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Just falling in love por Skarlatta

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Notas del fanfic:

· Pareja: Kai x Rei.

· Rated: De K a K+

· Los capítulos no tienen relación unos con otros, a menos que especifique lo contrario.

· No puedo prometer hacer toda la lista, ni tampoco terminarla a tiempo.

· Créditos por la lista a la página "Es de fanfics" en Fb.

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Contacto visual

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Con las manos en los bolsillos y una expresión demasiado seria para un niño de su edad, un pequeño de cabellos bicolor caminaba solo por las calles de una ciudad en China.

No había querido permanecer en aquella compañía en donde su abuelo, Voltaire, se encontraba ocupado intentando cerrar un trato importante. Eso podría tomar horas, o todo el día en el peor de los casos.

—¿Puedo salir a caminar por la ciudad? —preguntó dócil— Practicaré beyblade.

Añadió una mentira a medias, sabiendo que eso le agradaría al hombre y facilitaría la obtención del permiso.

Funcionó.

Media hora después se encontraba paseando sin preocuparse realmente de cumplir su palabra. El beyblade le agradaba como un juego, no como una responsabilidad. Poseer talento nato para ser beyluchador le desagradaba cuando su abuelo se ocupaba de obligarlo a jugar.

Hizo un gesto de desagrado al llegar a una calle en donde un pequeño grupo de niños se encontraban jugando precisamente con aquellos trompos que estaba tratando de evitar.

Además de ganar, no le veía ningún otro punto interesante a las beybatallas, pero todos esos niños parecían realmente alegres simplemente por jugar, incluso si perdían. Tenía difusas palabras en su mente, algo sobre jugar para ganar y que una derrota era inaceptable. Entonces… ¡¿Por qué se divertían?! No comprendía ese actuar, de verdad que no.

Estaba dispuesto a irse cuando escuchó una voz cerca suyo atrayendo un poco su atención.

Se trataba de una mujer. No era muy joven, pero tampoco muy adulta. Tenía el cabello castaño y largo acomodado en una trenza. La mujer hablaba con alguien, aparentemente un niño escondido atrás de ella.

—Anda, cariño. Si quieres jugar con esos niños… Sólo pídeselos. ¡Es lo mismo que haces con los niños de nuestro pueblo!

Trataba de animar a alguien a ir con el grupo de niños jugando. Por un momento, esa mujer le recordó a su propia madre. Sacudió la cabeza e intentó no desanimarse.

—Está bien.

Escuchó una voz contestando en volumen bajo, eso mantuvo su atención ocupada.

—Tu padre y yo estaremos observándote desde aquel puesto de comida. Ven cuando estés cansado y quieras comer algo.

Tras esas amorosas palabras, la mujer acarició los cabellos del niño y se apartó, dejándole ver al pequeño que se escondía detrás.

Era un niño de cabellos largos negros, cuyas facciones le recordaban a un felino, en especial… Sus ojos. Unos llamativos ojos dorados que le devolvieron la mirada casi en cuanto la castaña se fue.

Algo parecido a un aleteo le recorrió el estómago.

Esas pupilas doradas le parecían demasiado bonitas, tanto así que le estaba costando dejar de mirarlas. Y cuando por fin logró reponerse, terminó nuevamente embelesado, ahora por observar un ligero color rojizo en las mejillas de ese niño.

Rei no pudo evitar ruborizarse ante la intensa mirada de ese chico.

No sabría explicarlo, pero no le desagradaba que le mirara tanto, al contrario. Se sentía… bien tener sobre sí la atención de unas pupilas que parecían esconder todo un mundo de misterios. A tan corta edad, aquel pequeño de cabellos azules y ojos rojos parecía saber más de la vida que cualquiera de los chicos ahí presentes.

Le gustaría conocerlo.

Con ese pensamiento en mente se armó de valor y avanzó los pasos que les separaban.

—Hola.

Saludó un poco tímido, teniendo deseos de volver a esconderse detrás de su madre. Lástima que ella ya no estuviera a su lado.

—Hola.

Devolvió el saludo, tratando de abandonar ese extraño estado de embobamiento en el que estaba preso.

—Soy Rei.

—Kai —se presentó, un poco más espabilado—. ¿Juegas beyblade? Creí escuchar a… tu madre animándote a ir a jugar.

No supo de dónde salió todo aquello. Sencillamente… Quería hablar con ese niño. Quería saber más de él.

—Sí. Me gusta mucho el beyblade, soy muy bueno. ¡Nunca he perdido una beybatalla!

Expresó más animado, olvidando su timidez inicial, tal vez por hablar de algo que conocía, o tal vez porque ese chico era más amable de lo que pensó al principio.

—¿De verdad? ¿Nunca has perdido?

Kai parpadeó sorprendido, admirando un poco más a Rei.

—No, nunca.

Esa respuesta terminó por despertar su interés, además de su curiosidad, comenzando a ver el beyblade, por primera vez en su corta vida, como algo útil.

—¿Te gustaría jugar conmigo? Tampoco he perdido nunca.

Tras esas palabras de Kai, fue Rei quien se sintió admirado e interesado.

El moreno no tardó en aceptar, entusiasmado de enfrentar a alguien con una habilidad similar a la suya. En su pueblo no había muchos chicos así, ni siquiera Lee había logrado ganarle ni una sola vez.

Caminaron hasta un plato de beyblade desocupado, sacando entonces sus blades.

Se dieron una última mirada antes de hacer oír el famoso: ¡Let it rip!

El primer enfrenamiento fue tan intenso como breve. Ambos jugaban demasiado bien, para grata sorpresa del otro. Estaban acostumbrados a ganar sin mucho esfuerzo, por eso, en esta ocasión se encontraron sin saber muy bien cómo actuar. Eso los llevó a terminar en un inesperado empate. Con ambos beyblade fuera del plato los dos se miraron muy sorprendidos, al menos… antes de sonreírse y retarse silenciosamente a otro enfrentamiento.

Poco a poco comenzaron a llamar la atención de otros niños, pero demasiado sumergidos en la atmósfera creada con sus enfrentamientos, ni siquiera notaban la presencia de los demás. Estaban demasiado ocupados en observar al otro, en seguir sus movimientos, en defenderse, en atacarse. Estaban demasiado ocupados en divertirse.

Sí, por primera vez en su vida… Kai estaba realmente divirtiéndose al jugar beyblade.

Y, no es que menospreciara a los chicos de su pueblo, pero por fin Rei se sentía completamente satisfecho con un contrincante, sin importar que estuviera empatando en cada beybatalla.

Los niños perdieron la noción del tiempo.

Solo hasta el momento en que ambos terminaron de rodillas, respirando agitados y sintiéndose exhaustos fue cuando se dieron cuenta de las horas transcurridas, y de que a su alrededor había un grupo considerable de otros niños animándolos eufóricos.

—Creo… Que es un empate.

Rei habló, aceptando el resultado con gusto mientras miraba radiante a su compañero de batalla, dedicándole una sonrisa amplia conforme se ponía de pie.

El aleteo en el estómago de Kai aumentó tras observar el brillo en esa bonita mirada.

Asintió como afirmativa respuesta, levantándose también, sintiendo que podía volver a perderse en las doradas pupilas. Si no ocurrió fue simplemente por la llegada de alguien.

—Joven Kai, conque aquí estaba.

Uno de sus sirvientes tomó su atención con aquellas palabras; se veía aliviado de encontrarlo.

—Rei, cariño, ya es tarde —la castaña se acercó a su hijo con una sonrisa afectuosa—. Ven a comer algo para que podamos irnos. Tu amigo está invitado si tiene hambre.

El pequeño moreno sonrió a su madre y luego miró al bicolor.

—¿Quieres acompañarme a comer algo?

Kai se sorprendió un poco por la invitación, intercambiando miradas entre Rei y la amable mujer quien también le miraba con afecto. De nuevo recordó a su propia madre. Quiso aceptar, porque sentía una confortable calidez viniendo de aquel chico y la mujer, pero… No podía. Volvió a mirar a su sirviente, quien negó suavemente con la cabeza, mirándole con cierto pesar por interrumpir.

—Me gustaría, pero tengo que irme —respondió, dándole una pequeña sonrisa triste que escapó a su control—. Me divertí mucho beybatallando contigo.

Expresó sincero, sintiéndose incluso más desanimado al ver tristeza y decepción opacando tan hermosa mirada. Ese pequeño nunca debería estar triste, fue el pensamiento que tuvo mientras se acercaba a él.

—Gracias.

Susurró un honesto agradecimiento mientras extendía su mano.

—Gracias a ti —tomó su mano y volvió a sonreírle—. ¿Nos volveremos a ver?

—No lo sé, aunque me gustaría.

Ray no se permitió decepcionarse por el principio de esa respuesta, o quizás la parte final se lo impidió.

Algo tristes, los niños se despidieron y tomaron caminos opuestos.

[…]

Con el tiempo, lo ocurrido en su infancia se convirtió en un recuerdo borroso, hasta aquel torneo en Japón.

¿Un equipo? ¿Rei parte de él? ¿Kai capitán?

Hubo tanto por asimilar, sobre todo cuando las miradas de los chicos se encontraron. En ese preciso instante los recuerdos emergieron, siendo acompañados por los sentimientos nacidos el día en que se conocieron.

Kai volvió a sentir ese sorpresivo aleteo en el estómago al contemplar las preciosas pupilas doradas. Ahora sabía que se trataba de enamoramiento.

Rei volvió a sentirse feliz de tener esa escarlata mirada sobre sí. Ahora sabía que el dueño de esa mirada le gustaba.

Y todo volvió a comenzar justo como la primera vez: Con una mirada.


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