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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Aquí seguimos en la aventura del fic, que me está encantando por cierto, y espero a ustedes también.

 

Amor para todos!!

La confusión de Joey no cesaba; parecía que a los dioses y los cielos les encantaba ver al rubio confundido, porque ya iban 2 semanas en que se sentía así.


 


Y es que habían pasado 2 semanas y 2 días desde el día en que Seto Kaiba pronunciara la frase «me gustas» como si fuera cualquier cosa.


 


En todos esos días, había tenido nulo contacto con el castaño. No es que antes de eso tuvieran mucho que digamos, pero ahora ya casi ni discutían.


 


Y en el poquito contacto que había habido, solo había llegado más confusión.


 


Y es que Seto Kaiba no daba indicios de que lo que le había dicho era real. Es más, Joey seguía preguntándose si no lo había imaginado todo. De hecho, esas dos últimas semanas había estado tan clavado en sus pensamientos que hasta sus amigos lo habían notado distinto.


 


–¿Estás bien Joey?– la voz de Yugi lo sacó de sus pensamientos. Volteó y se dio cuenta de que estaban afuera de la tienda de Sólomon, el abuelo de su amigo; no recordaba como era que había caminado hasta allá.


 


–¿Ehh? Sí Yug, lo estoy– si bien Joey era distraído, los últimos días lo estaba aún más.


 


–Pareces muy pensativo, ¿todo bien? ¿algo en lo que te pueda ayudar?– la voz de Yugi se escuchaba consternada; era evidente su preocupación.


 


–No Yug, no hay nada en lo que me puedas ayudar porque simlpemente no hay nada– Joey le dio una típica sonrisa suya, aunque Yugi no parecía convencido del todo.


 


–Bueno, ya sabes que puedes confiar en mí para lo que sea Joey. ¿Por qué no pasas un rato? Hay pay de queso de ayer– dijo Yugi mientras abría la puerta.


 


–El pay de queso siempre es bueno; me has convencido– Yugi rio ante la expresión de su amigo.


 


–-¡Llegamos!– dijo Yugi en voz alta.


 


–Bienvenido Yugi, pasen a la cocina– esa voz Joey la conocía bien. Era Yami Atemu, la contraparte de Yugi, por así decirlo.


 


Después de haber vivido innumerables aventuras a su lado, e incluso después de haberse despedido de él, un día simplemente apareció en casa de Yugi, haciendo muy feliz al más pequeño.


 


–Hola Yami, huele bien– Yugi pasó a la cocina y le sonrió al tricolor más alto, quien contestó con una tierna sonrisa dedicada solo para Yugi.


 


–Estoy preparando algo de comer– entonces el rubio entró a la cocina junto con su amigo. –Hola Joey, que bueno que nos visitas. ¿quieres quedarte a comer?– Joey sonrió a su amigo. Yami siempre era atento y amable con él.


 


–Bueno, hoy es mi día de descanso del trabajo, así que será un placer acompañarlos. Además, Yugi dijo que había pay de queso, y eso no lo puedo dejar pasar– Atemu sonrió y asintió, y regresó a la estufa. Joey se sentó a la mesa, y Yugi indicó que iría a cambiarse el uniforme; regresaría rápido.


 


Sentado y en silencio, la mente de Joey empezó a viajar de nuevo. ¿Por qué demonios Seto Kaiba le había dicho que le gustaba? Ya no creía que fuera una broma; de hecho nunca lo creyó por la seriedad del castaño al hablar.


 


Pero a la vez, el comportamiento de Kaiba después de haberse confesado era desconcertante para él. Es decir, no es como que el quisiera que lo cortejara, ni mucho menos. De hecho, cuando alguna imagen mental de situaciones así aparecían en su mente, eran demasiado incómodas para él. Pero a la vez, se sentía ignorado. Demasiado. Más que nunca. Y algo de eso no le gustaba.


 


Joey estaba, de nuevo, tan ensimismado en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que Yami se sentaba frente a él.


 


–Joey, ¿estás bien?– la voz del tricolor lo regresó a la realidad. Se sonrojó un poco ante la situación.


 


–Perdón Yami, no me di cuenta cuando te sentaste. Estoy bien, solo pensaba– las últimas palabras del rubio fueron en volumen un poco más bajo, lo que llamó la atención del antes faraón.


 


–¿Quieres compartir conmigo algunos de esos pensamientos?– la mirada preocupada de su amigo hizo reflexionar a Joey. Los últimos días había estado demasiado distante; tal vez si lo hablaba se sentiría mejor. Además, de seguro no tenía que dar todos los detalles; ser del gusto de Kaiba no era algo que le enorgullecía decir.


 


–Pues... es que hay algo ahorita en mi vida que no logro comprender– sabía que estaba siendo demasiado ambiguo, pero no sabía como comenzar.


 


–Si tú quieres yo puedo intentar ayudarte– Yami vio como Joey suspiraba.


 


–Es que... es complicado.


 


–Es más complicado tragártelo solo y no contar con ayuda. Tranquilo, no le diré nada a Yugi– Joey asintió, y tomó aire para hablar.


 


–Hay una persona... a la que le gusto. Me lo dijo el otro día, y es demasiado extraño para mí. No sé ni siquiera cómo sentirme al respecto– era lo más exacto que estaba dispuesto a ser.


 


–¿A ti te gusta esa persona?– Yami le prestaba toda su atención, imprimiéndole la seriedad necesaria al asunto. El rubio negó con la cabeza.


 


–No.


 


–¿Y esa persona lo sabe?– Joey volvió a suspirar; tenía la mirada fija en sus brazos sobre la mesa. Por alguna razón no quería voltear a ver a su amigo.


 


–Bueno, cuando me dijo que yo le gustaba yo no le contesté. Sé que se lo toma a que no me gusta. Osea, no lo he aclarado, pero estoy seguro de que lo sabe– Yami observaba a Joey fijamente.


 


–¿Y sí estás bien seguro de que no te gusta?– Joey levantó la mirada y vio los penetrantes ojos del tricolor. Negó con tranquilidad.


 


–No, no me gusta. Además... es un chico– Joey no quería dar más detalles, pero quiso dejar eso en claro. Yami enarcó una ceja.


 


–Si me lo preguntas a mí, eso no debería de tener que ver. Es decir, a mí no me importaría que te metieras con otro hombre, y estoy seguro de que a Yugi tampoco. Y es totalmente respetable que no te guste esa persona, aunque fuera chica– Joey suspiró.


 


–No me gusta, pero a la vez todo se ha vuelto incómodo. No es que nos llevemos mucho. Ni siquiera lo trato seguido. Pero aún así, ahora todo es raro– Joey casi exudaba incomodidad.


 


–Si me permites sugerirte, puedes verlo desde otra perspectiva– eso sí llamó la atención de Joey.


 


–¿A qué te refieres?– estaba en verdad interesado.


 


–La verdad es que no importa si es un chico o una chica. Siempre que alguien te diga que te quiere, de alguna u otra forma, es algo digno de agradecer. No importa quien te lo haya dicho, siéntete halagado porque esa persona siente algo bello por ti, y además ha tenido el valor de decírtelo; créeme, no cualquiera hace eso– Yami se quedó en silencio, dejando que Joey digiriera lo que le acababa de decir.


 


–No lo había visto así– Yami le sonrió.


 


–Ser querido o amado por alguien es un privilegio; no dejes que tus dudas o incomodidad opaque eso. No estoy diciendo que le correspondas si no lo sientes así, pero al menos puedes liberarte de la culpa de no aceptarlo– el rubio se sorprendió ante esa afirmación.


 


–¿Culpa? No siento culpa de no aceptarlo. Solo no me gusta cuando está cerca de mí. Ya te dije, es incómodo– Yami sonrió de nuevo.


 


–Pues recuerda siempre que ser amado por alguien es algo bello– Joey asintió y el tricolor se puso de pie.


 


–Muchas gracias Yami– agradeció el rubio, recibiendo otra sonrisa de respuesta.


 


Joey le ayudó a Yami a poner lista la mesa, y para cuando Yugi apareció apenado por su tardanza y excusandose con que había tenido que entrar al baño, ya estaba todo listo.


 


Comieron y compartieron entre risas y camaradería. Cuando estaba cayendo la noche, el rubio se retiró con la panza llena y el corazón contento, agradeciendo a sus amigos por sus atenciones y por el delicioso pay de queso que tanto le gustaba.


 


–¿Pudiste ayudar a Joey?– pregunó Yugi cuando se encontraban solos. Yami sonrió del lado.


 


–Sí. Le costó un poco de trabajo abrirse conmigo, pero al final lo hizo. Tienes un buen instinto para los problemas, aibou– Yugi se sonrojó.


 


–¿Joey está en problemas?– Yami negó con la cabeza.


 


–No, solo está algo confundido. Pero lo resolverá, solo dale tiempo– Yugi asintió, y ambos entraron. Arreglaron cosas pendientes que tenían en la tienda del abuelo de Yugi, y para cuando terminaron era hora de prepararse para dormir.


 


Yami se sintió bien consigo mismo por haber ayudado a Joey.


 


Fue un poco extraño escuchar a Yugi telepáticamente pidiéndole que hablara con Joey mientras él se cambiaba; Yugi sospechaba que algo le pasaba a su amigo rubio y pensó que se abriría con Yami. Tenía razón.


 


Yami agradeció esa confianza y también le hecho de que Yugi no quiso saber lo que habían platicado; Yugi era respetuoso con los asuntos que no le correspondían, y se inmiscuía solo cuando lo creía necesario. Yami se durmió con una sonrisa, satisfecho de haber ayudado a Joey con su situación, y a Yugi, tranquilizándolo acerca de sus inquietudes hacia su amigo.


 


 


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!!


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