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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Hola Hola

 

Aquí un capítulo con convivencia diaria de nuestros queridos protagonistas. Es un poco más largo de lo normal, pero eso me agrada.

 

Espero de corazón que lo disfruten

 

Amor para todos!!

Joey estaba en la cocina del departamento del CEO. Desde que su padre lo había atacado una semana atrás, se había quedado a vivir ahí con Kaiba. Se sentía cómodo y protegido con él.


 


El rubio cocinaba a la par de hacer su tarea mientras el empresario estaba en KC; se había ido temprano ese día asegurándole que llegaría para cenar, por lo que pensó que sería buena idea sorprenderlo con una rica cena. A final de cuentas, estaba agradecido por todo el apoyo que estaba recibiendo de su parte.


 


Cocinaba takoyaki y sushi; no es que fuera lo más complicado del mundo, ni que fuera el mejor cocinero de la ciudad. Pero lo hacía con cariño y sabía que eso bastaría para Seto.


 


Durante los últimos días su relación había cambiado; evolucionado. Seto se tomaba la libertad de abrazarlo con constancia, haciéndolo sonrojarse y sonreír a la vez. Le robaba uno que otro beso que Joey entregaba con todo gusto. Y no podían faltar los roces y caricias de manos; esos eran casi a cada momento.


 


Seto Kaiba estaba resultando, para su gran y agradable sorpresa, un hombre cariñoso y expresivo. Desde el día en que Seto lo había besado por primera vez, no dejaba pasar ninguna oportunidad de expresar lo que sentía por el rubio, haciéndolo sonrojar con constancia a la vez que flotaba por una nube. Seto Kaiba le hacía sentir con intensidad.


 


Terminó con la comida, y al ver que estaba todo listo siguió con su tarea. Estaba tan inmerso en sus deberes que no escuchó la puerta abrirse, ni se dio cuenta cuando Kaiba llegó a la cocina y se le quedó viendo desde la entrada, embelesado con él.


 


Terminó la tarea y se estiró, liberando tensión. Se puso de pie y al darse la vuelta dio un pequeño salto; le había sorprendido ver al castaño ahí parado.


 


–¿Se puede saber qué demonios haces ahí parado en silencio?– el rubio se había alterado un poco, y Kaiba rio con suavidad mientras se acercaba a él.


 


–Solo te observaba– dijo Kaiba en un susurro, y acto seguido levantó la barbilla del rubio con su mano y lo besó.


 


Joey se sorprendió, pero lo besó gustoso; le encantaba cada vez que Kaiba tomaba la iniciativa y lo besaba así, transmitiéndole tantas cosas en ese pequeño contacto.


 


Cuando se separaron, ambos conectaron sus miradas.


 


–Serías cortés si me avisaras a la próxima cuando llegues; me sorprendiste– Joey pretendía ir a guardar sus cosas, pero los brazos del CEO lo rodearon y le impidieron la retirada. –Un día de estos te vas a encontrar con algo desagradable si entras sin avisar, y no me haré responsable porque te lo estoy advirtiendo– Joey quería sonar molesto, pero estar entre esos brazos lo hacía flotar y a veces no podía pensar bien.


 


–Nada que venga de ti es desagradable cachorro– Seto volvió a besar a Joey; esta vez profundizaron el beso, y lo extendieron hasta que no hubo de otra más que separarse. Seto sonrió ante el sonrojo del rubiom mientras le acariciaba la mejilla.


 


–No me pongas en un pedestal tan alto, Kaiba. Puede que la realidad te golpeé un día de estos– a Joey a veces le preocupaba que Seto parecía adorarlo. No le molestaba, pero pensaba que él no era para tanto y que Kaiba estaba exagerando.


 


–Cachorro baka, se ve que no has entendido– Seto sonrió, y Joey lo vio con unos gestos cómicos.


 


–No sé ni siquiera qué es lo que no entiendo– Kaiba rio, y Joey solo lo observaba.


 


–Te amo cachorro. Todo lo que venga de ti es hermoso ante mis ojos. Y si me encuentro con algo desagradable, sabré lidiar con ello porque te amo y es lo que me importa– el rubio se volvió a sonrojar. Seto lo besó una vez más antes de separarse. –Por cierto, huele bien– dijo el castaño mientras se acercaba a la estufa.


 


–Hice algo de cenar– dijo Joey, y Kaiba lo volteó a ver.


 


–Bueno, la cocina sigue entera; supongo que es buena señal– Kaiba soltó la carcajada y Joey soltó un golpe al brazo del castaño que solo lo hizo reír más.


 


–Baka, cenaré yo solo entonces– Joey se volteó a guardar sus útiles de la escuela. En eso estaba cuando los brazos del castaño le rodearon la cintura y su barbilla se recargó en su hombro.


 


–Muchas gracias cachorro– susurró Seto al oído de Joey, generándole muchas sensaciones en el cuerpo.


 


Seto se dirigió a la estufa y curioseó un rato, observando lo que el rubio había preparado.


 


–Por cierto– dijo Seto llamando la atención de el otro chico. –Debemos ponernos a terminar el trabajo final acerca de la tecnología y lo que ha cambiado con ella; faltan un par de semanas y aún nos queda algo de trabajo por hacer– Joey guardó algo más y asintió. –Y para eso tendremos que ir a la mansión– ahora sí el rubio se había puesto algo pálido.


 


–¿Por qué no lo podemos hacer aquí?– Seto volteó a ver al rubio, quien tenía la mirada clavada en su mochila, pero sin moverse.


 


–¿Sucede algo?– Seto se dio cuenta de que el rubio estaba tenso.


 


–Es que... si vamos a la mansión, lo más seguro es que me tope con Mokuba y...– Joey no dijo más; ahora la incomodidad parecía ser con el menor de los Kaiba.


 


Sin previo aviso, sintió los brazos de Seto rodearlo en un cálido abrazo.


 


–Todo estará bien cachorro, no tienes por qué ponerte nervioso de ver a mi hermano– el rubio suspiró. Le gustaba estar en los brazos de Seto, pero le incomodaba la situación. Kaiba recargó su barbilla en el hombro del rubio; giró un poco la cabeza y depositó un tierno beso en su mejilla. –Tranquilo cachorro, las cosas con mi hermano estarán bien– Joey suspiró.


 


–Es que... ¿qué tal si se molesta conmigo porque tú estás conmigo?– Kaiba volvió a besar su mejilla.


 


–¿Qué no me habías dicho que Moki te dijo algo?– el rubio asintió.


 


–Me dijo que lo que sea que hubiera entre nosotros él lo apoyaba, que ambos merecemos ser felices– el castaño siguió besando la mejilla de Joey, mientras apretaba su abrazo.


 


–¿Ves? No tienes nada de que preocuparte con él– con ternura y agilidad, Seto volteó a Joey y lo besó, profundizando el contacto y saboreando al chico que tantas cosas le hacía sentir.


 


Cuando se separaron, Joey aún estaba entre los brazos de Seto, y estaba muy sonrojado.


 


–Aún así me da algo de pena.


 


–¿O es que te avergüenzas de estar conmigo?– la voz de Seto no mostró ningún reproche. Al contrario, estaba cargada de sentimientos, pero ninguno de ellos sonaba negativo.


 


Joey negó con la cabeza efusivamente.


 


–¡No! No es eso... es solo que...– Seto lo interrumpió de nuevo con un beso que fue más largo que el anterior.


 


–Lo sé– el castaño pegó su frente a la de Joey, quien resopló. –Lo sé porque puedo sentirte; no te preocupes. Si te causa tanta inseguridad ir a la mansión, traeré todo lo necesario y lo terminamos aquí– Joey suspiró.


 


Joey se sintió tan débil y frágil... no le gustó. Él no era así; al menos eso creeía. Y tampoco pretendía ser la damisela que Seto chiqueaba y rescataba a cada momento.


 


–Está bien, lo terminaremos en la mansión. Supongo que si Mokuba me dijo eso por teléfono es porque en verdad lo siente– por primera vez, Joey se acercó y fue él quien inició el beso.


 


Le gustaba besar a Kaiba. Eran besos lentos, húmedos, profundos y sobre todo que los sentía hasta la médula. No eran como los besos que alguna vez había compartido con Mai; no dudaba que la chica había sentido algo por él, pero nunca llegó a sentir todo lo que ahora experimentaba en brazos del castaño.


 


¿Sería acaso por ser hombres los dos? ¿O por ser «la mujer» de la relación? Porque eso lo tenía bien claro, si la relación avanzaba, él era el del papel de chica. Tampoco era como que le molestara mucho eso. Una vez que superó la incomodidad que le provocaba ser la persona a quien Kaiba quería, rompió con todo eso; fue mucho más fácil de lo que alguna vez pensó.


 


Fue Kaiba quien se separó del beso y abrazó al cachorro con más intensidad.


 


–Te amo– dijo el CEO y el rubio se sonrojó.


 


De hecho se sonrojaba cada vez que Seto le expresaba su amor. Agradecía su expresión, aunque no se sentía seguro de corresponderle con las mismas palabras, y no quería decirle algo que no sintiera de verdad; sentía que le debía absoluta sinceridad después de todo lo que había hecho por él. Y también se sentía comprendido por el castaño; no sentía presión de su parte y eso lo agradecía.


 


–Vamos a cenar– dijo Joey, y el castaño asintió con una sonrisa. Le tomó su mano y la besó, para después darse media vuelta para lavarse las manos.


 


–Espero no amanecer con dolor de estómago por esto– dijo Seto mientras secaba sus manos, a lo cual recibió un ligero golpe en el antebrazo.


 


–¡Baka! Ya verás que te gusta– el rubio fingió enojo, y Seto le dio un beso fugaz antes de sentarse.


 


Unos 30 minutos después, ambos estaban satisfechos y la comida se había acabado. Joey recogía la cocina mientras Seto lavaba los platos. Cuando el rubio terminó su labor, se quedó recargado en la mesa observando al castaño.


 


–Esto es de lo más extraño– dijo Joey, llamando la atención de Seto.


 


–¿Qué?


 


–Tú lavando trastes. Es algo que nunca pensé que iba a ver; no en esta vida al menos– Joey dio una pequeña risilla. El CEO siguió con su labor.


 


–Te lo dije la otra vez, no siempre tuve los recursos que tengo ahora, y tenía que arreglármelas con Mokuba– Kaiba no volteó, seguía concentrado en lo suyo.


 


–¿Que no se supone que desde que los adoptaron vivían en una mansión y tenían servidumbre?– la pregunta del rubio no llevaba malicia alguna. Al contrario, estaba plagada de curiosidad.


 


–Sí, desde el principio. Pero había veces que Mokuba o yo teníamos hambre a deshoras, y yo debía solucionarlo de algún modo. No podía pedir nada porque no me lo darían, pero no dejaría que Mokuba pasara hambre. Con el tiempo nos acostumbramos a la rutina que llevaban en la mansión y las cosas cambiaron. Ahora solo cocino cuando Mokuba me lo pide; hay un par de cosas que le gustan mucho, y si las prepara alguien más no es lo mismo para él– a Joey le sorprendió la historia, de igual manera que le sorprendió la apertura del castaño hacia él.


 


–Vaya, pensé que al haberse convertido en Kaiba todo había sido más fácil para ustedes– Kaiba terminó de enjuagar unos platos. Secó sus manos y volteó a ver a Joey.


 


–Nada más lejos de la realidad, cachorro. La vida con Gozaburo se tornó bastante difícil, al menos para mí– la voz de Seto sonó neutra; no llevaba tintes de enojo, rencor, dolencia... nada, era una voz sin el más mínimo sentir tras sus palabras.


 


–¿Por qué?– preguntó el siempre curioso rubio.


 


–Ven– Kaiba tomó la mano del rubio y lo llevó a la sala. Se sentó en el sillón con el rubio a su lado. –La verdad es que la adopción con Gozaburo Kaiba nos benefició en varios aspectos, pero también pasamos muchos problemas; yo, para ser exacto, porque Mokuba vivió una infancia feliz a cambio de arduas sesiones de entrenamiento y estudio que me impartían en la mansión. No solo cumplía con las expectativas, sino que las rebasaba con creces para que Gozaburo no tuviera razones para afectar a Mokuba. Fue una etapa difícil, sobre todo porque era un niño. Pero mi mayor logro es que Mokuba tuvo una infancia feliz y libre de todo lo que lo pudiera atormentar– Joey escuchaba a Seto con atención; sabía que el hecho de que lo hubiera traído a un lugar donde pudiera verlo a los ojos sin distracciones era señal de ser algo importante.


 


–Nunca pensé que habías vivido algo así; te ves tan normal– Seto rio con la afirmación del rubio.


 


–Soy muchas cosas, pero normal no es una de ellas– Joey negó con la cabeza.


 


–Entiendo eso; eres un genio y cabeza de Kaiba Corp, empresa mundialmente reconocida. Puedes parecer alguien enorme, pero al final del día eres un chico como yo– dijo Joey, y Seto esbozó una sonrisa.


 


–Ahí tienes una de las razones por la cual me fijé en ti, Joey– el rubio se sonrojó ante la mención de su nombre. –Eres de las pocas personas, si es que hay alguien más, que me trata como un igual. Todos me ven como un engreído prepotente, o como alguien inalcanzable; como si el hecho de tener dinero y ser dueño y presidente de KC me hiciera mejor que ellos– Joey se le quedó viendo.


 


–Pero que tengas más dinero no te hace mejor que nadie– Seto asintió ante la afirmación del rubio.


 


–Lo sé, pero parece que a la gente se le olvida eso. Parecen creer que entre más éxito tenga uno, vale más. Como acabas tú de decir, soy solo un chico más. Y tú siempre te encargaste de remarcarme eso– el rubio se sonrojó, recordando las muchas peleas que tuvieron desde que se habían conocido.


 


–Bueno, es que a veces te comportabas como un engreído– Seto rio ante el comentario de su amado.


 


–Sea como sea, tú eres el único que me trata por quien soy, no por lo que tengo– el rubio se cohibió, pero aún así sonrió.


 


–Tal vez si te abrieras a tratar con más gente, te darías cuenta de que no todos piensan así– Seto levantó su mano y acarició la mejilla de Joey; al rubio le gustaba mucho cuando Seto hacía eso.


 


–Sé a que te refieres, pero no me interesa. El mismo Atemu me lo ha dicho en diversas ocasiones– dijo Seto con suavidad. Joey se extrañó por la mención de su amigo.


 


–¿Atemu y tú son cercanos?– hubo un algo en la voz de Joey que hizo a Kaiba sonreír.


 


–Es lo más cercano a un amigo que tengo– Joey pensó en esas palabras; lo hacían sentir extraño.


 


–¿Lo frecuentas?– Seto sonrió ante el cuestionamiento del rubio, pero negó con la cabeza.


 


–No demasiado. A veces hablamos, y alguna que otra vez ha ido a KC, pero nada más.


 


–¿Y a qué ha ido?– Joey preguntó rápido y sin pensar, provocando que Seto sonriera aún más.


 


–¿Importa?– el rubio bufó por lo bajo.


 


–A mí me importa– la mirada de Seto se clavó en la de Joey.


 


–A mí no; el único que me importa eres tú– la voz de Seto se había convertido en un susurro, y después de hablar cerró el espacio entre ellos y lo besó. Joey se tensó por un momento, pero de inmediato se relajó, siguiendo el ritmo del castaño.


 


Pronto, y sin saber realmente cómo, Joey estaba recostado en el sillón con Seto encima, besándolo como no lo había hecho antes; con pasión.


 


Joey no se quedaba atrás; quería seguirle el ritmo y lo estaba haciendo bastante bien. No supieron cuanto tiempo estuvieron besándose, pero lo que Joey sí supo es que cada día que pasaba, ese hombre sobre él le gustaba más y más.


 


Kaiba puso sus antebrazos a los lados del rubio, para no dejar caer todo su peso sobre él.


 


–¿Celoso?– Joey se quedó estupefacto por unos momentos. ¿Celoso él? Negó con la cabeza.


 


–¿Por qué habría de estar celoso? Yami también es mi amigo, y no es como si yo quisiera que no hablaras con nadie que no soy yo– el castaño sonrió y lo besó de nuevo.


 


–Parecías celoso hace un momento– Joey frunció el ceño.


 


–Que no, no son celos. Además, ¿por qué habría de sentir celos? No es como si tú y yo tuvieramos algo formal– la mirada del rubio rehuyó la del castaño, volteando a ver la pared. Seto sonrió aún más, y con su mano jaló su cabeza para volverlo a besar.


 


–¿Eso es lo que quieres?– el rubio se sonrojó ante la pregunta.


 


–Yo... pues, es que... digo, míranos como estamos. En este momento estoy en una posición comprometedora con la que nunca había estado con nadie, ni siquiera con una chica. Compartimos besos, abrazos... vivimos y dormimos juntos. Es algo confuso para mí– Seto vio a través del chico; Joey era demasiado transparente con él.


 


El castaño se sentó y atrajo a Joey para que esta vez se sentara a horcadas sobre sus piernas. Lo besó con intensidad, y luego se separó pero sin soltarlo.


 


–Cachorro, ¿quieres ser mi novio?– la voz del CEO era tranquila, pero estaba ardiendo por dentro. Joey parpadeó un par de veces, y luego sonrió.


 


–Esla primera vez que alguien me pregunta eso, y solo puedo decirte que sí– el castaño asomó la sonrisa más sincera que le había visto hasta ahora. Estaba feliz, como no recordaba haberlo estado con anterioridad. Seto puso ambas manos en las mejillas de Joey y lo jaló hasta darse un beso cargado de todo lo que estaban sintiendo.

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!!


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