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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Y no pude con la emoción del próximo capítulo, así que aquí estoy de nuevo.

Espero que lo disfruten mucho; a mí me encantó.

 

ADVERTENCIA

El siguiente capítulo contiene LEMON, contenido sexual entre 2 hombres, por lo cual no es apto para menores de edad.

Si eres menor o no te gusta este tipo de contenido, puedes brincarte este capítulo o pasar a leer alguna otra bonita historia, que aquí hay muchas.

 

Disfruten!

 

Amor para todos!!

Lo siguiente de lo que fue consciente fue de una caricia en su cabeza.


 


–Cachorro, despierta. Vamos a la cama, ahí estarás más cómodo– el rubio pudo distinguir la voz de Seto en un susurro; le costó trabajo abrir los ojos.


 


–¿Seto?– el castaño le dedicó una sonrisa.


 


–Vamos, te llevaré a la cama– Seto ayudó a Joey a sentarse. Cuando estuvo un poco más lúcido, se dio cuenta de que Seto seguía en uniforme escolar.


 


–¿Acabas de regresar?– recibió por respuesta un asentimiento.


 


–Llegué y te vi aquí dormido. Ven, vamos a la habitación– el castaño insistió en eso, pero el rubio se talló los ojos y lo miró fijamente.


 


–¿A dónde fuiste?– la voz del rubio sonó algo extraña, y eso no pasó desapercibido por el CEO.


 


–Fui a la corporación, tenía unos asuntos que atender. Las cosas se complicaron un poco y no pudo regresar hasta ahora– dijo Seto, observando con mucha atención al rubio, que tenía las facciones un poco rígidas; lo veía un poco tenso.


 


–¿Y Yami estuvo todo el día contigo?– Seto enarcó una ceja.


 


–Sí, necesitaba su ayuda– el rubio bufó por lo bajo, y Seto lo percibió.


 


–¿Y por qué necesitabas su ayuda?– la voz indicó al castaño que su chico estaba molesto.


 


–Te lo dije, tenía unos asuntos que atender; él me ayudó con eso– el rubio frunció el ceño y se cruzó de brazos.


 


–Pues te hubieras quedado con él– dijo Joey, y volteó su cabeza hacia la pared. Seto se extrañó de su comportamiento.


 


Analizó la situación por un momento, y rápidamente llegó a una conclusión.


 


–Cachorro– llevó su mano a la mejilla del rubio y la acarició con sutileza y amor; Joey no lo apartó, y eso era bueno. –Yo no quería quedarme con él; no me imteresa. Quería venir aquí contigo– la voz de Seto fue suave, pero Joey era necio por naturaleza y no parecía querer ceder.


 


–Entonces hubieras llegado más temprano. ¿Si quiera sabes qué hora es?– el castaño sonrió, divertido ante la rabieta de su amado cachorro.


 


–¿Y tú sabes la hora?– dijo Seto.


 


–No, pero parece ser bastante tarde, y apenas acabas de llegar– la verdad era que Joey parecía un niño emberrinchado. A Seto no le molestaba eso, más bien le divertía.


 


–Lo es, pero no pude desocuparme antes. En cuanto estuve libre, vine contigo– Seto se recorrió y se pegó al rubio, abrazándolo y clavando su rostro en el cabello rubio; le gustaba demasiado su olor.


 


–¿Y qué era eso tan importante que no podía esperar?– Joey volteó y encaró a Seto. Estaban a escasos centímetros, pero Joey no se dejó amedrentar. Seto lo vio a los ojos con seriedad; Joey necesitaba una respuesta y se la daría.


 


–Tu emancipación– Joey parpadeó un par de veces, repitiendo ese par de palabras en su cabeza una y otra vez. Entonces se sintió como todo un idiota.


 


–¿Cómo?– fue lo único que su voz pudo articular.


 


–Atemu me está ayudando como testigo para lograr tu emancipación. Me buscó hoy porque tu padre fue y le armó un escándalo en la tienda del abuelo de Yugi, y él grabó todo. Nos reunimos con mi abogado y le entregamos esa grabación. Estuvimos toda la tarde con él, reuniendo las piezas restantes para poder tener evidencia sólida– Seto veía fijamente al rubio.


 


Joey palideció un poco, y se sintió aún más idiota.


 


–Oh... lo siento, yo... no sabía– Joey bajó la mirada, avergonzado de su propia actitud. Pensó que Seto estaría enojado con él por su manera de actuar, pero grande fue su sorpresa cuando escuchó la risa del CEO.


 


–Cachorro, te ves tan atractivo cuando estás celoso– Joey iba a replicar a eso, pero no pudo hablar porque Seto lo besó. Ese beso se sintió tan bien; ambos lo necesitaban.


 


–No estaba celoso– fue lo primero que dijo Joey al separarse.


 


–Sí, claro que lo estabas– la voz de Seto salió divertida y con seguridad.


 


–¡Que no!– Joey levantó su voz, pero antes de que pudiera decir algo más, otro beso fue dado. Esta vez fue más profundo, más intenso.


 


–Vamos cachorro, vayamos a la habitación– Joey se sonrojó ante la invitación y asintió.


 


Se puso de pie y Kaiba lo guió de la mano hasta la habitación. Mientras caminaba, empezó a sentirse nervioso, y ni siquiera supo por qué. ¿Sería por la plática que tuvo con Yugi? Estaba seguro que eso influía; solo esperaba que Seto no se diera cuenta.


 


–Iré al baño– dijo Seto cuando entraron a la habitación, y desapareció tras una puerta blanca.


 


Joey se quedó ahí, a medio cuarto, congelado y muy nervioso. ¿Por qué demonios se sentía así? Es decir, había hablado con Yugi y le había dicho que ya había pensado muchas veces en que él y Seto en algún momento llegarían a tener sexo. La idea no le daba miedo en sí, pero como le había dicho a Yugi, decepcionar al castaño le aterraba.


 


Seto se había vuelto alguien demasiado importante para él, y de alguna manera no se sentía a la altura. Es que él se sentía tan común, tan sencillo... seguía sin comprender por qué Kaiba lo había elegido a él.


 


Estaba tan ensimismado y clavado en sus pensamientos, que no se dio cuenta cuando Seto salió del baño; tenía el cabello mojado, unos shorts azules y el pecho descubierto.


 


–¿Cachorro?– Joey reaccionó y levantó la mirada; se quedó estupefacto viendo a Kaiba. –¿Estás bien?– el castaño se acercó a él, preocupado porque no se había movido ni un centímetro desde que se había metido a bañar. Puso sus manos en los hombros del rubio, quien volteó hacia arriba, clavando su mirada en la azul.


 


Lo siguiente que Seto supo es que estaba siendo besado por Joey. Si bien no era la primera vez que el rubio tomaba la iniciativa, había sido en contadas ocasiones. Además, era la primera vez que el beso no era tranquilo; era un beso intenso, fogoso... caliente.


 


Mientras se besaban, Joey hizo que llegaran hasta la cama. Tumbó al castaño boca arriba y se recostó sobre él. El beso era cada vez más intenso y poco a poco la temperatura iba subiendo.


 


Joey se separó para tomar aire y ocultó su rostro al lado de Seto. El CEO pensó que Joey iba a decir algo, pero de un momento a otro sintió algo que lo dejó sin aire; el rubio lamió su oreja a la vez que empujó su cadera, haciendo que chocaran en un placentero movimiento. Seto gimió, sorprendido y extasiado.


 


Giró su rostro y atrapó al rubio en otro beso. Mientras lo devoraba, movió sus manos por debajo de la playera del rubio, acariciando su espalda. Después y en un movimiento rápido se deshizo de ella, y pudo acariciar a Joey a su antojo.


 


En un movimiento imprevisto, Seto se dio la vuelta quedando sobre el rubio; Joey estaba sorprendido de lo mucho que le gustaba tener a Seto sobre él.


 


Kaiba rompió el beso y fue directamente al pecho del rubio, en donde empezó a chupar y morder sus tetillas, sacándole gemidos involuntarios de placer. A Joey le daba algo de pena estar gimiendo de esa manera, pero es que Seto lo hacía sentir tan bien que aunque quisiera no podría contenerse.


 


Sin que Joey se diera cuenta en consecuencia a todo lo que estaba sintiendo, Kaiba desabrochó su pantalón y metió una mano, acariciando el semi despierto miembro del rubio, quien soltó un gemido que pareció más un grito.


 


–Me encanta verte así– la voz de Seto se escuchó profunda y ronca; estaba demasiado excitado, y ver así a su cachorro lo hacía prenderse aún más.


 


Joey se apenó con sus palabras y cubrió su rostro con sus manos. Seto se separó del pecho del rubio, y se sentó a ahorcadas sobre él. Aprisionó sus manos y las puso a los lados de su cabeza, viéndolo fijamente y haciendo que Joey cerrará los ojos, absolutamente sonrojado y apenado por lo que estaba sucediendo.


 


–Mírame– pidió Seto, y Joey abrió los ojos. Pudo ver el azul de su hermosa mirada brillar como nunca antes. Hizo acopio de su valor y le sostuvo la mirada. –Me encantas– dijo Seto con simpleza, y bajó hasta juntar sus labios de nuevo; Joey lo recibió gustoso.


 


Mientras se besaban, Joey aprovechó la distracción de Seto para volver a voltearse y estar sobre de él. Seto se dejó hacer, y cuando estuvo debajo lo abrazó, juntando sus cuerpos. Se besaban hambrientos, con ganas de saciarse el uno del otro, y nunca jamás separarse.


 


Inconscientemente y sin querer, Joey volvió a mover la cadera, haciendo fricción con la de Seto. Ambos soltaron un gemido, y entonces el ojiazul empezó a mover su cadera todo el tiempo, frotándose con Joey y haciéndolos rozar las nubes.


 


–Cachorro...– gimió Seto, pasando de sus labios a su oreja, lamiéndola y mordiéndola, sacando más gemidos de la garganta de Joey. Una vez más, Seto dio la vuelta a ambos y quedó encima. –Te amo– le dijo a Joey. Después de sentó junto a él y le quitó el pantalón casi con desesperación. Cuando estuvo libre de él, Seto se detuvo un momento a observar a Joey; estaba embelesado con él, y Joey se cohibió.


 


Kaiba sonrió, regalándole al rubio una sonrisa llena de amor.


 


–Ven acá– Seto hizo que Joey se sentara y volvió a besarlo. –Ven– le dijo mientras él se recargaba en la cabecera de la cama, sentando a Joey de espaldas a él entre sus piernas. –Me encantas cachorro– dijo mientras mordía su cuello.


 


Joey nunca había sentido tantas cosas en toda su vida.


 


Era cierto que había tenido novias antes de Seto, siendo Mai una de ellas, pero nunca había intimado con ninguna. No es que hubiera una razón especial, tan solo no le daban ganas. Siempre se preguntó por qué, y ahora sospechaba una respuesta; le gustaba más tener a Seto sobre él que estar sobre una chica.


 


Todo pensamiento coherente se fue a la goma cuando Seto, con una habilidad nunca antes vista, se deshizo de los boxers del rubio, y empezó a acariciar los muslos de su chico.


 


Joey sentía tanto cuando estaba con Seto; era demasiado. Pronto se vio a si mismo gimiendo como desesperado, moviendo la cadera tratando de hacer fricción con la mano del castaño, quien no lo hizo esperar y pronto estuvo sobre su hombría.


 


–Me encantas Joey, te amo– le susurró Seto al oído, haciendo que Joey gimiera más alto.


 


Estaba extasiado, estaba encantado, estaba en la estratósfera y no quería bajar. Pero estaba seguro de que quería que Seto estuviera ahí con él.


 


Así que en un impulso, Joey volteó su cabeza buscando los labios del castaño, quien lo besó gustoso. Estaban compartiendo el beso cuando Joey se giró sobre sí mismo sorprendiendo a Seto.


 


Mientras seguían besándose, Joey se aventuró hasta la entrepierna del castaño, acariciando el miembro de Seto por encima de su short, y haciendo que Seto rompiera el beso para gemir con fuerza. Joey no era un chico sumiso; nunca lo había sido y no quería empezar ahora. Decidió que quería ser más partícipe, porque quería llevar esto hasta el final.


 


Se separó del beso y tomó la mano del ojiazul, jalándolo para que quedara acostado; Seto solo se dejó hacer, disfrutando de la iniciativa de su chico. Joey trataba de mantenerse tranquilo, pero sentía una combinación entre mucha excitación y nerviosismo por lo que iba a suceder; eso resultó en adrenalina.


 


Tomó valor y se deshizo del short del castaño, encontrándose con que no llevaba ropa interior; eso lo encendió más. Con algo de timidez pero mucha seguridad, tomó el miembro de Seto y empezó a mover su mano de arriba a abajo; Seto gemía cada vez más alto con los ojos cerrados, disfrutando de las caricias.


 


De repente Seto sintió como Joey se detuvo, y levantó la cabeza para ver qué sucedía; lo hizo justo a tiempo para ver como Joey metía su miembro en su boca y empezaba a chupar. Seto estuvo a punto de venirse en ese momento, no solo porque Joey le estaba obsequiando mucho placer, sino porque esa imagen era demasiado excitante para él.


 


–Voy a venirme si no te detienes cachorro– fue la advertencia del CEO, pero el siempre impulsivo Joey no se detuvo. Al contrario, aceleró su movimiento y a la par acarició los testículos de Seto con su mano, lo que hizo que el ojiazul tuviera un potente orgasmo en su boca. Joey recibió todo el sémen, trágandolo y dándose cuenta de que su sabor era agradable para él.


 


De un momento a otro Joey se encontró recostado en la cama con Seto encima, devorándolo en un fogoso beso mientras movia las cadera y friccionaba ambos miembros; pudo sentir a Seto tan duro que de no haberse venido en su propia boca, habría dudado de su eyaculación.


 


–Te deseo– Seto había roto el beso y lo miraba a los ojos; el deseo del castaño era casi palpable. –Deseo hacerte el amor cachorro– la mirada de Seto taladró el cerebro de Joey, quien sintió explotar todo su ser.


 


–Hazlo– Joey habló por primera vez desde que la situación había subido de tono, y su voz se escuchó ronca; era demasiado placer.


 


–Solo si tú estás de acuerdo– la voz del CEO salió profunda. Por un momento Joey se preguntó qué pasaría si él se negaba a continuar. ¿Tendría Seto el autocontrol necesario para dejarlo? Bueno, era Seto Kaiba, así que supuso que sí. Además, no estaba en sus planes detener esto; Seto le gustaba demasiado.


 


Joey puso las manos en la nuca del castaño, acercándolo para besarlo. A la par, movió sus cadera, aumentando la fricción entre los miembros y mandando un claro mensaje a Kaiba.


 


Kaiba besó al rubio con pasión, desenfreno y amor, y luego se separó. Se movió hasta el buró y abrió el cajón para sacar un pequeño tubo blanco, el cual abrió para esparcir su contenido en sus dedos.


 


Aventó el tubo a quien sabe donde y se acercó a Joey de nuevo quien respiraba pesadamente. Esta vez no lo besó, sino que fue directamente a su hombría y la engulló de una, a la par que introdujo un dedo en la entrada del rubio. La boca del CEO le causó tanto placer que ni siquiera notó el dedo dentro.


 


Pronto y con mucho cuidado Seto introdujo un segundo dedo, haciendo movimientos de tijera para ensanchar un poco la estrecha entrada del rubio, quien gritaba de placer ante la mamada que Seto le estaba dando.


 


Cuando entró el tercer dedo, Joey emitió un pequeño quejido. Si bien era mucho el placer que Kaiba le estaba dando, él nunca se había metido nada y los movimientos del CEO eran amplios para poder prepararlo bien, lo que le causó algo de molestias. Pero con todo y las molestias, en unos segundos Seto lo tenía de nuevo gimiendo al haber acomodado la garganta de manera que tragó todo su miembro.


 


Momentos después sacó sus dedos, y dejó la dura hombría del rubio. Se puso de rodillas y levantó las piernas del rubio para ponerlas en sus hombros, dándola una vista panorámica que le pareció hermosa.


 


–Voy a entrar cachorro– Seto siempre sería Seto, y siempre daría órdenes; si bien eso no fue un orden, su ronca voz y su tono de mando lo hicieron parecer así. El rubio cerró los ojos y tan solo asintió. –Si te duele demasiado dime– el rubio asintió de nuevo, sintiéndose incapaz de hablar.


 


Seto empezó a empujar su cabeza dentro del cuerpo del rubio; lo hizo con relativa facilidad. Notó que Joey se tensó.


 


–Relájate cachorro; respira y relájate– el rubio soltó algo de aire que tenía guardado, y Seto aprovechó para empujar un poco más adentro.


 


Su chico era tan estrecho. Seto estuvo seguro de que, de no haberse venido antes en la boca de Joey, lo habría hecho al entrar por la estrechez tan deliciosa que estaba sintiendo.


 


Joey respiraba con pesadez. Aunque cubrió su rostro con su antebrazo, Seto pudo distinguir gestos de dolor.


 


Seto estaba a medio entrar nada más, pero sabía que si metía el resto de su miembro, le dolería demasiado a Joey. Empezó a estimular el miembro del rubio con su mano, haciendo presión en los puntos exactos para que, en menos de un minuto, Joey soltara otro gemido. Cuando esto sucedió, Seto se hizo hacia atrás, y cuando estaba por salirse, volvió a entrar hasta la mitad. Repitió ese movimiento un par de veces, y poco a poco fue entrando cada vez más.


 


Sin darse cuenta ya estaba completamente dentro de su cachorro mientras le estimulaba el miembro y Joey gemía como loco.


 


–Más– pidió Joey, y Seto estuvo feliz de complacerlo. Dejó su miembro para acomodarse mejor y arremeter con fuerza el interior del rubio, quien gemía a gritos, pidiendo más y más.


 


Seto pasó sus antebrazos por debajo de los hombros de Joey para agarrarse de estos y poder empujar más fuerte y más adentro. Mientras le hacía el amor, todo el tiempo le decía que lo amaba, que estaba hermoso y le encantaba; Joey estaba en las nubes.


 


Seto aceleró aún más su velocidad, y Joey echó su cabeza hacia a trás, momento en que Seto aprovechó para morder su cuello y dejarle lo que sería una visible marca en un par de horas.


 


–¡Seto! ¡Ya no... aguanto!– Joey gritaba sin control, y Seto sonrió. Marcó más sus embestidas sin bajar la velocidad, y volvió a morder a Joey; en ese momento el rubio derramó su esencia entre los dos cuerpos. Seto dio unas cuantas estocadas más, y enterró su rostro en el cuello de Joey, gimiendo como desesperado ante semejante placer.


 


Pasaron algunos minutos, y Seto se sintió algo recuperado como para enderezarse. Al hacerlo, se dio cuenta de que Joey dormía. Le sonrió y le dio un beso suave en los labios. Salió de él con mucho cuidado y fue a limpiarse al baño. Regresó con una toalla un poco húmeda, y limpió los restos de semen y más fluidos del cuerpo de su amado. Cuando terminó la aventó por ahí, y se recostó junto a Joey, atrayéndolo hacia él y abrazándolo.


 


Entre sueños, Joey abrazó a Seto cual oso de peluche. Kaiba sonrió, cerró los ojos y cayó en un profundo sueño; estaba agotado, pero sabía que dormiría mejor que nunca con su cachorro entre sus brazos.


 


 


 


 


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!!


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