Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Me Gustas por Iztaxochitl

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya tenía este capítulo, así que aunque ayer publiqué uno, quise pasarme por aquí dejando otro.

 

Espero que lo disfruten!

–¿Estás seguro de eso?– la voz del CEO se escuchaba cansada; ya estaba harto de la situación.


 


–Bien seguro Seto. Tu amigo ha dormido tanto por su enfermedad, y por un cansancio acumulado muy fuerte. Me has comentado que tiene varios empleos y casi no descansa– el castaño asintió.


 


–Es más que eso, él descuida su alimentación y sus estudios por trabajar– el hombre mayor que estaba con el castaño asintió.


 


–A eso me refiero. Este muchacho es joven, y parece tener una gran carga sobre sus hombros. Estos días que ha estado dormido han sido una combinación entre ambos factores– el hombre vio al CEO suspirar.


 


–¿Entonces crees que dormirá más tiempo?– Seto se cruzó de brazos.


 


–No creo que sea mucho más, pero tampoco conozco a qué ha estado expuesto, por lo que no te puedo dar una respuesta concreta. Dejarlo descansar es lo mejor que puedes hacer. Sigue dándole el medicamento que te receté la otra vez, y pronto lo verás activo de nuevo– Seto asintió.


 


–Muchas gracias Ao– el hombre le sonrió.


 


El doctor Ao era el médico de cabecera de los Kaiba, y Seto lo había llevado por segunda vez en esos días para que revisara a Joey; no le daba buena espina que durmiera tanto. Pero al parecer tendría que esperar un poco más para ver al rubio recuperado.


 


–Un placer Seto, llámame si necesitas cualquier cosa. Y recuerda que es muy importante que se alimente bien pero sin exceso de cantidades– el castaño asintió y lo acompañó a la salida.


 


Cuando el médico se hubo retirado, Seto fue a la habitación donde descansaba el rubio. Para su sorpresa, Joey estaba sentado en la cama, recargado en contra de la cabecera.


 


–Wheeler– dijo al entrar, haciendo que el rubio volteara a verlo. –¿Cómo te sientes?– Seto se acercó a la cama y puso su mano en la frente del rubio; se sentía bastante fresca.


 


–Siendo bien sincero, tengo hambre– el rubio bajó la mirada, y se perdió de la pequeña sonrisa del castaño.


 


–Traeré algo para que comas. Espera aquí– sin esperar respuesta, salió de ahí hasta la cocina, en donde le sirvió un plato de sopa color verde que había cocinado esa mañana. Regresó a la habitación con su plato y cubiertos en la bandeja, y la puso sobre el regazo del rubio.


 


–Vaya, esto parece pasto molido– fue un impulso, ni siquiera pensó el comentario, pero a Seto no le molestó.


 


–Necesitas recuperar energías. Has dormido un par de días desde la útima vez que te despertaste a cenar, y mientras luchabas con fiebre que no dejaba de subir. Eso, además de la anemia que tienes, tumba a cualquiera. Necesitas alimentarte bien– Kaiba tomó la silla y la acercó a la cama, sentándose a observar a Joey comer.


 


–Y supongo que comer pasto molido me ayudará a estar mejor– a Joey no le gustaba el aspecto de la sopa.


 


–Así es. Ahora no te quejes y come– Seto Kaiba era y siempre sería mandón. No es que quisiera ser grosero o mala persona, sino que era así su temperamento.


 


El rubio tomó su cuchara y probó la sopa. Abrió los ojos y volteó a ver a Kaiba.


 


–En definitiva esto sabe mejor de lo que se ve. ¿Tú lo cocinaste?– el castaño asintió y Joey siguió comiendo. En la habitación había un silencio un tanto incómodo, pero era algo mejor que la última vez.


 


Cuando Joey terminó, Kaiba le quitó la bandeja y la puso a un lado, pero no se quitó de la silla.


 


–¿Cuánto tiempo he dormido?– levantó la mirada hacia la azul.


 


–Dos días desde que te despertaste a cenar la última vez. Antes de eso habías dormido tres– la voz de Kaiba sonaba normal, pero Joey estaba muy sorprendido.


 


–Vaya, con razón siento que dormí como nunca– el rubio se estiró, liberando algo de tensión, y después suspiró. Levantó su mirada y la clavó en la del ojiazul, sacando fuerzas para no titubear.


 


–¿Por qué?– articuló el rubio. Necesitaba una respuesta, porque no la podía encontrar por si mismo.


 


–El médico dijo que fue por enfermedad y cansancio acumulado– dijo Seto, pero Joey negó con la cabeza, descolocando un poco a Seto, quien no lo demostró.


 


–Lo que quiero saber es por qué me ayudaste– la mirada del rubio no titubeó, aunque estuvo tentado a hacerlo. Pero algo dentro de él necesitaba esa respuesta.


 


Seto Kaiba suspiró.


 


–Porque me importas– una respuesta sencilla y directa, que hizo a Joey bajar la mirada y sonrojarse, aunque esperaba que el otro no se hubiera dado cuenta.


 


Ambos se quedaron ahí en silencio. Seto observaba a Joey, mientras él observaba su regazo. En algún momento, el castaño se puso de pie y se acercó a la cama. Puso su mano en la cabeza del rubio, quien se sintió algo nervioso con eso y cerró sus ojos.


 


–Te lo dije aquella vez, no espero nada de ti. Si crees que te traje aquí para ayudarte y después cobrarme el favor, estás equivocado. Quédate tranquilo; no me debes nada– se dio la media vuelta y salió de la habitación, dejando a Joey sonrojado y con el corazón acelerado.


 


El rubio tardó varios minutos en recuperarse y volverse a recostar. Lo que estaba viendo de Seto era algo que no había visto antes, y la verdad no le desagradaba. Al contrario, le llamaba la atención. Nunca había visto al castaño mostrarse medianamente amable con nadie más que con Mokuba, y él no contaba por ser su hermano. ¿Quién era ese Seto Kaiba? Algo dentro de él le decía que había que descubrirlo.


 


¿Miedo? Sí y mucho. Más de lo que quisiera admitir.


 


Pero, quizás por primera vez en la vida, sintió más miedo de no descubrir a ese Seto Kaiba que de hacerlo.


 


Respiró profundo y se puso de pie. Agradeció en su mente el poder pararse sin marearse o sentir dolor de cabeza. Caminó descalzó por el lugar, siguiendo el sonido de lo que parecía ser alguien lavando trastes.


 


Llegó a la cocina, y vio a Seto en esa labor. Se quedó inmóvil algunos segundos, y luego respiró profundo para armarse de valor.


 


–¿Puedo ayudarte?– si el CEO se sorprendió o no con la entrada de Joey, no lo demostró. Volteó a verlo, escudriñándolo con su mirada.


 


–Sí, regresa a la cama y descansa– Seto volteó y siguió con lo suyo. Pero cuando Joey tomaba una decisión, no sabía darse por vencido.


 


–Quiero ayudarte por lo menos a lavar; es lo menos que puedo hacer– caminó hasta el castaño y se paró a poca distancia de él.


 


–Y yo no quiero que recaigas. Acabas de pasar varios días inconsciente. Ni es bueno que te mojes, ni es bueno que te esfuerces. Yo puedo con esto, regresa a la cama.


 


–No estoy acostumbrado a que hagan las cosas por mí. Agradezco tu preocupación, pero me molesta estar en cama mientras tú haces todo– la mirada del rubio se volvió desafiante, y Kaiba se quedó en silencio, observándolo.


 


–Por una vez en tu vida, Wheeler, no discutas y haz caso. No eres solo tú; han sido días pesados cuidándote, y no deseo que recaigas. Descansa, y si quieres la próxima vez, si ya te sientes mejor, serás tú el que lave todo– dijo Seto, y Joey se dio cuenta de que el castaño tenía unas grandes ojeras; parecía no haber descansado mucho en los últimos días. Joey suspiró.


 


–No me gusta estar acostado sin hacer nada– el rubio era demasiado inquieto.


 


–Entonces toma un libro y ponte a leer. Cuando terminé voy contigo– Joey asintió derrotado, y salió de la cocina. En el pasillo vio un librero que examinó con atención, viendo si algún libro llamaba su atención. Al final tomó uno al azar porque no conocía ninguno, y se fue al cuarto. Cuando iba a entrar, vio que había una puerta más allá. Se asomó y vio un baño. Aprovechó para hacer sus necesidades. Buscó otra puerta, pero no la encontró. Entonces regresó a la habitación en la que había despertado.


 


Entró y abrió el clóset, confirmando sus sospechas. Ese era el cuarto de Kaiba, y él le había cedido su propia cama. Se detuvo a pensar en eso y no supo cómo sentirse al respecto. Kaiba estaba siendo amable como nunca antes con él, y eso lo descolocaba de sobremanera. No era que le molestara la situación, sino que no se sentía a gusto con eso.


 


Se recostó de nuevo en la cama, pero no hizo el intento de leer porque sabía que no lo iba a conseguir.


 


Unos minutos después, Seto entró a la habitación con un vaso con agua y unas pastillas.


 


–Tómate esto, Wheeler– le extendió todo y el rubio tomó la medicina sin replicar; seguí anonadado.


 


–Kaiba– el aludido volteó y sus miradas se conectaron. –¿Dónde has dormido estos días?– el castaño se sentó en la silla antes de contestar.


 


–En el sillón– fue su simple respuesta, y Joey se sintió mal.


 


–Debiste de haberme dejado el sillón. Esta es tu habitación– el rubio estaba incómodo de nuevo; se veía a leguas.


 


–No ibas a descansar igual en el sillón que en la cama, y necesitabas recuperarte. Además, no he dormido mucho porque he estado trabajando– Kaiba trató de restarle importancia al asunto, pero hubo algo que a Joey le llamó la atención.


 


–Un momento. ¿Me estás diciendo que no has ido a Kaiba Corp en estos días... por mí?– el rubio parecía aún más sorprendido.


 


–Puedo trabajar perfectamente a distancia, Wheeler. Además, KC no va a irse a la quiebra por unos días que no vaya– Kaiba se veía tan sereno que no dejó espacio a Joey para refutarle semejante argumento.


 


Contario a lo que el castaño esperaba, Joey empezó a reír. Seto enarcó una ceja sin entender.


 


–¿Será que por fin enloqueciste?– el rubio siguió riendo pero negó con la cabeza.


 


Cuando por fin dejó de reír, levantó la mirada y la clavó en la ojiazul; sus ojos eran desafiantes, y el castaño se sorprendió con eso.


 


–Ni creas que aceptaré todo esto nada más porque sí. Te pagaré todo lo que estás haciendo por mí, ricachón engreído– a pesar de la aparente agresividad en sus palabras, Joey estaba sonriendo.


 


–Aprende a recibir Wheeler– pero el rubio negó con la cabeza.


 


–Kaiba, en unos pocos días has hecho más por mí que nadie en toda mi vida. Quizás Yugi me ha apoyado así, pero de alguna manera extraña sé que esto no se compara. Te debo mucho, y de una forma u otra te lo voy a pagar– Seto sabía que el orgullo del rubio era igual de grande que el suyo; eso lo hacía poder empatizar con él.


 


–¿Quieres pagarme de algún modo?– la fiereza en la mirada de Joey no disminuyó. –Entonces cuídate y no recaigas; eso es suficiente para mí– la mirada del CEO se suavizó solo un poco, y Joey fue capaz de notarlo.


 


–Pero eso no es suficiente para mí. Esto es... demasiado– por unos momentos, la mente del rubio dio un paseo por su pasado. Su madre, su padre, su hermana... la pandilla de delincuentes a la que perteneció, Tristán, Yugi... toda su vida había sido una montaña rusa de emociones y acontecimientos. –No me gusta deberle nada a nadie Kaiba, y tú no eres la excepción. No tengo idea de cómo o cuándo, pero ten por seguro que te lo voy a pagar– la mirada del rubio estaba cargada de emociones. Incluso se habían asomado un par de lágrimas que al final logró aguantar; Seto Kaiba pudo ver una absoluta determinación en los ojos del rubio.


 


Y para sorpresar de Joey, Seto sonrió.


 


No fue una sonrisa de burla, o de risa. Fue una sonrisa tierna, que demostraba cariño. Se puso de pie y se paró junto a la cama, poniendo su mano sobre los cabellos de Joey.


 


–Está bien, como tú quieras– acarició la cabeza rubia sin borrar su sonrisa, y sin decir nada más salió de la habitación, dejando confundido a Joey.


 


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).