"Mañana voy a irme de aquí".
"¿... Qué?"
Davis se endureció, con las tostadas francesas que Rick había preparado para el desayuno todavía pegadas en el tenedor. Abrió la boca y dijo: "¿Cómo qué vas a irte?"
Al ver esa cara, Rick le tendió la mano apresuradamente.
"Bueno... Es que todavía no tengo una casa."
Davis, con el tenedor en la mano, negó con la cabeza tras escuchar todas sus largas explicaciones:
"No... Tranquilo. Es solo que estaba algo... Confundido por esto." Aturdido, Davis suspiró. "¿Qué pasa con la hibernación?"
"Bueno, ya se acabó. ¿No es así con el señor Davis?"
"... Es verdad. Se terminó."
Davis giró el brazo para comprobar su estado físico. El movimiento era más rápido ahora, no como el que había tenido durante todo el invierno. Al parecer, al mismo tiempo que Rick, el cuerpo de Davis pareció haber notado satisfactoriamente la llegada de la primavera.
El oso bajó el brazo, exhaló durante un largo rato y luego asintió de mala gana. No parecía estar de acuerdo.
"Pero, Rick ..."
"Davis..." Rick sostuvo su mano otra vez. "Está bien. Tengo el suficiente dinero como para quedarme en un "hotel cápsula" o en un lugar barato por una o dos noches. Ya sabes, en lo que encuentro un lugar que pueda rentar o comprar. Es algo que me gustaría hacer, por mi mismo."
Pero solo se escuchó la risa de Rick porque Davis lo miraba sin poner ninguna emoción.
"Está bien. Bueno... Eres libre de actuar de la forma que mejor te parezca."
Tal vez había sonado como una palabra poco razonable, pero Rick no pudo dar alguna queja al respecto. Sonrió:
"Gracias."
"Sí, yo no tengo por qué quejarme ni nada."
Davis comenzó a aplanar sus tostadas francesas. La velocidad era, claramente, más rápida de lo que lo había hecho jamás.
"Pero... ¿Estás enojado conmigo?"
"¿Por qué lo estaría?"
"¿Estás cansado de estar aquí?"
"No."
Davis inclinó ligeramente la cabeza.
"Entonces ¿Por qué...?"
"Para ser honesto, no puedo arreglar mis sentimientos si permanezco aquí".
Fue una palabra honesta, como las que solía soltar Davis.
"Ya..."
"Oh, pero vendré de nuevo ¿De acuerdo? Solamente tienes que esperar por mi".
"... Sí. Yo podría esperar todo el tiempo que quieras, Rick".
Davis sonrió mientras intentaba aflojar un rostro que todavía estaba malhumorado. Era como si una parte de él quisiera estar seguro de que sus palabras eran verdad, y de que en algún momento evidentemente volvería.
Rick asintió de nuevo.
Al día siguiente, la ardilla se levantó muy temprano en la mañana. Limpió todos los rincones de la cocina, el baño, el inodoro y la habitación que le había prestado en un inicio. Quitó el polvo, aspiró, lavó todo con agua con cloro e incluso se dio el lujo de esperar a que secara. Después de eso, preparó un desayuno mucho más grande de lo habitual y lo puso todo sobre la mesa.
"Estoy en deuda contigo".
Rick se paró en la entrada principal e inclinó la cabeza en su dirección. Davis se rió de él y sus palabras y finalmente dijo: "No te preocupes por nada de eso". Mientras lo veía quitarse las pantuflas y acomodarlas a unos centímetros del escalón. Rick volteó la cabeza de nuevo: Había una enorme caja de zapatos, una elegante iluminación indirecta y plantas al final de un pasillo corto. Una gran pintura abstracta en la pared del fondo y focos suspendidos de un techo alto. Cuando entró por primera vez, se preguntaba: "¿Llegará el día en que me acostumbre a una casa así?". Sorprendentemente, pudo calmarse, relajarse y tener una hibernación muy satisfactoria. Probablemente fuera la primera vez desde que sus padres murieron que logró hibernar con un sentimiento tan tranquilo.
(Y no es solo esta casa a la que estoy acostumbrado...)
Rick volvió a mirar a Davis, quien lo estaba observando también. Anoche le había dicho: "Aunque es el final de la hibernación, no exageres". "Cuida tu cuerpo" "Ten mucho cuidado." Y ni una sola vez dijo: "Detente" o "No vayas". Hasta el final, dio prioridad a los sentimientos e intenciones de Rick.
Rick apretó la ropa que estaba sobre su pecho al sentir una vez más esos cálidos sentimientos que había acumulado en su corazón.
"Nos veremos de nuevo. Prometo que regresaré pronto."
"Claro, ten cuidado."
Davis también le sonrió. Al principio, su rostro era tan aterrador que quiso apartar la mirada de él en un segundo, pero ahora podía mirarlo todo lo que quisiera sin siquiera pestañear. Sus ojos se encontraron, sus ojos se entrelazaron y los dos se sonrieron.
"Lo tendré."
Rick asintió con firmeza, volvió a inclinarse y salió de la casa de Davis sin mirar atrás.
Luego, pasó una semana...