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Ilusiones de una vida perfecta por Kouichi_RedSun

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Notas del capitulo:

¡Saludito a todos! Vengo a actualizarles la segunda parte de esta historia, espero que la disfruten

No había conseguido escuchar gran cosa, pero sí sabía definir cuando era una conversación seria, mis padres hablaban algo bajo, pero recuerdo a mi madre decir cosas como «Xavier es la única razón por la que esto no ha llegado a un punto crítico», tenía miedo de saber a qué se refería, ¿Los estaba forzando a algo? ¿Por mi algo no ha pasado? Tengo muchas preguntas y sinceramente me da mucho miedo saber las respuestas, la atmósfera densa que hay en la casa se debe a ellos dos y sinceramente preferiría no tener que soportar este ambiente.

 

Salí de mi habitación, una camiseta blanca sin mangas, unos jeans negros y tenis negros, además de las cuatro pulseras de mi muñeca derecha y mi reloj en la izquierda, bajé rápidamente las escaleras, deteniendo por un breve momento la conversación, los miré y sonreí de la forma más real que pude.

 

—Saldré a tomar algo de aire, regreso más tarde— anuncié

—Ve con cuidado— dijo mi madre

—No regreses muy tarde— añadió mi padre, a lo que simplemente asentí.

 

Subí a mi auto y conduje con dirección al tan famoso parque de Chapultepec, me gustaba ir ahí para relajarme y pensar un poco, ahora con el coche, me era más fácil llegar hasta ahí. Aparqué junto a un Honda Civic coupe de color rojo, era un modelo viejo, quizá de 1999 o 2000, aunque no le presté mucha atención, simplemente bajé del coche y caminé dentro del enorme parque.

 

—A veces quisiera entender mejor a los adultos— murmuraba para mí mientras caminaba por los amplios caminos del parque —Quisiera saber… En qué momento las cosas comenzaron a cambiar en casa.

 

Seguí caminando por un rato, iba demasiado sumergido en mis pensamientos que no noté cuando un cabrón me sacó el teléfono del bolsillo y quizá no lo hubiera notado hasta que escuché un alboroto detrás de mí y al girarme, pude ver a un chico de piel morena forcejeando con otro sujeto en el piso.

 

— ¡Te digo que lo sueltes, cabrón hijo de puta!— le gritaba el moreno

— ¡Quítate de encima, pinche salvaje!— contestó aquel otro sujeto mientras forcejeaban aquel objeto, fue entonces que vi lo que era, ¡Era mi teléfono!

— ¡Oigan!— grité acercándome rápidamente, provocando que el ladrón se distrajera, lo que dijo oportunidad a aquel chico de darle un puñetazo en la cara y quitarle mi teléfono.

 

El sujeto intentó huir, pero pronto los elementos de seguridad del parque lo detuvieron antes de siquiera poder correr, aquel chico moreno se me acercó y me extendió mi teléfono. Fue en ese momento que pude verlo mejor, su cabello negro, ligeramente largo y despeinado, sus ojos cafés y redondos, cubiertos por unos lentes de armazón ligero y estilizado con micas rectangulares, una nariz mediana, igual que sus labios y unas cejas pobladas, también lucía una barbilla ligeramente cincelada.

 

—Gracias…— Le dije avergonzado, tomando mi teléfono

—No hay de que, solo hice lo que creí correcto— contestó

—Pudo haberte golpeado— añadí

—Pero no lo hizo— dijo encogiéndose de hombros. Ciertamente me parecía un chico interesante y divertido. —Me llamo Leonardo.

Le miré cuando se presentó de esa forma tan ligera y confiada, solté una risita y asentí —Me llamo Xavier, es un gusto— contesté

—Xavier, mucho gusto— dijo sonriendo. Fue ahí cuando lo analice de pies a cabeza, por su forma de vestir no parecía de ninguna zona aledaña.

—No eres de por aquí, ¿Verdad?— pregunté.

—No, vengo de Ecatepec de Morelos— dijo mientras asentía con la cabeza.

 

Me quedé callado un par de segundos, Ecatepec no era un municipio con muy buena reputación, desde sus asaltos a diestra y siniestra hasta zonas extrañas como Ciudad Azteca, en la que muchos no saben si sentirse tranquilos o nerviosos por la delincuencia.

 

— ¿Tu de dónde eres?— Preguntó

—… De por ahí— contesté, no es que discrimine pero, no sé cómo sea la gente de Ecatepec.

— Vamos, yo ya te dije de donde soy, creo que al menos deberías decirle eso a quien te regresó tu teléfono— dijo con un ligero aire de regaño. Le miré mal un par de segundos, pareció notar la molestia en mis ojos, por lo que desvió la mirada —Lo siento…— murmuró.

—Jardines del Pedregal— resoplé mirando a otro lado.

—Es un lugar muy bonito

—Sí, bastante— contesté sonando lo más calmado que podía.

 

No era que tuviera algo contra la gente de Ecatepec y esas zonas, pero francamente, ver a alguien de uno de los municipios más peligrosos de todo el país hace que según mi papá debamos estar muy «Al tiro» con ellos.

 

— ¿Y qué haces tan lejos de casa?— pregunté

—Ah, vine a terminar los trámites de inscripción a la universidad

— ¿Estudiarás por aquí?— pregunté sin poder disimular mi sorpresa

—Sí jeje, UVM Chapultepec me concedió una beca por excelencia académica— dijo con mucho orgullo en su voz. Claro que una beca por excelencia académica es algo de lo cual estar orgulloso —Me dieron una beca por el 70% y bueno… Mi papá puede costear lo que falta.

—Que afortunado— dije sonriendo.

 

Leonardo asintió, por mi cabeza solo cruzaba lo siguiente «Entonces seguramente nos volveremos a encontrar».

 

— ¿Qué estudiarás?— pregunté

—Psicología. Los psicólogos suelen ganar muy bien últimamente— comentó. Así que gran parte de su motivación era eso, sinceramente no sé qué tan bueno sea eso — ¿Y tú? ¿Dónde estudias?

—Recién terminé la preparatoria… Estudiaré precisamente psicología y precisamente en UVM Chapultepec— contesté, una sonrisa un tanto divertida se formó en su rostro

—Entonces supongo que nos veremos seguido, que casualidad ¿No crees?

—No existen las casualidades, solo existe lo inevitable— Ese era mi lema de vida, todo pasaba por algo, nada sucedía simplemente porque sí.

 

El me miró algo extraño cuando contesté eso, miró su reloj y sonrió de forma divertida, antes de negar.

 

—Eres raro— dijo sin más

— ¿Quién es normal?— contesté. El pareció pensarlo un momento —Todos somos raros de una u otra manera.

—Quizá, pero como sea, debo irme, solo quise venir a despejarme un momento antes de volver a casa— contestó.

—Será mejor que yo vuelva antes de que intenten robarme algo de nuevo— bromee un poco.

—Ehm… ¿Quieres que intercambiemos teléfonos? Digo, estaremos en la misma escuela, misma carrera, quizá podríamos quedar y vernos… No sé, si tú quieres— me dijo.

—Supongo— asentí y el me tendió su teléfono, apunté mi número y yo le di el mío para que apuntara el suyo.

 

Ambos nos decidimos a irnos, la situación se tornó incómoda tras habernos despedido, y caminar al mismo rumbo, demasiado hacia el mismo rumbo, llegamos al estacionamiento y caminé a mi auto. El Civic rojo junto al que estacioné era de Leonardo, nos sonreímos de forma algo nerviosa cuando nos paramos frente a nuestros respectivos coches. Pude notar una mirada extraña dirigida a mi auto, una mirada que no sabía definir.

 

Notas finales:

¡Gracias si han llegado hasta aquí, espero disfruten esta historia tanto como yo disfruto escribiendola.

 

Ciao ciao


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