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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Hola!

Aquí tiene un nuevo capítulo de esta linda historia que poco a poco se va desenvolviendo. Espero que la disfruten.

 

Amor para todos!!

Un intenso y molesto sonido lo sacó de sus sueños. ¿Qué demonios era eso? Antes de que pudiera quejarse, el sonido se detuvo y escuchó la voz de Kaiba. Volteó su cabeza y vio que estaba sentado en la cama, hablando con alguien en su teléfono celular.


 


Joey se estiró, sintiendo que había dormido como nunca; no recordaba cuando había sido la última vez que descansó tan bien.


 


Entonces una imagen llegó a su mente; Seto le había acariciado la cabeza hasta que se quedó dormido. Y es que para Joey eso se había sentido de lo más relajante.


 


Joey se sonrojó por completo, y escondió la mitad de su rostro bajo la sábana. ¿En qué estaba pensando cuando invitó al castaño a dormir con él? Bueno, no es que haya querido dormir con él. Es que se sentía mal porque Kaiba le había dejado su cama; de seguro el CEO dormía muy mal y no lo admitía. Por eso, y como último recurso, había optado por decirle que compartieran cama.


 


Debía admitir que el rostro sorprendido del castaño no se lo esperaba; nunca lo había visto así. Y luego esa sonrisa que le regaló...


 


Joey se tapó completamente la cabeza con la sábana; sentía su rostro arder de la vergüenza.


 


Tan metido en sus pensamientos estaba que no se dio cuenta cuando Kaiba terminó su llamada.


 


–¿Estás despierto Wheeler?– Joey parpadeó bajo las sábanas. Esperaba no haber hablado en voz alta; a veces lo hacía cuando estaba solo.


 


El rubio asomó los ojos, cruzándose con al profunda mirada ojiazul; asintió sin decir nada. Su propia mente le jugaba en contra, porque le hacía sentir cohibido cuando él siempre se mostraba seguro ante cualquier situación.


 


–Buenos días. Atemu acaba de llamar. Yugi estaba preocupado por ti ya que no has ido a clases en más de una semana, y al ir a preguntar a tu casa tu padre solo les dijo que no sabía en donde estabas– la voz del CEO era tranquila, pero hizo que Joey se sentara de golpe.


 


–¿Yugi fue a mi casa?– el rubio parecía alarmado, y ese detalle no pasó desapercibido por Kaiba.


 


–Eso dijo Atemu. Ambos están bien– quiso recalcar eso para Joey, que parecía bastante preocupado. Joey se perdió en sus pensamientos unos momentos, y después volteó a ver a Kaiba, como examinando su rostro.


 


–¿Por qué Atemu te llamó a ti para buscarme a mí?– por más que pensara, no podía contestarse esa pregunta.


 


–Al no encontrarte por ningún lado, supongo que me habló como una especie de último recurso– desde el principio Atemu sabía que se había llevado a Joey para ayudarlo. Atemu había respetado la petición del CEO de no decirle nada a Yugi, y por eso ambos habían fingido demencia mientras el más bajito escuchaba. De cualquier manera, a Joey se le hacía de lo más extraña esa situación.


 


–¿Por qué Atemu tiene tu teléfono?– el castaño solo se le quedó viendo, tratando de descifrar si había algo detrás de esa pregunta; no encontró nada.


 


–Tiene mi número de teléfono, y yo el suyo. Me ha llegado a servir algunas veces que busco a Mokuba y tiene su celular sin batería– dijo Seto como si fuera lo más obvio en el universo. Y esa respuesta activó el cerbro de Joey.


 


–Espera, espera... ¿qué hay de Mokuba?– la voz del rubio era inestable; estaba alarmado, y Seto lo notó de inmediato.


 


–Si te calmas y me dices a qué te refieres, podría entenderte y responderte– el castaño tenía su típica cara seria, pero su voz era más tranquila de lo normal.


 


–Me refiero a que llevas aquí no sé cuántos días cuidándome y no he visto a tu hermano. ¿Lo dejaste solo todo este tiempo? Es que... deberías estar con él, no conmigo. Además, ¿qué es este lugar?– la emocionalidad de Joey iba de arriba abajo, volteando a ver a todos lados y haciendo preguntas sin cesar; parecía algo desorientado, cosa que Seto atribuyó a la fiebre que había tenido.


 


Lo único que detuvo a Joey de su delirio fue la gran carcajada que soltó Kaiba. Joey nunca lo había visto reír sin cinismo, y le sorprendió de sobremanera.


 


–Tranquilo Wheeler, un paso a la vez. Primero que nada, y me sorprende que no hayas preguntado antes, este es mi departamento. Lo tengo para cuando quiero estar solo sin interrupciones como cuando tengo algún gran proyecto– el rubio se sonrojó un poco.


 


–No es que no lo haya notado, es solo que... no sé, no había pensado en eso– Joey volteó la mirada, más por ocultar su sonrojo que por otra cosa.


 


–Segundo, Mokuba sabe que estoy aquí desde el primer día. Lo que no sabe que estás aquí conmigo porque no estaba seguro de que tú quisieras decirle. Y si tú crees que voy a descuidar a mi hermano por estar aquí contigo Wheeler, no sabes con quien estás hablando– la voz del CEO no era agresiva, pero sí determinante.


 


–Pues discúlpame por preocuparme por él– Joey se cruzó de brazos.


 


Seto cayó en cuenta de que era la primera vez que Joey se estaba comportando como Joey, desde que lo trajo al departamento.


 


–Deja de disculparte y hacer berrinches. Aprecio que te preocupes por Mokuba, pero no entiendo porque podrías pensar que lo iba a descuidar. Mokuba es lo más importante para mí– el CEO cerró los ojos, suspirando.


 


Joey bajó sus brazos, y se sintió mal por su manera de actuar. Atrajo sus piernas al pecho y las abrazó, recargando su barbilla en las rodillas.


 


–Sé cuan importante es Mokuba para ti, y lo mucho que él te admira y te ama. Lo siento, me dejé llevar– Seto abrió los ojos y observó al rubio; casi parecía deprimido.


 


–Wheeler– el aludido volteó, y Kaiba decidió aventurarse a un terreno que no era seguro. –¿Qué demonios es lo que sucede en tu casa? ¿Y por qué frente a tus amigos te comportas de un modo que no eres?– estaban cada uno en un lado de la cama, y con todo y esa distancia Seto pudo notar que Joey suspiraba a la par de tensarse.


 


–Mi casa es mi mayor tormento. Mi padre me culpa porque mamá se llevó a Serenity y nos dejó ahí. Si yo no trabajara, no tendríamos dinero ni para comer, mucho menos para las cuentas. Tengo varios empleos con lo que alcanzo a pagar todo, y lo poco que sobra se lo queda mi papá para seguir emborrachándose cada día y noche– Kaiba no dijo nada, lo observaba en silencio. La voz del rubio sonaba decaida, muy diferente a lo normal en él.


 


–Tus amigos...– la negación con la cabeza de parte de Joey detuvo lo que Seto iba a decir.


 


–Ellos no saben nada, y es mejor así. Si Yugi lo supiera, se desviviría por ayudarme, tratando incluso de llevarme a su casa, o dándome dinero para que no trabaje tanto. Tristán y Duke se enojarían por quedarme pasivo en esta situación, y probablemente quisieran golpear a mi padre. Tea de seguro me vería con lástima. Prefiero que ellos no sepan nada y seguir como buenos amigos– la voz de Joey fue haciéndose cada vez más tenue. Seto lo observaba sin decir nada.


 


–Creo que subestimas a tus amigos, Wheeler– eso hizo que el rubio volteara a ver. –Creo que eso que piensas puede ser una realidad, pero siempre me ha parecido que lo de ustedes es algo más profundo, más fuerte que eso– Joey suspiró y volvió a recargar la barbilla en sus rodillas.


 


–No lo sé, pero no quiero que sepan mi realidad. No me gusta ni que vayan a mi casa, procuro evitarlo– Joey volvió a suspirar, y Seto pudo casi palpar la depresión en el rubio.


 


El castaño decidió no ahondar más en el tema, no veía a Joey dispuesto a abrirse a escuchar. Se puso de pie y sacó algo de ropa del clóset. Entró al baño sin decir nada, y en menos de 5 minutos salió cambiado y con el cabello mojado.


 


–Haré algo de desayunar– dijo y salió del cuarto sin esperar respuesta.


 


Media hora después estaban sentados, desayunando un plato de arroz con vegetales.


 


–Esta rico– fue todo que Joey dijo en el desayuno. Cuando terminaron, Joey se encargó de dejar limpia la cocina y Seto se retiró a trabajar.


 


Pasó el día, y cuando llegó la hora de dormir, Seto buscó a Joey en la habitación, pero no lo encontró. Se extrañó, pero conocía al testarudo rubio, así que fue a la sala. Tal como lo había pensado, el chico estaba ya acostado en el sillón, tapado por una sábana, mirando al techo perdido en sus pensamientos.


 


–¿Qué haces aquí Wheeler?– el rubio dio un pequeño salto por el susto; no esperaba al castaño.


 


–Cielos, me asustaste– puso su mano en el pecho, y respiró profundo para calmarse. –¿Cómo que qué hago aquí? Voy a dormir– la mirada del rubio se posó en la del castaño, desafiante.


 


Pero Kaiba era Kaiba, y no se intimidaba por nada ni por nadie.


 


–Eres un necio. Apenas te estás recuperando, ve a dormir a la cama. Yo me quedaré aquí– pero si Kaiba no se dejaba intimidar, Joey no se quedaba atrás.


 


–No lo haré. Es tu cama y ya te la quité suficiente. Ve allá tú, has hecho suficiente por mí– el rubio era orgulloso, y Kaiba lo sabía. Solo que no le gustaba lidiar con la necedad de otras personas; se desesperaba facilmente.


 


–No me importa que sea mi cama, necesitas descansar. No voy a tirar al carajo los días que te he estado cuidando solo por tu necedad. Así que ve a la cama– los ánimos iban subiendo, así como el volumen de ambos. Seto se sintió regañando a Mokuba por hacer una travesura.


 


–No lo haré, dormiré aquí– Joey no quería ceder.


 


–Demonios Wheeler– Seto respiró profundo, haciendo acopio de todo su autocontrol para no explotar. –Vamos a la cama. No me quedaré aquí, te acompañaré si eso te hace sentir mejor– Joey se sentó en el sillón, pero no se movió. Se cruzó de brazos y negó con la cabeza.


 


–No lo haré, así que puedes irte tú solo– Seto se cruzó de brazos también, al borde de perder la paciencia.


 


–No me iré solo, irás conmigo– Joey volvió a negar con la cabeza.


 


–Es solo un resfriado, no es como si trajera una fractura. Puedo dormir aquí perfectamente sin que me pase nada. Ve a TU cama– dijo Joey, recalcando la propiedad del CEO.


 


–Vamos a la cama Wheeler, ahora– el tono de Kaiba se hizo más severo, pero Joey no dio tregua.


 


–¡Que no!– Joey gritó.


 


–¡Ahora!– gritó Seto.


 


–¡QUE NO!


 


–¿POR QUÉ NO?– las cosas se estaban saliendo de las manos, y Kaiba lo sabía.


 


–¡PORQUE ME SIENTO INCÓMODO CUANDO ESTOY CONTIGO!– Kaiba se quedó quieto ante el grito del rubio. Si le afectó o no lo que dijo, no lo expresó. Solo suspiró, tratando de calmarse.


 


–Entonces ve y duerme tú solo allá. Yo no entraré a la habitación así que puedes estar tranquilo– Seto habló clamado, pero la expresión corporal de Joey no era de tranquilidad, sino todo lo contrario.


 


–¡Es que tú no entiendes nada!– la voz de Joey seguía fuerte, pero al menos ya no gritó. Aún así, el CEO se sintió descolocado.


 


–No puedo entender algo que no me explicas, Wheeler– Joey cubrió su rostro con sus manos, respirando pesadamente.


 


Kaiba se preocupó por él, pero prefirió esperar. Quería acercarse y cerciorarse de que estuviera bien, pero estaba seguro de que lo incomodaría más, y no era lo que quería. Respiró profundo, esperando con paciencia a que el rubio dijera algo.


 


–Todo esto es... demasiado confuso para mí. No me entiendo, y eso lo hace peor– Joey hablaba detrás de sus manos. Pero si Joey mismo no se entendía, Seto menos. –Es que... ¡ash! No entiendo nada...– el rubio estaba en un monólogo que parecía no tener ni pies ni cabeza.


 


–Puedes empezar por detectar qué es lo que no entiendes– la voz de Seto se escuchaba más calmada. El rubio bajó sus manos y volteó a ver a Kaiba, mostrando que estaba absolutamente sonrojado.


 


–No entiendo todo lo que me haces sentir– Kaiba esperaba cualquier cosa, menos eso. Abrió los ojos, completamente sorprendido. –Estos días tú has sido muy... amable conmigo. Te he visto de maneras que no te había visto antes, y eso... me agrada. Siento que tú me... agradas. Pero a la vez sentir todo esto me confunde, porque pues... tú eres Seto Kaiba, y yo Joey Wheeler. Somos como el agua y el aceite... no sé, es demasiado raro para mí– el valor que había tomado Joey para empezar a hablar se fue desvaneciendo poco a poco, hasta que bajó su mirada, sintiéndose incapaz de sostener la del ojiazul.


 


Por eso se perdió de la sonrisa del castaño.


 


Kaiba caminó hasta el sillón, y se sentó al lado del rubio, quien estaba evidentemente nervioso.


 


–Lamento haberte gritado, no sabía que te sentías así– Joey se sorprendió ante la disculpa del CEO. Levantó su mirada y se encontró con él a su lado; se sonrojó bastante ya que estaban muy cerca. No duró mucho, porque Joey bajó la mirada de nuevo.


 


–Ni yo sé bien como me siento– Joey suspiró.


 


–Puedo entender eso; uno no manda en cuanto a sentimientos respecta, y puede ser demasiado confuso a veces– el rubio volvió a levantar su mirada, cruzándose con la del ojiazul. –La primera vez que me di cuenta de que me gustabas, fue todo un shock para mí. Obvio lo negué durante bastante tiempo. Pero después entendí que uno no siempre gobierna todo lo que siente, y no me quedó de otra que aceptarlo– la mirada del ojiazul era intensa, pero no hizo por acercarse a Joey.


 


–No sé qué me pasa. Es demasiado extraño. Me... gustó que acariciaras mi cabello anoche. También me confundió, pero... se sintió bien– Joey logró sostener la mirada ojiazul, quien sonrió.


 


–Vamos a dormir– Kaiba puso su mano en la cabeza del rubio y le revolvió los cabellos, despeinándolo. Luego extendió su mano hacia Joey, para ayudarlo a levantarse.


 


Joey titubeó un poco, pero la tomó. Cuando estuvo de pie, Seto lo llevó de la mano hasta la habitación. Joey sintió tantas cosas que no pudo definir; decidió pensar menos y sentir más.


 


Se puso en su lado de la cama, y se acostó dándole la espalda a Kaiba, quien pronto estaba recostado. El CEO empezó a acariciar su cabeza, ayudándole a relajarse y conciliar el sueño. Lo último que Kaiba pensó antes de caer dormido, es que le encantaría hacer de esto una rutina diaria.


 


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!!


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