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Just falling in love por Skarlatta

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Notas del capitulo:

Advertencia: Este capítulo contiene lemon/smut/escenas sexuales. Leer bajo su propio riesgo. ADEMÁS, hago el aviso de que esto es Kai pasivo/Rei activo. Procuré mantener las personalidades lo más canon posible, así que... Incluso si no están acostumbrados a ese cambio, sugiero le den una oportunidad, claro, siempre y cuando les guste el lemon.

Eso es todo, nos leemos al término.

···

Cumpleaños

···


Como en pocas ocasiones, la mansión Hiwatari estaba siendo adornada para una fecha especial. Las decoraciones eran sobrias, pero de buen gusto; sólo lo mejor por el cumpleaños de Rei.

—Todo perfectamente escogido por ti. No me sorprende, eres un maniático.

Bryan hizo el comentario sin ápice de delicadeza mientras terminaba de colocar algunos arreglos en una pared. Kai hacía lo mismo en el otro extremo de la amplia sala.

No hubo respuesta de parte del bicolor, en primer lugar, porque no podía negar a la acusación del mayor, y en segundo, porque estaba más ocupado colocando adecuadamente unos estúpidos globos que parecían tener vida propia y cero deseos de colaborar con él.

—¿Y qué vas a darle de regalo?

—No te incumbe.

Decir eso fue más sencillo que decirle "Un peluche de Driger que yo mismo hice", así se evitaría las risas y burlas del otro.

—Que carácter. Seguro será una cursilería como un peluche.

Kai entrecerró los ojos. ¿Se había convertido en alguien tan predeciblemente cursi? Al parecer sí. Contuvo un suspiro de resignación y simplemente se limitó a continuar con su labor.

—¿Tienes más cinta adhesiva?

—Casi no —Bryan respondió mientras continuaba con lo suyo—. En la cocina vi una o dos más.

En su habitual silencio abandonó la estancia. En el lugar mencionado por su compañero, se encontraban Rei y Tala haciendo las últimas preparaciones para los platillos de esa noche. Todos le tenían por alguien muy controlador, sólo porque no conocían cómo Rei podía llegar a ponerse con algo importante, como su propio cumpleaños; tan controlador que no aceptó contratar cocineros, sino cocinar él mismo.

Negó con la cabeza, luciendo una pequeña sonrisa en los labios.

—¿Y sabes qué va a regalarte?

Detuvo sus pasos al escuchar la voz de Tala cuestionando eso.

No era de buena educación escuchar conversaciones ajenas, y él no era ese tipo de personas que escuchaba a hurtadillas lo que otros hablaban. No le importaba lo que cualquiera tuviera que decir. Pero Rei no era cualquier persona. Rei sí le importaba, fue por ello que terminó a un costado de la puerta abierta, escuchando lo que el par decía.

—No, no lo sé. Siempre me pregunta si quiero algo en particular, pero nunca le he pedido nada.

—¿Por qué no lo has hecho?

—Simplemente no ha habido nada que quiera —se encogió de hombros—. Además, no ha sido necesario. He amado todos los regalos de Kai.

Con tanta alegría en la voz de Rei, a Kai no le importó en lo absoluto haberse convertido en un cursi a la hora de darle obsequios.

—Y me imagino que todos esos regalos han sido algo material.

Había algo oculto en las palabras de Tala. Kai lo notó y sintió desconfianza al respecto. Rei también lo notó, mas él sintió curiosidad.

—Pues… Sí. ¿Por qué?

El moreno creía conocer lo suficiente al pelirrojo como para sospechar de su comentario. Valkov no era una persona de aquellas que decían "Lo importante no es el regalo material, sino el valor sentimental", así que no comprendía muy bien a dónde quería llevar la conversación con lo dicho.

—Curiosidad —ahora él se encogió de hombros—. Sólo me preguntaba si en algún momento habías tenido algún regalo… Excitante.

Entonces era ahí a donde su compañero ruso quería llegar. Kai estuvo a punto de entrar a la habitación a interrumpir esa plática; quería hacerlo antes de que se tornara más extraña. No obstante… Se contuvo. No tenía derecho de hacer eso, así como tampoco tenía derecho de estar escuchando la conversación. Bueno, podía permitirse romper una regla de privacidad, no dos.

—E-Eh… No.

—No me digas que el sexo en sus cumpleaños es igual al rutinario.

Decepción o incredulidad. Ninguno de los menores supo distinguir lo que había en la voz de Tala.

—Eso no es malo, ¿sabes?

Rei se mostró ligeramente ofendido mientras ponía su atención en una mezcla que estaba preparando.

—Tranquilo, no dije que lo fuera —negó de inmediato y con voz suave para no hacerlo enojar—. Simplemente… Tómalo como un consejo. Podrías aprovechar tu cumpleaños para hacer alguna travesura.

"¿Qué está tramando?" Kai se asomó lo suficiente para mirar adentro de la cocina sin que el par notara su presencia. Él sí conocía a Tala y se había percatado ya de que planeaba algo. Sólo le restaba averiguar el qué; nada bueno, seguramente.

—¿Travesura? —volvió a mirarlo, fijando sus doradas pupilas en las azules— ¿Como cuál?

Algo le decía que se arrepentiría de preguntar, pero la curiosidad pudo con él. Tener dudas nunca había sido de su agrado, prefería investigar y obtener respuestas, incluso si éstas no le gustaban.

—Como amarrar a Kai y tenerlo a tu merced, por ejemplo.

Diciendo eso, Tala sacó del bolsillo de su chaqueta unas esposas, objeto que no tardó en tender a un sorprendido Rei, bajo la mirada de un estupefacto Kai.

—Pero… Pero…

—Es mi regalo de cumpleaños —Valkov aclaró por si acaso—. ¿Por qué esa expresión? No me digas que nunca has… Ya sabes: Dominado a Kai.

La pareja pasó saliva. Rei de forma audible, mientras Kai dejaba de asomarse a mirar para no ser descubierto. Ambos guardaron silencio. El moreno confirmaba el comentario de Tala al no responder, por otro lado, el bicolor estaba dudoso en si quedarse a continuar escuchando o retirarse y respetar la privacidad ajena. Lo mejor sería irse, ya había oído suficiente.

—Eso me lo esperaba, aunque no del todo —habló sincero—. ¿No te interesa la idea?

Esa pregunta hizo al antiguo capitán de los Bladebreakers reconsiderar. No lo pensó más para plantarse en su sitio, volviendo a asomarse lo necesario para ver la reacción de su novio.

—No… No lo sé. No había pensado mucho en ello.

Meditativo, un tanto apenado y quizás hasta tímido ante el tema. Así era como veía a Rei.

—¿Por qué no lo intentas esta noche?

Malicioso, como un diablo sobre el hombro de alguien incitándolo a hacer algún acto malvado. Así era como veía a Tala conforme este agitaba las esposas frente a Rei.

—No puedo sólo intentarlo, es… es algo que debería hablar primero con Kai.

—Ay, por favor. Se más espontaneo.

El pelirrojo concluyó aquello como una sugerencia, al mismo tiempo, guardó las esposas en el bolsillo del pantalón del moreno. Le guiñó un ojo y prosiguió con lo que hacía antes de iniciar esa conversación. El cumpleañero no respondió, no objetó, ni tampoco sacó de su bolsillo aquel particular objeto. Simplemente… Todo pareció volver a la normalidad en la cocina. No se hizo más mención del íntimo tema. Rei se concentró en la mezcla que preparaba, y Tala en las verduras que picaba.

Fuera de ahí, Kai no pudo reponerse tan fácilmente. Meditabundo, fue a buscar cinta adhesiva a otro sitio que no fuera la cocina. Necesitaba pensar sin levantar sospechas de haber escuchado esa conversación.

La idea de ser pasivo no había cruzado jamás por su mente y, por ello, nunca había hablado al respecto con Rei. Todo lo que hizo fue asumir su papel de activo y no cuestionarse nada más. Analizando con detenimiento la situación… ¿Podría eso considerarse egoísta de su parte? No. ¿O sí? ¡No! Es decir, si su novio hubiera querido hablar de ese tema… Lo hubieran hablado y ver qué surgía. A menos que Rei no sintiera la confianza de tener esa conversación. ¿Qué había respondido a Tala?

«No había pensado mucho en ello»

MuchoEso quería decir que sí lo había pensado; pensado, pero nunca comentado. ¿Por qué no lo habría hecho?

Multitud de preguntas surgieron en su cabeza. La próxima vez no volvería a escuchar pláticas ajenas, ni siquiera las de su novio. Todo el día sus pensamientos giraron en torno a las palabras de Rei y Tala. Una parte de él quería hablar con Rei y contarle lo ocurrido, así podrían tener esa conversación que lo tenía tan inquieto. Otra parte suya quería ahorcar a Tala por ser el causante de esa situación; fue un completo entrometido.

—Kai, ¿todo está bien? Has estado algo distraído.

Terminó de quitarse la camiseta y puso su mirada sobre su novio, encontrando esas radiantes pupilas doradas dedicándole interés y preocupación.

Tenía que decirle.

Hizo mal al invadir su privacidad, debía contarle lo que ocurrió y hablar de aquel intimo tema sacado a la luz por Valkov. Sólo había un ligero problema: Era tarde. El timbre sonó, anunciado la llegada de los invitados a la fiesta. No tenían tiempo para una plática cuya duración podía ser extensa.

—Sí, no te preocupes —se acercó a besarle en los labios con ese cariño reservado sólo para él—. Baja a recibir a los invitados. Tomaré un baño rápido y te alcanzaré.

Rei disfrutó tanto ese beso y los sentimientos desplegados en el, que no pudo apartarse al instante. En lugar de eso, tomó el rostro de Kai con ambas manos y volvió a unir sus labios en un beso de mayor duración.

—De acuerdo.

Al cabo de unos minutos, logró obtener el control necesario para apartarse del bicolor, aunque tenerlo frente a sus ojos sin camiseta no estaba facilitándole la tarea de autocontrolarse. Las palabras que Tala le hubo dicho por la mañana se repitieron en su cabeza. Aquella idea de tomar el papel dominante sonaba cada vez más atractiva, pero… No por el momento. Tenía una hermosa fiesta de cumpleaños a la cual asistir, y una conversación que tener con Kai antes de atreverse a intentar cualquier cosa. Y, además, respecto a su pareja, sabía que le estaba ocultando algo; seis años de conocerlo le daban la experiencia para saber cuando se guardaba cosas. Lo dejaría estar, por ahora. Ya le preguntaría con tranquilidad una vez la fiesta terminara. Decidido a ello, le regaló una última sonrisa y abandonó la habitación.

Regalos, abrazos y alegrías abundaron en aquella bonita celebración para Rei.

Casi todos los equipos conocidos de Beyblade estaban en la fiesta, así que anécdotas, risas y momentos divertidos no faltaron tampoco.

Así como en otros años, siguiendo una antigua tradición china, nuevamente el moreno no abrió sus regalos enfrente de los demás. Prefería hacerlo de ese modo a fin de mantener en secreto los regalos de todos. Evitaba comentarios burlescos, como los que podían hacer sobre los regalos de su amado novio, o evitaba situaciones incómodas, como las que podían venir del regalo en conjunto de Tala y Bryan. Un destello poco común en las miradas de ambos le hizo desconfiar mucho de su obsequio de ese año, sobre todo porque el pelirrojo ya le había dado un muy inusual regalo en privado.

La noche transcurrió sin contratiempos graves; nada más allá de algunos enfrentamientos amistosos, Tyson enfermando un poco por comer demasiado mientras Kai lo ignoraba y animaba a los invitados a hacer lo mismo, las chicas regañando a Rei por no haber pedido decoraciones más llamativas y una que otra queja por no tener más alcohol. Más o menos lo usual de cualquier fiesta tranquila.

Uno de los antiguos relojes de la mansión indicó las 2:00 am con campanadas que resonaron en la sala principal ahora casi completamente vacía. Cuatro jóvenes continuaban despiertos, limpiando en silencio el lugar.

—¿Por qué no se van a descansar? Nosotros recogeremos.

Tala hizo el ofrecimiento a Kai y Rei. La pareja dejó de recoger basura para mirar a su amigo, mientras que, a un par de metros, Bryan dejó de barrer para dedicarle una mirada incrédula a su novio.

—El organizador y el cumpleañero merecen descansar.

El pelirrojo añadió con cierta diversión en su voz, haciendo a Kai virar los ojos y a Rei sonreír conforme negaba lentamente.

Después de un par de segundos los chicos se miraron uno al otro, preguntándose en silencio si aceptaban la propuesta del mayor, y como así fue, sencillamente dieron gracias y se despidieron del par, deseándoles buena noche tras un comentario de que no se desvelaran tanto limpiando. Tala y Bryan estaban quedándose a dormir en la mansión desde su llegada para el cumpleaños días atrás.

Con pasos ligeramente cansados, la pareja más joven llegó a su habitación. Los regalos, que ambos llevaban entre brazos, fueron dejados de manera cuidadosa en una esquina del cuarto. Sólo una de entre todas las cajas fue tomada por Rei.

Siendo cuidadoso, retiró la envoltura de la caja y revisó su contenido. Ante sus ojos apareció un Driger de peluche que era idéntico a su bestia bit.

—¡Kai!

El entusiasmo desbordó de su voz al mismo tiempo que tomaba el peluche con una mano y colocaba con la otra la caja vacía junto a los demás obsequios. Se giró hacia su novio, quien le observaba sentado en la cama.

No demoró en acercarse a agradecerle mediante un dulce beso. Entre el gesto, tomó asiento al lado de Kai, sin querer abandonar sus labios. El peluche terminó entre los dos cuando se dejaron caer en el colchón de costado, sin dejar de besarse.

Cierta conversación se repitió en la mente de ambos, interrumpiendo los arrumacos y llevándolos a simplemente mirarse.

Rei hubiera querido hablarle a Kai sobre su conversación con Tala, pero… sinceramente no podía. Le incomodaba comenzar a hablar de sexo tras haber recibido tan tierno regalo. Además, aún le inquietaba la reacción que su novio podría tener. Había sido una noche perfecta, no tenía caso arriesgarse a arruinarla. El momento no era el ideal para hablar, así que, resignado, acarició la mejilla del ruso y le dio un último beso corto. En seguida, se levantó con Driger en su mano nuevamente. Mirando alrededor, le buscó un buen sitio al tigre de peluche. Cuando ubicó un espacio adecuado sobre una cómoda se dirigió hacia allá.

—¿No usarás el regalo de Tala?

Detuvo sus pasos al instante, congelándose del mismo modo en su lugar apenas escuchó esa frase.

Los pensamientos se enredaron en su cabeza, dificultándole el reaccionar por un corto lapso de tiempo. ¿Había escuchado bien? Parpadeó un par de veces y abrazó inconscientemente el peluche. Poco a poco asimiló lo escuchado, y poco a poco su ceño se frunció. Al girarse a encarar a su pareja ya había notable molestia en su mirada. Kai se mostró sereno al momento de levantarse de la cama y acercársele.

—Sí, escuché tu conversación con Tala —admitió con latente culpa—. Fue un accidente y sé que no debí hacerlo.

Su molestia aminoró hasta desaparecer ante la disculpa que leía en las pupilas escarlatas. No podía enojarse con él si notaba su sincero arrepentimiento.

—Está bien, Kai, no hay problema. Sólo espero que no se te vuelva un hábito —sonrió, nuevamente tranquilo—. Y respecto a lo otro…

Como no se había esperado eso, se encontró en cierta desventaja. Dio vuelta, retomando su andar hacia la cómoda. Colocó a Driger en el sitio escogido.

—Creo que Tala se excedió un poco con su regalo. No debiste prestarle tanta atención.

—Tal vez se excedió —concordó—, pero te siento evasivo con respecto a cierta conversación que… pienso que deberíamos tener.

En cuestión de segundos, meditó en su respuesta. El tema había surgido y su amigo se encontraba dispuesto a conversarlo. Aparentemente, se había equivocado al pensar que no era un buen momento para hablar con Kai; sí era el momento correcto para hacerlo. Más tranquilo, volvió a dar media vuelta y regresó los pasos que le separaban de su novio, a quien tomó de la mano para llevarlo a la cama.

Tomaron asiento y se dedicaron miradas en donde claramente se podía apreciar duda. Silenciosamente preguntaban al otro quién comenzaría.

—Admito que sería interesante usar el regalo de Tala —Rei tomó la palabra, dedicándole una sonrisa a su pareja—, así como también admito que estaba tratando de evadir esta conversación. Me preocupaba cómo reaccionarías.

Y sabía que, hasta cierto punto, tenía razón con preocuparse. Lo supo al notar una casi imperceptible tensión proveniente de su acompañante.

—No tan mal como pensaste —le corrigió suavemente—. Sólo… Necesité tiempo para pensar.

—Lo siento —se disculpó, apretando con delicadeza la mano que aún le sujetaba, al mismo tiempo que acariciaba su mejilla con su mano libre—. Debí confiar más en ti.

Acercó sus rostros y dejó unos cuantos besos cortos en los labios de su ruso. No sólo eran amantes, eran compañeros y amigos. Debió tenerle más confianza.

—No importa.

Kai negó entre besos. Se conocía bien y sabía que no era una persona de trato fácil. Por eso, todos los días agradecía que Rei lo amara y estuviera a su lado.

Hubo protesta en las doradas pupilas. Sin embargo, no hubo un comentario con réplica o reproche. Seguramente su novio no quería discutir con él. Así dieron por cerrado ese primer punto de la conversación.

—¿Y bien? ¿En qué pensaste, Kai?

Había imaginado esa pregunta durante todo el día, y durante la misma cantidad de tiempo había estado pensando en distintas respuestas. Consideró varias ideas, entre ellas algunas negativas, pero al final… El amor, la confianza y su interés por experimentar le hicieron soltar palabras que no había imaginado en ningún momento.

—En que… Si quieres puedes usar el regalo de Tala.

Desvió su mirada hacia otro sitio, tratando de mantener a raya el repentino calor que invadió su cuerpo y que amenazaba con hacerse notar en sus mejillas.

Apenas pasaron unos pocos segundos, previos a que su novio comenzara a besarle el cuello lentamente. Los tibios y suaves labios dejaron un cálido cosquilleo a su paso, sensación que rápidamente viajó a su estómago e incluso a una zona más baja.

—¿Estás seguro?

Rei necesitaba una última confirmación, aunque para ese momento sus manos ya estaban desabotonando la roja camisa de su novio, acariciando a detalle la piel que exponían.

—Sí.

Esa simple palabra modestamente susurrada fue todo lo que necesitó. A partir de ahí, las palabras sobraron.

Con su amado completamente de acuerdo, no tardó en quitarle la chaqueta morada y lanzarla por algún sitio, haciendo lo mismo con la camisa y prosiguiendo con empujar a Kai a la cama. Sus acciones desbordaban entusiasmo, fue consciente de ello, así como también fue consciente de que a su pareja no le molestó en lo absoluto, o de lo contrario, Kai no hubiera buscado sus labios ni lo hubiera besado tan apasionadamente como lo hizo.

Resultó muy poco práctico moverse sobre la cama sin romper el beso, pero fue lo que menos importó una vez estuvieron mejor acomodados en el colchón y una vez Rei tomó a tientas las esposas guardadas en su mesa de noche.

Se apartaron cuando el aire escaseó.

Las miradas de ambos, oscurecidas por el deseo, se clavaron la una en la otra. Ese sencillo hecho les calentó más la piel.

Haciendo a un lado sus habituales deseos dominantes, Kai permitió a Rei atarle ambas manos con las esposas a la cabecera de la cama. Mentiría si dijera que no se sentía demasiado expuesto, pero también mentiría si dijera que eso no le provocó una oleada de calor.

Una última sonrisa le fue dedicada. En el gesto vio un sinfín de promesas placenteras, las cuales comenzaron a cumplirse durante los segundos siguientes.

Rei depositó besos lentos y húmedos en su cuello, tomándose su tiempo para bajar por su clavícula. Desde ese punto, los besos llegaron acompañados de pequeñas succiones y ligeras mordidas, estímulos que sensibilizaron su cuerpo al grado de hacerle sentir que, como muestra de excitación, podría comenzar a temblar en cualquier momento. Su amado notó el detalle, estuvo seguro, pues vio regocijo en sus doradas pupilas conforme lamía alrededor de uno de sus pezones. Pasó saliva con dificultad. No pudo seguir reprimiendo sonidos de placer cuando ambos pezones se vieron atendidos entre la lengua de su novio y sus dedos con los que apretaba y tiraba delicadamente.

No estuvo muy seguro de cuánto tardó Rei en esas torturadoras caricias, supo que fue el tiempo suficiente para que deseara más, y el exacto para no sentir que iban demasiado rápido, porque no importaba lo despierta que estuviera su libido, sabía que ir más a prisa posiblemente lo abrumaría por el inexistente control que tenía sobre la situación; su pareja también sabía ese detalle, lo conocía muy bien, por eso se tomaba la situación con calma, por eso lo atendía elevando su excitación todo cuanto fuera posible en favor de mantenerlo tranquilo y disfrutando antes de pasar a acciones más importantes.

Su vista estaba algo nublada en el momento en que su compañero se alzó lo suficiente para retirarle todas las prendas inferiores que portaba, dejándolo desnudo en lo que, a su ver, fueron contados segundos. Después de ello, su novio se movió hasta alcanzar el mueble de noche, extrayendo de este el lubricante. Le prestó atención a sus felinos movimientos e hizo sonar las esposas en la cabecera de la cama cuando movió las manos, anhelante de tocar el hermoso cuerpo aún cubierto.

Una pequeña risa de parte de Rei y un pequeño bufido propio se oyeron, antes de la llegada de nuevos besos, en esta ocasión, dejados sobre sus costillas y luego sobre su abdomen, culminando ahí en donde su cuerpo requería atención.

—Mh... Rei...

Cerró los ojos. Esos suaves labios atendieron su hombría con besos desde la hinchada punta hasta la base. Nuevamente, las esposas sonaron, esta vez por la agitación que experimentó. Los besos se transformaron en una traviesa y ávida lengua cuya única labor parecía ser probar todo su miembro, llenándolo de saliva al no dejar un solo espacio libre de caricia.

Pudo perderse de lleno en las atenciones de esa hábil boca, si no hubiera aparecido una nueva sensación estremeciendo su cuerpo. Se mordió el labio inferior al sentir algo fresco y húmedo rozando su íntima entrada. Contuvo el aliento algunos segundos, los mismos que Rei dedicó a acariciar exteriormente con dos dedos mojados de lubricante. Un cuidadoso empujón de uno de los dedos más tarde, y dejó salir el aire que había retenido en forma de un largo suspiro, volviendo entonces a respirar. Clavó sus pupilas en las de su novio un par de segundos, desviando la mirada apenas comenzaron los movimientos circulares en su interior.

Se sentía... Extraño. Eso pensó mientras procuraba mantenerse relajado; no fue tan difícil, considerando que ahora la lengua de su pareja lamía insistente la punta de su miembro, limpiando un par de gotas de líquido pre-seminal.

Momentos más tarde, un segundo dedo entró a su cuerpo y, a la par, su erección entró en la boca de Rei, quien seguía mirándole con satisfacción fulgurando en su felina mirada, o al menos eso fue lo último que vio, puesto que sus ojos se cerraron por la carga de sensaciones. Las esposas volvieron a escucharse, en esta ocasión, siguiendo a sus gemidos, aquellos sonidos que trataba de mantener en bajo, pero que durante algunos segundos habían sido bastante audibles.

Quiso tocar a Rei, acariciar su rostro, poner sus manos en su cabello y marcarle un ritmo a la felación. Todo lo que pudo hacer fue quererlo y desearlo, conforme movía sus manos y provocaba más choque metálico, el cual alcanzó sus oídos en forma de eco. Empezaba a sumergirse en los efectos provocados por la preparación, sobre todo, cuando un tercer dedo entró; entonces, el cierto gusto que había adquirido ante los íntimos toques regresó a ser una considerable incomodidad conllevando ligeras impresiones de dolor.

Surgió una pequeña lucha en su interior, no sólo en favor de apartar el malestar, sino con el propósito de no perder por completo la razón ante las nuevas emociones y sensaciones que descubría. Su autocontrol le brindó breves resultados, pues al cabo de unos segundos, sintió los dedos de su pareja llegar a un punto particularmente sensible en su interior. Perdió la lucha en ese momento, al echar la cabeza hacia atrás, conforme un profundo gemido se le escapaba de la garganta. Apenas las caricias se centraron en esa zona, su capacidad de pensar se vio despedazada. Tembló sin remedio, sintiéndose morir y renacer envuelto en intensas llamas.

—Rei, espera.

Pidió en un gruñido, no por falta de disfrute sino por exceso de este. Estaba al borde del clímax y no quería eso, no todavía. Contenerse le significó un desafío más grande de lo esperado, en especial, teniendo frente a su cristalizada mirada la erótica imagen de su novio liberando sin prisa la erección de su boca.

—¿Seguro que no quieres terminar? No me molestaría.

Lamió el glande y sus dedos acariciaron más delicadamente el punto sensible en el interior de su amado, gozando el verlo retorcerse un poco en la cama mientras intentaba, entre gemidos ahogados y un claro bochorno en sus mejillas, no tener un orgasmo. Aquello fue un regalo para su vista.

Kai no supo si asentir o negar con la cabeza. No supo mucho de sí, en realidad.

—Seguro.

Logró susurrar una respuesta y consideró eso una gran hazaña, porque el placer que su novio le enviaba mediante los íntimos toques, podía compararse a llamaradas de fuego incendiando su piel en un segundo, desapareciendo al instante siguiente y reapareciendo para quemar ahora sus huesos. Tal incendio inclusive le hizo olvidar palabras muy específicas que estuvieron a punto de salir de sus labios.

—De acuerdo, cariño.

Rei accedió, pero no dio tregua.

Sus colmillos se entretuvieron de vuelta en los pezones, mordiendo, succionando y acariciando con la lengua, aprovechándose de la, ahora, excesiva sensibilidad para sobre estimular a su pareja. Obtuvo en resultado más sonidos que Hiwatari trataba inútilmente de acallar. Con la vista que tenía frente a sus ojos y los deliciosos sonidos que llenaban la habitación, no podía evitar sentir los deseos, y la necesidad, de poseer a Kai en ese mismo instante.

—Rei… —jadeó, procurando controlar los estremecimientos de los que era preso su cuerpo— Estoy listo.

De algún modo consiguió recordar lo que quería decir. Aunque le costó asimilar sus propias palabras, debido a que no terminaba de comprender la desconocida necesidad de querer tener a su novio en su interior. Estaba aprendiendo mucho en esos momentos, como el hecho de que dejarle a Rei el control de la situación no era malo en lo absoluto.

—Y según veo, deseoso también.

Llevó su mirada a otro lado con cierto pudor ante los nuevos deseos que lo invadían. Sin embargo, a los pocos segundos volvió a mirar a Rei. Su compañero, su amigo, su amado, su todo, quien le miraba con deseo y cariño entremezclados. Esa mirada le hizo dejar atrás cualquier vergüenza, demostrándole así en sus escarlatas pupilas que sí, tenía razón. Estaba deseoso de seguir, deseoso de más, deseoso de volverse uno con él. Cuando su amado notó todo lo que sus ojos expresaban… Lo besó fogosamente, arrebatándole el poco aire que tenía en los pulmones.

En ese beso ahogó algunas quejas, provenientes de verse privado de los dedos que acariciaban y dilataban su interior; habían comenzado a sentirse bien esos toques.

El moreno se apartó por obligación y, sentándose momentáneamente de rodillas en la cama, se desabrochó el pantalón. Hubo prisa en sus movimientos, algo que no se tomó la molestia en ocultar. La paciencia había sido consumida casi en su totalidad por la pasión que le recorría las venas y convertía su sangre en lava.

—Quítate la ropa —Kai habló con la respiración agitada—. Toda.

Fue notable el deseo en su voz, tan notable como el hecho de que sus palabras fueron en un tono entremezclado; pareció tratarse de una orden, convertida en petición a medio camino. Difusamente se dio cuenta del detalle, aunque no pudo darle mucha importancia, ya que la tenue risa de Rei captó su atención.

—De acuerdo, amor.

No supo si concentrarse en lo agradable de ese apodo o en la seductora vista en frente suyo. Su amado se retiró la ropa sin mucha prisa, pero tampoco con mucha calma. En esta ocasión no había podido tocarlo ni estimularlo de ningún modo, por ello, se imaginaba lo increíblemente necesitado que debía estar. Una experiencia completamente nueva para ambos.

Para cuando Rei volvió a subir a la cama, ya no había molestas prendas de ropa estorbando a sus pupilas escarlatas. Agradeció el hecho conforme recorría el exquisito cuerpo de su novio con la mirada. Casi le incomodaron el apetito y las ansias de besarlo, tocarlo y acariciarlo como otras tantas veces había hecho. La idea de las esposas había sido interesante, aun así, en ese momento no pudo evitar odiar un poco al molesto objeto. Su odio mermó tras las siguientes acciones de Rei, pues acarició sus piernas y sus muslos, al mismo tiempo que se acomodaba en medio. Instintivamente, separó sus piernas para darle más espacio. Desconoció si fue su propio gesto lo que, otra vez, dio color a sus mejillas, o si fue el sentirse vulnerable en esa posición. No tuvo cabeza para pensar en ello, no al ver cómo su amado llenaba de lubricante su propio miembro, masturbándose en el proceso.

Contempló la escena por demás fascinado, obligándose a apartar la vista tras escuchar un débil gemido de su novio. Fijó sus pupilas en las contrarias.

A través de una mirada, se dijeron varias cosas; lo mucho que se deseaban uno al otro, entre ellas.

El moreno se inclinó sobre su pareja. Con su cuerpo cubriendo el suyo y sus labios tomando los otros en un beso apasionado, no pospuso más la unión. Dirigió su miembro con la diestra, ubicándolo en la íntima cavidad y empujando delicadamente. La preparación previa, así como el lubricante, fueron de mucha ayuda. No obstante, incluso así tuvo que ir despacio, pudo notarlo al terminar el beso y observar cierto dolor mostrándose en el rostro de su amado bicolor.

—Kai… —gimió su nombre sin poder evitarlo— Si quieres que me detenga, o que vaya más despacio…

—Estoy bien —interrumpió, abriendo los ojos y mirándole aún seguro, aún deseoso—. Bésame.

No tuvo que pedirlo dos veces. Apenas terminó de hablar, tuvo los labios de su novio sobre los suyos, besándole tan apasionadamente que, por unos instantes, se olvidó de los malestares. Sólo unos breves segundos y un último empujón más, eso fue todo para que estuvieran unidos y para arrancarle un trémulo gemido cuyo final fue ahogarse en el beso.

Múltiples sensaciones se hicieron presentes al instante.

Sí, era incómodo. Sí, dolía levemente. Pero… Sí, se sentía inexplicablemente bien. No alcanzaba a entender el porqué de eso último. Quizás era por el sencillo hecho de saberse en un acto tan nuevo e íntimo con su compañero de vida, quizás era algo más físico como sentir el calor, las palpitaciones y cada parte de su amante en su interior. No podía saberlo y no podía deducirlo, no con lo embriagado que estaba de amor, pasión y placer.

Otro movimiento de sus brazos hizo las esposas sonar de nuevo; comenzaban a agobiarle. Reflejó su sentir en un tenue bufido una vez el beso finalizó. De acuerdo, no sólo estaba sintiéndose agobiado por estar atado, sino que el mismo hecho estaba empezando a incomodarlo. Pese a ello, se guardó el sentir y trató de no mover más los brazos.

—¿Quieres que te quite las esposas?

Esas palabras obtuvieron su atención. En las hermosas pupilas de color oro pudo atisbar… Preocupación. Posiblemente.

Consideró la respuesta unos cuantos segundos.

—Es tu regalo, Rei.

No fue ni una afirmación, ni una negación, fue más bien… Un motivo, o tal vez una excusa, para no quejarse y reprimir un sí. Sí quería que se las quitara.

Rei negó lentamente con la cabeza y besó cortamente en los labios a Kai.

—Es importante que estés cómodo. Quiero que lo disfrutes.

Aclarado eso, le dedicó una cariñosa sonrisa. Con cuidadosos movimientos alcanzó la llave que había dejado reposando en la mesa de noche y, estirándose poco, alcanzó después las esposas. Su novio suspiró y él mismo estuvo a punto de hacerlo debido a que sus acciones provocaron movimiento a su sexo en aquel apretado interior. Tuvo que carraspear para concentrarse. Segundos después, retiró las esposas y las lanzó junto con la llave a la mesa de noche. Tardó más en acomodarse de vuelta en su posición, que lo que su amado tardó en plantarle un hambriento beso en los labios mientras le acariciaba la espalda con ansias. Correspondió al beso con intensidad igual, disfrutando del gesto, de las caricias y… de un movimiento de caderas que le arrancó un gemido. No se trató de una gran acción, pero sirvió para poner a prueba su capacidad de autodominio.

Haciendo un suave roce entre sus labios, le dedicó una atenta mirada a su novio. Quería cerciorarse de que estaba listo para continuar. A su ver, no había pasado suficiente tiempo para que Kai se acostumbrara a su intromisión. Sin embargo, la escarlata mirada le hizo una silente declaración de pasión y anhelo, mismos que fueron los causantes de hacerlo estremecer.

Volvieron a besarse, con más lentitud y con más amor, ahogando en boca del otro, débiles gemidos producidos por el inicio del vaivén de caderas.

Ciertamente, molestas sensaciones aún tenían incómodo a Kai, mas no mermaban el calor adherido a su piel. Deseaba eso, deseaba continuar hasta apagar las llamas que le consumían. ¿Así se sentía Rei cuando él le hacía amor? Eso podría explicar muchas cosas.

Sonrió tenuemente a la conclusión del beso, justo antes de estampar sus labios en la línea del mentón y dejar besos húmedos sobre la zona, hasta alcanzar el cuello. Fueron, posiblemente, gestos poco cuidadosos y de ligera torpeza a causa del conjunto de corrientes eléctricas que le recorrían el cuerpo sin que pudiera hacer nada por calmarlas, no es como si quisiera eso de todos modos; se sentía realmente satisfecho con tener a Rei sobre de su cuerpo, tomándolo entre movimientos suaves que le permitían acostumbrarse poco a poco a recibirlo.

Gradualmente, comenzó a sentir menos malestar y más placer. Sabía que la incomodidad cedería, pero no sabía cuán satisfactorio llegaría a ser hasta que varios gemidos altos amenazaron con salir de su boca.

Un poco orgulloso, un poco obstinado, bastante él, quiso guardarse los sonidos que le burbujeaban en la garganta, siendo así como se encargara de entretenerse depositando besos por todo el cuello de su amado, alcanzando su hombro y dejando ahí unas cuantas mordidas con el mínimo conocimiento de que, si hacía marcas, nadie podría verlas.

Comenzó a perder la noción del tiempo, y la noción de todo su entorno. Apenas era consciente de que las embestidas aumentaban en velocidad, apenas notaba los jadeos de Rei y apenas se percataba de que su novio había puesto una mano en su cadera, sujetándole mientras imprimía más fuerza en el vaivén, llegando más profundo en cada estocada. Naturalmente, tras unos segundos, una embestida alcanzó ese exquisito y sensible punto en su interior.

—¡Rei! —soltó su nombre en alto, incapaz de refrenar su boca por más tiempo— Zaebis.

Sin ninguna lucidez de por medio, no se dio cuenta de que escapó de sus labios una palabra en otro idioma.

Rei no supo con exactitud en donde poner su atención, si en lo increíblemente bien que se sintió el interior de su novio luego de llegar a su zona sensible, en lo delicioso que sonó su nombre en forma de gemido, o en la palabra en otro idioma que curiosamente le pareció ruso y sospechosamente le sonó a una maldición o algo similar. De haber podido reír, posiblemente lo hubiera hecho. Aquella no era la primera vez que en medio del acto escuchaba murmullos de Kai que le parecían palabras en otro idioma; sí era la primera vez que lo había escuchado con total claridad. Se sentía entre hilarante y satisfactorio provocar esa reacción, sin mencionar lo extraordinariamente sensual que le pareció.

Tal vez, cuando recuperara la claridad necesaria para pensar y expresarse, podría decirle a su amado lo sexy que era escucharlo hablar en otro idioma cuando estaban haciendo el amor. Dejó esa idea flotando en su mente, incapaz de brindarle entera atención por culpa del perfecto ser que, bajo su cuerpo, se entregaba sin restricciones, permitiéndole acceso a su intimidad y cobijándolo con su propio cuerpo, con sus fuertes brazos que le envolvían y mantenían cerca, con su cálido interior que le estrechaba más en cada certera embestida.

Estaban al borde de culminar tan exquisita entrega. El último paso hacia el final, fue dado por Rei, después de haberle dedicado una contemplativa mirada a Kai y haber disfrutado de observarlo perdido en el placer. Fue en ese momento cuando atendió de nuevo su miembro, masturbándolo a diferente ritmo de las estocadas, incapaz de llevar a cabo acciones armónicas. La desigualdad en los movimientos poca importancia tuvo para Kai, quien, habiéndose abstenido de un orgasmo previamente, no pudo continuar resistiéndose al desmedido deleite que sometía su cuerpo; ni siquiera logró dar aviso a su amante de su irrefrenable explosión de placer, sencillamente sucedió. Un largo gemido suyo resonó en la habitación. En medio de tan espléndido orgasmo, se sintió casi sofocado, pero indiscutiblemente satisfecho conforme su vientre se manchaba de su propia esencia. No tardó en abrazarse un poco más fuerte a Rei, convirtiéndolo en su ancla a tierra, aunque... La mayor parte del tiempo ya lo era, no sólo durante sus íntimos encuentros.

En seguida, la cúspide de placer le llegó también a Rei. Disfrutó del torbellino ígneo que incineró todo cuanto halló a su paso, y no se cohibió de hacer saber su clímax mediante un alto gemido, el cual siguió al de su amado mientras llenaba su interior sin haber tenido el autocontrol requerido para abandonar su cuerpo antes de ello; en el instante, ni siquiera logró pensar en eso. Se abrazó al caliente y húmedo cuerpo que acababa de poseer.

Después de la fuerte agitación, quedaron músculos relajándose, cuerpos mojados de sudor y respiraciones aceleradas normalizándose poco a poco.

Rei juntó su frente con la de Kai, permaneciendo unido a él un rato más.

Podrían estar cansados y sucios, pero realmente no querían moverse. Ignorando las aún presentes perlas de sudor en sus pieles, Rei se dedicó a llenar de besos el rostro de Kai, quien se dejó hacer, complacido, con los ojos cerrados y una sonrisa incontenible en los labios.

Si pasaron minutos o segundos, ninguno de los dos lo tuvo muy claro, ni tenía relevancia tampoco.

—Lo siento —Rei rompió el silencio, ganándose la curiosa mirada de Kai ante su repentina y suave disculpa—. Por… Terminar adentro.

Dijo en bajo, y a ambos un ligero calor les escaló hasta las mejillas.

—Descuida —le acarició una mejilla—. Me… gustó.

La voz se le apagó en la última palabra, pero a su novio no se le escapó lo que dijo.

Rei sonrió, entre aliviado y encantado, pues ver el rubor crecer en el rostro de su novio tras esa sencilla frase fue sumamente agradable. Decidió intentar hacer que ese calor aumentara más, sólo porque Kai le parecía tan adorable así.

—Y a mí me gustó escucharte maldecir en otro idioma.

Una sutil sorpresa se hizo visible en las facciones del ruso. No supo con exactitud qué decir; no había notado el momento en que hizo aquello, mas tenía conocimiento de que, ocasionalmente, al intimar se le escapaban palabras o frases en otros idiomas. El sonrojo en su piel se volvió más notable conforme abría la boca. Cualquier comentario al respecto, murió en sus labios al escuchar una tersa risa de parte de su novio.

—Fue divertido, pero… sexy también.

El felino chico admitió aquello, dedicándole una sonrisa que aceleró sus latidos unos momentos, antes de brindarle una cálida tranquilidad.

Correspondió la sonrisa y le dio un beso en los labios.

Se besaron, derrochando amor entre un par de castas caricias más y entre algunos movimientos para, por fin, separarse. Los dos necesitaban descansar, en especial Kai, al menos a opinión de Rei.

—Durmamos un rato, después nos levantaremos para tomar un baño.

Kai asintió a las palabras del moreno, incluso si sabía que eran mentira. Usualmente, solían caer rendidos luego de intimar; podía contar con los dedos de una mano las ocasiones en que realmente se habían levantado después de un rato para bañarse y limpiar.

Una vez Rei abandonó el cuerpo de Kai, este sintió echar de menos no sólo la cercanía, sino la perfecta forma en la cual sus cuerpos se conectaban. No mencionó nada al respecto, sino que adoptó un gesto pensativo, al mismo tiempo que cerraba sus piernas y trataba de acomodarse mejor en la cama para descansar. Le fue de utilidad la ayuda de su compañero para cubrirse con las mantas, y aunque se encontraba reflexionando, no le pasó desapercibida la interesada mirada que esas felinas pupilas dedicaron a su cuerpo. Sonrió por ese hecho, procurando centrarse en eso y no en la inusual sensación de la tibia esencia que se deslizaba fuera de su interior.

Contuvo un suspiro de resignación, pero no así el nuevo bochorno que le dio color a su rostro. Trató de ocultar su reacción descansando su cabeza en el pecho de Rei cuando este se recostó a su lado.

Por supuesto, con la especial atención que el chico de ojos dorados brindaba a su pareja, fue imposible que no lo notara ruborizándose de nuevo. Supuso el motivo —él había pasado por lo mismo en su momento—, mas no comentó nada. Avergonzar a su novio tenía un límite y sabía en dónde estaba.

—Kai, quería preguntarte si… —interrumpió el silencio con suavidad, acariciando del mismo modo los cabellos de su compañero— ¿Te gustaría volver a repetir la experiencia? No precisamente atado, podemos dejar eso si no te gusta por completo.

Añadió rápidamente lo último, mirando al otro chico con cierto anhelo en su mirada, pese a tener en cuenta que Kai estaba cerca de quedarse dormido. Lo notaba exhausto, incluso si trataba de aparentar que no.

Esa pregunta era exactamente la misma que el ruso había estado haciéndose desde que recuperó la capacidad de pensar. En esta ocasión, no necesitó pensar durante todo un día para obtener la respuesta. Sin prestar mucha atención, comenzó a dibujar figuras sin forma en el pecho de su amado, antes de dar respuesta.

—Sí —alzó unos momentos su cabeza para fijar su mirada en la ajena—, sí me gustaría.

Fue feliz disfrutando del brillo de entusiasmo que adornó esa mirada que tanto amaba, y le resultó imposible no alzarse para darle un último beso, ignorando el cansancio y lo adoloridas que comenzaba a sentir ciertas partes del cuerpo.

—Te amo.

Rei declaró, con el amor más sincero y real que jamás había sentido hacia ninguna otra persona, sólo hacia su particular bicolor.

—¿Por qué voy a dejarte hacerme lo que quieras?

—¿Qué? ¡No! ¡Kai!

La sonrisa de diversión en labios de Kai se convirtió en el amago de una risa, a la par que volvía a acomodarse en la posición anterior dispuesto a dormir.

—Te amo, Rei —dijo bajo, no por ello menos verdadero que su novio, al contrario—. Feliz cumpleaños. Y buenas noches.

—Gracias, por todo. Buenas noches —volvió a acariciar los azules cabellos—. Descansa, amor.

—Tú también… cariño.

El silencio se hizo en la habitación, envolviendo al par de cansados pero enamorados jóvenes. Ambos estuvieron a punto de dormirse, al menos, hasta que Rei cayó en cuenta de algo.

—¿Cuál será el regalo de Tala y Bryan?

Por el bien de su integridad física, Kai fingió haberse quedado dormido y no escuchar eso. No tocaría esa caja ni permitiría que Rei lo hiciera hasta que se recuperara de aquella noche. Necesitaría todas sus facultades para hacer uso del regalo del par, o para matarlos por atrevidos.

Notas finales:

¡Ojalá les haya gustado! A estas alturas de la vida no tengo muchas esperanzas en que me hagan saber su opinión, mis queridos fantasmas~ Pero si alguien se anima, me encantaría leer qué pensaron del capítulo con este "pequeño" cambio de papeles. Honestamente, no sé si haya otras historias en donde Kai sea pasivo, no he leído demasiado de Beyblade por fines creativos, es decir, para que no haya otras historias influyendo en las mías.

Por otro lado, quiero disculparme si hay alguna falla en mi ortografía y/o redacción. No miento al decir que releí este capítulo al menos 50 veces y, la verdad, ya no me dio la cabeza para leerlo una vez más luego de hacerle las últimas correcciones. Así que, una disculpa por cualquier fallo que vean.

Zaebis: Palabra rusa que significa "impresionante", "muy bueno" o algo así, pero en inglés podría traducirse como "Fucking good", lo que nos lleva a que es una expresión considerablemente vulgar.

Creo que eso sería todo. Si llegaron hasta aquí, ¡gracias!

Nos leemos en próximas actualizaciones~


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