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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Por fin hemos llegado al final de esta historia

 

La verdad me gustó mucho cómo quedó el final, y espero que a ustedes también les guste

De repente sentí que era un final algo apresurado, pero luego le metí algo de redacción mejorada, y me gustó el resultado

 

Como siempre, ha sido un placer compartir con ustedes estas locas ideas, de las que resulta algo que me parece agradable

 

Agradezco de corazón a todos aquellos que se toman el tiempo de leer cada capítulo, y a todo aquel que se toma el tiempo de dejar un review, los cuales siempre me sacan una sonrisa

 

Les deseo lo mejor siempre; nos vemos después en alguna otra loca aventura

 

¡¡Amor para todos!!

Era una linda tarde Junio. Habían pasado 5 meses desde el cumpleaños de Joey, y desde que se había mudado a la mansión Kaiba. Al principio pensó que tardaría en adaptarse porque venía de un lugar muy distinto, pero ambos hermanos Kaiba lo habían recibido con los brazos abiertos, no solo en su casa, sino en su vida para ser una familia, y todo se había vuelto fácil y llevadero.

 

Tenían un par de meses que habían terminado la preparatoria, y Seto y Joey trataban de estar lo más posible juntos. Por las mañanas desayunaban juntos, y Seto se iba a la corporación. Joey se quedaba en casa con Mokuba, ayudándolo a estudiar o jugando con él hasta la hora de la comida. Después de alimentarse, le dedicaba un rato a dibujar, su gran pasión. Kaiba había acomodado su trabajo para llegar a casa sobre las 6 de la tarde, para poder pasar tiempo con su pareja y su hermanito.

 

Joey nunca se había sentido tan pleno.

 

Los días en los que no podía dormir por el frío o no tenía la posibilidad de comer 3 veces al día habían terminado. Su vida había dado un giro de 180 grados, y todo era para bien.

 

La anemia era cosa del pasado, e incluso había subido un poco de peso; seguía teniendo un cuerpo atlético y envidiable, solo se veía más fuerte.

 

Estaba un poco indeciso aun porque estaba cerca el ingreso a la universidad y todavía no se había definido bien a qué carrera quería entrar. Estaba seguro de que quería superarse, solo no estaba seguro en qué área.

 

Se sentía tranquilo por el apoyo incondicional que Seto le mostraba. Claro que habían discutido alguna vez; eran seres humanos distintos con ideologías diferentes que en algún momento chocaban. Pero habían aprendido, principalmente gracias a la calma del ojiazul, a hablar sus problemas y solucionarlos de la manera más civilizada que conocían; en la cama.

 

Ambos eran puro fuego, pura pasión, puro impulso.

 

Varias veces a la semana hacían el amor, como si no hubiera manera de saciarse del otro. Joey disfrutaba tanto en brazos del castaño, y él disfrutaba tanto hacer gritar al rubio con sus atenciones. Se complementaban de esa y otras maneras.

 

Era increíble para Joey la facilidad que tenía de encenderse de solo pensar en Seto. Ya le había pasado en más de una ocasión que Kaiba lo encontrara en el baño, auto complaciéndose solo de pensarlo; todas esas veces terminaron de maneras más que memorables para ambos.

 

Y es que Joey era tan impulsivo, que provocaba a Seto sin querer y sin darse cuenta. Como cuando despertaba y mientras se estiraba soltaba ruidos como si fueran gemidos, generando respuesta del ojiazul. O como cuando Seto llegaba tarde por alguna razón, y lo encontraba acostado boca abajo en la cama, en puros bóxers, con su trasero invitándolo a hacerle de todo.

 

Sí, ambos eran muy sexuales, y se disfrutaban al máximo cada vez que podían.

 

Seto también había modificado su rutina de los fines de semana. Antes trabajaba ambos días, y ahora solo trabajaba hasta el mediodía, dedicándole así a su familia toda su atención; Joey se sentía afortunado de tener el amor y la atención de Kaiba.

 

Yugi y Atemu estaban siempre al pendiente de ellos. Eran y siempre serían sus amigos cercanos, y sabían que podían contar con ellos incondicionalmente. Desde aquella vez que Atemu les había ayudado en la demanda de emancipación de Joey, su ya de por si fuerte lazo de amistad se había vuelto más estrecho.

 

Sí, Joey se sabía tremendamente afortunado por la vida que estaba llevando ahora, muy diferente a la que llevó durante su infancia y adolescencia.

 

Cuando cumplió 18 años y se juntó con Seto, todo fue que cambió. Y una de las cosas que cambió fue que no volvió a ver a su padre. A veces se preguntaba cómo estaría, o siquiera si no se había muerto de inanición. En alguna ocasión había insinuado a Seto que le gustaría buscarlo, pero Kaiba se había empeñado en que abandonara la idea por su propia seguridad; al final terminaba haciéndole caso porque, por más que le doliera pensar que su padre podía dañarlo, sabía que era la mera y absoluta verdad.

 

Lo que no sabía es que Seto se había asegurado de que el hombre no se acercara a Joey. Le había ofrecido una gran cantidad de dinero con tal de que dejara a Joey en paz, y el adulto había aceptado. A Seto Kaiba le generaba repulsión y rechazo; era como si aceptara vender a su hijo. De cualquier manera, no era algo que quería que Joey supiera. No porque se fuera a enojar con él, cosa que de seguro pasaría, sino porque sabía que se sentiría herido por haber sido vendido por su padre. Seto sabía que Joey era fuerte, y ambos podrían superar un enojo al respecto, pero no quería verlo lastimado por las acciones de su padre.

 

 

 

Joey terminó su dibujo. Kaiba le había vuelto a pedir que hiciera unos dibujos de monstruos inventado por él. Tenía la última semana haciéndolos, pero Seto le pedía más. No que le molestara; al contrario, dibujar lo relajaba.

 

Volteó a ver la hora, y eran las 5:30 de la tarde; Seto no tardaría en llegar. Supuso que ya no tendría tiempo de hacer otro dibujo, así que se estiró para relajar sus músculos y puso todo lo que había usado en su lugar. Desde que había llegado a la mansión Kaiba había aprendido a ser responsable y ordenado; no siempre lo lograba, pero hacía el intento.

 

En eso estaba cuando una voz lo interrumpió.

 

–Hola cachorro– saludó Seto desde la puerta de la habitación que Joey tenía para dibujar. El rubio volteó a verlo y sonrió.

 

–Hola Seto, llegas temprano– el castaño sonrió y se acercó a su novio; lo besó profundamente, degustándolo lento y con paciencia, como le gustaba.

 

–Quería verte y hablar contigo– la mirada de Kaiba estaba desbordando amor, y Joey se sonrojo.

 

–¿Ah sí? Dime, soy todo oídos– dijo Joey, dejando lo que estaba haciendo.

 

Antes de hablar, Seto se acercó a su escritorio y levantó el dibujo que Joey acababa de completar; parecía una especie de dragón fantasma.

 

–¿Es el de hoy?– preguntó Seto, y vio de reojo como Joey asentía. –Me gusta. Ven, vamos a mi despacho– el castaño tomó la mano del rubio y lo llevó hasta su lugar.

 

Cuando entraron, Seto dejó su portafolio en el escritorio junto al dibujo de Joey. Se dio la vuelta y se recargó sobre el mueble, abriendo sus brazos e invitando a Joey a un abrazo; el rubio se acercó de inmediato. Kaiba besó sus cabellos y sonrió.

 

–Cachorro, se me ocurrió una idea brillante– Joey, quien abrazaba a su chico, volteó a ver hacia arriba, encontrándose con Seto y besándolo de paso.

 

–Tú siempre tienes ideas brillantes– ambos rieron suavecito, y se dieron un pequeño beso.

 

–En serio cachorro, creo que es una gran oportunidad para ti. De hecho no es que se me haya ocurrido justo ahora, sino que es algo que tengo meses ideando– el rubio lo vio extrañado.

 

–¿Oportunidad? ¿De qué hablas? Suena algo... no sé, grande– Joey vio como la sonrisa del CEO se hacía cada vez más grande.

 

–Cachorro, quiero trabajes en Kaiba Corp como diseñador gráfico de monstruos– Joey enarcó ambas cejas, sorprendido de verdad.

 

–¿Cómo?

 

–Lo que oíste– Seto llevó una de sus manos a la mejilla del rubio, acariciándola. –Tendrás libertad creativa para diseñar el monstruo que se te ocurra, sin límites. Muchos dibujos serán desechados, pero estoy seguro que muchos serán un rotundo éxito porque tienes mucho potencial– el rubio seguía anonadado.

 

–¿Yo trabajando en KC para ti?– el castaño asintió.

 

–Para el departamento de diseño creativo. Tendrás una oficina propia, y también podrás trabajar desde aquí cuando lo desees– la voz del CEO sonaba entusiasmada. Joey estaba que no lo creía.

 

–Wow, no sé qué decir– Joey se sentó en un sillón que Kaiba tenía en su despacho; seguía impactado.

 

–Cachorro, desde la primera vez que me enseñaste un dibujo me impresionaste. Te pregunté si podías hacer algo original, de tu propia inspiración y creatividad. Me parece que al principio te costó algo de trabajo, pero ahora te has vuelto hábil en eso, y has diseñado decenas de monstruos. Creo que esa creatividad funcionará muy bien en Kaiba Corp– el ojiazul se sentó al lado del rubio, viéndolo a los ojos.

 

–No me vayas a malentender Seto. Me gustan mis dibujos, y creo que en estos meses he mejorado mucho por el tiempo libre que tengo. Pero de eso a trabajar en KC, no estoy seguro. Además, ya estaba viendo de regresar a la cafetería en la que trabajaba antes de que tú y yo nos juntáramos– la voz de Joey denotaba inseguridad, y Kaiba lo notó.

 

–Cachorro, creo que el que lo está malentendiendo eres tú. Tienes tanto potencial que sería un verdadero desperdicio que solo trabajaras en una cafetería. No es que esté mal; al contrario, mientras sea un trabajo honrado es algo digno. Pero tú das para mucho más que eso– el castaño levantó su mano hasta la mejilla del rubio, y lo acercó para besarlo lenta y profundamente. –Además, no te ofrecería trabajar en KC si no estuviera seguro de que estás a la altura– el castaño recargó su espalda en el sillón y jaló al rubio para quedar frente a él y abrazarlo.

 

–¿En verdad crees que soy tan bueno?– la voz de Joey seguía cohibida, pero Seto notó algo de emoción en ella.

 

–No lo creo cachorro, estoy seguro porque he visto tu trabajo a lo largo de meses. No has bajado tu calidad; al contrario, eres cada día mejor– dijo Seto con seguridad, y Joey soltó aire que traía guardado. El rubio se recargó en Seto, sintiéndose dichoso con su abrazo.

 

–¿No será que me quieres tener controlado y vigilado todo el día?– preguntó Joey con diversión; Seto enarcó una ceja, volteando el rostro del rubio para verlo a los ojos.

 

–Cachorro, que disparates dices. Tú eres libre de salir por esa puerta y no regresar cuando quieras. No eres un prisionero ni un rehén ni nada por el estilo. No sé por qué pien.....– la cantaleta del castaño fue detenida por un beso del rubio.

 

Joey lo besaba de una manera deliciosa. Mientras sus lenguas danzaban al compás de sus latidos, el rubio se las ingenió para sentarse a horcadas sobre su novio. Seto lo tomó de la cadera y Joey lo abrazó por el cuello, profundizando más el beso, si es que eso era posible.

 

–Te amo Seto– dijo Joey cuando se rompió el beso. El rubio juntó su frente a la del castaño y cerró los ojos. –Estoy bromeando, créeme. Si algo me has demostrado desde que me dijiste lo que sentías aquella tarde en la azotea, es que me respetas y me apoyas incondicionalmente. Y eso yo te lo agradezco en verdad– Joey abrió los ojos y miró a los azules con emoción; era tanto lo que estaba sintiendo en ese momento que no podía ponerlo en palabras.

 

–Te amo cachorro– Seto volvió a besarlo. –¿Entonces lo pensarás?– preguntó el castaño, y Joey negó con la cabeza, acto que extrañó al castaño.

 

–No tengo nada que pensar, Seto. Acepto trabajar en KC. Creo que será difícil, pero supongo que me adaptaré y sobreviviré– el castaño no pudo contener su sonrisa ante la respuesta afirmativa de su chico.

 

–No será tan difícil, solo fluye y aprenderás rápido. Además, no serás un diseñador más, sino la cabeza de todos– el rubio se sonrojó ante la noticia. –Créeme, he estado revisando los diseños de nuestro equipo creativo últimamente, y no son muy convincentes; tú lo haces mejor– Seto volvió a besarlo, y Joey correspondió con intensidad.

 

–Vaya, cada vez esto se vuelve más grande– Joey se rascó la cabeza, sonrojado pero sonriente. –Está bien, acepto Seto. Pondré todo de mi parte para que esto resulte bien, por más difícil que sea– el castaño sonrió.

 

–Me da gusto escucharlo, aunque insisto en que no será difícil para ti– dijo Seto, pero Joey negó con la cabeza.

 

–Es que no has entendido qué parte será la más difícil para mí– el castaño enarcó una ceja, intrigado con esas palabras.

 

–¿Ah sí? Pues explícame entonces– el rubio asomó una sonrisa pícara. Besó a Seto, y cuando se separó de él, lo abrazó y puso boca junto al oído del ojiazul.

 

–Tenerte tan cerca y no poder comerte– susurró Joey, mientras movía su cadera para frotar su miembro con el de Seto, sacando un fuerte gemido de Kaiba.

 

Joey lamió y mordió la oreja del castaño, subiendo la temperatura rápidamente.

 

–No te preocupes, podremos sortear la situación.

 

Seto besó a Joey, transmitiéndole todo lo que sentía por él.

 

Dedicaron toda la noche a amarse, a expresar sus sentimientos, y a compartir sus cuerpos y sus vidas.

 

Estaban enamorados.

 

Se sentían plenos consigo mismos, y también cuando estaban juntos.

 

Sabían que vendrían tiempos difíciles y duros.

 

Pero si se centraban en ese amor puro y profundo que habían construido juntos, todo estaría bien.

Notas finales:

¡Bonita noche!

¡Hermoso día!

 

¡¡Amor para todos!!


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