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Baile lento
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La pista de piano llenaba la estancia de la mansión Hiwatari, mientras las figuras de dos chicos se movían con finura entre tenues luces provenientes de velas en candelabros.
—Aún no puedo creer que estemos haciendo esto.
Rei habló en voz baja, sin apartar su cabeza del hombro de Kai, quien le sostenía por la cintura con su diestra.
—¿Haciendo los preparativos para nuestra boda o bailando?
—Ambas cosas.
Dijo tras una pequeña risa, aprovechando que su mano derecha sostenía la izquierda de su prometido para darle suaves caricias en el dorso.
Por su parte, Kai sonrió sin poder ni querer evitarlo.
Ocho años atrás un nuevo equipo de Beyblade se creó: Los Bladebreakers. ¿Quién diría que ese sería el comienzo de una historia de amor entre dos chicos?
En medio de diversas dificultades su relación se abrió paso. Disfrutaron de las subidas y superaron las bajadas. No fue fácil, sin embargo, después de siete años seguían tan enamorados el uno del otro como el primer día, y seguían tan dispuestos como entonces a continuar avanzando juntos, como los compañeros, amigos y amantes que eran.
No imaginaban una vida sin el otro. Siendo así… ¿Qué les impedía dar el siguiente paso?
Absolutamente nada.
Así que… Ahí estaban: Papeles desperdigados sobre una mesa de centro, cuadernos, plumas y música de fondo. Todo formando parte de los muy complejos preparativos para la boda.
Llegado cierto momento habían decidido tomarse un descanso de leer y anotar, entonces surgió la idea de escuchar varios discos de música para escoger los que usarían en el importante día. Una cosa llevó a la otra y, antes de darse cuenta, estaban ya bailando lentamente. Fue en esa confortable cercanía en donde ambos notaron que era la primera vez que bailaban algo así. Sorpresivamente, no se les estaba dando nada mal.
—¿Alguna vez imaginaste algo de esto? —Kai preguntó— ¿Tú y yo? ¿La boda y los preparativos? ¿El baile?
—Mm… —Rei lo pensó por unos momentos— Tú y yo… Sí. Desde que nos conocimos, contigo me sentí distinto. Aún tenía ciertos temores, pero, de algún modo, convivir contigo y aprender de ti me hizo dejar de tenerlos.
Sintió a su prometido estrecharlo un poco más contra su cuerpo, y casi pudo jurar que no quería apartarse nunca de él.
—La boda y los preparativos… ¿Sí? Es decir, lo pensé, sólo no sabía si se haría realidad. En cuanto a los preparativos, nunca creí que serían tan complicados.
Algo de diversión se atisbó en sus últimas palabras. Vaya que estaba siendo laborioso hacer preparativos cuando él provenía de China y Kai de Japón, pero con ascendencia rusa.
—¿Y tú?
Tras preguntar, alzó su rostro para poder ver a los ojos a su pareja, sintiéndose derretir entre sus brazos ante el amor que silenciosamente le profesaban las pupilas escarlatas.
—Sí. Cuando estaba contigo las cosas eran distintas. Siguen siéndolo —rectificó luego de unos segundos—. Contigo me siento… Libre. Libre de muchas cosas, libre para irme o quedarme, aunque siempre escogeré quedarme contigo.
Vio en la mirada dorada un brillo que lo enamoró incluso más, si es que era posible.
Ninguno esperó a las respuestas de las siguientes preguntas, casi perdieron relevancia al momento de besarse, aún bailando, aún con la hermosa música de fondo y aún olvidándose del mundo a su alrededor como la primera vez que se besaron.