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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Uno más, que espero que disfruten

 

Linda noche para todos, y muchas gracias por leer

 

¡¡Amor para todos!!

–Wow, que bonito está aquí– dijo Joey mientras entraba al que sería su pequeño hogar durante los próximos días. Seto entró detrás de él, cerrando la puerta.

 

–Bienvenido cachorro– el castaño puso su mano en al hombro del rubio, quien sonrió.

 

–¿Aquí es donde nos quedaremos?– la voz de Joey sonó emocionada, y Seto asintió.

 

–Así es cachorro, estaremos solos tú y yo– Joey se acercó a su novio y lo besó.

 

–¿Puedo conocer el lugar?– preguntó el rubio cuando se separaron.

 

–Adelante, recorre todo– Joey no esperó más y se dirigió a la planta alta de la cabaña a la que Seto lo había llevado para pasar navidad juntos.

 

Encontró 3 grandes recámaras con 3 enormes baños en la planta alta, cada lugar súper equipado con las mayores comodidades. Después bajó a ver la cocina, que se veía bastante grande también. Una espaciosa sala con una chimenea al centro tenía un gran ventanal por donde se podía ver un lindo y blanco paisaje; todo estaba cubierto de nieve.

 

–¿Te gusta?– Seto lo abrazó por detrás, pegándose a él.

 

–Me encanta– Joey sonrió radiante. No le gustaba ni estaba acostumbrado a depender de nadie más, pero ser chiqueado por Seto lo llenaba de amor. –Nada más que tú me dijiste que era una cabaña pequeña, y esto esta enorme– Joey volteó y rodeó el cuello del ojiazul con sus brazos, besándolo lenta y profundamente.

 

–Bueno, si tomas en cuenta que tenemos una que es como del triple de tamaño, esta es la pequeña– dijo Seto cuando se separaron, y Joey se quedó estupefacto.

 

Kaiba soltó una carcajada al ver a su chico descolocado por lo que le acababa de decir.

 

–Vaya, creo que aún no dimensiono bien lo que es estar contigo– Joey se sonrojó, y Kaiba volvió a besarlo.

 

–Acostúmbrate cachorro, porque este es tu estilo de vida de ahora en adelante– Seto acarició la mejilla de Joey, transmitiéndole todo el amor que sentía de solo verlo.

 

–Vamos a bajar las cosas del auto– dijo Joey, y Seto asintió.

 

En cosa de una hora ya tenían todo acomodado. Habían tomado la recámara principal y más grande; era la que Seto usaba cuando venía.

 

–¿Alguna vez vienes aquí tú solo?– preguntó Joey mientras se sentaba en uno de los sillones. Kaiba se sentó a su lado; ese mueble era en verdad cómodo.

 

–Solo no. He venido algunas veces pero siempre con Mokuba. A él le gusta bastante este lugar– la voz de Seto sonaba tranquila, pero a Joey le dio la impresión de que sonaba algo melancólica. Volteó a ver a su novio a los ojos.

 

–¿Lo extrañas?– preguntó con suavidad.

 

–Cachorro, Mokuba es mi hermano; siempre que no estoy con él lo extraño. Pero él tiene su vida y si se queda conmigo todo el tiempo, cortaré sus alas, y eso es algo que no estoy dispuesto a hacer– la mirada de Kaiba era firme, al igual que su voz. Joey sonrió del lado.

 

–Entiendo eso. Creo que si estuviera cerca de Serenity, opinaría igual que tú. Estando siempre ahí para ella, pero dejándola en su camino de vida– el castaño asintió.

 

–Así es cachorro, Mokuba ha sido mi motor desde que éramos niños, pero no puedo depender de él para siempre ni hacer que él dependa de mí. Él saldrá a vivir su vida, y yo tengo la mía también– Seto tomó la mano de Joey, jalándolo para que se le encimara. –Y me encanta que tú seas parte de mi vida– susurró Seto, comiéndoselo en un beso voraz y profundo.

 

Se besaron un buen rato sin subir la intensidad, solo disfrutando del sabor del otro. Cuando Seto rompió el beso, atrajo a Joey a su pecho y lo abrazó.

 

Eso era algo que les gustaba mucho; estar abrazados sin hacer nada más. Era una sensación reconfortante para ambos.

 

–Oye Seto, ¿este lugar tiene comida?– Joey interrumpió el silencio del momento con su pregunta. Seto rio en respuesta.

 

–Hay bastantes cosas, y alguien de confianza viene en camino con comida para estos días. No te preocupes, no dejaré que pases hambre; habrá suficiente comida para que tengas mucha energía– Joey levantó el rostro para ver a Seto a los ojos.

 

–¿Y para qué quiero yo mucha energía?– preguntó Joey con inocencia. Seto levantó una ceja y le sonrió pícaramente, y entonces Joey se puso muy rojo. –Ah, ya entendí– dijo apenado, y Kaiba se carcajeó.

 

 

–Si no estuviera alguien en camino, no estuviéramos aquí tan tranquilos– la mirada ojiazul brillaba de deseo, y Joey se sintió cohibido y afortunado a la vez.

 

Joey se movió hasta estar sentado sobre de Seto con sus piernas abiertas, y lo besó.

 

–¿Cuánto tiempo tenemos antes de que llegue?– susurró el rubio a su oído, y a Seto le recorrió un escalofrío por toda la espalda. Sacó su celular y mandó un mensaje mientras Joey estaba ocupado besando y mordiendo su cuello, llenándolo de placer.

 

–Al parecer unos 20 minutos– dijo Seto con voz ronca. Joey se enderezó y lo besó profundo, intenso, caliente.

 

–Es más que suficiente– volvió a morder su cuello mientras desabrochaba los pantalones de su novio, quien estaba más que extasiado.

 

Seto solo se dejaba hacer. Joey nunca había tenido la iniciativa cuando hacían el amor, y aunque le gustaba tener el control, esto era algo que no iba a desaprovechar.

 

Pronto estuvo el pantalón del CEO abierto, y Joey metió sus manos por debajo del bóxer, acariciando su hombría.

 

–Cachorro...– gimió Seto, viajando con todo lo que su chico le hacía sentir.

 

El rubio se levantó un momento, indicándole que levantara la cadera para poder deshacerse del molesto pantalón; así lo hizo, y pronto tenía hasta los bóxers en los tobillos. Joey lo volvió a besar, gozando de poder acariciar a Seto sin que nada lo limitara. Kaiba gemía sin control, disfrutando.

 

El rubio se puso de rodillas entre sus piernas, y metió su miembro a la boca; Kaiba gritó del gran placer que le dio su chico.

 

Joey subía y bajaba con energía por su miembro, mientras con su mano acariciaba sus testículos. Puso toda su atención en darle el mayor placer posible a Seto, quien se estaba retorciendo con sus caricias.

 

–¡JOEY!– gritó Kaiba justo antes de empezar a derramarse en su boca, gritando como desquiciado. Su pecho subía y bajaba con velocidad, y no le fue fácil regular su respiración.

 

Después de haber tragado toda su esencia, Joey se enderezó con un gran bulto en su pantalón; estaba bastante excitado; no había recibido atención pues se había propuesto atender a Seto.

 

Kaiba tomó su mano y lo jaló, besándolo con intensidad. El beso era cada vez más y más fogoso, cuando fueron interrumpidos por el teléfono del CEO. Seto rompió el beso, y suspiró.

 

–Kaiba– dijo al contestar, mientras con una mano acariciaba el miembro del rubio por encima de su ropa, dándole placer. –Bien– fue todo lo que dijo antes de colgar. Volteó con Joey y lo besó de nuevo, acariciando su miembro con más fuerza y haciendo que el rubio gimiera con fuerza.

 

–Llegaron con la comida. Espérame arriba mientras los recibo, por favor– Joey asintió y soltó un pequeño quejido cuando la mano de Seto se apartó de su cuerpo. Besó a su novio de nuevo y se puso de pie.

 

–¿Seguro que no necesitas ayuda?– el castaño se puso de pie junto a él, acomodando su ropa.

 

–Lo único que necesito ahorita es a ti. Ve arriba y espera mientras recibo esto rápido– Seto le dio un fugaz beso y caminó hacia la puerta sin esperar respuesta; sabía que Joey se iría arriba de inmediato.

 

Lo que no sabía era la posición en la que le lo encontraría cuando llegó a la habitación unos minutos más tarde; lo que vio lo dejó anonadado.

 

Joey estaba en medio de la gran cama, sin ropa, con el rostro rojizo y masturbándose mientras decía su nombre. Seto se quedó en la entrada del cuarto, observando a su cachorro, maravillado por lo que veía. Joey se dio cuenta de que estaba ahí; levantó su mirada y chocó con la ojiazul. Fue tan intenso el momento, que de inmediato arqueó la espalda y gimió con fuerza; Seto siempre le hacía sentir demasiado hasta con la mirada.

 

En poco tiempo Seto estaba desnudo y subiéndose a la cama para recostarse sobre él y besarlo. Fue el beso más intenso que Joey había sentido, y lo hizo volar.

 

–Me encantas– le susurró Seto al oído, donde empezó a lamer y morder mientras que a la par movía su cadera, simulando una penetración; Joey se estaba volviendo loco.

 

–Seto... ya, por fa... vor... entra ya– Seto lo besó.

 

–¿Impaciente?– preguntó el castaño, pero antes de que el rubio dijera nada, Kaiba lo volteó para que quedara boca abajo en la cama. Lo acomodó con la cadera levantada, y acercó su rostro a ella, lamiéndola.

 

Joey no pudo más y explotó su semilla en la cama; Seto le hacía sentir tanto.

 

Mientras Joey experimentaba todo tipo de sensaciones con su eyaculación, Seto aprovechó para introducir un dedo en su entrada; una mano estaba en esa labor y la otra acariciaba sus testículos.

 

Joey estaba temblando de tantas sensaciones, y Seto estaba que explotaba. En poco tiempo, 3 dedos se movían en el interior del rubio con fuerza mientras él gemía y gritaba sin control alguno, excitado como si estuvieran empezando.

 

Cuando Seto sacó sus dedos, no le dio oportunidad a su chico de quejarse; besó su hombro y casi de inmediato comenzó a penetrarlo. Lo hizo lo más lento posible, a pesar de su propio deseo; Joey siempre sería su prioridad.

 

Cuando estaba a medio entrar, Seto se hizo hacia atrás, como saliéndose, solo para volver a empujar hacia adentro. Llevaba unas 3 veces haciendo eso, cuando Joey empujó su propia cadera hacia atrás, haciendo que lo penetrara hasta el fondo de una sola estocada, sacándoles fuertes gemidos de placer a ambos.

 

Seto empezó a moverse con lentitud, disfrutando a Joey. Pero el rubio no era tan paciente, y pronto sumó su propio movimiento de cadera para que la fricción fuera mayor y más profunda; más intensa y rica.

 

Seto aumentó el ritmo ante la acción de su cachorro; pronto pudo sentir como sus testículos rebotaban en las nalgas de Joey, y eso le causó un gran placer.

 

Decidió recostarse sobre la espalda del rubio, pasando sus brazos por debajo de las axilas de su chico y tomándolo de los hombros, generando así una penetración profunda y placentera para ambos; en poco tiempo estaba empujando como desquiciado mientras su cachorro gemía sin control.

 

Era demasiado el placer; Joey volvió a derramar su esencia en la cama, y con las contracciones del ano del rubio ante tal placer, Seto regó su semilla en el interior de su cachorro.

 

Que intenso momento acababan de compartir.

 

–Te... amo... cacho... rro– dijo Seto con bastante dificultad para respirar. Joey no contestó, no por falta de ganas, sino que en verdad no podía hablar.

 

Kaiba se movió, jalando a Joey para que quedaran recostados del lado, aun estando en su interior. Seto lo abrazó, y Joey recibió el abrazo con todo su amor.

 

–Te amo Seto– dijo cuando ya estaba más calmado.

 

Era cierto que ambos eran jóvenes intensos e impulsivos. Y cuando llevaban eso a hacer el amor, vaya que lo disfrutaban.

 

Seto besó el cabello rubio de su amante, quien sonrió con ternura.

 

Poco a poco fueron quedándose dormidos, sin importar que estaban cansados, sudados y embarrados.

 

Porque más que eso, estaban felices.

 

 

 

 

Notas finales:

¡Bonito día!

¡Hermosa noche!

 

¡¡Amor para todos!!


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