de su boca, Misaki simplemente se aferraba al gran cuerpo que lo sostenía. Se separaron luego de un rato, con las respiraciones agitadas y el corazón de Misaki latiendo a mil por hora.

— ¿T-te gustó mi sorpresa? — El menor fue el primero en hablar luego de aquello.

— No. — Usami se recargó en su cuerpo , escondiendo su rostro en el cuello del menor.

— P-pe...— El castaño estaba a punto de replicar pero fue interrumpido de inmediato.

— Me encantó. — Misaki le dio un golpe en el pecho ante su respuesta. — No tenías que hacer todo esto, siento que no lo merezco. — Dijo a la vez que enterraba más su rostro en el cuello de Misaki, aspirando su aroma.

— No digas eso, lo hice porque quería hacerlo. P-pero aún falta un último regalo. — Comentó nervioso, alejándose un poco del abrazo en el que el otro lo tenía encerrado.

— ¿Eh? — Usami se sorprendió un poco ante las palabras de Misaki, no esperaba que le diera nada más luego de todo lo que preparó para él. Luego de unos segundos de un Misaki completamente sonrojado y nervioso, este reveló una pequeña cajita en forma de panda que tenía escondida detrás de él, no supo como lo había mantenido ahí sin que se diera cuenta. Una vez con la caja frente a ellos, la abrió, revelando dos anillos en color oro, idénticos. Usami abrió los ojos de la impresión.

— U-sagi-san y-yo... Q-quería preguntarte si tu... P-pues... — Misaki se encontraba completamente nervioso, moviendo sus pies inquietamente con la mirada hacia el piso. No podía terminar de formular ninguna frase, y eso lo puso aún más nervioso.

— Misaki ¿Me estás proponiendo matrimonio? — Preguntó contento, soltando una leve risita, esperaba tranquilizar un poco al menor con eso.

— S-sí. — Pero eso lo tomó completamente desprevenido. Miró a Misaki fijamente en busca de una respuesta.

—Pero tú... — Es decir, un anillo no implicaba siempre matrimonio, podían tratarse de anillos de pareja, o simplemente de un accesorio, no esperaba que su pregunta en "broma" fuera a recibir una afirmación. Luego de unos segundos, Misaki continúo hablando.

— S-sé que tu me lo has preguntado en muchas, muchas ocasiones, y también estoy consciente que la mayor parte de las veces piensas que no te tomo en serio, pero por supuesto que no es así. Siempre que insinúas algo sobre nuestra boda no puedo dejar de darle vueltas al asunto, no dejo de imaginarme en cómo sería si nos casaramos, aún a pesar de tener casi 10 años juntos el estar casados era una cosa inimaginable para mí, pero el sólo pensar en ello me pone inmensamente feliz porque no me puedo imaginar el compartir mi vida a lado de alguien más, desde que comenzamos a salir supe que serías la persona con la que pasaría el resto de mi vida y hoy quiero hacerlo completamente oficial. T-te amo Usagi-san. — En ningún momento Misaki desvió sus ojos de los violetas del mayor, quería que se diera cuenta que iba completamente enserio.

Misaki estuvo dándole vueltas al asunto desde hacía varios meses, por supuesto que le gustaría casarse con el otro, llevaban tantos años juntos que el simple pensamiento de no estar a su lado era insoportable. Usami siempre hacia comentarios en broma sobre él siendo su esposa, o de huir para casarse en algún lugar del extranjero, pero nunca se lo pidió formalmente ¿Cómo saber si iba enserio o no? Así que decidió que él se lo pediría ¿Por qué no? Él también era un hombre, y podía pedirle matrimonio si él lo quería. Y luego de pensarlo mucho decidió que hacerlo en su cumpleaños era una buena opción, luego surgió todo el plan del juego de búsqueda en su cabeza, y tuvo que hablar con todas las personas cercanas a Usagi para que le ayudaran, pero al final de cuentas todo eso tenía el mismo objetivo.

Pedirle que se casaran.

— Yo también te amo Misaki, muchísimo, como no tienes una idea... — Dicho eso depositó un suave y corto beso en sus labios, volviendo a abrazarlo con fuerza, está vez Misaki escondió su rostro en el pecho del otro, abrazándolo de igual forma.

— ¿E-entonces es un sí? — Preguntó un dudoso Misaki, levantando un poco el rostro para ver el de Usami.

— ¿Enserio crees que hay alguna probabilidad de que te diga que no? — Contestó con una sonrisa, apretándolo más contra él. — Por supuesto que me voy a casar contigo Misaki, es mi sueño desde hace un tiempo. Te amo, no me voy a cansar de repetirlo —

— Yo también te amo. — Sin decir nada, Usami tomó los anillos que aún estaban en la caja que Misaki sostenía, colocó uno en su propio dedo anular y luego colocó el otro en el dedo de Misaki, dejando un beso sobre este una vez que Misaki lo tuvo puesto. Y comenzó a abrazarlo de nuevo, se quedaron un rato de esa forma, abrazados de pie en el balcón, sin decir nada, simplemente disfrutando del contacto del otro. Hasta que el mayor decidió romper con el silencio.

— ¿Y bien? ¿Cuándo empezamos con las preparaciones de la boda? — Misaki se encogió aún más, enterrando su rostro en el cuerpo del otro.

— C-cuando quieras...

— Bien. — Y de esa forma el mayor se separó del abrazo, tomando su télefono de inmediato. — Tengo que llamar a algunas personas, pero si todo sale bien puede que esté todo listo en una semana.

— ¿¡Qué!?

— ¿En dónde te gustaría que fuera? ¿En alguna playa del caribe? ¿O tal vez quieres algo más formal? Tal vez en Inglaterra.

— ¡Usagi-san! — El mayor no le prestaba atención, seguía caminando rumbo a las escaleras (seguramente en dirección a su estudio), él iba en su mundo, hablando para si preguntándose cosas sobre la ceremonia y la fiesta.

— Si nos casamos ¿Tu nombre cambiará a Misaki Usami? — Fue la frase que alcanzó a escuchar entre todo lo que iba mencionando.

— ¿¡Por qué mi nombre es el que tiene que cambiar!?

— Tienes razón, tal vez solo debamos mezclar los apellidos. — Y de esa forma desapareció por la puerta de su estudio, dejando a un enrojecido Misaki en medio de la sala (en algún momento había caminado hasta allí). Luego de que el mayor se fuera, levantó su mano izquierda por instinto para poder verla, viendo el brillante anillo dorado que ahora permanecía en su dedo anular, y sonrió con sólo verlo. Ahora sí era oficial. Pero su ensoñación no duró mucho cuando se vio interrumpida al escuchar el sonido de la puerta del estudio abrirse de nuevo.

— ¿Quieres que mande a hacer un vestido de novia Misaki?

— ¡USAGI-SAN!

— Sólo me aseguraba. — Y de esa forma desapareció dentro del estudio otra vez.

 

 

 

 

 


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