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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

A disfrutar con nuevo capítulo!

Espero que se la pasen bien.

 

Amor para todos!!

–¿Cómo van tú y Kaiba con el trabajo final? Me sorprende que aún no se hayan matado– dijo Duke con una sonrisa burlona.


 


Estaban en el recreo, compartiendo alimentos. Tea había llevado de todo un poco, y el estomago de Joey lo agradecía porque no había desayunado esa mañana. Era obvio, después de una semana fuera de casa, no había nada en buen estado.


 


–La verdad bastante bien. Mokuba le pidió estar tranquilo, así que trabajamos bastante a gusto. Casi les podría decir que somos un equipo efectivo– sus amigos se le quedaron viendo como si fuera un extraterrestre. –¿Qué?– dijo Joey, molesto.


 


–Bueno, es que tú nunca habías hablado así de Kaiba. Suenas raro– habló Yugi con tranquilidad, pero expresando con exactitud lo que todos pensaban.


 


–Tenemos que soportarnos si queremos buenas notas, es todo. ¿Ustedes dos como van?– cuestionó a Tristán y Duke, quienes se voltearon a ver.


 


–El flojo este no está cooperando mucho– dijo Duke, molestando al castaño.


 


–Y Duke se la pasa todo el día ocupado con su empresa, por lo que coincidimos poco– Tristán se cruzó de brazos; parecía ser algo que ya habían discutido pero no habían podido resolver.


 


–Pues ahí tienen algo que pueden aprender de Joey. A pesar de que él y Kaiba no se soportan, parece que hacen buen equipo porque anteponen su responsabilidad a sus caprichos– dijo Tea severamente, regañando a Tristán y Duke quienes, a sus ojos, se estaban comportando como niños pequeños. Ambos chicos empezaron a discutir con Tea, quien no los bajaba de flojos irresponsables.


 


–Vaya, espero que al menos así se motiven para hacer un buen trabajo. ¿Seguro que todo bien con Kaiba?– preguntó Yugi a su amigo, aprovechando que podían platicar sin que los otros se metieran.


 


–Todo bien Yug, no ha sido tan malo como creí– Joey le regaló una sonrisa.


 


–¿Ya estás recuperado? Podrías venir a cenar con Yami y conmigo; hoy mi abuelo tiene una cena con sus amigos y estaremos solos– dijo Yugi con una sonrisa sincera. Pero Joey negó con la cabeza.


 


–Te lo agradezco Yug, pero de hecho hoy iré con Kaiba para seguir el trabajo. Puedo acompañarte a tu casa, pero nada más. Los días que estuve enfermo no pudimos hacer nada, y aunque no sea tan malo trabajar con él, sigue siendo exigente y no hará mi parte– Yugi asintió, entendiendo. –Por cierto, debo avisarle. Ahorita vuelvo– Joey se levantó y fue en busca de Kaiba.


 


No parecía estar en el patio en donde él estaba. ¿Dónde se habría metido? Se asomó al salón, pero estaba vacío. Por un momento pensó en el baño, pero entonces se le prendió el cerebro.


 


Caminó con seguridad y subió las escaleras que lo llevaban hasta la azotea. Cuando abrió la puerta, vio que Kaiba estaba dándole la espalda recargado en el barandal; desde ahí se podía ver el patio en donde estaba hasta hacía unos minutos.


 


–Kaiba– se acercó con lentitud.


 


–Wheeler– dijo el castaño sin voltear a verlo.


 


–Te estaba buscando– dijo Joey, y se recargó en el barandal junto a él. Desde ahí podía ver que Tristán y Duke seguían discutiendo con Tea; parecían unos niños chiquitos. –¿Qué haces aquí?– Joey volteó a ver a Kaiba, quien volteó su rostro para conectar sus miradas.


 


–Te observaba– dijo Kaiba, directo como siempre. Eso causó que el rubio se sonrojara con violencia. Kaiba sonrió. –¿Para qué me buscabas?– entonces Joey recordó para que lo estaba buscando.


 


–Ah, sí. Es que sí me dieron permiso en el trabajo para ir contigo. Ya sabes, para continuar nuestro trabajo final– Seto asintió sin decir nada.


 


Movió su mano izquierda, y con una sutileza de la que Joey nunca lo había creído capaz, la levantó para acariciar su mejilla con un solo dedo.


 


–Me da gusto– fue casi un susurro, pero hizo que a Joey le explotaran los sentidos.


 


No se apartó.


 


Desde aquella noche que había admitido que le agradaba estar con Kaiba, se había prometido a si mismo tener el valor de sostenerle la mirada y no huir de él. Vaya que a veces le costaba trabajo, pero la verdad era que descubrir a este nuevo Seto Kaiba era tan emocionante como fascinante.


 


–Te espero en la mansión– Seto se dio la vuelta y se fue, dejando a Joey en una nube de sensaciones de la que no estaba seguro de querer bajar.


 


El resto de las clases pasaron sin altercado alguno. Cuando sonó la campana, más de medio salón salió como estampida de ahí. Joey guardó sus cosas con calma, mientras platicaba con Yugi de cualquier cosa. Seto los observaba a la distancia. Aún no comprendía cómo era que sus amigos no se habían percatado de la situación de vida del rubio.


 


Joey y Yugi salieron, y se encontraron con que Atemu los esperaba en la entrada.


 


–Hola Joey, aibou– les sonrió a ambos, y ambos le regresaron la sonrisa. Empezaron a caminar juntos, cuando alguien se les paró enfrente, tapándoles el pasó. Joey palideció, porque era su padre.


 


–¿Dónde te habías metido, maldito mocoso?– tenía una botella en la mano, y estaba que casi se caía de borracho. Aún así, Joey estremeció con su mirada.


 


–Tranquilo papá, aquí estoy. Vámonos– Joey quiso dar un paso hacia su padre, pero él estampó su botella contra el suelo, rompiéndola en pedacitos y haciendo que su hijo se estremeciera. No era raro para él verlo así, pero era bastante desagradable e incómodo que le armara un escándalo afuera de su escuela.


 


–¡No vamos a ningún lado hasta que no me digas en dónde te habías metido!– el señor arrastraba las palabras por lo borracho.


 


–Te lo diré papá. Vamos a casa y ahí te explico todo– se acercó a su padre con la intención de ayudarlo a caminar e irse, pero fue recibido con un golpe en el rostro. Como no se lo esperaba, lo hizo perder el equilibrio y caer hacia atrás.


 


De inmediato llegó Yugi con él, y Yami se paró entre Joey y su padre.


 


–¿Estás bien Joey?– preguntó el más bajito, recibiendo una respuesta positiva con la cabeza por parte de Joey.


 


–Señor Wheeler, por favor cálmese– Atemu le habló con autoridad, pero en respuesta el señor quiso golpearlo. No le fue difícil esquivar el golpe.


 


–Ni lo intentes Yami, cuando está en ese estado no escucha a nadie– Atemu volteó y vio a Joey de pie. Tenía el semblante de alguien muy cansado.


 


Joey caminó hacia su padre, quien le tiró otro golpe; esta vez fue fácil evadirlo.


 


–¡Eres un bueno para nada! ¡Desapareces por días y no hay nadie que me atienda! ¿Te acordaste siquiera de mí cuando no estabas? ¡Te has de haber ido de puta por ahí, sin consideración por mí, tu propio padre!– las palabras de su padre lastimaban a Joey, aún cuando él sabía que era el vicio el que hablaba. A estas alturas, ya se habían acumulado varios estudiantes a unos metros para ver lo que estaba pasando.


 


–Ya papá, vamos a casa y allá hablamos– Joey se acercó de nuevo pero fue recibido por otro golpe. Dejó que le diera para llegar hasta él, pero no contaba con que recibiría una fuerte patada que lo haría caer de nuevo. Se puso las manos en el estómago, tratando de mitigar el dolor del impacto.


 


Yugi y Yami llegaron hasta él con rapidez. Joey levantó la vista, y vio a su padre queriéndolo patear de nuevo. Pensó que lo iba a impactar, cuando de pronto lo vio caer de nalgas hacia atrás. Vio sorprendido como Seto Kaiba se paraba frente a él; había empujado a su padre.


 


–No te le vuelvas a acercar, pedazo de basura– todos en ciudad Dominó sabían del mal carácter del ojiazul, pero Joey nunca lo había escuchado hablar con tanta rabia como en ese momento.


 


Se dio la vuelta y se puso en cuclillas frente a él, sorprendiéndolo al igual que a ambos chicos de cabello tricolor.


 


–¿Estás bien?– la voz de Kaiba seguía destilando ira, pero se suavizó un poco con él. Un Joey más que sorprendido asintió. –¿Puedes caminar?– el rubio asintió de nuevo, y Kaiba volteó a ver a su padre por arriba del hombro, para después regresar su mirada a él. –Vamos– se puso de pie y le extendió la mano al rubio, quien la tomó sin dudarlo. Lo ayudó a ponerse de pie y empezaron a caminar; a Joey le dolía pero no era algo insoportable. No fue ninguna sorpresa para ambos que el padre de Joey no se levantara; parecía estar noqueado luego de caer y golpearse en el proceso.


 


–Joey– exclamó Yugi, preocupado. Joey se detuvo y volteó con sus amigos.


 


–Estaré bien Yug, nos vemos después– le sonrió con algo de dolor. Siguió su camino detrás de Kaiba. Lo que no notó fue que, cuando él volteó con Yugi, Seto volteó con Atemu, comunicándole algo con la mirada, que fue captado por el tricolor sin problemas.


 


Aun con dolor se subió al auto del CEO, quien lo observó con preocupación.


 


–Creo que sería bueno llevarte a revisar– los ojos de Kaiba estaban sobre él cuando Joey negó con la cabeza.


 


–Estaré bien, solo fueron unos golpes. Solo llévame a un lugar tranquilo– no quería que sonara como una orden, solo quería salir de ahí. La verdad era que las palabras le dolían más que los golpes, aunque fuera algo difícil de admitir.


 


Kaiba no estaba muy convencido, pero sabía del gran orgullo del rubio, así que no insistió. Arrancó y manejó con rumbo a su departamento. El trayecto fue tranquilo. ambos estaban en silencio; Joey perdido en sus pensamientos y Seto atento al camino y al rubio.


 


–Llegamos– dijo el castaño, volteando a ver a Joey. El rubio suspiró y salió del auto. Seto lo guió hasta la entrada del lugar; la última vez lo había llevado inconsciente.


 


Cuando Joey entró al lugar, se dirigió al sillón donde Seto había dormido las primeras noches. Se tumbó en él y puso su antebrazo sobre sus ojos, sin querer saber nada de nadie. Pasaron unos minutos, y el CEO entró a la sala. Se paró al lado del sillón, y observó a Joey en silencio; le daba la impresión de estar lidiando una lucha interna.


 


–Wheeler– trató de que su voz no saliera tan dura como siempre, aunque no estuvo seguro de lograrlo. Joey no se movió.


 


Seto suspiró, y se sentó en la orilla del sillón; apenas cabía, pero le restó importancia. Llevó su mano a la cabeza de Joey, y empezó a acariciar sus cabellos. Poco a poco vio como Joey empezó a relajarse.


 


–Cachorro– dijo Seto con una voz suave.


 


Joey se quitó el antebrazo de los ojos, observando a Seto a los ojos.


 


–¿Cachorro? ¿De dónde viene eso?– preguntó Joey, extrañado de la situación.


 


Y mayor fue su sorpresa cuando Seto Kaiba empezó a reír ante sus ojos. No es que pensara que el muchacho frente a él no fuera capaz de reír, pero casi...


 


Seto le sonrió con ternura, acariciando su cabello.


 


–Anda cachorro, tenemos que hacer algo por ese golpe antes de que se vuelva morado– Seto lo ayudó a sentarse. Joey asintió sin decir nada; estaba algo cabizbajo. Seto se acomodó y abrió una cajita que había traído con él para poder atenderlo.


 


–No te muevas– dijo Seto con autoridad y suavidad a la vez. Tomó la barbilla del rubio y empezó a aplicar pomada alrededor del ojo, en donde ya empezaba a aparecer coloración.


 


Joey estaba en silencio y sin quejarse. Le dolió cuando Kaiba lo tocó, pero pudo distinguir que lo hacía con la mayor suavidad posible. Se dio cuenta de que la cercanía con Kaiba ya no lo ponía incómodo, no desde la noche en que había aceptado que le empezaba a gustar.


 


Porque eso era lo que estaba sucediendo, Seto Kaiba iba poco a poco cautivando al rubio, quizás más de lo que se daba cuenta.


 


Movió su mirada hasta el rostro de Seto, que estaba bastante cerca. No cruzaron miradas por la concentración que Kaiba tenía en curarlo, pero Joey aprovechó para observarlo.


 


–Listo. ¿Cómo estás de la patada?– Kaiba se hizo un poco para atrás. Joey se movió un poco es el sillón.


 


–Me duele, pero pasará. Me han dado peores– Joey le sonrió a Seto, quien lo miraba serio; parecía preocupado.


 


–¿Sabes que conmigo no tienes que fingir, verdad?– el rubio borró su sonrisa y asintió, volteando su vista hacia sus piernas.


 


–Ya lo sé. Estoy tan acostumbrado a hacerlo que a veces me sale solo– Joey no levantí la mirada, pero Kaiba pudo detectar algo de dolor detrás de su voz.


 


Se le quedó viendo, y en un impulso lo atrajo a hacia él y lo abrazó. Joey abrió sus ojos con sorpresa; se sentía bien estando en el regazo del CEO. Volteó su rostro hacia el pecho del castaño, y respiró profundo, mientras Kaiba lo abrazaba y le tallaba la espalda.


 


–Deja eso para cuando estés con tus amigos. Puedes decirme lo que quieras y no te juzgaré– dijo Seto mientras seguía sobando su espalda. Joey asintió en silencio.


 


Después de algunos minutos, Joey se separó y volteó a ver al de ojos azules.


 


–Gracias Kaiba. No sé que habría pasado si no hubieras intervenido– el castaño puso su mano sobre los cabellos rubios.


 


–No tiene importancia en realidad. Lo que la tiene es que estás aquí, y estás bien– el castaño bajó su mano y con su dedo índice acarició momentaneamente la mejilla del rubio, quien se sonrojó al instante. –Descansa un poco– dijo antes de levantarse y salir del lugar, dejando a un Joey muy sonrojado.


 


Se recostó en el sillón. No tenía intenciones de quedarse dormido, pero habían sido muchas emociones, así que pronto estaba roncando.


 


 

Notas finales:

Hermoso día!

Bonita noche!

 

Amor para todos!!


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