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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

A disfrutar una entrega más!

 

Amor para todos!!

Una punzada de dolor en la sien lo despertó; era una horrible sensación. Una vez que empezó a bajar el dolor, abrió los ojos para encontrarse con que estaba en una habitación oscura. En la oscuridad pudo distinguir un armario y una mesita de noche junto a la cama. ¿Dónde demonios estaba?


 


Trató de recordar, pero una dolorosa punzada lo atacó de nuevo. Se puso las manos a ambos lados de la cabeza y la apretó, tratando de hacer que pasara lo más rápido posible.


 


Respiró profundo, y poco a poco fue calmándose el dolor. Pero en cuanto abrió los ojos, el dolor incrementó de nuevo. Apretó más su cabeza, pero el dolor no bajó. Empezó a removerse en la cama, hasta que pasó lo inevitable; Joey cayó y azotó contra el suelo.


 


En unos pocos segundos la puerta se abrió, dejando que la luz de afuera entrara.


 


–Nada más no te puedes quedar quieto, ¿verdad?– una voz varonil captó su atención; sabía quién era.


 


No quiso moverse porque no quería otra punzada de dolor. Contrario a lo que esperaba, que era una serie de burlas, pronto sintió como el ojiazul le ayudaba a reincorporarse y regresar a la cama.


 


–No debes levantarte– el castaño puso una mano en la frente del rubio y la otra en la suya. –Parece que aún tienes temperatura. Debes descansar, así que deja de moverte– la voz del CEO era casi de reproche. El rubio no levantó la mirada; se sentía incómodo y cohibido.


 


–¿Dónde estoy?– preguntó mientras Seto lo tapaba con una delgada sábana. El castaño salió de la habitación sin haber contestado y Joey pensó que lo había ignorado. Pero fue sorprendido cuando Kaiba regresó con un vaso de agua y lo que parecía ser medicina.


 


–Ten, debes tomar esto. Te ayudará a sentirte mejor– el rubio recibió el vaso y tomó la medicina sin protestar. –Estás en mi departamento. Has estado dormido los últimos dos días, con alta fiebre y delirios– Joey volteó a ver a los ojos azules de Kaiba, impactado.


 


–Demonios– el rubio se puso cabizbajo de nuevo.


 


–No te preocupes por tus empleos, avisé a todos que estabas muy enfermo, y que luego repondrías horas– Joey abrió sus ojos fuertemente y volteó a ver al castaño. Cuando hizo contacto visual con el ojiazul, se sonrojó con suavidad.


 


–Hem... gracias por eso– Joey cerró los ojos. No quería voltear a ver a Seto, aún le incomodaba. Y no estaba seguro de cómo seguir esa conversación, así que pensó que lo mejor sería dormir, o al menos pretender que dormía.


 


Seto se quedó ahí, observándolo en silencio. Justo antes de caer en la inconsciencia del sueño, pudo sentir que el castaño acariciaba su cabello con una suavidad inaudita.


 


Lo siguiente que sintió fue, de nuevo, dolor. Su cabeza punzaba, pero esta vez era mucho más suave. No fue una agradable manera de despertar, pero al menos podía distinguir un agradable aroma; parecía comida. Sus tripas sonaron, exigiéndole el alimento que no les había dado en quién sabe cuantos días. Pero no estaba seguro de qué hacer para llamar la atención del CEO de Kaiba Corp.


 


Para su buena fortuna, el castaño entró a revisar el sueño del rubio, y lo encontró con los ojos abiertos.


 


–Despertaste Wheeler– Kaiba encendió una lámpara que estaba en la mesita de al lado de la cama, iluminando suavemente la habitación.


 


Joey tenía unas ganas terribles de hacer uno de sus cínicos comentarios; esos que siempre le dedicaba al ojiazul en la escuela. Pero parecía que el castaño lo había estado cuidando los últimos días, por lo que no le pareció bien ser grosero.


 


–¿Cómo te sientes?– dijo Kaiba mientras ponía su mano de nuevo en la frente del rubio.


 


–Mejor, aunque la cabeza me sigue doliendo– Kaiba abrió el cajón de la mesita y sacó un termómetro. Lo agitó y se lo extendió al rubio.


 


–Toma, ponte esto– el rubio obedeció, y Kaiba se quedó ahí de pie sin hacer o decir nada.


 


–¿Qué es eso que huele tan bien?– el hambre le había ganado a la pena, y Joey no contuvo su pregunta.


 


–Es la cena– se escuchó un ruidito, y de inmediato Joey le entregó el termómetro. –Todavía estás febril, per supongo que tiene que ver las pocas energías que tiene tu cuerpo– el rubio lo miró extrañado.


 


–¿Qué quieres decir?– Kaiba lo miró directamente a los ojos.


 


–Estás anémico, Wheeler. Te hace falta poner más atención en ti mismo y tu alimentación– a Joey no le sorprendió del todo eso; de hecho lo sospechaba.


 


–Vaya, supongo que las 3 comidas diarias son importantes– el rubio rio, tratando de restarle importancia al asunto, pero Kaiba solo se le quedó viendo y enarcó una ceja.


 


–¿No comes 3 veces al día?– el rubio bajó la mirada, un poco sonrojado y evidentemente apenado.


 


–Cuando puedo sí, pero la verdad no es muy seguido.


 


Hubo un silencio incómodo durante algunos segundos, y después de eso el ojiazul dio media vuelta y salió de la habitación, dejando a un confundido Joey.


 


En menos de 5 minutos Seto regresó a la habitación con una bandeja llena de comida. La puso en la mesita de noche, y luego tomó una silla para sentarse cerca de la cama.


 


–Cena, te hace falta– la mirada fría del ojiazul no cambiaba; no por nada le decían «el estóico Seto Kaiba». Pero más allá de eso, Joey podía decir que estaba siendo amable con él; al menos a su manera.


 


Se sentó en la cama y puso la bandeja sobre sus piernas con mucho cuidado, ya que contenía un plato de lo que parecía ser caldo de verduras. También había una ensalada y una rebanada de pan con semillas, o al menos eso parecía.


 


–Vaya, nunca había visto tanta comida saludable junta– bromeó el rubio.


 


–Por eso estás desnutrido. Ahora come, y si te sientes satisfecho, no te fuerces; pasaste varios días dormido y tu estómago lo puede resentir– Seto Kaiba siempre sería mandón, por más amable que se mostrara.


 


Joey tomó la cuchara y probó el caldo; estaba excepcional. Comió sin hablar, bajo la atenta mirada del ojiazul, que no hacía más que ponerlo algo nervioso. Terminó el caldo, para seguir con la ensalada y el pan. En poco tiempo se había terminado todo, y Seto se puso de pie para llevarse la bandeja.


 


En menos de un minuto ya estaba de vuelta con agua y lo que parecía ser medicina.


 


Se la extendió al rubio, quien se la tomó de inmediato.


 


–Mis felicitaciones al chef, todo estaba delicioso– le dijo al ojiazul mientras le extendía el vaso vacio.


 


Seto Kaiba le sonrió, no con burla, sino con ternura.


 


–De nada Wheeler.


 


El rubio se descolocó. Eso quería decir que...


 


–Espera, ¿tú cocinaste todo eso? ¿Para mí?– el rubio se sonrojó levemente, y bajó la mirada.


 


–No te rompas la cabeza Wheeler, no siempre tuve gente que trabajara para mí. Aprendí a salir adelante por mi mismo– el rubio levantó la cara y sus miradas se cruzaron; la mirada del ojiazul era bastante intensa.


 


–Sí, pero una cosa es eso y otra que cocines para... mí– lo último fue casi un susurro, y Joey volvió a bajar la mirada.


 


Kaiba dio unos pasos hasta la cama, tomó la barbilla del rubio y levantó su rostro, haciendo que quedaran a escasos centímetros, obligándole a hacer contacto visual con él.


 


–Deja de sentir lástima por ti mismo, porque no te queda. Si te cociné algo, fue porque quise– el CEO siempre era directo, y Joey lo sabía. Aún así, eso no le quito impacto a lo que estaba sucediendo.


 


Joey no pronunció palabra alguna; no podía. Sentía como su garganta se cerraba, y sin saber exactamente por qué, sus ojos empezarona llenarse de lágrimas. Casi al instante, Kaiba puso la medicina que traía en la mano en la mesita, y se sentó para atraer al rubio a su pecho y abrazarlo. Joey no pudo más, y se rompió.


 


Empezó a llorar inconsolablemente, sin contenerse en lo más mínimo y sin importarle que era Seto Kaiba quien lo estaba abrazando. Kaiba se limitó a escucharlo llorar mientras lo abrazaba y le acariciaba su rubio cabello.


 


Ambos perdieron la noción del tiempo. Lo próximo que el castaño supo fue que el rubio respiraba acompasadamente en sus brazos; se había dormido.


 


Con todo cuidado lo acomodó en la cama y lo tapó con la sábana. Acarició su cabello una vez más, y luego agarró la bandeja y salió de la habitación sin hacer ruido, dejando a Joey descansar.


 


 


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!!


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