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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Un nuevo día (o noche en mi caso) y un nuevo capítulo que espero que disfruten mucho.

 

Gracias a todos los que se toman el tiempo de leer mis locas ideas.

 

Amor para todos!!

–¿Vas a salir hermano? Es un poco tarde– Mokuba se dio cuenta de que algo pasaba, y para su buena suerte alcanzó a su hermano antes de que se fuera.


 


–En un rato regreso Mokuba. Si se me hace tarde, cena y acuéstate que tienes escuela mañana– la voz del CEO parecía normal, pero Mokuba que lo conocía bien pudo notar la alteración que el castaño sentía.


 


–¿Estás bien hermano?– el pequeño Kaiba se preocupó por su hermano mayor, y Kaiba trató de tranquilizarse a si mismo.


 


–Lo estaré Mokuba, solo tengo que solucionar algo. Ahora ve a jugar, y si me tardo haz lo que te dije– el menor asintió y regresó al interior de la mansión.


 


Justo en ese momento, un auto color azul era estacionado frente a la puerta principal de la mansión. De él salió un tipo grande y rudo.


 


–Señor Kaiba, el auto está listo. ¿Gusta que lo lleve?– el CEO negó ante el cuestionamiento.


 


–No Rolan, quédate al pendiente de mi hermano– no dijo más. Se subió al auto y arrancó. No estaba muy seguro de donde empezar a buscar.


 


Dio un suspiro y conectó una llamada a través del sistema telefónico de su auto.


 


Hola Kaiba– conocía a la perfección la voz del otro lado de la llamada.


 


–Atemu– fue todo lo que dijo.


 


–¿Algo en lo que te pueda ayudar?– el CEO suspiró sin que el de cabello tricolor se diera cuenta. No le encantaba la idea de lo que iba a decir, pero el bienestar de Joey era más importante que su ego.


 


–Sí, el perro estaba en mi casa, estabamos haciendo el trabajo que nos tocó juntos, y de un momento a otro se alteró y salió corriendo. ¿Tienes alguna idea de a dónde pudo haber ido?– mientras hablaba, voltaba a todos lados, tratando de divisar a su rubio tormento.


 


–¿Discutieron de nuevo?– Kaiba sabía que el otro lo iba a interrogar, por más que no le gustara.


 


–Algo así. Al final se alteró y salió corriendo– Kaiba estaba preocupado, y estaba seguro de que el tricolor podía notarlo, pero no le importaba; Joey era su prioridad.


 


–Pues yo pensaría que vendría para acá, pero no ha llegado. ¿Hace cuánto tiempo que pasó eso?– Kaiba observó hacia el parque central de ciudad Dominó, pero no vio al rubio.


 


–No lo sé, una media hora o algo así– estaba comenzando a frustrarse.


 


–Suenas preocupado– el castaño bufó. Sabía que el toro era muy perspicaz, pero no le gustaba lidiar con eso.


 


–No sería bueno que algo le pasara después de haber estado en mi casa. Además, tenía una mirada rara. Discutimos, pero algo en él estaba diferente– el ojiazul estaba preocupado. En cualquier otro momento tan solo hubiera dejado que se fuera, pero la mirada que le dio antes de salir no le pareció normal.


 


No tengo idea de donde podría estar, pero si llega aquí te aviso– el ojiazul bufó de nuevo. Estaba comenzando a frustrarse.


 


–Bien, y si yo lo encuentro te aviso también– sin esperar la respuesta del faraón, Seto cortó la llamada. Siguió en su auto, manejando por todos los lugares que pensaba que podría estar el rubio.


 


«Vamos cachorro, ¿dónde te metiste? ¿A dónde habrá ido?»


 


Cuando Seto se dio cuenta, ya había pasado casi 1 hora desde que salió de casa. Golpeó el volante con enojo; estaba cada vez más frustrado. Además, la oscuridad de la noche no ayudaba; no podía buscar con libertad.


 


El sonido de su teléfono celular llamó su atención; era el faraón.


 


–Atemu– no era su típica manera de contestar, pero tampoco eran las típicas llamada que recibía.


 


–¿Qué pasó con Joey?– Seto bufó.


 


–¿No ha llegado con ustedes?– el ojiazul escuchó al tricolor suspirar.


 


No, y ha pasado bastante tiempo por lo que me estoy preocupando. ¿Has visto algo?– Yami también parecía bastante preocupado.


 


–Hasta ahora nada. He pasado por todos los lugares que se me han ocurrido, pero aún no he... espera– la voz de Kaiba se distorcionó un poco. –Vi algo. Voy a bajar y ahorita te llamo de regreso– colgó sin pena.


 


Se había detenido enfrente de la preparatoria porque había notado un bulto al lado de la puerta; no le pareció normal.


 


Apagó el auto sin siquiera estacionarlo bien, y caminó con prisa hasta el bulto. Pasa su calma y sorpresa, era Joey. Estaba en posición fetal, abrazándose a si mismo y temblando. No hacía demasiado frío, pero el rubio traía una playera sencilla y bastante delgada que evidentemente no lo mantenía caliente. Seto soltó el aire que traía guardado desde que Joey salió corriendo de la mansión, y se acercó hasta él. Se puso en cuclillas y le puso la mano en el hombro.


 


–Wheeler– su voz era suave; Joey parecía dormido. Lo movió un poco y lo volvió a llamar, pero el rubio no reaccionaba. Le checó el pulso y todo parecía normal, pero se dio cuenta de que su temperatura no estaba normal. –Anda Joey, despierta– lo movió con más fuerza, y entonces el rubio se removió. Abrió los ojos, y vio a Kaiba muy cerca de él.


 


–¿Kaiba? ¿Qué haces aquí?– el rubio estaba descolocado.


 


–Lo que me gustaría saber es qué haces tú aquí. Saliste corriendo de la mansión todo alterado; me tomó bastante tiempo encontrarte– el rubio se sorprendió. Kaiba le hablaba con calma y sin reproche, y podía ver preocupación reflejada en los ojos azules.


 


–Yo... fui a casa pero... mejor decidí venir aquí– el rubio se sentó, mirando hacia el suelo; no creía poder soportar la mirada de Seto sobre la de él.


 


–¿Quieres que te lleve a algún lugar?– el rubio negó con la cabeza, y acomodó sus piernas para abrazarlas.


 


–No tengo a donde ir– puso su rostro sobre sus rodillas; sonaba triste.


 


–Puedo llevarte con Yugi– el castaño decidió sentarse junto a él; no lo tocaba.


 


–No, no quiero ir con él. Siento que soy una carga, y él no tiene porque andar cargando conmigo– Joey estaba muy negativo, cosa muy rara en él ya que normalmente se destacaba por su positivismo que rayaba en lo absurdo. Más bien parecía que se estaba rompiendo.


 


–No creo que seas una carga para él. Ustedes son amigos, y él procura tu bienestar– Joey no contestó nada, y Kaiba decidió no insistir.


 


Pero cuando pasaron 5 minutos y no hubo respuesta del rubio, pensó que era suficiente. Le puso la mano en el hombro, y notó que estaba dormido. Suspiró, algo cansado.


 


Con todo el cuidado que podía tener, levantó al rubio en sus brazos y lo llevó a su auto. Lo puso en el asiento del copiloto y arrancó. Entonces conectó otra llamada.


 


–¿Hola?– Kaiba sonrió al escuchar a su hermano.


 


–Pensé que estarías dormido, Moki. ¿Por qué no te has ido a dormir?– no era demasiado tarde, eran las 9:23 pm, pero Kaiba era estricto con Mokuba y sus horarios.


 


Estaba preocupado por ti, hermano. Decidí esperar un poco para ver si llegabas– Mokuba era un niño muy dulce, siempre preocupado por Seto. El ojiazul sonrió.


 


–Estoy bien Moki, ahora ve a dormir. Me quedaré en el departamento que está cerca de la zona centro de Dominó. Te llamaré mañana.


 


¿Todo bien hermano?– Kaiba asintió por instinto, y volteó a ver al rubio que dormía en el asiento de al lado.


 


–Todo bien Moki, solo quería avisarte. Ahora ve a descansar– Mokuba se despidió y la llamada se cortó.


 


Después llamó al faraón, a quien le explicó que lo había encontrado dormido afuera de la escuela, que tenía fiebre, y que lo estaba llevando a un lugar donde lo iban a atender. También le pidió que no le mencionara nada a Yugi. El faraón agradeció que le avisara, y le aseguro que no diría nada.


 


Pronto llegaron a un complejo de departamentos exclusivos. Estaba en la zona centro, rodeado de áreas comerciales. Kaiba hizo todo su esfuerzo por llevar al rubio hasta el penthouse que era de su propiedad.


 


Ahí lo recostó en su propia cama, y de inmediato llamó a su médico personal, que le dijo que estaría con él en menos de 30 minutos.


 


El castaño se cambió de ropa y se sentó junto a la cama donde Joey dormía; se veía tan relajado.


 


Tuvo unas ganas enormes de acariciar el sedoso y rubio cabello, pero se contuvo; no quería despertarlo ya que sabía que sería bastante incómodo para él.


 


No hizo otra cosa que observarlo, hasta que el médico llegó. Revisó al rubio, y después de aclarar que no era nada grave, le dio algunas recomendaciones a Seto para que el muchacho se recuperara más rápido.


 


Cuando estuvieron solos de nuevo, el castaño volvió a sentarse junto a la cama, en donde veló por sus sueños.


 


 


 

Notas finales:

Hermoso día!

Bonita noche!

 

Amor para todos!!


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