Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lo no vivido por Yae

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

-

 

 

 

Además de probar té en algún puesto nuevo, Itachi disfrutaba de sentarse sobre el pasto, con sus tonos verdes y amarillos. Siempre le proporcionaron una sensación de frescura.

Al menos durante el verano, cuando la lluvia dejaba su rocío por todas partes.

En aquel instante pese a no estar sentado, se hallaba de cuclillas, extendiendo la pequeña pajilla entres sus dedos índice y pulgar, estirando la plantita tanto como podía para llamar a la curiosa comadreja que se asomaba entre los arbustos. El animalito con las pequeñas orejas replegadas aun dudando sobre si acercarse curioso por lo que le ofrecen o retroceder y buscar comida en otro lado.

Itachi se inclinó hacia adelante, entrecerrando la mirada por la acción, para que el marsupial de largo cuello al menos pudiese oler lo que llevaba en manos. Pudiendo distinguir el pelaje extrañamente blanco en la mayoría del cuerpo afelpado que alcanzaba a ver.

Estaba seguro que la ligera discusión que se oía a unos pasos era la principal responsable de que no pudiese ganar la simpatía de la criatura.

Suspiró.

Se habían detenido casi en medio de la nada porque la pequeña carreta donde iban terminó con una rueda rota, un bache que el conductor no alcanzó a ver fue el desencadenante.

Y como si fueran algún tipo de excursión de preescolar todos terminaron regañándose para determinar algún responsable. Es probable que hace un año, Itachi hubiese actuado como mediador para brindar una solución rápida y continuar con la “misión” encomendada. Haciendo uso de su labia para que el más apto terminase por reparar el daño.

Sin embargo, ahora no era así.

Con una media sonrisa dejó a su hermano en el embrollo, en tanto aburrido buscaba algo para pasar el rato. La comadreja al fin se estiró lo suficiente, su nariz olfateando por exactamente un par de segundos, antes de fruncirla y retroceder para perderse entre la maleza. Itachi volvió a suspirar, sentándose del todo sobre la tierra, apoyando ambas manos para descansar un poco. No tendrían que utilizar un transporte tan poco práctico para un ninja si él pudiese correr y saltar como antes…

Recorriendo absurdas distancias solo a pie, brincando entre los arboles con destreza impulsada por sus reservas de chakra. Pero ahora con una lesión permanente en la pierna izquierda y sus mermados niveles de energía restantes, Itachi debía desplazarse como cualquier civil.

Derrochar horas innecesarias en descansos para los caballos.

No le molestaba.

Quizá porque jamás pudo hacerlo antes, pareciendo disfrutar de aquellos insignificantes detalles que pasó de largo por toda una vida.

No le molestaría recorrer el mundo sobre un caballo o en una carreta, antes de pensar en establecerse en algún verde páramo, no estaría mal llenar la poca luz que quedase en sus irises con paisajes desconocidos.

No era mala idea.

Resopló para llevar la pajilla hacia sus labios, paseándola de un extremo a otro, aguardando porque su hermano viniese a buscarlo… siempre buscándolo. Sonrió ante la monotonía que compartía con Sasuke.

Pero es una mata de cabellos rubios la que va asomándose por su izquierda, antes de que la escandalosa voz resonase en sus tímpanos.

—¡Aquí estabas! —enunció emocionado— ya nos vamos, Sasuke pudo poner a trabajar a los anbus dattebayo.

Le explicó sonriente, inclinándose para ver la razón por la cual Itachi estuviese sentado en el piso.

—Lo solucionaron bastante pronto —mencionó, para no reducir su respuesta a un simple asentimiento, de todas formas, no hay mucho que pudiera decirle a Naruto.

Es simple cortesía cuando le asintió en respuesta a tantas sonrisas.

Cuando regresaron, Sasuke ya se encontraba acomodando las bridas de los caballos para que el humilde campesino que contrataron como conductor pudiera volver a dirigir, los anbus designados a aquella “misión” les dirigieron una breve mirada de soslayo, sin las máscaras puestas para tratar de pasar desapercibidos según dijeron en burda excusa.

Itachi no logró distinguirlos de ningún lado, pese a que se percibiesen de su misma edad no podía recordar haberlos visto antes. Ella parecía la más animada, tratando de hablar en cuanto todos subieron a la carreta, recostándose casi como Naruto sobre la paja en tanto su compañero era el encargado de vigilar los alrededores y por ende ir a pie.

—Si no tenemos otros contratiempos, deberíamos estar en… mmm —hizo amago de pensar en tanto sujetaba un mapa— dos días más.

—Dos días es demasiado tiempo, dattebayo. Ya quiero ver a los conejos.

—¿Conejos? —Sasuke enarcó una ceja.

—Sí, sí —asintió enérgico— Sakura-chan me dijo que allí tienen muchos conejos´ttebayo.

Sasuke siseó burlón acomodándose mejor.

—¿Le gustan los conejos, Naruto-san? —ella preguntó juguetona, inclinándose un poco sobre el mencionado.

—No lo sé. ¿Pero te imaginas montañas y montañas de conejos cubriendo todo? Podríamos comerlos o jugar con ellos.

—No creo que funcione así.

Pese a no haber abierto la boca, Itachi se sintió ligeramente cómodo al escucharlos, la energía que su corta edad les proporcionaba era envidiable…

Se comió un suspiro al sentirse aún más viejo.

Así que cuando debieron acampar una ligera sensación de alerta lo mantuvo despierto, como cuando aún era un ninja renegado que debía cuidar su espalda todo el tiempo.

Quizá no todo el tiempo.

En los momentos que Kisame debía vigilar, escasos ratos donde dormiría de verdad. Instantes en los que podría sentirse por completo cubierto…

 

 

Fue probable que pasada la media noche se levantara.

—Ya regreso —murmuró a Sasuke, quien se supone dormía a su lado, consciente de que su hermano lo iría a buscar si Itachi demorase, pese a ser una obviedad la razón por la que buscaría algo de privacidad en el bosque.

Más atención le mereció la fija mirada del anbu que hacía guardia de momento, sin que los ronquidos de Naruto de fondo fueran capaces de alterar la desconfianza que no se molestó en ocultar.

—Itachi-san, el siguiente es su turno para la guardia —habló parco.

Itachi solo asintió, sin cuestionarse porqué podrían dejarlo a cargo de la seguridad del grupo. Habiendo dejado la prisión hace solo un mes y sin mencionar sus horrorosos antecedentes. Se alejó en silencio sin darle más vueltas al asunto.

No quería hacerlo.

Es casi como si todo aquello fuera una quimera que el limbo tenía preparado después de la muerte, ya no quería pensar más de lo necesario, ya no quería planear, ni mucho menos conspirar para manipular su entorno.

Estaba simplemente cansado.

 

 

 

Cuando al fin llegaron al pequeño poblado aún en construcción el sol se alzaba en lo alto, debió ser un poco más de medio día al momento que lograron bajar de la carreta con el poco equipaje de cada uno.

—¿Y los conejos? 

Naruto lucía francamente decepcionado cuando sus azules ojos solo pudieron divisar animales como gallinas y cerdos caminando libremente por las calles de tierra, no los montículos peludos que debió imaginar en sus fantasías. El sonido de la piara qué pasó justo en frente solo incrementaron su desilusión.

—Te dije que no funcionaba así.

—Podríamos criar un par de gallinas —la anbu sonrió tratando de animarlo, Itachi no podía recordar su nombre, aunque Kakashi se lo haya dicho.

Así que prefirió mantenerse en silencio para no tener que recordarlo.

Sería descortés.

Y es entre las quejas esporádicas de Naruto y los bufidos ocasionales de Sasuke que llegaron a la pequeña pensión donde iban a quedarse.

El lugar era demasiado nuevo para que alguien lo haya habitado antes, casi como todo allí. Aquel poblado era uno de tantos que debía ser “reconstruido” luego de la guerra, lo más probable es que su anterior ubicación hubiese quedado tan inhabitable que hasta los surcos de los sembradíos eran todos nuevos.

Una amable anciana los recibió entregándoles las llaves.

—La comida está cubierta los próximos meses, vendré cada dos días para dejar algo de verduras y carne. Pero podrían criar algunas gallinas para tener algo de carne extra, ya saben… aún estamos escasos de alimentos.

Explicaba con tanta indiferencia que sería difícil asegurar que haya presenciado la catástrofe que obligó a un poblado entero a reubicarse.

—Muchas gracias, lo tendremos en cuenta, dattebayo. 

 

Lo restante de la tarde lo ocuparon en ordenar y distribuir las habitaciones, que afortunadamente eran las suficientes para permitirles a cada uno privacidad. Aunque Itachi no se sintiera muy a gusto en completa soledad. Puede estar acostumbrado a ella debido a su fachada, pero hay algo en el desalentador silencio que lo llevaba de nuevo con rapidez en medio de sus oscuras memorias. Era entonces cuando respirar podía requerir un esfuerzo extra, como si debiera recordarse que tras cada inhalación de aire debe proceder una exhalación.

Así que cuando terminó de acomodar sus escasas pertenencias se recostó sobre el futón, observando el techo de madera y paja. Recordándose lo que se supone deberían hacer en aquel lugar.

Ayudar con las tareas de reconstrucción.

Suspiró.

Mantener a ninjas renegados alejados.

Cerró los ojos.

Evitar que Naruto salga del pueblo…

Se mordió la lengua.

Kakashi había sido bastante claro en su breve conversación, quizá en memoria de sus días como anbus.

“Esta misión… Naruto no puede alejarse por más de diez kilómetros de las afueras de allí, tampoco lo dejen deambular solo, estamos manteniendo en secreto que ha dejado Konoha, no es buena idea que las demás aldeas sepan que nuestra mejor carta esta fuera.

Puede que nos hallemos en un punto favorable entre aldeas… pero nunca se sabe.”

 

 

 

 

 

Era risible considerar que pudiesen mantener la ausencia de Naruto por más de un par de días, era el héroe de Konoha, de la cuarta guerra, sin duda habría un sinnúmero de personas agradecidas esperando poder congraciarse con quien indudablemente sería el séptimo Hokage.

Itachi estaba seguro de que algo más escondía su antiguo compañero para elaborar la misión en la que ahora se hallaban, entonces pasó a analizar al par de anbus que les asignaron, podrían pertenecer a raíz o almenas rendir cuentas a alguien además de Kakashi.

Un ligero piquete en el estómago le hizo girarse sobre la cama, encogiéndose levemente para que la molestia menguara. Es probable que ya fuese hora de sus pastillas. Un ligero hormigueo fue extendiéndose desde las puntas de sus dedos, trepando por sus brazos, adormeciéndolos y llegando hasta sus labios. Itachi los mordió sin pensarlo.

¿Cuánto tiempo tomaría para que los ancianos les permitiesen volver a la aldea?

Sabía que todo se debía a ello.

Que era más fácil mantener a los Uchiha restantes lo más lejos de Konoha posible… porque así… cualquier accidente o atentado pasaría desapercibido. 

Les temían.

Y no podía culparlos.

Años cimentando reputación cuestionable, valiéndose de la información que aún conservaba de la aldea para coaccionarlos, para que se pensaran unas mil veces antes de intentar algo en contra de Sasuke…

Sasuke.

Su pequeño hermano, quien estuvo a punto de un ataque psicótico para querer arremeter contra Konoha en el momento que creyó a Itachi muerto y se enteró de todo. Espantosas amenazas y demostraciones de poder, como un perro mostrando los colmillos como último recurso al saberse arrinconado en todas direcciones.

Se encogió un poco más, soltando un ligero quejido.

Por su total negligencia Itachi se sabía por completo responsable de cada una de las malas decisiones de su hermano, las pesadillas que debieron asolarlo desde los ocho años, por ello jamás protestaría por las propias, aceptaría gustoso cualquier tipo de tortura si con ello pudiese borrar las malas memorias en su única familia. Dejando en aquel entonces a un pequeño niño a merced de cualquiera que quisiese aprovecharse del odio que le tenía, no consideró jamás que abandonasen a su hermano a su suerte, labrando sus propios ideales erróneos, que lo llevaron a buscar a Orochimaru, a descender con rapidez por una espiral de odio que casi arrastró toda su cordura.

Un riesgo inaceptable, no debió suponer que los pocos lazos amistosos que alguna vez creyó forjar servirían de guía para Sasuke.

Fue tan estúpido.

—Ugh…

Un nuevo quejido y presionó los dientes con mayor fuerza. Sus labios cerrándose en una línea recta para contener más quejidos. La progresiva molestia ahora deslizándose por su estómago, como si una bocanada de sangre estuviese siendo retenida.

No obstante, no podría hacer el más mínimo reclamo, porque fueron las propias decisiones que Itachi tomó las que significaron años y años embarrados en profundo resentimiento.

No cuestionaría si es que Sasuke en algún momento se presentase a mitad de la noche, para estrangularlo simplemente con una mano o para cortar su cuello con el filo de su espada. Itachi no protestaría, no se defendería, porque aquel fue el desenlace que hubo planeado desde un inicio.

No resultó como esperaba.

Seguir vivo ya era un fallo enorme.

Había demasiada sangre en sus manos como para pretender que podía continuar cada día, a través de las pesadillas y recuerdos empañados en bruma de llantos de su propia familia.

Era un carnicero.

 

Fueron los suaves golpes en su puerta los que despertaron a Itachi, algo aturdido por no recordar en que momento cayó dormido, se incorporó demasiado abrupto, un ligero mareo palpitando en sus sienes.

—Adelante —musitó.

El picaporte sonó y Sasuke entró con cautela, dándole un vistazo al cabello algo desordenado de su hermano.

—Ya es hora de cenar. Te ves algo pálido —mencionó sin acercarse más, optando por sentarse en la única silla de la habitación, su única mano se extendió por debajo del sobretodo que usaba la mayor parte del tiempo y sus largos dedos se comprimieron por sobre la tela del pantalón.

—Aún no termino de desempacar, la carreta se movía demasiado —Itachi prefirió ignorar la observación, poniéndose de pie para acomodar su ropa arrugada, desatando la cola de su cabello para ordenarlo de nuevo. —¿Quién preparó la cena?

—Arisa.

Itachi enarcó una ceja al escucharlo, con que ese era el nombre de la anbu.

—No confío en ellos.

Sasuke frunció el ceño, como si estuviese hablando de una cuestión vital.

—Yo tampoco —una vez listo, Itachi se aproximó a su hermano— pero no hay mucho que podamos hacer ahora.

—Podemos irnos.

Los negros ojos de Sasuke se tornaron rojos en un santiamén, afilados y peligrosos como los de un depredador.

Itachi contuvo la respiración, no por la descabellada idea de su hermano, sugiriendo convertirse en prófugos que todas las aldeas estarían gustosas por atrapar. Fue por el hecho de que era consciente de que tarde o temprano Sasuke tendría el mismo destino…

Ceguera.

Tarde o temprano el sharingan iría consumiéndose hasta dejarlo por completo en penumbras, como una vela que ha devorado por completo el pabilo y la cera, llevándose con ello su mejor arma y escudo. Tragó pesado conteniendo la urgencia de abrazarlo, de susurrarle que no permitiría que terminase en eternas sombras, que podría arrancarse los ojos para dárselos sin titubear. Pero Itachi estaba seguro de que Sasuke se horrorizaría, se asquearía por la sola mención, porque fue Itachi el maniático quien en un inicio quiso hacerle creer que sería al revés.

Y como si su hermano pudiese leer aquel demencial delirio en sus cenicientos ojos, se puso de pie sosteniéndolo con demasiada fuerza por uno de sus hombros, habló sin dudar, casi amenazante:

—No.

 

 

---

Notas finales:

Saludos, siento la demora. Ja ja, se supone que debía publicar esto hace una semana, pero he estado con tan pocos ánimos que nunca terminaba de revisar el capítulo pese a lo corto que es.

Muchas gracias a las personitas que se toman su tiempo para leer y comentar, espero este capítulo haya sido de su agrado, nos leemos en el siguiente. Cuídense mucho y saludos.

Nota: Vamos a obviar el rinnegan eterno en Sasuke, más que todo porque nunca estuve a gusto en cómo se incorporó. Cualquier duda o sugerencia es bienvenida.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).