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Just falling in love por Skarlatta

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Confesión estando borracho

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Kai nunca estuvo tan seguro de algo en su vida como lo estaba en ese momento: Mataría a Tyson Granger.

Sería una muerte lenta y dolorosa, pero que pudiera hacerse pasar por un accidente.

Se encontraba planeando el asesinato en silencio mientras trataba de mantener quieto a Rei y, al mismo tiempo, vigilaba que el resto de los mocosos no fueran a matarse por lo borrachos que estaban.

Cinco años atrás, cuando le nombraron capitán de los Bladebreakers, creyó que no podía haber nada peor.

Se equivocó.

Ahora no sólo tenía que lidiar con los cuatro miembros del equipo original, sino también con Hilary, Daichi y las exigencias de Hiro sobre cuidar y entrenar bien a todos. Y es, precisamente por esas exigencias, que no deja solos a los chicos, sino que procura arreglar el desastre causado por Granger. ¡¿Cómo demonios confundió botellas de alcohol dulce con botellas de soda?! ¡¿Cómo es que nadie más se dio cuenta?! ¡¿Acaso no podía dejarlos solos ni por cinco minutos?!

—¡Salta, salta, salta!

Hilary y Kenny saltaban de sofá en sofá.

—¡Puedo… volar!

Tyson saltó de la mesa.

—¡Nos ahogamos!

Max y Daichi metidos en una pecera gritaban casi con pánico.

Eso respondió su pregunta.

—Quiero ir afuera —alargó la última vocal—. ¡Quiero enseñarte algo, Kai!

El mencionado emitió un bufido, perdiendo momentáneamente la lucha contra Rei, pero antes de que el chico escapara le sujetó por un brazo, maldiciendo la fuerza del chino.

—Quédate quieto.

Forcejeó un poco con el moreno, acción no muy conveniente, lo cual terminó por averiguar a la mala, cuando el muchacho perdió el equilibrio y lo empujó, cayendo juntos al suelo en un doloroso golpe que pasó desapercibido para el resto del equipo; estaban demasiado ebrios como para darse cuenta de cualquier cosa.

—Rei… —murmuró con cierto reproche, recargándose en sus antebrazos para levantarse ligeramente— ¿Estás bien?

A pesar del reproche, la caída y de estar abajo del otro chico, no pudo evitar preocuparse por él. Jamás podía dejar de preocuparse o prestarle atención a Rei. Prueba de ello era el hecho de estar tratando de lidiar con él antes de lidiar con el resto del grupo. Siempre ponía en primer lugar al moreno.

—Yo… Sí —hizo un gesto de dolor, levantándose apenas y terminando por reír a los segundos—. Caí en algo blando.

Kai cerró los ojos y dio un suspiro resignado. Esa sería una muy larga tarde con todo lo que tenía que hacer por todo el equipo, aunque ordenar sus ideas estaba siendo una tarea un tanto complicada ahora que el chico que tanto le gustaba se encontraba sobre él.

—Oye, Kai…

—¿Qué, Rei?

En principio no abrió los ojos, sino que hizo esto al momento de sentir la respiración del otro chico muy cerca de su rostro. Quiso creer que solamente eran imaginaciones suyas, pero no fue el caso, no. Al abrir sus ojos, sus escarlatas pupilas chocaron con las doradas, dándose cuenta entonces de que Rei estaba tan cerca que sus narices se rozaban.

El calor se agolpó en sus mejillas ante la cercanía, aunque al instante siguiente se regañó por esa reacción.

—Eres lindo. Mucho. Y más sonrojado.

¿Quién? ¿El qué? ¡¿Qué?!

Los pensamientos de Kai giraban sin control alguno, llevándolo a abrir la boca y luego cerrarla, incapaz de decir nada por unos segundos.

Carraspeó. Tenía que controlarse. Aquel sólo fue el simple comentario de un chico ebrio, nada más. Dio un respiro profundo antes de impulsarse para levantarse, otra acción poco adecuada pues con eso sólo consiguió dejar a Rei sentado a horcajadas en sus piernas.

Ese definitivamente no estaba siendo su día.

—¿Puedes levantarte, por favor?

—¿Por qué haría eso? —sonrió tan feliz como despreocupado— Aquí es cómodo.

Con mirada inquisidora trató de averiguar el porqué del comportamiento de su compañero, mas este pareció ajeno a ese análisis visual.

—Rei…

—Siempre quise estar así de cerca contigo.

No supo qué le tomó más por sorpresa, si la confesión o el hecho de que su amigo le pasara los brazos por el cuello y acercara sus rostros al grado de rozar sus labios.

—Rei, estás ebrio.

Dijo lo primero que le cruzó por la mente. Su habitual mente estratega que en ese momento estaba en blanco, apenas teniendo suficiente consciencia de que el resto de chicos seguían armando alboroto y eso quería decir que seguían vivos. Suficiente para no prestarles atención y poder continuar con su atención puesta sobre el moreno en sus piernas.

—Sí, pero estoy enamorado de ti, ebrio o no.

No tuvo tiempo de reaccionar a esas palabras. A los microsegundos de escuchar esa confesión pudo sentir los suaves labios del chino presionándose contra los suyos.

Quiso negarse, pero no contaba con el autocontrol necesario, no cuando llevaba deseando eso desde hacía cinco años. Sus brazos envolvieron la cintura de Rei, mientras sus labios se movían devolviendo la caricia. Fue un beso un tanto torpe, porque él no tenía experiencia besando y su compañero estaba tomado. Recordar eso le provocó un ligero bufido y la fuerza necesaria para apartarse, rompiendo así el beso.

—Rei, repite eso mañana en tus cinco sentidos y hablaremos.

"O nos besaremos" pensó con cierto deseo.

Su compañero y amigo emitió un sonido que bien pudo ser un gruñido o un quejido. No estuvo seguro, tampoco importó cuando el chico entre sus brazos se recargó más en él, llevándolo a perder equilibrio y terminar de vuelta en el suelo con Rei encima abrazándolo y/o frotando su rostro contra él como si no quisiera apartarse.

—¡¿Qué está pasando aquí?!

La puerta se abrió al momento de su nueva caída, pero no lo notó sino hasta que Hiro alzó la voz, obteniendo su atención desde el suelo.

Escarlata contra marrón.

En la mirada de su entrenador veía venir los regaños por no cuidar del equipo. ¡Oh, pero que Hiro no creyera que él iba a aceptar el sermón callado! ¡No! Todo eso era culpa del idiota de su hermano Tyson y estaba dispuesto a echárselo en cara en cuanto Rei dejara de frotar su mejilla contra él y en cuanto dejara de acurrucarse encima suyo como el felino que claramente era.


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