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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Uno más llega para su disfrute.

 

Y poco a poco nos vamos acercando al final.

 

Espero, como siempre, que les guste tanto como a mí me gusta escribirlo.

 

¡Gracias por leer!

¡¡Amor para todos!!

–¡Ahh Seto!– gimió Joey con fuerza mientras el castaño lamía, mordía y chupaba su miembro con intensidad. –¡SETO!– Joey se derramó en su boca al sentir como un dedo lo empezaba a abrir.

 

Los espasmos del orgasmo eran intensos, pero Seto no se detuvo; quería a su cachorro, y lo quería ya.

 

Pronto estaba recostado sobre de Joey, besándolo con pasión y acariciando su pecho mientras que posicionaba su miembro en su entrada. Empezó a empujar, abriéndolo lentamente y sacando más de un gemido del chico rubio.

 

–Me encantas– susurró el castaño al oído mientras se abría paso. Era consciente de que a Joey le dolía un poco; habían hablado sobre eso, y el rubio le había confesado que cada vez que lo penetraba le dolía. Pero eso era solo al principio, porque en poco tiempo todo ese dolor se transformaba en delicioso placer. Era una de las razones por las cuales se dedicaba a decirle cosas lindas mientras lo abría, para hacerle más agradable el momento.

 

Seto se quedó quieto por unos momentos para que su chico se acostumbrara a su hombría. Joey respiraba con algo de dificultad; no era que le doliera demasiado, sino que sentir así a Seto lo excitaba de sobremanera.

 

–Muévete Seto– le dijo en voz baja y con los ojos llorosos. El castaño lo besó y empezó a mover la cadera suavemente, primero hacia afuera, y cada vez entrando un poco más. En unas pocas embestidas ya estaba empujando hasta adentro del rubio, quien gemía desesperadamente.

 

Era muy difícil para Kaiba durar mucho cuando lo embestía con frenetismo; era demasiado placer. En cuanto se sintió al borde de su propio orgasmo, movió su rostro hasta quedar en el cuello del rubio y lo empezó a morder; eso siempre volvía loco a Joey.

 

El rubio se vino casi de inmediato entre gemidos que más bien parecían gritos, y al retorcerse con ese delicioso orgasmo hizo que Seto derramara su semilla dentro de él. Kaiba lo besó, y luego rodó hasta quedar acostado a su lado, tratando de calmar su respiración.

 

Cuando logró calmar su respiración, el rubio se giró sobre sí mismo, quedando a un lado de Seto, y con su mano empezó a acariciar el rostro del castaño. Normalmente era Seto quien le daba ese tipo de cariños, pero desde que habían llegado a la cabaña, Joey se había vuelto más expresivo con él. Seto sonrió y lo volteó a ver.

 

–Te amo cachorro– con su mano lo acercó para darle un tierno beso que Joey correspondió gustoso.

 

–Yo también te amo Seto– contestó Joey con una sonrisa cuando se separaron del beso. -¿A qué hora tenemos que irnos?– el castaño sonrió.

 

–Tenemos un par de horas todavía, creo– Joey rio suavecito.

 

–¿Crees? ¿El gran Seto Kaiba dice creer algo, pero no está seguro? Vaya, quién diría semejante acontecimiento– el rubio rio por sus palabras, y Kaiba le sonrió.

 

–Es que pierdo la noción del tiempo cuando estoy contigo– Joey sonrió sinceramente, conmovido por las palabras del ojiazul.

 

La verdad era que Seto Kaiba era alguien, para su sorpresa, muy expresivo a la hora de estar solos. Siempre le dedicaba una palabra, un gesto, una caricia o una sonrisa; algo que le hacía sentir especial y amado. Eran esos detalles los que habían hecho que Joey terminara enamorado del castaño.

 

–Te amo– dijo Joey antes de besarlo de nuevo.

 

Estuvieron besándose un buen rato, disfrutando del sabor del otro. En más de una ocasión, a Seto le pareció que Joey quería subir la temperatura de nuevo, pero no pasó a más.

 

–Es hora de prepararnos para irnos, cachorro– Seto lo besó de nuevo. –Créeme que me gustaría quedarme aquí más días, pero ya es hora– Joey asintió, y se estiró.

 

–Lo sé, Mokuba llega en 2 días y no hemos tenido noticias de tu abogado aún– el castaño asintió.

 

–No creo que Hiro nos tenga noticias aún, pues los juzgados siguen de vacaciones, pero es importante estar cerca para cualquier cosa– Seto lo besó una vez más y luego se sentó a la orilla de la cama. El rubio lo imitó, pero de su lado de la cama.

 

–Estoy todo pegajoso– dijo el rubio, haciendo que Seto volteara a verlo; gateó por la cama y lo abrazó por atrás, quedando su boca a la altura de su oído.

 

–Si quieres podemos bañarnos juntos cachorro– su voz era sensual, y mandó un escalofrío por toda la espalda del rubio.

 

–¿Tenemos tiempo?– el rubio volteó su cabeza hacia el castaño, quien lo atrapó en un fogoso beso.

 

–Siempre habrá tiempo de estar juntos. La pregunta es si estás en condiciones– era obvio para ambos que ya no solo hablaban de bañarse para limpiarse; ambos querían algo más, y no les daba pena admitirlo; estaban en su etapa idílica y se disfrutaban al máximo.

 

–Siempre estaré en condiciones para ti, Seto– dijo Joey antes de besarlo e introducir su lengua en la boca ajena, acariciando el fornido pecho del CEO con cariño.

 

Seto se levantó y llevó al rubio de la mano hasta el baño, en donde lo metió a la regadera junto a él. Abrió el agua, y mientras salía el agua caliente se dedicó a besarlo.

 

Pronto estaban en una escena romántica y cachonda, castaño besando a rubio bajo el agua mientras lo acariciaba sin pudor por donde quería; Joey estaba extasiado.

 

Ya se había acostumbrado a que Kaiba siempre tenía el control. No le molestaba en lo absoluto; al contrario, le gustaba sentirse sumiso y ser guiado por Seto, que siempre lo hacía con amor; eso lo maravillaba y lo enamoraba cada día más.

 

Una hora después, ambos chicos estaban cerrando maletas después de un satisfactorio y placentero baño; se habían amado de nuevo, y vaya que lo habían disfrutado.

 

–¿Te falta mucho cachorro?– dijo Seto, terminando de cerrar su maleta. Volteó y vio que Joey estaba batallando para cerrar la suya. Caminó y se paró detrás de él, intencionalmente pegando su cuerpo al de su amado. –Déjame ayudarte– el CEO lo ayudó a acomodar mejor desde atrás de él, haciendo a Joey sentirse cohibido e incitándolo a la vez; le encantaba jugar así con su cachorro.

 

Kaiba era consciente que era muy fácil excitar y seducir a Joey, sobre todo porque desde que habían iniciado una relación formal, Joey era muy entregado en todos los aspectos; eso era algo que le encantaba de él.

 

Cuando lograron cerrar la maleta, Joey se giró sobre sí mismo y besó a su novio.

 

–Es hora de irnos Seto– dijo Joey con la voz un poco alterada; la cercanía del castaño surtía efecto, y muy rápido.

 

El castaño se separó de él y suspiró; así como era fácil seducir a Joey, era fácil prenderse junto con él.

 

–Vamos– cada quien agarró sus cosas y salieron para el auto. En poco tiempo ya estaban en camino hacia Ciudad Dominó.

 

El trayecto fue tranquilo, sin ningún percance. Platicaban de cualquier cosa mientras disfrutaban la compañía del otro.

 

–Oye cachorro, hay algo que quiero preguntarte– el castaño iba tranquilo, y Joey sonrió.

 

–¿Qué?

 

–Estamos a menos de 1 mes de tu mayoría de edad. No sé qué pase eso primero, si lo de tu emancipación, que la verdad no creo que sea tan rápido, o tu cumpleaños número 18. Pero sin importar qué suceda primero, hay algo que quiero preguntarte– Joey lo miraba curioso.

 

–Pues pregunta– el castaño sonrió y lo vio de reojo.

 

–¿Te gustaría mudarte conmigo a la mansión?– el rubio se sorprendió con la pregunta. Por supuesto que sabía que el CEO de KC iba en serio con él, pero tenerlo con él en su hogar le parecía un paso gigante. Decidió ser completamente sincero con él.

 

–La verdad no es algo que siquiera había pensado. De hecho pensé que seguiríamos en el departamento– Seto tenía su atención en la carretera, pero no dejaba de voltear de repente a ver a su chico.

 

–La verdad es que preferiría moverme a la mansión contigo, porque desde que estamos en el departamento no veo mucho a Mokuba, y no quiero descuidarlo o que se vaya a sentir abandonado. Tú sabes lo importante que es Mokuba para mí, y más bien deseo compartir con ambos todos los días– el rubio sonrió suavecito; Seto lo quería en su vida como parte de su familia. Sintió una calidez en el pecho, y no pudo evitar que su sonrisa se volviera más grande.

 

Solo tenía una preocupación, que aunque sabía que era absurda, no lo dejaba en paz.

 

–¿Estás seguro de que Mokuba estará de acuerdo con eso?– el castaño volteó a verlo un momento, a la par que enarcó una ceja.

 

–¿Es en serio tu pregunta?– Seto pudo distinguir que Joey asentía. –No pensé que tu memoria fuera tan mala, cachorro– Joey se extrañó con las palabras del ojiazul.

 

–¿A qué te refieres?

 

–Mokuba te dijo, hace mucho, que lo que sea que haya entre nosotros, él lo apoya, y que merecemos ser felices. ¿Crees que si le decimos que te mudarás a la mansión se oponga?– el rubio suspiró.

 

–No creo que se oponga, pero no sé si será cómodo para él– el castaño sonrió.

 

–Cachorro, si algo estará Mokuba con esta noticia, será feliz. Tendrá alguien con quien convivir cuando yo esté trabajando, y alguien que lo acompañe cuando yo tenga que salir de la ciudad y no pueda llevarlos– el rubio se le quedó viendo a pesar de que Seto tenía su mirada clavada en el camino.

 

–No soy una chica, Seto– Kaiba volteó a verlo por un momento, extrañado de su expresión.

 

–Lo sé, Joey– dijo Seto con seriedad, entendiendo que Joey tenía una especia de lucha interna.

 

–No pretendo ser un mantenido y dejar de trabajar. Si me he abstenido estas últimas semanas de salir del departamento, fue porque entendí que la situación con mi papá puede ser grave. Pero no pretendo vivir de ti o estar todo el día en casa esperando a que llegues y ya; tengo sueños en la vida y quiero cumplirlos– la voz de Joey era tranquila, pero iba en serio. Kaiba lo volteó a ver de nuevo por un momento.

 

–¿Te he pedido que dejes de trabajar?– el rubio negó con la cabeza. –Cachorro, eres un chico independiente, y eso me encanta de ti. Sabes que tengo suficiente dinero para comprar toda la ciudad, y por supuesto que estaré feliz de compartir eso contigo– el castaño volteó un momento y sonrió. –Pero más que eso, quiero que te sientas cómodo y hagas todo lo que quieras hacer. No eres un trofeo para que estés en mi casa todo el tiempo, esperando a salir conmigo para poder mostrarte. Eres mucho más que eso– el rubio se sonrojó y sonrió; Seto lo entendía más de lo que él pensaba.

 

–Muchas gracias Seto. Me agrada aclarar esto, porque era algo que quería que supieras ya que es importante para mí– el castaño asintió.

 

–Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, ¿verdad?– el rubio asintió.

 

–Lo sé.

 

–Entonces hazlo cada vez que quieras– el rubio asintió una vez más, con una sonrisa en el rostro. –Solo hay algo que sí me gustaría que aceptaras. Es algo que vengo pensando desde antes de que llegáramos a la cabaña, y que espero que no me lo tomes a mal– el rubio lo miró extrañado.

 

–¿Y qué es?

 

–Quiero que tengas a un guardaespaldas siempre contigo– Joey parpadeó un par de veces. –No es necesario que sea un tipo enorme con traje negro; puede ser alguien que pase completamente desapercibido pero que siempre esté al pendiente de ti.

 

–¿Por qué? Yo puedo defenderme solo, y tú lo sabes– la voz de Joey era retadora; Kaiba ya se esperaba una reacción así.

 

–Por supuesto que lo sé, y de sobra.

 

–¿Entonces?– Joey no entendía muy bien la situación.

 

–Cachorro, te amo y me importas. Por supuesto que no me molesta que salgas y hagas tu vida. Pero no me perdonaría a mí mismo si te pasa algo, mucho más sabiendo que pude haber hecho algo para evitarlo– Joey se detuvo a pensar antes de hablar.

 

–Puedo entender la postura de no salir por lo de mi padre, pero estoy a punto de cumplir 18 años, por lo que no debería haber problemas con eso. Además, según yo Hiro iba a tramitar una orden de restricción para que mi padre no se me acerque– la voz del rubio era tranquila; no armaba un escándalo pero tampoco aceptaba así nomás.

 

–Orden de restricción que tu padre puede ignorar, y para cuando tú puedas pedir ayuda, podría ser demasiado tarde– el rubio reflexionó eso en silencio. –Además, tener 18 años te da muchas posibilidades legales, pero si tu papá de verdad quiere hacerte algo, no importa la edad que tengas, encontrará la manera– Seto escuchó al rubio suspirar y voltear a la ventana. Guardó silencio, dándole su espacio para pensar.

 

–Esto apesta– Seto no dijo nada, estaba esperando a que el otro hablara. –No me gusta la idea, pero tampoco quiero andar por ahí expuesto; mi papá puede ser bastante psicópata si se lo propone.

 

–¿Entonces aceptas que te contrate alguien para tu propia seguridad?– Kaiba quería el consentimiento de su novio antes de actuar; no deseaba obligarlo a nada.

 

–Está bien. Creo que es algo exagerado, pero si eso te ayuda a sentirte más tranquilo, entonces está bien– el rubio le sonrió al castaño, quien se sintió aliviado por dentro; pensó que convencer a Joey sería más complicado.

 

Disfrutaron el tiempo que les quedaba en carretera; amaban estar juntos y platicar. Planearon que harían una cena en la mansión para hablar con Mokuba. Eso hizo que Joey se sintiera nervioso; pero quería mucho al pequeño Kaiba y sabía que era recíproco, así que confiaba en que todo saldría bien. Además, Seto le daba su apoyo incondicional, y eso lo hacía sentirse seguro.

 

 

Notas finales:

¡Bonito día!

¡Hermosa noche!

 

¡¡Amor para todos!!


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