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Beso en la frente
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El sol se había ocultado desde bastantes horas atrás, sin embargo, eso no tenía relevancia alguna para dos chicos que entrenaban arduamente con sus beyblades.
"Tengo que conseguirlo, tengo que lograrlo o nunca recuperaré a Driger"
Eran los pensamientos de Rei mientras lanzaba una y otra vez su blade contra los gruesos tablones de madera. La meta era destruir diez, pero sin su bestia bit apenas lograba destruir cuatro. Era un progreso considerando que al comienzo no rompía ni siquiera una, mas no era una gran hazaña y no era lo que necesitaba para traer de vuelta a su felino amigo.
—Tal vez necesites más impulso.
Estaba cerca de perder la paciencia y caer en la desesperación, cuando la voz de Kai atrajo su atención, haciéndole girar a mirarlo.
—Con Driger puedes atacar de forma directa porque es poderoso, sin él… Quizás debas buscar otros métodos de ataque. Trata de ganar velocidad antes de atacar.
Asintió a la recomendación del bicolor. No replicó a sus palabras, no podría, simplemente hizo caso y lanzó su blade con las últimas energías que le quedaban. Dio algunos giros en torno a los tablones de madera, esquivándolos y obteniendo más velocidad antes de atacar. Destruyó cuatro maderas, antes de retroceder para recuperar el impulso perdido y entonces volver a atacar. En resultado logró destruir otros cuatro tablones antes de que Driger se detuviera.
—Lo… Lo conseguí, mejoré un poco.
Dijo cansado y agitado, sintiéndose desfallecer.
—Sí, lo hiciste.
Kai confirmó, sujetando a Rei por la cintura para que no cayera una vez las energías le abandonaron por completo.
—Pero… Aún no es suficiente.
—Lo es por esta noche.
—Pero, pero… Kai —se quejó e intentó apartarse de su compañero, fallando en el proceso por lo exhausto que estaba—. Todavía puedo seguir entrenando.
El bicolor negó con la cabeza y cargó en brazos a su amigo, ignorando sus débiles quejas mientras lo llevaba al interior del dojo, en donde descansaba el resto del equipo, todos tan profundamente dormidos que no notaron su llegada. Mejor así.
—Kai…
—Shh —le silenció conforme le acostaba en el futón—. Ni siquiera puedes mantener los ojos abiertos. Es mejor que descanses.
Obtuvo en respuesta otro débil quejido, el cual ignoró como los anteriores. Nada le impidió terminar de arropar al chino.
—Kai… Driger…
Murmuró con los ojos ya cerrados y a punto de dormirse.
Kai comprendió y no demoró ni dos minutos en ir por el blade de Rei y regresar a su lado, poniendo a Driger en manos de su amigo luego de quitarle los guantes negros.
—Aquí lo tienes, ahora descansa.
Su voz fue muy suave, y si alguien le preguntara el motivo de ello mentiría diciendo que fue con el fin de evitar despertar a los demás.
—Gracias… por todo.
Susurró Rei, demasiado cansado como para continuar objetando o siquiera para negarse a que su amigo le quitara la cinta de su frente.
Debido a la oscuridad de la noche y a que nadie estaba viéndole, Kai pudo permitirse el mirar a Rei cálidamente, con todo el sincero cariño que le tenía exclusivamente a él. Deseaba poder protegerlo de cualquier mal, aunque había fallado bastante en ello al no estar presente cuando se llevaron a Driger.
Contuvo un suspiro. Delicadamente, sus dedos acariciaron algunos mechones de cabello negro que caían sobre el rostro del chino.
—Lo recuperaré. Te traeré a Driger de vuelta —susurró, inclinándose para depositar un beso en su frente—. Lo prometo.
Tras aquella firme promesa se puso de pie y salió del dojo para continuar entrenando.
Rei estaba lo suficientemente consciente como para que esas palabras y acciones no le pasaran desapercibidas. Sonrió ante lo ocurrido, comenzando a quedarse dormido con una increíble sensación de bienestar y alegría llenando su pecho.