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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Bueno, pues no me pude aguantar. La verdad es que pensaba dejar este capítulo para el viernes o sábado, porque me encanta, pero es tanta la emoción que tengo que decidí adelantarme a mis propios planes y subirlo hoy.

 

Espero que lo disfruten!

 

Amor para todos!!

El teléfono sonó, interrumpiendo el silencio de la nada. Joey dejó su tarea y se levantó en pos de contestar.


 


–Bueno– no escuchó nada del otro lado de la línea. Volteó a ver el auricular y luego lo volvió a poner en su oreja. –¿Hay alguien ahí?


 


–¿Joey? ¿Eres tú?– dijo una voz algo aguda que Joey reconoció de inmediato.


 


–Mokuba, hola– lo saludó como si fuera lo más normal del mundo estar contestando el teléfono del departamento privado de su hermano; Joey no había pensado en eso.


 


–¿Estás en el departamento de Seto?– y fue ahí donde cayó en cuenta de la situación, aunque decidió tomárselo con calma.


 


–Hem, pues sí. Si no estuviera no habría podido contestarte, chibi– ambos rieron con suavidad.


 


–Es cierto. Pero lo que me sorprende es que estés ahí. Creo que Seto nunca había llevado a nadie a ese lugar– Mokuba no pudo notar el sonrojo en el rostro de Joey.


 


–No sabría qué decirte al respecto. Solo que tuve algunos problemas y tu hermano se ofreció a ayudarme– Joey sonrió mientras hablaba de Kaiba.


 


Mi hermano es una buena persona, Joey. No importa lo que los demás digan de él, yo sé que lo es– el pequeño Kaiba destilaba amor por su hermano. ¿Cómo no hacerlo? Si el mayor había tirado por la borda su propia vida para que su hermano viviera bien.


 


–Lo sé Mokuba. A veces es un cabezota, pero tiene su lado amable. ¿Lo buscabas?


 


Sí, es que recibió una llamada algo urgente aquí, y no puedo comunicarme con él por el celular. Y como me ha dicho que ha estado quedándose en el departamento, pensé que podría encontrarlo ahí– Joey se rascó la cabeza; era raro que Kaiba no contestara en su celular.


 


–Pues no está aquí tampoco. Creo que iba a ir a la corporación, pero no podría asegurar nada– Joey escuchó una pícara risilla del otro lado del teléfono.


 


No te preocupes. Ahora ya sé por qué no ha estado viniendo a casa– Joey se sonrojó en automático.


 


–¡Espera, no es lo que estás pensando!– entonces Mokuba rio abiertamente.


 


–¿Y qué se supone que estoy pensando?– Mokuba era un niño tierno, pero era un Kaiba al fin y al cabo, y Joey acababa de caer en su trampa.


 


–Yo... no lo sé, pero de seguro no es cualquier cosa que puedas pensar– los nervios en la voz del rubio no ayudaban mucho.


 


Joey, no tienes nada de qué preocuparte. Lo que sea que haya entre mi hermano y tú, es entre ustedes y tienen todo mi apoyo. Ambos merecen ser felices– sin esperar respuesta, Mokuba colgó la llamada, dejando a Joey viendo el teléfono y pensando.


 


Fue en esa posición que Kaiba lo encontró un par de minutos después; Joey estaba tan ensimismado que no se dio cuenta de que el CEO había llegado.


 


–¿Cachorro?– le habló a unos metros, pero no recibió respuesta. Solo hasta que se le paró a un lado fue que Joey lo notó.


 


–Kaiba, llegaste– dijo el rubio, azorado por lo que acababa de vivir.


 


–¿Estás bien?– fue la mirada de Kaiba lo que lo hizo reaccionar.


 


–Yo...– volteó y se vio a si mismo sosteniendo el teléfono. –Estoy bien. Acabo de tener una pequeña charla con tu hermano– el rubio dejó el teléfono en su lugar y se fue a sentar a la mesa en la que estaba haciendo la tarea. Seto se quedó parado en donde estaba, observándolo con atención.


 


–¿Mokuba llamó?– preguntó, y sacó su celular del bolsillo, comprobando que estaba apagado.


 


–Sí, al parecer intentó comunicarse a tu celular primero, pero no pudo.


 


–Está apagado, no me di cuenta– el castaño se dirigió a la habitación para poner a cargar el aparato. Un minuto después tomó asiento frente a Joey. –¿Qué te dijo Mokuba? Pareces un poco...


 


–¿Confundido? ¿Fuera de mí? ¿Sacado de onda? Sí, así me siento– Joey aún no se recuperaba de lo que el pequeño Kaiba le había dicho. Era tan... irreal era la palabra.


 


–¿Por qué?– Seto sabía que Joey era un chico seguro de si mismo. Quizás tenía alguno que otro hueco por la situación en la que creció, pero no se dejaba amedrentar tan facilmente. De hecho, nunca lo había visto como en ese momento.


 


–¿Has hablado con Mokuba de lo que sientes por mí?– si la pregunta del rubio sorprendió o no al castaño, no lo supo porque Seto no expresó nada; solo vio como se sentaba frente a él.


 


–No, pero no me sorprendería que supiera algo; ese niño es demasiado inteligente– Joey se rascó la cabeza, y luego recargó sus antebrazos en la mesa.


 


Mientras tomaba aire para hablar, Seto puso sus manos sobre las de Joey, acariciándolo con cariño. Si bien no había nada entre ellos, Joey parecía cómodo con detalles como esos, y al CEO les gustaba ese contacto.


 


–Me dijo que sea lo que sea que hay entre nosotros, él lo aprueba. Y que ambos merecemos ser felices– dijo Joey, con su mirada clavada en la del ojiazul.


 


Seto no soltó sus manos, ni pareció sorprendido, ni hizo nada en especial. Lo único que hizo fue esbozar una sonrisa que demostraba genuina felicidad.


 


–Ya te dije, ese niño es demasiado inteligente. No sé que le habrás dicho, pero sacó sus propias conclusiones, y acertó– Kaiba seguía acariciando las manos del rubio, quien se sonrojó.


 


–Ya sé que es inteligente. Yo no le dije nada. Me preguntó por qué contestaba el teléfono aquí, y le dije que había tenido algunos problemas y tú te habías ofrecido a ayudarme– Joey quería decir algo más pero fue interrumpido por la risa del castaño.


 


–Ahí tienes tu respuesta. Él sabe que yo nunca había traído a nadie aquí, y de la nada tú contestas y le dices que te estoy ayudando con unos problemas; no es muy difícil llegar a la conclusión a la que llegó, aunque no haya nada entre nosotros– aún con esas palabras, Seto seguía con su mirada clavada en la del otro mientras acariciaba sus manos.


 


–Vaya, me acabo de sentir medio idiota– la sonrisa del CEO se ensanchó.


 


–¿Nada más medio?– Seto soltó la carcajada y se movió con agilidad para evitar el golpe que iba dirigido hacia él. –Voy a cambiarme. ¿Quieres salir a cenar?– el rubio fingió molestia, pero su estómago lo convenció de que no lo hiciera por mucho rato.


 


–Sí, está bien. Por cierto, Mokuba te estaba buscando porque al parecer alguien te había llamado en calidad de urgencia. Quizás sería bueno que le llames.


 


–Termina para irnos entonces– el castaño se dirigió de inmediato a donde estaba el teléfono y se comunicó con su hermano.


 


Hablaron por unos minutos mientras Joey terminaba la tarea; matemáticas nunca había sido su fuerte, pero lo estaba logrando.


 


Seto colgó con Mokuba e hizo otra llamada. Cuando Joey terminó, Seto le pidió que lo esperara un momento. Joey guardó sus cosas y las acomodó para el día siguiente, y se recostó boca arriba en la cama mientras esperaba a Seto.


 


Su mente divagó en diversos lugares, terminando en Mokuba. ¿Por qué le había dicho eso? Era claro que Seto estaba enamorado de él; se lo había dicho varias veces y se lo había demostrado muchas más. Pero de eso a que el chibi lo notara...


 


Además, no es que se lo hubiera planteado a Seto, sino que era él quien hablaba con el pequeño Kaiba. ¿Acaso la atracción que sentía por el castaño era evidente?


 


¿Que era lo que sentía por Seto Kaiba?


 


Le gustaba estar con él, recibir detalles de su parte, verlo reír y conversar con él. Las tardes que pasaban juntos era interesantes. Además, podía hablar con él como con nadie. Ni siquiera con Yugi.


 


Pensó en Yugi, quien se había alarmado bastante con lo ocurrido con su padre unos días atrás; Atemu lo había ayudado a calmarse después de una larga y reveladora plática acerca de su vida en general. También les había dicho que viviría un tiempo con Kaiba, a lo que reaccionaron bastante bien; pensó que se opondrían y que lo querrían llevar con ellos, pero una vez más comprobó que sus amigos era únicos en el mundo, y que lo amaban y respetaban de una manera que de seguro no alcanzaba a dimensionar. Los chicos de cabello tricolor le dijeron que su casa estaba disponible en cualquier momento, pero que no era su decisión en dónde se quedaba.


 


Hubo un momento en el que Atemu le dirigió una mirada, como cuestionándolo en silencio. Entonces recordó que Joey le había hablado de un chico que se le había declarado; de seguro Atemu estaba atando cabos y sospechaba que era Seto.


 


En ese momento Joey había jurado que no sentía nada por ese chico que era Kaiba.


 


¿Y ahora?


 


Le atraía, eso era seguro. Le gustaba cuando, como hacía un rato, le tomaba las manos, o cuando le acariciaba la mejilla con sus dedos. Seto Kaiba parecía tener un lado cariñoso y hasta meloso que nunca pensó que podría tener.


 


Entonces regresó a la misma pregunta de siempre... ¿por qué él?


 


¿Por qué, de entre miles de millones de gentes en el mundo, se había fijado precisamente en él?


 


Joey suspiró sin encontrar respuesta a esa gran incógnita que daba vueltas en su mente.


 


Fue entonces que sintió como el colchón se hundía a su lado; Seto se había sentado junto a él.


 


–¿Todo bien cachorro?– desde el día que le había dicho que lo amaba, Kaiba le decía ese apelativo canino como sobrenombre. Curiosamente no le molestaba, ya que le parecía que lo pronunciaba con tanto cariño que no le era posible enojarse con él por eso.


 


Joey volteó su cabeza para ver a los ojos del castaño.


 


–Seto, quiero saber algo– fue un momento de valor, y debía aprovecharlo, porque no siempre se sentía con el coraje de externar sus pensamientos más profundos.


 


–Pregunta entonces– el castaño no rehuyó la mirada; al contrario, lo observó con intensidad.


 


–¿Por qué yo? ¿Qué tengo yo de especial? ¿Por qué te fijase en mí?– Joey externó las dudas que le revoloteaban en la cabeza desde hacía días. No es que se sintiera menos que nadie, pero tampoco se sentía especial como para que Seto Kaiba se fijara el él.


 


El castaño sonrió y llevó una de sus manos al cabello rubio; parecía amar acariciarlo, porque lo hacía con constancia.


 


–No lo sé– fue la simple respuesta de Kaiba. Tal vez si el rubio hubiera estado de pie se hubiera caído.


 


–Pero entonces...


 


–Puedo decirte algunas cosas que he sacado por lógica, como que tú eres el único que me ha tratado como alguien más, sin importar mi apellido o mi estatus social. Nuestras peleas siempre me hacían sentir bien y me ayudaban a desestresarme, y siempre noté que me gustaba llamar tu atención– el rubio se sonrojó. Se sentó, quedando a la altura del castaño; estaban muy cerca uno del otro, y Kaiba subió su mano a la mejilla del otro. –Ahora, una vez escuché una frase en algún programa de televisión que estaba viendo Mokuba. No le prestaba mucha atención, pero tiempo después me hizo figura, sobre todo cuando empecé a notar que me hacías sentir cosas que nadie más me había hecho sentir– la mirada azul brillaba con intensidad, y el rubio estaba cautivado por ella.


 


–¿Cuál fue la frase?– la voz del rubio salió casi como un susurro; su rostro estaba rojizo, y se sentía hipnotizado por el chico frente a él.


 


Kaiba sonrió y puso ambas manos en la mejillas del rubio.


 


–Si pudieramos elegir a quien amar todo sería más fácil, pero mucho menos mágico– cuando Seto terminó de hablar, juntó sus labios con los del rubio en un dulce beso.


 


Joey sintió su pecho y su cabeza explotar, y en cuanto sintió al castaño besándolo, cerró los ojos.


 


«Más sentir, menos pensar» era algo que solía decirse a si mismo cuando pensaba que no tenía salida de su deplorable situación y decidía centrarse en el cariño a sus amigos y a su hermana.


 


Y en esos momentos, con el CEO de Kaiba Corp besándolo de esa manera, fue la decisión que tomó.


 


Kaiba quiso profundizar el beso, y lamió los labios del rubio para pedirle que abriera la boca. Joey lo hizo de inmediato, y cuando sintió ambas lenguas danzando juntas, todo su ser explotó.


 


Subió sus manos y abrazó al castaño por el cuello, acercándolo más hacia él. Kaiba pasó sus manos hacia su espalda, sellando el espacio entre ellos.


 


Ambos se estaban disfrutando con dulzura, con cariño, con amor. Y querían seguir así, pero tuvieron que separarse para tomar aire.


 


Seto no lo soltó, ni dejó que se alejara. Juntó su frente con la del rubio aún con los ojos cerrados, aspirando su aroma y llenándose de él.


 


Y Joey estaba que vibraba en lo más alto. Mentiría si dijera que era su primer beso, pero también era verdad que nunca lo habían besado de esa manera.


 


–Gracias Seto– susurró Joey, haciendo sonreír al ojiazul.


 


Ambos abrieron los ojos, conectando profundamente.


 


–Gracias a ti, cachorro... gracias a ti.


 

Notas finales:

Hermoso días!

Bonita noche!

 

Amor para todos!!


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