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Mascota por RLangdon

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-Sasuke.
 
El mencionado cabeceó, abrazó a Menma sobre su regazo y lo meció suavemente para inducirle el sueño.
 
Karin vaciló de volver a hablar. Estaba de pie en el umbral de la puerta. Apenas y lograba ver el interior del departamento. Las cortinas estaban corridas, ninguna luz estaba encendida y, de no ser por los sutiles balbuceos del bebé, habría pensado que el lugar estaba vacío.
 
-Traerán el feretro dentro de dos horas- le costó articular la frase de tirón, pero aún asi lo hizo. Con los puños fuertemente apretados, aguardó la reacción del Uchiha.
 
-Hmp.
 
-Suigetsu y tu hermano están haciendo los preaparativos del funeral- insistió.
 
-Hmp.
 
-Necesitas descansar un poco.
 
Karin se mordió el puño, resistiendo las ganas de llorar al ver el estado lamentable en el que Sasuke se encontraba. Parecía estar en otro mundo, atrapado en su mente o simplemente ido. Lo notaba, no solo eran sus respuestas automáticas las que le confirmaban su enajenación. El perfil de Sasuke era recortado bajo el halo de luz que entraba del exterior. Y Karin gimió al ver sus labios comprimidos en una mueca de dolor. Parecía estar muerto en vida. No soportaba verlo así, no a él. Felicidad era lo único que le deseaba, y ahora Sasuke estaba totalmente deshecho.
 
-Karin.
 
-¿Si?- se limpió apresuradamente las lágrimas con el antebrazo. Sasuke se irguió apenas un poco, cuidando de no soltar en ningún momento al pequeño que yacía recostado en sus brazos.
 
-Quiero estar solo.
 
-Entiendo- cerró poco a poco la puerta, y en el fondo temió por la salud mental de Sasuke.
 
¿Cuán mal se pondría llegado el cuerpo de Naruto?
 
De algo estaba segura. No quería estar ahí para verlo derrumbarse.
 
***
 
Menma no dejaba de llorar. Llevaba casi una hora haciéndolo. Y a pesar de que Sasuke lo había cambiado y alimentado, nada calmaba sus constantes gemidos que, de alguna manera, contribuían a su creciente dolor de cabeza.
 
Lo acunó en sus brazos, caminó con él de un extremo a otro, y trató de darle un poco de fórmula para tranquilizarlo, pero nada ayudaba.
 
-¿Qué quieres?- Sasuke moduló su voz quebrada al preguntar. No necesitaba hacerlo, sabía de sobra lo que su hijo quería, y no era un "algo", sino un alguien.
 
Naruto.
 
Irremediablemente las lágrimas se acumularon en los ojos negros y opacos. Sasuke tensó la mandíbula, y tras depositar a Menma sobre la cuna, arremetió un golpe con todas sus fuerzas contra la pared para descargar su rabia.
 
Pronto Menma empezó a calmarse. El llanto se tornó en gemidos, luego fueron quedos hipidos de sentimiento.
 
***
 
No entendía cómo mierda había ocurrido, en qué momento fue a distraerse para que otro conductor estuviera a nada de estamparse de frente con él. Todo por no esperarse, por no ser paciente y aguardar hasta que estuvieran a solas y en casa para...
 
Hundió el rostro entre ambas manos. Era su culpa. Naruto no estaba más y todo se debía a él. Era responsable directo de lo que le había pasado.
 
Quería rendirse, renunciar a todo de una vez por todas. Y es que, de no haberlo buscado, de no haber viajado a Sapporo para recuperarlo, nada de eso habría pasado. Quizá no hubiera llegado a conocer a su primogénito, pero al menos Naruto estaría a salvo...vivo.
 
El grueso nudo que atravesó su garganta, no se iba con nada. Llevaba allí desde el día anterior y no había hecho más que empeorar.
 
-Sasuke- levantó la mirada para encontrarse con Itachi. Había oído vagamente a Karin mencionarlo, pero en aquellos momentos no podía procesar nada. -Quiero que sepas que estaré aqui para cualquier cosa que necesites- le entregó un cafe cargado y unas aspirinas que Sasuke tomó enseguida. Tenía los nervios deshechos. De no ser por su hijo, seguramente habría hecho una estúpidez el día anterior. -Estaré por allá, acomodando algunas velas.
 
Sasuke hipó en respuesta. Debía verse patético para que su hermano lo compadeciera de esa forma. El apartamento no era muy espacioso, pero se había encargado de recorrer algunos muebles y objetos para despejar el recibidor y el comedor. Menma aún dormía en la cuna, y al igual que él, tenía los parpados hinchados de tanto llorar. Sasuke se preguntó con todo el dolor de su corazón cuánto tiempo le tomaría a su pequeño olvidar a Naruto, a su protector y guía, el que lo había concebido y cuidado con cariño.
 
"¡Sasuke, cuídado!"
 
Apretó fuertemente los ojos y se golpeó brutalmente las sienes en un desesperado intento por borrar la imagen mental que se había grabado a fuego.
 
-¡Sasuke...Sasuke, basta!- no supo en qué momento Itachi se acercó a él para inmovilizarlo e impedirle que se hiciera daño.
 
-Naruto...- jadeó, cediendo por fin al abrazo de su hermano mayor, derramando cuanta lágrima se había tragado hasta ese momento.
 
***
 
Sentía frío, mucho frío. Tenía los ojos cerrados, pero cuando intentó mover un brazo, notó que sus articulaciones estaban extremadamente rígidas.
 
"¿Qué pasa?" Debatió en su fuero interno, a sabiendas de que algo estaba pésimamente mal. No podía moverse, sus latidos eran tan lentos y pausados que casi los oía retumbar en sus oídos. Estaba completamente inmovilizado, pero por dentro tiritaba.
 
 -Muevelo con cuidado, Anko.
 
Naruto se tensó al reconocer la voz de Orochimaru. Trató de abrir los labios, pero todo quedo en un rídiculo intento. Estaba cedado. No, era peor, ni siquiera tenía control de sus movimientos.
 
-¿Cuánto cianuro más tendré que suministrarle?- ahora era la voz de una mujer joven, no había duda de eso. Naruto se aterró al reparar en el rumbo de la conversación.
 
¿Qué pensaban hacerle?
 
-Solo cinco miligramos- se oyó un siseo. -No queremos matarlo de verdad, Anko querida. Se trata de convencimiento.
 
-Mi lord. No necesita hacer esto- rebatió la fémina en tono dolido. -Yo podría...- se interrumpió. Y Naruto la imaginó sacudiendo la cabeza en negativa. -Yo podría tomar el lugar de aquel bastardo. Estoy mucho más sana que él y...- el ruego fue interrumpido por un una queda exclamación que exigía silencio inmediato.
 
-Tiene que ser él, Anko- gesticuló Orochimaru. -No le he seguido los últimos tres años en vano. Sasuke Uchiha es perfecto para mis planes.
 
Naruto quiso gritar, defender a Sasuke de algún modo, amenazar a aquella víbora rastrera de que se alejara, sin embargo, su estado no se lo permitió. Era como un muñeco de trapo, su cuerpo estaba dormido, pero su subconsciente seguía despierto, atento al mínimo detalle de la conversación.
 
***
 
Sasuke despertó una hora después de llegado el féretro. Se había quedado dormido, Itachi lo había engañado, no eran aspirinas lo que le dio, sino algún tranquilizante que acabó de tajo con su insomnio y poca voluntad para descansar.
 
Lo primero que hizo al levantarse, fue ir a la cuna, la cuál estaba relativamente cerca de la cama, sin embargo, estaba vacía. Palideció.
 
¿Itachi habría?
 
Salió velozmente del cuarto y se encontró con dos escenas que le produjeron un efecto adverso. La primera era su hermano cargando en brazos a su sobrino, dirigiéndole tiernas palabras y agitando frente a su rostro una pequeña sonaja plastica que arrebató un par de sonrisas en el menor. La segunda escena era devastadora. Se trataba del cajón, una gran pieza oscura y triangular, forrada en madera rústica con relieves a los costados.
 
Sasuke se permitió observar a lo lejos. La tapa estaba abierta y el vidrio era perfectamente visible desde dónde él se encontraba.
 
Con pasos torpes y mecanicos, se acercó al ataud, sus labios temblando en todo momento.
 
-Sasuke- oyó que alguien lo llamaba, pero no hizo caso, solo se concentró en palpar el cristal que mantenía prisionero a quien fuera el amor de su vida.
 
-Na...ruto- musitó en un hilo de voz, ni siquiera podía verlo bien, sus ojos estaban actualmente empañados.
 
Menma, al distinguir a Sasuke junto al cajón, empezó a cerrar y abrir las manitas. Itachi notó al instante lo que quería, y no dudó un segundo en acercarlo.
 
-Quiere que lo sostengas- dijo, palmeandole comprensivamente el hombro con la mano libre. Sasuke asintió alicaído, tomó al pequeño en brazos y lo aproximó al vitral.
 
Menma sonrió jocoso al ver a su padre.
 
Era el único que sonreía...
 
***
 
Necesitaba salir de allí con urgencia. Colapsaría si continuaba viéndolo en ese estado. Asi que le pidió ayuda a Karin para que se hiciera cargo de su pequeño mientras que él salía a caminar unos minutos.
 
¿Cómo reaccionaría su pequeño al ver que se lo llevaban?
 
¿Qué haría cuando lo sepultaran?
 
¿Acaso era peor que fuera testigo de ello, o era más cruel cegarlo a la realidad y mantenerlo al margen de todo sin importar cuánto llorara?
 
No tenía respuestas a sus interrogantes. Se sentó la primera banca que vio al paso y se puso a fumar como nunca en su vida. Posiblemente llevaba dos cajetillas en lo que iba del día, pero no le importaba en lo absoluto, no si con eso atenuaba un poco su dolor.
 
-Ah- escuchó un suspiro a sus espaldas, pero no se giró. Segundos después un hombre tomó asiento a su lado. -Siempre deja un hueco en los corazones. Es tan despiadada, tan certera y rápida que nadie la anticipa hasta que es demasiado tarde. ¿No sería magnifico cambiar el curso de las cosas?
 
Sasuke se levantó, exhalando la última calada del cilindro para pasar a mirar con aires de intriga al encapuchado. Esa voz ponzoñosa y manipuladora solo podía pertenecer a alguien.
 
-Orochimaru- contuvo por muy poco sus deseos de estrangularlo. Estaba demasiado afectado aún para espabilar su adormecida mente.
 
-Imagina la causa sin la consecuencia- siguió diciendo el aludido, manteniendo la cabeza gacha en todo momento. -Los muertos resucitan. Es el gran paso que separa la ciencia del misticismo. ¿Qué harías si te dijera que tengo en mis manos la fórmula para reanimar a los muertos?
 
-Estás loco- escupió Sasuke, dándole un puñetazo que le torció el rostro. El gorro de la capucha cayó, y pese a que Orochimaru empezó a sangrar del labio, sonrió con altanería.
 
-¿Tienes idea de los pergaminos y libros de medicina que he tenido que hurgar?, ¿Conoces el número de experimentos que he realizado a lo largo de mi vida para anteponerme a las desgracias ajenas?
 
Sasuke no contestó. No entendía qué rayos hacía Orochimaru allí en primer lugar, pero sabía que tenía que matarlo. Por él, Naruto se había alejado de su lado. Pensó en mostrar falso interés por el tema, hacer que lo siguiera, lejos de la luz pública para enterrarle un puñal a la altura de las costillas, pero su idea flaqueó cuando Orochimaru continuó su perorata.
 
-La pregunta a tus sospechas es ¿Qué tienes que perder?
 
-Nada- respondió Sasuke cual autómata, y entonces se dio cuenta de lo desesperado que estaba por tener a Naruto de vuelta. -¿Qué es lo que quieres?
 
Orochimaru sonrió a todo lo que daba.
 

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