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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

A disfrutar!!

 

Amor para todos!!

–¿Cómo es que se llama tu hermana?– preguntó Kaiba. El rubio sonrió sin voltear a verlo.


 


–Serenity, es 2 años menor que yo.


 


Ambos chicos estaban en el sillón del departamento del CEO, uno en cada extremo. Habían pasado 2 días desde que el rubio despertara, y ya no había vuelto a la inconsciencia. El castaño había ido a sentarse con la intención de descansar un poco, pero el rubio lo interrumpió. No es que le molestara su compañía; al contrario, era consciente de que cuando Joey mejorara y regresara a su casa, el lugar se sentiría vacío.


 


–Mokuba es 5 años menor que yo– Seto sonrió al recordar a su hermanito.


 


–Lo sé, él habla mucho de ti cuando está con nosotros. Eres su adoración– Joey sonrió al pensar en el pequeño Kaiba. –La verdad es que es como un hermanito para mí. Serenity no está cerca de mí, por lo que estar con Mokuba llena esa parte que me hace falta– el rubio bajó la cabeza; pensar en su hermana a veces lo deprimía.


 


–¿Por qué no la ves?– Kaiba había escuchado algunas que le había dicho su hermano, pero no sabía la historia completa.


 


–Mis padres se separaron cuando eramos pequeños; mamá se llevó a Serenity y yo me quedé con papá. Trato de mantener contacto con ella, pero no es fácil porque no viven en Japón, y llamar hasta allá puede ser costoso– Joey suspiró. Contrario a lo que pensaba, no le costaba abrirse con Kaiba. De hecho lo hacía sentir mejor al saber que alguien lo escuchaba sin juzgar.


 


–Supongo que fue duro. Para nosotros fue duro, pero siempre estuvimos juntos, y eso lo hizo todo mejor– Joey sabía que Seto hablaba de su infancia; conocía la historia gracias a Mokuba, aunque sin muchos detalles.


 


–Sí, lo es todavía. Pero la vida sigue y uno no se puede detener. Es por eso que quiero entrar a la universidad. Con algún título, será más fácil obtener un buen empleo y tener ingresos suficientes para visitar a mi hermana– Kaiba se le quedó viendo, aunque Joey no se dio cuenta porque veía al vacío.


 


–¿No la visitas con regularidad?– el rubio negó con la cabeza.


 


–No he visto a mamá desde que se fueron de la casa. En cuanto a Serenity... ha venido un par de veces a Japón, pero nada más– Kaiba se sorprendió con esa declaración. Decidió abstenerse de opinar al respecto de su madre, porque no estaba seguro de decir algo positivo.


 


–Si tu sueño es estudiar, trabaja por lograrlo. Solo no vayas a cometer el error de estudiar o trabajar en algo que no te gusta; así es como la gente muere en vida– Joey levantó la vista y la fijó en Seto; vio intensidad en su mirada.


 


–He escuchado eso muchas veces, pero no estoy seguro de cómo hacerlo– Joey volvió a bajar la mirada.


 


–¿Qué te gusta hacer?


 


–Dibujar– la respuesta fue simple e inmediata; eso era señal de que en verdad le apasionaba.


 


–Entonces enfócate en eso. No necesitas un título universitario para ser un gran dibujante, o trabajar en algún lugar que sepan ver tu potencial– Joey rio con suavidad, y negó con la cabeza.


 


–Es solo algo que me gusta, ni siquiera creo ser tan bueno en eso– Joey levantó la mirada y se encontró con la sonrisa del CEO.


 


–Me gustaría que me enseñaras algunos dibujos tuyos– el rubio se sonrojó con suavidad.


 


–No tengo nada conmigo aquí, pero después te enseñaré alguno... si es que me hablas– la última frase fue dicha con tan poco volumen, que si no hubieran estado compartiendo ese íntimo momento como lo estaban haciendo, Seto no lo habría escuchado.


 


Pero lo escuchó.


 


–¿Por qué no habría de hablarte después?– la pregunta era genuina; Seto en verdad quería saber a qué se refería.


 


A Joey le tomó unos segundos armarse de valor para hablar.


 


–Pues... es que desde la otra vez que estuvimos en... la azotea, no me volviste a dirigir la palabra– Joey se sentía nervioso. No sabía ni por qué, pero se sentía ansioso, y no podía levantar la mirada; sentía como si esos ojos azules penetraban hasta su interior, y lo hacían sentir demasiadas cosas que no sabía ni interpretar.


 


Joey escuchó al CEO suspirar.


 


–Wheeler, si yo no te he hablado en la escuela, en parte es porque tú pareces huir de mi como si fuera roña– la voz del CEO no sonó a reproche, y aún así Joey se sintió mal al escucharlo.


 


–Yo... lo siento– la voz del rubio era demasiado suave.


 


–Joey– el rubio levantó la mirada hasta topar con la azul, sorprendido de ser llamado por su nombre por el CEO de Kaiba Corp. –no tienes que disculparte. Sé que el otro día que hablamos en la azotea yo te dije algo que de seguro no esperabas. Entiendo ese comportamiento, y como ya te lo he dicho antes, no espero nada de ti– el rubio se sonrojó de nuevo, pero hizo un esfuerzo por no bajar la mirada; siempre había sido un chico valiente e impulsivo, y no planeaba echarse para atrás ahora.


 


–Es que... han sido tantas cosas desde ese día. Me has ayudado y eso me sobrepasa bastante– el castaño sonrió, como con melancolía.


 


–Puedo entender eso– pero Joey negó con la cabeza.


 


–No creo que lo entiendas, porque ni yo mismo lo entiendo. Yo mismo no me entiendo, y eso es lo más confuso. Porque no me molestó tu confesión; me incomodó. Y luego nos ha tocado varias veces hacer equipo en la escuela, y he encontrado agradable estar contigo; no eres tan insoportable como yo pensaba. Además, cuando trabajabamos en el proyecto final, te vi tan distante.. ¡cielos! Llegué a cuestionarme si tu confesión no había sido mi imaginación jugándome alguna broma pesada. Luego te confronté, y pasó todo esto y...– el rubio se quedó en silencio y bajó la mirada de nuevo, tratando de ocultar su sonrojo; al hacer eso se perdió la sonrisa del castaño.


 


–No sé si tengo una opinión al respecto. Solo puedo decirte que ha sido agradable trabajar contigo, al igual que cuidar de ti. Insisto, no me debes nada; en ningún sentido– Joey lo volteó a ver.


 


–Eso es aparte, ya te dije que te lo pagaré de alguna forma; no soy un mantenido o un chiqueado de nadie– la fiereza en la mirada de Joey era palpable.


 


Para sorpresa del rubio, Seto empezó a reír con fuerza, descolocándolo completamente. Cuando empezaba a pensar que todo había sido una cruel broma por parte del ojiazul, Seto lo miró directo a los ojos con una intensidad que no le había visto antes; ni siquiera en el duelo de monstruos.


 


–No me vayas a malentender, no me estoy burlando– la voz de Kaiba estaba serena, y Joey lo volteó a ver, escudriñándolo con la mirada. –Me siento feliz de que estés aquí– la sonrisa de sandía de Seto Kaiba lo dijo todo; estaba siendo sincero.


 


Seto rompió el intenso momento poniéndose de pie y dirigiéndose a la cocina, dejando a Joey solo por unos momentos. En menos de un minuto estaba de vuelta con un vaso de agua y unas pastillas.


 


Se sentó en el sillón, pero esta vez estaba a un lado de Joey.


 


El castaño le extendió los medicamentos y Joey los tomó sin protestar. Cuando terminó de hacerlo, fijó su mirada en la ojiazul; Seto seguía sonriendo.


 


–Es hora de descansar– Joey asintió a las palabras de Kaiba, y se sintió nervioso de nuevo. Kaiba puso su mano sobre la rubia cabellera y la revolvió. Después salió de la habitación. Joey suspiró y se armó de valor; lo siguió hasta donde estaba el sillón en el que dormía cada noche.


 


–¿Qué haces?– Kaiba lo volteó a ver; parecía que no esperaba verlo ahí en ese momento.


 


–Preparándome para dormir. Ve a descansar– pero Joey negó con la cabeza.


 


–Estoy mejor y mucho más recuperado. Me toca el sillón y a ti la cama.


 


–No, ve a dormir a la habitación– si Joey era terco, Seto le era más; ninguno quería ceder.


 


–Kaiba, has cuidado de mí durante días, y no has dormido bien. Es justo que yo me quede con el sillón y tú con la cama, que además es tuya– el castaño se puso de pie; estaban a un par de metros de distancia.


 


–Ha habido crisis en Kaiba Corp en las cuales he dormido solo un par de horas diarias en la compañía. Dormir aquí no me hará daño– Joey se cruzó de brazos.


 


–No es que te haga daño, es que no quiero sentir que te quito tu lugar, o que me lo dejas por lástima– las palabras salieron de la boca del rubio sin pensar. De inmediato bajó la mirada; había escupido una verdad que no tenía la intención de expresar.


 


Seto Kaiba dio unos pasos hasta llegar a él, y para sorpresa de Joey, lo abrazó.


 


Sentir esos brazos rodeando su cuerpo lo hizo sentir demasiadas emociones y sensaciones. No correspondió el abrazo, estaba demasiado apenado para hacerlo, pero se dejó hacer. La barbilla del castaño se recargó sobre su hombro.


 


–Nada más alejado de la realidad– fue un susurro suave, que hizo que cada bello de la piel del rubio se erizara. –Lo hago porque quiero, porque yo lo decidí y porque me importas– se quedaron ahí, de pie, en silencio; castaño abrazando al rubio.


 


Cuando Seto rompió el abrazo, le levantó el rostro con la mano, haciendo contacto visual; Joey estaba sonrojado y él sonreía. Se dio media vuelta con la intención de prepararse para descansar, pero una mano tomó la suya y frenó su andar.


 


Fue un impulso salvaje, hecho absolutamente sin pensar. Joey estaba tan sorprendido de su actuar como lo estaba Kaiba, quien se mantuvo dándole la espalda.


 


–Si no quieres que venga yo al sillón, entonces ven a la cama conmigo– Joey se pateó mentalmente; eso había sonado demasiado sugerente. Pero pese a eso, no había soltado su mano.


 


Kaiba se volteó, mostrando por primera vez sorpresa en sus facciones. Después de unos momentos, sonrió.


 


–Está bien, vamos a dormir– Joey asintió y sonrió suavecito.


 


Se dirigieron a la habitación, en donde Joey, quien había vivido los últimos días en pijama. Se sentó en un lado de la cama, sintiéndose terriblemente nervioso.


 


El castaño se dio cuenta de los nervios del rubio, y supo de inmediato la razón. Se subió a la cama del otro lado, y una vez acomodado jaló al rubio a que se acostara. Joey le daba la espalda, y seguía tenso como tabla. Seto puso su mano izquierda en el cabello rubio, y empezó a acariciarlo.


 


No pasó mucho para que notara como el rubio comenzaba a relajarse. Seto siguió con sus caricias hasta que notó que el cuerpo estaba mucho más relajado, y su respiración era acompasada; Joey había logrado conciliar el sueño.


 


Kaiba acarició la cabeza rubia un rato más antes de caer dormido. Jamás lo admitiría, pero había extrañado su cama esos días.


 


Pero lo mejor de habérsela cedido a Joey, era que él mismo lo había invitado a compartirla. Y eso no tenía precio.


 

Notas finales:

Hermoso día!

Bonita noche!

 

Amor para todos!!


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