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Fenómeno por Liss83

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Notas del capitulo:

esta historia participa en el SamBuckyWeeks de la Pagina SamBucky-Español de Facebook SamBucky - English

Una hora después, ambos hombres estaban sentados en  la sala frente a frente. Cada que vez que sus miradas se cruzaban, Bucky se sonrojaba a mas no poder. Sam sirvió jugo de sandía y cruzo las piernas, dándole a entender al contrario que tenía el control de la situación

 

 

 

-          ¿hubo algo entre Joaquín Torres y tú? – pregunto Bucky

-          Este obsesionado con Torres – dijo Sam en medio de una carcajada –. No – dijo después de un momento –. Es como un hermano. Te voy a confesar algo a ti, no al periodista, Joaquín y mi hermana…, bueno, hay algo ahí. No lo han hecho oficial, pero hay algo

-          ¿enserio? – pregunto Bucky sorprendido

-          Mi turno – contesto Sam con una media sonrisa – ¿en qué piensa tanto un omega, al punto de olvidar que va entrar en celo?

-          Vivo  para mi trabajo – dijo Bucky y sentía como cosquilleaba su piel bajo la mirada penetrante de ese alfa tan seguro de sí mismo. Maldita naturaleza. Y maldito cuerpo que Adonis que tenía el empresario. No ayudaban en nada a calmar sus alborotadas hormonas

-          ¿Amor? – dijo Sam

-          Es mi turno – replico el reportero – ayer… dijiste que estabas enamorado – Sam asintió – ¿es del medio?

-          Tal vez si, tal vez no – dijo el moreno dubitativo

-          No estas siendo sincero – acuso Bucky

-          No, no estoy siéndolo – dijo Sam sonriendo

-          Eso… no es jugar limpio – protesto Barnes

-          Nunca dije que lo haría. Dije que sería honesto – señalo Sam – no que jugaría limpio – y otra vez esa sonrisa que desarma completamente el contrario - ¿hola? ¿estás ahí?

-          Perdón – dijo Bucky bajando el rostro sonrojado

-          Mi turno. ¿te gusto el desayuno? – pregunto Wilson

-          Esta delicioso – dijo Bucky sonriendo mientras miraba la flor que adornaba la bandeja – gracias

-          Tu turno – dijo el moreno

-          Cierto – dijo Bucky intentando concentrarse – ¿Por qué te rehusabas a darme  una entrevista?

-          De hecho – dijo Sam – oficialmente aun no lo hago – y Bucky tuvo que aceptar cuan cierto era esa declaración

 

 

 

Wilson le había contado infinidad de cosa que harían explotar los titulares del Clarín por tres años ininterrumpidos ¿pero daría su consentimiento para que se publique? Dios, en que problemón se había metido. Empezaba a creer que en vez de que esa entrevista catapultase su carrera, la hundiría irremediablemente.

Pero de pronto, algo se le ocurrió para volcar el juego a su favor

 

 

 

-          ¿Por qué te negabas a darme una entrevista mientras tus estas obsesionado conmigo? – pregunto entrecerrando los ojos

-          Al fin la pregunta correcta – dijo Sam sonriendo con superioridad. Definitivamente esa no era la reacción que el periodista esperaba

 

 

 

_______________

 

 

 

Era las seis de la tarde del día miércoles cuando Bucky escucho su nombre en un grito que provenía desde dirección de redacción mientras terminaba de enviar un e-mail. Sam Wilson había sido un verdadero dolor de cabeza, no solo por la entrevista tan extraña que le había dado, sino también por los estragos que el alfa había hecho en su mente y en su corazón. ¿Cómo podía ser un hombre tan enigmático y transparente a la vez?

Entendía que de cierta manera lo hubiese ayudado con su celo porque estaban atrapados sin opciones, pero no era solo eso. El alfa había sido un verdadero caballero en su trato, al punto de hacerle recordar lo que era en realidad, aunque su mirada penetrante, casi devoraba cada milímetro de su piel.

 

 

 

-          ¡Barnes! – dijo Stephen Vincent Strange, el director del Clarín, estaba parado en la puerta  con las piernas abiertas y las  manos en la cintura – aun no me ha llegado tu reportaje sobre Samuel Wilson, y hoy se debe enviar a redacción ¿Dónde está? Porque en mi escritorio no lo veo

-          Señor Strange… – dijo Bucky – sobre eso…

-          Buenas tardes – dijo una voz grave detrás del omega que le envió escalofríos a cada parte de su cuerpo y lo hizo cerrar los ojos antes de girarse para encararlo

-          Señor Wilson – dijo Strange sonriendo – es un…

-          ¿Podemos hablar? – dijo Sam avanzando hacia el omega – a solas – añadió cuando Strange quiso hablar

-          Yo… – dijo Bucky bajo el escrutinio de todos los presente

-          Por favor – insistió Sam

-          Pueden ocupar mi oficina sin problemas – ofreció Strange sonriendo

-          Por favor – dijo Bucky señalando el camino

-          Después de ti – dijo Wilson sonriendo tranquilamente mientras le cedía el paso

-          Perdón – dijo Strange sonriendo – Barnes…

-          No se preocupe – dijo este y avanzo hacia la oficina de su jefe seguido por el multimillonario

 

 

 

Todo el personal vio a ambos hombres avanzar hasta el lugar y cerrar la puerta. Era un lugar espacioso, con una buena panorámica de la ciudad, tal vez no tan espectacular como la suya, pero no estaba mal, pensó Sam. Tenía sillones tapizados en cuero, algunas masetas con plantas bien cuidadas que le daban a la oficina un aspecto sofisticado y elegante. Pero al parecer nada de esto le atraía al millonario, que no despegaba su vista de él.

 

 

 

-          ¿Le sirvo algo en especial? – dijo Bucky acercándose a la cafetera

-          No viene a tomar nada – dijo Sam – vine a saber por qué no vas a publicar la entrevista

-          ¿La leyó? – pregunto Bucky intentando no esquivar su mirada

-          En primer lugar, si mal no recuerdo, el último fin de semana nos tuteábamos – dijo Sam – y creo que atravesamos momentos lo suficientemente fuertes como crear lazos que impidan un retroceso en ese punto en específico. En segundo lugar, obviamente la  leí, y de manera muy detenida, como para entender a la perfección tu nota final, donde aclaras que no lo publicaras. Quiero saber por qué redactaste un reportaje digno de un Pulitzer y te niegas a publicarlo. – Bucky respiro hondo mirándolo –. Bucky, vine por respuestas y no me iré sin ellas

-          No puedo – dijo Bucky

-          No es una respuesta – dijo Sam avanzando lentamente hacia él

-          No es ético ¿ok? – dijo Bucky retrocediendo un paso

-          ¿No es ético? – dijo Sam deteniéndose sorprendido

-          Obtuve las respuestas prácticamente jugando verdad o reto como una colegiala, si – dijo Bucky –. No me parece ético publicarla

-          Fue una conversación de dos adultos con mi consentimiento – dijo Sam – donde ambos obtuvimos algo a cambio. Además que yo siempre supe lo que pasaría con la información que estaba dando. Nunca hubo engaños, por lo tanto el argumento de tu “ética” no es válido – Bucky se pasó las manos por el rostro desesperado y empezó a reír histéricamente – ¿y ahora que te pasa? – pregunto el diseñador un tanto descolocado

-          Cada semana recibo amenazas de demandas por lo que publico – dijo Bucky – y ahora ¿tú vienes a reclamarme por no hacerlo? Deberían encerrarte en un manicomio – finalizo haciendo retroceder al otro lo que había avanzo

-          Este es el Bucky que me gusta – dijo Sam sonriendo maliciosamente – ¿y mi entrevista? Ah… no olvides mi café – el periodista solo exhaló

 

 

 

Todos estaban expectante fuera de la oficina del editor en jefe, y ni siquiera pensaron en disimularlo cuando la puerta se abrió media hora después, dejando salir a un periodista completamente tenso al lado de un sonriente y relajado entrevistado. Caminaron hasta el escritorio del menor, quien se sentó un momento y tecleo en su computador

 

 

 

-          Señor Strange – dijo poniéndose de pie minutos después mientras apagaba el aparato – el reportaje ya está en su correo

-          Gracias – dijo atónito sin dejar de ver a la pareja

-          ¿Contento? – dijo Bucky mirando al empresario

-          No – dijo este –. Me ofendiste profundamente  y merezco un desagravio. Tienes que cenar hoy conmigo

-          Estas bromeando – dijo el periodista sorprendido

-          Aun te puedo demandar – dijo Sam tranquilamente aunque su público se inquietó visiblemente

-          ¡Estas enfermo! – siseo Bucky – ¿lo sabias?

-          Tal vez tu entrevista termino – dijo Sam – pero la mía aún no. Necesito respuestas

-          Es oficial – dijo Bucky sonriendo mientras movía negativamente la cabeza – No te soporto

-          Y prepárate porque te daré el mismo trato que recibí este fin de semana – advirtió Sam ofreciéndole el brazo con una sonrisa guasona

-          Púdrete – dijo tranquilamente Bucky antes tomando sus cosas antes de salir del lugar mientras el moreno lanzaba una carcajada

-          Definitivamente este omega me encanta – se dijo Sam a si mismo antes de seguirlo

 

 

Sobre la calle 51 de Nueva York  está ubicado “Le Bernardin” catalogado como el restaurante neoyorquino que más premios James Beard ha cosechado, incluidos restaurante y chef sobresaliente para Erick Ripert, en el 2013, mejor diseño de un restaurante en 2012, restaurantero destacado para Maguy Le Cozé, en 2013. Ubicado el puesto número 36 en la lista más reciente de los ‘50 Mejores’ del mundo, mantienen no solo las estrellas Michelin, sino las cuatro que otorga la crítica de The New York Times.

Ese sería el lugar donde la prensa neoyorquina pasaría la noche a la espera de una sola foto que demuestre públicamente el romance entre el empresario y el periodista, sin embargo la pareja lo haría en un pequeño restaurante cerca de Grand Island, en Luciana. Habían arribado en un avión privado cerca de las ocho de la noche. No era un lugar ostentoso ni nada parecido, de hecho era todo lo contrario. Sam le había dicho “estas personas son las más amables y hospitalarias. No les interesa que vistas camisetas ajustadas, o si tienes seis dedos, o si tu mamá es tu tía”, haciendo sonreír al periodista

 

 

 

La comida no era nada del otro mundo pero a la vez era única. Unas hamburguesas acompañadas de Coca-Cola, papas fritas y algo de ensalada. Lo especial estaba en la gente. Eran personas simples, en su mayoría, por lo que Bucky había podido observar pescadores. Sam Wilson vestido con su impecable Christian Dior realmente desentonaba en ese lugar, pero a la vez era tan natural la forma en la que lo saludaban. Algo como los saludos que él le deba a Steve o Nat, incluyo a Tony. Era… como llegar a casa

 

 

 

 


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