Maybe we're perfect strangers
Maybe it's not forever
Maybe the night will change us
Maybe we'll stay together
Maybe we'll walk away
Maybe we'll realize
We're only human
Maybe we don't need no reason why
Jonas Blue & JP Cooper
La noche había llegado y la luz de las farolas proyectaba sombras alargadas en el suelo, entre ellas, las de dos jóvenes sentados en el bordillo de la acera.
Habían acordado ir a por algo de comer, pero no había muchos restaurantes abiertos por ahí, de modo que acabaron comprando unos kebabs y comiéndoselos en la puerta del local, cuyos empleados estaban preparándose para cerrar. Law picoteaba el relleno de su kebab con un tenedor de plástico, puesto que no pensaba comerse el pan, mientras que Kid devoraba el suyo alternando cada bocado con un puñado de patatas fritas y un trago a su lata de Coca-cola.
— Pff, qué bueno estaba – dijo el pelirrojo mientras se chupaba los restos de salsa de los dedos.
— Parece que tenías hambre – observó Law, que aún no se había comido ni la mitad del suyo.
— Claro, estos músculos necesitan gasolina – respondió Kid, dándose unas palmadas en el bíceps.
— Seguro que tus músculos preferirían algo más saludable – replicó Law.
Kid se rió y admitió que su dieta distaba mucho de ser perfecta.
— Cuando era pequeño, mi madre me camuflaba verduras en la comida y no me daba ni cuenta - rió entre dientes — Ahora casi nunca como verdura. Mucha carne, pasta, arroz, huevos... Y comida rápida y precocinados cuando me toca cocinar a mí - dijo mientras daba un largo trago a su refresco.
— Así que no vives solo... - observó el moreno, al que no se le había escapado ese "cuando me toca cocinar".
— No, claro... - contestó mientras jugaba con la anilla metálica de su lata — Yo solo no podría pagar el alquiler ni vendiendo un riñón... Comparto piso con Killer y Wire.
Entre los tres era mucho más fácil pagar el apartamento, las facturas y la comida. Killer trabajaba en el mismo taller que Kid, mientras que Wire... Bueno, oficialmente era camarero, aunque la mayor parte de su sueldo la obtenía bailando con poca ropa, o con ninguna, según el día.
— Había otro chico en tu grupo, ¿no? - preguntó Law, recordando al joven de pelo largo y azulado con el que lo había visto a veces cuando eran adolescentes.
— Sí, Heat... - contestó el mecánico — Duerme en nuestro sofá algunos fines de semana, cuando le dejan salir de la cárcel - añadió como si fuese lo más normal del mundo — Y tú... ¿Vives con alguien? - preguntó en voz baja, tras titubear unos segundos.
Había dudado porque lo que realmente quería decirle era: "¿Vives en pareja?"
— Vivo solo. Me harté de compartir habitación en el orfanato - respondió Law.
"¡Bien!" pensó el pelirrojo "Eso significa que está soltero. O, si sale con alguien, al menos no es algo tan serio como para vivir juntos... ¿Por qué estoy pensando en estas cosas?"
— ¿Y cómo coño pagas la casa tú solo? - preguntó el mecánico.
Le parecía un gran logro, puesto que las viviendas en esa ciudad eran muy caras y Law no residía en la zona más humilde, como él.
— Bueno, después de lo de Doflamingo...- Law forzó una sonrisa que borró al instante, recordando que Kid sabía todo acerca de su pasado, así que no tenía necesidad de simular que no le afectaba hablar de eso — Gané una indemnización bastante alta. Me compré el coche y reservé el resto para pagar el alquiler y mantenerme mientras termino mis estudios - le explicó, omitiendo el detalle de que había donado una buena cantidad al centro de menores donde vivió por dos años.
Kid asintió en silencio. Doflamingo... Hacía tiempo que no pensaba en ese malnacido y oír su nombre le hizo hervir la sangre como años atrás. “Por lo menos no lo mantiene ningún novio..." pensó el pelirrojo "¿Por qué vuelvo a pensar en eso? ¿Qué mierda me importa a mí si tiene pareja o no?"
— Bueno... ¿Qué tal el viaje? - preguntó Kid, cambiando de tema — Largo, ¿no? - un simple vistazo al motor le había bastado para comprobar que estuvo muchas horas en funcionamiento.
— Sí, estuve en Sabaody - respondió el moreno, sin mencionar el motivo de su viaje.
Kid intentó recordar dónde estaba aquella ciudad. La geografía no era su punto fuerte, aunque sabía que estaba lejos de donde vivían. ¿Para qué viajaría Trafalgar hasta allí, solo? "¿Estará liado con alguien?" pensó el pelirrojo una vez más. Se moría de curiosidad por preguntárselo, pero no encontraba las palabras adecuadas para no parecer un idiota entrometido.
De repente, el teléfono móvil de Law empezó a sonar.
— Dime, Penguin... - dijo el moreno, contestando a la llamada — Sí, es que me he encontrado con... Con alguien. Voy para allá - colgó y se volvió hacia el pelirrojo — Bueno, Eustass, tengo que...
— ¿Has quedado con tu novio? - preguntó Kid con una sonrisa burlona, aprovechando la oportunidad para sacar el tema.
"Que diga que no, por favor, que diga que no, que diga que no..."
— ¿Qué dices? Yo no tengo novio - respondió Law.
En la mente de Kid estalló una lluvia de confeti.
— Ya, claro... - le picó. Tenía que asegurarse.
Trafalgar le tiró una bola de papel hecha con la servilleta que le habían dado en el kebab. Kid la esquivó echando la cabeza a un lado mientras reía entre dientes.
— Y tú, ¿qué? - dijo Law — ¿Sales con alguien?
Kid dejó de reírse. La pregunta le había pillado por sorpresa.
"Vaya, ¿así de fácil era preguntarlo? Espera, ¡¿por qué quiere saber eso?! ¡¿Qué le digo?! Ay, me está mirando... Si no le contesto ya, va a pensar que soy imbécil"
— No estoy con nadie - respondió el pelirrojo, optando por ser sincero — De hecho, no he tenido una relación estable desde... Bueno, desde ti, si es que a eso se le podía llamar algo estable...
"¡Cállate!" se ordenó mentalmente el pelirrojo "¿Por qué le dices esas cosas? Eso último sobraba..."
— Ah, ya veo... - murmuró Law con una pequeña sonrisa, bajando la vista y mordiéndose el labio inferior.
"Como vuelva a morderse así el labio, me lo follo aquí mismo" pensó Kid, desviando la vista hacia la boca del moreno. Intentó pensar en algo para romper el extraño silencio que había entre ambos y, de paso, sus pensamientos subidos de tono. El móvil de Trafalgar lo hizo por él, sonando con la llegada de un mensaje de WhatsApp.
— Me tengo que ir, mis amigos me están esperando... - dijo Law mientras escribía una respuesta — Supongo que ya nos veremos por el taller - alzó la vista del teléfono — Espero que le deis un buen repaso a mi coche - añadió.
"A ti sí que te daría un repaso" pensó el mecánico mientras el moreno se levantaba y se sacudía el polvo de los pantalones. Law se despidió, pero en cuanto dio dos pasos, Kid le llamó.
— Oye, Trafalgar...
— ¿Qué pasa? - el mencionado se giró.
Se miraron de nuevo, Trafalgar de pie y Eustass aún sentado en la acera, sintiendo como esos ojos grises le hacían derretirse. Por un segundo, incluso pensó que su cuerpo se había fusionado con el duro suelo en el que se apoyaba.
— Nada, solo que... - Kid se rascó la nuca — Que me alegro de volver a verte, y de que estés bien.
— Oh - Law se quedó congelado por un segundo antes de responder — Sí, yo también - añadió con una casi imperceptible sonrisa — Adiós, Eustass.
— Adiós, Trafalgar - contestó el pelirrojo mientras Law volvía a dar la vuelta.
"¿Por qué has dicho esa cursilada?" se reprochó mentalmente Kid mientras el moreno se alejaba, aunque pronto dejó de auto-regañarse, porque todos sus pensamientos y sentidos estaban ocupados en mirarle el culo.
*
Law caminaba con las manos en los bolsillos hacia el bar donde había quedado con sus amigos. Sus pasos eran automáticos, puesto que conocía bien esa parte de la ciudad. De no ser así, hubiera acabado perdido, porque sus pensamientos estaban muy lejos del asfalto que pisaba, volando incluso más alto que los edificios que le rodeaban.
"No ha pasado nada, no ha pasado nada, no ha pasado nada" se repetía a sí mismo como un mantra. Le había impactado un poco reencontrarse con Kid; le había traído muchos recuerdos, tanto amargos como dulces, que creía olvidados para siempre... Pero actualmente no tenía motivos para estar tan estúpidamente nervioso. "Lo pasado, pasado está" pensó "Ahora solo somos amigos... No, ni siquiera eso, solo simples conocidos. Tal vez ni nos volvamos a ver..." pensó, sintiendo un incómodo nudo en el estómago. Era una posibilidad, desde luego. Al fin y al cabo habían estado mucho tiempo viviendo en la misma ciudad sin encontrarse. Law intentó calcular la probabilidad de coincidir con él otra vez, exceptuando un posible encuentro en el taller. Se preguntó cuántas veces habrían cruzado las mismas calles llenas de turistas sin percatarse de la presencia del otro, e inconscientemente empezó a buscar cosas rojas entre el paisaje gris que le rodeaba. ¿Cuántas veces habrían pisado el mismo pedazo de suelo? ¿Cuántas veces se habrían mojado con la misma lluvia...?
Su cabeza andaba perdida en números imposibles cuando llegó a su destino.
El “Yellow Submarine” era su bar favorito. Estaba en pleno centro de la ciudad y abría hasta el amanecer, aunque era un sitio bastante tranquilo, lejos de las fiestas desenfrenadas que se organizaban en otros locales. En el exterior, los muros estaban pintados de un llamativo amarillo, pero por dentro la decoración era moderna y minimalista, con colores neutros y luz tenue. La música pop sonaba lo suficientemente alta para las parejas que bailaban en la pequeña pista de baile, pero no tanto como para interferir en las conversaciones de los grupos que se quedaban en las mesas.
Law se dirigió a su lugar de siempre, donde sus amigos le esperaban charlando en torno a una mesa con asientos acolchados adosados a la pared.
A un lado estaba Bepo, un chico albino y grande como un oso, estudiante de Veterinaria y apasionado de las artes marciales. Había conocido a Law en el orfanato y asistían a la misma facultad, ya que sus carreras compartían edificio. Frente a él se sentaban Penguin y Shachi, dos hermanos de cabello castaño que iban a la misma clase que Law.
— Hola. Siento llegar tan tarde - se disculpó mientras se sentaba junto a Bepo.
Ninguno de sus amigos respondió al saludo. Todos estaban en silencio, mirándole fijamente con expresión de sorpresa.
— ¿Qué te ha pasado? - preguntó Penguin, atreviéndose a ser el primero en hablar.
— Ya te lo expliqué, me encontré con alguien - contestó Law, que no entendía el por qué de esas caras de asombro — Por eso he tardado un poco...
— Sí, sí, eso ya lo sabemos - replicó Penguin, quitándole importancia con un gesto de la mano — Lo que quiero decir es... ¿Qué te ha pasado para que vengas... Así? - preguntó, tragando saliva.
— ¿Así? ¿Cómo? - preguntó Law, sin comprender a qué se refería.
Sus amigos se miraron unos a otros, esperando que alguno tuviera el valor de responder.
— Estás sonriendo - dijo Shachi.
— Mucho... - añadió Bepo.
— ¡¿QUÉ?! - exclamó Law, tapándose la boca tras darse cuenta del chillido que había pegado — No... No me ha pasado nada - añadió, recomponiéndose.
Se esforzó por recuperar su habitual semblante serio. Ni siquiera sabía que lo había perdido... ¿Había ido sonriendo como un idiota todo el camino sin darse cuenta? ¡¿Por qué?!
— Es obvio que le ha pasado algo - murmuró Bepo, inclinando su enorme cuerpo hacia delante sobre la mesa para cuchichear con los dos hermanos, que asintieron.
— ¿Será por esa persona con la que se ha encontrado? - sugirió Shachi.
— ¡No habléis de mí como si no estuviera! - protestó Trafalgar.
Sus amigos siguieron con sus chismes, sin prestarle atención.
— No creo, ¿quién le iba a hacer ponerse así? - dijo Bepo.
— Claro, ni que hubiese visto al mismísimo Eustass... - dijo Penguin con una carcajada.
Law dio un respingo al oír aquel nombre, gesto que no pasó desapercibido para sus amigos.
— ¡¿Te has encontrado con Eustass?! - exclamó Shachi mientras los tres se inclinaban hacia el moreno.
— Baja la voz... - murmuró Law, echándose hacia atrás en su asiento todo lo que podía, cohibido ante tanta atención.
— ¡¡¿EUSTASS KID?!! - gritó Penguin, aún más alto que su hermano — ¿Tu gran amor de la adolescencia, con el que tuviste una relación de amor y odio, con el que viviste momentos dignos de una película y...?
— Yo nunca os lo he descrito así - protestó Trafalgar.
— Ya, pero nos lo imaginamos - dijo el albino.
— ¡Pues no os imaginéis tonterías! - exclamó Law, apoyando las palmas sobre la mesa — Eustass solo fue un compañero del instituto, con el que salí cuando éramos unos mocosos, y que casualmente andaba por ahí cuando pasó el incidente del hospital.
Sus amigos se miraron entre ellos de nuevo.
— Entonces... - murmuró Bepo — ¿No estás emocionado por volver a verlo?
— Por supuesto que no - masculló Trafalgar inmediatamente — Ha sido un encuentro totalmente normal. Hemos hablado un rato, como dos antiguos compañeros de clase que somos, y ya está.
— ¿Y no volverás a quedar con él? - inquirió Shachi.
Law dudó unos segundos antes de contestar.
— No sé... - se aclaró la garganta, temiendo sonar inseguro — Quizá lo vea en el taller cuando vuelva a por mi coche, o quizá no. Me da igual.
— Entonces... ¿No va a pasar nada entre vosotros? - preguntó Penguin.
— ¿Qué quieres que pase? - replicó Law a la defensiva — Que estuviéramos liados de adolescentes no significa que vayamos a hacerlo otra vez — resopló, se estaba empezando a molestar con tanta pregunta — Mejor vamos a cambiar de tema...
— ¿Por qué? ¡Esto es mucho más interesante! - dijo Penguin, divertido.
— ¡Porque no hay nada de lo que hablar! - insistió el moreno, al que se le estaba hinchando la vena de la frente — No ha pasado ni pasará nada especial entre Eustass y yo. Hace tiempo que desapareció de mi vida y así seguirá, como un simple recuerdo más – sentenció, esperando terminar con el interrogatorio.
Sus amigos asintieron vagamente mientras se miraban entre ellos, pensando si dejar a Trafalgar en paz o no.
— Law, ¿puedo hacerte una última pregunta? - dijo Bepo en voz baja.
— ¡¿Qué?! - replicó el moreno, que cada vez estaba más susceptible.
— ¿Por qué te has sonrojado?
Trafalgar dio un brinco en su asiento.
— ¡YO NO ME SONROJO! - gritó tan alto que la mitad de la gente del bar volteó a verlos.
— Lo siento... - murmuró el albino tímidamente.
— Y se atreve a negarlo... - dijo Penguin al oído de su hermano — ¡Si parece un tomate! - añadió entre risas.
Law se cruzó de brazos, resoplando mientras sus amigos continuaban bromeando a su costa.
*
Kid caminaba sin prestar atención al entorno, recorriendo de forma automática el camino hacia su casa, sumido en una discusión consigo mismo.
"Tenía que haberle pedido el teléfono... Tal vez puedo averiguarlo con los datos que dio en el taller... No, eso es muy de acosador... Tenía que habérselo pedido, sí, aunque quizá es muy pronto... ¿Muy pronto para qué?" pateó una lata de refresco, frustrado con sus pensamientos y con no ser capaz ni de entenderse a sí mismo. Se propuso el objetivo de pedirle el móvil la próxima vez que se vieran. Quizá podrían quedar otra vez, y luego... ¿Luego, qué?
"No sé qué va a pasar, ¡ni siquiera sé qué quiero que pase!" resopló mientras cruzaba corriendo una calle con semáforo en rojo, ganándose los pitidos de un par de coches que pasaban por ahí, que ignoró mientras seguía sumido en sus pensamientos.
"A ver, a mí Trafalgar me gusta, me atrae, eso es obvio. ¿Cómo no iba a atraerme, si está buenísimo? Me lo tiraría sin dudarlo..." se mordió el labio inconscientemente pensando en ofrecerle una noche en el “Hotel Kid”, con vistas a su cama y desayuno incluido.
"Pero a él no le van los rollos de una noche... O quizá sí, han pasado muchos años, igual ha cambiado de opinión..." pensó, dándose cuenta de que apenas conocía al Law actual... Y de que quería conocerlo. Había sido una persona muy especial en su vida y habían vivido muchos momentos juntos, algunos buenos y otros malos, pero todos inolvidables. Siempre le guardaría cariño y la idea de retomar el contacto con él le parecía genial. Quizá podrían ser amigos...
"¡¿Cómo vas a ser su amigo, si cada vez que lo miras estás pensando en follártelo?!" detuvo sus pasos para revolverse el pelo mientras dejaba escapar un grito de pura frustración, asustando a una señora que pasó a su lado paseando al perro.
Kid respiró hondo, reanudando la marcha. Ya estaba llegando al edificio de apartamentos donde vivía.
"¿Por qué estás tan nervioso? No le des tantas vueltas... A ti lo que te hace falta es una buena paja y a dormir. Mañana seguro que ni te acuerdas de todo esto" se dijo mientras subía las escaleras "Eso es, solo estoy cansado y cachondo, eso es una mala combinación y por eso no pienso con claridad" se palpó los bolsillos del pantalón del trabajo, buscando las llaves "Este asunto no tiene la menor importancia. Volver a ver a Trafalgar no me afecta para nada..."
Kid abrió la puerta del apartamento donde vivía con sus amigos. Nada más entrar estaba el salón, pequeño y destartalado; alrededor estaban las puertas que conducían a la cocina, el baño y los tres dormitorios.
En el salón había una mesa de comedor rodeada de sillas de plástico, cada una de un color distinto, robadas de la terraza de un bar. Al otro lado había un par de sofás que habían conseguido en una tienda de segunda mano; uno era de imitación de cuero negro, muy desgastado, y el otro forrado de tela con un estampado de flores bastante anticuado y lleno de manchas de tomate que no habían conseguido eliminar. Junto a los sofás había una mesa baja que Kid había construido con un par de cajas de madera. Enfrente había otra mesa similar donde tenían la televisión y una Play Station; Wire llegó un día con la videoconsola y era mejor no preguntar cómo la había obtenido.
Toda la decoración eran fotos de ellos repartidas por las paredes, algún póster de grupos de rock para tapar grietas y humedades y una pizarra con los turnos para las tareas domésticas.
— Hey... - saludó Kid al entrar mientras dejaba la mochila del trabajo tirada por ahí.
Killer y Wire estaban en el sofá, viendo la tele con una cerveza en la mano. En la mesa habían dejado los platos sucios de la cena: lasaña casera hecha por Killer, que era, con diferencia, el que mejor cocinaba de los tres. Había guardado una porción para el pelirrojo por si quería cenar o comérsela al día siguiente y, como siempre que cocinaba, le había escondido en la comida un buen puñado de verduras picadas en trozos minúsculos que Kid engulliría sin darse cuenta.
— Has salido muy tarde del curro, ¿no? - preguntó Wire, volviendo la cabeza para mirar al pelirrojo — ¿Qué te...? - se calló de golpe al ver a su amigo.
Le dio unas palmadas a Killer en el hombro. El rubio se giró también y se tapó la boca, ahogando un grito.
— ¿Qué pasa? - preguntó Kid, extrañado ante la reacción de sus compañeros, mientras intentaba desenredar los cordones de sus botas.
Sus amigos se miraron el uno al otro, aún con una expresión de asombro dibujada en la cara.
— ¿Has visto qué cara de gilipollas trae? - murmuró Wire.
— Sí, con una sonrisa de oreja a oreja - contestó Killer.
— ¿Habrá follado? A lo mejor por eso viene tan tarde... - dijo Wire, frotándose el mentón, pensativo.
— No creo... Sabes que si hubiera echado un polvo vendría presumiendo desde la entrada - respondió el rubio.
— ¡Eh, no habléis de mí como si no estuviera! - se quejó Eustass.
— ¡Pues ven aquí y nos cuentas qué te ha pasado! - replicó Killer.
El pelirrojo resopló y se acercó hasta el sofá, aunque en vez de sentarse se puso a caminar de un lado a otro. Sus amigos se miraron de reojo, como leyéndose el pensamiento: Kid estaba nervioso.
— No es nada especial - dijo el pelirrojo mientras cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra — Solamente me encontré... Con alguien... - fue bajando la voz hasta que no se le oyó.
— Se está poniendo rojo... - murmuró Killer, inclinándose a un lado hacia Wire.
— Como un puto tomate... - confirmó el moreno.
— ¡Os estoy oyendo! - protestó Kid.
— Pues escúpelo ya, ¿con quién has estado? - le apremió Wire.
Eustass se metió las manos en los bolsillos e hizo un esfuerzo por frenar los movimientos de sus piernas.
— Bueno, pues... - se aclaró la garganta — ¿Os acordáis de Trafalgar Law? - preguntó en el tono más casual posible.
Sus amigos se le quedaron mirando durante unos segundos, inmóviles, con la boca abierta y los ojos como platos. Después soltaron un sonoro suspiro al unísono.
— Oh, mierda - masculló Wire, echándose hacia atrás en el sofá.
— Aquí vamos otra vez... - añadió Killer, pasándose las manos por la cara.