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Just falling in love por Skarlatta

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Cafetería

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Finos copos comenzaban a caer del cielo, uniéndose a la nieve que adornaba las calles de la hermosa ciudad de Rusia.

Resguardado del inclemente frío, Rei observaba a través de la ventana de una cafetería el espectáculo de la naturaleza, recordando un poco su pueblo natal; seguramente estaría también cubierto de nieve, con la diferencia de que el clima no era tan extremo como en aquella ciudad. Aunque los residentes parecían por demás acostumbrados.

Adultos cubiertos con gruesos abrigos paseaban sin demostrar molestia ante la suave nevada, niños pequeños jugaban alegres con la nieve, y cierto chico de cabellos bicolor andaba despreocupado con sólo una chaqueta negra.

Inmediatamente, cierto desapruebo se mostró en las doradas pupilas, sentimiento que permaneciera ahí desde que vio a Kai llegando a la cafetería hasta que lo vio entrar y caminar hacia su mesa.

—No comiences, por favor.

Pidió el ruso tras sentarse, sabiendo muy bien lo que estaba pensando el otro chico. No en vano llevaba conociéndolo desde hacía cinco años.

—No tienes remedio, Kai.

Negó lentamente con la cabeza, resignado a sabiendas de que podía reprenderle las veces que quisiera e igualmente Hiwatari seguiría haciendo lo mismo porque "El frío no me afecta demasiado", según él. Cuatro años en una relación romántica le hacían aceptar sin más remedio esas manías.

Se miraron en silencio unos segundos.

¡Cuánto amaban la manera de ser del otro! Los regaños, la terquedad, la resignación, el orgullo. ¿Cómo podía alguien amar el orgullo y la testarudez de otra persona? Bueno… Es una pregunta que ninguno de los dos ha logrado responder.

Tras unos segundos, ambos terminaron sonriendo con cariño y diversión entremezclados.

Recargándose sobre la mesa se alzaron para darse un beso. Apenas habían pasado unas cuántas horas desde la última vez que se besaron, pero ambos sentían necesitar ese gesto.

Antes de detenerse a pensar, o siquiera de darse cuenta, Rei ya se había levantado para sentarse al lado de Kai, buscando su cercanía. La acción fue bien recibida de parte del ruso, quien sin reparo alguno pasó su brazo por la cintura de su novio, abrazándole un poco mientras le besaba la mejilla. No le importaba en lo absoluto si en aquel país eran bien o mal vistas las relaciones así. Nunca le importaba la opinión de la sociedad.

—¿Cómo te fue?

Rei preguntó interesado. No podía ser de otro modo ahora que un par de responsabilidades de las empresas Hiwatari comenzaban a ser tomadas por Kai.

—Bien. Supongo —contestó no muy seguro—. La reunión fue más sencilla de lo que pensé.

—¿Pero…?

Le animó a hablar conforme acariciaba su mano sobre la mesa.

—Aún hay quienes piensan que no estoy listo para tomar ciertas responsabilidades de la empresa.

—Claramente no saben lo perfeccionista, exigente, controlador y mandón que eres.

Otro silencio y otro intercambio de miradas.

Kai sentía venir un tic nervioso, pero antes de llegar a ello, Rei soltó una pequeña risa. Seguro se reía de su expresión, no porque fuera una broma. Estaba seguro de que su novio no bromeaba y la manera en que le describió era 100% real.

—Aquí está su orden.

Una joven mesera se acercó con una charola y sin demora colocó en su mesa un par de postres y dos tazas de café humeante, retirándose tras darles una amable sonrisa.

Ambos chicos agradecieron, para después volver a mirarse.

Rei volvió a reír suavemente, antes de acercar su rostro al de Kai y tomar sus labios con suavidad, sin prisas, acariciando apenas con la punta de la lengua antes de apartarse.

—No te preocupes mucho por lo que piensen. Estás listo y lo harás bien —acarició su rostro—. Y si continúan molestando, bueno… Puedes torturarlos como aún torturas a los Bladebreakers cuando entrenamos.

Incluso contra su voluntad, Hiwatari terminó por sonreír, aunque eso era algo que le ocurría con mucha frecuencia cuando estaba con el moreno. De un modo u otro terminaba relajándose y sonriendo tranquilo. Más allá de eso… Sonreía feliz.

Envuelto por la cálida sensación provocada por su novio no titubeó en buscar sus labios, devorándolos con el cariño guardado sólo para él.

—Kai… —murmuró a duras penas entre el beso— El café va a enfriarse y… y… Estás frío.

Indicó, apartándose delicadamente para poner su dedo índice en la punta de la nariz del ruso, sintiendo la misma frialdad que percibía en sus labios y su rostro.

—Puedes hacerme entrar en calor.

Fue apenas un susurro, pero el tono sugerente en su voz fue suficiente para hacer ruborizar a Rei.

—¡Kai! —reprendió en un extraño grito ahogado que pasó por un susurro sobresaltado— ¡Estamos en público!

Esa reacción hizo sonreír divertido al bicolor. No dijo más, simplemente besó de nuevo una de las mejillas de su pareja y, mostrándose satisfecho, se dispuso a comer. Dejó muy claro que se trataba sólo de una broma, lo cual abochornara un poco más al moreno.

—Eres imposible.

De nuevo volvió a resignarse, ésta vez con el ceño fruncido. No obstante… Sabía, en sus adentros, que esas pequeñas discusiones sin importancia no eran exclusivamente culpa del otro chico, no. Era culpa de ambos, porque los dos eran orgullosos y testarudos, y todo lo convertían en una pequeña competencia. Él molestó ligeramente a Kai, riéndose de su expresión, así que Kai le molestó de vuelta para divertirse de su reacción.

—Tú también.

No hubo titubeo en sus palabras, pero tampoco hubo enojo, malestar ni nada parecido. Sólo otra broma inofensiva entre ellos con la cual estuvo cerca de ganarse una mala mirada. Evitó eso acercándole a Rei una cuchara que contenía un trozo de postre, sorprendiéndolo de inmediato.

Pastel de miel.

El chino nunca había probado tal postre, simplemente había visto a su novio comerlo un par de veces desde su llegada a Rusia, por eso lo pidió junto a otros que, sabía, eran sus favoritos.

La sorpresa no le abandonó mientras abría la boca, permitiendo a su amigo y pareja darle a probar aquella dulce comida. Detrás del gesto le fue dedicada una pequeña sonrisa. Cuánto amaba ver a Kai sonreír; eso inevitablemente le hizo sonreír también después de que pasara el bocado.

—Dulce.

Fue el simple comentario de Rei conforme tomaba una cucharada de su propio postre, teniendo conocimiento de que también le gustaba a su novio. Sin demora le acercó la cuchara a los labios, y por supuesto que la acción no fue rechazada por el bicolor, aceptando así comer con gusto el pastel de chocolate ofrecido.

El poseedor de Dranzer optó por no cuestionar al otro chico, ni cuestionarse a sí mismo, si ese "Dulce" era dicho hacia el postre o hacia él por su actuar. Mejor pensar que era hacia el pastel. Así fue como restó importancia a ese hecho y de paso también restó importancia al hecho de que estaba protagonizando una muy empalagosa escena con el chico que amaba pues continuaron acercándose cucharadas con postres mutuamente durante toda la cita.


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