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Percepción por rmone77

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Notas del capitulo:

—Pearls—

Los meses siguientes desaparecieron frente a sus ojos como un pestañeo, entre el trabajo de Kim y la lenta reincorporación de Do en la realización de las últimas actividades académicas que lo esperaban, para terminar el accidentado y pausado año universitario que había tenido; el tiempo se había escurrido de sus manos como si fuera agua. En ese mismo período fue que Do empezó a recuperarse en cada ámbito, tanto físico como mental, aunque pareciera que la recuperación de su cuerpo fue mucho más rápida que la de su mente, en realidad todavía invertía mucho tiempo en pensar e hilar acontecimientos que pudieran darle un poco más de claridad respecto a sus propios actos y a la forma en la que todo se había desarrollado en su vida. No se cuestionaba de manera arrepentida, más bien, quería entenderse a sí mismo, y así también poder entender a los demás.


Luego de todo lo que había sucedido en su vida no fue no fue difícil empezar a pensar si es que acaso lo que había ocurrido en parte había sido por su propia voluntad. Aún no lograba perdonarse por todo el sufrimiento y preocupación que había puesto sobre los hombros de Kim. Se repetía a sí mismo que los hechos del pasado no podrían cambiarse, pero también era cierto que pensaba al mismo tiempo y contradictoriamente que todo pudo haber sido evitado si hubiese estado consciente de la realidad en la cual estaba inserto hace bastante tiempo.


Sobre las últimas asignaturas que le quedaban por cursar, por suerte estaban dictadas por un mismo docente, lo cual le ayudó a pasarla, pero además de eso, el equipo docente estaba al tanto de la situación que estaba viviendo Do. SooJung se había encargado de ponerlo al corriente de todos los sucesos que habían transcurrido, y sin querer una ningún tipo de favoritismo a él por sobre los otros estudiantes, más bien, comprendieron todos los problemas a los cuales se tuvo que exponer en contra de su voluntad. De hecho, ella misma fue la que lo ayudó a terminar con su tesis incorporándolo como asistente en su propia consulta privada. Aquello facilitó los datos que Do necesitaba, lo que le permitió ahorrar tiempo, dinero y energía.


En ese transcurso de tiempo el cuerpo de Do se recuperó casi por completo, exceptuando por algunos hematomas que todavía le traían recuerdos cada vez que los observaba en el espero. Sin embargo, había recuperado su peso y su rostro volvía a tener color. Las de las personas ya no se detenían tanto en él, y el había aprendido a sobrellevar los chismes y comentarios malintencionados de otros habitantes en el departamento, así como de las asesoras de limpieza.


Sin saberlo, y completamente a sus espaldas, Kim llevaba bastante tiempo preparando una pequeña sorpresa que les otorgaría aún mayor tranquilidad. Aquello se trataba de una pequeña cabaña situada en la periferia de la ciudad, tal como el departamento de Do. Esta consistía en una casa de doble piso con revestimiento de madera y un cálido interior. La construcción definitivamente no era nueva, pero si estaba restaurada, lo que había costado varios millones, aunque ese sería un secreto que Kim jamás le revelaría al muchacho, ya que dudaba de que, si se enteraba, rechazara la propuesta de ir a vivir juntos en ese nuevo hogar.


El jardín que era parte de la entrada estaba muy bien cuidado y al costado izquierdo había un pequeño huerto, tras este daba paso a un pequeño riachuelo que, en su lejanía, en su parte más distal, conectaba a un pequeño lago más o menos a un kilómetro a pie. El enrejado era pequeño, también de madera, siendo una de las reparaciones que se le hizo al lugar, pintado de blanco intenso satinado, lo cual le daba un aspecto muy brillante solamente la entrada. Al subir las pequeñas escaleras del frente, los recibían postes de caoba que daban una calidez simple a la puerta.  


El interior era increíblemente sorprendente, absolutamente toda la decoración y los tonos utilizados en la casa le hacían recordar mucho al departamento del segundo piso en donde vivió por un par de meses. Todo se encontraba entre tonos amarillos y marrones, contrastado por un par de macetas en las que se apreciaban distintas plantas de un verde intenso. El segundo piso era aún más acogedor ya que se dividía en una gran habitación, la cual sería de ambos, al lado de la escalera se encontraba un pequeño cuartillo que contenía la sala de estudio con decoración minimalista y el baño, que había sido restaurado por completo, con el detalle que dentro de este este mismo contenía otro cuartillo en el que se encontraba una bañera bastante grande.


La cocina ubicada después de la sala era increíblemente rústica teniendo un gran ventanal además de la puerta que daba al patio, lo cual aportaba iluminación en cada pequeño rincón. El comedor se encontraba dentro de la cocina y apenas contenía cuatro sillas, dejando ver el hábito conjunto de ambos de no recibir muchas visitas.


El pequeño y nuevo hogar era más que un simple lugar, más bien era el primer paso con el cual dejarían atrás todos aquellos malos momentos que tuvieron que vivir ambos estando juntos o separados, un espacio al que darían sus propios colores y llenarían de recuerdos menos amargos.


Con lo que no contaba Kim en ese momento era que recibirían una noticia sin ningún tipo de preámbulo. El abuelo de Do había fallecido. La repentina noticia fue un golpe directo en su sien. Se sintió fuerte y doloroso, un tipo de dolor que se perpetuó en el tiempo. Fue inesperado ya que la última visita que ambos hicieron al anciano apenas había sido días atrás, se vio bien, en buen estado, incluso sostuvieron Kim sostuvo una pequeña charla con él por primera vez.


Las enfermeras del hospital le comunicaron calmada y tristemente que su muerte había sido muy tranquila, que minutos antes de dormir él había preguntado por su querido nieto y que, incluso, había manifestado que estaba deseoso de que llegara pronto la mañana para hablar con él y pedirle que lo llevara de paseo. Fue el último destello de lucidez momentos antes de su muerte, ya que lo recordó por su nombre, mencionando también que había mucho de lo cual tenían que hablar ambos. Pero al día siguiente, cuando al comenzar la rutina habitual del hospital, fueron a despertarle alrededor de las siete de la mañana, el viejo hombre se encontraba recostado boca arriba en su cama con los brazos enlazados sobre su abdomen y una ínfima sonrisa, sin embargo, su piel se encontraba pálida, de un tono grisáceo y sus ojos ya no se abrieron más. 


Do al recibir la llamada se quedó inmóvil un par de segundos, completamente desconectado de la realidad, sin siquiera saber cómo debía reaccionar, sin siquiera poder identificar sus propias emociones, aunque al segundo siguiente las lágrimas brotaron de sus ojos con tanta rapidez que el rostro de Kim se deformó de igual manera. Lo ahogó en un abrazo que lo dejó sin respiración. No fue necesaria una pregunta sobre lo que había sucedido, sabía que lo único que podría ponerlo así de mal era algo relacionado con su abuelo.


Do no tuvo que hacer nada para preparar el funeral ya que fue Kim quien se encargó de todos los detalles, incluso de aquellos que tenían que ver con el dinero. Aunque le hubiese gustado no pudo ser por completo indolente, e invitó a la madre de Do. Independiente de las situaciones que los habían involucrado, ella era la única hija del hombre, y él no era quién para interrumpir los asuntos familiares de otros. De lo que sí se preocupó fue de que ambos no lograrán encontrarse, aunque Do prácticamente no atendió a ninguna de las pocas personas que asistieron, terminó siendo una ceremonia silenciosa y muy fría, demasiado íntima.


—   Aunque es algo ilógico, en el fondo de mi corazón, yo esperaba que él nunca se fuese de mi lado, yo quería que… estuviera siempre conmigo.


Do estaba desecho y se negó a abandonar el cementerio aun cuando el frío invernal le congelara el cuerpo, ni siquiera por sueño o hambre abandonó. Se quedó allí sentado a un lado de la tierra removida hasta que su cuerpo se lo permitió, completamente devastado, y por consiguiente Kim también. Al caer la noche tuvo que llevarlo en brazos a su nuevo hogar lamentando profundamente una noticia tan horrorosa como esa, desgastando todavía más los primeros días que iban a compartir en ese lugar. 


En la mente de Kim, se suponía que ese cambio les iba a permitir acercarse un poco más, lo cual fue imposible en el estado en que el chico se encontraba. Dentro de la magnífica planificación que había hecho, no había ningún punto en que las cosas pudieran ir mal, es más, ni siquiera se lo planteó. Creyó poder dominar en cada aspecto de la vida de Do, sin contar que, aunque lo quisiera, no era su todo. Se preparó entonces para estar con él, creyendo que, a pesar de ser una situación difícil, podrían ayudarse mutuamente. Pero la horrorosa sensación que tuvo al día siguiente cuando vio a Do tan normal como todos los otros días. En su rostro no había un ápice de tristeza, miedo, o alguna otra emoción. Le daba muy mal presentimiento sentir la apatía manifestarse de forma absoluta en él, pero fueron sus emociones, las ganas inmensas que albergaba de un nuevo comienzo para ambos, lo que le hizo ignorar señales que en otro momento hubiesen atrapado por completo su atención. Lo peor de todo fue que terminó un par de días trabajando de más, lo que los mantuvo separados.


Do sin querer mostrar de nuevo debilidad frente a él se refugió en un viejo amigo: el alcohol. Por casi una semana bebió todos los días descuidando por completo el plan alimenticio que aún debía seguir. Sin alertar a nadie, terminó borracho hasta no poder tranquilizar ni siquiera su respiración, siendo ese único momento y estado en el que sus emociones se desbordaran y entre lágrimas lamentó aún más la pérdida de su abuelo, con la culpa volcada por completo en su persona y sin ningún tipo de consuelo que calmara el huracán de sentimientos que se había engendrado en su interior. Nunca pensó que sería tan fácil ocultar su vicio en su nuevo “hogar”. No había nadie más aparte de él, y Kim pasaba casi todo el día en el trabajo. No existía el servicio de limpieza, ni SooJung cerca, no había nada que interrumpiera el idilio de tristeza absoluto que vivía, sintiéndose como un niño pequeño otra vez, como en todas esas veces que le prohibieron ver a la única persona en la vida que lo había querido tal como era, deseoso de apoyar sus mejillas húmedas contra las rodillas de su abuelo y obtener caricias suaves en su cabello, queriendo escuchar su voz calmada y sus sabios consejos. KyungSoo no sabía cómo lidiar con ello.


 Para Kim en cambio tener un poco de tranquilidad y estabilidad en sus vidas le había dado la cama nuevamente para entregarse a su trabajo, sin querer del todo, pero muy consciente de lo que hacía, al huir también del remolino incomprensible y contenido que era Do. Tenía miedo de volver a ser apartado y, por otro lado, pensaba que lo mejor era dejar que el muchacho estuviera solo con sus emociones, que viviera el duelo insuperable que le suponía perder a la única persona que se había preocupado por él desde que nació. Por otro lado, juntos habían pasado una cantidad innumerable de situaciones que habían agotado la energía que tenía. SooJung ya no tenía la cercanía física para ir a visitarlo frecuentemente como favor, además que también había sido consumido por sus propias ocupaciones. Además, luego de la regresión la terapia había disminuido en intensidad, considerando que la estabilidad mental de Do se había visto fuertemente afectado por el fallecimiento del anciano. Todas estas condiciones habían generado el espacio idóneo y desafortunado para que Do se abandonará a uno de sus peores hábitos.


Do, además de toda la tristeza sentía una inmensa culpa por haber abandonado a su abuelo, nunca tuvo la situación económica suficiente para tenerlo directo bajo su cuidado, ni tampoco la estabilidad mental ni emocional para hacerse cargo de otra persona, ya que ni siquiera era capaz de hacerse cargo de sí mismo. A pesar de que racionalmente comprendía todas esas razones, sus emociones estaban por completo descontroladas, aunque no habían terminado de ser expresadas, y aunque en realidad ni siquiera las estaba expresando de manera adecuada.


El muchacho solo se sentaba en la pequeña terraza trasera de la casa, que todavía le parecía tan ajena, con una botella de vino y una de whisky, una pequeña copa y cigarrillos. Pasaba horas y horas bebiendo, primero acaba con la botella de tinto y terminaba siempre con copas rebalsadas de whisky adornado con hielo. Su resistencia para beber nunca había sido buena, y menos en el presenten en el que pasaba en un estado de ebriedad diario, que se alternaba con periodos de sueño y algunas instancias en donde paseaba por los alrededores, trayendo al presente todos los momentos que tenía guardados con su abuelo. Dedicaba horas en largas caminatas, y si Kim no se encontraba en casa, salía incluso de madrugada a dar vueltas eternas, con un semblante tan sereno contrastado por lágrimas pálidas que se marcaban en sus mejillas. Era extraño porque al transcurrir los días en no lograba percibir un ápice de tristeza, y quizás eso se debía al estado físico y mental que inducía con el alcohol mezclado con su propio estado mental basal, lo que le impedía siquiera pensar en expresar conscientemente alguna emoción. El llanto no podía considerarse una expresión como tal, ya que surgía por una sobresaturación de su propio sistema ante el dolor desconocido, que jamás lograría comprender ni manejar él solo. La situación de auto abandono y de su entorno fue tajante, cómo era posible que nadie se diera cuenta de su inconciencia constante. Aunque él tampoco deseaba ser descubierto, tampoco lo ocultaba, simplemente seguía una rutina en la que todo seguiría tal cual cómo estaba. El olor a alcohol se quitaba con un baño y una siesta lo suficientemente larga para hacerle recuperar algo de energía. Cuando Kim llegaba a casa cansado, solo besaba su frente y se acostaba a su lado, forzándose a ignorar la mayor cantidad de detalles. Por el fuerte olor a jabón y champú no lograba distinguir los otros aromas que se mezclaban y casi se hacían parte de ese nuevo hogar al que pertenecían.


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