Eran las 8 de la noche del 24 de diciembre. Tanto Seto como Joey se encontraban en la cocina preparando la cena que iban a compartir. Estaban preparando lasaña que acompañarían con una ensalada y pan. Llevaban un par de horas ocupados, pero ninguno se quejaba porque aprovechaban para robarse besos y acariciarse de vez en cuando.
–Huele muy bien– dijo Joey aspirando el aroma del relleno de la lasaña. Seto lo abrazó por detrás, pegando su cuerpo al de su chico.
–Tú también hueles bien– olfateó el cuello del rubio, enviando sensaciones por todo su cuerpo; Joey suspiró ante todo lo que estaba sintiendo.
Joey se giró sobre sí mismo y abrazó al castaño por el cuello, atrayéndolo en un lento y profundo beso que fue correspondido con intensidad.
–Me alegra estar aquí contigo, Seto– dijo el rubio al terminar el beso. –Gracias– pegó su rostro al pecho del castaño, sonriendo.
–Un placer tenerte conmigo, cachorro– Seto besó los cabellos de su chico.
–Tengo algo para ti. Pensaba dártelo más tarde, pero ya no aguanto la emoción– el rubio sonrió y salió de la cocina a buscar el regalo. Seto se quedó esperándolo con una sonrisa de enamorado.
Un par de minutos después, Joey entró con el regalo para Seto; estaba envuelto en papel color azul y su forma era irregular, por lo que no había manera de saber qué era.
–Muchas gracias cachorro– Seto lo tomó de la barbilla y lo besó. Luego empezó a abrir su regalo.
Sonrió cuando estuvo libre del papel; era una figura de acción del dragón blanco de ojos azules.
Seto Kaiba estaba conmovido. Volteó con Joey y le sonrió con sinceridad. Lo besó, expresando todo su amor y agradecimiento.
–Está increíble. Muchas gracias cachorro– Joey se sintió feliz.
–La verdad es que como no he estado trabajando no pude conseguir gran cosa. Pensé en darte más regalos, pero pues no debo salir solo así que...– Seto puso un dedo en los labios del rubio, silenciándolo.
–El detalle es lo que me importa, cachorro, no el valor monetario. No sé cómo le hiciste para conseguirla si nunca sales solo, pero sea como sea, en verdad te lo agradezco– Seto lo volvió a besar, y Joey lo correspondió gustoso.
–Yami me ayudó a conseguirla. Le expliqué mi situación y un día me la llevó; sabía que te enamorarías de tu dragón porque te gusta mucho y está muy bien hecho– el rubio sonrió, y Seto también.
–De quien estoy enamorado es de ti, cachorro. Aprecio el detalle; muchas gracias– Seto volvió a besar a Joey, quien le correspondió feliz.
Seto rompió el beso y salió de la cocina sin decir nada. Joey checó todo lo de la lumbre, y apagó lo que ya estaba listo. No pasó mucho tiempo para que Seto regresara con un gran paquete en sus manos, que además tenía encima varios paquetes pequeños.
–Feliz Navidad cachorro– dijo Seto extendiéndole los paquetes al rubio que lo veía atónito.
–¿Todo esto para mí?– Joey no sabía qué decir, y Kaiba sonreía feliz.
–Te mereces esto y más– el ojiazul puso los regalos sobre la mesa. Joey se paró al lado de él, viendo todo.
–Pero es demasiado– Seto lo tomó de la barbilla e hizo que lo volteara a ver a los ojos.
–Podría regalarte el mundo entero, y aun así no sería demasiado– Seto le dio un beso fugaz, y luego volvió a conectar ambas miradas. –Por eso te lo acabo de decir, te mereces esto y más; mucho más– el rubio se sonrojó.
–Pero yo solo te traje uno.
–Mi mayor regalo es estar aquí contigo; es lo que en verdad me importa– Seto lo besó de nuevo, y Joey se dejó llevar. Cuando se separaron, Joey estaba sonrojado y con una sonrisa sincera en su rostro.
–Es la primera vez que alguien me da tantos regalos– Joey no pudo suprimir la emoción de su voz; parecía un niño pequeño.
–Pues ábrelos cachorro, para eso son– Kaiba se quedó en su lugar, observando como Joey empezaba a romper el papel de regalo.
Cuando terminó de abrirlos, volteó a ver a Kaiba sorprendido. La caja más grande era un paquete de lienzos. En los paquetes pequeños había un montón de pinturas, lápices, colores, crayolas... en fin, un kit completo para dibujar y pintar.
Joey estaba anonadado ante esto.
–¿Te gusta cachorro?– Seto no podía, ni pretendía, ocultar su gran sonrisa al ver a su chico. Joey volteó a verlo con una gran sonrisa en el rostro.
–¡Está increíble! No puedo creer todo lo que me estás dando; está genial. Muchas gracias Seto– Joey se abalanzó sobre de Kaiba, robándole un dulce e intenso beso.
–Hace tiempo me dijiste que te gusta dibujar, así que supuse que esto te gustaría– Joey asintió.
–La verdad es que pintar no sé hacerlo muy bien, pero me llama la atención. Con esto puedo practicar. Y amo dibujar; me relaja y me entretiene tanto. Me gustaría dedicarme solo a dibujar– el rubio se sonrojó, expresando un deseo muy personal. Kaiba le revolvió los cabellos.
–Trabaja por lo que quieres cachorro. Si haces tu máximo esfuerzo, lograrás cualquier cosa que te propongas– Volvieron a besarse.
–Esto es genial– Joey acomodó todo para poder subirlo a la habitación. Lo puso en el buró de su lado de la cama, y luego fue de regreso con el castaño.
Esta sería una navidad muy especial para ambos, porque la pasarían juntos, amándose y generando bellos recuerdos para el futuro, el que esperaban compartir.