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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas

Aquí les traigo una nueva entrega de esta historia

Espero que la estén disfrutando, porque yo me pongo muy feliz cada que trabajo en ella

 

Disfruten!!

 

Amor para todos!

Cuando Seto Kaiba se despertó, se encontró solo en la cama, y una rico aroma a café llenó sus fosas nasales. Se estiró un poco y se puso de pie desnudo. Se puso el short que había quedado abandonado la noche anterior y salió de la habitación. Siguió su olfato y llegó hasta la cocina, en donde vio al rubio servir un par de tazas de café.

 

Antes de que Joey las levantara, se acercó y lo abrazó por detrás, pegando todo su cuerpo a él y recargando su barbilla en su hombro.

 

–Buenos días cachorro– la voz de Kaiba sonó casi melosa, pero no le importó. Estaba con Joey y era lo único que importaba.

 

–Hola Seto– dijo el rubio, algo apenado porque pocas veces lo había llamado por su nombre; después de lo sucedido anoche supuso que estaba bien.

 

Seto aflojó su agarre y volteó a Joey para besarlo con lentitud, saboreándolo con toda su paciencia. Joey correspondió el beso con gusto; le encantaba ser devorado por el CEO de KC.

 

–¿Cómo estás?– preguntó el castaño cuando terminó el beso.

 

–En las nubes– el rubio se sonrojó un poco, pero no dejó de sonreír. Seto rio con suavidad ante la expresión de su cachorro, y levantó su mano para acariciar el rubio cabello.

 

–Que bien, pero no me refería a eso. ¿No estás adolorido?– el brillo en los ojos de ambos era casi palpable.

 

–Ah, eso. Pues sí, un poco. Pero pues nada grave; sobreviviré– Seto volvió a besarlo, esta vez con un poco más de fuerza. Cuando se separaron, Joey le sonrió. –Te preparé un café– se separó de él para darle una de las tazas; él se quedó con la otra, pero la veía de forma extraña.

 

–Huele bien– Seto le dio un sorbo, y luego sonrió. –Sabe bien. Muchas gracias cachorro– el castaño le dio un beso en la mejilla al rubio y se sentó a la mesa. Notó que Joey observaba el café sin probarlo.

 

–Me alegra que te guste esta cosa extraña– dijo con su mirada clavada en la bebida caliente.

 

–¿No te gusta el café?– Joey negó con la cabeza. –¿Entonces por qué te sirves una taza?– el castaño enarcó una ceja, divertido con la situación.

 

–Pues, quería probarlo, pero me da la impresión de que no me va a gustar. Las veces que lo he probado antes no me ha gustado nadita– el rubio hizo una mueca y Seto rio; Joey se sentó frente a Kaiba.

 

–Si sabes que no tienes que hacer algo que no quieras hacer, ¿verdad?– el castaño lo miro fijamente, y Joey volteó a ver su café como si fuera algo en verdad interesante. –¿O es que pensaste en probarlo porque a mí me gusta?– no le pareció una idea descabellada, y no por nada había sido catalogado como genio desde niño.

 

–Pues algo así. Supongo que ahora que estamos juntos, tendré que aprender ciertas cosas– Joey levantó la mirada y vio que Kaiba estaba serio; eso llamó su atención.

 

–Cachorro, permíteme hacerte una pregunta– Joey lo miró expectante a lo que iba a decir. –¿Acaso eres idiota? Porque siempre te lo he dicho, pero ahora me lo estás confirmando– Joey frunció el ceño.

 

–¡Claro que no! Solo estaba pensando en ti– dijo Joey, indignado por la pregunta del ojiazul.

 

–Si lo que quieres es pensar en mí, deja de hacer cosas tan ridículas– el rubio lo miró, descolocado.

 

–¿A qué te refieres?

 

–Me gustas y te amo como eres Joey, no necesito ni quiero que cambies nada para que estemos juntos– la mirada ojiazul estaba clavada en Joey, mandando un claro mensaje; estaba hablando en serio.

 

–Es que eres una figura pública. Quizás llegue el tiempo en el que salgamos juntos, y quiero estar a la altura– Joey hablaba con sinceridad. Seto suspiró.

 

–Cachorro, a veces me pregunto de donde sacas tantas estupideces– el rubio lo miró confundido. –Por supuesto que saldremos juntos, y llegará el momento en el que todo el mundo sepa que eres mi chico. Entiende, TODO el mundo. Muchos aplaudirán, muchos otros dirán tonterías, y otros más se dedicarán a criticarnos. Es algo que yo ya entendí y que no me importa en lo más mínimo. La única opinión que me importa es la de Mokuba, y ya viste que la última vez que trabajamos en la mansión estaba exudando alegría y felicidad por vernos juntos. El resto del mundo se puede ir al carajo y no me importaría en lo más mínimo– la voz de Seto era dura, porque quería que Joey dejara de sentirse inseguro de sí mismo.

 

Joey suspiró, y luego sonrió.

 

–Es difícil para mí. Toda mi vida escuché a mi padre diciéndome que era un bueno para nada que servía para poco, y en más de una ocasión me pregunté si era cierto– Joey se veía tranquilo al hablar, pero su miraba dejaba ver algo del dolor que traía cargando por ese tipo de situaciones de su pasado.

 

–Cachorro, tu padre es un tipo que tiene que violentar a su hijo para poder subsistir. Si en verdad llegas a comprender eso, puedes dejar de darle importancia a lo que te decía. Al contrario, has trabajado desde pequeño, soportando maltrato emocional y hasta físico, y has salido adelante. Yo diría más bien que eres admirable– la voz de Seto se había tornado cariñosa.

 

Joey se sonrojó, luego sonrió e inevitablemente dejó caer unas cuantas lágrimas.

 

–Muchas gracias Seto– el castaño se puso de pie y fue hasta él, jalándolo en un abrazo en donde acariciaba su cabello mientras frotaba su espalda. No sabía cuántas cosas cargaba su cachorro, pero sabía que era un ser excepcional, y que mientras estuvieran juntos, él se encargaría de que nada ni nadie lo volviera a dañar de esa manera.

 

–¿Mejor?– preguntó Seto cuando Joey separó el rostro de su pecho para poder mirarlo a los ojos.

 

–Sí, de verdad sí. Gracias– aún había un pequeño rastro de lágrimas en sus facciones, pero su sonrisa brillaba.

 

–Te amo cachorro– lo besó de nuevo, lentamente y transmitiéndole todo el amor que sentía. Se separó y le regaló una sonrisa. –Vamos, te invito a desayunar.

 

–Puedo preparar algo aquí si quieres– dijo Joey, pero Kaiba negó con la cabeza.

 

–No, yo invito. Tengo bastante hambre. Además, si nos quedamos aquí, voy a querer comerte de postre, y creo que necesitas descansar– el rubio se sonrojó con violencia, y Seto soltó una carcajada. Se besaron de nuevo y se alistaron para salir.

 

En poco tiempo llegaron a un pequeño y sencillo restaurante. Pidieron de comer, y mientras esperaban sonó el teléfono de Kaiba. Tardó un par de minutos en colgar, en los que escuchó más de lo que habló, y luego volteó a ver a Joey.

 

–Era mi abogado. Dice que le gustaría verte, pero solo si estás de acuerdo. Es para lo de tu emancipación– Seto observaba con atención el lenguaje corporal del rubio en busca de nerviosismo o algo así, pero se sorprendió  de no encontrar nada.

 

–Está bien, ¿cuándo es que quiere verme?– Kaiba iba a contestar cuando la mesera los interrumpió con lo primero que habían pedido; platos de fruta. Cuando la chica se retiró, Joey buscó la respuesta de Seto.

 

–Podemos ir después de desayunar si quieres– dijo Seto, y Joey no lo pensó más; aceptó de inmediato.

 

A Kaiba le llamó la atención la decisión de su cachorro. No es que se le hiciera raro que aceptara ver al abogado. Después de todo, era quien llevaba su caso de emancipación y de seguro Joey era consciente de que en algún momento se conocerían.

 

Lo que en verdad le llamaba la atención era que Joey se estaba mostrando seguro en ir pronto a verlo. Si bien el rubio siempre se había manifestado como un muchacho seguro de si mismo, en las últimas semanas Kaiba se había dado cuenta de que tenía muchas inseguridades dentro de él; quizás por eso parecía lo contrario.

 

De cualquier manera él estaría ahí para apoyarlo, en esa situación y en cualquier otra.

 

Terminaron de desayunar y salieron rumbo a KC dentro del auto del castaño. En menos de 10 minutos estaban entrando a la oficina. Joey nunca había estado ahí.

 

Era un lugar bastante amplio. En el centro de ella había un gran escritorio con una silla detrás y dos adelante de él. A un costado estaba un sillón de color rojo que casi lo invitaba a sentarse en él de lo cómodo que se veía. Había un par de puertas al lado de la puerta por donde entraron; Joey supuso que una era el baño y la otra no tenía idea para qué. Y al fondo de todo, y lo primero que llamó su atención, había un gran ventanal desde donde se podía ver parte de la ciudad; era una vista hermosa. Joey no lo sabía, pero Seto solía pararse a ver la ciudad, mientras pensaba en él.

 

–Siéntate donde quieras– dijo Seto, y Joey le tomó la palabra; fue directo al sillón que estaba aún más cómodo de lo que parecía, si es que eso era posible.

 

–Vaya, podría dormir aquí durante días. Está muy cómodo– Seto sonrió mientras se sentaba tras su escritorio.

 

–Ahí es donde descanso cuando paso la noche aquí. No está mal, pero en definitiva prefiero mi cama. Mucho más si es contigo– el rubio se sonrojó y Seto levantó un teléfono Le indicó a su secretaria que no lo molestara ni le pasara llamadas, que solo le avisara si llegaba su abogado. Cuando colgó fue a sentarse junto a su cachorro.

 

Puso su mano sobre la mejilla del rubio y lo hizo que volteara su cara para poder besarlo a su antojo. Estuvieron así un poco, hasta que cortaron el beso por falta de oxígeno.

 

–¿Sabes algo cachorro? Me gustó verte celoso anoche– el rubio parpadeó un par de veces, y luego frunció el ceño.

 

–Ya te dije varias veces que no estaba celoso– Kaiba rio con suavidad ante la reacción de Joey.

 

–Sea como sea, lo que pasó ante eso es una de las experiencias más maravillosas que he vivido. Muchas gracias Joey– Seto lo besó de nuevo antes de que pudiera decir algo. Joey se dejó llevar hasta que Seto rompió el beso.

 

–Siento lo mismo Seto– la voz de Joey fue muy tenue, pero el castaño pudo escucharla con claridad. Se había formado una íntima atmósfera entre ellos; ambos brillaban al estar con el otro.

 

Seto estaba a punto de besarlo de nuevo cuando el intercomunicador lo interrumpió.

 

–«Señor Kaiba, el señor Nakano ha llegado– Seto dio un fugaz beso a Joey y se acercó a su escritorio.

 

–Que pase– dijo Kaiba, y en unos segundos se abrió la puerta revelando a un hombre joven de cabello rojo y bastante largo, vestido con un traje negro y camisa blanca, cargando un portafolio que parecía ser de cuero negro, y con una gran sonrisa en el rostro.

 

–Buen día Kaiba– dijo el abogado a la par de que se acercaba al escritorio; parecía que no había notado a Joey.

 

–Hola Hiro– fue el frío saludo del ojiazul, pero Joey percibió familiaridad en el tono de voz.

 

–¿Dónde está Joseph?– preguntó el abogado. Seto señaló el sillón y el abogado se sorprendió de no haberlo visto antes. –Discúlpame por favor, en verdad no te vi– el hombre parecía agradable, y Joey se puso de pie; se estrecharon las manos y luego se sentaron en las sillas frente al escritorio.

 

–¿Cómo va todo?– cuestionó Kaiba. Hiro sacó unos documentos de su portafolio y se los extendió a Seto.

 

–Ya está todo listo para poner la demanda, solo quería hablarle a Joseph acerca de la situación; si él da luz verde, hoy mismo meto los documentos al juzgado para iniciar el proceso– Joey estaba sorprendido; no pensó que las cosas ya estuvieran listas.

 

Seto revisaba a profundidad los documentos mientras que Joey quería preguntar muchas cosas, pero no sabía por dónde empezar.

 

–Hem, disculpe...– la voz de Joey salió tímida; más de lo que quería.

 

–Por favor háblame de tú, sin pena. Y dime qué es lo que quieres saber– la sonrisa de Hiro animó al rubio a hablar.

 

–Bueno, es que yo no sé nada de procesos legales. Entiendo que este proceso es para que no tenga que vivir con mi padre, pero quiero saber si hay algo más que deba saber al respecto– dijo Joey. Hiro se recargó en su asiento.

 

–Básicamente es eso, poder estar fuera de casa sin que él pueda obligarte a regresar. Como ha habido maltrato físico y psicológico además de amenazas a tu persona, el proceso no debería de ser ni tardado ni complicado. Si todo sale bien, que lo hará, al final de esto tendrás un documento que avale que puedas estar donde tú quieras haciendo lo que desees– Joey escuchaba con toda atención; no quería perderse ningún detalle.

 

–¿Hay algo que yo tenga que hacer?– preguntó Joey.

 

–No por el momento. Quizás más delante haya que presentarse a testificar acerca de lo que vivías cuando estabas con tu padre, pero sería lo único– el rubio asintió con la cabeza.

 

–Cuando Kaiba me propuso hacer esto, me dijo que tal vez cumpliría la mayoría de edad mientras esté el trámite. ¿Qué pasaría en ese caso?– Hiro le sonrió de nuevo.

 

–Si eso sucede, el trámite quedaría anulado porque entonces ya serías mayor de edad. Tengo entendido que en poco más de mes y medio es tu cumpleaños, por lo que eso es lo más probable que suceda; además viene la temporada de fiestas, y los juzgados dejan de laborar los días festivos. De cualquier manera, el nombre de Seto Kaiba está de por medio, por lo que eso puede agilizar las cosas– el rubio asintió; estaba entendiendo todo hasta ahora.

 

–¿Necesitaré un tutor?– Hiro asintió ante la pregunta.

 

–Sí, Kaiba aparece como tu tutor temporal hasta que cumplas la mayoría de edad. Si por algo lo rechazan, que no tienen por qué, entonces podemos poner a Yugi Mutou, quien se ha ofrecido para eso– dijo Hiro, sorprendiendo completamente al rubio.

 

–¿Yugi está al tanto de esto?– Hiro asintió.

 

–¿Recuerdas que te dije que Atemu estuvo aquí todo el día de ayer? Ambos están al tanto y cooperando con nosotros para que el proceso sea lo más rápido posible– dijo Kaiba sin despegar sus ojos del documento que leía. Joey estaba sorprendido.

 

–Entonces lo único que necesito en este momento es tu consentimiento para accionar el proceso legal para tu emancipación.

 

–Adelante– la voz de Joey salió de inmediato, como si no hubiera qué pensar, o como si ya lo hubiera pensado suficiente.

 

–Bien, entonces hoy mismo acciono todo. Va a salir bien, estate tranquilo– la sonrisa de Hiro le transmitió tranquilidad a Joey. Estaba seguro de que si era el abogado de Seto, debía ser bueno. –Ah sí, otra cosa. Mientras está el proceso legal, son importantes 2 cosas. La primera es que te mantengas con Kaiba. Me comentó que están viviendo juntos, así que creo que eso no será problema– el rubio se sonrojó; una cosa era que tuvieran una relación, otra muy distinta que Kaiba le abriera eso a alguien más.

 

–Estamos quedándonos en mi departamento. ¿Hay problemas por eso?– preguntó Kaiba, levantando su mirada hacia el pelirrojo.

 

–No debe de haberlos. Manténganse juntos porque serás su tutor– Kaiba asintió y Hiro regresó la vista al rubio. –La otra es que andes con mucho cuidado. En los próximos días se le notificará a tu papá acerca de esto, y no creo que esté muy feliz de enterarse. Puede buscar tomar represalias en tu contra, por lo que es importante que no andes solo por ahí. Al menos hasta que el juicio termine o cumplas años, lo primero que pase– Joey suspiró. Estaba acostumbrado a ser independiente, y con esto estaba seguro de que Seto sería como su sombra.

 

–¿No se puede emitir una orden de alejamiento o algo así?– preguntó Seto de nuevo, con una mirada gélida y voz seria.

 

–Veré qué puedo hacer, pero no estoy seguro. Hay antecedentes de violencia, por lo que podría ser posible. Pero aunque se emita esa orden, él puede hacer caso omiso y acercarse a Joseph para dañarlo. Por eso es importante que no lo vayas a dejar solo. A veces la gente como su padre se hacen chiquitos cuando les llega un citatorio y se les informa la situación, pero otras veces se vuelven agresivos e incontenibles. Si él se deja manejar por el alcohol, no sabemos qué pueda hacer, por lo que hay que prevenir– Seto asintió y volteó a ver a Joey.

 

–¿Alguna otra duda?–preguntó el ojiazul, recibiendo una negativa de parte del rubio.

 

–Creo que no, al menos por ahora– Hiro le sonrió.

 

–De cualquier manera siempre que tengas una pregunta o quieras saber algo me puedes marcar por teléfono. ¿Quieres guardarlo en tu celular?

 

–No tengo celular. Pero si tengo dudas, le diré a Seto para que te hablemos– Hiro se le quedó viendo al chico.

 

–Lo mejor sería que consiguieras un celular. No tiene que ser uno nuevo ni con muchas funciones; tan solo que te deje marcar y mandar mensajes, por la misma situación con tu padre que te comento– el rubio suspiró. No había trabajado con constancia en las últimas semanas, ¿de dónde sacaría el dinero para un celular?

 

–Eso ya lo tengo contemplado, no te preocupes. En cuanto lo recojamos y sepamos el número, te lo envío para que lo agendes y le llames para cualquier cosa– dijo Seto con su típica voz de mando, y Joey se sintió sobrepasado y algo molesto.

 

–¡Oye! No soy una chica a la que le tienes que comprar cada cosa que quiere o necesita– dijo Joey con fiereza. Seto clavó su mirada en la del rubio.

 

–Claro que no eres una chica, lo sé. Pero eres mi novio y esto de lo que hablamos es tu seguridad. No voy a escatimar en nada para que estés seguro. No importa cuánto cueste, puedo pagarlo, en especial si es por ti– Seto no había ni parpadeado una sola vez mientras lo veía a los ojos y hablaba. Joey estaba completamente rojo; Seto acababa de admitir que eran novios frente a alguien más. Sintió una calidez en su pecho, pero aun así le dio un poco de pena.

 

–Bien, entonces en cuanto tengan el número me lo haces llegar por favor– Hiro extendió su mano y Kaiba le regresó los documentos. Los guardó en su portafolio y luego los 3 se pusieron de pie. –Debo irme para alcanzar a meter los documentos al juzgado. Estamos en contacto Kaiba– se despidió de Kaiba con una pequeña reverencia, y luego volteó con Joey y le estrechó la mano. Después salió de ahí, dejando al castaño y rubio solos de nuevo.

 

–¿Estás bien cachorro?– preguntó Kaiba. Joey volteó y se dio cuenta de que había llegado hasta él. Entonces el castaño lo envolvió entre sus brazos, apretándolo contra su pecho.

 

–Siento que te voy a deber mi vida entera después de esto– Seto besó los cabellos rubios, y después levantó la barbilla de su chico para que hiciera contacto visual con él.

 

–Escúchame bien cachorro necio. No me debes nada. Nada en serio. Te lo he dicho otras veces, pero parece que no me crees– Kaiba no estaba molesto en lo absoluto; solo quería que Joey entendiera que todo lo que hacía por él era por amor.

 

–No es que no te crea, es que es demasiado. Y luego hay detalles extras aparte de lo del juicio, como eso del celular.

 

–Eso es para tu propia seguridad y va a la par de lo otro. Acéptalo y entiende que es por ti– Joey suspiró.

 

–Entiendo eso, créeme que sí. Es solo que... no sé. Nadie había hecho tanto por mí. Se siente raro ser el centro de atención de alguien. Porque Yugi me ha ayudado muchísimo, en muchas ocasiones, al igual que Tristán, Duke y Tea; todos siempre han estado ahí para mí de una forma u otra. Pero tú me estás ayudando a cambiar mi vida, literalmente– la mirada de Joey estaba fija en los ojos azules. Seto estaba feliz teniendo al rubio entre sus brazos.

 

–Tú has cambiado la mía– Seto se acercó y lo besó. Le encantaba tenerlo así, correspondiendo mientras se dedicaba a probarlo; era una sensación poderosa.

 

–Yo no he hecho nada– dijo cuándo se separaron del beso, y Kaiba negó con la cabeza.

 

–Haces más de lo que tú mismo te das cuenta. Te amo cachorro. Eres parte de mi vida y me permites ser parte de la tuya; eso es más que suficiente– Joey sonrió mientras Seto atrapaba sus labios de nuevo. Le encantaba estar así, entre sus brazos, siendo devorado por sus besos que estaban siempre cargados de amor. Joey no había sentido tanto amor en su vida, y eso lo valoró con todo su corazón.

 

Notas finales:

Hermoso día!

Bonita noche!

 

Amor para todos!!


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