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Just falling in love por Skarlatta

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

Esto es una especie de SemiAU.
Es un capítulo largo, el más largo hasta ahora.

· · ·

Almas gemelas

· · ·


Hay una marca especial grabada en la piel de la mayoría de las personas. Cada marca es única y se encuentra incompleta; su alma gemela es quien porta la otra parte. Existen algunas excepciones de personas que no poseen ninguna marca. Esto quiere decir que su alma gemela aún no ha nacido.

Ese fue el caso de Kai, al menos durante sus primeros meses de vida.

Tenía tres meses cuando su marca apareció. Estaba ubicada en el dorso de su brazo derecho y tenía la apariencia de una llama de fuego siendo atravesada por algo que parecía ser un rayo.

Siendo tan pequeño fue ajeno al alboroto de Misaki, su madre, quien celebraba que el alma gemela de su hijo sería una chica, o chico, de su edad. La mujer tomó fotografías de la marca y anotó el día como uno de suma importancia.

—Noviembre 6. Es el día en que nació tu alma gemela, Kai. No lo olvides.

El día de su cumpleaños número seis, su madre le reveló ese pequeño detalle al cual él no quiso dar importancia, porque en la abadía les enseñaban a no creer ridícules como esa. Las "almas gemelas" no existían, y encontrar a quien complementara su marca no servía de nada. Por eso, Kai había comenzado a cubrir el dorso de su brazo con protectores rojos.

Aun así…

No olvidó la fecha.

Cada 6 de noviembre pensaba en su alma gemela. Silenciosamente, le deseaba un feliz cumpleaños.

[…]

Cuando Rei nació con una marca de alma gemela en el dorso de su brazo izquierdo, sus padres estuvieron muy sorprendidos. Ambos quisieron pensar lo mejor, aunque les preocupaba un poco que el alma gemela de su hijo fuese a ser una persona demasiado mayor. Además, les extrañaba ligeramente la silueta en torno al relámpago en el brazo de su hijo.

Con los años, la visibilidad de la marca mejoró y entonces fue más claro que se trataba de una llama de fuego.

—Los impactos de los rayos pueden generar fuego.

Tao le había dicho aquello, antes de que sus palabras se volvieran un tanto confusas y dejara de prestarle atención para intentar comprender si la marca de alma gemela tenía un significado en particular.

¿Él sería el rayo que…? ¿Qué? ¿Que haría nacer el fuego? Suspiró, negando con resignación.

Los años no le dieron una respuesta, simplemente siguieron su curso. Y aun cuando comenzó a viajar por el mundo no conoció a su alma gemela. Un poco triste y decepcionante.

No quería decirlo en voz alta, pero le ilusionaba conocer a su otra mitad.

[…]

El torneo por equipos finalizó con los Bladebreakers como triunfadores y con una celebración de despedida en Japón.

—¡Vamos, Kai! ¡Ven con nosotros a las aguas termales!

Tyson insistió, haciendo un pequeño escándalo luego de que su compañero se negara a ir con ellos a su penúltima parada del día.

Con los meses y las cosas que pasaron juntos, Kai les había tomado aprecio a todos los miembros del equipo, menos a Granger, él siempre sería lo peor que le pudo haber pasado. En parte rechazo por Tyson y en parte hartazgo de verlo pegado a Max, eran los motivos por los cuales ya no quería acompañar al equipo. Ese par de niños eran almas gemelas; las visibles marcas en el dorso de sus manos se complementaban, les había quedado más que claro a todos, no era necesario que estuvieran dándose mimos cada cinco segundos para hacer saber que se pertenecían el uno al otro.

—Tengo cosas más importantes que hacer.

Hizo lo posible por no mostrar su irritación ante el escándalo y la insistencia del menor, pero estaba muy cerca de perder la compostura.

—Es nuestro último día juntos, Kai —Rei intervino, hablando con suavidad y tranquilidad—. El último día que tendrás que soportarnos.

Aun si no lo demostró, esas palabras le sorprendieron, y si no fuera por la pequeña risa que salió de labios de Rei, hubiera creído que era en serio y no una broma.

—Vamos, aún puedes aguantarnos unas horas más —insistió, dedicándole una sonrisa radiante antes de acercarse un poco a él—. Oh, y las aguas termales son lo suficientemente amplias para ignorar el derroche de miel.

Dijo en voz baja para no ser escuchado por la pareja tras él, quienes, a propósito, le miraron un poco extraño e intentaron oír lo que hablaba con Kai.

—Está bien.

Cedió demasiado rápido, incluso para su propio gusto, y es que tenía muy poca resistencia cuando se trataba de esos ojos dorados. Todo su interior se estremecía cada vez que miraba directamente esas brillantes pupilas. Y después… después sólo había calma, una cálida y acogedora calma.

Muchas veces se preguntó si eso le ocurría únicamente a él, o si el causante de tales sensaciones sentía lo mismo.

Meditando en ello se desconectó de todo a su alrededor mientras llegaban a las aguas termales y mientras se quitaban la ropa en los vestidores. Apenas tuvo ligera consciencia de que los novios fueron los primeros en salir corriendo y saltar al agua, seguidos de Kenny quien les reprochaba el actuar así.

—Tienen mucha energía.

Rei comentó, doblando tranquilamente su ropa superior y acomodándola en el sitio correspondiente.

—Y muy poco cerebro.

Respondió con cierto mal humor por culpa de ese par de almas gemelas que, además de compartir una marca, compartían el mismo bajo IQ. Lo sentía por Max, ya que el pequeño rubio le agradaba.

No pudo continuar pensando en esos niños, ni siquiera pudo continuar enfadado, porque una risa de parte del moreno captó su atención y provocó cierto calor en su pecho. Trató de no centrarse en nada de eso, sino que miró ligeramente a su lado izquierdo, dándole una oblicua mirada a Rei.

—Eres cruel, Kai —señaló tranquilamente, sin molestia ni reproche alguno—. Pero he de confesar que también me agotan un poco con el mismo entusiasmo, siguiendo al otro en todo y demostrándose amor a cada segundo del día.

La admisión puso una pequeña sonrisa en sus labios, aunque… seguidamente logró notar cierta sombra oscureciendo la felina mirada de su compañero. No pudo evitar cuestionarse qué ocurría e incluso… Preocuparse.

—¿Crees que su comportamiento tenga algo que ver con el hecho de que son almas gemelas?

Sorpresivamente, esa pregunta resolvió su duda.

Rei pensaba en el tema de las almas gemelas y eso le entristecía un tanto, lo cual le causó bastante intriga. ¿Rei tendría una marca? Nunca le había escuchado hablar al respecto y nunca la había visto. Tal vez no la tenía y eso le deprimía. Tal vez.

—No. Tyson y Max simplemente… Son ellos, con o sin marca, con o sin alma gemela.

Respondió a la cuestión de su amigo, viéndole retirarse las vendas del brazo derecho y dar lentos asentimientos.

—Sí, supongo que tienes razón.

Después de esas palabras, un tranquilo mutismo se apoderó del lugar. Generalmente solía encontrarse cómodo en ambientes así, por eso le resultó inesperada la sensación de no querer mantenerse callado.

—Rei, tú…

El silencio le hizo hablar, pero no supo cómo continuar. Quería preguntarle si tenía marca de su alma gemela, sin embargo, sabía a la perfección que había quienes no se tomaban muy bien aquella pregunta. Él mismo no lo hacía. Cuando Tyson le preguntó al respecto, se ganó la peor de sus miradas y la conversación murió ahí.

—Yo… ¿Qué? —al encontrar su mirada con la de su amigo casi pudo leer en ella la pregunta no dicha— Sí, tengo marca de alma gemela.

Esa respuesta le tomó por sorpresa. Con dificultad logró evitar darle un análisis visual para tratar de encontrar dicha marca, aunque no fue necesario ya que Rei se puso la mano derecha sobre el dorso de su brazo izquierdo, una parte que solía estar cubierta por vendas, incluso ahora ya que todavía no las retiraba.

—¿La cubres?

Soltó la pregunta sin detenerse a pensar. Obtuvo una pequeña mirada extrañada, seguida de una negativa con la cabeza.

—No a propósito. No tengo nada que ocultar, ¿por qué? ¿Tú lo harías? —ladeó el rostro levemente, sorprendiéndose cuando Kai desvió la mirada— ¿Lo… haces?

—En la abadía… —susurró tras unos segundos de silencio— Olvídalo.

No debía hablar de eso, era preferible si dejaba los horribles recuerdos de ese lugar justo en donde estaban.

—Kai…

Ignoró la voz de Rei, pese a lo complicado que eso resultaba, y terminó de desvestirse entre cuestionamientos a sí mismo como: ¿Por qué esa voz llamándolo le agitaba tanto? ¿Por qué le costaba ignorar a ese chico? ¿Por qué estuvo a punto de hablarle sobre algo de lo cual nunca había hablado con nadie más?

Queriendo encontrar respuesta llegó a considerar el retirarse del lugar para ir a reflexionar un rato a solas. Además, aunado a eso estaba la idea de no querer mostrar su marca. Había tenido éxito ocultándola del equipo al utilizar una venda a la hora de dormir, y no quería echar a perder ese esfuerzo por "relajarse" en las aguas. Quizás debió pensar eso antes y no dejarse llevar por las felinas pupilas.

Una vez listo puso su mano sobre su brazo y avanzó hacia la entrada. No contó con que sería detenido bruscamente por su compañero.

—Kai, espera.

Antes de reaccionar, sintió la mano del moreno sujetándole por la parte superior del brazo derecho. Otra cosa con la que no contó fue con la fuerza de Rei. Un tirón de su parte bastó para que dejara de cubrirse el brazo y girase a encararlo.

—¡¿Qué quieres?!

Alzó la voz, enojado por la incomodidad de dejar expuesta su marca. No obstante, el otro chico ya no estaba prestándole mucha atención por encontrarse mirando sin reparo alguno la marca en su brazo. Eso lo alteró aún más. Con el pulso acelerado tiró de su brazo y se liberó del agarre, enviándole una furibunda mirada a su compañero.

Saboreó algo de culpa cuando notó algo de… ¿Intimidación? De parte de Rei al notarle dispuesto a retroceder.

—L-Lo siento, Kai.

Se disculpó, sin saber muy bien cómo actuar ahora que había visto la marca de su compañero.

¡Eran almas gemelas!

Eso explicaría por qué desde el primer momento en que vio a Kai se sintió distinto con él. Su sola presencia le llenaba de manera inexplicable; lo único que podía decir de sus sentimientos era que siempre sintió cercanía, entendimiento y apoyo. Además, con el paso del tiempo se dio cuenta de que su amigo tenía una gran influencia en él, como aquella ocasión en que le ayudó a rectificar cuando estaba tomando una decisión equivocada en su enfrentamiento contra los White Tigers.

No tenía dudas: Kai era su alma gemela.

Pero… Parecía haber un problema. Aparentemente, algo le ocurría al bicolor, algo relacionado a su marca y las almas gemelas.

Optó por no retroceder, ¡no podía! No ahora que por fin había encontrado a la persona con quien siempre soñó.

Con la determinación llenándole se decidió a averiguar qué le sucedía a Kai. Nunca había planeado dejarlo solo, ni antes, ni ahora. Eran amigos y su conexión había estado siempre ahí. Así fue como ignoró la agresividad en las pupilas escarlatas y le regaló una suave sonrisa.

—No quería molestarte, ni tampoco obligarte a que me mostraras tu marca —aclaró delicadamente—. Yo sólo quería detenerte y hablar contigo un poco más. Sentí… Sentí que ibas a decirme algo importante, mencionaste aquel lugar.

Pudo notar, conforme hablaba, que su amigo bajaba gradualmente la guardia, sin embargo, permaneció considerablemente tenso, además, volvió a cubrir su marca con su mano izquierda.

—No te ofendas, Rei, pero realmente no quiero hablar de eso.

—¿Entonces no me dirás por qué la ocultas?

Dio un fugaz vistazo a su brazo, aprovechando que las rojas irises miraban a otro lado rehuyendo su mirada.

La única respuesta que tuvo fue una negativa con la cabeza mientras Kai seguía sin mirarle. Eso dolió un poco, ya que su imaginación comenzó a crear malos escenarios. Sacudió la cabeza en favor de alejar esas ideas.

—Kai, ¿qué… qué harías si te encontraras con tu alma gemela? —logró obtener su mirada al cuestionar eso— ¿Te…? ¿Te importaría? ¿O no… no crees en eso?

Podría sonar exagerado, pero sentía esas preguntas como un hilo del cual pendía su corazón. Si las respuestas de su alma gemela eran malas… Cortarían ese hilo, y la verdad no sabía si podría soportar eso.

Una vez más el silencio hizo acto de aparición, siendo muy distinto esta vez. No había sosiego alguno, ni en la atmósfera ni en el interior de los dos chicos.

—No lo sé. No sé qué haría, no sé si me importaría y no sé si creo en eso.

Kai no pudo mentir al responder; el motivo de eso se lo cuestionó también mientras apretaba la marca sobre su brazo y miraba al suelo.

Rei realizó un pequeño gesto de inconformidad ante la ambigüedad de esa respuesta. Pese a todo, escogió no presionar a su compañero para obtener una respuesta más precisa. Se daba cuenta del aturdimiento que la conversación provocaba en Kai, lo cual lo llevara a preocuparse un poco más. Después de todo, su alma gemela jamás solía mostrarse perturbado ante nada.

—¿Sabes algo? Yo sí soñaba con encontrar a mi alma gemela —confesó con una sonrisa amplia, además de un tenue rubor en las mejillas—. Siempre me pregunté cómo sería y si habría una conexión realmente especial. ¿Nunca te has preguntado eso? ¿Nunca te has soñado en una relación así?

Tomar un camino menos directo y agresivo le pareció una buena idea, por ello, abordó el tema desde el ángulo amable, desde los puntos agradables de la situación. Creyó que sería mejor, hasta que vio las escarlatas pupilas ensombrecerse. ¿Qué había hecho mal ahora? ¿Realmente era el alma gemela de Kai? No le pareció estar siendo de ayuda a su otra mitad; eso le dolió más que el aparente repudio de su amigo al asunto que hablaban.

—No funcionaría —concluyó en voz baja, recomponiendo su habitual serenidad al clavar su mirada en las doradas pupilas—. Alguien como yo no puede tener una relación funcional con nadie, ni siquiera con mi alma gemela.

—Pero… pero… Kai…

—No, Rei —detuvo los balbuceos de su compañero sin comprender muy bien por qué parecía demasiado triste de repente—. No puedo. Además, nadie en sus cabales querría tener una relación conmigo.

Ese último comentario le causó un tic nervioso al moreno.

Así fue como Rei pasó de dudar en si quería abrazar a Kai, besarlo o golpearlo por tener esa opinión de sí mismo y por tener esa opinión de él.

—Hey, gracias por eso último. Estaba ansioso de que mi alma gemela me dijera algo como eso.

—¿Tu…? ¿Qué?

Un apenas audible susurro salió de labios de Kai; fue todo lo que logró decir luego de oír a Rei.

Instintivamente, las escarlatas pupilas fueron al brazo cubierto del chino. Sin pausa o reparo, tomó el brazo izquierdo de su amigo y le retiró las vendas, encontrándose con un rayo que atravesaba la silueta de una llama de fuego. La marca que complementaba la suya, su otra mitad, su alma gemela.

El corazón le latió a mil antes de que su mirada se alzara para ponerse sobre las felinas pupilas.

Y por tercera vez, el silencio envolvió la habitación, solo que en esta ocasión fue… Vacío. No parecía haber agitación, mas tampoco parecía haber tranquilidad. Rei se preguntó si eso era bueno o malo. Antes de que la balanza se inclinara hacia el lado malo, decidió actuar.

—Kai, escucha —deslizó su brazo del agarre de su amigo para tomarle la mano con suavidad—. No sé por lo que has pasado, ni sé con exactitud qué es lo que te hace pensar que eres incapaz de tener una relación con alguien, pero quiero saberlo y quiero intentar tener algo contigo. No porque una marca lo diga, sino porque… He sentido cierta conexión especial contigo desde que nos conocimos. Tengo la seguridad de que vale la pena el intento, aun así, no pienso presionarte. Comprenderé si no deseas intentarlo. Seguiremos siendo amigos y nadie sabrá de nuestras marcas.

Estaban ocurriendo demasiadas cosas, y muy rápido. Al menos era lo que Kai pensaba conforme trataba de poner en orden sus ideas, sus sentimientos y su corazón, ese traidor que se había desbocado antes, mas ahora latía de lo más acompasado ante las cariñosas y comprensivas palabras de Rei.

¿Eso era un alma gemela? ¿Alguien que posee la capacidad de acelerarte el corazón de un momento a otro, y del mismo modo tranquilizarlo? ¿Alguien que con sólo sostener tu mano te hace sentir completo? ¿Alguien que con sólo mirarte te roba el aliento y al mismo tiempo te hace respirar? Tal parecía que sí. Y no era algo producido por el conocimiento de que eran almas gemelas, porque sensaciones similares habían estado presentes desde meses atrás.

Su conexión única siempre estuvo ahí. Supo en ese momento que no era el único sintiéndose así.

Entonces otra pregunta flotó en el aire: ¿Valdría la pena el intento?

Tantas preguntas y sólo una respuesta rondaba la mente de Kai. Un rotundo sí que todo su ser gritaba, pero que era sofocado por un paralizante temor resultado de la dañina crianza tenida en la abadía.

—Rei… Yo… Yo…

Era frustrante quedarse sin palabras, y era aún más frustrante ni siquiera poder desahogarse contándole lo que vivió. Eso le hizo comprender algo: No era que no quisiera hablar sobre la abadía, era que no podía. Ahí aprendió a suprimir emociones, a no quejarse, a callar.

Detestaba ese lugar y detestaba no poder deshacerse del repentino frío que erizó su piel.

Un par de pequeños estremecimientos le hicieron saber que estaba cediendo ante las negativas emociones; se sintió a punto de rendirse y negarse a tener una relación con su alma gemela.

Interrumpiendo su creciente malestar, Rei le envolvió suavemente entre sus brazos.

La gélida sensación abandonó su cuerpo en cuanto las pieles de ambos se encontraron. Recordó en ese momento que él estaba casi desnudo con solo una toalla atada a su cintura, mientras su compañero apenas llevaba pantalones. No había reparado en ello, y al hacerlo, se dio cuenta de que era mejor poner su atención en eso y no en el tormentoso pasado que llevaba a cuestas.

Lentamente correspondió el gesto, estrechando entre sus brazos la figura del moreno.

Contrario a la sensación anterior, ahora su piel sintió un cálido y agradable cosquilleo, sobre todo en el cuello, sitio en donde su amigo hubo acomodado su rostro y en donde ahora rozaba con su nariz. Si fue a propósito o accidental, no lo supo, no a tiempo ya que Rei apartó su rostro de ese lugar para volver a mirarle cara a cara.

—¿Estás mejor?

Asintió en respuesta, disfrutando de la sonrisa que le fue dedicada.

—Quiero intentarlo, Rei —soltó la respuesta sin pensarlo más—. Quiero hablarte de mi pasado y quiero tenerte en mi futuro, no sólo como un amigo.

Las felinas pupilas fulguraron de forma tan especial, que se perdió en ellas, esta vez sabiendo que podía hacerlo y que tenía el derecho. Ya no volvería a llenarse de dudas ni temores. Podría compartir, tanto lo bueno como lo malo con su alma gemela. Lo tuvo tan claro como el hecho de que también se perdió en los labios de su compañero.

Las sensaciones que los cobijaron en aquel beso fueron indescriptibles.

Fue mil veces mejor de lo que Rei pudo haber imaginado. Fue más especial de lo que Kai pudo haber creído en algún momento. Fue… Simplemente perfecto. Su conexión creció incluso más. Lo sintieron, tan fuerte como el deseo de no apartarse el uno del otro.

Había tanto por hablar, y lo harían, pero no ahora, no cuando todo lo que deseaban era besarse sin descanso.

Probablemente… Ahora serían las personas a su alrededor quienes necesitarían un descanso de ellos y su despliegue de amor.


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