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Anillos de promesa
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Aquella ciudad de China se había convertido en un espectáculo de luces y colores debido a una feria, cuyo propósito Kai no terminaba de comprender, aun así, optó por dejar sus dudas para después y simplemente disfrutar de la compañía de Rei, ignorando sólo un poco la presencia de los White Tigers.
Nunca lo diría en voz alta, pero casi todo lo que había en la ciudad tomaba por completo su atención de manera anormal, porque él no solía distraerse así.
—De vez en cuando está bien relajarse y divertirse.
Rei mencionó aquello, regalándole una amplia sonrisa cuando lo miró y, además, tendiéndole un algodón de azúcar color azul.
Ni siquiera se había percatado del momento en que su novio se apartó para comprar ese dulce, ni tampoco había notado que ahora estaban solos. Como el equipo felino no le interesaba demasiado, sencillamente no dio importancia a su ausencia, centrándose así en su chico.
Le concedió razón con un asentimiento, antes de sonreír suavemente y acercarse a darle un corto beso en los labios.
Se dedicaron miradas radiantes, tras las cuales prosiguieron con el paseo, ahora Kai llevando el algodón de azúcar y comiéndolo junto a Rei.
[…]
Era cerca de la media noche cuando se detuvieron en un puente a observar algunas velas flotando en el río bajo ellos.
—Yo nunca había podido relajarme, ni tampoco divertirme.
Kai confesó en voz baja, retirando su mirada del río para ponerla sobre las doradas pupilas que se habían convertido en su luz personal, aquella que encontró en medio de la oscuridad y que, si de él dependiera, conservaría por el resto de su vida.
—Gracias.
Rei sintió sus latidos ganar fuerza y velocidad; veía en el rostro de su novio el agradecimiento reflejado en forma de un brillo poco común. Amaba ver esa expresión, pues realmente amaba a ese chico y todo lo que quería era hacerlo feliz.
Ambos sabían lo inusual de sus pensamientos cuando solamente llevaban un año conociéndose y algunos meses de relación, pero… ¿Qué se podían hacer si esos meses habían parecido extraordinarios años ante opinión de ambos? No creían que hubiera nada por hacer al respecto. Eran muy jóvenes, lo sabían bien, sin embargo, querían mucho más de eso. Más salidas, más tiempo juntos, más interesantes conversaciones e incluso más confortables silencios.
No querían dejar la relación tan especial que tenían.
Los dos pensaban exactamente igual, pero el primero en hacer algo al respecto fue Rei.
—No tienes nada que agradecer, Kai —besó su mejilla, sonriéndole con cariño—. ¿Sabes? Estuve pensando y… Hay algo que quiero darte.
En semanas anteriores había planeado el darle algún obsequio a su novio. Lo meditó mucho, sin encontrar algo que verdaderamente le pareciera adecuado; hasta esa tarde. Mientras el bicolor se distraía como niño pequeño mirando un espectáculo de luces, aprovechó para apartarse al ver un local con objetos para regalos. Ahí encontró lo que tanto necesitaba.
Suavemente tomó la mano derecha de Kai, colocando en su dedo anular un anillo de acero color blanco. Se trataba de una pieza sencilla cuya única decoración era el símbolo del yang.
—No te asustes pensando que es una propuesta de matrimonio —bromeó, disfrutando de ver el asombro reflejado en su rostro—. Quiero prometerte que haré todo lo posible por hacerte feliz y por ser la persona con quien siempre te sientas cómodo y seguro.
Oh.
Sus pupilas escarlatas pasaron del anillo en su mano al rostro de Rei.
Cuando estaba en compañía de otros, la mayor parte del tiempo no hablaba demasiado porque era su elección no hacerlo. En cambio, cuando estaba con su novio, si no hablaba era porque Rei le había dejado sin palabras con las suyas o con sus acciones. Como ahora.
Un calor cautivante se alojó en su interior. Quería decir tanto y no sabía cómo hacerlo.
—Sonó a propuesta de matrimonio —siguió el hilo de la broma, necesitando eso para reponerse un poco—. Ya lo haces, Rei. Todo eso.
Junto a sus palabras vinieron unas suaves caricias a la mejilla del felino chico, previo a terminar con la distancia entre sus rostros para tomar sus labios con todo el amor que le tenía, pero que le costaba poner en palabras.
Aunque… Hablar no era realmente necesario, ya que sus acciones siempre hablaban por él.
Su interés, su preocupación, sus celos, sus cuidados, su apoyo, todo le pertenecía a Rei. Lo que tenía con él era único. Esa relación, ese amor, le hacía sentir como nunca nada lo hizo antes, por eso estaba dispuesto a esforzarse por no permitir que nada se lo arrebatara.
—Kai…
Suspiró su nombre con la respiración irregular después de un largo beso.
—Rei, tengo algo que preguntarte —habló en voz baja y sobre sus labios—. El anillo, tiene par, ¿no es así?
Algo tímido asintió, mostrándole otro anillo; era la contraparte de color negro con el símbolo del yin. Lo siguiente no se lo esperaba.
Sin titubeo alguno, su novio tomó el anillo de su mano derecha, acariciando suavemente esta antes de girarla con delicadeza y colocarle la pieza en el dedo anular. No podía explicar lo que estaba sintiendo mientras observaba cierta decisión en las preciosas pupilas que brillaban como rubís iluminados por los rayos del sol.
—Siempre voy a esforzarme por ti, Rei. Por nosotros.
Fue todo cuanto pudo decir; se odió un poco a sí mismo por ser incapaz de decir más. No obstante, su novio le conocía y no necesitó escuchar más para mirarlo con un amor que aún no creía merecer.
Otro beso selló las promesas, con la luna y las estrellas en el firmamento como testigos del sincero y puro amor que crecía entre los chicos.