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Estamos empezando por tashigi94

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Notas del capitulo:

Después de una eternidad, vuelvo con otro capítulo. ¡Espero que os guste!

We're just two lost souls
Swimming in a fish bowl
Year after year
Running over the same old ground
What have we found?
The same old fears
Wish you were here

Pink Floyd

 

 

No quiero sentir esto...”

...Pero no puedo evitarlo”

No debí permitir que esto llegase tan lejos...”

...Quiero llegar más lejos todavía”

Debería terminar con él...”

...¿Por qué? Estamos muy bien juntos.”

 

— ¿Eh, Law? - dijo Penguin.

Trafalgar parpadeó al oír su nombre, aterrizando de vuelta a la realidad. Era sábado por la tarde y Kid y Law habían quedado con sus respectivos grupos de amigos en una hamburguesería. Estaban comiendo en torno a dos mesas que habían juntado para caber todos.

— Perdona, no te he oído – contestó Law.

— Que si te apuntas para ir luego a tomar una copa – repitió Penguin, sentado a su lado.

— Ah, pues... - bajó la vista hacia el refresco que sostenía en las manos, sintiendo el frío de la bebida a través del vaso — Mejor no. Estoy un poco cansado – se excusó.

Los demás protestaron, acusándole de aguafiestas. Law ignoró sus protestas rodando los ojos y evitando, con todas sus fuerzas, mirar más de un segundo al pelirrojo sentado frente a él.

— Oye – le llamó Penguin, en voz baja — ¿Estás bien? - preguntó con un susurro.

— Claro, ¿qué te hace pensar que no lo estoy? - contestó Law, en el mismo tono.

— No sé, te noto muy... Raro – repuso el castaño antes de dar un mordisco a su hamburguesa con sirope de chocolate. Sí, sirope de chocolate.

— Mira quién fue a hablar – replicó Trafalgar, haciendo una mueca de asco ante la aberración culinaria que su amigo se estaba comiendo.

— Si te preocupa algo, sabes que puedes contar con nosotros, ¿verdad? - le recordó, hablando con la boca llena de comida.

Law asintió con una pequeña, casi imperceptible, sonrisa. Penguin sonrió de oreja a oreja, mostrando unos dientes manchados de chocolate, y regresó a la conversación que estaba teniendo el resto del grupo: una acalorada discusión sobre quiénes eran mejores, BTS o Måneskin.

Sus ojos se desviaron hacia Kid, que asentía con la cabeza ante un comentario de Killer.

No todo será siempre tan fácil y bonito. Si un día se va, ¿qué harás?”

Trafalgar no supo qué contestar ante ese pensamiento.

De repente, el pelirrojo miró en su dirección, pillando a Law completamente desprevenido. Kid le guiñó un ojo. Era un gesto muy simple, pero suficiente para que el corazón de Law diese un fuerte golpe en su caja torácica.

Apartó la vista rápidamente.

Esto tiene que acabar. YA.”

... Porque, como siga así, me voy a enamorar.”

*

 

Los chicos se marcharon a tomar algo, pero Law rechazó la invitación, alegando que prefería irse a casa. Se despidió del grupo y Kid se ofreció a acompañarle.

— Puedes ir con ellos, si quieres – dijo el moreno, echando a andar sin esperarle.

— Quizá los busque luego, cuando te haya dejado en tu casa – contestó el pelirrojo, acelerando el paso para alcanzarle.

— No necesito un guardaespaldas – replicó Trafalgar, rodando los ojos.

— Ya lo sé, capullo. Solo quería acompañarte para... Bueno, para hablar contigo de... - tragó saliva — De una cosa.

Kid calló, esperando que el moreno respondiera algo, pero Law no abrió la boca, ni siquiera dio muestras de haber oído sus palabras. Continuaba caminando, cada vez más rápido, con la vista perdida en algún punto al final de la avenida, que a esas horas estaba bastante concurrida.

Esto tiene que acabar” se repetía mentalmente una y otra vez. “Tiene que acabar ya o terminarás con el corazón roto” se decía a sí mismo, buscando una justificación racional para sus miedos. “Ni siquiera sabes qué es lo que te atrae tanto de Eustass.”

— Joder, qué prisas, parece que llevas un petardo metido en el culo – gruñó Kid.

Desde luego no es su romanticismo ni su refinada forma de hablar, no.”

Kid le agarró del brazo para detenerlo. Al instante, una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de Law, deteniendo sus pensamientos.

— ¿Qué mierdas te pasa? - preguntó Eustass.

— Nada – respondió Trafalgar, zafándose bruscamente.

— Algo te pasa – replicó el pelirrojo — Anoche no me contestaste la llamada.

— Tenía el móvil en silencio – se excusó Law, tirándose de un hilo en la manga de su sudadera para evitar mirar al chico frente a él.

— Esta mañana te escribí un mensaje y tampoco me has respondido.

— Estaba ocupado – murmuró Law.

— Y esta tarde, ¿qué? - insistió Kid — Estás ausente, apenas hablas, ni siquiera me miras...

Trafalgar dio media vuelta para volver a echar a caminar. Eustass le detuvo, sujetándolo del brazo.

— ¡QUE ME MIRES, JODER! - exclamó, tirando de él.

Esta vez Law no tuvo que zafarse porque fue Kid quien le soltó rápidamente, sorprendido ante el grito que había soltado sin darse cuenta y que había hecho a más de un peatón mirar en su dirección.

Kid respiró hondo y se ordenó a sí mismo mantener la calma.

— Solo quiero saber qué problema tienes conmigo – dijo bajando la voz, mirando los ojos grises que por fin se fijaban en él — ¿Estás enfadado o qué?

Law suspiró.

— No estoy enfadado contigo, pero lo estaré como no me dejes tranquilo – contestó Law en el tono más frío posible, dando media vuelta para retomar el paso.

— ¿Tan malo es que quiera hablar contigo? - replicó el pelirrojo, frunciendo el ceño al verle alejarse de él una vez más — ¡¿Ahora solo puedo abrir la boca para comerte la polla, o qué?! - añadió, alzando la voz para que le oyera a pesar de estar ya unos pasos más adelante.

— ¡¿Por qué no lo gritas más alto, para que se entere toda la ciudad?! - exclamó Trafalgar, girándose de repente, perdiendo la calma que le caracterizaba y preguntándose cómo iba a funcionar una relación en la que solo sabían comunicarse a base de gritos y sarcasmos.

— ¡Pues que se entere toda la puta ciudad! - gritó Eustass, sin prestar atención a la gente que cambiaba de acera al verlos discutir — ¡Es que no...! - dejó la frase a medio terminar al notar cómo algo le tiraba de la parte de abajo de la camiseta.

Kid bajó la vista, descubriendo que ese “algo” era una cría de unos cuatro años.

— Señor, ¿ha visto a mi mami? - preguntó la niña mientras tiraba de la camiseta de Kid con su diminuta mano.

— ¡¿Eh?! - gruñó Eustass, molesto por la interrupción.

— Me he perdido – dijo la pequeña, con el labio inferior tembloroso.

— ¡¿Y A MÍ QUÉ DEMONIOS ME IMPORTA?!

La menor dio un paso atrás, asustada. Law apartó a Kid de un empujón.

— ¡Qué animal eres! - le regañó — ¡¿Cómo se te ocurre gritarle así a una niña tan pequeña?! - resopló, volviéndose hacia la niñita — Así que estás perdida, ¿no?

La pequeña asintió, aún temblando y con los ojitos húmedos, intimidada por las ojeras y las manos tatuadas de Law.

— Vamos, no tengas miedo – dijo Trafalgar, agachándose para quedar a su altura — ¿Quieres que te de algo muy rico para chupar? – ofreció metiéndose la mano en el bolsillo del pantalón, donde guardaba un caramelo que Bepo le dio antes. Sonrió, pero sus rasgos sombreados por el crepúsculo no eran tan amigables como él creía.

La niña empezó a llorar a moco tendido, llamando a su mamá e ignorando los intentos de Law por calmarla. Law se preguntaba qué había dicho mal, sintiéndose cada vez más incómodo ante el llanto desconsolado de la cría y las miradas de reproche de la gente que pasaba por la calle.

Kid, impaciente, agarró a la pequeña y la sentó sobre sus hombros.

— A ver, mocosa, vamos a buscar a tu mamá y así nos dejas en paz – dijo, aliviado al ver que la niña dejaba de llorar.

— Gracias, señor.

— Avísame si la ves, ¿vale? Y no vuelvas a llamarme “señor” - gruñó el pelirrojo.

Empezó a andar, mirando alrededor y preguntando a voces si alguien conocía a esa cría. La niña, maravillada ante la vista que tenía desde tal altura, se calmó y se puso a jugar con el pelo de Kid. Eustass gruñó, aunque no hizo nada por detenerla. Se giró al darse cuenta de que Law no iba con ellos.

— ¡Tú, espabila! – dijo Kid, aproximándose a él — No te quedes atrás – añadió cogiéndole de la mano.

Tiró de él y empezaron a andar, buscando a la familia de la pequeña. Todo el mundo los observaba y Law se sentía cada vez más incómodo. Bajó la vista hacia su mano, unida a la de Kid. Encajando a la perfección. La piel pálida de Eustass contrastaba con la suya y sus uñas estaban pintadas de un negro tan intenso como los tatuajes de Law. El moreno tragó saliva, sintiendo el calor que emanaba de esa mano enorme y algo áspera.

Se obligó a apartar la vista y sus ojos grises se posaron en el escaparate de una gran tienda que ocupaba buena parte de la calle. Se quedó embobado, con los labios entreabiertos, mirando el reflejo de Kid y él en el cristal, caminando de la mano. La imagen le impactó... Porque le gustaba. Le gustaba muchísimo lo que veía. Quizá la mocosa sobraba, pero el resto de la imagen le encantaba.

Finalmente apareció la madre de la niña, que la había perdido de vista mientras regresaban a casa. Tomó a su hijita en brazos mientras se deshacía en agradecimientos a los chicos.

— ¡Adiós, señor de pelo rojo! - se despidió la niña, mirando por encima del hombro de su madre mientras se marchaban — ¡Adiós, novio del señor de pelo rojo!

Law dio un respingo y se dio cuenta de que aún iba de la mano de Kid.

— ¡¿Se puede saber por qué has hecho eso?! - exclamó el moreno, soltándose rápidamente.

— ¿Qué te pasa ahora? - preguntó Kid, resoplando con desgana.

— ¿Por qué me das la mano? - dijo Law, frunciendo el ceño.

— Te quedabas atrás – contestó Eustass, encogiéndose de hombros.

— ¡Esa no es razón para que me agarres de la mano! - replicó, alzando la voz.

— ¡Cuando te agarro otras cosas no te quejas tanto! - contestó Kid en el mismo tono.

Otra vez a discutir...” Law respiró hondo para no contestarle con más gritos. Todo el mundo los miraba. “La típica discusión de pareja” oyó comentar a un grupo de chicas entre risitas. Tragó saliva con dificultad, notando un nudo formarse en su garganta. De repente era consciente de cada estímulo a su alrededor: las luces de la ciudad, el motor de los coches que circulaban por la carretera, las voces de la gente y sus pasos en la acera, los latidos de su propio corazón... Todo era demasiado intenso, demasiado rápido. Tenía la sensación de que el mundo se movía demasiado deprisa, dando vueltas alrededor de él, mareándolo.

— ¿Law? - dijo Kid, mirándolo con preocupación — Te estás poniendo blanco...

Trafalgar clavó sus ojos en el pelirrojo, usándolo como punto de anclaje. El resto del mundo pasó a un segundo plano.

Quiero besarle” pensó. Solo un beso bastaría para acallar su agitada mente, lo sabía, lo necesitaba.

¡NO! No lo necesitas. El amor no es para ti, solo te complicará la vida.”

Se alejó unos pasos hacia la entrada de un callejón sin salida, seguido por el pelirrojo, para apartarse un poco de las miradas de la gente.

— ¿Por qué tienes que actuar así? - preguntó Trafalgar en voz baja cuando se hubo calmado.

— Así, ¿cómo? - respondió el pelirrojo, sin comprenderle.

— Esos gestos, esos comentarios... - Law tragó saliva — ¿No te das cuenta de que estamos en mitad de la calle? La gente va a pensar que... - se mordió el labio inferior — Que somos novios o algo así. ¡Hasta la mocosa de antes lo dijo! - añadió, pasándose una mano por la cara.

Kid le miró durante unos segundos antes de resoplar.

— ¡¿Y qué?! - exclamó, frunciendo el ceño.

— ¿Cómo que “y qué”? - repitió Law, enarcando una ceja — Pues que no somos pareja, ni lo seremos nunca, ninguno de los dos queremos eso – contestó, intentando no titubear.

Mientes” susurró una voz en la mente de Trafalgar; una voz que amordazó y encerró bajo llave.

Eustass pareció tranquilizarse con esas palabras. O, al menos, dejó de parecer que iba a estallar como un volcán. Se limitó a mirarle en silencio y, cuando respondió, lo hizo en un tono de voz inusualmente bajo para él.

— Yo sí quiero...

Law abrió los ojos como platos.

— ¿...Qué? - consiguió articular Trafalgar, con un hilo de voz.

— Que quiero que tú y yo seamos... Algo más, ¿entiendes? - contestó Kid, rascándose la nuca — Algo como... Novios, si quieres llamarlo así. Aunque no nos hace falta poner ninguna estúpida etiqueta – se apresuró a aclarar — Pero quiero que hagamos más cosas juntos, aparte de follar... Porque el sexo es genial, pero... No sé, quiero más. Quiero poder besarte aunque estemos en la calle, y darte la mano aunque haya gente mirando...

Mientras hablaba, Kid se fue acercando a Law, que le observaba inmóvil. El pelirrojo alargó una mano hasta tocar la de Law. Trafalgar bajó la mirada.

— No puedes decirme algo así – dijo Law, viendo cómo el pelirrojo acariciaba con el pulgar el tatuaje que adornaba el dorso de su mano.

— ¿Por qué no? - replicó Kid — Es lo que siento. Me he... - tomó aire — Me he enamorado de ti.

Trafalgar alzó la vista de nuevo, clavándola en los ojos del hombre frente a él.

— Sí, otra vez – dijo Kid con una media sonrisa — Te quiero, Law.

Law tuvo la sensación de que su corazón acababa de implosionar dentro de su pecho y deseó pasar las manos tras la nuca del pelirrojo, atraerlo hacia él y besarle hasta olvidarse de dónde estaba y de quién era.

Pero no lo hizo.

En lugar de eso, apartó bruscamente la mano que Kid aún le tocaba y dio dos pasos atrás.

— Teníamos un trato - dijo casi sin aire, dándose cuenta de que le costaba respirar a un ritmo normal. Tomó aire, intentando calmar sus acelerados latidos — Quedamos en que iba a ser una relación sin compromiso, ¡Solo sexo, sin sentimientos! - exclamó.

— Ya lo sé, pero no puedo controlar lo que siento, no soy un puto robot – respondió Kid, frunciendo el ceño.

— Te dije que no buscaba una relación – le recordó el moreno.

— ¿Qué te crees, que yo estaba planeando el nombre de nuestros cinco hijos? - replicó Kid con sarcasmo. Negó para sí con la cabeza, resoplando — Ya sé que no era lo que acordamos pero... No puedo evitarlo. No puedo evitar enamorarme de ti – dijo avanzando un paso hacia delante.

— ¡Deja de decir eso! - exclamó Law, retrocediendo.

— ¡No! - dijo Kid, intentando acercarse al moreno, que retrocedió hasta que su espalda chocó contra una de las paredes del callejón — ¡Es lo que siento! Si te molesta oírlo, ¡Te jodes, porque no me lo voy a callar más! - respiró hondo por la nariz, intentando calmarse — Solo digo que... Podríamos intentarlo – añadió, bajando la voz.

— ¡Yo no buscaba una relación! - repitió Trafalgar.

— ¡Ya lo sé, coño! Pero... Las cosas han cambiado, ¿no? - insistió Kid — O ¿Me vas a decir que no sientes absolutamente nada por mí?

Law se mordió el labio. Quiso responder que no, que nada había cambiado y que no sentía nada especial por él. Eso sería mentir. No pudo hacerlo.

Una parte de él quiso decir la verdad. Tampoco pudo. Así que se limitó a aguantarle la mirada a Kid, hasta que fue el pelirrojo quien la apartó.

— Esto es increíble – dijo Kid para sí, pasándose las manos por la cara — Ni siquiera eres capaz de darme una respuesta. ¿Lo haces a propósito? ¿Te gusta jugar conmigo? - frunció el ceño — ¡Pues estoy harto de tus jueguecitos! - exclamó, acercándose más a él hasta que sus rostros quedaron a un palmo de distancia.

— ¡No es...! - empezó a contestar Law.

— ¡Estoy harto! - repitió Kid, interrumpiéndolo — ¡Estoy hasta los cojones de tus miedos, tus dudas y tus tonterías! - gritó, acompañando cada palabra con un golpe en la pared al lado de Law.

Trafalgar frunció el ceño, dándole un empujón para apartarlo de él, haciendo que el pelirrojo diera un paso atrás.

— ¡No tenía miedos, ni dudas, ni tonterías hasta que apareciste tú! - se defendió.

— Oh, vaya, ¿quieres que te pida perdón por estropear tu maravillosa vida? - preguntó Eustass con ironía.

— ¡Lo que quiero es volver el tiempo atrás y que nunca aparezcas en ella! - gritó Trafalgar, apretando los puños junto a sus costados.

La expresión de furia de Kid se suavizó tras esas palabras.

— ¿...Te arrepientes? - preguntó, bajando la voz de golpe.

Law suspiró, pasándose una mano por el cabello.

— ¿Tienes idea de cuánto me ha costado llegar a donde estoy ahora? - replicó el moreno — ¿Cuántos años de esfuerzo por superar mis problemas? Lo había conseguido, y entonces volví a verte y... - se mordió el labio inferior, tratando de detener el temblor que se estaba apoderando de él — Estaba bien, estaba tranquilo, no había ningún drama en mi vida hasta que tú volviste y lo pusiste todo del revés...

— O sea, que te arrepientes de volver a verme – dijo Kid, resoplando — Muy bien. Genial – dijo con ironía — No te preocupes, porque no volverás a saber nada de mí. Aquí termina todo, Trafalgar – añadió antes de dar media vuelta.

— No hay nada que terminar, porque ¡Ni siquiera ha empezado! - replicó el moreno.

Eustass se detuvo, girando la cabeza para mirarle por encima del hombro.

— Eres un cobarde – masculló el pelirrojo.

— ¿No te ibas ya? - replicó Trafalgar, cruzándose de brazos.

Kid volvió a dar media vuelta y se alejó, refunfuñando, con las manos en los bolsillos. Law le miró alejarse, esperando, deseando, que Kid regresara. O, al menos, que volviera la cabeza para mirarle una última vez. No lo hizo.

Una parte de él quiso correr tras el pelirrojo, pero era como si el peso de su propia sombra mantuviera sus pies anclados al asfalto.

¿Lo ves?” dijo una voz en su mente “Ya te dije que todo iba a terminar así.”

 

*

 

Law llevaba días sin saber nada de Kid. Desde que se pelearon no se habían vuelto a ver, ni a hablar, aunque eso no le impedía pensar en él a todas horas.

Antes también pensaba en Eustass, pero de una forma diferente. Alegría. Deseo. Preocupación. Ira. Sus pensamientos podían ir acompañados de cualquier emoción (alguna de las cuales no sabía bien cómo etiquetar) pero siempre de una forma intensa, rayando en la obsesión. Ahora solo había... Vacío.

Deseaba sentirse aliviado, triste, enfurecido... Cualquier cosa, aunque fuese negativa... Pero solo se sentía más y más vacío cada día, como si tuviera un enorme agujero negro dentro del pecho que se expandiera por momentos, amenazando con absorber todo a su alrededor.

El mundo entero se había vuelto vacío, también. Su cama era demasiado grande sin Kid ella, su casa era tan acogedora como una morgue y, por mucho que brillase el sol, todos los días parecían el mismo, grises y aburridos.

Necesito volver a verle...”

Law acalló su mente recordándose que todo era una cuestión de química; cuando estaba con Eustass, su cuerpo liberaba una serie de hormonas que le hacían sentir bien y, ahora que no estaba, reclamaba su dosis de droga. Era como un adicto en proceso de desintoxicación. Con el tiempo, ese insoportable vacío se iría y volvería a la paz que tenía antes.

Al menos, esa era la teoría.

— Es tu turno – dijo Shachi.

— Vamos, Law – le apremió Penguin, agitando una mano delante de su cara, puesto que el moreno se había quedado mirando un punto sobre la mesa.

Esa tarde habían quedado en casa de los dos hermanos para probar un nuevo juego de mesa. Law sostenía en las manos un puñado de cartas que apenas sabía para qué eran, puesto que no estuvo muy pendiente de las instrucciones del juego.

— Lo siento – murmuró, colocando una carta al azar sobre el tablero de juego.

Espero a que la partida reanudase, pero los chicos se limitaron a mirarle.

— ¿Estás bien? - preguntó Bepo, temeroso de alzar la voz.

No, no lo estoy, necesito mi droga pelirroja”.

— Claro que sí, ¿por qué no iba a estarlo? - contestó enseguida, a la defensiva — ¿Podéis dejar de mirarme como si fuese una viuda de guerra? - añadió, enarcando una ceja.

— Pues deja de comportarte como una, entonces – soltó Penguin, ganándose un codazo disimulado de su hermano y una mirada asesina nada disimulada de Law.

Trafalgar dejó sus cartas sobre la mesa y se cruzó de brazos, aguantando con una pose estoica las miradas de preocupación de sus amigos.

— Estoy perfectamente – mintió — Desde el primer momento supe que esta... “Cosa rara” que tenía con Eustass no iba a funcionar, porque somos totalmente incompatibles – explicó, intentando sonar casual y despreocupado.

— Bueno, si tan claro lo tienes... Genial – contestó Shachi — Sinceramente, yo estoy sorprendido de que duraseis tanto, porque sois como el agua y el aceite – añadió con una sonrisa, tratando de animar el ambiente.

Law apretó los labios en una delgada línea. Esas palabras dolían, a pesar de que eran básicamente lo mismo que él había dicho anteriormente, pero una cosa era decirlo él mismo y otra oírlo de alguien más. Bepo guardó silencio y Penguin abrió la boca para objetar, pero su hermano le dio un codazo para indicarle que se guardara su opinión.

— Sigamos jugando – dijo Law, tomando de nuevo sus cartas y mirándolas con un fingido interés.

Los chicos decidieron no presionarle más y la partida continuó, aunque a Trafalgar le costaba prestar atención al juego. Ni siquiera se dio cuenta de que saltaron su turno un par de veces porque estaba demasiado ensimismado en sus pensamientos.

De repente, su móvil sonó brevemente dentro de su bolsillo, indicándole que tenía una notificación. Su pulso se aceleró y se maldijo por desear que fuera un mensaje de Kid, incluso por esperarlo siquiera, porque sabía que eso era imposible, no después de cómo se despidieron la última vez.

Sin embargo, sacó el teléfono disimuladamente y... Ahí estaba: un whatsapp de Eustass.

— ¿Qué pasa? - preguntó Penguin al ver al moreno mirando al móvil fijamente — ¿Quién es?

— Nada importante – respondió Law, guardándose el teléfono de nuevo — Solo un mensaje de spam – mintió.

La partida siguió pero, si antes ya le costaba concentrarse, ahora era imposible. ¿Qué quería Eustass? ¿Continuar con la discusión? ¿Mandarlo definitivamente a la mierda? Incluso podría haberse equivocado de número, simplemente...

Los pensamientos de Trafalgar volaban muy, muy lejos del tablero de juego. Observaba las jugadas de sus amigos como quien veía llover; oía de fondo sus risas y conversaciones pero no captaba de qué hablaban. Solo era consciente del peso de su móvil en el bolsillo y de los latidos de su propio corazón. “¿Nadie más los oye?” se preguntó. Tenía la sensación de que se le iba a salir del pecho.

— Ahora vuelvo – se excusó mientras se levantaba.

Sus amigos le observaron mientras caminaba hacia el cuarto de baño, cerrando la puerta tras él. Intercambiaron una mirada de preocupación; la actitud de Law les decía que no estaba bien, por mucho que intentase hacerse el duro, y no sabían qué hacer o decir para animarle porque ninguno tenía mucha experiencia en el amor. Que el moreno fuese tan reservado con su vida privada y sus sentimientos, tampoco ayudaba.

Law apoyó la espalda contra la puerta del baño y sostuvo el teléfono entre sus manos temblorosas. Kid le había mandado un audio. Era bastante largo. Law se moría de ganas por oír qué decía y, al mismo tiempo, no quería hacerlo, porque sabía que podía doler. Era tentador borrarlo sin más pero, finalmente, tomó aire y pulsó el play, llevándose el móvil a la oreja.

 

 

Hey, Law... (saludó Eustass) ¿Cómo va todo? Hace tiempo que no sé nada de ti, desde... Desde ese día que... En fin, ya sabes. Bueno, mejor voy al grano, ¿no?

Supongo que debería decirte todo esto en persona, pero... No puedo. No es que me de miedo ni nada, ¿eh? Es que prefiero ahorrarme otra escena de película romántica mala, que con la del otro día ya tuvimos bastante (forzó una risa) Por eso y porque, cuando te tengo delante, no sé qué me pasa pero me quedo en blanco y... Y solo puedo pensar en las ganas que tengo de besarte...

Bueno, que me voy del tema... A ver... Solo te mando esto para... Disculparme... Porque el otro día me enfadé mucho, te grité y dije cosas que... Bueno, que no estuvieron bien. No creo que seas un cobarde y... Y no tengo derecho a exigirte que te enamores de mí.

Pero... Es que, no sé, pensaba que podía funcionar. Está claro que me equivoqué... Igual que me equivoqué al creer que podía ser solo tu amigo... Igual que me equivoqué al pensar que podía acostarme contigo y no querer nada más... En fin, que soy gilipollas (soltó una carcajada seca) Un gilipollas que no quiso escuchar todas las veces que me dijiste que tú no buscabas una relación.

Porque tú siempre fuiste muy claro con eso... Bueno, lo fuiste con tus palabras, porque con tus actos... No, ¿eh? Admítelo... Un día estamos bien y al siguiente me ignoras. Me besas y después haces como si no hubiera pasado nada. Te duermes abrazado a mí y luego resulta que solo me quieres para follar...

No entiendo por qué haces todo eso, pero duele. Duele mucho, porque yo... (bajó la voz) Ya te lo dije el otro día... Te quiero... No puedo evitarlo. Y, en el fondo, sigo pensando que tú a mí también, aunque sea a ratos. En fin, supongo que ese es el problema, que solo me quieres a ratos. Que, tarde o temprano, siempre te acabas arrepintiendo de estar conmigo.

Supongo que tenías razón. No funcionamos. No estamos hechos para estar juntos. Así que... Creo que lo mejor es poner distancia (suspiró).

Ni siquiera debería estar diciéndote todo esto, pero... No podía guardármelo. Pero te prometo que estas son las últimas palabras que te diré. No volveré a buscarte nunca más. Me jode que todo termine así, pero es lo que quieres, ¿No?

Espero que te vaya todo bien. Te lo digo de corazón. Y ¿Quién sabe? A lo mejor nos volvemos a cruzar dentro de cinco años... Para entonces, espero que te hayas convertido en un gran forense, y que seas feliz, y... Que hayas encontrado a alguien que te quite todos esos miedos que tienes. Alguien con quien nunca tengas que arrepentirte de nada (guardó silencio durante un par de segundos).

Ah, también espero que te hayas desecho de esa chatarra a la que llamas “coche” (añadió con una carcajada. Tomó aire antes de decir sus últimas palabras).

Adiós, Law.

 

 

El audio terminó y una lágrima se deslizó, silenciosa, por la mejilla de Law.

 

*

 

— Tío, eres penoso – dijo Wire, mirando hacia atrás. Kid caminaba unos pasos por detrás de él, con el móvil en la mano — No puedo creer que esas cursiladas hayan salido de tu boca...

— Cállate – gruñó el pelirrojo.

Se preguntó si Law escucharía el audio, cuál sería su reacción, qué contestaría... Conociéndole, probablemente lo ignoraría. Kid chasqueó la lengua y pensó en eliminar el mensaje antes de que el moreno lo viera, pero se dijo que lo hecho, hecho estaba. Decidió apagar el móvil para no estar tentado de mandarle más cosas; ya se había humillado bastante.

— Venga, alegra esa cara – dijo Wire, disminuyendo el paso para ponerse a su altura — Ya eres bastante feo sin necesidad de fruncir el ceño – añadió con una sonrisa mientras le pasaba un brazo sobre los hombros.

— Vete a la mierda, imbécil – masculló el pelirrojo, aunque se metió las manos en los bolsillos y se dejó abrazar — Por lo menos yo no voy vestido como si me hubiese escapado de un concurso de drag queens – añadió, señalando con la barbilla los pantalones cortos de cuero y las medias de red de su amigo.

— Pues con estas piernas, seguro que lo ganaría – contestó Wire, orgulloso de su atuendo — Venga, date prisa o perderemos el tren – añadió, mirando la hora en el enorme reloj de la estación, que aparecía al final de la avenida.

 

*

 

Law se recompuso, recuperando su mejor cara de póker, preparándose para salir del baño y volver junto a sus amigos. Sin embargo, detuvo la mano sobre el picaporte al captar que la conversación que estaban teniendo en esos momentos iba sobre él.

— … Sí, se nota que no está bien – dijo Penguin con un suspiro.

— No me gusta ver a Law tan triste – añadió Bepo, con voz abatida — Parecía tan feliz cuando estaba con Eustass...

— Bueno, lo hecho está hecho – dijo Shachi, tratando de ser práctico, aunque su voz no estaba exenta de tristeza — Solo nos queda apoyarle para que lo supere rápido...

Trafalgar salió del baño y los chicos callaron al verle aparecer. Su expresión era seria, estoica... Pero las lágrimas seguían rodando por sus mejillas.

— ¿Law...? - Penguin fue el primero en hablar — ¿Estás bien? - preguntó, levantándose de la silla aunque sin moverse de la mesa.

— No – Trafalgar cerró los ojos y negó para sí — No lo estoy.

Los chicos le miraron, tan sorprendidos que no sabían qué decir. Law casi nunca admitía algo así.

— Solo necesitas un poco de tiempo – dijo Penguin, tratando de animarle — Lo superarás y acabarás encontrando a alguien mejor...

Law resopló sin ganas. Él quería a Kid, no quería a alguien mejor. No había nadie mejor.

Apoyó la espalda contra la pared al notar que las piernas le temblaban. El vacío que llevaba días sintiendo se había convertido en algo afilado que le desgarraba por dentro.

Quería a Kid a su lado. No porque fuese perfecto, porque no lo era, sino por ser él. Simplemente por ser él. Porque era leal, sincero, divertido y con una voluntad férrea. Tenía una mirada que traspasaba todas sus barreras, una sonrisa traviesa que le hacía derretirse y un cuerpo musculoso que le llevaba hasta el cielo cuando se apretaba contra el suyo. Tras sus pintas de macarra, sus pésimos modales y su escaso auto-control se escondía un corazón de oro, con el punto justo de malicia para no ser aburrido. Le hacía sentir seguro, sin caer en tratarlo con lástima. Sabía que Kid sería capaz de enfrentarse al mundo entero por él. Ya lo hizo una vez.

Kid lo conocía, lo comprendía y lo aceptaba, y Law... Law estaba enamorado de él. Completa y perdidamente enamorado de él.

Nunca quiso sentir algo así; se resistió con todas sus fuerzas, reprimió sus emociones aunque estas se lo comiesen por dentro... No sirvió de nada. Intentó disfrazar sus sentimientos como una amistad o simple deseo, pero tampoco sirvió. Se daba cuenta de cómo se iba enamorando cada vez más de él, y la impotencia de no poder controlar lo que sentía lo aterrorizó... Pero no le impidió enamorarse. Ahora lo tenía claro: Era el amor de su vida.

Resbaló por la pared, dejándose caer hasta el suelo, y escondió la cara entre las manos.

Era el puto amor de su vida y lo había perdido para siempre.

Alzó la vista al notarse rodeado por sus amigos.

— Eh, Law... - dijo Bepo, agachándose frente a él — ¿Hay algo que podamos hacer?

Trafalgar se frotó los ojos con fuerza.

— No – dijo poniéndose de pie, apartando suavemente a Bepo — Soy yo quien tiene que hacerlo — recorrió la habitación a zancadas, dirigiéndose hacia la puerta — ¡Tengo que encontrar a ese idiota! – dijo saliendo del piso.

Los demás se miraron entre ellos por un segundo, antes de salir corriendo tras Law.

 


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