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Cepillar el cabello
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Atentamente, Kai observaba los movimientos que Rei hacía al secarse el cabello con una toalla.
Nunca lo había dicho, pero esos largos cabellos negros atraían su atención y despertaban un poco su curiosidad. Además, si tuviera que ser honesto… Diría también que le gustaban, como todo lo relacionado a su novio.
Sin pensarlo demasiado, tomó asiento en la cama, atrás de Rei, y sin preguntarle comenzó a pasar el cepillo entre las oscuras hebras.
—¿Kai?
—Shh.
Le silenció suavemente mientras cepillaba con extremo cuidado luego de notar el cierto grado de complicación.
—No tienes que hacer eso —susurró, bastante sonrojado y mirándole de reojo al girar ligeramente la cabeza—. Es difícil y toma su tiempo.
—¿Te avergüenzas porque te cepillo el cabello, pero no te avergüenzas por lo que acabamos de hacer en la tina de baño?
—¡Kai! ¡No digas…!
—Si quieres que me calle guarda silencio y quédate quieto.
Sonrió completamente satisfecho una vez su novio le obedeció al guardarse cualquier tipo de comentario y observar al frente para no entorpecer el cepillado.
Pese a las últimas palabras dichas, el silencio que se hizo en la habitación fue muy cómodo y confortable. Kai disfrutaba de la tranquilidad y Rei disfrutaba de la delicadeza que su novio pocas ocasiones solía mostrar; en sus adentros se regodeaba de ser el único ser humano que recibía ese trato.
—No recuerdo haberte visto con el cabello libre de la cinta blanca.
Fue un simple comentario en forma de susurro mientras terminaba su labor.
Rei conocía a Kai. Había adquirido la habilidad de leer entre líneas y comprender sus pocas palabras, por eso, durante la cena y el resto de la noche llevó su cabello sin aquella blanca envoltura, atándolo apenas con una ligera cuerda roja.
Obtuvo como grato resultado que en varias ocasiones su novio acariciara sus oscuros cabellos y jugara delicadamente con las largas hebras.