Era la noche anterior al cumpleaños de Joey. Seto estaba trabajando en la oficina que tenía en el departamento, mientras Joey andaba en alguna otra habitación. Era la última noche que pasaban en ese lugar, pues habían acordado que a partir del cumpleaños se mudarían a la mansión Kaiba; Mokuba estaba emocionado por eso, y Joey se sentía algo nervioso.
Seto estaba adelantando todo el trabajo posible para poder tener el día siguiente libre y poder dedicarlo a su cachorro.
Unos golpecitos en la puerta lo sacaron de su concentración, y luego vio cómo la puerta se abría.
─¿Estás muy ocupado? Quisiera enseñarte algo– el rubio asomó su cabeza y vio al castaño levantar el rostro y sonreír.
–Nunca estaré demasiado ocupado para ti, cachorro; pasa– el rubio se sonrojó y sonrió a la vez, y pasó; Seto notó que llevaba unas hojas en la mano.
–Quiero que veas esto, porque me han gustado demasiado– Joey extendió los papeles hacia su chico, quien los empezó a examinar, quedando en verdad sorprendido.
–Vaya, están increíbles. ¿Los hiciste o los copiaste?– el castaño seguía examinando los dibujos; eran en su mayoría monstruos de duelo que estaban detallados a un nivel impresionante, con sombras hechas a lápiz y muchos otros detalles.
–Creo que he visto demasiadas veces los monstruos; los saqué de mi cabeza– el rubio estaba parado a un lado de la silla del castaño; sonreía satisfecho porque Seto denotaba que le habían gustado sus creaciones.
–Esto es increíble cachorro, tienes un potencial inmenso para dedicarte a esto– el castaño observó un dibujo del dragón blanco de ojos azules, y sonrió de inmediato. –¿Puedes hacer un monstruo original? Uno que no esté en el juego– el castaño volteó a ver a Joey, quien pensaba en su pregunta.
–No es algo que haya hecho antes, pero en definitiva puedo intentarlo; creo que sería interesante– el rubio sonrió, y Seto lo volteó a ver.
–¿Puedo quedármelos?– preguntó el ojiazul refiriéndose a los dibujos. A Joey le extrañó esa petición, pero no lo vio mal.
–Claro Seto, todos tuyos– después el rubio se inclinó y besó a su novio. –¿Qué haremos mañana?– preguntó Joey cuando separó sus labios de los del ojiazul.
–Celebrar tu cumpleaños e irnos a quedar definitivamente a la mansión. No sé si quieras hacer algo en especial; he tenido trabajo y ni siquiera te lo he preguntado– a Joey le fascinaba como Seto lo tomaba en cuenta para todo; nunca tomaba decisiones que concernían a ambos por sí mismo.
–No lo sé, tal vez vaya un rato con Yugi, pero aún no los sé; no hemos hablado de eso– Seto volteó a su escritorio y guardó los dibujos en un cajón. Luego guardó el documento que tenía en pantalla y cerró su laptop. Al terminar se puso de pie y besó a Joey.
–Ya mañana vemos qué hacemos cachorro. Para mí lo más importante es que eres libre legalmente hablando de vivir donde quieras y con quien quieras– la mirada ojiazul brilló, y Joey rio con suavidad.
–No hay nadie más con quien quisiera vivir en este momento más que contigo– el rubio sonrió, y Seto enarcó una ceja. Lo tomó de la cintura y lo abrazó, pegándolo a su cuerpo.
–¿Solo en este momento?– la voz del castaño salió en un susurró y fue casi melosa. El rubio pensó un momento antes de responder.
–No lo sé. Me refiero a que somos jóvenes aún, y no sé qué será del futuro. Pero en mi presente no hay otra persona con quien prefiriera estar– el castaño se le quedó viendo; tenía una mirada que Joey no pudo descifrar.
–Joey, quiero que sepas que esto va muy en serio para mí– el rubio parpadeó un par de veces, repitiendo esas palabras en su mente.
–¿Cómo?– el castaño le sonrió, acarició su mejilla suavemente con unos dedos y luego se fundió con él en un tierno y profundo beso.
Cuando se separaron, la mirada del ojiazul estaba radiante.
–Quiero pasar toda mi vida a tu lado– el rubio abrió los ojos más de lo normal, sorprendido con la declaración del ojiazul. –Quiero que te quede claro que no espero nada de ti, y si tú en algún momento decides tomar un camino separado de mí, yo no te voy a retener; tan solo hablo de lo que a mí me gustaría– Seto lo volvió a besar, y Joey correspondió sin dudarlo.
–No sé si esto que tenemos ahora dure para siempre; de hecho nunca lo había pensado. Tampoco me siento seguro de prometerte algo a tan largo plazo– dijo Joey cuando el beso terminó; quería ser completamente sincero con Kaiba, porque se daba cuenta de que el ojiazul lo era. –Lo único que puedo decirte y asegurarte es que te amo, y me siento feliz de estar contigo aquí y ahora– fue Joey el que lo besó esta vez, y Seto se dejó hacer.
–Es suficiente para mí. Te amo y sé que me amas; lo demás no tiene la más mínima importancia– Seto estaba feliz, y Joey podía verlo en su mirada y su sonrisa. Él también se sentía feliz de compartir todo con su amado castaño. –Será mejor que vayamos a dormir; mañana es tu cumpleaños y nos moveremos a la mansión– el rubio asintió.
Joey se sentía emocionado por su cumpleaños; lo había esperado por tanto tiempo. Lo mejor de todo era poder compartir con su amado castaño.